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ARGENTINA: LA APREMIANTE NECESIDAD DE RECUPERAR LA INDUSTRIA DE LA DEFENSA

Marcelo Javier de los Reyes*

Corbeta ARA “Gómez Roca”, Clase MEKO-140A16 Batch 2, construida en el Astillero Río Santiago, Ensenada, Argentina.

Vuestro valor ha deslumbrado no sólo al pueblo argentino sino que somos muchos los que en el mundo estamos orgullosos que seáis nuestros hermanos pilotos.

Del Coronel Pierre Clostermann, héroe francés de la Segunda Guerra Mundial, a los pilotos argentinos

 

Introducción

Se le atribuye al ex Secretario de Estado de los Estados Unidos Henry Kissinger haberse referido a la Argentina en una reunión de la Trilateral Comisión, celebrada en Costa de Marfil en 1985. En esa oportunidad habría dicho que “O la Argentina acepta su papel de exportador de materias primas, o procederemos a su libanización”.

Estas expresiones tuvieron lugar tan sólo tres años después de que la Argentina enfrentara no sólo al Reino Unido sino también, virtualmente, a la OTAN en el Conflicto del Atlántico Sur.

Desde entonces, por diversas razones, las Fuerzas Armadas Argentinas han visto languidecer su poder de fuego llegando a la preocupante situación actual. Los sucesivos gobiernos británicos han implementado un verdadero boicot destinado a impedir que nuestro país adquiera el armamento necesario para proteger su territorio —el octavo en extensión a escala mundial— y su extensa plataforma continental que se proyecta sobre el Atlántico Sur.

El Reino Unido les ha prohibido a sus socios vender material bélico a la Argentina que tuviera componentes británicos. Esa sería una de las razones que ocasionó en su momento la demora en la reparación del malogrado rompehielos “ARA Almirante Irizar”, fundamental para el desarrollo de las campañas antárticas así como para las operaciones de salvamento y rescate (Operaciones SAR), en cumplimiento de los tratados internacionales que nuestro país ha suscrito (Ley Nº 22.445).

Años atrás se había difundido la noticia que la Argentina podría adquirir 24 aviones Saab Gripen NG mediante un memorándum firmado entre nuestro país y Brasil a partir de la producción de esas aeronaves en nuestro vecino del MERCOSUR. Pues bien, la propia empresa sueca se encargó de informar que esa operación no se realizaría en función del embargo militar impuesto por el Reino Unido a la Argentina, por el cual no se nos debe proveer ni armas ni componentes militares.

De tal manera que Argentina tiene pocas opciones: o adquiere armamento por fuera de las industrias de Occidente, por ejemplo a empresas de China, India, Pakistán o Rusia, por citar algunos ejemplos, o se pone en campaña para poner a punto sus propias industrias destinadas a la producción para la defensa.

Su relevancia

Luego de más de tres décadas de abandono, los diez años de la presidencia de Carlos Menem, los del gobierno de los Kirchner, los del gobierno de Mauricio Macri —a los que sumaremos los de la actual gestión a pesar del promocionado Fondo Nacional de la Defensa (FONDEF)— las Fuerzas Armadas carecen de los medios materiales para cumplir con su misión específica: la defensa de la Soberanía Nacional.

Por otro lado, haciendo una digresión no poco importante, cabe agregar que también carece de recursos humanos, es decir, de un número considerable de militares profesionales que puedan llevar a cabo esa misión. Muchos dejaron las fuerzas por los bajos salarios o porque las propias fuerzas no contaban con los medios para los cuales se habían capacitado. Por consiguiente, empresas aéreas nacionales y extranjeras se llevaron los pilotos formados por las tres fuerzas con el dinero que el Estado Nacional había invertido en su formación. Una situación similar ocurrió en la década de 1990 cuando el gobierno del presidente Carlos Menem cerró la Empresa Líneas Marítimas Argentinas (ELMA) y los oficiales formados por la Escuela Nacional de Náutica —fundada nada menos que el 25 de noviembre de 1799 gracias a la visión de Manuel Belgrano— debieron buscar trabajo en las empresas marítimas privadas, pero en esa época no con la misma suerte, pues muchos fueron mal remunerados. Debe destacarse que varios efectivos del Ejército y de la Armada renunciaron para incorporarse a la Policía de la Ciudad de Buenos Aires, oportunidad en la que el jefe de gobierno de la ciudad, Horacio Rodríguez Larreta y el presidente Macri procedieron a, prácticamente, destruir la Policía Federal Argentina. De modo tal que, actualmente, el total de efectivos de las Fuerzas Armadas es inferior al de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, con más de 90.000 miembros.

En 2013 el gobierno nacional, mediante el Decreto 636/2013, creó la Secretaría de Ciencia, Tecnología y Producción para la Defensa, con el objetivo de impulsar “la investigación científica, el avance tecnológico y el crecimiento productivo de la industria para la Defensa nacional como pilares fundamentales para el resguardo de la soberanía argentina y sus recursos estratégicos”. En ese marco se procura desarrollar lo que se denominó el “Polo Industrial-Tecnológico para la Defensa” con la intención de consolidar “las capacidades de las empresas y los institutos en la órbita del Ministerio de Defensa”.

El complejo incluye:

  • la Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM),
  • el Complejo Industrial Naval Argentino (CINAR)
  • la Fábrica Argentina de Aviones “Brigadier San Martín” (FAdeA),
  • Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (CITEDEF),
  • el Instituto Geográfico Nacional (IGN),
  • el Servicio de Hidrografía Naval (SHN) y
  • el Servicio Meteorológico Nacional (SMN).

En el pasado estas áreas tuvieron un papel muy importante en el desarrollo del país, tanto en la producción para la defensa como para el ámbito civil, y su recuperación es trascendental en términos estratégicos y de soberanía.

