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SON PARTE DEL PROBLEMA

 Iris Speroni (gab: https://gab.com/Iris_Speroni)

Un tipo de cambio retrasado significa que el gobierno subsidia las importaciones frente a la producción local

Hace un par de días tuve la mala suerte de ver a De Mendiguren en televisión. Defendía el status quo y proponía “cambiar la matriz productiva”, eufemismo por “más industrialización”, lo que esto signifique.

Las propuestas de De Mendiguren las conocemos. De Mendiguren es parte del problema. Hace diez años que la Argentina decrece. En gran parte gracias a él y a sus amigos[1].

De Mendiguren maneja varios errores conceptuales. Tratándose de él no se sabe cuánto es error y cuánto es malicia. Brindémosle el beneficio de la duda.

Los “industrialistas”, los “vivamos con lo nuestro” del siempre rechazado Aldo Ferrer, se presentan a sí mismos como diferentes y mejores de quienes producen y exportan bienes primarios agropecuarios. Desprecio que no exhiben frente a petroleros o mineros.

Subidos a una supuesta tarima moral, donde, aparentemente, es mejor producir ojotas que forraje. Hasta tuercen la cara cuando sostienen “tenemos que dejar atrás el modelo agro-exportador”, muletilla de todo egresado de FSOC[2].

De ahí que De Mendiguren apoya al gobierno actual, al grado de ser parte de la alianza gobernante, porque este gobierno estimula la “industrialización”, donde supuestamente, hay mejor trabajo y éste es mejor pago.

Esta propuesta de “industrialismo” argentino es sostenida, desde ya, por la UIA, quien bien o mal, está en su derecho de defender lo suyo como lo mejor del universo.

También es apoyada por toda la “catedral” argentina. Llamo “catedral” al cúmulo de opiniones que se apoyan las unas a las otras, conformada por las universidades, en particular ciencias sociales, ciencias políticas y ciencias económicas, de todas las universidades nacionales y también de algunas particulares como la Di Tella, más los periodistas, que ponen rostro adusto, fruncen el entrecejo y asienten ante cualquiera que predica en favor de “industrializar” y de “dejar atrás al modelo agroexportador”. No sólo en C5N y la TV pública, sino en LN+ o A24. Numerosos programas impartidos por sociólogos y politólogos en Canal Encuentro en este sentido.

Los prejuicios que soportan este andamiaje serían los siguientes: industrializar está bien y las tareas rurales son el mal. La industria da trabajo y el campo no. A la gente del campo la aguantamos porque trae los dólares que nosotros no sabemos traer al país. Le sacamos sus dólares de todas las maneras posibles y los degradamos públicamente para que no hablen y si hablan que nadie los escuche. Porque son malos. Éste es el principio del discurso de De Mendiguren, cuando afirma que “hay que cambiar la matriz productiva”.

Veamos un poco más de cerca

De Mendiguren es funcionario público desde hace 20 años. En esos 20 años el país continuó su marcha forzada de desindustrialización. En los últimos 10 años el PBI de Argentina decreció.

Ahora veremos cuáles fueron los mecanismos implementados desde el poder para lograr tanto que cierren industrias como que el PBI caiga.

La desindustrialización es una política de estado que atravesó todos los partidos políticos que llegaron al gobierno (Alfonsín – Menem – De la Rúa – Duhalde- Kirchern – Fernández x 2 – Macri – Fernández).

Las herramientas fueron: el Mercosur. Éste es una construcción legal que permite fabricar en Brasil pero aun así mantener cautivo el mercado doméstico argentino. La Argentina abrió su mercado interno a Brasil (cuchillos, sábanas, remeras, lonas para cubrir camiones, carrocerías de colectivos, maquinaria agrícola) mientras Brasil implantó barreras para que no podamos exportar lácteos, maquinaria agrícola, químicos, en resumen nada, excepto lo que ellos no pueden hacer como cebolla, ajo y uvas (y esto último hasta que funcionen los viñedos del sur de su país). Brasil nos “quitó” las industrias mediante: a. un tipo de cambio competitivo, b. exenciones impositivas, c. tasas de interés razonables. En un principio tenían salarios más bajos. Hoy están parejos o nosotros estamos peor que ellos.

