BUENOS MUCHACHOS

Iris Speroni*

Foto: Prensa Kulfas.

Presteza que no han demostrado en solucionar ni uno solo de los numerosos problemas que acarreamos como pueblo y como Nación.

Hace rato que nuestros políticos han introducido el tema de la liberalización de la producción y consumo de cannabis. Recordamos las declaraciones de la hoy vocera presidencial, Sra. Cerrutti, y de la hoy presidente del INADI. Posteriormente Juntos por el Cambio, que tanto cambio no promovió, con el presidente Macri a la cabeza, autorizaron el uso “medicinal”. Tras lo cual, rápidamente, el Gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, se asoció con una empresa norteamericana especializada en cannabis y se dedicó a cultivar en tierras fiscales.

Salgamos del pago chico.

Va a parecer que este artículo es sobre cannabis o drogas. No realmente. Trataré que sea sobre regulaciones.

EEUU

La mayoría de los estados que integran EEUU han autorizado el consumo de cannabis de alguna forma u otra [1]. En algunos casos sólo para uso medicinal (35), basta alegar un difuso dolor de espalda, y en otros de uso libre (16). 

Colorado legalizó su cultivo, comercialización y consumo para cualquier uso en el año 2012. Para el 2018 la facturación del sector era de US$ 900 millones, que incluyen impuestos provinciales por US$ 245 [2] [3]. 

Sin embargo hay varias limitaciones. Una es el porcentaje de THC (la droga que produce el efecto psicotrópico) autorizado en cada gramo vendido, otro es que se prohíbe conducir automóviles si se tiene un alto dosaje en sangre. Por último, hay restricciones económicas. En primer lugar, tanto los productores como los comercializadores, deben tener domicilio en Colorado. Por lo tanto son personas físicas que habitan el estado, o bien personas jurídicas cuyos directivos son locales. La consecuencia es que el cannabis, por ahora, es un negocio pyme o, en el mejor de los casos, empresas medianas. Está atomizado. Ninguna cadena tiene más de 10 locales y los productores y elaboradores, también son pequeños.

En Michigan la facturación es de alrededor de US$ 160 millones mensuales[4]. Los precios, desde su liberalización total, cayeron de US$ 500 la onza (28,35 g) a US$ 180. La MRA (Marijuana Regulatory Agency de Michigan – no es broma), otorgó 500 licencias de cultivo; aumentó la producción, bajaron los precios. Desde que se liberó para todo uso, —previamente habían autorizado el uso medicinal—, 30.000 personas que se habían registrado como enfermas y demandantes del producto, abandonaron el programa.

Los números de facturación global varían según quien los emita, por lo tanto no son fiables. Cito a Viridian Capital Advisors quien sostiene que la facturación total en EEUU para 2019 ha sido de US$ 116,8 miles de millones en 2019 [1], [11] y [12].

Es un caso de ventana de Overton. No es que a esta altura del partido uno va a creerle a los encuestadores. Suponiendo que tuviera algún viso de realidad, sostienen que en 1969 el 12% de la población favorecía la despenalización de la comercialización de marihuana, guarismo que subió a 31% en 2000 y ahora es de 67% [1]. Demuestra cuánto logra el poder, la organización y el dinero. O bien mienten en los números. Dios solamente lo sabe.

Las grandes corporaciones

Se denomina Big Tobacco al conjunto de las principales empresas del sector tabaco que al día de hoy son: 1. China National Tobacco Company (es un monopolio estatal que prácticamente no exporta), 2. British American Tobacco (BAT), 3. Phillip Morris International (PMI), 4. Imperial Brands, 5. Altria Group, 6. Japan Tobacco International.

Las empresas norteamericanas y británicas comenzaron a estudiar la posibilidad de ingresar al mercado de la marihuana en la década del 70. Durante el resto del siglo XX han hecho numerosos estudios de mercado que tenían por objeto (target) a los adictos a distintas sustancias. A medida que vieron el aumento de regulación contra el consumo de tabaco en todo el mundo, aumentó su interés de ingresar al negocio del cannabis [3].

Ven las similitudes entre ambos negocios y en particular poder entrar en la vaporización de THC. 

BIT compró recientemente Trait Biosciencies Inc. por US$ 25 millones [5] y [6]. Trait es una empresa canadiense que patentó una técnica para disolver en agua el CBD (un cannabidiol). Esto le permitiría a BIT ofrecerlo para consumo en sus vaporizadores fabricados por su empresa Vuse CBD Zone. Pero el mayor atractivo reside en el uso en bebidas. El convenio incluye que Trait Biosciencies colabore en la comercialización de los productos que diseñen.

