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MIS PESOS, TUS PESOS, NUESTROS PESOS

Iris Speroni*

El dinero electrónico, más allá de un excelente negocio para los bancos, es una cárcel para nosotros, los comunes.

Hace años que las patronales del mundo (WEF por ejemplo) quieren imponer el dinero electrónico. Funcionarios argentinos promocionan el sistema. Durante el gobierno de Macri se obligó a todo comercio minorista a aceptar tarjetas de débito. La semana pasada el gobernador del Chaco propuso que dejemos de lado la moneda física de curso legal. Obviamente, son restricciones para los plebeyos. los funcionarios tienen su tesoro en moneda extranjera.

Los ciudadanos de a pie debemos defender el efectivo con uñas y dientes y rechazar todo intento de políticos y banqueros de querer controlarnos con dinero electrónico. MI AMIGO EL EFECTIVO.

El artículo de hoy va a dar algunas cifras sobre las ganancias de la banca con el manejo del dinero. Es mucho dinero, pero es sólo dinero.

El reemplazo del efectivo por el dinero electrónico restringe nuestros grados de libertad. Es algo mucho más grave que los bancos ganen una rupia más. Quien maneje el dinero electrónico puede decidir que uno no pueda comprar pan o pagar la luz. El Poder —lo que esto sea— puede cancelar a determinados individuos en forma arbitraria como represalia, si así lo desease.

El dinero electrónico amenaza nuestra libertad. Nuestro Himno Nacional marca lo importante: “Libertad, Libertad, Libertad”. Para aquellos de ustedes que sean peronistas, recuerden que el lema del partido es “Patria Libre, Justa y Soberana”. No dice “soberana, justa y libre” o “justa, soberana y libre”. Primero, libre.

Nada es más importante que defender nuestra libertad. El dinero electrónico, más allá de un excelente negocio para los bancos, es una cárcel para nosotros, los comunes.

 

Este artículo no es sobre el dinero electrónico sino sobre la cuenta sueldo para trabajadores activos y pasivos.

El BCRA toma pesos del público y ofrece a cambio de ellos una tasa de interés; se denominan “pasivos remunerados”. El supuesto objetivo es inmovilizar dichas sumas para que “no se vayan al dólar”. Lo que el BCRA (supuestamente) persigue es que haya menos pesos libres en el mercado y que los privados —personas físicas o jurídicas— no compitan con el propio BCRA en la compra de dólares, lo cual provocaría un aumento de la cotización. Dicho de otra manera, remunerar los pesos sería, según lo que alegan las autoridades, una forma de controlar la cotización de la divisa.

Como he dicho innumerables veces, este relato público es mentiroso. El objetivo es el pago de intereses en sí. Dinero que emite el BCRA y que se reparte entre diez bancos. Cuidar el precio del dólar es sólo la excusa para poder ejecutar esta maniobra la cual consiste en transferir dinero, mucho dinero, desde el BCRA a la banca. El segundo mejor negocio del mundo luego de comprar dólares a $ 120 cuando valen $ 280.

Esta relación del BCRA con los bancos convierte a estos últimos en proveedores del estado sin límite ni control de ningún tipo. Si somos rigurosos, es una relación que debería ser supervisada por el Congreso (art. 75 de la CN), pero en los hechos el Poder Legislativo brilla por su ausencia. 

Los intereses diarios son de más de 1.000 millones de pesos. Eso se paga con emisión. Es la razón por la cual todos nosotros podemos comprar menos cosas cada día. SEIS LATITAS DE ATÚN.

¿Qué hacen los bancos con esas ganancias? Una parte se la dan a sus clientes, otra se la quedan (como ganancia propia). El dinero que sí queda en el banco es usado para cubrir gastos como sueldos, alquileres, electricidad, sistemas. Si quedara un remanente eventualmente se distribuiría en forma de dividendos.

¿De dónde sacan los bancos el dinero que le prestan al BCRA?