Como se ha mencionado ut supra, el Conflicto del Atlántico Sur ha puesto en evidencia las limitaciones que nuestro país tiene no sólo para armarse para la defensa sino también para reparar y reacondicionar el material existente. De tal manera que nuestro país debe debatir si continuará en esta coyuntura de indefensión ante una agresión externa y de imposibilidad de cumplir adecuadamente la vigilancia de nuestra Zona Económica Exclusiva (ZEE), objeto de la depredación de nuestra riqueza ictícola por parte de buques extranjeros. Este saqueo de nuestros recursos marinos ―que significa la pérdida de millones de dólares― obedece a la política de desidia implementada por los gobiernos desde 1990, la que ha impedido que nuestra Armada y nuestra Fuerza Aérea cuenten con buques y aviones capaces de ejercer el control de nuestra soberanía. El Ejército Argentino no está exento de esas carencias pues, fundamentalmente se lo provee de vehículos de transporte para cumplir con las tareas subsidiarias de las Fuerzas Armadas, pero no de blindados, cañones, helicópteros, aviones, etc. 

Situación actual y primeros pasos

A pesar de lo grandioso que significa expresar que el objetivo es crear un “Polo Industrial-Tecnológico para la Defensa”, debe considerarse nuevamente que las tres décadas de abandono de las industrias destinadas a la defensa no permitirían hablar de esta cuestión en términos tan optimistas.

Si nos preguntáramos qué industria de estas está en plena capacidad de producir algo de calidad militar en serie, la respuesta ―en líneas generales― sería ninguna. Sería justo reconocer que algunas de estas industrias pueden comenzar, gradualmente, a dar algunas respuestas a las necesidades de la defensa de la Nación. Entre estas podemos destacar a la DGFM y FAdeA y, en menor medida, INVAP y CINAR.

Todas precisan contar con material humano calificado ya que durante estos años se ha perdido personal idóneo y la falta de objetivos y de directrices claras no mantuvo actualizado al que permaneció en actividad. Por tal motivo, una de las principales tareas consiste en capacitar al personal. Lo propio habría que hacer con las instalaciones fijas para que respondan óptimamente a las mencionadas necesidades.

Para este propósito debe recurrirse a la cooperación de otras áreas, como por ejemplo la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), que ha alcanzado un considerable conocimiento en el segmento espacial, y ARSAT, con su soporte de comunicaciones satelitales y por fibra óptica, que dan sostenimiento a buena parte de las posiciones desplegadas. De tal modo que es necesario tener en cuenta estos dos actores.

En este contexto sería relevante poseer una compañía estatal de celulares ya que buena parte del soporte de comunicaciones de nuestras fuerzas terrestres ―insólitamente― se realiza por celular.

A los efectos de establecer un potencial orden de precedencia de capacidades a recuperar en términos militares, es imprescindible ―para todos los casos y de manera urgente― la generación de una masa crítica de especialistas que, necesariamente, deberá formarse en el exterior.

Por otra parte, será imprescindible poner a las Fuerzas Armadas como usuarios finales de la tecnología. Deberá reconocerse que uno de los grandes vicios de los últimos cuarenta años ha sido que los militares se vieron involucrados dentro de los proyectos y no como usuarios. En adelante, a los efectos de tener éxito en el objetivo producir para la defensa nacional, el desarrollo deberá estar en manos de las áreas competentes.

Del mismo modo, Argentina debe recuperar su capacidad misilística perdida con el desmantelamiento del proyecto Cóndor II. En la actualidad, nuestro país no posee defensa aérea de precisión guiada, sino sólo artillería convencional. Como consecuencia de esa decisión tomada durante el gobierno del presidente Menem, hoy la planta de Falda del Carmen está en manos de la CONAE, parte de la misma se destruyó y ya no se cuenta con el personal calificado involucrado en ese proyecto. Esta prioridad debería ser considerada como una cuestión de Estado y bajo la esfera del propio Ministerio de Defensa o de la Presidencia de la Nación.

Hasta el presente mucho se ha hablado de FAdeA pero la planta tiene un potencial que debería ser explotado. Debería ser puesta en valor para la recuperación, mantenimiento y fabricación en serie de aeronaves con poder de fuego. Dada la extensión de nuestro territorio y las necesidades de las campañas antárticas, Argentina debe contar imperiosamente de aviones tipo Hércules o similares, así como de otros más pequeños y helicópteros para transporte de fuerzas de despliegue rápido. La reciente oferta realizada por la Federación de Rusia permitiría una sustancial mejora de la situación mediante la transferencia de tecnología pero lo óptimo sería desarrollar y producir nuestras propias aeronaves.

A los efectos de la defensa, debe recuperarse el complejo otrora conocido como “Domecq García” (hoy CINAR) y recuperar la experiencia adquirida en el armado de corbetas, fragatas y submarinos.

Otro punto a considerar es potenciar las capacidades de CONAE-INVAP en electrónica de punta, con la intención de desarrollar drones, software, radares y otros productos que hoy constituyen un apoyo importante en cualquier actividad operativa, tanto de seguridad como de defensa.

Como un logro a destacar es el progreso obtenido en simuladores desarrollados por profesionales del Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (CITEDEF). Se trata del simulador de tiro transportable (de pistola y fusil) SIMRA II, el simulador de vuelo, VISUALPAMPA y el simulador en red de tanques NEONAHUEL, desarrollado conjuntamente con el Ejército. También puede considerarse un éxito el Sistema Lanzacohetes Múltiple (SLM) CP-30 desarrollado por el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (CITEDEF) y producido íntegramente en el país por Fabricaciones Militares.

Sistema Lanzacohetes Múltiple (SLM) CP-30
Una real necesidad de desarrollar la producción para la defensa nacional

En función del interés nacional, sería importante que la repotenciación de las áreas concernientes a la defensa no sea una mera declamación. Argentina debe nuevamente desplegar su capacidad para, desde el punto de vista militar, lograr el autoabastecimiento de radares, blindados, cañones, buques, drones y aviones, incentivando el desarrollo científico y tecnológico pero no de una “manera artesanal”, como se ha realizado en el pasado, sino en una producción en serie que también permita la exportación de ese material. Del mismo modo, el complejo deberá atender a las necesidades del desarrollo aeroespacial de nuestro país.

