INDEPENDENCIA Y DEFENSA

Iris Speroni*

Cortar de cuajo cualquier intentona de adosarnos a algún otro imperio.

Hoy, 9 de julio, es el cumpleaños de la Patria.

Así que, antes que nada, ¡Feliz Día de la Patria!, ¡Feliz Día de la Independencia para todos!

En un mes interesante, cuando cumplimos el aniversario de la Defensa de Buenos Aires y días después, cumplimos años.  Ver EL MITO FUNDACIONAL de @Lohengrin82.

Llamamos “Reconquista de Buenos Aires” a la Primera Invasión Inglesa (1806). “Defensa de Buenos Aires” a la Segunda Invasión Inglesa (1807).

El 4 de julio de 1807, Whitelocke, luego del desembarco, arribó con sus hombres al Riachuelo. Al día siguiente, 5 de julio, las tropas invasoras se instalaron en Plaza Miserere, y con muchas bajas, avanzaron hasta Retiro. Siguieron luchas encarnizadas hasta la rendición inglesa el 7 de julio.

Casi una década después, y tras la caída de la Península Ibérica durante las guerras napoleónicas y la vergonzosa abdicación de la Corona de España (Carlos IV y Fernando VII), nos sacamos a un rey indigno de encima que pertenecía a una corona que no supo defender Buenos Aires (ni Cartagena, ni la península ibérica, ni nada).

La incompetencia de la Corona para defender a la capital del Virreinato desembocó en la desobediencia a un rey que no merecía serlo. Porque existe un único contrato fuerte y verdadero: nosotros pagamos los impuestos, vos nos defendés. El Rey no cumplió, ni en América ni en la Península. América la perdió. Se merecía haber perdido la metrópoli también y terminar ahorcado.

Quiero llamar la atención sobre un punto de la Declaración de la Independencia, que no se produjo el 9 de julio, sino el 19 de julio de 1816.

Ése día se agregó la frase “y toda otra dominación extranjera”, con lo que se calificó con precisión nuestro carácter independiente. Fue una propuesta del congresista Dr. Pedro Medrano, con el fin de cortar de cuajo cualquier intentona de adosarnos a algún otro imperio una vez que nos sacáramos de encima al inútil de Fernando VII, Borbón, Rey de España.

Con lo que el texto quedó así:

«Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud-América, reunidos en congreso general, invocando al Eterno que preside el universo, en nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al Cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia que regla nuestros votos: declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli y toda otra dominación extranjera. Quedan en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas, y cada una de ellas, así lo publican, declaran y ratifican comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, baxo el seguro y garantía de sus vidas haberes y fama. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación. Y en obsequio del respeto que se debe a las naciones, detállense en un manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración». La negrita es un agregado mío.

Curiosidades para los más jóvenes:

    • Se publicó en castellano, aymará y quechua.
    • Hubo representantes de provincias del Alto Perú (Tarija, Charcas, Chichas, Mizque) presentes y firmantes; otras dieron el faltazo porque el ejército realista enviado desde Perú había recuperado parte del territorio y los congresales electos no pudieron llegar.
    • 12 diputados (41%) eran eclesiásticos, lo que demuestra cuán involucrada estuvo la Iglesia Católica en la Independencia Americana.
    • El Litoral no mandó representantes, parte porque la Banda Oriental se defendía como podía de las invasiones portuguesas/brasileñas, parte porque sí.
    • La Declaración de la Independencia fue claramente una iniciativa de las provincias del norte, esto es Alto Perú y lo que hoy llamamos NOA [1], Cuyo, Córdoba y Buenos Aires.

Deberíamos hacer un altar a Pedro Medrano.

Quiero llamar la atención sobre un punto que se suele soslayar: «… sostén de esta su voluntad, baxo el seguro y garantía de sus vidas haberes y fama». Se refiere a la vida, haberes (propiedad) y fama (honor) de los diputados firmantes. Tres bienes protegidos específicamente por el artículo 29 de la Constitución a partir de 1853.

Es una aclaración que hicieron porque suponían que el Rey consideraría —correctamente— que todos ellos habían traicionado a la Corona y los condenaría a muerte; lo que hizo. Todos los que firmaron el Acta sabían perfectamente que si las fuerzas del Rey los agarraban, les cortarían el gañote, les confiscarían todos los bienes y quedarían en la historia como traidores.

Todos sabían qué ponían en juego  su vida, su propiedad y su honor e igual lo hicieron.

Creo que no les enseñamos a nuestros jóvenes el nivel de enjundia de esos locos en toda su magnitud. Gente que tenía todo para perder y sin embargo hicieron lo que creían correcto. Tampoco le damos hoy la épica y la heroicidad que verdaderamente tuvo todo ese período.

Tomás Manuel de Anchorena, uno de los hombres más ricos de ese momento —luego lo sería aún más— se bancó días enteros en carreta hasta llegar a Tucumán. Y puso todo —incluso su cuello— en juego. Hablemos de altas apuestas.

