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SIRIA Y EL «ATLANTISMO»

Roberto Mansilla Blanco*

La caída del régimen de Bashar al Asad en Siria tras la toma de Damasco por parte de los rebeldes recuerda levemente dos precedentes con desenlaces distintos: el final del régimen libio de Muammar al Gadafi en medio de las hoy inexistentes Primaveras árabes de 2011; y el regreso al poder en Afganistán por parte de los talibanes en 2021.

Desde entonces, la Libia post-Gadafi está sumida en una caótica confrontación entre «señores de la guerra» y crisis humanitaria a las puertas de las costas mediterráneas europeas. Por su parte, Afganistán con el retorno Talibán vuelve al redil del islamismo salafista más radical pero bajo un prisma geopolítico diferente tras la retirada estadounidense y con Rusia y China como actores de mayor influencia regional y global. Ambos contextos, el libio y el afgano, pueden resultar clarividentes a la hora de intentar descifrar qué es lo que le espera a la Siria post-Asad.

No se debe pasar por alto un elemento histórico: la caída del régimen de al Asad pone punto final al predominio de los regímenes nacionalistas, socialistas y panarabistas que, bajo el influjo del nasserismo y del partido Ba’ath, ejercieron una importante repercusión política desde la década de 1950 en países como Egipto, Siria, Irak y Sudán. Visto en perspectiva histórica, lo recientemente ocurrido en Siria marca una nueva etapa.

Obviamente la actual crisis siria implica observar importantes pulsos geopolíticos que deben también analizarse bajo el prisma de las crisis libia y afgana. Más allá de las revueltas populares propiciadas por la denominada Primavera árabe, la caída de Gadafi bajo presión de la ONU y la OTAN significó una pírrica victoria para el «atlantismo» y un revés para Rusia y China, que tenían en Gadafi a un aliado regional. Un revés geopolítico mucho más significativo para Beijing, que tenía en Libia un importante entramado de inversiones petroleras y de infraestructuras.

Por otro lado, el retorno al poder de los talibanes en Afganistán supuso un duro golpe para el prestigio de EEUU y una victoria geopolítica para Rusia y China, que veían con ello alejar la presencia de Washington en sus esferas de influencia en Asia Central. Puede intuirse que, en este caso y tras la caída de Gadafi, Moscú y Beijing le devolvieron el golpe al Occidente «atlantista».

Estos sórdidos pulsos geopolíticos explicarían la crisis actual en Siria. La caída del régimen del clan al Asad (en el poder desde 1970) supone notoriamente una victoria para el primer ministro Benjamín Netanyahu y, tangencialmente, para los intereses «atlantistas» que están a la espera de reconfigurarse ante la toma de posesión presidencial de Donald Trump el próximo 20 de enero de 2025. El duro golpe asestado en Siria al denominado eje chiíta (también propagandísticamente conocido como «Eje de la Resistencia») en Oriente Próximo, manejado desde Teherán con apoyo ruso y chino, abre el compás a una súbita e inesperada recomposición de piezas y de equilibrios geopolíticos en la región.

La reciente tregua de Netanyahu con el movimiento islamista libanés Hizbulá resultó clarividente porque precedió a la espectacular ofensiva de los rebeldes sirios liderados por un hasta ahora desconocido Hayat Tahrir al Sham (HTS), un grupo islamista yihadista cuyo nombre literal es Organización para la Liberación del Levante, antiguo Frente al Nursa y con vínculos con Al Qaeda.

Con presunto apoyo turco, país miembro de la OTAN, aliado del eje sino-ruso con incómodas relaciones con el régimen de al Asad y que tiene intereses estratégicos en Siria a la hora de evitar la posibilidad de un reforzamiento en sus fronteras del irredentismo kurdo, la «nueva Siria» que auguran los rebeldes se asemeja al rompecabezas de fuerzas militares, paramilitares y políticas que han dominado en el Afganistán de los últimos treinta años y en la Libia post-Gadafi. Un delicado equilibrio que no necesariamente augura un marco de estabilidad regional.

El inesperado final de la dinastía al Asad debe medirse igualmente como un notorio revés geopolítico para Rusia, Irán e incluso China, país con importantes inversiones en infraestructuras en ese país árabe. El factor geoeconómico también está presente en la caída de al Asad. Siria aspiraba ingresar en los BRICS, cuya cumbre en Kazán (Rusia) en octubre pasado impulsó toda serie de mecanismos orientados a «desdolarizar» la economía global y procrear alternativas al esquema económico occidental predominante desde el final de la II Guerra Mundial.

Moscú cuenta con una base militar en Tartus, en las costas mediterráneas sirias, una importante posición geoestratégica que obstaculiza los intereses «atlantistas» manejados desde Washington. Una Rusia absolutamente concentrada en la guerra en Ucrania y un Irán ocupado en la guerra cada vez menos híbrida y más directa con Israel son factores que igualmente pueden explicar la súbita caída del régimen sirio, en especial a la hora de tomar en cuenta la aparente incapacidad de Moscú y Teherán para asistir a su aliado y mantenerlo en el poder. Tras aterrizar en la capital rusa, el Kremlin concedió el asilo humanitario a Bashar al Assad y su familia.

Por otro lado, Teherán nutría de apoyo logístico y militar a al Asad, siendo éste su principal aliado en la región. Su caída, así como la neutralización por parte israelí del Hizbulá y del movimiento islamista palestino Hamás, deja a Irán en una difícil posición geopolítica a nivel regional, mucho más a la defensiva y sin aliados estratégicos con capacidad para asestar una respuesta asertiva.

El propio Trump arrojó más suspicacias sobre lo que sucede en Siria asegurando que la caída de al Asad se debió porque a Rusia «dejó de interesarle» el suministro de apoyo militar y político a su aliado árabe. Esta declaración, unida al asilo otorgado por Moscú a la familia al Asad, es una clave para nada descartable a la hora de confirmar que, a pesar de las confrontaciones geopolíticas, detrás del final del régimen sirio podría estar operándose un tácito quid pro quo entre Rusia y el Occidente «atlantista».