Mientras en Argentina la política de Estado desde el poder, del cual De Mendiguren fue una parte activa, por ejemplo como Ministro de la Producción, hizo lo posible e imposible para desindustrializar el país y que las únicas actividades rentables fueran el petróleo (por los subsidios y exenciones impositivas), la minería (por las exenciones impositivas), la pesca (porque declaran uno de cada dos barcos), la soja y la droga. Toda otra actividad no es rentable.

No es rentable por las políticas activas de los diferentes gobiernos. En primer lugar por la relación con Brasil, donde no se defienden los tantos. En segundo lugar por tener un tipo de cambio retrasado. Esto no sólo nos vuelve no competitivos contra Brasil sino contra el resto de la galaxia. Un tipo de cambio retrasado significa que el gobierno subsidia las importaciones frente a la producción local.

Va de nuevo: el gobierno subsidia la importación de ventanas respecto a lo fabricado localmente. El gobierno subsidia la fabricación de bombachas frente a lo fabricado localmente. ¿Cómo? El gobierno le deja comprar al importador a $ 101 el dólar mientras el fabricante local enfrenta costos e impuestos por $ 180. Tan simple como eso.

La industria no puede exportar, como lo demuestra la reducción de exportaciones de maquinaria agrícola de US$ 200 millones anuales hace más de una década a US$ 60 millones el año pasado. Porque quien exporta recibe $ 96 pesos por cada dólar exportado mientras aguanta todos los costos e impuestos locales. Si el dólar fuera competitivo, exportaríamos todo tipo de productos.

Tampoco los industriales pueden vender en el mercado interno:

– 1. porque tienen competencia desleal con las importaciones a $ 101 el dólar;

– 2. porque toda transacción local está cargada de impuestos, desde la compra de la electricidad, el impuesto interno al combustible, los impuestos sobre insumos y el trabajo, los transaccionales como ingresos brutos e impuesto al cheque, más la tarea de cobrar impuestos por cuenta y orden del estado como el IVA;

– 3. por el costo financiero.

Costo financiero

Uno de los socios de los gobiernos desde 1983 a la fecha (y de Martínez de Hoz) es la banca local y extranjera. En particular la local. Fue la que se benefició con el Plan Primavera (Alfonsín), con el festival de bonos de Cavallo tanto con Menem como con De la Rúa[3] y por el carry trade desde Néstor Kirchner a hoy, con el paroxismo onda Machinea-plan-primavera en que nos metió Sturzenegger con tasas de 80% anual en pesos en deuda a 7 días emitida por el BCRA.

¿En qué consiste esto? El BCRA emite deuda en pesos por 7 días a tasas soñadas. 25%, 30%, 35%, 40%, 80%. Supuestamente es de riesgo porque no se sabe cuánto va a costar el dólar en siete días. Sin embargo no es así. Porque el propio BCRA mantiene fijo el dólar para que quienes ponen pesos a 40% se queden tranquilos de que el dólar va a costar igual o casi igual y que entonces van a tener ganancias de [38%; 40% anuales] en dólares[4].

Además un dólar barato, un dólar atrasado, un dólar no competitivo (todos sinónimos) permite a quienes le quitan dinero al estado comprar dólares baratos con sus pesos robados.

Los funcionarios corruptos, pueden comprar dólares baratos con lo que duplican el valor internacional de su coima.

Los contratistas del Estado que consiguen contratos con altos márgenes (tanto que les permite ganar a ellos y además pagar sobornos) pueden con sus ganancias comprar el doble de dólares que si las divisas tuvieran precios competitivos.

Los proveedores del Estado con sobreprecios pueden comprar el doble de dólares con sus márgenes que si el dólar estuviera barato.

Las petroleras internacionales importan maquinaria a dólar a $ 101.

Las mineras importan insumos (cianuro) y maquinaria a $ 101.

Pero básicamente el sector financiero (que incluye como socios a los tres primeros) compra el doble de dólares con sus intereses ganados.

Eso es lo que Cristina Fernández o Todesca Bocco desde su tarima moral llaman fuga de capitales. El dinero manoteado al Estado por proveedores o funcionarios, se pasa a dólares y se lo llevan al exterior. Para poder hacer eso necesitan un tonto que les traiga esos dólares y se los venda a mitad de precio.

