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NUESTRA SELECCIÓN «BLANCA» VISTA DESDE UN PAÍS RACISTA

Marcelo Javier de los Reyes*

Nos los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino: invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución, para la Nación Argentina.

Preámbulo de la Constitución de la Nación Argentina

 

El pasado 8 de diciembre, día en que se conmemora la Inmaculada Concepción de la Virgen María, Erika Denise Edwards, quien se presenta como profesora asociada de la University of Texas de El Paso, experta en identidades raciales y autora premiada de «Argentina Negra», escribió un artículo publicado en The Washington Post titulado «Why doesn’t Argentina have more Black players in the World Cup? Argentina is far more diverse than many people realice, but the myth that it is a White nation has persisted» («¿Por qué Argentina no tiene más jugadores negros en el Mundial? Argentina es mucho más diversa de lo que mucha gente cree, pero el mito de que es una nación blanca ha persistido»).

Erika Denise Edwards ha publicado un libro —según ella premiado— titulado Hiding in plain sight. Black women, the law, and the making of a white Argentine Republic (Escondiéndose a plena vista. Mujeres negras, la ley y la construcción de una República Argentina blanca). Ese mismo texto está en la imagen de su cuenta de Twitter.

En su página web, en español, expresa:

¡Bienvenidos!

Soy un erudito que se inspira en el presente para profundizar en las complejidades del pasado. Me concentro en la formación de identidades raciales en las Américas. En particular, estoy interesado en la creación de la negrura y su legado perdurable. Me concentro en la diáspora africana desde 1500-1900. Más recientemente, publiqué un libro premiado que profundizó en las raíces del blanqueamiento en Argentina. Es un análisis de género que centra a las mujeres negras. Sigo enfocándome en las mujeres negras al examinar la Ley de útero libre en mi proyecto actual. Yo comparo Filadelfia y Buenos Aires. En mi tiempo libre, disfruto pasarlo con mi familia y amigos, ¡y me encanta bailar! [1]

Perfil de Twitter de Erika Denise Edwards.

En su artículo se pregunta «¿Por qué el equipo de Argentina no tiene más jugadores negros?»[2] y luego agrega que «En marcado contraste con otros países sudamericanos como Brasil, el equipo de fútbol de Argentina palidece en comparación con su representación negra» y que en 2014, «los observadores bromearon sobre cómo incluso el equipo de fútbol de Alemania tenía al menos un jugador negro, mientras que Argentina parecía no tener ninguno». No sabemos quiénes eran esos «observadores» ni que tan relevante es hacer esa comparación. Luego añade que el censo de 2010 reveló que en Argentina había 149.493 personas negras, lo que equivale al «1% » de la población. Luego este porcentaje fue corregido por el propio The Washington Post porque, matemáticamente, ese número es menor al 1% de la población argentina de 2010. En este sentido, debe tenerse en cuenta que a veces las preguntas de los censos están mal formuladas o son capciosas.

Agrega información histórica, por ejemplo, que 200.000 cautivos africanos desembarcaron en las orillas del Río de la Plata y que «a fines del siglo XVIII un tercio de la población era negra». A continuación afirma que «la idea de Argentina como una nación blanca no solo es inexacta», sino afirma que los negros fueron borrados de la historia argentina, lo cual se explica a través de varios «mitos». Por tanto, aclaremos que significa «mito». El diccionario de la Real Academia Española nos da varias acepciones para el término «mito»:

    1. Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico.
    2. m. Historia ficticia o personaje literario o artístico que encarna algún aspecto universal de la condición humana.

¡Interesante! La autora del artículo dice que lo que los historiadores han investigado, lo que han escrito durante años, no es más que una «narración maravillosa» o una «historia ficticia».

Erika Denise Edwards expresa que «Los argentinos tienen varios mitos que supuestamente “explican” la ausencia de argentinos negros» y menciona, por ejemplo, que los hombres negros fueron utilizados como «carne de cañón» en los ejércitos que participaron de la guerra de independencia de Argentina «contra las fuerzas españolas, con la promesa de libertad después de cinco años de servicio». Añade que muchos desertaron para no morir en el campo de batalla, siguiendo al historiador George Reid Andrews, quien en un libro de su autoría expresa que su estudio «Es tambien un intento por explicar que motivó a los argentinos a negar a los negros el lugar que les corresponde en el registro del pasado del país»[3].