Altria, que posee las marcas Marlboro y Parliament, entre otras, ha visto caer consistentemente sus ventas de tabaco. Ha decidido invertir US$ 1.800 millones en ingresar al mercado de la marihuana, al comprar el 45% de Cronos, una empresa canadiense de cannabis, con opción a la compra de todo el paquete [1], [5], [7] y [10]. Al mismo tiempo su departamento de investigación y desarrollo ha patentado numerosas innovaciones. Entre ellas la vaporización de THC y RDB, ambos subproductos del cannabis.

PMI compró la empresa israelí Syqe Medical, que desarrolló un inhalador de cannabis medicinal por US$ 20 millones en 2016 [5].

La empresa británica Imperial Brands invirtió en Oxford Cannabinoid Technologies (OCT), una compañía biofarmacéutica focalizada en la investigación, desarrollo y licenciamiento de terapias y componentes en base a cannabioides [5]. También invirtieron US$ 123 millones en Auxly Cannabis Group una empresa canadiense que desarrolla, elabora y distribuye productos en base a cannabis para uso recreativo.

Sin embargo no prevén ingresar en la actividad en EEUU en forma inmediata. Las regulaciones federales son onerosas y hacen imposible obtener financiación, deducciones impositivas y el comercio interestatal. Por lo que por el momento, las grandes corporaciones se mantienen alejadas hasta tanto logren cambiar las leyes federales.

También la industria farmacéutica ha puesto algunos porotos en el sector [8] y [9]. Pfizer compró Arena Pharmaceuticals, Inc (Nasdaq: ARNA) por U$D 6.700 millones [13]. Es una empresa que se ha especializado en el tratamiento de dolencias estomacales, de piel y cardíacas con drogas con base en cannabis. Sus tratamientos están en diversos estadíos de aprobación por parte de la FDA (el ANMAT de EEUU). No es el único caso. Novartis AG (Suiza) se asoció con la empresa canadiense Tilray en 2018 para vender productos medicinales basados en marihuana; Johnson & Johnson, propietaria de JLabs (incubadora de negocios nuevos) se asoció con la empresa canadiense Avicanna, especializada en cannabis.

La empresa Amazon [14] solicitó la legalización federal del comercio de marihuana en EEUU. Eso le permitirá la comercialización interestatal del producto, hoy prohibido.

El jefe de la bancada demócrata del Senado de EEUU, Chuck Schumer, evalúa la legalización federal del cannabis. Su preocupación, de acuerdo con sus declaraciones públicas, es que el negocio sea tomado por asalto por las empresas de tabaco o las de bebidas alcohólicas (dos monstruos concentrados en ese país). La gran cantidad de regulaciones que pusieron cada uno de los estados ha mantenido a raya a las grandes empresas. Así como está el negocio hoy, no les conviene ingresar. 

Si logran que el gobierno federal lo apruebe, esto significará que podrá transportar entre estados, elaborarla en un único lugar. El negocio ganará escala. Ahí barrerán todas las pymes. En eso están.

Por casa

Hay mucho movimiento; casi todo con dinero de nuestros impuestos. El gobernador Gerardo Morales picó en punta y fundó “Cannava Empresa Estatal” [15] y [16], en un principio asociada con la empresa internacional Green Leaf Farms International LLC con sede en Las Vegas; si bien actualmente no hace mención de la misma en su site

El CONICET armó un grupo de 80 especialistas  a las órdenes de la investigadora Silvia Kochen, con el nombre Red de Cannabis Medicinal [17]. También crearon una diplomatura en Cannabis [18], entre el CONICET, el Hospital El Cruce, y la Universidad Arturo Jauretche, con la Dra. Kochen al frente. El Ministerio de Salud, además de crear el Consejo Honorario de Cannabis, autorizó al Instituto de Bioprospección y Fisiología Vegetal [19], del CONICET, sito en Tucumán, a investigar las propiedades de la marihuana.

El INTA también destina recursos a la investigación de los usos del cannabis, y según Silvina Lewis [20], directora del Instituto de Recursos Biológicos (IRB) del Centro de Investigaciones y Recursos Naturales, del INTA, tendrán disponibles semillas en todo el país. Eso sí, “con fines terapéuticos” [21].  La empresa Pampa Hemp se asoció con el INTA [22] y juntos cultivan una especie con alto contenido en CDB [23] (el agente psicotrópico) en la Estación Experimental de Pergamino. También en Escobar, sobre terrenos fiscales, el INTA, con aprobación del Ministerio de Salud, sembrarán cannabis [24]. 

