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LOS ESTERTORES  DE LA DECADENTE COMUNIDAD INTERNACIONAL

F. Javier Blasco*

Si nos adentramos en el diccionario del Poder Mundial vemos que el concepto de «comunidad internacional» (CI) es uno de los más frecuentes en el debate sobre la política internacional. En su acepción más corriente, la CI se refiere de algún modo a la representación, aunque sea hipotética o virtual, de una moralidad o sentimiento universal, mayoritariamente compartido por muchos de los gobiernos y ciudadanos del mundo.

Diccionario que finaliza reconociendo que, dadas las circunstancias reales, los resultados palpables de dicho concepto no constituyen nada tangible en sí mismos, a pesar de su uso ―a veces excesivo― que los medios de comunicación, los dirigentes políticos y el público en general hacen del término. Hecho contrastable porque la patética invocación a la CI suele surgir ―sin mucho resultado positivo― en momentos de crisis, insistiendo en propiciar la idea de que una mayoría de Estados o de individuos en el mundo condenan o apoyan ―más frecuentemente lo primero― una acción particular o una política poco al uso en otros que se mueven ajenos o en contra de la marcha común del universo.

Pero para que el concepto fuera real y no virtual, la propia CI debería existir en sí misma, con fuerzas suficientes y apoyada en el hecho de que el bien de todos tendría que tener un peso mayor que el interés de cada uno o de una parte del todo. La tozuda realidad viene a ser bastante diferente y, por lo tanto, no es eso lo que sucede, al menos por ahora. El interés nacional siempre prevalece por sobre el general, a pesar de la reciente, aparente pero no real toma de conciencia sobre algunos problemas, quienes ―particularmente aquellos que atañen al medioambiente― aparentan superar el marco de los intereses nacionales individuales. Basta dar un repaso a los verdaderos y poco eficaces resultados de los acuerdos alcanzados tras las diversas grandes cumbres sobre el tema (recientemente, en la India, hemos tenido una COP, tan inútil como sus precedentes).

Por otro lado, y como talón de Aquiles del concepto, deberíamos tener en cuenta que la existencia de una real y efectiva CI sólo puede basarse en el principio de igualdad entre todos los actores. Para que haya igualdad de hecho, tendría que establecerse un sistema de derecho internacional que fuera capaz de garantizar tales derechos, lo cual, hoy en día, dista mucho de ser una realidad palpable.

Por tanto, y como consecuencia de ambas grandes e insalvables deficiencias, todavía estamos lejos de que lo que debería suceder con la intervención efectiva de lo que venimos denominando CI. La realidad es que las grandes Organizaciones Internacionales como la ONU y un gran número de Alianzas militares o políticas resultan mastodónticas, tremendamente lentas, muy costosas y altamente ineficaces, por lo que, a pesar de su existencia sobre el terreno, distan mucho de ser una patente y efectiva realidad por mucho que sigamos invocando su presencia, acción y reacción.

La precipitación y posterior acumulación de grandes crisis o conflictos de enjundia de carácter internacional ―sin que nadie haya sido capaz de mover un solo dedo― ha ido en aumento en las últimas décadas. Las guerras adquieren un carácter masivo e internacional, donde no se respetan los derechos humanos ni las limitaciones al empleo de determinado tipo de armamentos, que, hasta hace pocos años, se suponían prohibidos y nadie empleaba.

Las amenazas o la propia invasión de territorios soberanos están a la orden del día por doquier; además, las más graves de estas provienen de parte de altos dirigentes mundiales que tienen en sus manos la mayor parte del material y del poder bélico mundial (Rusia, EEUU, Irán, la India y China principalmente).

La incapacidad mundial para manejar las pandemias que nos asolan y volverán sobre el terreno en breve, ha sido patente y patética. Millones de muertos y economías destruidas son el más grave resultado de esa grave incapacidad de la CI.

A nadie le extraña la falta de respeto a los resultados electorales en todos los continentes, bien sea mediante autogolpes de Estado, por la fuerza o gracias a alianzas externas poco saludables, nada recomendables y hasta hace bien poco totalmente impensables o desestimadas por todos. La proliferación de gobiernos sátrapas y ajenos a las verdaderas necesidades de la ciudadanía, que usan su posición para perpetuarse en el poder, haciendo o disponiendo en materia legislativa todo lo que les viene en gana, siempre que les beneficie a ellos o a sus socios, no son objeto de la más mínima reprimenda por parte de nadie internamente y ni siquiera por aquellos organismos internacionales a los que estos pertenecen, quienes deberían vigilar e imponer la pulcritud democrática de sus  estados miembros.

