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TERCERA EDAD DEVALUADA Y PETRÓLEO PARA RATO

Agustín Saavedra Weise*

Imagen de debowscyfoto en Pixabay

A) Hasta hace pocos meses estaba de moda la tercera edad. Diversos estudios señalaron que bajo condiciones normales las personas mayores tienen igual o mejor capacidad que los más jóvenes por su experiencia y otras pautas positivas acumuladas a lo largo de los años. Se dispusieron leyes a favor de los adultos mayores, se crearon escuelas y universidades especiales, etc.

En otras palabras: los viejos estaban “in”. Hasta una película protagonizada por Robert de Niro demostró que las personas mayores podían trabajar sin problemas e inclusive ser exitosas. He aquí que este idílico panorama cambió drásticamente tras la irrupción del Covid-19 y pandemia consiguiente.

A partir de allí los viejos pasaron a ser anatema, nada de juntarse con sus nietos, hay que aislarlos; entre elegir a quien sanar cabe dejar morir al viejo y que viva el más joven, los de la tercera edad son factor de alto riesgo, etc.

Hasta se establecieron prohibiciones expresas contra los adultos mayores para que queden confinados y no salgan ni a la puerta de sus hogares. No hubo muchas protestas y se aceptó la aislada reclusión de ancianos. Empero, la semana pasada el joven presidente francés Emmanuel Macron (42) tuvo que retroceder en su decisión y anuló las medidas de aislamiento de adultos mayores por presión popular, algo que hasta el momento no se ha visto en ninguna otra parte. Por otro lado, cabe acotar que varios personajes y líderes mundiales son de la tercera edad, comenzando con Su Majestad Británica (93 años), siguiendo con Donald Trump (74), el candidato demócrata en EEUU Joe Biden (77), Ángela Merkel (66) y Brigitte Macron 67. Esta última es nada menos que la esposa del mandatario francés. Nada jóvenes ninguno de ellos (ellas) y no se les ha prohibido nada, ni los han obligado a quedarse en su casa. Así anda el mundo en este campo…

Imagen: by William Potter, Shutterstock, Inc. 

B) El petróleo ha estado últimamente oscilando a precios bajísimos e inimaginables tan solo unos meses atrás. Las cotizaciones están lejos de aquellas que hace unos años espantaron al mundo cuando el barril superó los 100 dólares. Luego se mitigó la crisis energética, el alza inusitada se detuvo y por unos cuantos años el barril se mantuvo entre 40 a 60 dólares. Pero luego de la reciente guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia —sumando el aislamiento planetario debido a la pandemia— el crudo bajó bruscamente, hasta llegar inclusive a valores negativos.

Al final, todo es cuestión de la vieja ley de oferta y demanda. Al no requerirse petróleo ni para la industria ni para el transporte, como consecuencia de este “párate” planetario impuesto por la emergencia sanitaria, la demanda de combustible y derivados cayó bruscamente. La consecuente debacle del precio fue casi inmediata. Pero claro, se trata de la coyuntura del momento; cuando se normalicen las cosas, la construcción se reinicie, los aviones vuelvan a volar, los automotores a circular y así sucesivamente, el precio volverá a subir, pero no tanto. El exceso de oferta lo mantendrá relativamente bajo, en torno a los valores que tenía hace unas semanas. Y eso será letal para las energías alternativas, a menos que surjan invenciones o desarrollos tecnológicos que les permitan ser competitivas.

Si con precios de 50 dólares el barril ya costaba mucho poder maximizar energías diferentes a la producida por petróleo, con precios más bajos será mucho más difícil aún.

En consecuencia, a mi modesto entender y sin ser experto en la materia: el derrumbe del precio del petróleo implicará que en el corto y mediano plazo la gente, el transporte y las industrias seguirán consumiendo combustibles fósiles en desmedro de las energías limpias. Así están las cosas.

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/176486_tercera-edad-devaluada-y-petroleo-para-rato

 

GUYANA: SER COMO NORUEGA O TIPO VENEZUELA Y MÉXICO

Agustín Saavedra Weise*

Imagen de David Peterson en Pixabay

Junto con Guyana, también asoman en este 2020 como nuevas potencias petrolíferas Surinam y Mozambique. En esta nota únicamente nos referiremos a la primera nación, pero por analogía lo escrito puede ser válido para las otras dos.

Guyana es un país de habla inglesa ubicado en la costa Norte de América del Sur. Limita además con Brasil, Venezuela y Surinam. Tiene un área de 215.000 km2 con 800.000 habitantes; se independizó de Gran Bretaña en 1966. Se dice que el término “Guyana” proviene de una lengua amerindia y significa “tierra de muchas aguas”.

La multinacional ExxonMobil descubrió petróleo en Guyana el año pasado y poco tiempo atrás, anunció que las reservas estimadas superan ya los 5.000 millones de barriles. Guyana podría duplicar o triplicar su PIB en 10 años. Según informan diversos medios, cuando comience la explotación intensiva del oro negro, el país caribeño podría situarse entre los 10 mayores productores de crudo del mundo en términos per cápita. Claro que los tiempos han cambiado, ahora el petróleo es visto con desconfianza pues el mundo tiende hacia las energías alternativas, pero aun así y bajo un contexto diferente, la nueva riqueza implicará un cambio cualitativo sustancial para Guyana aunque los precios del combustible fósil sigan bajando. Guste o no, ese recurso seguirá siendo codiciado y comercializado durante varias décadas más.