La banca es una contratista del Estado más. El Estado tiene un dineroducto a la banca. El Estado es el gran cliente de la banca que absorbe todo el dinero y determina el precio del dinero (interés)[5]. Eso hace que el resto de la economía o paga las tasas de interés insanas que los funcionarios concuerdan con la banca o no tiene crédito.

Por lo tanto los industriales deben manejarse con dinero propio o descontar cheques a 90% anual. El costo demencial del dinero hace aún más gravosa la práctica de los estados argentinos de cobrar impuestos por adelantado.

Como siempre digo, causaría menos daño que el estado le diera dinero porque sí a la banca, que inventar todo el juego de hacer que prestan dinero del BCRA (una ficción, es sólo una excusa para pasarle fortunas de montos insanos). Sucede lo mismo que con las obras de Lascurain[6]. Nunca se hizo la obra, el contrato fue sólo una excusa para que el gobierno le girara dinero a Lascurain (ex presidente de la UIA). Con el juego de las Leliqs del BCRA ocurre lo mismo.

Todo esto hace que sea imposible no ya tener una industria en Argentina sino toda actividad económica lícita: industria, comercio o cultivar ajo. Sobrevive sólo la soja porque este régimen necesita dólares y porque gran parte de los pooles pertenece a los políticos. Toda otra actividad rural (carne de cualquier animal, lana, maíz, trigo, cebada) es combatida; con excepción de los hortelanos. Eso explica cómo desaparecieron 100.000 productores en los últimos 15 años del glorioso gobierno K-F-F-M-F.

¿Qué propone De Mendiguren?

¿La industrialización? No. Propone el verso de la industrialización. Créditos blandos que nunca se devuelven o que se licúan con la inflación. Créditos que a veces se usan para comprar dólares y después ver cómo se devuelve. Subsidios. Situaciones arbitrarias como exenciones impositivas puntuales, lo que constituye una deslealtad respecto al resto de los agentes económicos. De Mendiguren promocionaba la fábrica de cerdos china[7] a la que ofrecía subsidios. Mientras que nuestros criadores criollos tenían que pagar impuestos por adelantado, IVA sobre la obra civil y el forraje; si logran vender carne al exterior, el BCRA le da $ 96 por cada dólar.

La supremacía moral de la industria

¿Por qué sería mejor industrializarse que la producción rural? ¿Por qué sería mejor exportar aceite de soja que soja? ¿Por qué es moralmente superior exportar cajas de cambio para camiones que carne de cerdo?

Esa es una premisa de sometimiento. Es ideológico. Es la forma de decir: nosotros somos mejores que ustedes para poner presidentes, diputados, ministros. Está bien que la UIA tenga candidato a presidente (Lavagna), ministros (De Mendiguren, Dante Sica, Kulfas); sin embargo se critica que los productores rurales tengan representantes en el gobierno. Es moralmente reprochable, en el discurso de De Mendiguren/Kulfas. Al punto que el gobierno realiza un plan ganadero bajo las órdenes del ministro Kulfas sin participación de los representantes de los productores ganaderos. ¿Por qué? Porque no son dignos. Porque no son moralmente valiosos. Porque no tienen la estatura moral para hablar con las autoridades. Porque hacen cosas sin valor. Los toleramos únicamente porque al final del camino les quitamos sus dólares. Un poco como los señores feudales con los siervos. Al conde le repugna verlos pero le sirve el fruto de su trabajo.

De ahí el discurso industria = bueno; producción agropecuaria contamina, es mala, tienen a los trabajadores en negro, son oligarcas, son malos.

Lo que está en discusión son las cuotas de poder en el gobierno.

Básicamente es una construcción discursiva para justificar quitarles a quienes producen bienes exportables sus dólares a $ 96, (con el BCRA como herramienta) y que los industriales, que son buenos, comprarlos a $ 101. En exactamente esos términos se refirió públicamente la vicejefa de gabinete Todesca Bocco[8].

¿Tiene algún viso de razonabilidad?