Con todo, este escenario no descarta la plasmación de pulsos geopolíticos en otras latitudes orientados a disminuir la capacidad de influencia entre uno y otro contendiente. Un caso significativo es la crisis georgiana tras las elecciones legislativas de octubre pasado.

Mientras que el gobierno del partido Sueño Georgiano ha congelado el proceso de negociación para una eventual admisión en la Unión Europea (un evidente triunfo geopolítico para Rusia), en las calles de Tbilisi, la capital georgiana, se presentaba una serie de protestas que parecían recrear un nuevo «Maidán» similar al acontecido en Kiev durante el invierno de 2013-2014 y que implicó la caída del presidente ucraniano Viktor Yanúkovich, pieza estratégica del Kremlin.

 

Desde Europa hasta Asia Oriental

El prudencial optimismo que se ha observado en Occidente tras la caída de al Asad, aparentemente sin percatarse demasiado ante el hecho de que los rebeldes sirios están dominados por un oscuro movimiento yihadista con redes de conexión con Al Qaeda y el Estado Islámico, implica observar cómo la crisis siria define un margen de actuación del «atlantismo» que viene acelerándose en las últimas semanas como política preventiva ante la asunción al poder de Trump, cuyas declaraciones definen la posibilidad de contraer los compromisos de Washington con los intereses «atlantistas».

Estos marcos de actuación se han observado en las últimas semanas desde Europa hasta Asia Oriental. Comencemos por el rocambolesco escenario electoral en Rumanía tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales de noviembre pasado.

El 2 de diciembre la Comisión Electoral validó la victoria de Calin Georgescu, considerado un candidato prorruso. Tres días después, las autoridades electorales en Bucarest desconocieron esos resultados toda vez que en Francia se escenificaba la caída del gobierno del primer ministro Michel Barnier tras una moción de censura impulsada por la ultraderechista Marine Le Pen (conocida por sus lazos con el Kremlin) y la izquierda francesa.

La caída de Barnier muestra a una Europa que observa atónita como el histórico eje franco-alemán, que marcó los cimientos de la UE, se sume en sendas crisis políticas que afectan los intereses «atlantistas» y que cambian los delicados equilibrios de poder de Bruselas con Rusia.

El adelanto de elecciones generales en Alemania para febrero de 2025 es sintomático porque podría confirmar el progresivo ascenso de la ultraderecha de Alternativa por Alemania (AfD), señalada como aliada del Kremlin. Así, desde París hasta Berlín el clásico bipartidismo entre socialdemócratas y conservadores se ve alterado ante el ascenso de opciones más populistas y críticos con el establishment europeísta que la actual presidente de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, intenta mantener en pie a toda costa con el apoyo de las fuerzas «atlantistas» vía Washington y la OTAN.

Por otro lado, el cada vez más opaco presidente ucraniano Volodymir Zelenski ha dejado entrever su presunta aceptación de una tregua con Moscú incluso aparentemente aceptando las ganancias territoriales rusas desde que comenzó el conflicto en 2022.

En medio de las tensiones entre Moscú y la OTAN, las expectativas de Zelenski evidenciarían la incapacidad ucraniana y «atlantista» para mantener el esfuerzo militar contra una Rusia demasiado concentrada en varios frentes dentro de sus esferas de influencia geopolítica en su espacio contiguo euroasiático. En caso de eventualmente darse esta tregua ruso-ucraniana anunciada por Zelenski, la OTAN estaría persuadida a observar con atención en qué medida sus intereses en Ucrania no se verán afectados manteniendo firme su apoyo militar a Kiev.

Pero dejemos Europa y concentremos la atención en Asia Oriental. El 3 de diciembre se observó una surrealista escenificación de un intento de golpe de Estado en Corea del Sur, cuando el presidente Yoon Suk-yeol intentó impulsar la Ley Marcial para, horas después, postergarla por el rechazo parlamentario. Esto dio paso a inesperadas protestas en la capital, Seúl, la destitución del ministro de Defensa y la salvación in extremis del propio presidente surcoreano de ser objeto de una moción de censura similar a la de Barnier en París.

El mandatario surcoreano atribuyó su fracasada decisión de imponer la Ley Marcial a una presunta interferencia de Corea del Norte vía parlamentarios opositores. Unos días antes, el ministro de Defensa ruso, Andrei Belousov, estuvo en Pyongyang para reforzar la alianza estratégica militar entre Rusia y Corea del Norte.

En medio de estos acontecimientos, la UE y MERCOSUR rescataban un histórico acuerdo de libre comercio congelado durante 25 años con la intención de eventualmente construir la mayor área de integración a nivel global. A falta de ser ratificado y con no menos críticas sobre su operatividad, el objetivo en Bruselas con este acuerdo buscaría atar compromisos geoestratégicos ante el regreso de un Trump que ya ejerce de presidente anunciando fuertes aranceles proteccionistas, y al mismo tiempo neutralizar el peso geoeconómico y geopolítico de China en América Latina.

Vistos todos estos pulsos geopolíticos, la caída del régimen de Bashar al Asad en Siria no deja de explicar cómo los grandes actores de la política internacional intentan recomponer piezas a su favor ante las incertidumbres que se ciernen con Trump en la Casa Blanca.

Mientras ese Occidente «atlantista» clama por una transición pacífica en Siria surgen ahora tres interrogantes de calado geopolítico. La primera, ¿cuáles serán a partir de ahora las expectativas e intenciones de unos rebeldes sirios dominados por un desconocido grupo yihadista con conexiones exteriores que deberán ahora presumiblemente asumir un nuevo gobierno en un Oriente Próximo cada vez más convulsionado? En segundo lugar, la Siria post-al Asad, ¿se convertirá en la «nueva Libia» o en el «nuevo Afganistán» de Oriente Próximo?

