Archivo de la etiqueta: Política

EN EL ESPEJO SUECO

Santiago González

La crisis del virus corona puso en evidencia que la Argentina carece de liderazgos competentes públicos y privados

La clase dirigente argentina, especialmente el Estado en sus tres poderes pero también la comunidad académica, los líderes corporativos y sindicales y la prensa, tuvo la inmensa fortuna de poder hacer frente a la crisis provocada por el virus corona con el diario del lunes en la mano. Gozó de tres largos meses de ventaja para ver lo que ocurría en Europa, para leer lo que se averiguaba y se escribía sobre el virus en el mundo, para estudiar y comparar las estrategias adoptadas por otros países. Tuvo la oportunidad de diseñar de ese modo un camino propio, tan atento a las necesidades sanitarias como a las urgencias de un país azotado por intolerables niveles de pobreza y años de recesión. Pudo atender el aviso de esta columna, que hace más de un año advirtió que la cuarentena era un lujo que una Argentina empobrecida no podía darse. Pudo haber prestado atención, especialmente, a lo que estaba haciendo Suecia, cuya estrategia ofrecía una alternativa muy apta para las apremiantes circunstancias del país.

La dirigencia argentina, toda la dirigencia, no sólo el gobierno, pudo en suma haber reaccionado inteligentemente, de manera creativa, incluso apostando especulativamente contra el ciclo. Pero no lo hizo. Temerosa, confundida, atrapada en sus laberintos ideológicos, en su cortedad de miras, en su mezquindad, en su incompetencia, pero también convenientemente untada, se acopló a las recomendaciones de los laboratorios y de los organismos internacionales manejados por los laboratorios, y hoy tenemos la economía hecha trizas, la pobreza superando el 50% de la población, y una tasa de mortalidad por el virus que se ubica entre las más altas del mundo. Y para completar el cuadro del fracaso más escandaloso que haya conocido el país en materia de gestión, carecemos no sólo de vacunas sino también de una evaluación propia sobre la calidad de esas vacunas, algo impensable en la Argentina anterior a 1983.

Me referí a Suecia, cuya experiencia los medios argentinos no mencionan y los medios internacionales fustigan con un fervor sospechosamente unánime. Bajo la conducción de su epidemiólogo jefe Anders Tegnell, un hombre que resistió abrumadoras presiones internacionales e internas con la convicción del que sabe lo que está haciendo, Suecia no impuso cuarentena alguna, ni detuvo su economía, ni bloqueó la circulación, ni suspendió las clases. Apostó a lo que suele describirse como “inmunidad de rebaño”. El gobierno se limitó a difundir recomendaciones sobre uso de tapabocas y distanciamiento, puso límites a las reuniones sociales masivas, y dispuso el cierre temprano de bares y restaurantes, más que nada para regular la dinámica de los contagios, no para impedirlos. Aparte de eso, todo siguió funcionando normalmente.

La estrategia sueca fue hostilizada por el establishment académico internacional, incluida la revista especializada The Lancet, a la que nuestros expertos y comunicadores suelen referirse con respetuosa reverencia. Una simple búsqueda en Google sobre la política sanitaria conducida por Tegnell sólo recoge comentarios negativos, de la prensa y la academia. Pero nadie explica por qué Suecia exhibe tasas de mortalidad inferiores a las del promedio de Europa, que adoptó políticas restrictivas mucho más drásticas y extendidas.

Estos son los resultados conseguidos por Suecia, en comparación con la Argentina.

Y esta es la evolución comparada de la mortalidad por millón de habitantes:

Nadie piense en alguna imaginaria excepcionalidad sueca: ellos mismos reconocen haber sido bastante descuidados en el acatamiento a las recomendaciones. Ni en una intensa campaña de vacunación: apenas un 10% de la población sueca ha sido inoculada contra el virus.

La Argentina y Suecia son vecinos en la escala mundial de países ordenados por su PBI, en los puestos 21 y 22 respectivamente. Esto quiere decir que producen más o menos la misma riqueza por año. Pero Suecia tiene un territorio infinitamente más pequeño (450.000 km2 frente a nuestros 2.780.000 km2), un clima extremadamente riguroso, y menos de la cuarta parte de la población argentina. Según cifras de 2017, su PBI per cápita es de 54.000 dólares al año frente a 14.500 de la Argentina, y aun así su clase dirigente consideró que no podía darse el lujo de una cuarentena.