No hay razón para pensar que la industria ocupa más mano de obra que el trabajo rural. Claramente un taller de confección con máquinas de los ‘60 requiere más mano de obra que cultivar soja con la última maquinaria agrícola. Pero la industria automotriz hiperrobotizada requiere menos mano de obra por cada US$ 100.000 producidos que, por ejemplo, un criadero de conejos. O por US$ 100.000 de cajones de ajo. Entonces industria = mucha manosde obra; rural = poca mano de obra, es una falacia.

¿Es la Argentina un país agroexportador? Argentina no es un país exportador. Ni de productos agropecuarios, ni industriales, ni de servicios, ni de nada. Es un país que no exporta. Por todas las razones antedichas. Porque nadie exporta impuestos. Porque ninguna explotación es rentable si el Estado se queda con el 46,98% del valor de venta [1-(96,50/182)], tras lo cual hay que pagar derechos de exportación si correspondiera y tras lo cual hay que pagar todos los otros impuestos.

¿Cuál es el modelo que podría tener en su cerebro De Mendiguren? ¿Alemania, por ejemplo? ¿Alemania, superpotencia industrial que exporta automóviles, acero, químicos, hasta muebles de cocina?

Veamos:

Mientras que Argentina en 2020 exportó según el INDEC https://opex.indec.gov.ar/index.php?pagina=mapa_dinamico:

  • Carne porcina por US$ 59.167.18 (1,2% de las exportaciones de cerdo de Alemania).
  • Quesos por US$ 191.706.161 (4% de las exportaciones de queso de Alemania).

¿Cómo es posible que Alemania que debe importar el forraje para sus cerdos (la Unión Europea importa el 70% del forraje que sus animales consumen) y que paga sueldos 5 veces los nuestros pueda exportar carne y nosotros no? El sueldo mínimo de EEUU es de US$ 1200 mensuales. El sueldo medio argentino es de US$ 300. Sin embargo EEUU exporta queso y carne de cerdo en cantidades soñadas para nosotros. ¿Por qué a ellos le da la ecuación económica y a nosotros no?

La respuesta es simple: De Mendiguren, Sica, Kulfas, Macri, Sturzenegger, Fernández (en cualquiera de sus variantes), Cafiero, Todesca.

El problema no son ni nuestros cerdos, ni nuestros trabajadores. El problema son ellos. Los patrones del mal.

Los productores argentinos de carne porcina y queso no necesitan inversiones externas, ni créditos blandos, ni subsidios para llegar a los montos de EEUU o Italia.

Esto sirve para quesos, para carne; pero también para software, carteras, monturas deportivas, botas, bujías, tapizados, vino espumante, tablas de surf, kayacs, ropa de ski o réplicas de autos antiguos.

Para que la Argentina pueda exportar las cantidades de Alemania o EEUU necesita:

  • que se les pague a los productores el dólar lo que vale o que les den los dólares que ganaron con su trabajo.
  • que no tengan que pagar adelanto de impuestos.
  • que no haya impuestos a la exportación.

Una vez con eso en la mano: se pueden pagar sueldos internacionales y no hace falta crédito alguno porque se hace la inversión con capital propio. No hace falta subsidio. 

Sólo que nos dejen respirar.

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Notas

[1] Iris Speroni. “Más de lo mismo”, http://restaurarg.blogspot.com/2020/08/mas-de-lo-mismo.html

[2] Facultad de ciencias sociales de la UBA.

[3] Incomprensiblemente Cavallo y Sturzenegger fueron sobreseídos por el canje de bonos.

[4] Ver tweet de Ricardo Inti Alpert sobre pasivos del Banco Central: https://twitter.com/intialpert/status/1428495728272449541

[5] Ídem.

[6] Lascurain fue condenado en primera instancia por un tribunal oral. Falta la resolución del Tribunal de Casación.

[7] Iris Speroni. “Más de lo mismo”, http://restaurarg.blogspot.com/2020/08/mas-de-lo-mismo.html

[8] Iris Speroni. “Mis dólares”, http://restaurarg.blogspot.com/2020/09/mis-dolares.html

 

Publicado originalmente por Restaurar.org http://restaurarg.blogspot.com/2021/08/son-parte-del-problema.html

LAS CLAVES DE NUESTRA EVENTUAL RECUPERACIÓN. LO QUE DEBE CONTINUAR Y LO QUE DEBE CAMBIAR.