Y finalmente, una tercera interrogante: en este pulso geopolítico entre las grandes potencias, tras la caída de al Asad, ¿se puede especular con una situación similar en la Venezuela de Nicolás Maduro, aliado precisamente de Rusia, China, Irán, Hizbulá y el hoy derribado régimen de Bashar al Asad y que parece estar en la diana de Trump, a tenor de las declaraciones realizadas por el próximo Secretario de Estado, el cubano-estadounidense Marco Rubio? Como en el caso de al Asad en Siria, ¿se verán obligados Moscú y Teherán a eventualmente dejar caer a un aliado como Maduro?

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina. Analista Senior de la SAEEG.

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ENERGÍA: EL NUEVO PARADIGMA

Iris Speroni*

Veremos si nuestros líderes políticos saben leer el escenario que se viene, tanto en energía como en alimentos.

Vienen tiempos nuevos. Trataremos de desentrañarlos.

“The Great Deception: The True Story of Britain and the European Union” de Christopher Booker y Richard North es un libro fantástico. En Amazon [1].

Restaurar, por su parte, ha publicado numerosos artículos sobre los problemas energéticos europeos, gracias a la Dra. Laura Canale y a la Sra. @BGSNAFU. Listado al pie.

Esto se complementa con la comprensión del Heartland europeo como tensión geopolítica en el continente. Artículo de @SebaZ3. Al pie.

La construcción de Europa Moderna

La tesis de los autores Booker y North es que hoy la Unión Europea (antes Comunidad Económica Europea) es una construcción del Departamento de Estado de los EEUU. Hecha con paciencia, como quien borda un paño. Documentan en detalle reuniones, actas, convenios, etc. preparatorios y sus posteriores ampliaciones.

Básicamente sostienen que la Unión Europea es el fruto de un golpe de estado, armado en cámara lenta, contra los pueblos de las naciones que la integran.

Uno de los puntos analizados en el libro es la doctrina de la “Soberanía Alimentaria” iniciada en los cincuenta. Aúna el interés político/electoral de Francia con el de la maquinaria industrial alemana proveedora de insumos a los chacareros europeos.

El interés norteamericano consiste en armar un megaestado tapón que impida que Rusia crezca hacia el oeste.

Tras la Segunda Guerra Mundial los políticos norteamericanos y europeos occidentales coincidieron en garantizar una mínima calidad de vida a los europeos, de ahí la construcción de un Estado de Bienestar e industrializar como forma de generar pleno empleo. A esto se suma el engendro alimenticio con el triple propósito de crear (artificialmente) fuentes laborales, mantener el complejo químico y mecánico alemán, y alejar o narcotizar la angustia que el hambre le producía a la población europea luego de dos guerras consecutivas. 

Esta iniciativa generó un enorme desbarajuste en las naciones que antes exportaban alimentos a Europa (EEUU, Canadá, Australia, Nueva Zelandia, Argentina y Uruguay). Cada una tomó una estrategia diferente. En los EEUU creó un cambio notorio en el balance de poder entre las diferentes burguesías locales. Le permitió a la élite Brahmin mayor preponderancia. Tema para otro día.

El caos en el mercado de alimentos mundial se agravó cuando la CEE comenzó a generar surpluses. Actualmente Alemania y España son los principales exportadores de carne de cerdo del mundo con US$ 4.000 MM anuales cada uno. Importan forraje y venden carne de cerdo. Argentina mira. DELICATESSEN.

Energía

Europa ha creado una sociedad altamente urbanizada, desarrollada e intensiva en el consumo de energía. Es un continente sin energía y la poca que tenía la fue desactivando.

Europa posee minas de carbón. En el norte de Inglaterra, Gales y Escocia; todas ellas cerradas por el gobierno de Margaret Thatcher para favorecer las —entonces — recientes inversiones en exploración y explotación de hidrocarburos en el Mar del Norte.

Existen importantes yacimientos de carbón en la zona de Renania, la frontera entre Francia y Alemania, amén de otros adicionales en lo que hoy es UE y antes estaba detrás de la cortina de hierro como Polonia, República Checa, Rumania.

La UE a principios del siglo XXI, con la excusa del fraude del Calentamiento Global, inició un plan de cierre de las plantas de electricidad a base de energía nuclear y de carbón, parcialmente completado.

El carbón, la leña y el petróleo del Mar del Norte son las únicas fuentes de energía que Europa posee sin tener que importar. Depende del resto del mundo para el gas, el uranio y el petróleo. Eso explica gran parte de las relaciones internacionales europeas desde la Segunda Guerra Mundial a hoy.

Francia durante años invirtió en centrales nucleares. El uranio lo obtenía de Chad, en África, por lo que sometió a ese país a tiranías que responden al Elíseo.

Los hidrocarburos en Europa abastecen las necesidades de transporte, electricidad y calefacción. Pero existe otro uso imprescindible: fabricación de fertilizantes, la piedra basal de todo el despropósito agrícola intensivo europeo. Sin eso, se les cae el mundo como lo conocen.

Los oleoductos y gasoductos

En 1998 Elf y Total (Francia) negociaban con Saddam Hussein (Irak) la construcción de un gasoducto/oleoducto [2]. Poco tiempo después los EEUU invaden Irak junto a GB y España.

Europa (léase Francia y Alemania) iniciaron tratativas para construir un gasoducto desde Siria, que pasaba por Turquía y llegaba al corazón Europeo. Los EEUU inventan el Estado Islámico y despedazan Siria.

Libia era el gran proveedor de gas y petróleo a Italia. El Departamento de Estado, en ese momento a las órdenes de Hillary Clinton, generó una gigantesca conmoción política, a la que denominó Primavera Árabe, la cual finalizó con la fragmentación del país en tribus.

Luego de la debacle soviética y tras la invasión a Irak, Alemania vuelca su interés a Rusia. Construyen una serie de gasoductos, algunos que pasan por Polonia más el Nord Stream 1 por el lecho del Mar Báltico. Construye el Nord Stream 2.