En abril 2022 el BCRA publicó un informe periódico denominado “Inclusión Financiera”. El mismo monitorea la cantidad de sucursales existentes, la cantidad de localidades con servicio bancario, la cantidad de cuentas a nombre de personas físicas y el tipo de interacción bancaria.

El 95% de la población adulta tiene algún tipo de cuenta. Forzarnos al pago electrónico provocó que se hubiera reducido el retiro de efectivo de los cajeros automáticos.

Las personas físicas en su conjunto colocan el 50% de su dinero bancario en cajas de ahorro (la pueden retirar en cualquier momento), el 41% en plazos fijos, un 5% en fondos de inversión y el resto en otras modalidades.

La mitad del dinero que las personas físicas dejan en manos del banco perciben una tasa mínima: cuentas corrientes 0% y  cajas de ahorro 1%/2% anual.

Página 43:

La mayor parte de los depósitos del sector privado se asocia a un perfil minorista (con cierto sesgo a una mayor estabilidad relativa), ya que la proporción de los depósitos de las personas humanas y PyMEs se ubicó en torno a 58,4%.

Del total de depósitos en los bancos el 48% corresponde a plazos fijos y depósitos a la vista del sector privado. De esos montos, el 58% son ahorros minoristas: 45% personas físicas y 13% pymes.

Ese dinero las personas se lo dejan a los bancos y éstos: a) se lo prestan al BCRA a la tasa de Leliq del momento (40% anual a julio 2022) o b) se lo prestan a los deudores de tarjeta de crédito (110% anual julio 2022), c) se lo prestan a empresas a tasas superiores a a).

El dinero de los trabajadores

El monto de depósitos de todo tipo de las personas físicas en el sistema bancario proviene del pago de sueldos, jubilaciones y pensiones, beneficios sociales, ahorros personales, pagos de todo tipo (indemnizaciones, acuerdos judiciales, rentas de alquiler, venta de automóviles o inmuebles, servicios personales), ingresos de los profesionales autónomos.

Dicho esto, sí sabemos, gracias a la información que brinda el ANSES, cuánto dinero se deposita todos los meses en las cuentas de los trabajadores, tanto activos como pasivos.

Trabajadores Activos

El ANSES computa 9.905.314 de aportantes a noviembre 2021, de los cuales 7.447.769 están en relación de dependencia.

El monto salarial abonado a noviembre 2021 rondaba los 634.752 millones de pesos mensuales, si tomamos la suma bruta menos los descuentos.

Esta suma de dinero es administrada en forma diferente por cada familia. Algunos retiran ese dinero casi inmediatamente (pago de alquiler, cancelación tarjeta de crédito, pago de abonos y servicios). Otros lo retiran parcialmente a lo largo del mes. 

Trabajadores Pasivos

En noviembre 2021 entre jubilaciones y pensiones se abonaron 6.562.993 beneficios por un total de 231.257 millones de pesos mensuales.

Ambos grupos listados suman:

  • 634.752 millones de pesos
  • 231.257 millones de pesos
  • 865.909 millones de pesos

Este número no incluye empleados provinciales y municipales fuera del SIPA ni autónomos, ni beneficiarios de planes sociales. 

 

No está bien comparar stock con flujos. Stock es lo que está (ej. total dinero prestado al BCRA “pasivos remunerados”) y flujo es lo que va y viene todo el tiempo (ej.: monto de pago de sueldos).

Ahora bien, el dinero de sueldo depositado queda brevemente en la cuenta de la persona hasta que ésta lo gasta. Mientras permanece quieto en la cuenta es un stock (porque no se mueve).

Supongamos que las personas retiran el 70% el primer día y dos semanas después un 20%, languideciendo hasta fin de mes con un 10%. Es una curva imaginaria. La real la conoce el BCRA (porque tiene la totalidad de los datos individuales en forma diaria) y cada uno de los bancos respecto a sus propios clientes.