Hoy casi todo se puede pisotear debido a los impunes atropellos a la Iglesia y a todo tipo de sólidas y legendarias instituciones que no cesan de ser objeto de mofa y chanza, gracias a una grave y constante degradación social y a la incomprensible despenalización legal de tales actos, como también ocurre con el papel otorgado a la Justicia, los Tribunales (principalmente los más altos) y a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad en la mayor parte de los países, otrora dotados de raciocinio y capacidad para el buen hacer con pleno discernimiento.

La inquietud y la inseguridad personal y colectiva, a corto y medio plazo, va en aumento; no solo, en el aspecto crematístico de las merecidas pensiones dignas a las que todo trabajador tiene derecho, sino también al grado de cobertura, derecho adquirido, costo y eficacia que pueda llegar a tener la asistencia sanitaria de los ciudadanos en activo o retirados.

Las consecuencias climáticas y las grandes y terribles catástrofes (riadas, incendios, maremotos, etc.) provocadas por la acción o inacción de la mano del hombre y debidas, precisamente a los drásticos cambios en las ideologías medioambientales, están originando una serie de crisis humanitarias de mucha importancia y no precisamente en países poco desarrollados y allende de montañas lejanas, sino en la propia Europa o en EEUU.

La imposición de la supresión del uso de determinadas energías no del todo limpias como el carbón, el gas, el petróleo o la energía nuclear y la apuesta por confiar plenamente en las denominadas limpias, está llevando a momentos de grave crisis energética en los conocidos como picos de alto consumo de las mismas. Sin embargo, todos miran hacia adelante y nadie haca atrás, esperando que el problema se resuelva pronto por sí mismo; máxime cuando se viene comprobando que dichas energías limpias, nos son suficientes para alimentar los grandes requerimientos de energía a los que nos lleva el incesante crecimiento de la población y las exigencias de la vida moderna.

Los grandes, peligrosos y desesperados movimientos masivos de personas en busca de la seguridad política y jurídica que no encuentran en sus países de origen, de un techo, un trabajo digno o un simple mendrugo de pan, vienen creciendo exponencialmente de año en año, sin que nadie haga nada para solucionar el problema o brindarle una ayuda eficaz a los países ribereños que más sufren esa llegada masiva de emigrantes.  

Durante lustros hemos estado viviendo con la cabeza escondida en la tierra confiando en la buena voluntad y el mejor hacer de nuestros dirigentes. Se nos vendió la idea de que la aparición de los mencionados organismos internacionales sería la garantía para el respeto a nuestros derechos, la limitación a los abusos de poder o el uso de las amenazas de carácter político o militar y que vivir siempre bajo la observación y la vigilancia de ellos sería más que suficiente para que nadie sacara sus pies del tiesto porque la tan cacareada CI tendría la capacidad de convencimiento y reacción para contrarrestar tales extravíos o perversiones.

Nada más lejos de la realidad, el mundo está manga por hombro, nadie puede ni tiene la capacidad suficiente para asumir las riendas para corregir las graves desviaciones o errores. Estamos en manos de mandatarios inútiles, o auténticos sátrapas sin alma, que solo viven y legislan para sus propios beneficios, para protegerse los unos a los otros o exculparse de sus penas y delitos mediante vergonzosas amnistías o recurriendo a agitar los fantasmas del pasado para que nadie se mueva de su silla, no sea que no aparezca en la foto o se quede sin subvención u otro tipo de prebendas.

Esa fiebre maligna que ha invadido e infectado a la mayor parte de los países de Occidente y totalmente embrutecido a países hermanos al otro lado del Atlántico, ha sido la semilla que ha fructificado de tal forma que nadie sea capaz de pensar y menos esperar, que alguien o algo por encima de nuestros países o gobiernos venga a ayudar a poner orden y concierto entre los ciudadanos, los políticos y sus nefastas políticas impuestas.   

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

 

DEMOS MEJOR TRATO A LA NATURALEZA

Francisco Carranza Romero*

Jeff_Ersoh en Pixabay, https://pixabay.com/es/photos/cusco-peru-pisac-machu-turismo-4818118/

Todos los seres humanos nacemos, crecemos y morimos en espacio y tiempo definidos. Una verdad indiscutible. Sin embargo, en el trato que damos a la naturaleza hay maneras de pensar y actuar que colisionan. Unos se preocupan por la vida de la naturaleza porque se consideran ser sus hijos. Otros muestran una fría indiferencia por la vida de ella.