 

Publicado originalmente en https://gauchomalo.com.ar/la-argentina-en-el-espejo-sueco/ , “El sitio de Santiago González”

PARECE QUE, DE NUEVO, EN ESPAÑA EMPIEZA A AMANECER

F. Javier Blasco Robledo*

Debo confesar que he pasado unos años de mucha zozobra y gran preocupación por la deriva que España iba contrayendo de manos de unos dirigentes que, sin disimulo y con todo el descaro, buscan hacer de ella todo lo contrario a lo que nos comprometimos y conjuramos los que, con gran ilusión y fuertes dosis de esperanza, pudimos votar la Constitución Española en 1978.

Hemos visto de todo y casi nada bueno; se han cambiado los papeles, tanto que hasta aquellos que odiaban a España por pretender escindirse o porque luchaban bajo y con la bandera del terror, la bomba ciega y el cobarde tiro en la nuca por la espalda, son ahora los que tienen en sus manos los designios de España. Y todo, por una vergonzosa y execrable cesión a sus exigencias de un débil gobierno (el más débil de toda la democracia) que necesita sus votos u otro tipo de apoyos para resurgir sus ideas decimonónicas y mantener sus posaderas en unas poltronas a las que no honran ni respetan. Poltronas, que no dudan en abandonar siempre que les surja un nuevo horizonte donde poder medrar, por muy incierto que este sea, o porque ven que se pone en peligro la continuidad de su prestigio o el futuro personal o colectivo del grupo que domina los designios de España con una férrea postura y actitud dictatorial aunque “oficialmente” proclamen lo contrario.

No han transcurrido ni veinticuatro horas del cierre de los colegios electorales en Madrid y ya se pueden sacar algunas lecciones aprendidas a modo de conclusiones, porque son tan claras que no precisan de mucho pensamiento crítico ni de un análisis estructurado sesudo para alcanzar sus posibles consecuencias.

Las recientes elecciones en la Comunidad de Madrid son fruto de un estado de alerta permanente de la que era y seguirá siendo su Presidente, Isabel Ayuso quien, tras muchas alarmas e intentos de golpes bajos y sucios, previó y se adelantó a las desastrosas consecuencias del “efecto mariposa” que nació en Murcia de la mano del mayor gurú de la perversidad y cerebro oculto del gobierno a la sombra, Iván Redondo con la inestimable y nada “altruista” colaboración de un partido, Ciudadanos (Cs); partido, que ya agonizaba a los dos años de obtener sus mejores resultados, como consecuencia de su defectuosa actuación o inacción en Cataluña, aspiraciones diversas hacia la izquierda, rencillas personales, zancadillas y codazos entre sus dirigentes por ocupar los mejores puestos o tener una mayor visibilidad.

Muchos observadores y analistas políticos y hasta su mismo partido, no las tenían todas consigo a la hora de conocerse la decisión de convocar elecciones por anticipado. Pero Ayuso, supo ver la conveniencia, a pesar de los muchos consejos en contra, de desmantelar aquella maniobra que nació entre corruptos en Murcia, para “oficialmente” luchar contra una corrupción, inventada y no demostrada en el PP. Maniobra, que quedó pronto truncada por una ágil reacción de contrapeso y los atacantes (PSOE y Cs) sólo obtuvieron una pieza menor, el alcalde de la capital murciana, a pesar de haberse montado todo como una cacería de altos vuelos o mayor como así se les llama, para llegar hasta la toma por asalto, mediante una apalabrada o en ciernes, aunque reiteradamente negada, moción de censura en la Comunidad de Madrid.

La experiencia nos demuestra que Sánchez es un especialista en llegar a los sitios por la puerta de atrás o moldeando mociones de censura basadas en dimes, diretes, medias verdades y hasta en falsos testimonios amañados por cualquiera, incluso jueces, sin venir a cuento y sin justificación alguna. Una maniobra de este tipo más en su haber, no era cosa extraña y además, al ser habitual en él, se encontraba en dicho ambiente como pez en el agua.