Vuelven los neocons a la Casa Blanca

Cada vez que Europa pretende asegurarse combustible por fuera de las petroleras norteamericanas, British Petroleum (GB) o Shell (Holanda), ya sea con acuerdos de largo plazo con Rusia, o Turquía, o Siria, o Irak, o los países del África Mediterránea (Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto), el país vendedor es desestabilizado con un golpe de estado fogoneado por el Departamento de Estado. El nuevo mandatario, rápidamente, desconoce cualquier acuerdo anterior y pasa a firmar con alguna petrolera “aceptable”.

En lo que va del siglo XXI Bush invadió Irak, Obama desestabilizó Egipto, el resto de los países norafricanos (“Primavera Árabe”), lo intentó infructuosamente con Turquía y destruyó Siria al punto de no dejar piedra sobre piedra.

Todo esto acompañado de la propaganda usual. “Los desestabilizados son malos, tiránicos, no respetan los DDHH, etc” (ver Yarvin).

Los cuatro años del gobierno de Trump se caracterizaron por una paz precaria y el retiro parcial de las tropas norteamericanas de algunas de estas áreas.

Biden

La primera semana de gobierno de Joe Biden en los EEUU estuvo conformada por una diarrea de decretos presidenciales. El primero fue desactivar la construcción del gasoducto desde Canadá a EEUU. También pretendió cerrar centrales eléctricas a carbón en EEUU (esta semana la CS de ese país revirtió esta medida).

En política internacional, uno de sus primeros actos fue pedirle a Alemania que frenara la construcción del Nord Stream 2 en curso, a lo que esa nación se negó. Finalmente tuvo que conceder luego del inicio del conflicto de Rusia con Ucrania.

Los EEUU quieren una Europa próspera, pero dependiente de los EEUU y lo más alejada posible de Rusia. No se trata de la energía. Ésta es sólo una herramienta para que la UE no tenga la peregrina idea de tener vuelo propio (ver Booker libro citado y Spenglerito al pie). Por presión de los EEUU, la UE rechazó la incorporación de Rusia solicitada por el gobierno de Putin hace más de una década. Henry Kissinger reprochó el accionar de la Casa Blanca en ese momento y lo recordó en estos días. HK responsabiliza al Departamento de Estado del dislate que es la guerra en Ucrania.

El Cambio Climático

Con la propaganda del cambio climático y la búsqueda de energías verdes se cruzan diferentes intereses. Coincido con Christopher Booker y James Delingpole, que el Calentamiento Global es un gigantesco fraude de miles de millones de euros.

Christopher Booker [3]

James Delingpole [4]

El fraude es sólo una de las caras de la moneda.

La otra: manotazos de ahogado en la búsqueda de substitutos del petróleo. Sin posibilidades de grandes fuentes de energía hidráulica y con la energía eólica y solar cara y poco confiable, la solución natural es la nuclear. Sin embargo, por influencias varias, se han encargado de desactivarlas, lo que vuelve a Europa más dependiente aún de los hidrocarburos y del grupo EEUU/GB/Holanda. Rusia era entonces la solución lógica; si bien ponía en riesgo la alianza con el mundo anglosajón.

El conflicto militar en Ucrania es la respuesta al coqueteo europeo con Rusia. Boicotearon todo lazo de raíz. En estos días, durante la reunión del G7, los líderes de Francia, Alemania e Italia pidieron a Joe Biden que finalice la guerra.

Les adelanto: van a tener el mismo éxito que tuvieron con Bush cuando EEUU invadió Irak.

Una nueva y distinta relación con Rusia es lo que los líderes europeos deberán definir antes de la llegada del invierno. Panorama incierto si los hay. Mientras, el mundo (léase China, India, Rusia, Brasil) continúa con el plan B, donde Europa no compra hidrocarburos rusos.

Nosotros

Como vemos, estas alianzas llevan décadas en su conformación. Aún los acuerdos de provisión de gas ruso a Alemania post Glasnot, ya tienen varios lustros.

Argentina puede ser un proveedor de energía a Europa y también de alimentos, en el caso que la Unión decida recortar sus producciones. De darse esa situación, nuestros representantes deberían tomar los recaudos del caso; ya le dimos de comer a Europa durante la guerra y la postguerra y nos echaron a patadas en la primera oportunidad. No es gente de confiar.

Entramos a una nueva era que requerirá una posición internacional de nuestra parte.

Argentina desaprovechó en su totalidad las dos décadas de buenos términos de intercambio del siglo XXI. Dicho en criollo: dilapidó la oportunidad de crecer y prosperar que dieron los altos precios de la soja en los últimos 20 años.

Veremos si nuestros líderes políticos saben leer el escenario que se viene, tanto en energía como en alimentos.

Ojalá tengamos la inteligencia y coraje para diseñar las alianzas internacionales correctas que deben incluir necesariamente a China, Rusia, EEUU, Medio Oriente, UE y el resto de América Hispánica. Por lo pronto ingresar a los BRICS sería un buen inicio.

 

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Referencias en Restaurar

 

Dra. Laura Canale

La crisis energética europea. El alza de precios y la inflación. La ventana de Overton

http://restaurarg.blogspot.com/2022/03/la-crisis-energetica-europea-el-alza-de.html

La energía fotovoltaica y los residuos que ella genera

http://restaurarg.blogspot.com/2021/09/la-energia-fotovoltaica-y-los-residuos.html

Energías alternativas I – Aspas de aerogeneradores

http://restaurarg.blogspot.com/2021/08/energias-alternativas-i-aspas-de.html

Gestión de residuos radiactivos

http://restaurarg.blogspot.com/2020/12/gestion-de-residuos-radiactivos.html

 

Sra. @BGSNAFU

Las rutas del gas a Europa

http://restaurarg.blogspot.com/2019/01/las-rutas-del-gas-europa.html

Rusia y el gas

http://restaurarg.blogspot.com/2020/05/rusia-y-el-gas.html

¿Qué es el oleoducto Greenstream?