La lista es enorme. Los invito a buscar en los numerosos sitios oficiales. Nuestros políticos están decididos a cultivar la planta con dineros públicos en terrenos públicos. Presteza que no han demostrado en solucionar ni uno solo de los numerosos problemas que acarreamos como pueblo y como Nación. Iniciativa que no han demostrado en desarrollar ninguno de los numerosos negocios que la Argentina podría ofrecer al mundo. El Ministro de la Producción, Matías Kulfas, propone el cannabis como solución para el desempleo. No ha demostrado interés en ninguna de las innumerables posibilidades que el país tiene y no aprovecha. California, EEUU, exporta US$ 6.000 millones al año en almendras. Las exportaciones de queso de España, Italia o Alemania rondan los US$ 4.000 millones cada una. El noroeste argentino podría exportar fortunas de queso de cabra. Sobre todas estas opciones no existe el mínimo interés. Para el cannabis, Kulfas pone el puño en alto.

Como simple ejemplo del interés de los funcionarios de este gobierno de intervención: Expo Cannabis, que se llevó a cabo en el predio de la Sociedad Rural Argentina en la capital, tuvo el apoyo de los organismos estatales Ministerio Público de la Defensa de la República Argentina, Universidad Nacional de Quilmes, INAES (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social), INASE (Instituto Nacional de Semillas) y el SENASA [25] y como sponsor a Cannava Empresa Estatal.

Evidentemente existe una agenda internacional, que nuestros políticos, a cambio de mantener su lugar, piensan ejecutar prolija y obedientemente. La droga es sólo uno de los escalones.

Como habrán visto, si llegaron hasta acá, hay mucho dinero.

Agárrense fuerte.

 

Mi propuesta: resistir todos y cada uno de los pasos de esta maniobra impuesta desde afuera.

 

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

 

Referencias

[1] https://www.investopedia.com/articles/investing/111015/future-marijuana-industry-america.asp

[2] https://en.wikipedia.org/wiki/Cannabis_in_Colorado

[3] https://www.economist.com/business/2014/11/08/the-marlboro-of-marijuana

[4] https://mjbizdaily.com/michigan-recreational-marijuana-sales-double-in-2021-lifting-overall-market/

[5]

https://www.forbes.com/sites/dariosabaghi/2021/08/02/cannabis-is-part-of-the-future-of-big-tobacco/

[6]

https://www.bloomberg.com/news/articles/2021-07-12/big-tobacco-flirts-with-non-smokeable-marijuana-cannabis-weekly

[7]

https://www.bostonglobe.com/2021/04/08/opinion/big-tobacco-is-coming-legal-marijuana/

[8]

https://www.nj.com/marijuana/2021/12/pfizer-enters-the-medical-cannabis-market-in-67b-cash-deal.html

[9]

https://invest.arenapharm.com/news-releases/news-release-details/pfizer-acquire-arena-pharmaceuticals

[10]

https://www.forbes.com/sites/chrisroberts/2020/10/02/tobacco-giant-altria-is-securing-technology-in-new-frontier-marijuana/

[11]

https://www.statista.com/statistics/933384/legal-cannabis-sales-forecast-us/

[12]

https://financesonline.com/cannabis-industry-statistics/

[13]

https://invest.arenapharm.com/news-releases/news-release-details/pfizer-acquire-arena-pharmaceuticals

[14]

https://www.forbes.com/sites/dariosabaghi/2021/10/05/inside-amazons-support-to-legalize-marijuana-at-the-federal-level/

[15]

https://cannava.com.ar/

[16]

https://www.globenewswire.com/en/news-release/2019/05/09/1820871/0/en/Mark-Bradley-CEO-of-Green-Leaf-Farms-International-Selected-to-Speak-at-the-Money-Show-About-the-Future-of-Cannabis.html

https://www.infobae.com/sociedad/2018/11/13/con-una-empresa-de-ee-uu-como-socia-jujuy-promete-crear-el-cultivo-de-cannabis-mas-grande-del-mundo/

[17]

https://www.conicet.gov.ar/se-realizo-una-nueva-reunion-plenaria-de-la-red-de-cannabis-medicinal-del-conicet/