Según los números del ANSES noviembre 2021 y la curva imaginada el promedio diario es de 193.609 millones de pesos de stock inmovilizado propiedad de trabajadores activos y pasivos. Sobre ese dinero los bancos remuneran cero o 1% de interés anual.

Por todo ese dinero los bancos le cobran 40% anual al BCRA y 110% anual a los deudores de tarjetas de crédito.

La brecha que ganan los bancos en forma diaria (40%-1%) es de 206 millones de pesos. [193.609 x 39% /356]

La brecha que ganan los bancos (calculada al 39%) es de pesos 75.429 millones anuales. Según el tipo de cambio de diciembre 2021, un total de 377 millones de dólares. Sobre dinero gratis para ellos.

Cada día que usted deja su dinero en su cuenta y no retira el efectivo, es ganancia para el banco.

Ahora se entiende el interés de los bancos para convencer a los usuarios de usar el dinero electrónico.

¿Realmente usted quiere que su dinero se lo maneje el banco?

 

Lecturas relacionadas:

Mi amigo el efectivo

https://restaurarg.blogspot.com/2022/03/mi-amigo-el-efectivo.html

Seis latitas de atún.

https://restaurarg.blogspot.com/2022/04/seis-latitas-de-atun.html

Progretudos

https://restaurarg.blogspot.com/2022/07/progretudos.html

La lucha contra el efectivo

https://restaurarg.blogspot.com/2018/11/la-lucha-contra-el-efectivo.html

Control y explotación, las verdaderas intenciones de la guerra contra el efectivo

https://restaurarg.blogspot.com/2018/04/control-y-explotacion-las-verdaderas.html

 

Referencias

BCRA – Informe inclusión financiera

http://www.bcra.gov.ar/Pdfs/PublicacionesEstadisticas/IIF-segundo-semestre-2021.pdf

BCRA – Informe de estabilidad financiera julio 2022

http://www.bcra.gob.ar/Pdfs/PublicacionesEstadisticas/ief0122.pdf

 

Artículo publicado originalmente el 16/07/2022 por Restaurar.org, http://restaurarg.blogspot.com/2022/07/mis-pesos-tus-pesos-nuestros-pesos.html

DIOS, PATRIA, HOGAR

Santiago González*

¿Una respuesta política nacida desde lo religioso para enfrentar el globalismo financiero y el marxismo cultural?

“Dios, patria, hogar”, proclamaban las leyendas escritas con desafiante pintura negra sobre los paredones encalados del pueblo. A mí y a mis amigos nos causaban gracia y curiosidad, una porque conocíamos a los que las escribían y, a pesar de que ponían cara de malos y usaban tremendo bigote, no nos parecían muy preparados para sostener cualquier desafío, y la otra porque no entendíamos la necesidad de la proclama, tan seguros estábamos de contar con un Dios, una patria y un hogar. Esas seguridades sin embargo iban a durar poco. Casi sin darnos cuenta, entrábamos a la vez a la adolescencia, a la década de 1960 y a una etapa de transformaciones vertiginosas que estremecerían hasta los cimientos esas certidumbres.

¿Cómo podíamos saber, entonces, que Dios sufría desde hacía casi un siglo el ataque encarnizado de la Europa cristiana, y que su muerte ya había sido anunciada como una buena nueva? ¿Cómo podíamos anticipar que la patria sucumbiría bajo la doble agresión de la violencia y el saqueo en las décadas siguientes, las de nuestra juventud y madurez, las décadas en las que la vida para la que nos estábamos preparando debía rendir sus frutos? ¿Cómo podíamos imaginar siquiera que el hogar, la familia, ese reducto último de la certidumbre y el amparo, el lugar del reposo, la alimentación y el abrazo, iba a ser blanco de la metralla que ahora, ante nuestros ojos, hace saltar por el aire sus últimas astillas?

¿Cómo podíamos sospechar que algún día, ante la mirada interrogante de nuestros hijos, sólo íbamos a tener perplejidad y silencio como respuesta?