Me despiertan enorme admiración. Es para otro día, pero la mayoría de ellos perdieron sus fortunas en las luchas posteriores, tanto contra el ejército realista como en las guerras civiles. La guerra es así: una gran destructora de riqueza.

Basta compararlos con los “empresarios” actuales, permanente llorones de subsidios.

Ahora

El Plan de la Argentina (así, con mayúscula) está sembrado en el Acta de Declaración de la Independencia. ¿Qué tenemos que ser? “Una nación libre e independiente”. ¿Independiente de quién? “del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli y toda otra dominación extranjera”, esto es, de España y de todo el resto. Nada más que explicar. Está todo ahí.

¿Y cómo nos fue? Más o menos. Estamos mucho mejor que muchos otros.

Colombia tiene a los yanquis manipulándoles el territorio, América Central es un centro de trasbordo de armas y droga gestionado por el deep state norteamericano, México… pobre México, tan cerca de los EEUU. Cuba tiene un gobierno instalado por la CIA, el cual sigue su fiel papel asignado oportunamente, mientras su pueblo pasa hambre.

Al Magreb lo pusieron patas para arriba durante el gobierno de Obama, hicieron un golpe de estado a Egipto y descuartizaron Libia. Molieron Siria. Años atrás molieron El Líbano. Bombardearon Belgrado. Ocuparon 20 años Afganistán.

Siempre se puede encontrar alguien que está peor.

Pero nosotros no somos un país pequeño. Somos la octava superficie del mundo (gracias a Julio Argentino Roca). Tenemos viva una enorme disputa con Gran Bretaña que involucra el Atlántico Sur y la Antártida. Somos un país rico, sometido a una pobreza indigna, porque quienes gobiernan, funcionan en los hechos como interventores al servicio de intereses ajenos.

Deberíamos estar parados en otro lugar.

Pero que quede claro que podríamos estar peor. Como Ucrania, por ejemplo. Los países de la Unión Europea se han reunido y han dicho públicamente qué pedazo de Ucrania les tocará a cada uno.

Por lo que invito a mirar el medio vaso lleno y no el medio vacío. Llegamos hasta acá, con el territorio continental más o menos intacto [2], mediante una política de coqueteos, devaneos y zigzag entre las potencias imperantes [3]. Con recursos entregados a otros (oro, petróleo, pesca, comercialización de granos), pero con más o menos inversiones en infraestructura y un potencial más o menos listo para arrancar en punta apenas abran las gateras.

Futuro

Leandro Ocón (@oconalf), analiza EL NUEVO CONSENSO DE WASHINGTON. O por lo menos, la vuelta de tuerca que deben dar los EEUU para salir del pantano en el que se metieron. Tomar un poco de cositas de Trump, para darle trabajo a gente que está muy enojada, y ver cómo no perder poder en el mundo. Si se les cae el dólar, se van a ver en figurillas para mantener el liderazgo mundial.

El análisis de Ocón es muy jugoso. Uno de los puntos, que traté en numerosas ocasiones, es el resurgimiento de antiguas naciones. Dos milenarias, como China e Irán (ex Persia); otra de varios siglos, como Rusia. Y, tal vez lo más importante, es que China no reverdece en soledad, sino que arrastra consigo a todo el Extremo Oriente.

Argentina lo ve claramente reflejado en sus propias estadísticas de Comercio Exterior. Décadas atrás, Europa era prácticamente nuestro único comprador. Hoy apenas alcanza el 12,3%. Por el contrario, EEUU no existía, hoy comerciamos. Países con los que antes casi no teníamos relación, como Vietnam [4], Malasia [5], India [6], Indonesia [7], Magreb, hoy son grandes clientes. Para nosotros son oportunidades que no debemos desaprovechar.

Explicación de las siglas al pie [8]

Pero también hay un reacomodamiento cultural e ideológico. La doctrina monopólica anglosajona se resquebrajó. Lo que quieren implementar e imponer, arbitrario y mutante —ahora está de moda el LGTB y el racismo exacerbado, la inmigración compulsiva y la pedofilia— es resistido no sólo por los países asiáticos, musulmanes, sino por naciones europeas como Rusia, su área de influencia, Polonia, Hungría y la bombardeada Serbia. El presidente chino proclama que “se acabaron los 100 años de humillación”. El presidente ruso le dijo hace varios años atrás a los reunidos en Davos que sus ideas imperaban sobre el 12% de la población mundial, que el resto está en otra.

Pero a veces, lo más contundente es lo tangible. China es una potencia militar. El yuan ha desplazado al dólar en algunas transacciones de comercio internacional. El monopolio norteamericano es cuestionado.

¿Cómo estamos nosotros parados para defender el mandato de nuestros mayores de ser independientes de España y de toda nación extranjera? ¿Qué recaudos hemos tomado? ¿Cuáles vamos a tomar? ¿Qué defensa tenemos para que no nos hagan una opereta como le hicieron a Ucrania? ¿Cuándo vamos a acabar con los 41 años de humillación? ¿Alguien piensa hacer algo? ¿Qué?