Grl Heriberto Justo Auel*

Imagen de David Peterson en Pixabay

“O sois lo que debéis ser, o no seréis nada”.

“Para los hombres de coraje se han hecho las grandes empresas”.

Brig Grl José Francisco de San Martín (1778-1850)

 

Las “causas” y los “efectos”.

El “materialismo dialéctico”, ampliamente difundido por los intelectuales marxistas leninistas —desde las universidades y la prensa a lo largo de décadas—, ha logrado que en nuestro tiempo de fuertes crisis generalizadas —con altos índices de pobreza e indigencia— la búsqueda de una solución al drama esté en manos de economistas. Sin embargo, ninguna solución se alcanzará atacando a las consecuencias y no a las causas de este fenómeno sociopolítico ya centenario.

A dicha grave “confusión” —desconcierto, turbación, perplejidad o desasosiego— se ha sumado —como obstáculo para iniciar la recuperación de la Nación Argentina— la existencia en el sistema social —y en particular en la dirigencia política— lo que se ha dado en llamar “el actor moderado”, entendiendo por tal a un “pacifista componedor tolerante” que teme enfrentar los conflictos derivados de la creciente situación revolucionaria que envuelve a Iberoamérica, simulando ignorarla. Los hemos sufrido como “transversales”. Son los “NI”. “Ni chicha ni limonada”.

En el presente, cuando se hace imprescindible reunir fuerzas de los pares para enfrentar a una minoría electoral “revolucionaria”, los “NI” rechazan los liderazgos y llaman a la “unidad de todos”, entendiendo que “el enemigo” aceptará acordar. Esperar que el dogmatismo fundamentalista del “revolucionario” modifique una sola coma de su propuesta, indica un nivel de ingenuidad superior o una hipocresía impuesta por la cobardía del “transculturizado”. ¿No es suficiente —para estas dulces “palomas”— lo que ocurre en Chile o en Colombia o aquí mismo…?

Decíamos hace veinte años[1]:

“Tenemos una cultura/ética heredada que nos identifica. Allí reside la soberanía de la Nación. Es lo que hemos recibido de nuestros padres, de nuestros abuelos, de nuestra Patria… Una ética, un conjunto de valores, principios y creencias que es lo que señala Sartori con todo acierto. Es nuestra identidad. Es una personalidad nacional que, frente al “otro” o “los otros”, en un medio internacional interdependiente y globalizado, nos diferencia…, nos permite saber quiénes somos y qué somos y, a partir de allí qué queremos, adonde vamos, cuál es nuestro destino, cuál es el escenario común del conjunto social de pertenencia que transforma a la sociedad en comunidad de ideales y de intereses. He allí la unidad nacional… hoy ausente.

Aquella cultura original, sanmartiniana, era expansiva, generosa, fuerte. Pedía DEBERES, no derechos. Salía a dar, no a pedir. Y no a dar dinero. A dar libertad, a dar independencia, a dar la posibilidad de ser libres e independientes aun al costo de nuestra sangre, cuando aún no teníamos ni Estado ni riquezas. Teníamos por cierto la seguridad de los que éramos y.… lo teníamos a San Martín.

Con el tiempo hemos trasegado a una cultura contractiva, egoísta, débil. De una actitud centrifuga ingresamos progresivamente a una centrípeta: a pedir y no a dar. Figuras menores pretenden cambiar nuestra identidad, nuestra ética; lo que no podemos ni debemos cambiar: la cultura y, cobardemente rechazan nuestro decidido ingreso a la civilización del conocimiento que nos obliga a cambiar lo instrumental, para ingresar al mundo con competitividad y a ¨ser¨, en nuestro tiempo globalizado.”  

 

“O sois lo que debéis ser, o no seréis nada”.

 

La “confusión” y la “cobardía”.