Para salvar nuestra vida y de la naturaleza hay muchas propuestas de la necesidad de cambiar nuestra manera de pensar y actuar. La presente propuesta es intercultural por la vía lingüística recurriendo al español y quechua.

Visión respetuosa y afectiva a la naturaleza.

Los que viven en el área rural, generalmente, por estar en continua relación con la naturaleza, la conocen; por eso, la respetan y la aman. Por este conocimiento y sentimiento ―proceso que se inicia desde la niñez― llegan a tratarla como a una madre y como a un padre, o como a su vivienda.

El andino que habla el idioma quechua aún expresa con toda naturalidad los tratos lingüísticos de respeto a la naturaleza que se complementan con los ritos a los elementos. Por conservar la cultura nativa considera que la naturaleza está viva; por eso, desde la niñez aprende a dialogar con ella. Por este pensamiento y actitud es calificado de hilozoista.

Patsa mama (Quechua I) o Pacha mama (Quechua II). Madre tierra. Es la figura materna que ofrece los frutos que sustentan la vida. Es el escenario donde la biósfera nace, crece y muere.

El andino se comunica con la madre tierra (chacra, piedra, montaña, nevado), le presenta ofrendas como coca, chicha, tabaco y cancha (cereal tostado). Además, en algunos lugares, va amontonando piedra sobre piedra que con el tiempo y las frecuencias se van convirtiendo en morritos. Este morrito de piedras es llamado apachita (apacheta en la versión española) que contiene la intención del oferente y sirve también como indicador del camino, frontera y aviso de que no es un lugar adecuado para descansar por la emanación de gas tóxico.

Yaku mama: Madre agua. Calma la sed de los seres humanos, vegetales y animales. La imagen antropomorfa del agua es Ayra, una mujer bondadosa y bella que mora en las lagunas, manantiales, ríos y cataratas. Ella socorre a quien solita su ayuda. Además, con su bello canto y con su fragancia espumosa después de su baño, encanta a la gente escogida.

La madre agua (laguna, río, nevado, manantial, catarata y nube) recibe respeto, ofrendas, cantos, danzas y venias. En la época de la extirpación de las idolatrías y de la persecución de los practicantes del rito taki unquy (melopatía) el rito se siguió practicado con el mitónimo ayra en los lugares a donde los doctrineros no podían llegar.

Inti Yaya: Padre Sol. Da calor y luz, tan necesarios para la vida. Dato testimonial: En Quitaracsa (Áncash, Perú), cuando los primeros rayos del sol aparecían sobre las colinas, los niños saludábamos al sol quitándonos nuestros sombreros para que nos diera abrigo y salud durante todo el día: Rimaykukuqmi inti yaya o Napakullaqmi inti yaya (Padre sol, recibe mi saludo). Estábamos poniendo en práctica lo que habíamos visto y oído de los mayores.

Wayra Yaya: Padre Viento. Lleva el oxígeno y nubes con agua que caen como lluvia. Sólo cuando se aloca corre rápido llevando consigo peste y destrucción. Es el uti wayra (lluvia loca). Los que saben sobre estos ventarrones siembran árboles cerca de sus casas.  

Hayni (haani en el Callejón de Huaylas): Energía de la vida, ánima. Está en todos los elementos infundiéndoles existencia, movimiento y vida. No recibe el trato de madre o padre por ser la energía sin forma; por tanto, no perceptible por los sentidos. Y pocos son los que conocen esta energía. Gracias al jayni (según la ortografía castellana) la naturaleza tiene vida y se comunica con la gente.

Visión utilitaria de la naturaleza.

Los pobladores de las urbes, generalmente, viven más dedicados a las actividades económicas: compra y venta, fabricación de cosas, procesos administrativos, etc. Sus viviendas y los locales de labor están construidos con cemento, metal, vidrio, plástico y madera; son espacios que tienen precio por su tamaño y ubicación. Sus caminos son de asfalto y cemento. Las ciudades y fábricas contaminan el agua porque pocas ciudades tienen centros de tratamiento de agua sucia, por eso los ríos y mares están enfermos. Las máquinas transformadoras de la materia contaminan la tierra, aire y agua.

Con el pensamiento de cómo y cuánto se puede ganar manipulando la naturaleza se apropian de ella usando cualquier medio (de facto o con papeles sellados). Así, los terrenos cultivables y eriazos, montañas, ríos, cataratas, lagunas, playas y la vida vegetal y animal que hay en esos espacios se convierten en propiedades privadas que son negociables.