Si queremos mantener nuestra Independencia debemos elaborar una estrategia de Defensa (como lo hicieron los habitantes de Buenos Aires entre la Primera Invasión Inglesa en 1806 y la Segunda en 1807).

Nuestra obligación es defender nuestra soberanía; pero también el bienestar del Pueblo; y garantizar los beneficios de la libertad. ¿Quién piensa una estrategia para cumplir con esas múltiples exigencias?

Cualquier cosa que pensemos, diseñemos e implementemos debe tener en cuenta que actualmente son tiempos de cambio (como los fueron las Guerras Napoleónicas que desembocaron en nuestra Independencia). Hoy tenemos un contexto internacional sumamente favorable que vino para quedarse. No eternamente, porque nada lo es, pero sí por mucho tiempo. Tenemos todo a nuestro favor.

Hoy es 9 de julio. Cumpleaños de la Patria. Aniversario de nuestra independencia, la cual no se conquistó con un papel firmado en Tucumán, sino a sangre y fuego y con el costo de miles de vidas.

Diseñemos cómo vamos a honrar a nuestros mayores, a nuestra posteridad, y a nuestras vidas.

¡Feliz Día de la Patria para todos!

 

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Notas

[1] Más allá de que entre la convocatoria al Congreso y su efectiva reunión, el Alto Perú fuera reconquistado por fuerzas realistas; lo que impidió que estuviera plenamente representado.

[2] Tom E. Lawrence me hizo notar que no se puede hablar de territorio intacto cuando casi un tercio de nuestra superficie, mayormente marítima, está ocupado por una potencia extranjera. Y tiene razón. Por lo que aclaro que, a la fecha, hay intentos de quebrar nuestra continuidad continental (Cornejo con la secesión de Mendoza, activistas contratados que ofician de araucanos ofendidos en la Patagonia, tal vez para generar una excusa para una intervención internacional/británica). Así que resumo: tenemos gran parte del país ocupado por Inglaterra, pero conservamos la integridad territorial (por ahora).

[3] Me refiero concretamente a la política de neutralidad instaurada por J. A. Roca y Manuel Quintana, presidentes de la Nación.

[4] Viet Nam: 3,7% de las exportaciones; 1,5% de las importaciones.

[5] Malasia: 2,7% de las exportaciones; 0,5% de las importaciones.

[6] India: 5,1% de las exportaciones; 2,3% de las importaciones.

[7] Indonesia: 2,4% de las exportaciones; 0,6% de las importaciones.

[8] Zonas económicas definidas por el INDEC

Mercado Común del Sur (Mercosur): Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Venezuela y zonas

francas.

Chile: Chile y sus zonas francas.

Resto de la Asociación Latinoamericana de Integración (Resto de ALADI): Bolivia, Colombia,

Cuba, Ecuador, Perú y zonas francas.

Sistema de la Integración Centroamericana (SICA): Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala,

Honduras, Nicaragua, Panamá, República Dominicana y zonas francas.

USMCA (ex NAFTA): Canadá, Estados Unidos (incluye Puerto Rico y territorios vinculados en

América y Oceanía) y México.

Unión Europea (UE):  Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Chipre, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia,

Eslovenia, España (incluye Islas Canarias), Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia,

Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, Rumania y

Suecia.

Reino Unido: Reino Unido –incluye Irlanda del Norte–.

Asociación de las Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN): Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia,

Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia y Viet Nam.

China: incluye Hong Kong y Macao.

Comunidad de Estados Independientes (CEI): Armenia, Belarús, Kazajstán, Kirguistán, Moldova,

Rusia, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán.

Medio Oriente: Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Iraq, Israel, Jordania,

Kuwait, Líbano, Omán, Qatar, Yemen, Siria y Palestina.

Egipto y la Unión del Magreb Árabe: Argelia, Egipto, Libia, Marruecos, Mauritania y Túnez.

Unión Aduanera del Sur de África (SACU): Botswana, Eswatini (Swazilandia), Lesotho, Namibia

y Sudáfrica.

Oceanía: Australia, Fiji, Islas Marianas Septentrionales, Islas Marshall, Islas Salomón, Kiribati, Estados

Federados de Micronesia, Nauru, Nueva Zelandia, Palau, Papua Nueva Guinea, Samoa, territorios

vinculados a Australia, territorios vinculados a Francia, territorio británico (Islas Pitcairn), territorios vinculados a Nueva Zelandia, Tonga, Tuvalu y Vanuatu.

 

Lecturas Relacionadas:

El mito fundacional, http://restaurarg.blogspot.com/2018/08/el-mito-fundacional.html, de @Lohengrin82

El Nuevo Consenso de Washington: ¿Posneoliberalismo? https://misionproductiva.com.ar/mundo/2023/07/06/el-nuevo-consenso-de-washington-posneoliberalismo/

Imperio austral, http://restaurarg.blogspot.com/2023/04/imperio-austral.html

Los BRICS y la Argentina, http://restaurarg.blogspot.com/2023/04/los-brics-y-la-argentina.html

 

Artículo publicado el 08/07/2023 en Restaurar, http://restaurarg.blogspot.com/2023/07/independencia-y-defensa.html.