Desde un punto de vista de una producción destinada a la industria y al uso civil, el complejo contribuirá en el desarrollo siderúrgico, minero, de la marina mercante y del transporte ferroviario. En lo que respecta a este último, la recuperación de la red ferroviaria nacional y la construcción de nuevos ramales que conecten las ciudades y las zonas productivas del interior del país contribuirán en gran manera al desarrollo de las economías regionales, cuestión de enorme importancia para generar empleo en nuestras provincias. El desarrollo ferroviario debe verse como un elemento estratégico a escala nacional desde tres puntos de vista:

  • transporte de mercaderías: implica fletes más económicos, menos contaminante e implica un menor deterioro de nuestras rutas y autopistas al reducir el transporte a través de camiones,
  • transporte de personas: más económico, más seguro y
  • uso militar: nuestras Fuerzas Armadas precisan contar con un transporte para el despliegue de su material, el cual en la actualidad se encuentra limitado por la reducción de la red ferroviaria y por los intereses de los sectores privados.
Publicidades de la producción ferroviaria de Fiat Concord. Cuando Argentina fabricaba y exportaba material ferroviario.

Respecto del transporte ferroviario de pasajeros es importante señalar que el desarrollo de la red nacional podría favorecer a numerosas localidades del interior a través de la implementación de “ferrobuses” que las vinculen entre sí. Este proyecto puede ser llevado a cabo por el sector privado como por los municipios que inviertan en este tipo de transporte, tanto en forma individual como mediante la unión de dos o más comunas.

En función de considerar la recuperación de la red ferroviaria y la producción de material ferroviario como una cuestión de Estado, sería necesario que los actuales ociosos talleres del sector queden bajo la esfera del Ministerio de Defensa.

Estos proyectos hacen necesaria grandes sumas de dinero pero atento a los beneficios que el desarrollo de las industrias de defensa tendrá para la Argentina es imprescindible asumir que esos fondos serán destinados a una inversión y no a un gasto. La Defensa Nacional debe considerarse de modo preventivo, como quien adquiere un seguro para su vehículo ante cualquier eventualidad.

A modo de conclusión

A propósito de la desafortunada cita de Henry Kissinger, debe recordarse que en abril de 1984 el entonces Presidente Raúl Alfonsín manifestó su preocupación ante el fenómeno de la “libanización”. En esa oportunidad dijo: “Yo pienso que o levantamos las banderas nacionales u otros levantarán en nuestra nación banderas que no son las nuestras, como ha pasado en Líbano”.

La historia reciente del mundo ha dado muestras que esto puede ocurrir ―la ex Yugoslavia es un claro ejemplo, Iraq, Siria y Ucrania son otros― y Argentina debe estar preparada para los desafíos.

Lamentablemente nuestras Fuerzas Armadas están más afectadas por un enemigo interno que por un embargo británico: nuestra dirigencia política. Nuestros políticos están más dedicados a las minucias de la política interna no tienen ninguna noción de las cuestiones estratégicas, al punto que aborrecen de que se hable de “hipótesis de conflicto”. Sin embargo, no quepa duda que hasta nuestros vecinos contemplan hipótesis de conflicto. Resulta extraño que se omita hablar de esto cuando en nuestra historia reciente tuvimos que enfrentar un conflicto bélico, el cual está lejos de poder considerarse cerrado. El Reino Unido sigue fortaleciendo su poderío militar en la región y la creciente tensión internacional en el norte podría convertir al Atlántico Sur en un teatro de operaciones.

Por otro lado, el contencioso con los denominados “fondos buitres” le presentó a la Argentina un “cisne negro” —siguiendo a Nassim Nicholas Taleb— cuando, en octubre de 2012, el buque escuela de la Armada Argentina, la Fragata Libertad, fue retenida en el puerto de Tema, en Ghana, cuando se encontraba realizando un viaje de instrucción.

En función de ello, debe pensarse en términos estratégicos para que la Argentina pueda responder a los conflictos previsibles y pueda estar preparada para aquellos que pueden considerarse contingentes.

La producción para la defensa no debe considerarse un gasto sino una inversión que presenta aspectos positivos, entre los que pueden destacarse los siguientes:

  • favorece el desarrollo científico y tecnológico nacional;
  • incentiva la innovación, tanto en la producción con fines bélicos como en el resto de las industrias;
  • estimula la inversión privada nacional y extranjera, como así también la firma de tratados estratégicos con otras potencias;
  • crea puestos de trabajo calificados;
  • incrementa las exportaciones en un rubro no tradicional para la Argentina, lo que significa divisas para nuestra economía;
  • satisface las necesidades de transporte y de nuestras industrias y
  • beneficia a las PYMES argentinas al incluirlas como proveedoras de este gran proyecto de desarrollo nacional.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

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PODER AÉREO Y PODER NAVAL. LA DEUDA DE LOS GOBIERNOS DEMOCRÁTICOS CON LA SOBERANÍA NACIONAL.

Reinaldo Cesco*

Trucker de la Armada Argentina durante un adiestramiento de vuelo en la Base Aeronaval Comandante Espora (BACE), diciembre de 2020. Imagen: Gaceta Marinera.

Un país de la extensión de Argentina, que tomando la definición del General Juan Enrique Guglialmelli es un país peninsular, es decir es continental, bioceánico y antártico[1], que además es el octavo en el mundo por superficie, y con un extenso litoral marítimo que se prolonga por 4.725 kms, con una plataforma continental de 1.783.278 km², no puede permitirse no tener Fuerzas Armadas y muy particularmente no tener una Fuerza Aérea en condiciones de controlar todo el espacio aéreo nacional, ni una Armada en condiciones de defender el territorio argentino y sus intereses económicos en las aguas territoriales, la cual además debe abastecer a las bases de la Antártida, misión que comparte con la Fuerza Aérea. Del mismo modo, ambas fuerzas deben sostener sus compromisos en operaciones Búsqueda y Rescate (SAR, en inglés) en el Atlántico Sur. Por ley Nº 22.445 el Estado argentino, como miembro de la Organización Marítima Internacional (OMI), aprobó el Convenio Internacional sobre Búsqueda y Salvamento Marítimo —adoptado en Hamburgo (República Federal de Alemania), el 27 de abril de 1979— (Artículo 1º) y designó al Comando en Jefe de la Armada, a través de sus organismos competentes, autoridad de aplicación del instrumento citado (Artículo 2º). Vale recordar aquí la relevante misión que, en noviembre de 1903, llevó a cabo la Corbeta ARA “Uruguay” al rescatar la expedición del científico sueco Otto Nordenskjöld en la Antártida, una página de gloria no sólo para la Armada Argentina sino también para la República Argentina, hecho que también significó nuestra aproximación al continente antártico.