http://restaurarg.blogspot.com/2018/12/que-es-el-oleoducto-greenstream.html

La guerra por el gas en Europa

http://restaurarg.blogspot.com/2019/12/la-guerra-por-el-gas-en-europa.html

Moscú está ganando la guerra del gas natural en Europa

http://restaurarg.blogspot.com/2019/12/moscu-esta-ganando-la-guerra-del-gas.html

Turquía vs el gasoducto Eastmed

http://restaurarg.blogspot.com/2020/01/turquia-vs-el-gasoducto-eastmed.html

Allseas se retira, entra Gazprom

http://restaurarg.blogspot.com/2020/01/sigue-la-controversia-por-el-nordstream.html

Las rutas del oro azul

http://restaurarg.blogspot.com/2019/01/las-rutas-del-oro-azul.html

 

El oso y el dragón

http://restaurarg.blogspot.com/2019/10/el-oso-y-el-dragon.html

Libia acusa a Francia

http://restaurarg.blogspot.com/2018/06/libia-acusa-francia.html

París y Berlín no renuncian a Libia

http://restaurarg.blogspot.com/2018/11/asi-macron-y-merkel-quieren-sabotear.html

¿Orden en libia?

http://restaurarg.blogspot.com/2019/02/porque-el-sur-de-libia-apoya-hifter.html

Libia – Otro fracaso de la UE

http://restaurarg.blogspot.com/2018/09/libia-otro-fracaso-de-la-ue.html

Una comunidad olvidada (uranio)

http://restaurarg.blogspot.com/2018/06/una-comunidad-olvidada.html

 

La burocracia en Bélgica. La peor enemiga de la Unión Europea

http://restaurarg.blogspot.com/2021/10/la-burocracia-en-belgica-la-peor.html

 

Spenglerito (@SebaZ3)

La guerra de Eurasia – I

http://restaurarg.blogspot.com/2022/03/la-guerra-de-eurasia.html

 

James Delingpole

Desmitificando el clima

http://restaurarg.blogspot.com/2018/10/desmitificando-el-clima.html

El cambio climático. El fraude más caro de la historia.

http://restaurarg.blogspot.com/2018/11/el-cambio-climatico-el-fraude-mas-caro.html

El gran reseteo es el nuevo NOM

http://restaurarg.blogspot.com/2020/11/el-gran-reseteo-es-el-nuevo-nom.html

 

Santiago González (@gauchomalo140)

Putin y su proyecto euroasiático

http://restaurarg.blogspot.com/2022/04/putin-y-su-proyecto-euroasiatico.html

 

Iris Speroni

Gas

http://restaurarg.blogspot.com/2022/05/gas.html

Delicatessen

http://restaurarg.blogspot.com/2021/11/delitatessen.html

 

Curtis Yarvin

El verdadero great reset (gran reseteo). Segunda parte de dos entregas 

El golpe de estado en Egipto

http://restaurarg.blogspot.com/2021/08/el-verdadero-great-reset-gran-reseteo_23.html

 

* * *

 

Bibliografía

 

[1] “The Great Deception: The True Story of Britain and the European Union”, de Christopher Booker y Richard North.

Amazon.

https://www.amazon.com/Christopher-Booker-ebook/dp/B01DLVZA2W/?_encoding=UTF8&pd_rd_w=Y1hrT&pf_rd_p=91202c6f-1c11-4e3d-b51a-3af958cedd30&pf_rd_r=5DYP8NZB843HXYA8G9NY&pd_rd_wg=hRkQ2&pd_rd_r=3870f047-cdc1-4b7b-9fd1-f110994fb62c&content-id=amzn1.sym.91202c6f-1c11-4e3d-b51a-3af958cedd30&ref_=aufs_ap_sc_dsk

[2] https://elpais.com/diario/1998/02/27/internacional/888534005_850215.html

[3] Christopher Booker

3.1.

The Real Global Warming Disaster: Is the Obsession with ‘Climate Change’ Turning Out to Be the Most Costly Scientific Blunder in History?

https://www.amazon.com/-/es/Christopher-Booker-ebook/dp/B00ARH7K3Q/ref=tmm_kin_swatch_0?_encoding=UTF8&qid=&sr=

3.2.

Groupthink: A Study in Self Delusion Edición Kindle

https://www.amazon.com/-/es/Christopher-Booker-ebook/dp/B07YSMLSLP/ref=pd_sim_sccl_1_1/139-2030439-3799957?pd_rd_w=53Cc4&content-id=amzn1.sym.262acb63-b997-4c81-83bd-9526eab7f618&pf_rd_p=262acb63-b997-4c81-83bd-9526eab7f618&pf_rd_r=GQ7P5GGHHDNJGM46SJ1A&pd_rd_wg=ybqW8&pd_rd_r=167859e1-47dd-4f93-9bdd-3a605268898c&pd_rd_i=B07YSMLSLP&psc=1

3.3.

Global Warming: A Case Study in Groupthink: How science can shed new light on the most important «non-debate» of our time (GWPF Report Book 28)

https://www.amazon.com/-/es/Christopher-Booker-ebook/dp/B079XNCYFW/?_encoding=UTF8&pd_rd_w=YIgmC&content-id=amzn1.sym.91202c6f-1c11-4e3d-b51a-3af958cedd30&pf_rd_p=91202c6f-1c11-4e3d-b51a-3af958cedd30&pf_rd_r=YK16WT83B05RWRA5HC3C&pd_rd_wg=z6YHM&pd_rd_r=9de86ecd-0157-41ac-b2a5-7dc3142a686d&ref_=aufs_ap_sc_dsk

[4] James Delingpole

Watermelons 

https://www.amazon.com/-/es/James-Delingpole-ebook/dp/B005BE0S02/ref=sr_1_1?keywords=james+delingpole&qid=1656797378&s=books&sprefix=james+delin%2Cstripbooks%2C278&sr=1-1 