Cuando los dirigentes de un país ingresan en “confusión conceptual”, la sociedad ingresa a una grave “decadencia”. Pierde el rumbo de su destino. Desde nuestro punto de vista ¿cuál ha sido la confusión de nuestra dirigencia? ¿Cuándo “se jodió” la Joven Argentina? Nuevamente reiteraremos aquí, lo que decíamos en el año 2002:

“Nuestra cultura y su correspondiente ética política tiene un sostén, que es la religión. Nuestra religión ha resuelto el problema de las relaciones sociales y políticas. Al hombre que va al templo se le dice: “cuando salgas del templo, compórtate en función de estos valores y de estos principios” y ello otorga un buen margen de convivencia de la diversidad, en libertad. Por supuesto que también hay muchos confundidos, que creen que los valores y principios son las modas y, consecuentemente, los cambian o relativizan como si fuesen sombreros. Estos equívocos se pagan muy caros. 

Si en una cultura y en su respectiva ética está la identidad, un cambio en los valores significa una pérdida de soberanía. En las últimas décadas la relativización de nuestros valores, principios, tradiciones y arraigo en la confusión intelectual provocada por cierta modernidad o moda trajo el malentendido entre “la continuidad y el cambio”, que están postergando nuestra capacidad de recuperación.

Lo que debe continuar es la cultura y lo que debe cambiar es la dinámica civilización.

Vivimos una etapa de altísima dinámica de mutación civilizatoria y debemos impulsar a nuestra gente para que ingrese a ese cambio, para ingresar cuanto antes a la etapa “de la civilización del conocimiento”. No hemos podido desarrollar integralmente “la etapa de la civilización industrial”. Hoy, cuando el mundo desarrollado transita la etapa posindustrial, debemos recuperar el tiempo de las décadas perdidas.

Pero, para ello hay una condición inexorable: recuperar lo que no debe cambiar, nuestra identidad cultural”.

Una dirigencia —en crisis— que no ha planteado los objetivos políticos de largo plazo de la Nación Argentina, no tiene nada que defender. Tiene miedo. Quienes tienen qué defender, tienen coraje y éste vence al miedo. Así lo hicieron en el nacimiento de la Patria nuestros dirigentes “cultos y corajudos”. Así lo expresábamos en el 2002 motivados por el escandalosos drama del 2001[2]:

“La Argentina originaria fue la de los “Bravos Granaderos” o la de “Los Infernales de Güemes” que lucharon para dar libertad e independencia sin pedir nada a cambio. ¿Qué es lo que ha cambiado? ¿Dónde están hoy los “tauras” y “malevos” del viejo Buenos Aires?

¿Qué es lo que ha cambiado en aquella Argentina inicial, sin Estado —es decir sin instituciones—, sin economía, con una población dispersa en islotes distanciados, pero fuerte en su identidad cultural, en su ánimo generoso y valiente, en su perfil tradicional hispano-criollo y católico…

Hemos llegado a esta Argentina que no sabe adónde va, que no conoce su destino porque no sabe quién es, con líderes que temen al conflicto y lo niegan en las plazas públicas, al punto de que un reciente Presidente de la República expresó que no teníamos “hipótesis” de conflicto, con lo cual daba por muerta a la Nación Argentina. Solo los muertos no tienen conflictos y nosotros hoy, no solo somatizamos la crisis del año pasado, sino dos posguerras que debieran ser el motor para nuestro renacimiento. Pero estas guerras son negadas u omitidas… Eso es cobardía.

Algo nos ha ocurrido. Algo que no se ve con los ojos del cuerpo, pero que tenemos que percibir, abarcar, comprender… para superar el problema. Debemos atacar a la crisis-decadencia en su raíz, en su origen… en su profundidad y no en sus consecuencias superficiales.

Vivimos los efectos de una crisis prolongada, de una crisis-decadencia cultural-política y de sus consecuencias: una aguda depresión socioeconómica. Indudablemente, son tiempos duros, durísimos. Tenemos miseria en un país naturalmente rico. Desocupados donde todo está por hacerse. Emigración en un país vacío. Hambre en “el granero del mundo”. En un país bendecido por Dios con todos los climas, con montañas, pampas, mares, bosques, con enormes ríos… y con gente hambrienta, durmiendo en las calles.

Un país con Premios Nobel y creador de tecnologías de punta no ha logrado integrar su industria, no se anima a competir…, pide y no da…, siempre culpa a otros de sus desgracias…, de sus propios y gruesos errores inspirados en teorías conspirativas o muertas.