Es oportuno mencionar que a fines de febrero de 2020, ante el pedido de asistencia del buque pesquero de bandera rusa “Atlántida”, ubicado a 400 km al sur de las islas Malvinas, por tener un tripulante enfermo con problemas cardíacos, se destacó al aviso ARA “Islas Malvinas” —que cuenta con médico a bordo—, para su encuentro en momentos en que la meteorología en la zona era desfavorable, con vientos del oeste de más de 70 km por hora y olas superiores a los 5 metros[2].

Aparte de lo anteriormente señalado, es increíble que gran parte de la dirigencia política aún sostenga que no hay hipótesis de conflicto. Parece ser que muchos han olvidado que una parte considerable de la plataforma continental está ocupada por una potencia invasora, con su base de operaciones en las islas Malvinas. ¿O es que hemos ya decidido entregarlas definitivamente al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte? En la práctica no solo las islas están ocupadas de facto por la potencia invasora, sino también nuestro mar, pues ha establecido una zona de exclusión de 200 millas náuticas en derredor de las islas Malvinas en forma unilateral y nuestro país lo ha aceptado sin mayores protestas. O al menos sin protestas de peso. También debe mencionarse el reciente reclamo del gobierno de Chile ante la presentación del nuevo mapa de la República Argentina y su objeción a la extensión de la plataforma continental submarina. En este sentido, es necesario aclarar que “hipótesis de conflicto” no es sinónimo de “conflicto armado”.

Del mismo modo, existen otros conflictos potenciales que están relacionados con la problemática del Atlántico Sur pero incluyen a actores diferentes: estos son China y España, que con sus flotas pesqueras depredan los mares australes sin control alguno, así como los pesqueros de otras banderas.

De esta manera, debe considerarse que se hace muy difícil garantizar la integridad territorial, es decir, velar por la Soberanía Nacional, cuando se está completamente indefenso y sin poder duro.

Como se puede apreciar, las Fuerzas Armadas no son solo un instrumento para mostrar en los desfiles patrios. Ni tampoco son un ente perverso que lleva al país a la ruina. Ya ha pasado mucho tiempo desde el último “gobierno militar”). Sus actuales miembros, salvo alguna excepción, no prestaban servicio en esa época; en la mayoría de los casos eran niños, adolescentes o aún no habían nacido. Es hora de dar vuelta de página y avanzar hacia la reconstrucción de la grandeza nacional, de hacer respetar la Soberanía Nacional y trabajar para que la Argentina ocupe el lugar que le corresponde en la comunidad de naciones. Pero esto, sin Fuerzas Armadas apropiadamente equipadas, instruidas y con la dimensión adecuada no es posible.

En cuanto a la Armada, más allá de la presencia o no de hipótesis de conflicto, es imprescindible equiparla con unidades de superficie modernas y rápidas, de diversos tonelajes, y además hacen falta unidades submarinas, arma estratégica para la guerra pero también para poder detectar en forma sigilosa y eventualmente interceptar los pesqueros que depredan los mares del sur sin control alguno y que huyen cuando los navíos nacionales se acercan, o guiar a estos últimos para lograr la intercepción y captura. Siguiendo esta lógica, se hace imprescindible equipar a la aviación naval con aeronaves de gran autonomía para la exploración y reconocimiento. A la vez, estas aeronaves sirven como plataformas para guiar a las unidades de la flota en su patrullaje. Sin embargo, cabe recordar que el actual gobierno argentino, a principios de 2020, dejó sin efecto una gran oportunidad que consistía en la adquisición de cuatro aviones Lockheed P-3C Orion de patrulla marítima y de patrulla antisubmarina. La venta de esas aeronaves usadas había sido autorizada por el gobierno de los Estados Unidos a fines de 2019. Un mero ejemplo de que la retórica de la Soberanía Nacional no se plasma en hechos. Podrían mencionarse más ejemplos si tomáramos el gobierno anterior del kirchnerismo.

Por otro lado, la recuperación del arma submarina es vital para la defensa de nuestra soberanía. Es un arma de naturaleza ofensiva, pero que además permite la recolección de inteligencia, proporciona reconocimiento avanzado para una flota de superficie, brinda libertad de acción para la misma, sirve además para la infiltración de tropas de operaciones especiales en territorio enemigo, (vale recordar para esto la “Operación Rosario” en la reconquista de las islas Malvinas). Y de ser necesario puede operar en forma aislada.

No debe descuidarse la necesidad que existe de, al menos, dos buques de desembarco. Es lo que permite proyectar una fuerza de ocupación y el efectivo control del terreno en caso de conflicto. Con este propósito, también debe equiparse y aumentar las capacidades de la Infantería de Marina.

De manera tal que para que las Fuerzas Armadas puedan cumplir con su misión específica es necesario suministrarles las capacidades primordiales para la defensa. No se trata de adquirir camiones IVECO militarizados en Brasil, que bien podrían adquirirse a IVECO Argentina o a Mercedes Benz Argentina, lo que a su vez significaría brindar trabajo a operarios argentinos, sino de buques, aviones y material militar, que estén diseñados para el combate. Respecto de la intención de comprar unidades del vehículo 6×6 VBTP-Guaraní —para lo cual el Ministro de Defensa argentino, Agustín Rossi, visitó la planta de IVECO en Sete Lagoas (Minas Gerais)—, cabe destacar que partes de ese vehículo son construidas en la planta de esa empresa en Córdoba: el motor y el chasis[3].