[18]

https://redcuidados.conicet.gov.ar/diplomatura-en-cannabis-y-sus-usos-medicinales/

[19]

https://www.conicet.gov.ar/el-ministerio-de-salud-de-la-nacion-aprobo-el-proyecto-del-instituto-de-bioprospeccion-y-fisiologia-vegetal-sobre-el-estudio-de-cannabis-medicinal/

[20]

https://intainforma.inta.gob.ar/el-inta-avanza-en-la-investigacion-sobre-cannabis-medicinal/

[21]

https://inta.gob.ar/noticias/en-inta-cultivaran-cannabis-con-fin-terapeutico-de-investigacion-cientifico-y-de-desarrollo

[22]

https://www.telam.com.ar/notas/202109/569988-pyme-cultivo-cannabis-inta-pergamino.html

[23]

https://www.pampahemp.com/

[24]

https://www.argentina.gob.ar/noticias/en-escobar-se-pone-en-marcha-el-proyecto-de-investigacion-de-cultivo-de-cannabis-con-fines

[25]

https://expocannabis.com.ar/

 

 

Misceláneas:

Recomiendo los siguientes films, que son más livianos (?) que este texto.

The Gentlemen

https://www.imdb.com/title/tt8367814/?ref_=nm_flmg_act_5

Salvajes

https://www.imdb.com/title/tt1615065/

Justified, última temporada, T6. (Explica el proceso de compra de viejas granjas abandonadas o semiabandonadas en Kentucky para dedicarlas a la producción de cannabis).

https://www.imdb.com/title/tt1489428/episodes?season=6&ref_=tt_eps_sn_6

Artículo publicado originalmente el 05/02/2022 en Restaurar.org https://restaurarg.blogspot.com/2022/02/buenos-muchachos.html

 

FOCO EN LA SITUACIÓN RUSIA – UCRANIA

Giancarlo Elia Valori*

Imagen de Clker-Free-Vector-Images en Pixabay 

Los Estados Unidos de América y Rusia han estado recientemente en desacuerdo sobre el tema de Ucrania.

Semanas atrás, los líderes de las dos superpotencias detrás de la situación ucraniana convocaron a una reunión sobre la crisis. Aunque ambos trazaron una línea clara entre ellos durante la reunión, no hicieron ningún compromiso político, lo que demuestra que el juego de ajedrez político que rodea a Ucrania no ha hecho más que empezar.

En lo que fue visto como una conversación “franca y pragmática” por ambas partes, el presidente Putin le dejó en claro al presidente Biden que no estaba satisfecho con la implementación del Acuerdo de Minsk-2 del 11 de febrero de 2015 (que, además de establecer acuerdos de alto el fuego, también reafirmó los arreglos para la futura autonomía de los separatistas prorrusos), ya que la OTAN continúa expandiéndose hacia el este. El presidente Biden, a su vez, señaló que si Rusia se atrevía a invadir Ucrania, los Estados Unidos de América y sus aliados impondrían fuertes “sanciones económicas y otras medidas” para contraatacar, aunque no se consideraron despliegues de tropas estadounidenses en Ucrania.

Aunque ambos jugaron bien sus cartas y acordaron que continuarían negociando en el futuro, las conversaciones no calmaron la situación en la frontera ucraniana y, después de que las dos partes emitieron advertencias civiles y militares mutuas, el desarrollo futuro en la frontera ucraniana sigue siendo muy incierto.

Desde noviembre de 2020, Rusia ha tenido miles de soldados estacionados en la frontera de Ucrania. El tamaño de las fuerzas de combate desplegadas ha puesto bastante nervioso al Estado vecino.

La crisis actual en Ucrania se ha profundizado desde principios de noviembre de 2021. Rusia, sin embargo, ha negado cualquier especulación de que está a punto de invadir Ucrania, enfatizando que el despliegue de tropas en la frontera ruso-ucraniana es puramente con fines defensivos y que nadie debería señalar con el dedo tal despliegue de fuerzas en el territorio de la propia Rusia.

Es obvio que tal declaración no puede convencer a Ucrania: después de la crisis de 2014, cualquier problema en la frontera entre las dos partes atrae la atención y Ucrania todavía tiene conflictos esporádicos con separatistas pro rusos en la parte oriental del país.

En primer lugar, la razón fundamental por la que la disputa entre Estados Unidos y Rusia sobre Ucrania es difícil de resolver es que no hay una posición o espacio razonable en la arquitectura de seguridad europea liderada por Estados Unidos que coincida con la fuerza y el estatus rusos.