¿Qué nos pasó? Hablamos todo el día de dinero, de desarrollo económico. Nadie habla de desarrollo político, nadie habla de nuestra cultura extraviada. Le dedicamos toda la tinta de los diarios y todos los minutos de la televisión al problema financiero y fiscal y no se aborda el origen de nuestros problemas, sino de sus consecuencias y… reitero, si no corregimos la causa de la crisis, no salimos de la crisis.

La crisis permanente —irresuelta— continuará agravándose constantemente, llevándonos a la disgregación violenta de una sociedad corrompida. Si seguimos mirándonos el ombligo, sin asimilar la triste experiencia que hemos acumulado a través los graves errores cometidos, que no asumimos, difícilmente llegaremos a entender que no hemos “APRENDIDO A APRENDER”, como lo dice la sabiduría china.

¿Qué nos pasó?… De la cultura fuerte, expansiva, generosa, segura de sí misma de aquel tiempo fundacional, de aquellos varones culturalmente Españoles-Habsburgos como quien preside esta sala, el General don José Francisco de San Martín y Matorras, pasamos progresivamente a la cultura débil, contractiva, egoísta y pedigüeña. Pasamos desde la actitud centrífuga a la centrípeta. De pedir deberes a exigir derechos.

Sentada sobre una economía natural intacta, sobre su inmensa riqueza…. vestida con los jirones de sus harapos la Argentina, en las puertas del siglo XXI pide limosna… ¡Y le pide limosna a quien en el mismo día, le niega el voto-sanción a Cuba por los derechos humanos!”

De aquel inaugural y audaz País Tucumanés surgieron patricios-estadistas que hoy necesitamos de regreso:

Juan Bautista Alberdi: el pensador que nos legó la Constitución que interpretaba la síntesis histórica que dictaba la conciencia colectiva de la naciente Argentina. Puso los cimientos de una nueva Nación.

Nicolás Avellaneda: que consolidó a nuestra identidad sincrética a través de la Educación —la formación espiritual equilibrada del nuevo ciudadano— desde el Hogar y la Escuela.

Julio Argentino Roca: que pacificó a la Argentina, activó a las nuevas Instituciones Constitucionales y abrió las compuertas a la civilización, rescatando los elementos positivos de quienes le precedieron en la presidencia. En su segundo mandato triunfó ante el anarco-comunismo que había ingresado a fines del siglo XIX con una Gran Estrategia y nos puso en el umbral de la industrialización, que no supimos integrar. No en vano su figura es el enemigo del progre-revolucionario de nuestros días.

“Para los hombres de coraje se han hecho las grandes empresas”.

 

* Oficial de Estado Mayor del Ejército Argentino y del Ejército Uruguayo. Ha cursado las licenciaturas de Ciencias Políticas, de Administración, la licenciatura y el doctorado en Relaciones Internacionales. Se ha desempeñado como Observador Militar de la ONU en la Línea del Cese de Fuego del Canal de Suez.

Se ha desempeñado como Profesor Titular de Polemología, Estrategia Contemporánea y Geopolítica, en Institutos Militares Superiores y en Universidades Públicas y Privadas. Ha sido conferencista invitado en el país y en el exterior. Ha publicado numerosos artículos sobre su especialidad y cinco libros acerca de la evolución de la situación internacional en la posguerra fría. Actualmente se desempeña como: Presidente del “Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires” (IEEBA), Presidente de la “Academia Argentina de Asuntos Internacionales” (AAAI) y Director del “Instituto de Polemología y Estrategia Contemporánea” (IPEC), de la Universidad Católica de la Plata (UCALP). Es miembro activo de la Asociación Argentina de Derecho Internacional y miembro Honorario del Instituto de Teoría del Estado. 

 

Notas

[1] H. J. Auel. “La Seguridad Estratégica de la Región en el Nuevo Escenario Internacional”. IEEBA, Enero de 2002, www.ieeba.org

[2] H. j. Auel. “En las vísperas de una Segunda Argentina”. IEEBA, 17/04/2002, www.ieeba.org

 

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MISERIA UNIVERSAL

Cristian Taborda*

Pareciera al menos contradictorio que movimientos sociales coincidan ideológicamente con la plutocracia global en la aplicación de políticas económicas.