 

Artículo publicado originalmente el 02/07/2022 en Restaurar.org, http://restaurarg.blogspot.com/2022/07/energia-el-nuevo-paradigma.html

EL CONFLICTO DE UCRANIA, PRIMERAS LECCIONES APRENDIDAS (Parte 2)

F. Javier Blasco Robledo*

Hace pocos días publiqué un trabajo sobre este tema, en el que, al igual que muchos analistas, me refería a lo sucedido en Ucrania como un conflicto. Hoy intento seguir por aquella senda; pero, dada la continuidad en el tiempo, la cada vez mayor implicación de más elementos y artistas endógenos y exógenos en los combates en todo tipo de teatros, así como, el endurecimiento de los enfrentamientos, considero, que el término “conflicto” ha sido superado de sobra y en Ucrania —mientras las negociaciones no fructifiquen del todo— se ha alcanzado la categoría de ‘Guerra’; incluso, algunos autores, ya lo elevan al concepto, recientemente desempolvado, de “Guerra Total”.

Para empezar a entender el porqué de las cosas en Ucrania, debemos retrotraernos unos años atrás cuando el teniente coronel, espía de la KGB, Putin volvía a casa de la Alemania del Este, con el rabo entre las piernas, derrotado en todos sus aspectos y se encontraba con una URSS sumida en el caos, que se deshacía, por momentos, como un azucarillo en un vaso de leche caliente.

Atrás quedaban los años de la propaganda y el ficticio esplendor del poderío militar ruso; fama a la que, voluntariamente, Occidente contribuyó a magnificar porque a los norteamericanos les interesaba mantener encendida la llama de la amenaza en Europa para así seguir dominando y viviendo en el continente, aplicando sus influencias de todo tipo y porque para contrarrestar el miedo que este fenómeno producía se debía gastar mucho en defensa, a base de material americano, fundamentalmente.  

El ejército que restaba en Rusia era viejo, obsoleto, desmoralizado, mal instruido, propenso a las corruptelas y, sobre todo, muy mal armado. Calificativos, todos ciertos, que se pusieron de manifiesto cuando intentaron combatir tanto en la guerra de Afganistán (1978-1992) que lo invadieron pensando que aquello sería un paseo militar y, más tarde, en la primera de Chechenia (1994-1996).

Dos conflictos y fracasos, de los que todos, pero fundamentalmente los rusos con Putin a la cabeza, extrajeron numerosas lecciones aprendidas; siendo la primera y más importante que, para que algún día Rusia, pudiera optar a recuperar todo o parte de su esplendor, sus ejércitos deberían ser los más eficaces y temidos en el campo aeroterrestre, para ello, habría que dotarles de un potente y capaz armamento; carros de combate de mucha potencia, gran radio de acción y resistencia en el terreno; una apabullante fuerza artillera a base de cañones de largo alcance y misiles certeros y una aviación, capaz de mantener el dominio del aire en cualquier condición a base, de buenos y seguros aviones y helicópteros.   

Los que vieron aquellas necesidades, también añadieron que una vez obtenido el esperado y deseado armamento debería ser testado en acciones reales de guerra para comprobar su eficacia y dureza y así poder analizar los efectos que éste provocaba sobre el terreno y contra las resistencias del enemigo.

Al mismo tiempo, habría que aprovechar dichos ejercicios reales, para que sirvieran de entrenamiento de los generales, los estrategas y los mandos intermedios de las unidades de élite en el manejo de los nuevos medios y en cómo sacarle su mayor provecho.

Vista la necesidad, Putin dio una ojeada al mundo que le rodeaba y encontró a un viejo conocido y aliado, Bashar Al-Ásad, el sátrapa presidente de Siria, que se encontraba en graves apuros, cogido por una grave pinza entre los propios sirios hartos y levantiscos contra él y el famoso Estado Islámico (EI), que había echado muchas raíces y fructificado demasiado en sus tierras.

Bajo la excusa de combatir al EI y atender a una invitación de un aliado suyo para que le ayudara a mantener su país, acudió raudo y veloz en su apoyo con las bendiciones y el beneplácito o, al menos, el ruin silencio, de una Comunidad Internacional (CI) cada vez más acomodaticia y apática a verse salpicada por conflictos ‘ajenos’, más o menos alejados de sus fronteras.

Siria fue, por tanto, el mayor y el mejor campo de maniobras para los ejércitos rusos y de su armamento de nueva generación y máxima potencia. Pero, pronto entendió que por aquel lugar de enseñanza y combate real, forzosamente, debería rotar el máximo número de sus generales y estados mayores para instruirse en hacer frente a un enemigo convencional o no, que siempre ofrecía la máxima resistencia, a pesar de los intensos combates y los espantosos bombardeos previos a ellos e, incluso, algunos también, en ambiente NBQ.

Una vez testado y a punto su armamento, así como sus cuadros de mando para dirigir los combates y ganar la guerra. Todo estaba a punto; así que comenzó con certeros golpes, cuasi incruentos, para irse comiendo Ucrania poco a poco, empezando por tres importantes zonas pro rusas que le salieron prácticamente gratis y sin apenas reacción internacional.

A la vista de tal situación se sintió seguro pero, cautelosamente, decidió esperar a que en función del desarrollo de diversos y enrevesados acontecimientos mundiales en marcha, se alcanzase el cenit de la debilidad de la CI y sus organismos.

Tras muchos, demasiados mareos de perdiz y algún titubeo, apreció el momento de lanzar una ‘guerra relámpago’ contra un enemigo muchas veces inferior, con un presidente al que consideraba débil porque había sido un cómico hasta que se alzó con el poder y una población que, en gran parte, le aclamaba a él, hablaba ruso e incluso usaba su bandera y le pedían públicamente que viniera en su rescate.