De tal modo que la Argentina necesita, de manera urgente, contar con una Armada óptimamente equipada y entrenada, con los recursos suficientes para no solo controlar, patrullar y proteger nuestros recurso, y además con un poder disuasivo creíble que prevenga que estos actores —y otros que sacan provecho de la actual realidad— coercionen a nuestro país a seguir aceptando esta situación por medio de la fuerza.

Por eso, además de lo antes mencionado, y en función de la extensión del territorio a proteger, y para poder proyectar el poder naval aún más lejos, nuestro país debería considerar seriamente la incorporación de uno, idealmente dos portaviones de mediano tamaño. No inmediatamente, pero si en el mediano a largo plazo, a medida que las finanzas del país lo vayan permitiendo. Inicialmente, y en función de la disponibilidad presupuestaria, se propone incorporar al segundo. Esto permitiría tener a uno patrullando, mientras el otro realiza tareas de mantenimiento y alistamiento. Los recientes ejercicios llevados a cabo por los pilotos de la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina de la Armada, en la Base Aeronaval Comandante Espora, con maniobras que simulaban un aterrizaje en portaaviones con un avión Grumman S-2T Turbo Tracker, pone en evidencia que esa fuerza no ha perdido la esperanza de contar nuevamente con un portaaviones.

Los críticos dirán que son onerosos, y es cierto. Difícilmente puedan incorporarse en el corto plazo, pero tengamos en cuenta los miles de millones de dólares que se pierden anualmente por los recursos pesqueros depredados. Según CEPA (Consejo de Empresas Pesqueras Argentinas) se exporta en promedio US$ 1.600 millones anuales. Mientras tanto en Malvinas de acuerdo con lo que denuncia el sitio Reporte Austral, en su nota del 6 de febrero de 2020, el Reino Unido percibió en el periodo de 1983 a 2015 regalías por US$ 147 mil millones[4]. En promedio significan US$ 4.500 millones por año. Esto solamente tomando en cuenta los recursos pesqueros. Podemos agregar a la ecuación los recursos petroleros perdidos o no percibidos, y entonces veremos que es más oneroso no tener los medios para proteger nuestros recursos naturales. La incorporación de estos a mediano plazo permitiría a la aviación naval aumentar la proyección de su efecto disuasorio. Además de dotarla de aeronaves de exploración se debe reequipar y modernizar a la aviación de ataque y de lucha antisubmarina, tanto sus elementos de ala fija como rotatorias. Ambos son necesarios para tener una adecuada capacidad de lucha antisubmarina.

En cuanto a lo antes expresado sobre la fuerza de submarinos, debería contarse con no menos de quince unidades operativas, al menos en el mediano a largo plazo. Esto es impensable en el corto plazo, por obvias razones, pero debería apuntarse inicialmente a tener al menos seis unidades inicialmente. Pudiendo optarse inicialmente por una versión moderna de los ya conocidos clase TR-1700 o similares. Luego si debería tratarse de llegar a los quince propuestos, siendo idealmente al menos tres de propulsión nuclear. Para estos últimos, podría retomarse el proyecto nacional contemplado en la década de 1970 o, al que alguna vez se consideró para fabricar conjuntamente con Brasil teniendo en cuenta el desarrollo de un reactor argentino. Esto le permitiría a nuestro país sin mayores esfuerzos proyectar su capacidad y presencia en nuestro extenso mar o protegiendo los intereses nacionales a gran distancia, enviando un inconfundible mensaje de que estamos dispuestos a defender el patrimonio nacional.

El razonamiento expuesto anteriormente y los mismos principios pueden aplicarse al conflicto con el Reino Unido. Con esto se logra la economía de medios y se aprovecha el planeamiento por capacidades, de acuerdo con la doctrina vigente.

En cuanto al poder aéreo, debido a la gran extensión territorial y al espacio aéreo a controlar, nuestra Fuerza Aérea debe estar equipada y entrenada para no solo patrullar y proteger al mismo, sino también para detectar e interceptar a cualquier intruso.

Se debe ampliar y redistribuir a la misma para lograr una efectiva cobertura del territorio nacional, incluido el Mar Argentino, las islas del Atlántico Sur y la Antártida.

Debe procederse a la completa radarización del país para controlar el espacio aéreo y proteger el territorio del contrabando y del narcotráfico. Para ello debe equiparse a la fuerza con unidades de interdicción, que estén en condiciones de interceptar a aeronaves de bajas prestaciones.

Asimismo la Fuerza Aérea, y tendiendo a la economía de medios debería estar equipada con cazas multi-rol. Estos tienen la versatilidad suficiente para desempeñar gran parte de las misiones de la fuerza, lo que implica una superioridad aérea, con capacidad de ataque y bombardeo, exploración, etc., contando con un solo vector o plataforma. Quizás la etapa del empleo específico ha sido superada. Debe equipársela en cantidad y calidad suficiente para lograr además la superioridad aérea en caso de ser esto necesario, y que tenga la capacidad de proyectar su poder de fuego más allá del territorio nacional, teniendo en cuenta las hipótesis de conflicto antes descriptas.

La Fuerza Aérea debe tener los medios para el reabastecimiento en vuelo de sus unidades ofensivas —como lo tuvo en oportunidad del Conflicto del Atlántico Sur— y, a la vez, debería ampliar su capacidad logística, gravemente disminuida desde hace casi treinta años.

Entre otros elementos debería modernizarse su capacidad de guerra electrónica y también debería equipársela con, al menos, una docena de bombarderos de alcance medio. Esto pueden realizar misiones de mayor alcance, o que no puedan asignarse a cazas multi-rol, ya sea por la carga ofensiva requerida o por los tiempos de permanencia en el aire o las distancias a recorrer.

Además debería buscarse la complementariedad de medios aéreos con la Aviación Naval. Esto reduce tanto gastos de mantenimiento, como de instrucción y adiestramiento.

Por último, y no siendo la intención de este artículo ahondar en las capacidades del mismo, nos referiremos al Ejército Argentino. No podemos abordar el poder aéreo y naval sin referirnos al poder terrestre, pues éste es el que custodia las instalaciones y el territorio desde donde se proyectan los otros dos.