La rápida reacción de la presidente madrileña dejó, literalmente, con el culo al aire a Iván Redondo, a Sánchez y al “tonto útil”, aunque en este caso totalmente inútil, Aguado; el vicepresidente madrileño de Cs quien se había pasado toda la legislatura, poniendo trabas en el camino de su jefa, llevándole la contraria y hasta proponiendo cosas diametralmente opuestas al ideario o temario oficial de un gobierno que a todas vistas, no funcionaba. La ocasión la pintaban calva, y Ayuso entendió que de un zarpazo se podría quitar de encima a los mochuelos que la estorbaban, le hacían daño y además, si lo hacía bien, hasta podría obtener mayores réditos o consecuencias, como así ha sido y a continuación veremos.

Tras aquella reacción, en Moncloa saltaron las señales de alarma, los agitadores, al verse sorprendidos por su descuidado y más débil flanco, y a tenor de las encuestas internas proporcionadas por el CIS de Tezanos cuyos verdaderos resultados se ocultaban a la mayoría de los mortales, entendieron que había que poner todo tipo de trabas para que estas no se celebraran y en el peor de los casos, la mejor carne en el asador para contrarrestar los efectos en una balanza que, en tan corto espacio de tiempo, era muy difícil equilibrar.

Posiblemente, alguna mente perversa —muy probablemente Redondo— apuntó que el grave problema generado durante más de dos años de continuos desprecios, ataques frontales y perversidades manifiestas contra la presidente y la población de una región, a la sazón la más prospera y generosa con el resto —por aportar más que nadie a las arcas comunes sin recibir más que palos a cambio— era poner a las cabezas más visibles al frente de sus partidos en Coalición (PSOE y Unidas Podemos), Sánchez e Iglesias y esperar que su tirón personal apaciguara los impulsos de la osada e intrépida Isabel que, poniéndose la Comunidad por montera y sin muchos o ningún apoyo político —ni siquiera en su propio partido— se lanzó a la aventura en busca de una mayoría absoluta o al menos suficiente, para gobernar en solitario y poder aplicar sus políticas sin moscones rondando a su lado, que la retrasen o despisten a diario.

En dicho contexto, conocimos la abrupta salida de Pablo Iglesias del gobierno para encabezar la candidatura de su partido a gobernar la Comunidad y ponerse al frente de la izquierda en la región. Salida, decretada como “cese” para poder cobrar una cuantiosa y suculenta subvención. Hemos podido ver a un Iglesias totalmente desbocado; convertido en alguien a quien todo se le iba de la mano, como enviar a sus matones personales a sueldo a boicotear las palabras de Vox en Vallecas y atacar con piedras y palos a las fuerzas policiales, mientras tildaba a dicho partido de fascistas y de sembrar el odio o, sobreactuando sin mesura ni decoro con unas oxidadas balas como si fueran una grave amenaza o llamando él y sus secuaces de todo menos bonitos a los votantes y a los que se encuentran a gusto siguiendo las ideas del PP, sus ofertas y forma de actuación.

También vimos a Sánchez en plena esencia, actuando de actor principal en los primeros mítines, de campaña basados en un ideario rancio, guerra civilista y demasiado manoseado, con un pobre Gabilondo —al que se le obligó a confesar que era un “soso”— actuando de telonero o segundón y haciéndole cambiar totalmente de prontuario y de programa hasta tres veces en el corto espacio de la campaña. Un partido socialista que ha usado a muchos de sus cargos en el gobierno a hacer propaganda, sucia y malintencionada, como la absurda navaja (aumentada casi cien veces) que con afán mostraba a la prensa la Ministra de Industria acusando a Vox, a sabiendas de que “la feroz amenaza” era fruto de los desvaríos de un enfermo mental, que hasta puso su remite en el sobre en el que se la envió.