En los últimos treinta y dos años, los Estados Unidos de América han excluido por la fuerza cualquier propuesta razonable para establecer una seguridad amplia e inclusiva en Europa y han construido un marco de seguridad europeo posterior a la Guerra Fría que ha aplastado y expulsado a Rusia, al igual que lo hizo la OTAN cuando contuvo a la Unión Soviética en Europa entre 1949 y 1990.

Además, el deseo largamente acariciado de Rusia de integrarse en la “familia europea” e incluso en la “comunidad occidental” a través de la cooperación con los Estados Unidos de América —que, en los días del impotente Yeltsin, no lo consideraba un socio igualitario sino una semicolonia— se ha visto ensombrecido por las acciones resueltas de la OTAN, que se ha expandido hacia el este para elevar aún más su estatus como única superpotencia, al menos en Europa, tras su reciente fracaso en Afganistán.

Mantener una paz duradera después de las grandes guerras (incluida la Guerra Fría) en el siglo XX se basó en tratar al lado derrotado con tolerancia e igualdad en la mesa de negociaciones. Los hechos han demostrado que esto no ha sido tenido en cuenta por la política de los Estados Unidos de América y sus aduladores occidentales. Tratar a Rusia como el perdedor en la Guerra Fría equivale a frustrarla severa y despiadadamente, privándola así de la característica constitutiva más importante del orden de seguridad europeo posterior al corto siglo.

A menos que Rusia reaccione con medios más fuertes, siempre estará en una posición de defensa y nunca de igualdad. Rusia no aceptará ninguna legitimidad por la persistencia de un orden de seguridad europeo que la priva de intereses vitales de seguridad, queriendo convertirla en una especie de protectorado rodeado de bombas nucleares de fabricación estadounidense. La prolongada crisis ucraniana es la última barrera y el eslabón más crucial en la confrontación entre Rusia, los Estados Unidos de América y Occidente. Es una advertencia para aquellos países europeos que en las últimas décadas se han visto privados de una política exterior propia, no solo de obedecer las órdenes de la Casa Blanca.

En segundo lugar, la cuestión ucraniana es un problema estructural importante que afecta a la dirección de la construcción de la seguridad europea y nadie puede permitirse perder en esta crisis.

Si bien Europa puede lograr la unidad, la integridad y la paz duradera, el desafío clave es si realmente puede incorporar a Rusia. Esto depende crucialmente de si la expansión de la OTAN hacia el este se detendrá y si Ucrania podrá resolver estos dos factores clave por sí sola y de forma permanente. La OTAN, que ha seguido expandiéndose en la historia y la realidad, es la amenaza más letal para la seguridad de Rusia. La OTAN continúa debilitando a Rusia y privándola de su condición de Estado europeo y se burla de su estatus como gran potencia. Impedir que la OTAN continúe su expansión hacia el este es probablemente el interés de seguridad más importante no solo de Rusia, sino también de los países europeos sin política exterior propia, pero con pueblos y público que ciertamente no quieren ser arrastrados a una guerra convencional en el continente, en nombre de un país que tiene un océano entre Europa y ella misma como cinturón de seguridad.

La solución factible actual para garantizar una seguridad duradera en Europa es que Ucrania no se una a la OTAN, sino que mantenga un estatus permanente de neutralidad, como Austria, Finlandia, Suecia, Suiza, etc. Este es un requisito previo para que Ucrania preserve su integridad territorial y soberanía en la mayor medida posible, y también es la única solución razonable para resolver el profundo conflicto entre Rusia y los Estados Unidos de América.

Con este fin, Rusia firmó el mencionado Acuerdo de Minsk-2 de 2015. Sin embargo, al observar la evolución de la OTAN en las últimas décadas, podemos ver que no tiene absolutamente ninguna posibilidad de cambiar una política de membresía de “puertas abiertas” bien establecida.

Los Estados Unidos de América y la OTAN no aceptarán la opción de una Ucrania neutral, y el nivel actual de toma de decisiones políticas en el país está dirigido a otros. Por estas razones, Ucrania ahora parece moralmente desmembrada, y tiene un parecido sorprendente con el Berlín dividido y las dos Alemanias anteriores a 1989. Se puede decir que la división de Ucrania es un signo de la nueva división en Europa después de la Primera Guerra Fría, y la construcción de la llamada seguridad europea —o más bien la hegemonía estadounidense— termina con la realidad de una Segunda Guerra Fría entre la OTAN y Rusia. Hay que decir que esto es una tragedia, ya que las consecuencias devastadoras de una guerra serán pagadas por los pueblos de Europa y, ciertamente, no por los de Nueva Inglaterra a California.