Este debe estar equipado y adiestrado para defender y ejercer un completo dominio sobre el territorio continental, al menos como misión principal, pero a la vez debe estar equipado para poder proyectar su poder donde la Nación lo requiera y debe estar en condiciones operativas, cuando la situación así lo amerite, de interactuar con la Infantería de Marina, habida cuenta de que nuestro país es un Estado con un extenso litoral marítimo.

También el Ejército debería equipar a su aviación con gran cantidad de helicópteros medianos y livianos y al menos con una docena de helicópteros pesados. Los helicópteros son unas máquinas esenciales para el desarrollo de misiones de despliegue rápido en situaciones de combate pero también para ejecutar operativos de asistencia ante catástrofes naturales. Es imperativo además que el Ejército modernice y expanda su flota de aviones de transporte, tanto ligeros como de mediano porte.

Asimismo es urgente la renovación del parque de vehículos blindados y de transporte, su poder de fuego y capacidades antiaéreas, así como del equipamiento del mismo en general.

Para todo proyecto de modernización y reequipamiento de las Fuerzas Armadas, debería favorecerse las propuestas que logren la efectiva transferencia de tecnología, en especial a lo que armamentos se refiere, logrando una industria bélica moderna y eficiente propia. Ya fue suficiente con la experiencia durante el Conflicto del Atlántico Sur, cuyas limitaciones de equipamiento aún siguen vigentes. Los embargos de armamentos han contribuido al constante deterioro militar argentino, con lo cual no hay que repetir el error. Hay que buscar inicialmente y hasta lograr la independencia tecnológica militar entre los pocos proveedores que estén dispuestos a proveernos y a la vez transferir tecnología.

Actualmente la Federación de Rusia ha realizado una interesante oferta de material con transferencia de tecnología que el gobierno nacional debería considerar seriamente como una gran oportunidad para reconstruir nuestra industria de la Defensa y para abastecer militarmente a otros países de la región.

BTR-80, Transporte blindado de personal. Foto: Rosoboronexport
Rusia ofreció helicópteros Mi-171Sh para el Ejército Argentino.
MiG-29, imagen del avión de guerra con los colores albicelestes. Foto: Russia Beyond.

En conclusión, nuestro país no logrará ser libre y poder decidir su propio destino en tanto y en cuanto no sea capaz de controlar eficientemente su territorio y su espacio marítimo en forma absoluta. Por otro lado, debe alcanzar su independencia no solo en el plano económico, también en el cultural y tecnológico. Para esto debe contar con Fuerzas Armadas que efectivamente proyecten un efecto disuasorio y que estén en capacidad de intervenir satisfactoriamente para salvaguardar los intereses del país cuando la situación así lo amerite.

 

* Desde el año 2006 hasta el 2014 se desempeñó como Oficial Subalterno del Ejército Argentino, ocupando funciones varias, entre ellas las de Instructor de Vuelo y profesor de varias materias en el ámbito de la Escuela de Aviación del Ejército.

Licenciado en Relaciones Internacionales (2017), graduado en la Universidad de la Defensa Nacional (UNDEF) y egresado del Curso superior de Defensa Nacional (2007), también  dictado por la UNDEF.

Actualmente se desempeña como piloto de una aerolínea comercial en Estados Unidos.

 

 Referencias

[1] Juan Enrique Guglialmelli. Geopolítica del cono sur. Buenos Aires: El Cid Editor, p. 78.

[2]“Caso SAR buquepesquero ‘Atlántida’”.Gaceta Marinera, 28/02/2020, < https://gacetamarinera.com.ar/caso-sar-buque-pesquero-atlantida/>.

[3]Diego Marconetti. “El Ejércitoanalizacomprar un blindado con componentescordobeses”. La Voz (Córdoba), 27/10/2020, <https://www.lavoz.com.ar/politica/ejercito-analiza-comprar-un-blindado-con-componentes-cordobeses>.

[4] “Por la pesca en Malvinas, Gran Bretaña percibió 147 mil millones de dólares en concepto de regalia”. Reporte Austral, 06/02/2020, <https://www.reporteaustral.com.ar/noticias/2020/02/06/79719-por-la-pesca-en-malvinas-gran-bretana-percibio-147-mil-millones-de-dolares-en-concepto-de-regalias>.

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TÁCTICA, ESTRATEGIA, EQUIPAMIENTO y DEFENSA

Marcos Kowalski*

Debemos recordar siempre que corresponde al Estado Nacional la planificación política al nivel de Estrategia Nacional Total, de la cual se deben desprender las planificaciones operativas de las estrategias particulares. Dentro de estas últimas encontramos la Estrategia de Defensa Nacional que incluye la Estrategia Militar que planificará el desarrollo de las fuerzas militares.

Decidir el dimensionamiento y capacidades de las fuerzas militares argentinas corresponde al gobierno de la Nación Argentina. Pero hay que tener en cuenta que ninguna fuerza militar se forma o consolida en un corto periodo de tiempo, sino que se necesitan décadas en desarrollar los procedimientos estratégicos adecuados para su empleo. Este es un tema relevante tanto para estudiosos de la defensa como para políticos.

El Poder Ejecutivo y el Congreso Nacional son los que por imposición legal deberían establecer las condiciones económicas, jurídicas y políticas que fomenten inversiones a largo plazo que sirvan para el desarrollo de las capacidades industriales del país. Ese fomento a las industrias debería considerarse dentro de la Estrategia Total de la Nación. En Argentina esto se podría lograr, de no ser por la indiferencia, ignorancia o inoperancia, puesta de manifiesto por la casi totalidad del espectro político que viene gobernando desde los últimos por lo menos treinta años.

La ausencia de soluciones para los problemas reales de la población, mientras se promocionan utopías varias, desde un punto de vista ideologizado, como si fueran el verdadero interés del país, y, dejando de lado promover, legislar y ejecutar políticas para el desarrollo del bienestar general, promoviendo, consolidando y ejecutando requerimientos entre instituciones nacionales y provinciales con el fin de gestionar una política de Estrategia Nacional y dentro de ella un plan de Defensa Nacional adecuado y moderno.