Un Ministro del Interior y una Directora General de la Guardia Civil que han perdido la poca honorabilidad que les quedaba por participar activamente en los mítines, donde nunca debieron aparecer en aras de la oficial neutralidad de su cargo, por ocultar datos muy relevantes en el tema de los activistas a sueldo, y por atacar a los partidos que nada tenían que ver con esa feria montada en su contra, que por ser tan burda, pronto en sus propias manos les explotó.

En definitiva, una vez más pudimos comprobar la baja ralea de Sánchez ya que, a medida que avanzaba la campaña y comprobaba que su intento era vano, fue abandonando y distanciándose de su candidato; tanto que para que no le salpicara, le relegó a un hotel cercano a la sede del PSOE para no verse ni un poco salpicado de los malos resultados que su forzado invento cosechó.

Hemos visto a un director del CIS mintiendo descaradamente, poniéndole la guinda a la porquería en la que ha convertido una institución tan seria, afamada, costosa y bien dotada de medios y personal, que jamás sufrió tanto cómo con él a los mandos del timón de la mentira, lo absurdo y la degradación. Un Tezanos que además de ejercer dicho cargo por enchufe partidista, que no por méritos ni valía, también dirige una revista socialista en la que se permitió ofender a los madrileños que votaban al PP, llamándoles “tabernarios” a dos días de su encuentro con las urnas.

Una RTVE, que en plena campaña, una enchufada periodista en un programa de gran audiencia por la mañana, otrora encargada de la predicción del tiempo en los telediarios, se preguntase extrañada, como era posible que todavía algún madrileño pudiera votar a Ayuso y, a la ínclita, nada le ocurrió.

La otra parte implicada en el fallido aquelarre, Cs, a la vista de la que se les venía encima y que todas las culpas apuntaban al ex vicepresidente Aguado, le apartaron de los focos y pusieron a su mejor efectivo actual, Edmundo Bal para tratar de salvar los platos rotos de una catástrofe anunciada y que ellos mismos cocinaron; quien, aunque no lo hizo mal del todo, se esforzó y trató de pegar los platos rotos con pegamento caducado, el mal ya estaba hecho y muy mal resultado cosechó.

Ayuso a lo suyo, poco a poco empezaba a ganar confianza, entre propios y extraños; las principales empresas demoscópicas, que llevaban meses creyendo en ella y en sus posibilidades, pronto la destacaron como vencedora de una batalla en la que se presentaba sola contra el mundo y sin contar con muchos apoyos por parte de los medios y redes salvo de algunos que llevamos años animándola a seguir en el empeño, porque intuíamos que pronto podría dar a los lobos hambrientos y a los malos agoreros un gran revolcón.

La candidata de Vox, Roció Monasterio y su permanente mosquetero, Abascal, salvaron los muebles y avanzaron tan sólo un escaño más gracias al victimismo al que los socialistas y comunistas les encasillaron y porque del desmembramiento de Cs había mucho donde pescar. Al final de la campaña tuvieron que bajar mucho los decibelios y aspiraciones para presentarse como útiles y necesarios y pronto se vieron obligados a dejar de aspirar a dirigir la derecha como resultado final.

Por último, aparece la hasta ahora desconocida candidata de Más Madrid, Mónica García; una señora médico que miente más que habla hasta en su CV. Que a pesar de su profesión, propone en su ideario desmantelar el Hospital Isabel Zendal con lo admirado y necesario que ha demostrado ser en mitad de una grave pandemia lo que dice bien poco de su profesionalidad. Aunque, como último eslabón ha sabido aglutinar a los desquiciados o cansados de tanta mentira en una izquierda en desbandada porque, quizá sea la más moderada que todas las que le precedieron o le acompañan en cargos visibles de su partido y en toda la izquierda madrileña. Una señora que con el mismo número de escaños que el PSOE, le sobrepasa por tener unos 5.000 votos más y por ello, se convierte en la lideresa de la oposición relegando al hasta ahora partido hegemónico en la región a la durísima tercera posición. Situación delicada esta, de la que aún resta por ver que otras muchas consecuencias tendrá a nivel nacional.