 

El pasado fin de semana, tal como ocurre todos los años, gran parte del pueblo se movilizó a Liniers para celebrar el día de San Cayetano a realizar ofrendas, agradecer y hacer pedidos al patrono del trabajo, como siempre bajo la consigna de “Pan y Trabajo”. Pero como ya sabemos el diablo siempre mete la cola y la ideología no descansa y allí apareció el progresismo representado por los movimientos sociales que con la última política de moda, “Made in Davos”, al patrono del trabajo fueron a pedirle una renta básica universal. Progresismo Champagne.

Pareciera al menos contradictorio que movimientos sociales coincidan ideológicamente con la plutocracia global en la aplicación de políticas económicas, pero no sería la primera vez en la historia que la izquierda coincide y es útil a los intereses del capital financiero. Es que justamente la propuesta de Juan Grabois, Emilio Pérsico y el “Chino” Navarro es la misma que la del Sr. Klaus Shwab, fundador del Foro de Davos, Christine Lagarde, ex Fondo Monetario Internacional o los Ceo’s de las Big Tech, como Mark Zckerberg, Jeff Bezos y Bill Gates. La burguesía que Grabois detesta y dice combatir impulsa lo que pide el líder de la Unión de los Trabajadores de la Economía Popular (UTEP).

No es más que una concesión del poder financiero para calmar a las fieras, lo que Antonio Gramsci llamaba como “reformismo preventivo”, un proceso de transformación social sin momento “jacobino” impulsado “desde arriba”, la clase dirigente acomoda su visión del mundo, se reorganiza y produce reformas, toman las demandas, las hacen suyas como parte del programa, cooptan grupos y líderes políticos, y producen así una “revolución pasiva”. Esta revolución, mediante el consenso y debilitamiento de la oposición busca consolidar la hegemonía de la clase dominante, es por ello que no sorprenderá ver el transformismo político de varios actores. El travestismo político está a la orden del día.

Ahora bien, lo que no nos cuentan es quién paga el pato de la boda. ¿Quiénes serán los que financien la renta básica universal? O mejor dicho ¿Cómo piensan financiarla? No es necesario tener un Magíster en economía para saber que lógicamente la solventará el Estado mediante impuestos ¿o acaso tendrán pensado tomar deuda ad nauseam para gasto corriente? Si se decide que sea vía impuestos, ¿se seguirá bolsiqueando a PYMES y los malditos empresarios que cometen la herejía de montar una empresa y dar empleo cobrándoles un impuesto al impuesto del impuesto? ¿O quizás serán la oligarquía de los autónomos y monotributistas junto a los trabajadores desclasados y burgueses que despilfarran su dinero cargando nafta a sus autos, que encima contaminan el medio ambiente? Imaginable sólo en progrelandia.

Según la UTEP el Salario básico universal debe ser un “derecho permanente” garantizado por ley para personas de 18 a 65 años, se percibiría mediante ANSES sin contraprestación laboral pero con presentación de un certificado de cumplimento de tareas laborales, estudios o tareas de cuidado, e implicaría un 2,2% del gasto primario. La idea de “derecho” y la excusa igualitarista nunca fallan cuando se trata de tomar medidas que pretenden poner un velo a la falta de creación de empleo, a la marginalidad y la pauperización de los trabajadores maquillándolas bajo la cosmética política de inclusión de minorías o la agenda de género al tiempo que se condena a la mitad de la población a la miseria, con una estratificación social neofeudal de señores y siervos, pero estos últimos sin tierra ni trabajo.

Porque no es más que eso, más allá de buenas voluntades o intenciones bonachonas, es la consolidación de una sociedad de beneficencia que reparte limosnas, migajas del Estado, la condena a una miseria universal, disfrazada de “derecho permanente”, la servidumbre a un “Estado (omni) presente” que ahora se hará de una nueva herramienta de control social. Es asumir que no se puede crear trabajo, es decir que no gobiernan, que administran la pobreza.

Y GOBERNAR ES CREAR TRABAJO.

 

* Analista político.

Publicado originalmente por Restaurar.org http://restaurarg.blogspot.com/2021/08/miseria-universal.html