Cuando las crisis económicas son recurrentes, son un despropósito casi apropósito del descontrol político de un país como Argentina y es lógico que, sin una estrategia que impulse la producción y como consecuencia de la baja productividad general, no se tenga un Producto Bruto Interno (PBI) en crecimiento como el que con el potencial de nuestro país se podría obtener, esa es la excusa de los políticos para no proveer unas Fuerzas Armadas (FFAA) integradas por personal adiestrado, además de una cantidad suficiente de los Sistemas de Armas (SdA) más modernos disponibles en la actualidad.

Sin embargo, aun con un PBI sin crecimiento o con crecimiento negativo en la Argentina, sería lógico que su Política de Defensa privilegie lo cualitativo por sobre lo cuantitativo. Es por esto y el desinterés permanente de una casta política más preocupada por quedar bien con el nuevo orden mundial que por el desarrollo de la Patria, en todo lo referente a Defensa Nacional, y sobre todo a la Industria para la Defensa, hoy son más como un símbolo de aspiraciones que de un verdadero componente industrial con poderío dentro de las políticas científicas y tecnológicas del país.

Asistimos a la falta de planificación de una Estrategia Total, para la Nación, donde se proyecte a largo plazo y en forma coordinada todas las ramas del Estado Nacional y los Estados provinciales con los entes públicos y privados. Estamos viendo como el desinterés político, las crisis económicas y la presión de potencias extranjeras que no aprobaban el desarrollo local de capacidades duales (civiles y militares) acabaron en una retracción progresiva del entramado científico-tecnológico y productivo, tanto público como privado, de la Argentina.

Toda la estructura militar industrial no ha encarado un proyecto ambicioso en tiempo y recursos desde hace al menos 30 años. Como excepcionales debemos mencionar el caso del entrenador Pampa (un desarrollo de la década del 80 y que en cuarenta años solo produjo unos treinta aviones a la fecha) fabricado por FADEA o los radares 3D de INVAP en el marco del SINVICA. Es que el sistema político no supo o no quiso construir un régimen con reglas claras y estables a 20 o 30 años para afrontar los riesgos de invertir en bienes de capital costosos y recursos humanos calificados.

Es verdad que relevar, diseñar, prototipificar y fabricar no son tareas fáciles y mucho menos en contextos dificultosos, con extremas limitaciones de recursos, de personal o de interés. Pero es el bloqueo sistemático a las aspiraciones de desarrollo de la Argentina, por inoperancia, ignorancia o ideología de los políticos, devenidos en gobernantes, desde hace décadas que han terminado por configurar una política de declamación de leyes como el FONDEF, que son totalmente insuficientes, el anuncio de proyectos que suelen quedar en papel cuanto menos o en algún prototipo cuanto más.

Radar Primario Argentino (RPA) y Radar Secundario Monopulso Argentino (RSMA), foto PLP.

La columna vertebral del sistema de Defensa de una Nación lo conforman sus Fuerzas Armadas (FFAA). Considerar que se puede prescindir de ciertos componentes de las FFAA basado en un enfoque ideológico o economicista sería negar las lecciones de la historia y de la evolución tecnológica, que llevaron al desarrollo de las diversas especialidades técnico-militares y los sistemas de armas que hoy existen.

Las Fuerzas Armadas de nuestro país deberían integrar y complementar las capacidades específicas de las Unidades que tiene su Armada, su Ejército y su Fuerza Aérea, de manera tal que, en su conjunto, deben propender a un adecuado balance en cuanto a la configuración de sus materiales y a la cantidad y calidad del personal, medios y recursos con proyectos plurianuales.

En el mundo, los Ejércitos se estructuran en general en diferentes Unidades, las llamadas Unidades Tácticas (UT), normalmente Regimientos (Caballería) o Batallones (Infantería) que tienen un Cuadro de Organización (CO); tres a cuatro UT forman una Brigada o Gran Unidad de Combate (GUC) y tres a cuatro Brigadas constituyen una División de Ejército o Gran Unidad de Batalla (GUB).

En este tipo de esquemas, la Brigada es la mínima organización autónoma de combate que responde al concepto de “Sistema de Armas”. Está compuesta de UT como batallones de Infantería o regimientos de Caballería, que son los denominados Elementos de Combate cercano, además está compuesta por Unidades de Comunicaciones, Artillería, Ingenieros, Aviación de Ejército, que son apoyo de combate (AC) etc. y por los (logística) Servicios Para Apoyo de Combate (SPAC).

Las brigadas no tienen cuadro de organización y recibirán el nombre en función del número de UT de Elementos de combate cercano que la integran; por ejemplo, una “Brigada de Infantería” está integrada mayormente por dos o tres UT de infantería, (batallones) pero puede incluir algún regimiento de Caballería, además de Apoyos de Combate (AC) y Servicios Para Apoyo de Combate (SPAC).

Tomando como ejemplo al Ejército Argentino, un Regimiento o Batallón tiene tres Compañías o escuadrones, de 120 a 150 soldados cada una, por lo que una Unidad Táctica agrupa 400 efectivos; una Brigada tiene 1.500 a 2.000 uniformados y una División 4.500 a 7.000 soldados, aproximadamente. Sin embargo, el arte de la guerra no es una ciencia exacta y los aspectos cuantitativos no son, por sí solos, los únicos que determinan el resultado de un conflicto bélico.

Mientras la Argentina siga disponiendo de un presupuesto tan insignificante para sus FFAA como el de las últimas décadas, sería conveniente que la Política de Defensa priorizara el reequipamiento y adiestramiento de las Unidades Tácticas (UT) especiales, capaces de lograr Efectos Militares Estratégicos. Es decir que se debería privilegiar los aspectos cualitativos sobre los cuantitativos en la conformación de nuestras FFAA.

Entre las Unidades Tácticas que nuestro país debería priorizar por sus características cualitativas intrínsecas, se encuentran, los Regimientos de Infantería Aerotransportada y de Asalto Aéreo, las Compañías de Comandos, Fuerzas Especiales, Buzos Tácticos e Ingenieros de Guerra QBN (Química, Biológica y Nuclear) del Ejercito; los navíos, tanto auxiliares como los buques de combate con capacidad misilisticas, anti-submarina y antiaérea de la Armada, los Escuadrones de Helicópteros, de Aviones de Transporte y Cazabombarderos; las Unidades de Drones, de Defensa Antiaérea y Ciberdefensa, los Submarinos; entre otras.