Iglesias, tal y como lo tenía premeditado y comentado —porque no se calla ni bajo el agua— anoche, antes de terminar el recuento total de los votos, anunció que abandonaba la política y todos sus cargos, no recogería el acta de diputado regional (para, entre otras cosas, cobrar los 15 meses que le corresponden de compensación por su cargo como vicepresidente segundo del gobierno) y que se dedicará a otros menesteres en la enseñanza universitaria de la que salió, siendo un mediocre profesor no titular o cobrando pingües sueldos en tertulias de baja calidad o en programas de propaganda marxista, financiados por fuerzas o países extraños con oscuras agendas que fomentan el desconcierto en países democráticos con el afán de disturbar.

Con dicho gesto ha confirmado su inconstancia, que la política le cansa, que no es serio ni tenaz y que lo suyo son los aires de grandeza. Todo apunta a que quedar al mando de la última fuerza política en la Asamblea madrileña no era un plato de buen gusto para su alter ego personal. Veremos en breve donde pica este pollo y de qué gusanos se quiere alimentar.

Su marcha personal, puede ser el preludio de algo más, al igual que los roedores abandonan el barco cuando este se va hundir, también puede implicar que el partido que nació del 15M y estuvo a punto no hace mucho, de sobrepasar al PSOE, esté dando sus últimos estertores y en breve desaparezca como otros que hemos visto pasar del todo o casi todo a la nada en pocos años.

En lo personal, Gabilondo, queda muy afectado por haberse visto forzado a todo y al comprobar que su partido le ha abandonado, puede que en breve saque el billete de partida y se dedique a otras cosas como la docencia de donde nunca debió marchar.

Monasterio, en menos de un día, se ha dado cuenta de la realidad y ya ha bajado sus humos y ha ofrecido su apoyo a la investidura de Ayuso, sin aparentemente, pedir nada a cambio;  aunque a la espera de que alguna pera en dulce, en el futuro le pueda deparar.

Edmundo Bal, en pago a sus esfuerzos, y como los generales nombrados antes de la caída de Hitler, ha sido elevado a la segunda autoridad de un partido que agoniza y que posiblemente al igual, e incluso antes que Podemos, desaparezca del elenco político y quede absorbido por otros. Dos fracasos totales en tan corto espacio de tiempo en Cataluña y en Madrid, no hay perro pichi, que lo pueda aguantar.

La lideresa de la oposición madrileña deberá medir mucho sus palabras y salidas de pata de banco, sus exabruptos y sobre todo, los ataques contra la sanidad madrileña, porque son propios de algarada y de pancarta y muy alejados de la realidad. Está por ver su capacidad de proponer algo coherente y que sirva de ayuda a los ciudadanos. Cuando deje su postura actual, podrá mejorar mucho, y si no lo hace, pronto correrá la misma suerte que Podemos en unos años más.

Por último, Ayuso que ha demostrado ser una resistente gladiadora en solitario, no se debería dejar embaucar por los cánticos de sirena ni por los piropos interesados de los que antes la criticaban y ahora la quieren adular por si hay alguna tajada que sacar. Hoy ha hecho unas declaraciones muy serias en el programa de Herrera y creo que ese es el camino que debe llevar, no dejarse impresionar, remangarse y ponerse a trabajar en serio en su programa sin dejarse despistar. Corresponde a otros transpolar o no resultados, ella tiene su compromiso y lo debe tener limpio y claro tanto personalmente, cómo por el equipo del que se vaya a rodear.

Este es el epitafio de unas elecciones, en las que nadie creía, muchos despreciaban y pocos pensaban que de ellas, tantas cosas podían pasar.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

©2021-saeeg®

 

AQUÍ NO HAY QUIEN VIVA

F. Javier Blasco Robledo*

Frase con la que se tituló una de las series más vistas en la televisión española de todos los tiempos; serie, que empezó su andadura en septiembre de 2003 y finalizó en julio de 2006 tras cinco temporadas y 91 capítulos. Encuadraba un elenco de personajes que vivían en un mismo edificio y representaban los estereotipos más característicos de la real, picaresca, esquizofrénica —por los avatares de sus propias vidas e intereses— y tremendamente vividora sociedad española.