En tercer lugar, la naturaleza engañosa de la diplomacia estadounidense-rusa y la miopía de la UE, sin una política exterior propia con respecto a la construcción de su propia seguridad, son las principales razones de la actual falta de confianza mutua entre los Estados Unidos de América —que se basa en el servilismo de la mencionada UE— y Rusia,  aterrorizada por el cerco nuclear en sus fronteras.

Estados Unidos se aprovechó de los profundos problemas de la Unión Soviética y del celo y las políticas de Rusia por el cambio auto infligido en la década de 1990 —de hecho, un punto de inflexión— a expensas de la diplomacia de “compromiso verbal”.

En 1990, en nombre de la Administración del presidente George H. W. Bush, el Secretario de Estado de los Estados Unidos Baker hizo una promesa verbal al entonces líder soviético, Mikhail Gorbachev, de que “después de la reunificación, después de que Alemania permaneciera dentro de la OTAN, la organización no se expandiría hacia el este”. La Administración del Presidente Clinton rechazó esa promesa alegando que era la decisión de su predecesor y que las promesas verbales no eran válidas, pero mientras tanto George H. W. Bush había incorporado a los Estados bálticos a la OTAN.

A mediados de la década de 1990, el Presidente Clinton indirectamente hizo un compromiso verbal con el entonces líder de Rusia, el pusilánime Yeltsin, de respetar la línea roja por la cual la OTAN no debería cruzar las fronteras orientales de los Estados bálticos. Sin embargo, como ya se ha dicho anteriormente, la Administración del presidente George H. W. Bush ya había roto esa promesa al cruzar sus fronteras occidentales. Es lógico pensar que, a los ojos de Rusia, la «diplomacia de compromiso verbal” es con razón sinónimo de fraude e hipocresía que los Estados Unidos de América están acostumbrados a implementar con Rusia. Esta es exactamente la razón por la que Rusia insiste actualmente en que Estados Unidos y la OTAN deben firmar un tratado con ella sobre la neutralidad de Ucrania y la prohibición del despliegue de armas ofensivas (es decir, nucleares) en Ucrania.

Igualmente importante es el hecho de que después de la Primera Guerra Fría, los Estados Unidos de América, con su mentalidad de apresurarse a recoger los frutos de la victoria, atrajeron a 14 países pequeños y medianos al proceso de expansión, causando crisis en las regiones periféricas de Europa y creando ingeniosamente rusofobia en los países de Europa Central, Balcánica y Oriental.

Este completo desprecio por el “concierto de las grandes potencias” —un principio de siglos de antigüedad fundamental para garantizar una seguridad duradera en Europa— y la práctica de “ser prudente y tonto” han llevado artificialmente a una prolongada confrontación entre Rusia y los países europeos, de la misma manera que entre los Estados Unidos de América y Rusia. La antigua tendencia de enfatizar la primacía global de los Estados Unidos de América mediante la creación de crisis y la invención de enemigos reafirma la trágica realidad de su propia emergencia como un peligro para la paz mundial.

Con todo, la crisis de Ucrania es un tema clave para la dirección de la seguridad europea. Estados Unidos no detendrá su expansión hacia el este. Rusia, arrinconada, no tiene otro camino que reaccionar con todas sus fuerzas. Esto anuncia la Segunda Guerra Fría en Europa, la agitación duradera y la posible partición de Ucrania serán su destino inmutable.

El peor de los escenarios será una guerra convencional en el continente entre las tropas de la OTAN y las fuerzas rusas, causando millones y millones de muertos, así como destruyendo ciudades. La guerra será convencional porque Estados Unidos nunca usaría armas nucleares, pero no por la bondad de su corazón, sino por temor a una respuesta rusa que eliminaría el territorio estadounidense del nivel de seguridad de NBC.

Hasta el punto de que echaremos de menos los buenos viejos tiempos del Covid-19.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

 ©2022-saeeg®

 

EL DESENLACE DE LA PARTIDA QUE SE JUEGA EN UCRANIA DETERMINARÁ EL MUNDO EN EL QUE VIVIREMOS

Alberto Hutschenreuter*

Para el entorno de la seguridad internacional de buena parte del siglo XXI, el curso que adopte el conflicto en Ucrania será crucial. En efecto, la existencia o no de una configuración entre Estados, tan necesaria para contar con un contexto de paz o conciliación relativa, depende de la compleja partida en liza que tiene lugar Europa del este.