Evidentemente, nuestros amigos de los bigotazos y el pelo aplastado habían olfateado con la debida anticipación algo que nosotros no percibíamos. Y que tampoco, para ser honestos, queríamos percibir, encandilados unos con la conquista del espacio y los avances tecnológicos que probaban la eficacia del capitalismo, obnubilados otros con la revolución cubana y el Concilio Vaticano II, que señalaban el camino inevitable hacia el socialismo y el hombre nuevo. Ni unos ni otros veíamos en nuestras opciones una amenaza contra Dios, ni contra la patria ni contra el hogar, porque los juzgábamos tan eternos como el agua y el aire, como Borges decía de su ciudad.

Y sin embargo, aquí estamos: sin Dios, con la patria hecha añicos y ya casi sin hogar.

La situación en la que hemos caído es resultado de una combinación de factores tan disímiles, dispersos y azarosos que parecería difícil imaginar una conspiración. Podría decirse que si hay una conspiración su origen no es de este mundo, cosa que movería a risa a algunos, pero que otros tomarían muy en serio, especialmente los que creen en la eficacia operativa del demonio. Sabemos, sin embargo, que hay personas en condiciones materiales e intelectuales de ayudar al azar (o al diablo) y orientar las cosas en determinada dirección. Al fin y al cabo, lo del Nuevo Orden Mundial fue una idea emanada de esas personas y propuesta claramente y con todas las letras, no un invento de las mentalidades conspirativas.

La idea de reordenar el mundo brotó tras la caída del muro de Berlín, que no separaba, como se cree habitualmente, al Occidente capitalista del Este socialista: era en realidad un dique de contención contra los desbordes de uno y otro lado, obligaba a cada bando a preservar una cierta apariencia de virtud. Cuando el hormigón cayó bajo la presión de las multitudes, lo peor del capitalismo se fundió en un abrazo con lo peor del socialismo, con el que mantenía antiguas y documentadas relaciones, y desde entonces vienen marchando juntos hacia la instauración global de una nueva esclavitud, políticamente totalitaria, como siempre imaginaron los comunistas, y económicamente libertaria, como siempre imaginaron los capitalistas.

La tarea no parecía sencilla. ¿Cómo someter nuevamente a la esclavitud a un hombre al que las mismas élites habían ensoñado desde la Revolución Francesa con las ideas de libertad, igualdad y fraternidad? Personas inteligentes, no tardaron en encontrar una solución simple, económica y orwelliana: cambiar el sentido de las palabras.

Los conspiradores, o el mismísimo demonio, procedieron por etapas: en nombre de la libertad comenzaron por separar al hombre de Dios para privarlo del sentido trascendente de la vida, que lo unía en alabanza y oración al conjunto de los demás hombres y de todo lo creado; después se dedicaron a socavar sus vínculos de pertenencia e identidad, especialmente la patria, pero también el terruño o el barrio, la lengua o la música, en aras de una igualdad global e indiferenciada que excede largamente lo social, incapaz de suscitar identificación, pertenencia o lealtad alguna; ahora, a favor de una fraternidad tan inclusiva como estéril, apuntan con la ideología de género contra la familia, bastión último de anclaje y de sentido para un hombre en trance de ser despojado de todas las ligazones y raíces que necesita para desarrollarse y crecer con cierto grado de salud.

Este hombre, así desamparado, perdido y angustiado, el hombre que las mentes más lúcidas de Europa vienen describiendo con un sentido de urgencia cada vez mayor, no sabe cómo enjugar su desesperación: las drogas, la promiscuidad, las experiencias extremas, nada le alcanza para cubrir el vacío al que lo han arrojado las consignas de libertad, igualdad y fraternidad en su versión perversa. Ese hombre está listo y predispuesto para recibir, con alivio de náufrago y agradecimiento perruno, el yugo del esclavo. El yugo, claro está, ya no tiene el perfil grosero del madero o el herraje, sino que llega en el suntuoso envase de la tecnología y la modernidad, tan amable y seductor que le resulta irresistible.