 

¿POR QUÉ LOS ARGENTINOS NO CONSUMEN PESCADO?

César Augusto Lerena*

Imagen: Heberhard en Pixabay

Que los argentinos seamos los que, en promedio, consumimos menos pescado de Latinoamérica, el Caribe y África debería llamarnos la atención cuando el país tiene un amplísimo territorio marítimo, más de dos veces que el territorio continental. Sin eufemismos: la culpa la tienen los gobiernos de turno que no mejoran la dieta de los argentinos ni promueven el desarrollo de esta actividad proveedora de alimentos.

En todas las conferencias y entrevistas en las que participamos, la pregunta más frecuente es porqué el pescado es tan caro en la Argentina que tiene los recursos pesqueros a pocas kilómetros de la costa y dispone como pocos lugares en el mundo, de puertos desde donde se desembarcan todos los días merluzas, calamares y langostinos frescos que, ya congelados, se exportan a Vigo (España) y luego se distribuyen a toda Europa, para que nosotros comamos allí la mejor bocata de calamar del mundo en la Plaza Mayor de Madrid proveniente de nuestro país.

Nosotros tuvimos la oportunidad durante años de controlar la calidad y sanidad de veinte toneladas diarias de pescados frescos para su distribución nacional desde una plataforma de un importante hipermercado francés radicado en Argentina. No existe ese volumen diario concentrado de “pescado fresco” en ninguna parte del mundo; se conforman los puertos más importantes pesqueros con desembarcar altos volúmenes de productos congelados. La Argentina tiene las mejores condiciones para que los argentinos consuman este extraordinario alimento, cuyos aminoácidos esenciales son solo comparables con la leche materna y sus grasas insaturadas inmejorables para la salud del sistema cardiovascular.

¿Por qué motivo los argentinos tienen el consumo per cápita de pescado más bajo, con 4,5 Kg por persona y por año, mientras que en Latinoamérica, el Caribe y el continente africano alcanza a los 10 Kg y el promedio mundial a los 20 Kg? Cuando uno les pregunta a los consumidores, por qué los argentinos no comen más pescado, suelen contestar: es muy caro y no da la sensación de saciedad de la carne roja. Pero en todo el mundo el pescado es caro y la digestión del pescado es más fácil que la mayoría de los alimentos cárnicos restantes. Las razones son otras.

En primer lugar, en la Argentina nunca hubo un programa de promoción de “Consumo Nacional de Pescado”. El 95% de las capturas argentinas se exportan y a los empresarios no les interesa estar sujetos a las erráticas políticas del gobierno y a enfrentarse a las exigencias de los “precios controlados” en un país con una inflación enorme. A la Subsecretaría de Pesca no se le cae otra idea que promover el día 19 de cada mes como una jornada de consumo de pescado, cuando cualquier nutricionista o cardiólogo recomienda a sus pacientes el consumo de pescado —al menos— tres veces por semana y la iglesia históricamente promueve su consumo los viernes, en lugar de ayuno o para abstenerse de comer carne de animales de sangre caliente.

No teniendo el argentino el hábito de consumir pescado no se lo informa sobre las características organolépticos del pescado fresco y no se lo capacita sobre las preparaciones gastronómicas con este producto. Ello contrasta, por ejemplo, con Alemania, que a pesar de importar la mayoría del pescado que consumen y consumir unos 14 Kg. por año, tres veces más que Argentina, tiene chefs especializados que enseñan en forma gratuita a cocinar pescados a los alemanes. Mar del Plata, la principal ciudad pesquera de Argentina, captura y procesa anchoíta que, descabezada, eviscerada y salada, exporta en barriles a España e Italia; pero mientras eso ocurre, los restaurantes de la ciudad proveen manteca o queso untable como tentempié a la espera del plato principal, en lugar de servir un par de filetes de anchoíta salada o en aceite que aumentaría el consumo y la incorporación a la cultura alimentaria y la caracterización de la ciudad. Los intendentes no entienden que Mar del Plata es una ciudad portuaria y pesquera; como Córdoba y Santa Fe pueden ser cuencas lecheras. Cada región de España tiene su paella, conforme a las materias primas que tiene a su alcance, a pesar de que los valencianos entiendan que la de ellos es la original y no lleva langostinos. Mi amigo Gil Gallego, natural de Sagunto, tiene claro que un error en la preparación este plato puede ser fatal.