Los personajes se mostraban dominados o movidos —sin que se enteraran— por seres aparentemente inofensivos de su entorno que, sin embargo, ejercían una fuerte y nefasta influencia y un gran control sobre ellos o sus acciones y decisiones mediante la creación de embrolladas e incomprensibles situaciones que, realmente, suelen darse a lo largo de la vida por absurdas que parezcan; aunque la mayoría de los mortales las tomemos y tratemos de otra forma, tal y como pretendía la propia serie.

Una serie y conjunto de situaciones que pronto se convirtieron en la segunda casa de todos los españoles porque una inmensa mayoría se sentía identificado en la misma de una forma u otra, bien en los propios personajes o en las situaciones creadas o vividas por los guionistas y los actores, que algo añadían de su cosecha, y por el generalmente rocambolesco desenlace final de cada capítulo, que creaba una especie de interés a la espera de nuevas y absurdas vivencias por llegar.

Al igual que la novela picaresca española, fue tomada a broma por una inmensa mayoría de los televidentes, cuando en realidad era un auténtico drama que representaba, con alto grado de fiabilidad, la calaña y el bajo calado intelectual de nuestra sociedad, sus intereses, desviaciones varias, tendencias al engaño o la pauta para buscar cómo vivir de la mejor forma posible, a costa de los demás o con el menor esfuerzo propio.

Hace ya años que en España, y sobre todo, desde que Sánchez e Iglesias llegaron a copar los puestos de alta responsabilidad y representación en la escena política, la situación y evolución de los hechos y acontecimientos, recuerdan muy mucho a los líos y embustes de la serie.

Así, hoy en día, parece que en España todo se puede tomar a chunga, nada es serio; nadie respeta la Ley ni las decisiones de los tribunales sin incurrir en graves consecuencias; se ataca sin disimulo a la Constitución, a la Jefatura del Estado o al poder Judicial; se producen más de 100.000 muertes por una desastrosa y pesimamente llevada pandemia y nadie toma o acepta responsabilidades.

Sin olvidar que la mayoría de las decisiones judiciales se cuestionan, no se aceptan y, aunque estas se reiteren, no se aplican. El gobierno miente constantemente, no cumple sus promesas, cambia de rumbo sin solución de continuidad y es tan grande el lío montado que tenemos a Europa muy mosca con nuestro futuro y por ver que es lo que realmente nos traemos entre manos.

Los otrora grandes y graves enemigos de España por su pertinaz y rancio espíritu separatista o su enfermiza y deleznable tendencia a basar sus reivindicaciones en el traicionero uso de la amenaza, los actos de terrorismo y la autoría de unos 1.000 asesinatos en España —mediante el tiro en la nuca, la emboscada, la traicionera bomba y el rapto con posterior muerte por asesinato—, son ahora los que tienen nuestro futuro en sus manos, al haberse convertido en los imprescindibles socios de un gobierno que, por culpa de los favores, apoyos y los caprichos de estos, está totalmente endeudado.

Nuestra imperfecta y tantas veces manoseada democracia, permite sin reparos ni vergüenza o mínimo rubor, que la continuidad en el mando y la dirección del país por nuestros próceres de hoy dependa de los votos de dichas lacras sociales y políticas que se cobran con creces su favores ante la pasividad total de las clases políticas, la dirección de las fuerzas armadas, los altos tribunales y el imperdonable aborregamiento de una sociedad vendida, comprada o acomodada que no quiere saber nada, que prefiere mirar para otro lado, antes que verse implicada en manifestaciones y actos para decir fuerte y claro, “¡Señores, hasta aquí hemos llegado!”.

La jefatura del Estado, representada en SM el Rey, es vilipendiada, menospreciada, atacada y humillada casi a diario desde todos los estamentos, ciertas autonomías e incluso total o parcialmente por el propio gobierno por acción u omisión de sus componentes, quienes tienen hipotecado el futuro de sus carreras a costa de evitar ofender o molestar a tanto malvado que les apoya e incluso hasta forma parte del mismo gobierno, a pesar de que previamente en plena campaña electoral, haber jurado que tal situación no se iba a cumplir de ningún modo por ser insufrible y con consecuencias para España de mucho calado.