En las últimas décadas los sucesivos gobiernos asignaron entre el 0,7 y 0,9% del PBI o incluso menos a la Defensa. El FONDEF (Fondo Nacional de la Defensa), hoy ya aprobado por el Congreso Nacional, asigna el cero coma treinta y cinco por ciento (0,35%) del total de los Ingresos Corrientes previstos en el Presupuesto Anual Consolidado para el Sector Público Nacional para el año 2020, el cero coma cinco por ciento (0,5%) para el año 2021, cero, sesenta y cinco por ciento (0,65%) para el año 2022, hasta alcanzar el cero como ocho por ciento (0,8%) para el año 2023.

Totalmente insuficiente, refleja claramente la falta de prioridad que tienen los políticos sobre la realidad de la Defensa nacional, toda vez que a programas del progresismo ideologizado y que no tiene fines nacionales, están destinando fondos muy superiores al presupuesto de defensa. Lo peor es que no hubo, ni hay, un lineamiento político nacional ni estratégico militar conjunto que priorizara siquiera el alistamiento de las Unidades Tácticas citadas anteriormente.

Está de más decir entonces que actualmente nuestro país carece de capacidades militares creíbles, ya que ni siquiera se privilegió el mantenimiento y fortalecimiento de las organizaciones cualitativas, pequeñas en cantidad de efectivos, pero con el potencial necesario para producir un “Efecto Militar Estratégico” (EME) por sí mismas.

Debemos tener presente, además, que los Regimientos de Infantería y Caballería tienen su razón de ser y los Ejércitos modernos necesitan disponer de un adecuado balance de las diversas Armas, Tropas Técnicas, Apoyos de Combate y Servicios Para el Apoyo de Combate, cosa que no se tuvo, ni tiene, en cuenta, cuando los políticos, salvo honrosas excepciones, planifica en materia de Defensa, y es así desde hace décadas.

En lo referente a las teorías que se pretenden aplicar en las FFAA argentinas de hoy, el RFD-99-01 “Terminología Castrense de uso en el Ejército Argentino” nos dice que la Estrategia “en un sentido general es el arte de la lucha de voluntades para resolver el conflicto” esta definición está tomada de un teórico de la estrategia francés de la postguerra; Andre Beaufre.

Se diferencia de las clásicas definiciones de estrategia, ya que en esta lo militar está subordinado a lo político. Entre las clásicas definiciones de estrategia encontramos algunas como la del Archiduque Carlos quien escribió: “Estrategia es la ciencia de la guerra, ella esboza los planes, abarca y determina la marcha de las operaciones militares. Es, en propiedad, la ciencia de los Comandantes en Jefe”.

El Mariscal Von Moltke, Von Clausewitz, Fuller, Liddel Hart, etc., como vemos, todos los teóricos mencionados, se refieren a la estrategia como privilegio del componente militar, ya que se destaca la batalla como un aspecto central de la estrategia, como su fin último. Mientras que en la definición de Baufre, hace un planteo referido a dos pasos de la estrategia, la estrategia de presión indirecta y la estrategia de presión directa.

Describe Baufre la estrategia de presión indirecta, como una acción de injerencia política una lucha total prolongada con débil intensidad militar y acciones sucesivas. En el concepto de la estrategia de presión directa encontraremos los modelos de amenaza directa, acciones sucesivas y victoria militar.

Con esta concepción de la estrategia pasa a un primer plano la acción política y a un segundo plano y subordinada a la política la acción militar. En realidad, es lo que vemos que ocurre en los teatros de operaciones en conflictos actuales, donde se aplica la denominada guerra hibrida o, incluso, la doctrina Gerasimov. Estas teorizaciones y el análisis de los conflictos donde se aplican son los que hay que tener en cuenta para la planificación de una Defensa Nacional eficaz y moderna, la organización delas FFAA y los proyectos de industria de la defensa.

Dentro del Plan estratégico nacional deberían estar coordinadas Las Fuerzas de Seguridad (FFSS) federales y las Policías provinciales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires son, junto a las Fuerzas Armadas (FFAA), Aerolíneas Argentinas, la Secretaría General de la Presidencia, FAdeA, ARSAT, INVAP, VENG y CONAE, los principales usuarios y proveedores estales de productos y servicios aeronáuticos y espaciales, con una política común en materia de requerimientos de materiales a los efectos de economizar la logística y optimizar los recursos del Estado.

Todos estos organismos están vinculados al área Defensa y a la industria para la misma y deberían tener una instancia de coordinación y planificación para consolidar los requerimientos de las FFAA conforme a los desafíos de la guerra actual y futura. La política de Defensa debería definir qué productos conviene producir en Argentina y cuáles adquirir en el extranjero, siempre fomentando la mayor participación nacional y la transferencia tecnológica.

Es indudable que existe una gran frustración entre los argentinos preocupados por la Patria y su Defensa que tiene como centro de atención el desinterés de las distintas administraciones o incluso la propensión al negociado, como en el caso del intento de realizar transacciones inmobiliarias con propiedades de las FFAA o compras desafortunadas, como el caso de los Súper Entendard Modernice, aviones vetustos que es costoso poner en vuelo o las lanchas patrulleras, sin capacidad misilisticas y que llegan desartilladas.

El excesivo vaivén dentro de las políticas de defensa, que entre marchas y contramarchas con una parálisis del pensamiento de largo plazo. Las siempre tétricas coyunturas políticas, posicionaron de manera exclusiva lo urgente por sobre lo importante y lo importante es defender la Nación, proteger sus fronteras, territorio y áreas marítimas, su espacio aéreo y sus intereses, su soberanía, independencia política y en definitiva su grandeza como Patria.

 

* Jurista USAL con especialización en derecho internacional público y derecho penal. Politólogo y asesor. Docente universitario. Aviador, piloto de aviones y helicópteros. Estudioso de la estrategia global y conflictos.

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