Los argentinos podemos elegir la mejor carne para un asado pero de pescados, nada. Diremos en forma muy sintética para aportar una pequeña luz al conocimiento general las características de un pescado entero (merluza común) fresco: debe mantenerse entre 0,5 y 2ºC (mal: +6ºC); los ojos brillantes, elásticos y convexos (mal: opacos, rígidos, cóncavos); la carne de consistencia firme, escamas brillantes y adheridas (mal: blanda, deja impresa la presión); branquias rojas brillantes o mate, de olor a mar o neutro (mal: color amarillo grisáceo y olor amoniacal o pútrido); vísceras intactas (mal: despedazadas, rotas). Y sus filetes: azulados, traslúcidos, brillantes (mal: amarillento, rosado, rojizo, parduzco); textura firme (mal: muy blanda, desgrana con facilidad); olor a mar, a fresco (mal: desagradable, amoniacal); filetes enteros, de bordes netos, regulares; superficies planas, sin manchas o deshidratados (quemados); sin restos de vísceras o elementos extraños (mal: gran cantidad de imperfecciones). Sin aditivos, conservadores o agentes desinfectantes o limpieza. Comprar pescado ultracongelado no desmerece la frescura original, solo hay que descongelarlo adecuadamente para reconstituir el mejor pescado fresco y de calidad y ni el mejor experto advertirá la diferencia; pero, esta será una materia próxima.

No se ama lo que no se conoce. En Argentina la compra del pescado -ante la falta de hábito- no es planificada sino reactiva, por lo tanto, comerciantes y fiscalizadores deben asegurar la exposición con luces frías y pescados hidratados, identificados, expuestos en un ámbito atractivos, provistos de hielos limpios, sin olores desagradables que estarían demostrando el deterioro de los pescados que se ponen a la venta.

En segundo lugar, los gobiernos se han quedado en la época del “granero del mundo” del siglo XIX y XX, pero han perdido de vista que la Argentina es un Estado Marítimo. Un país que forma parte del continente americano y del continente antártico y, cuya superficie alcanza los 3.757.124 Km2; mientras que su plataforma continental extendida y las aguas de la ZEE ocupadas por el Reino Unido y las que rodean la Antártida alcanzan los 8.029.842 Km2. Los argentinos viven de espaldas al mar mientras que países con ZEE de menos Km2 son consumidores habituales de este alimento, como España. No hay política y podría pensarse que es parte de la “desmalvinización”, para evitar que los argentinos miren al mar y se den cuenta que en lugar de tener ocupados los 11.410 Km2 de Malvinas los británicos invaden 1.639.900 Km2 de mar.

En tercer lugar, la pesca en la Argentina ocupa un lugar erróneo en la estructura de gobierno que no tiene ningún vínculo con esta actividad. La agricultura y la ganadería son actividades de producción primarias, que están muy lejos de la actividad integrada de la pesca, de una complejidad absolutamente mayor; que es extractiva, industrial y exportadora. Como muy pocos países desarrollados en el mundo, la Argentina tiene recursos propios para autoabastecerse.

En cuarto lugar, en la Argentina no hay una política coordinada entre las Secretarías de Salud y de Agricultura, Ganadería y Pesca y, por lo tanto, no hay una cultura alimentaria que promueva el consumo de esta especie para mejorar la dieta y asegurar una mayor salud de los argentinos, a partir de una mejor nutrición con este alimento excepcional. En las ciudades portuarias de Argentina el consumo no es mayor al del resto del país y los programas de asistencia alimentaria para personas vulnerables no contemplan el suministro de pescado. En 1989 nos tocó armar un programa entre las empresas conserveras de pescado para proveer al “Programa Alimentario Nacional” (PAN); ello, no solo permitió el acceso a este alimento a poblaciones carenciadas sino que duplicó la producción nacional de conservas de pescado y el acceso de este producto a las góndolas. Una exitosa tarea coordinada de las empresas productoras, el Instituto de Tecnología Industrial y el aporte de los fondos destinados a la asistencia social, que proveyó salud.

En quinto lugar, a pesar de que el recurso pesquero es de dominio del Estado y éste da la explotación en concesión a las empresas, no establece ninguna obligación de proveer productos pesqueros al mercado interno al otorgar los permisos, lo que permitiría aumentar la demanda, bajar el precio y aumentar el consumo, incorporándole valor agregado a la industria. El precio está marcado por la demanda internacional y es igualmente caro en el mundo; su valor está relacionado a la excelente calidad de la proteína que posee. Su producción para generar el hábito y el interés empresario, debería estar exenta de impuestos e incluso acreditar a favor del consumidor el total del IVA para evitar la absorción de ésta por parte del comerciante.

Aun así, para disponer de un volumen mayor para destinar al consumo interno, se necesitaría llevar adelante acuerdos para recuperar parte de los recursos que migran a alta mar y terminar con los descartes de pescados aptos, acercando esta proteína excepcional a las personas vulnerables, que consumen poco pescado.

El precio accesible y justo acercará a los consumidores a este alimento de todos los argentinos.

En sexto lugar, la Argentina debe promover la acuicultura. Cuando el 50% de la producción mundial tiene este origen, en el país no alcanza al 1%. La instalación de acuiculturas acercará la disponibilidad de este alimento al interior del país y el consecuente aumento de consumo y la generación de empleo, promoviendo una mayor cultura alimenticia en territorios poco acostumbrados al consumo de esta especie.