Hablemos también de libertad de mercado y derecho de propiedad, palabras cuyo significado se ha trastocado hasta lo irreconocible. ¿Podemos hablar de libertad de mercado cuando toda la economía capitalista se mueve hacia la concentración, cuando cada vez menos personas deciden sobre áreas cada vez más amplias del comercio, la industria, las finanzas y los servicios, cuando cada vez hay menos espacio para el emprendimiento personal, se trate del ejercicio de las profesiones liberales, o de la simple farmacia, ferretería o almacén de barrio? ¿Podemos hablar de derecho de propiedad, cuando el único derecho de propiedad resguardado es el de los bienes materiales pese a que la persona también es dueña de intangibles como su historia, su patria, su religión, su lengua, sus opiniones e incluso su cuerpo, amenazados todos por el poder de coerción del Estado?

El nuevo orden le recuerda permanentemente al ciudadano su condición de esclavo, cuya supervivencia depende de un amo cuyo rostro ni siquiera conoce, pero al que debe someterse sin chistar si no quiere perder su ciudadanía, que ya no consagra la Constitución, sino una tarjeta de crédito, un alquiler o un abono, puesto que cada vez le resulta más difícil ser propietario de nada. La palabra que mejor define la situación del nuevo esclavo es precariedad: casi nada de su vida está efectivamente bajo su control, todo es transitorio y puede acabarse en cualquier momento, desde el empleo hasta el matrimonio, para usar una palabra realmente anticuada. Especialmente, y uno sospecha que deliberadamente, ya no puede ser propietario de una casa, un cuarto propio, un lugar donde caerse muerto. En cualquier momento puede encontrarse literalmente en la calle.

Sospecho que eso es deliberado, porque hay algo sagrado en la casa propia: Mircea Eliade dice que su construcción replica el gesto creador y fundacional de los dioses, y constituye un eje en torno del cual ordenar el propio mundo y una suerte de eslabón con lo sagrado. En la casa propia, cada hombre funda su propio linaje, y la ocasión suele ser debidamente señalada. Cuando finalizó la construcción del techo de la que sería nuestra casa familiar, mi padre agasajó a constructores y amigos, y en la flamante cumbrera se colocó una rama de pino, según fotografías que pude ver en el álbum familiar. La imposibilidad de tener su propia casa corta el último vínculo del hombre con la divinidad. Asunto que nos lleva de regreso al comienzo de esta nota.

Si se las mira con un poco de atención, todas las acciones del globalismo financiero asociado al marxismo cultural que venimos describiendo son “disolventes”, como decían los militares respecto del accionar de la izquierda: apuntan a romper o desatar todos los vínculos que anudan al hombre con su Dios, con sus compatriotas, con su familia, para dejarlo aislado, inerme e impotente. Esta comprobación tiene la virtud de mostrarnos el camino para hacerles frente: propone un plan de resistencia y un programa de acción. Si el propósito de estos conspiradores (o del demonio, vaya uno a saber) es desligar al hombre de sus referencias trascendentes y existenciales, ¿deberíamos responder reparando esas ligaduras, religándolo? ¿Una respuesta política nacida desde lo religioso? Dios para afianzar una patria, patria para levantar un hogar, hogar para formar hombres y mujeres cabales. No hay abuso de retórica ni tampoco mucha novedad en esto: la Argentina que supo enorgullecernos se hizo en gran medida así.

 

* Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires y se inició en la actividad periodística en el diario La Prensa de la capital argentina. Fue redactor de la agencia noticiosa italiana ANSA y de la agencia internacional Reuters, para la que sirvió como corresponsal-editor en México y América central, y posteriormente como director de todos sus servicios en castellano. También dirigió la agencia de noticias argentina DyN, y la sección de información internacional del diario Perfil en su primera época. Contribuyó a la creación y fue secretario de redacción en Atlanta del sitio de noticias CNNenEspañol.com, editorialmente independiente de la señal de televisión del mismo nombre.