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y hasta las mismas Fuerzas Armadas, en muchos casos, se encuentran bajo el mando de personas “acomodaticias o agradables” a los políticos en el gobierno, poco molestas y tremendamente agradecidas de haber sido designadas para ocupar dichos cargos, aunque su propia conciencia y formación profesional —mamadas durante muchos años— les indique que esos puestos, no son para ellos y que a otros, con más méritos y derechos, se los han birlado.

Vemos al presidente del gobierno, a gran parte del ejecutivo y al que hasta hace pocos días era vicepresidente segundo, empecinarse en atacar a la zona más fructífera y saneada política, social y económicamente de toda España, Madrid.

Y todo ello, a pesar de que la Comunidad de Madrid es la región donde nadie es extraño, todos tienen cabida y aporta más que ninguna otra ingresos solidarios, de los que viven los que la atacan, ofenden y le cierran sus puertas de acceso por cochina envidia, sectarismo y poca vergüenza ante la realidad del éxito de las políticas puestas en juego desde hace ya bastantes años.

Una región que en pocos días pondrá a prueba si se rompe o no la tendencia nacional y con ello se pueda corregir la hecatombe social, sanitaria, política y económica a la que los socialistas y los comunistas avocan a una triste España y hacia dónde, aún peor, nos quieren llevar.

Vivimos una situación de espera, incertidumbre y hasta de duda que acongoja a los que observamos con desesperanza e inquietud la evolución de los acontecimientos de una Patria a la que muchos españoles le venimos dando todos nuestros esfuerzos y desvelos posibles con amor y absoluta generosidad, sin pedir a cambio, nada en especial.

Hemos sido testigos del nacimiento, auge y caída de ciertos partidos políticos que, tras muy poco tiempo en las tablas, confundieron sus preceptos y principios para enzarzarse en lo más bajo de la política y tratar de encontrar un buen acomodo para sus mandos y demasiados allegados.

También podemos decir alto, fuerte y claro que han surgido o refundado otros partidos que prometiendo “velar por el pobre desgraciado”, sólo buscan su mayor rédito o enriquecimiento personal y no reparan en acogerse a toda dádiva, dieta o compensación a la que tengan derecho por “ejercer” su cargo, mientras el pueblo, trabajador y llano sufre las penurias de los ERTEs, los EREs, la segregación social y el duro, ciego y prolongado paro.

Una España sumida en las colas del hambre, en la desesperación por falta de un fututo claro, en la mentira y el engaño; que vive sometida a una constante propaganda tan mal enmascarada como el maquillaje con el que nuestro ínclito presidente, cada vez que habla en público, trata de esconder sus vergüenzas y las presiones que recibe desde Europa para poder hacer o proponer algo, aunque sabe que en cuestión de horas o días deba suspenderlo, anularlo o modificarlo porque está mal hecho o resulta fuera de tono, inútil o precipitado.

Mantenemos los peores datos del mundo civilizado en lo que al manejo y contención de la pandemia mundial se refiere; fuimos incapaces de verla venir, a pesar de los muchos avisos externos y los ocultados informes internos, por un afán de propaganda malintencionada de parte de un gobierno vendido a las exigencias de su parte comunista y más feminista.

La pandemia en sí, se gestionó y aun gestiona de auténtica pena, se invirtió en compras fantasma y se han malversado, o al menos desaparecido. sin dejar rastro, cientos de millones de euros en compras inexistentes, realizadas precipitadamente sin un contrato serio, asignadas a dedo a amigos o a comerciantes surgidos de la noche a la mañana, sin curriculum ni experiencia en el ramo sanitario y, por cierto muchos de ellos, bastante amigos de otros amigos del personal en el gobierno.

Las muertes de ancianos en la residencias, en soledad y con escasos cuidados paliativos, es una vergüenza nacional de la que nadie se quiere responsabilizar; incluso, se da el caso paradójico, de que el entonces vicepresidente segundo del gobierno, Iglesias; principal responsable por Ley y por haberse arrogado públicamente él mismo la máxima autoridad para el sostenimiento, las buenas praxis y la atención en las mismas, ahora usa las victimas en aquellas residencias como un  arma arrojadiza contra la principal oponente en Madrid a la que, de forma desesperada —ya que se ha visto precisado a abandonar el gobierno del que tanto le costó encontrar asiento a la lumbre, para intentar salvar a su partido de la desaparición definitiva— se enfrenta para las próximas elecciones regionales en los primeros días de mayo.