En séptimo lugar, la Argentina tiene que hacer conocer que sus plantas industriales y sus operaciones cumplen con los mejores estándares internacionales para la manufactura de productos industriales de alta calidad y sanidad; aplicando las normas HACCP y otras aprobadas por los mercados más exigentes y los organismos nacionales (SENASA) y mundiales de mayor rigor como la FDA de los Estados Unidos; la Comisión de Veterinaria de la Unión Europa y certificadores de calidad reconocidos.

En octavo lugar, las capturas pesqueras se realizan en el Atlántico Sudoccidental, un mar que se encuentra libre de metales y contaminantes; además, que en los procesos de captura, industrialización y comercio se encuentran libres de todo aditivo, conservante, colorante, etc., lo que permite afirmar que, como pocos alimentos en el mundo, está libre de toda contaminación ambiental, química o física. “Los peces juegan un papel muy importante como contribuyentes de nutrientes a los ecosistemas marinos, según investigadores de la Universidad de Georgia y la Universidad Internacional de Florida” (Beth Gavrilles, 11/12/12). Según la revista Ecology, muestran que los peces aportan más nutrientes a sus ecosistemas locales, que cualquier otra fuente, contribuyendo a la ecología trófica (red alimentaria); además que “está demostrado que los productos pesqueros son la fuente de proteínas más saludables con menor huella de carbono (…) las emisiones del sector pesquero representan entre el 0,1% y el 0,5% del total global de gases de efecto invernadero” (Garat, Javier, Cepesca y Europêche, Industrias Pesqueras, 04/07/2022).

En noveno lugar, es muy importante la participación y contribución económica del sector pesquero en la promoción de la actividad y en visibilizar las virtudes del consumo de pescados y mariscos. El pescado no tiene en la Argentina el marketing del vino y otras bebidas alcohólicas y gaseosas, de las carnes rojas, etc. La asociación formada por algunas de las organizaciones más importantes pesqueras “Pesca España”, a través de su página “Metapesca.org”, es un ejemplo a seguir del aporte que también tiene que hacer el sector privado. En esta página refiere a que el pescado es reconocido ampliamente como una fuente de nutrientes esenciales muy beneficiosa para la salud y el bienestar general y destaca cinco razones para incluir al pescado como un alimento de la dieta habitual: Es rico en ácidos grasos omega-3 que, entre sus beneficios para la salud, incluyen la reducción del riesgo de enfermedades cardíacas, la mejora de la función cerebral y la disminución de la inflamación en el cuerpo. Desempeñan un papel crucial en el desarrollo cerebral y ocular en fetos y niños pequeños, por lo que el consumo de pescado durante el embarazo y la lactancia es muy beneficioso. El consumo regular de pescado se asocia con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares. Los citados ácidos grasos ayudan a reducir los niveles de triglicéridos en sangre, disminuyen la presión arterial y mejoran la función arterial. Estos efectos combinados ayudan a proteger el corazón y reducir el riesgo de sufrir ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y otros problemas cardiovasculares. Mejora la salud cerebral. Es beneficioso para la función cerebral y la salud mental. Los ácidos grasos omega-3, en particular el DHA, es uno de los componentes estructurales claves para el cerebro y están involucrados en el mantenimiento de la función cognitiva y la salud mental. Estudios han demostrado que el consumo regular de pescado se asocia con un menor riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el deterioro cognitivo relacionado con la edad. Además, se ha observado que los omega-3 pueden mejorar el estado de ánimo y reducir el riesgo de depresión. Es fuente de proteínas de alta calidad. Contiene todos los aminoácidos esenciales necesarios para el crecimiento y reparación de tejidos en el cuerpo humano. Las proteínas del pescado son fácilmente digeribles y se absorben rápidamente en comparación con otras proteínas animales. Tiene grasas insaturadas, lo que lo convierte en una opción saludable para reducir los problemas vasculares y para facilitar el mantenimiento de un peso saludable y desarrollar la masa muscular. Benefician la salud ocular. La vitamina D y los ácidos grasos omega-3 ayudan a prevenir la degeneración macular relacionada con la edad y la sequedad ocular. Además, estos ácidos grasos contribuyen al desarrollo y la salud de la retina, promoviendo una visión óptima a lo largo de la vida.

En décimo lugar, la producción pesquera genera ocupación de mano de obra intensiva; desarrolla los pueblos del litoral marítimo y fluvial; radica industrias en ámbitos desfavorables y, sus barcos ocupan el mar argentino. Razones más que suficientes para promover el consumo y, los gobiernos deberían entenderlo de una vez por todas, lo que ya decía el Gral. Manuel Belgrano “Un Estado sin pesca nada puede sobre la mar”.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado. Presidente de la Fundación Agustina Lerena (Fundada el 21/10/2002), Presidente Centro de Estudios para la Pesca Latinoamericana, CESPEL (Fundada el 02/04/1989).