Su primer gran error militar consistió en que estudió francamente mal algunos de los factores que influyen directamente en la decisión. Fundamentalmente, en los aspectos de la dificultad del terreno con esta climatología, la escasez de vías de comunicación férreas y terrestres, la todavía insuficiencia de sus posibilidades logísticas, máxime si aquello se alargaba, la capacidad de resistencia y alta moral de la población civil y que sus movimientos y acciones de decepción previos, no iban a ser capaces de engañar a una inteligencia, la norteamericana, que a pesar de que recientemente acumulaba ciertos errores de bulto, en esta ocasión, podía, y de hecho acertó.

Los movimientos previos cercanos a las fronteras, se prolongaron demasiado en el tiempo y llevaron a unas tropas bisoñas y poco instruidas, a una excesiva actividad y cansancio en pésimas condiciones, mientras se producía una determinada y camuflada acumulación de ayuda militar en Ucrania, por parte de EEUU, con la que poder frenar, al menos, el primer impulso ruso.

La pérdida de la sorpresa y con ella la de la rapidez y la libertad de acción, el no haber usado masivamente su aviación —al parecer debido a falta de adiestramiento de sus pilotos dada la escasez de combustible previa, la desconfianza en su artillería antiaérea y temor a las defensas aéreas ucranias, muy mejoradas con los envíos de material específico desde el exterior— rompió la capacidad de resistencia física y sobre todo la moral del, demasiado joven, soldado ruso, que traía en los petates su uniforme de gala, para desfilar sobre Kiev en pocos días.   

La débil y cuestionable capacidad logística rusa para mantener el combate durante largos periodos de tiempo y a gran distancia y la inusitada reacción de la población ucrania para mantener el control y acecho en sus comunicaciones gracias al material defensivo que les llegó, rápidamente obligó a cambiar los planes iniciales y buscar apoyos externos —se habla de que están en ello con China—, punto que pronto se verificará.

En cualquier caso, a la vista de lo anterior, dichos cambios de planes han convertido la ya inalcanzable guerra relámpago —llevan 22 días de combates— en una larga guerra de mucho desgaste, tipo Alepo, donde el defensor adquiere una gran capacidad de combate por la dificultad y la psicosis para el atacante de no poder moverse libremente entre los escombros, trampas y peligrosos acechos en que se han convertido las grandes ciudades como lo  demuestra las altas bajas en el lado ruso.  

A pesar de ello, como Putin no quiere dar su brazo a torcer, parece ser que se dispone a luchar en la mayoría de aquellos bastiones con todo tipo de recursos artilleros y bombardeos aéreos para destrozar las ciudades y luego entrar en fuerza con unidades terrestres, fundamentalmente sobre la base de tropas especiales chechenas, sirias y de otros países de Oriente Medio, traídas ex profeso y bragadas en este tipo de combates durante muchos años.

Putin y sus estrategas saben que para la defensa a ultranza de las poblaciones, cuanto menor sea el número de civiles no combatiente entre los escombros, mejor para el defensor; de ahí que, contrariamente a su doctrina recientemente publicada, está intentando, por todos los medios, no dejar salir a los no combatientes de las ciudades, negando o atacando los posibles pasillos seguros, con lo que al quedarse aquellos enjaulados, sin duda, dificultarán las operaciones militares de la defensa.  

Constituyen una carga demasiado pesada porque hay que mantenerles seguros, alimentarlos y proporcionarles atención médica, máxime en momentos, en que todos los recursos son necesarios para los que empuñan las armas. Amén de que constituyen un punto de preocupación a nivel personal sobre el combatiente porque no tiene asegurada la protección y salvaguarda de sus familiares directos

Con respecto a la ayuda exterior de material militar a Ucrania, se ha dado excesiva publicidad y muchas pistas para ubicar los puntos de entrada de los variopintos apoyos externos. Hecho que ayudan a conocer su entidad y calidad de antemano y facilitan las acciones encaminadas a destruirlos, antes de su distribución entre los combatientes.  

La tibia y casi esquizofrénica postura militar de la OTAN y de la UE con respecto a Ucrania, se ha limitado al envío de cierto tipo de armamento, no siempre puntero o realmente necesario; porque al parecer sigue sin existir una ‘shopping list’ oficial al respecto, situación que propicia que el apoyo se haga de forma unilateral o bilateral y frecuentemente, en base al propio surplus de las reservas de cada país contribuyente, lo que realmente proporciona a los ucranios una ayuda real algo limitada.

Entrar en un conflicto de larga duración constituye un grave problema para Rusia, porque es un hecho bien cierto que ‘no es lo mismo conquistar, que ocupar y mantener’ un vasto terreno, con muchos millones de pobladores a los que hay que vigilar, alimentar, cuidar y dar trabajo.

Por otro lado, para controlar al ciento por ciento un territorio y población de tales características, con civiles armados hasta los dientes, se precisa un contingente de ocupación muy grande —mayor que el que tiene actualmente— y bien preparado contra actos de sabotaje.

El uso y el abuso de las noticias falsas en esta guerra, por ambos bandos, es grande y patético; la información tergiversada, además de usarse para justificar la actuación propia ante la opinión nacional e internacional, sirve para elevar la moral de las fuerzas.   

El amplio uso de la guerra cibernética y electrónica para anular los sistemas de radares, los vuelos de drones y muchas de las comunicaciones de mando y control, pueden llegar a paralizar los combates durante horas o hasta hacerlos fracasar completamente.  

El empleo de armas prohibidas por acuerdos o convenciones internacionales como las municiones de racimo, bombas termobáricas o de vacío y el posible empleo de armas de destrucción masiva (ADM), no es un buen precedente para Putin y sus generales. Ya hay iniciativas para declarar estas acciones como crímenes de guerra o de lesa humanidad.

Con respecto a las ADM se está abusando demasiado de anuncios sobre la posibilidad de su empleo por parte de los ucranios en acciones que se conocen de ‘falsa bandera’ y que mi gran amigo y compañero Raúl Suevos las define como ‘aquellas que consisten en llevar a cabo una acción, generalmente en el campo propio, con fuerzas o elementos que parecen pertenecer al enemigo’.