Somos el segundo país europeo más pedigüeño y plenamente necesitado de ayuda económica externa en Europa para poder salir del bache en el que este gobierno nos ha metido por su mala cabeza, falta de previsión y por haber tirado por la borda millones de euros a base de todo tipo de dádivas, inútiles planes, sueldecitos y otras ayudas dedicadas a la compra de voluntades y a asegurarse favores.

Nos encontramos, intentando engañar a una Europa de nuevo —que ya está harta de nosotros— con amagos de reformas nada claras, cambios estructurales que nunca llegan y una larga lista de impuestazos que como veremos, tras las elecciones del 4 de mayo, harán temblar a grandes y pequeños. Impuestos, que serán, sin duda, la puntilla para muchos de las pequeñas empresas, negocios y autónomos, que están tiritando tras más de un año de pandemia y que ya no se fían de lo que les dice el gobierno porque, según Sánchez, hace tiempo que le habíamos ganado la partida a la pandemia y salíamos reforzados. Pero, sin embargo, aquí estamos, con los negocios cerrados, mano sobre mano y sin ver un euro positivo en las famélicas cuentas de resultados.

Nos hemos convertido en un país ninguneado por todos los países lejanos y los más cercanos, que no cuenta para nadie y que aún sigue esperando a que le llame el Tío Sam y eso que Biden es de izquierdas y en Moncloa, a pesar de los desplantes de Sánchez y Zapatero, se pensaban que con este personaje, todo anterior desaguisado se iba a arreglar en un abrir y cerrar de ojos.

Nadie pensaba en la real trascendencia de las elecciones madrileñas, salvo los que ven en Moncloa que sus butacas pueden estar en peligro; por ello, hicieron todo lo posible para que no se hubieran celebrado. Unas elecciones en las que la mayoría de los partidos se han enfangado en una campaña sucia y barriobajera donde los insultos, amenazas, desplantes, abandonos de atriles, viejos y rancios eslóganes y absurdas mentiras se agrandan y ensalzan hasta niveles increíbles como el tratar de impedir un pequeño mitin en un rincón de la capital a base de lanzarles pedradas o en enviar amenazas con munición de guerra en varias cartas y sacarlo a la prensa como su gran baza para ganar.

No quisiera terminar el repaso a lo que está ocurriendo en nuestro solar patrio sin mencionar y resaltar un execrable hecho por el que atónitamente, el pasado viernes, fuimos testigos los españoles; ni más ni menos, que emplear el Boletín Oficial del Estado para promulgar una modificación, por cierto muy cuestionable —porque implica el sometimiento de todos a la voluntad de unos pocos en lo referente al derecho al trabajo y de huelga y la actitud de los activistas de los denominados “piquetes informativos”— mediante una Ley Orgánica (5/2021) por la que se deroga el apartado 3 del artículo 315 de Código Penal. Ley Orgánica, en cuyo preámbulo se trata de forma rastrera y torticera al partido que lo incluyó, y lo que es más execrable y aún sin comprender por nadie, se usó la firma de Su Majestad el Rey como es preceptivo, sin que al parecer, nadie advirtiera, se resistiera o posteriormente rectificara, tan vulgar y rastrera hazaña, propia más bien de países dictatoriales y poco o nada democráticos.

De la lectura de este trabajo, me atrevo a pensar que de él se desprende fácilmente que en España estamos viviendo situaciones peculiares, estrambóticas o de auténtica pesadilla, tal y como aquellos vecinos de la serie a la que me refería al principio, quienes apenas salían de una situación rocambolesca volvían a verse inmersos en otra u otras de mayor calado y profundidad, cada vez más absurdas e irracionales de manos de unos peculiares elementos que, a su modo, dominaban al resto de convecinos. El certero título de la serie era lo mejor de ella; y en este caso, yo cambiaría el de este trabajo por “En España, con este gobierno, no hay quien viva”.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

©2021-saeeg®