Autor de “Malvinas 1982-2022. Una gesta heroica y 40 años de entrega” (2021) y de “Pesca Ilegal y Recursos Pesqueros Migratorios Originarios de los Estados Ribereños de Latinoamérica y El Caribe” (2022).

 

AUSENTISMO ELECTORAL

Santiago González*

La reconstrucción de la democracia argentina, y la recreación de la confianza en ella, pasa por la regeneración de los partidos políticos.

 

En el sistema democrático, una consulta electoral es una pregunta que los ciudadanos se hacen a sí mismos para conocer de manera amplia, sistemática y ordenada su evaluación sobre la marcha de los asuntos comunes hasta el momento del comicio, y su opinión sobre el rumbo futuro que deberían tomar esos asuntos, con atención a un menú de opciones ofrecido por los partidos políticos que seguramente ha de incluir la continuidad de lo presente junto con diversas alternativas para cambiar el derrotero. En nuestro ordenamiento institucional, la respuesta a esa consulta es obligatoria, y sus resultados son vinculantes: quiere decir que el manejo de la cosa pública deberá emprender el camino decidido por los votantes.

La República Argentina adhirió formalmente a este arreglo republicano en la Constitución de 1853, comenzó a aplicarlo de manera más o menos sistemática a partir de la organización nacional de 1880 y lo perfeccionó con el sufragio universal de 1912, ampliado con la inclusión del voto femenino en 1952. Sobre esta base, la Argentina acostumbra describirse a sí misma como una nación democrática, pero el sistema republicano raras veces funcionó normalmente entre nosotros, y nunca lo hizo con la continuidad necesaria como para adquirir solidez. Primero lo sabotearon los golpes militares, después las proscripciones políticas y por último, ya desde los setenta pero acentuadamente desde los ochenta, la desintegración de los partidos. Ahora, casi como lógica consecuencia, aparece la deserción ciudadana.

En los 14 comicios provinciales celebrados este año, la suma de ausentismo, voto anulado y voto en blanco ronda en promedio el 40 por ciento, una proporción nunca vista en la historia electoral del país. El desglose de esa proporción resulta todavía más alarmante: los votos anulados y en blanco, que implican una disconformidad con la oferta pero no con el sistema ya que el votante se tomó la molestia de acercase a la urna, representan una cuarta parte. El resto, un 30 por ciento de los empadronados, prefirió quedarse en su casa: no discute la oferta, se desentiende del sistema. No encuentra allí un instrumento útil para resolver los problemas de su vida o perfilar el futuro de sus hijos. Peor aún, no se siente parte de un conjunto, la nación, cuya expresión visible y vital es la participación política, tarea de todos y cada uno.

Estos datos, que marcan una tendencia continua y creciente por lo menos desde la crisis del 2001, han despertado la preocupación de algunos observadores de la escena política, que en general la han resuelto con apelaciones escolares a la responsabilidad ciudadana. “El voto no es solamente un derecho, sino una obligación, y desentendernos de la cuestión cívica no nos exonera del compromiso ciudadano”, advierte un editorial del diario La Nación. Agrega que la abstención “nos sitúa en la categoría de meros espectadores de una realidad que no asumimos como propia.” Con un poco más de enjundia, la consultora Shila Vilker, también citada por el diario, atribuye al ausentismo un “nihilismo activo”, un “hacer destructivo” motorizado por la “bronca”: desconfianza y pérdida de fe en la política.

Incumplimiento de un deber, falta de compromiso, nihilismo, destrucción: estos observadores, y probablemente también otros, describen el fenómeno en términos de reproche e incluso de condena. Pero votar en blanco o no votar envía un mensaje político tan valioso como el voto positivo, y ese mensaje debería ser leído correctamente, sin rechazo ni subestimación. Para muchos ciudadanos no votar, votar en blanco o depositar alguna leyenda ofensiva en la urna puede ser un modo de expresar de la manera más clara posible, y en la única oportunidad en que se lo consulta, su fuerte disconformidad con el estado de las cosas, con las opciones que se le ofrecen para reencauzarlas, y con el sistema que hace posible y tolera todo lo anterior.

Además, ¿qué instrumentos le ofrece ese sistema al votante para que pueda ejercer responsablemente y a conciencia su derecho y su obligación? La primera herramienta de la ciudadanía es la información. Hoy casi toda la prensa es militante, vale decir que es parcial y sesgada y lo es de manera tan amplia y evidente como para que nadie confíe demasiado en lo que dice. Se la ha visto involucrada en operaciones para destruir o encumbrar a tal o cual personaje, y se la ha visto detener su cobertura cuando llega al límite de los negocios oscuros, a los que no suele ser ajena. Cruzado ese límite se ingresa a una región de entendimientos, complicidades y transacciones que el votante nunca ve en los medios pero cuya existencia intuye, porque de lo contrario las cosas nunca habrían podido ir tan mal, durante tanto tiempo, en diferentes contextos y bajo cualquier gobierno.