En dicho contexto, hasta se han llevado denuncias ante el CSNU por parte de Rusia acusando a Ucrania de la posibilidad de ser usadas todo tipo de ADM e incluso bombas sucias, denuncias que no tienen ningún fundamento, salvo el que los rusos tienen datos ciertos de las armas químicas y biológicas, sin destruir o desbaratar, que quedaron en Ucrania tras la caída de la URSS.

Muchos han catalogado de gran error de Putin el haber amenazado a la OTAN y a la UE con el uso de sus armas nucleares, llegando incluso a poner en pre alerta dichas unidades. Contrariamente a esa teoría, creo que esta sutil amenaza ha sido un gran acierto por su parte.

Los rusos y Occidente no deberían están dispuestos a llegar a lo que se conoce como la ‘Destrucción Mutua Asegurada’, situación irrevocable que se lograría si tras el primer lanzamiento y explosión de este tipo por cualquiera de los bandos, ambos se pusieran a responder indiscriminadamente hasta acabar con un empleo masivo de tales armas; razón de mucho peso para pensar que no serán empleadas jamás, salvo que Putin finalmente viera la posibilidad de perder la guerra y/o el raciocinio, cómo muchos sátrapas en la historia.

Pero Putin también sabe que las ADM y más en concreto las nucleares, no sólo son armas ofensivas o defensivas; tienen un papel muy importante en la ‘disuasión’ y, en este caso, se puede asegurar que ha bastado la amenaza de su empleo para hacer desistir completamente a la OTAN y a EEUU de entrar o intervenir en un combate directo con ellos.  

Pero no solo se ha parado en eso, sino que ha creado tal pánico internacional, que hasta la OTAN, en una maniobra posiblemente acertada, pero que demuestra mucho descaro y total falta de vergüenza o confianza en una Alianza que debería ser seria y fiable con los amigos en apuros, ha obligado a hacer declarar a Zelenski que Ucrania no entrará nunca en ella, otorgando a Putin el primero de sus objetivos en la lista de la compra que presentó como exigencias para no entrar en guerra y que, al parecer, aún continúa manteniendo.

En una guerra de resistencia a toda costa y desesperada, el defensor debe usar todos los medios a su alcance y aquí es donde juegan un papel muy importante las conocidas como medidas de engaño o decepción con las que se simulan posiciones y fortalezas que no lo son en verdad, para confundir al enemigo y también el empleo de argucias o artimañas aprovechando los efectos y capacidades que proporciona el propio terreno o tras una modificación natural o forzada por la mano del hombre.   

En este caso, y no es la primera vez en la historia del lugar o en otros confines europeos, se ha aprovechado o forzado el fenómeno conocido en el mundo como la ‘guerra hidráulica’ y allí como ‘Rasputitsa’ que consiste en aprovechar la facilidad que tiene aquel terreno para hacerse intransitable, incluso para las cadenas, cuando es debidamente mojado naturalmente por la lluvia, el deshielo, o inundado por la mano del hombre. Se convierte en un lodo pegajoso y persistente que paraliza todos los movimientos de las columnas de carros, camiones y logísticas.         

China puede apoyar a Rusia en armamento, comunicaciones y hasta en inteligencia, pero de hacerlo sufrirá graves consecuencia de tipo económico porque su comercio con el resto del mundo es muchas veces superior al bilateral con Rusia. Su papel, de momento expectante y ambivalente, está todavía por descifrar.

Del éxito o fracaso de esta operación y de la actuación o postura final de la CI, depende no solo la subsistencia de Ucrania como país libre y con tendencia a la democracia plena; puede convertirse en el acicate o, por el contrario, el freno para que no cundan otros ejemplos que aparecen en el horizonte y que de vez en cuando truenan con cierta intensidad (Taiwán, India-Pakistán, Irán-Iraq, el Ártico, el Mar de China y otros conflictos menores en Oriente Medio).

Con actores como Putin, cabe recordar el hecho de que los déspotas y tiranos suelen acabar en situaciones esquizofrénicas o rayanas con la locura, por lo que es casi imposible que atiendan a ninguna recomendación de nadie y ni siquiera de su círculo más próximo.  

Los primeros y malos presagios que anunciaba cuando empecé a escribir sobre esta guerra, parece que se empiezan a cumplir.  El pasado 16, Zelenski, anticipándose a lo que puede venir, se mostraba al mundo —a través de su videoconferencia con el Parlamento norteamericano, tras su último y certero intento y discurso, aunque totalmente inútil a tenor de la respuesta de Biden— claramente frustrado, engañado y abandonado por la CI en general y por EEUU en particular.

Realmente enfadado con, y defraudado de unos países y organismos, que le han venido animando e incluso mandando armas por debajo de la mesa y que tras tanta fingida ‘solidaridad’ internacional y el gran heroísmo nacional mostrado por su pueblo, en la balanza de resultados reales se ha conseguido, por lo que respecta al platillo positivo, haber entrado en la lista de los países con opción a ingresar, sine die, en la UE.

Pero en el platillo contrario se amontonan los problemas al quedarse solo y aislado salvo la pasada protocolaria visita de tres presidentes de Europa del este, miles de muertos y heridos a sus espaldas, más de tres millones de ucranios dispersos por el mundo y lejos de sus rotas familias, un pueblo en armas, miles de mercenarios sin bandera combatiendo en favor de uno y otro bando, un país casi destrozado, la economía quebrada y ya veremos como acaba todo al terminar las negociaciones, si lo hacen algún día, de las que asumo que Putin, tras tanto desgaste y problemas creados para él y los suyos, tratará de forzar la máquina represiva al máximo, ya que no se contentará con caramelos o chucherías y, por tanto, querrá mucho más de lo obtenido hasta la fecha, con lo que muy probablemente, llenará su cesta de pedidos o exigencias e, incluso, pedirá algo más.  

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

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