Por tanto, se trata de una partida estratégica regional pero de alcance mundial. En alguna medida, hay en ella algo de 1914: por cuestiones relativas con un actor no central, Serbia, acabaron enfrentados entonces los actores mayores. En su gran obra “La diplomacia” Henry Kissinger fue por demás claro en cuanto a lo que sucedió aquel año estratégico, cuando sostuvo que los países preeminentes, que no tenían razones suficientes para ir a la guerra, acabaron enfrentados entre sí por defender a actores menores que sí tenían razones para enfrentarse.

Estados Unidos y Rusia no tienen cuestiones mayores como para dirimirlas en una gran prueba de fuerza. Por supuesto que existen asuntos encontrados, pero ninguno que requiera una guerra para superarlas. Como bien advierte el ex canciller ruso Igor Ivanov, “Nadie necesita una confrontación Todos perderían con una guerra. Implicaría tales costos políticos, sociales, militares y económicos para todos que se necesitarían décadas para la recuperación. Las repercusiones de una gran guerra en el centro de Europa no serían menos duraderas que las ramificaciones desencadenadas por el desastre de Chernóbil, que persisten desde hace casi cuarenta años. ¿Quién estaría dispuesto a correr ese riesgo?”.

Sin embargo, la obstinación de Ucrania en ser miembro de la OTAN los ha dejado en una peligrosa situación de carácter casi insumiso. Es cierto que el mandatario estadounidense ha dicho que el país de Europa oriental no ingresará en el corto plazo a la Alianza Atlántica, pero ¿qué implica el corto plazo, cinco meses, un año? Incluso otro plazo más extenso no eliminaría la raíz del problema, esto es, las demandas geopolíticas de Rusia, las que suponen que la OTAN ni otras alianzas político-militares se acerquen a los lindes de Rusia. En este sentido, el “cinturón de amortiguación” que significa para Rusia el territorio continuo de Belarús y Ucrania en el inmediato oeste y el de Georgia en el sur, tiene status de interés vital para Rusia, es decir, este país estaría dispuesto a ir a la guerra para impedir que se ponga en riesgo aquella condición geopolítica mayor, que no es una condición exclusivamente de Rusia, sino de todo actor preeminente. Solo que en el caso de Rusia la experiencia remota y reciente, o sea, casi permanente, la ha marcado sensiblemente.

Se ha señalado que la cuestión es geohistórica. Por su parte, la especialista Angela Stent señala que hay algo así como una “doctrina Putin” basada en la pretensión rusa de que Estados Unidos debería tratar a Rusia como si fuera la Unión Soviética. Sin duda que el pasado relativo con la génesis del cuerpo y el espíritu eslavo es importante para Moscú; asimismo, sin duda que Moscú pretende que Washington mantenga deferencia estratégica. Pero el centro de la crisis actual es geopolítica y la salida de la misma pasa por no forzar o trastocar el profundo interés político-territorial que posee Ucrania para Rusia por medio de una estrategia basada en la prevención ante lo que se considera un irremediable revisionismo geopolítico ruso.

Lamentablemente, Ucrania no puede modificar esta situación. O puede, pero a un precio muy alto para ella y para la seguridad internacional. Por ello, debe asumir que su condición de “Estado pivote”, por su ubicación, requiere de un grado de “necesaria diagonal geopolítica” que no lesionará su soberanía, pues la misma podrá ampararse por medio de robustos compromisos internacionales. Pero por ahora no se admite esta alternativa, tornándose la crisis cada vez más inflexible.

En cuanto a Occidente, considerando la relevancia geopolítica que implica Ucrania para Rusia, una política congruente por parte del oeste debería basarse en el abandono de toda estrategia sempiterna relativa con debilitar geopolíticamente a Rusia y negociar con Rusia un marco de entendimiento estratégico mayor sobre aquellas cuestiones que van a demandar respuestas en clave de firmes acuerdos en las próximas décadas, por caso, el equilibrio nuclear, es decir, el segmento relativo con la seguridad estratégica internacional en el que se habrían producido “desajustes” o “fugas” entre ambos poderes. Queda aquí solamente un tratado en pie, el START III o New START y es necesario mantenerlo, cumplirlo y, de ser posible, ampliarlo horizontal y verticalmente, más allá de las diferencias cualitativas y cuantitativas que existan con terceros nucleares como China.