Actualmente, el paisaje de los espacios públicos en las urbes es una exhibición de la suciedad y la falta de cuidado a la madre naturaleza. El ambiente público urbano en los países ricos y pobres, en los desarrollados y subdesarrollados está descuidado. Los plásticos de toda clase y aleación, las colillas de cigarrillos, los restos de chicles (gomas de mascar), los papeles y latas se exhiben como muestras del grado de la inmadurez ecológica de sus pobladores.

Salvemos la vida de la naturaleza y la nuestra. Superando el pesimismo hagamos todo el esfuerzo para curar a la naturaleza que está enferma y que también se manifiesta en los cambios climáticos. No continuemos ensuciándola con basura y humo de los combustibles quemados. Aceptemos que ella es nuestra casa, nuestra madre. No abusemos de los productos químicos en la actividad agropecuaria (insecticida, abono, hormona) y en la gastronomía (saborizante y colorante) esperando sólo los mejores resultados económicos. Salvar la vida de la naturaleza es también salvar la nuestra.

Ha llegado el momento en que tornemos nuestra mirada hacia las poblaciones indígenas para valorar el pensamiento de ellas, aunque con menos grado de educación escolarizada y con menos adelanto en la tecnología, dieron y dan mejor trato a la naturaleza desde hace miles de años; por eso han sobrevivido a pesar de tantos cataclismos, pestes y maltratos de otros humanos que hasta les arrebataron sus bienes, los esclavizaron y hasta los vendieron como objetos.

Con disminuir la contaminación del medio ambiente habremos iniciado la recuperación de la vida. Y este cambio es responsabilidad de todos nosotros, sin ninguna excepción.

* Investigador del Instituto de Estudios de Asia y América, Dankook University, Corea del Sur.

©2023-saeeg®

MEDIO AMBIENTE: LOS HIDROCARBUROS AÚN SEGUIRÁN REINANDO

Agustín Saavedra Weise*

Imagen de SatyaPrem en Pixabay 

Los hidrocarburos siguen reinando y así será por un buen tiempo. Estas son épocas marcadas por las controversias acerca del cambio climático y por las consecuencias ambientales que ese nefasto fenómeno ha traído consigo. Es más, toneladas de papel y formatos electrónicos de toda naturaleza inundan anaqueles de bibliotecas con respecto al tema. Asimismo, muchos coinciden en que el ciclo histórico de los combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas y derivados) llegará pronto a su fin, en pero eso no es tan simple ni parece que será así por varios años más. Para comenzar, nuevos descubrimientos acentúan la esperanza de prolongar el uso de los fósiles por varias décadas con el auxilio de la tecnología, como ocurre ahora con el caso del llamado “shalegas”.

Preocupados y con realismo no debemos olvidar en ningún momento que en este ya casi agónico 2021 aún prevalece y seguirá prevaleciendo para consumo energético el viejo y desgastado carbón de la primera revolución industrial. Los expertos aconsejan diferenciar entre los combustibles fósiles y no meterlos en un mismo saco pese a las similitudes de origen geológico. Y está bien que así sea. Aunque el gas, el carbón y los derivados del petróleo son llamados genéricamente combustibles fósiles, debe tenerse en cuenta al carbón como al “primer villano”, pero también debe recordarse que sigue siendo protagonista de primer nivel.

La demanda de carbón crece a nivel universal y su uso se extiende pese a sus claros efectos contaminadores. Guste o no el carbón es el rey en Chile y en la India; sigue siendo masivo en Estados Unidos —aunque ya hubo una clara reducción de su consumo— y Europa continúa dependiendo del viejo carbón de roca. Algunos expertos predicen que de seguir la tendencia del momento, para el 2030 el carbón volvería a ser la primera fuente energética del planeta ¿Qué tal? Si este sombrío pronóstico no representa un grave retroceso en el debate sobre el cambio climático quiero que alguien me explique qué está pasando…

Al de suyo relevante tema del carbón y de sus primos geológicos debemos agregarle la sumatoria de la contaminación ambiental vía ganadería, incendios forestales, saqueos de recursos naturales, descuidos graves en el manejo ambiental de las grandes ciudades, etc. Sin ir muy lejos, el problema en las zonas chaqueño-amazónicas de Sudamérica ya reviste alta gravedad. En Bolivia mucho se habla de respeto a la Pachamama pero según datos estadísticos internacionales es uno de los países donde más deforestación se genera. En fin, por ahora el carbón reina y sus nefastos derivados siguen su contaminable e incontenible avance. ¿Qué haremos?

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Nota original publicada en El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/opinion/medio-ambiente-los-hidrocarburos-aun-seguiran-reinando_253141