 

Publicado originalmente el 01/03/2019 en gaucho malo El sitio de Santiago González https://gauchomalo.com.ar/dios-patria-hogar/

DIVAGANDO ACERCA DE LA IGUALDAD

Agustín Saavedra Weise*

Imagen de falco en Pixabay 

“Libertad, igualdad, fraternidad”, era el lema revolucionario francés en 1789. Sigue siendo manipulado hoy, casi siempre demagógicamente. De esta trilogía, sobresale nítidamente la igualdad, objeto de chorros de tinta y millones de discursos. Desde el punto de vista jurídico, la igualdad formal es inobjetable. Sabiamente, el Libertador Simón Bolívar manifestó que “la igualdad jurídica es imprescindible para que sirva de contrapeso a la desigualdad física, de suyo inevitable”.

Así, pues, todos somos idénticos en lo que son nuestros derechos y obligaciones pero ¡ah! bien sabemos que hay algunos “más iguales que otros”, como sentenciaba George Orwell en Rebelión en la Granja. He aquí uno de los primeros puntos de discrepancia: la desigualdad real creada arbitrariamente mediante odiosos privilegios para unos y restricciones para otros mientras formalmente se proclama la “igualdad”. Uno de los más grandes documentos políticos, la Constitución original de los Estados Unidos de América, se contraponía a la realidad de un país esclavista y racista que surgió así a la vida independiente en 1776. Tuvo que ocurrir una sangrienta guerra civil y mucho tiempo más para que la letra de la Constitución norteamericana sea compatible con su espíritu y puesta en práctica. Recién en los últimos 50 años negros estadounidenses e indoamericanos han logrado incorporarse progresivamente a la sociedad estadounidense; hoy surgen antipáticas discriminaciones y segregaciones que son de conocimiento público.

Hay otros múltiples documentos legales que proclaman la igualdad, pero casi siempre de boca para afuera y sin que ella se cumpla. Por otro lado, en nuestros días el que se refiere a la desigualdad corre el riesgo de que le corten la cabeza. Sin embargo, forzoso es reconocer que no todos somos iguales. No en vano Karl Marx expresó “de cada cual según su capacidad y a cada cual según su necesidad”, dejando clara la noción de una desigualdad inherente a los seres humanos que está ahí, es real y cotidiana, pero la mayoría se niega a admitirla como si tal cosa fuera un pecado. Somos desiguales, pues tenemos distintos talentos, distintas falencias; el medio ambiente y las mayores o menores condiciones de vida nos otorgan también mayores o menores condiciones de progreso y así sucesivamente.

Frente a esta inherente desigualdad, la igualdad ante la ley pasa a ser realmente imprescindible. Sin embargo, existe algo tan o más importante que la igualdad jurídica y que raras veces se aplica, en particular acá en Bolivia y en otras latitudes semidesarrolladas. Me refiero a la igualdad de oportunidades, a la posibilidad de que todos tengan el mismo punto de partida y la misma posibilidad de llegar. Tal como en una carrera de caballos, habrá un ganador, un segundo, un tercero y un último, pero al final, todos tuvieron idéntica chance: largaron del mismo lugar (y al mismo tiempo) sobre un espacio uniforme. El que llegó primero lo hizo en base a sus cualidades particulares para “x evento” o situación que lo resaltó sobre los demás. Pero repito, todos tuvieron la misma oportunidad.

Más allá de la base fundamental de la igualdad legal, ésta —la igualdad de oportunidades— es la igualdad más idónea que debemos impulsar. Todo el resto tiene poco valor frente a dicho impulso. Asimismo, al reconocer la desigualdad admitámosla como algo hoy por hoy inevitable y que debe paliarse de varias maneras. Una de ellas es la generación de igual oportunidad para todos; la otra, de más largo aliento, tiene que ver con la creación de mejores condiciones de vida Pero esa es otra historia…

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Nota original publicada en El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/opinion/divagando-acerca-de-la-igualdad_248633