Por ello, a menos que Occidente considere que mantiene una leve ventaja en la partida que se juega en Ucrania, es decir, está convencido de que si Rusia utiliza la fuerza las consecuencias políticas y económicas para ella serán casi catastróficas, la decisión más conveniente es alcanzar un acuerdo estratégico con Rusia más otros actores a través del cual se garantice que la OTAN no se extenderá al este.  

En el pasado, Estados Unidos y la URSS se encontraron en situaciones más riesgosas de las que salieron a través de pactos que se tributaron, por ejemplo, la crisis de los misiles de Cuba en octubre de 1962. Generalmente se tiene la perspectiva relativa con que la URSS cedió, lo cual es cierto porque retiró los misiles; pero se trató de una situación igualada, pues Washington se comprometió a no intervenir en la isla y a retirar misiles de alcance medio estacionados en Grecia y Turquía, compromiso este último que, años después, le significó serios inconvenientes para estacionar complejos en Europa ante el despliegue de los misiles soviéticos de alcance intermedio.

Este escenario, de pacto necesario en relación con el conflicto en Ucrania, podría impulsar otros acuerdos e incluso revitalizar regímenes internacionales que se volvieron casi nominales. Es decir, sin llegar a configurar un orden internacional, ambos poderes “relajarían” la tensa situación de “no guerra” que existe hoy: un marco de predisposición, ganancias relativas colectivas y expectativas favorables.

Otro contexto sería lo que el analista ruso Ivan Timofeev denomina “tensión permanente”, esto es, la situación actual se mantiene. Por supuesto que es un escenario preferible al de la guerra; pero tal escenario implicaría un deterioro más general de las relaciones internacionales, y el tiempo de duración de dicho escenario podría extenderse por años.

En este escenario sería difícil considerar ganancias para algunos. Es cierto que, si el propósito de Occidente es doblegar a una Rusia irredimible hasta volverla un actor sobrecargado de dificultades y aislado, este escenario es el “estratégicamente adecuado”. Pero tales ganancias de poder serán muy relativas, pues Rusia no es un “consumidor de seguridad” como Ucrania: se trata de un actor productor de seguridad y, si es necesario, exportador de inseguridad a través de tácticas no convencionales.

Además, los recursos de la denominada “guerra híbrida” serán utilizados por los poderes preeminentes hasta los extremos; el multilateralismo descenderá a niveles más bajos de los que se halla desde hace años; los regímenes internacionales dejarán de contar con el compromiso de los Estados en momentos que se necesita revigorizarlos, por caso, la OMS, por no recordar los relativos con armas convencionales y estratégicas; se regresará a los bloques geoestratégicos y a la política de alianzas (de hecho, algo se ha visto estos días entre China y Rusia en Pekín); desaparecerá cualquier posibilidad de “anarquía internacional administrada”; se llevarán más agresivamente adelante los procesos de acumulación militar, particularmente en sistemas antimisilísticos y armas nucleares de precisión mayor; se derrumbará la cooperación energética entre Europa y Rusia; las sanciones repercutirán más allá de Rusia; la soberanía, economía e integridad territorial de Ucrania lo convertirán en uno de los actores más frágiles  del globo; etc.

Este contexto, de no alcanzarse un acuerdo de escala entre Occidente y Rusia, es el que podría afirmarse y marcar el tiempo internacional que viviremos. Ante las dudas y confusiones, Maquiavelo siempre recurría a una pregunta orientadora: ¿es necesario? Recurramos una vez más al gran pensador florentino y preguntémonos si, considerando el deteriorado escenario internacional, ¿es necesario mantener en calidad de carácter estratégico irrevocable la decisión de que Ucrania sea parte de la OTAN?

En breve, el desenlace que tenga la crisis en Europa del este determinará, en buena medida, el mundo en el que viviremos durante los años venideros: un mundo fragmentado, es decir, un escenario inestable donde no hay ni guerra ni paz; o un mundo sin orden, pero con (al menos) mínimos de seguridad interestatal establecidos que lo alejen de la posibilidad de quedar fuera de control.

 

* Doctor en Relaciones Internacionales (USAL). Ha sido profesor en la UBA, en la Escuela Superior de Guerra Aérea y en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación. Su último libro, publicado por Almaluz en 2021, se titula “Ni guerra ni paz. Una ambigüedad inquietante”.

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