El ciudadano, con su ausencia, quiere decir mal y pronto que está harto de que le tomen el pelo. Ya se dio cuenta de que todo es un juego con suculentos premios del que él no participa y de cuyas alternativas se entera apenas a medias, aunque su presencia sea imprescindible para que el juego pueda desarrollarse. Su situación recuerda a la de esos policías que suelen verse apostados en los estadios de fútbol de espaldas al campo: tienen que estar ahí pero no pueden ver el partido. Los políticos y sus voceros reclaman la presencia del ciudadano en las urnas pura y exclusivamente porque sus votos son los que les dan legitimidad para llegar al poder del estado, del que se valen para engordar sus cuentas bancarias y las de sus amigos, o para imponer a los demás sus berrinches ideológicos, o para cobrar de agencias extranjeras por imponerlos, o para todo eso junto.

La reacción de los ciudadanos que deciden no prestarse al juego, y que preocupa a los observadores, se distribuye como ya dijimos en dos categorías que podríamos describir ahora con más precisión valiéndonos de esa oposición entre “apocalípticos” e “integrados” que Umberto Eco aportó al análisis sociocultural. Los “integrados” rechazan las opciones que les plantea el comicio, pero preservan el sistema, lo ratifican con su asistencia, con la emisión del voto. Los apocalípticos creen que nada de lo que hay puede mejorarse, y que es necesario hacer volar todo por el aire y empezar de nuevo. Entonces optan por no votar, o bien se inclinan por alguna opción disruptiva cuya llegada al poder produciría, eso creen, el mismo efecto dinamitero. Lo suyo, antes que un “hacer destructivo” como dice Vilker, se parece más a esa virtuosa “destrucción creativa” que suele atribuirse al sistema capitalista.

Sin embargo, las cosas son más complicadas y no se resuelven mediante un rechazo, más o menos violento. Al enumerar las amenazas y distorsiones que sufrió nuestro sistema democrático mencionamos al principio los golpes de estado, las proscripciones y el eclipse de los partidos. Las dos primeras se resolvieron, la tercera no, y en ella reside el meollo del problema. La reconstrucción de la democracia argentina, y la recreación de la confianza en ella, pasa por la regeneración de los partidos políticos. En una sociedad de masas no hay política sin partidos, no hay partidos sin participación popular, y no hay participación popular sin conciencia nacional. En la Argentina no hay partidos, no hay participación popular, no hay conciencia de pertenencia a un todo llamado nación, y en consecuencia hay deserción ciudadana en los comicios, porque la oferta se muestra ajena, distante y sospechosa como si la hiciera un proveedor de servicios.

Pero las siglas políticas no son empresas de servicios especializadas en administrar el Estado. Podrían serlo, pero en ese caso el contrato sería otro e incluiría garantías de cumplimiento y eficacia. Los partidos son, deberían ser, agrupaciones de ciudadanos, unidos por una misma convicción sobre cómo debe administrarse la nación y cuál debe ser su lugar en el mundo, y que persiguen el poder para llevar esas convicciones a la práctica. Y la participación no se limita, no debería limitarse, a mirar por televisión las trifulcas entre candidatos, ni a simpatizar con uno o con otro. La participación política consiste en informarse, estudiar, acudir todas las semanas al comité, la unidad básica o lo que sea, pagar la cuota, poner el cuerpo, y discutir, promover a los mejores y separar a los oportunistas, y todo lo que supone la vida partidaria. Se habla con razón de la distancia entre la política y los ciudadanos, pero se omite decir que el eslabón faltante entre unos y otros es justamente el partido.

Políticos y publicistas acostumbran criticar el asistencialismo diciendo que a la gente no hay que regalarle pescado sino enseñarle a pescar. Pero nunca dicen que a la gente no hay que ofrecerle servicios políticos sino enseñarle a participar en la vida política y facilitarle esa participación. Defienden lo primero porque aspiran a quedarse con más de la mitad de lo que el ciudadano pesque, y omiten lo segundo porque no quieren competencia en esa rapiña. El sistema no sólo no entrena para la vida política, sino que ha impuesto un sinnúmero de trabas, requisitos y regulaciones absurdos para la inscripción y el reconocimiento de nuevos partidos, como lo han comprobado a su costo José Luis Espert, Javier Milei, Juan Gómez Centurión, y otros que han pretendido últimamente promover alternativas diferentes.

 

* Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires y se inició en la actividad periodística en el diario La Prensa de la capital argentina. Fue redactor de la agencia noticiosa italiana ANSA y de la agencia internacional Reuters, para la que sirvió como corresponsal-editor en México y América central, y posteriormente como director de todos sus servicios en castellano. También dirigió la agencia de noticias argentina DyN, y la sección de información internacional del diario Perfil en su primera época. Contribuyó a la creación y fue secretario de redacción en Atlanta del sitio de noticias CNNenEspañol.com, editorialmente independiente de la señal de televisión del mismo nombre.

 

Artículo publicado el 30/06/2023 en Gaucho Malo, el sitio de Santiago González, https://gauchomalo.com.ar/ausentismo-electoral/