Algunos entendidos no creen que Guyana con su escasa población sea capaz de gestionar racionalmente la lluvia de petrodólares que tendrá en esta década y próxima. El Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula que la economía guyanesa podría crecer un 86% en 2020, 14 veces más que China.

Pero como nos recuerda la revista Estudios de Política Exterior: “Venezuela es una advertencia de que a veces tener demasiado dinero es peor que no haberlo tenido. El petróleo ha deformado la propia psicología de los venezolanos, quienes creen tener un derecho natural a la gasolina gratis y a una mínima presión fiscal”. Y esto se ha dado en regímenes anteriores, como también en las dictaduras de Chávez y Maduro. Por otro lado, en su época México también tuvo su “boom” petrolero y no lo supo aprovechar. Ambas naciones viven de crisis en crisis, la una con pésimos gobiernos populistas tiránicos y la otra sigue archi dependiente de su gigantesco vecino (EEUU) con millones de mexicanos que cruzan anualmente la frontera buscando trabajo y mejores niveles de vida en el país del norte.

Y mientras esto ocurre, la situación en Noruega es totalmente diferente. El país escandinavo también llegó tarde al reparto petrolero, pero supo administrar el hallazgo de su nueva riqueza en marcos de prudencia y sabiduría. Hoy el régimen democrático de Oslo se jacta de administrar uno de los estados de mayor bienestar y desarrollo en el mundo, donde cada habitante está socialmente protegido desde la cuna hasta la tumba. Asimismo, los excedentes de la riqueza hidrocarburífera son continuamente reinvertidos en lugar de gastarlos imprudentemente. Se planifica el futuro para seguir viviendo bien una vez se acabe el petróleo.

Sí, ojalá la pequeña Guyana se porte como Noruega y no siga los malos ejemplos de México y Venezuela, a quienes de poco y nada les ha servido el auge petrolero, ya que siguen sufriendo los estigmas del atraso y de la desigualdad por haber sido ambos incompetentes a la hora de administrar sus ingentes recursos naturales.

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Tomado de Diario Nuevo Sur, Bolivia, https://eldeber.com.bo/166801_guyana-ser-como-noruega-o-tipo-venezuela-y-mexico

VERDADES ENERGÉTICAS QUE NO PERCIBIMOS

Agustín Saavedra Weise*

Imagen de James Armbruster en Pixabay

Por gentileza de Ricardo Vásquez López —destacado ingeniero boliviano que ejerce funciones en Abu Dabi— he recibido un artículo de Mark Mills titulado “41 inconvenientes verdades acerca de la economía de la nueva energía” que vale la pena comentarlo con nuestros lectores. Aquí está la fuente: https://fee.org/articles/41-inconvenient-truths-on-the-new-energy-economy/.

Independientemente de la opinión acerca de por qué se requiere una transformación energética, la física y la economía combinadas con la realidad dejan en claro que una nueva economía energética no será rápidamente alcanzada. Bill Gates expresó en su momento que para comprender las realidades energéticas debemos incorporar a la aritmética.

Almacenar el equivalente energético de un barril de petróleo (aprox. US$ 57) requiere 8.000 kilos de baterías Tesla que cuestan US$ 200.000. ¿Qué tal? Aún estamos lejos de abandonar los combustibles fósiles, por muchos avances que se hayan logrado en términos de energía solar y eólica. Las llamadas energías “limpias” cubren solo el 3% del consumo mundial. El tan odiado carbón sigue siendo utilizado en abundancia e implica un 15-20% del consumo energético mundial. Y guste o no, los hidrocarburos colectivamente suministran el 84% de la energía planetaria.

Hoy se cree que estamos en la cúspide de una revolución energética que impulsada por la tecnología reemplazará rápidamente al carbón, al petróleo y al gas. Ello se basa en la creencia generalizada de que las tecnologías de energía eólica, solar y el almacenamiento de baterías están experimentando el mismo tipo de dinámica usual en informática y comunicaciones. Pero Mark nos advierte que esta analogía pasa por alto las profundas diferencias entre los sistemas que producen energía y los sistemas que producen información. Lamentablemente, no será posible que el mundo pueda transitar en el corto plazo hacia un nuevo contexto energético.

Mark asegura que los científicos aún tienen que descubrir algo tan notable como los hidrocarburos en términos de combinación de bajo costo, alta densidad de energía, estabilidad, seguridad y portabilidad. Las tecnologías solares han mejorado, continuarán siendo más baratas y eficientes, pero aún les falta mucho. Asimismo, la energía eólica también ha mejorado, pero sus límites físicos en materia de captura de energía siguen siendo limitados.

La producción anual de Giga Factory de Tesla (la fábrica de baterías más grande del mundo) apenas podría almacenar tres minutos de la demanda anual de electricidad en los Estados Unidos y se necesitarían 1.000 años de producción de baterías para la demanda de electricidad en ese país durante ¡¡Apenas dos días!!

Así sucesivamente, Mills desgrana las 41 razones para no ser optimistas. Su artículo es un baño de agua fría —inclusive para mí mismo— pero la única verdad es la realidad y es esa realidad la que nos presenta este experto contra los optimismos de ecologistas y ambientalistas quienes -con buena intención- pregonan un rápido cambio por energías limpias, aunque eso aún esté lejos en el horizonte. Nos guste o no, las energías fósiles y el carbón están aquí para quedarse por varias décadas más…

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/159777_verdades-energeticas-que-no-percibimos