Entre otros «mitos» destaca el alto número de muertes de hombres negros causado por las guerras del siglo XIX, lo que llevó a que «las mujeres negras en Argentina no tuvieran más remedio que casarse, cohabitar o entablar relaciones con hombres europeos, lo que llevó a la “desaparición” de los negros». Este sería el origen que ha llevado a que la población se fuera tornando más blanca.

Saltearé algunos «mitos» y mencionaré el que se refiere a la epidemia de fiebre amarilla que asoló la ciudad en 1871, sobre todo en las zonas donde habitaba una mayor población negra. Afortunadamente, la autora no hizo mención a que podría haberse debido a una «guerra bacteriológica» destinada a borrar la negritud de la Argentina.

Pasemos página

En verdad, no quisiera seguir hablando sobre ese artículo porque me he dado cuenta que hace poco, cuando me invitaron a participar de un panel sobre África en la Biblioteca Nacional y reparé en la historia que unía a la Argentina con ese continente, le ofrecí a los asistentes una serie de «narraciones maravillosas», es decir que siguiendo a la esta autora les mentí. Seguramente mentí al mencionar que el valiente Sargento Cabral era de raza negra, que María Remedios del Valle —conocida también como «Remedios Rosas», la Madre de la Patria— era negra, al igual que Antonio Ruiz, conocido como el «Negro Falucho». Otro ejemplo digno de mencionar es el de Cayetano Silva, (nacido en 1873 en la ciudad de San Carlos, en el Departamento de Maldonado, en la Banda Oriental), compositor de la Marcha de San Lorenzo, sin letra, estrenada oficialmente el 28 de octubre de 1902 en el Convento de San Carlos, donde tuvo lugar la batalla de San Lorenzo. Su caso pone en evidencia el racismo de su época: fue músico del Teatro Colón, autor de otras conocidas marchas militares y empleado policial en Santa Fe, pero debido a que era de raza negra —su madre había sido esclava—, la policía de Santa Fe le negó ser enterrado en el panteón policial, siendo inhumado en una fosa común. Estamos aquí, en presencia de un ejemplo más entre tantos de lo que se ha dado en llamar la «invisibilidad» de los afroargentinos y de los afrodescendientes, una injusticia que aún precisa de una reparación histórica. Sin embargo, todos cuando eramos niños, en los actos escolares que se remontaban al período de la Revolución de Mayo se recordaba que la vendedora de mazamorra o el de velas podían ser negros. No entraré aquí en el debate que le encanta a la progesía de que esos vendedores eran esclavos. Sí lo eran o no no es lo que intento destacar sino que teníamos presente que había población negra en esa época de nuestra historia pero si mirábamos a nuestros compañeros de escuela difícilmente encontrámos a uno de piel negra por lo que las maestras o madres debían recurrir a pintar el rostro de algún alumno. Es decir, el negro estaba presente en los actos con lo que sabíamos de su existencia. Es probable que no conociéramos más acerca de la importancia que tuvieron en la sociedad de la época y es ahí donde podemos hablar de la «invisibilidad» del negro.

Espero que nadie se moleste por usar el término «negro», más aún siendo blanco —o eso creo porque soy la segunda generación de argentinos, nieto de europeos trasplantados a América— pero detesto lo «políticamente correcto» y demás imposiciones de este mundo de la postverdad —el de las «medias verdades» o el de las mentiras que se dicen sin sonrojarse— y del progresismo que en pos de la libertad nos impide hablar de casi todo. Sé que prefieren el término de «afrodescendiente», «afroamericano» o «afroargentino», tal como se impone desde la mentalidad imperialista, porque no hay nada más funcional al imperialismo que el progresismo.

El listado de negros relevantes en nuestra historia es largo pero para cerrar quiero destacar al esclavo africano Manuel Costa de los Ríos quien en 1630 fue testigo del milagro de la Virgen de Luján y que en la actualidad se encuentra en proceso de beatificación. Su papel ha sido de gran importancia para que la Virgen de Luján sea hoy la Patrona de la  Argentina.  

Hacia el final de mi carrera de licenciatura me orienté sobre los temas referidos a África y sobre esa cuestión giró mi tesis de grado. Los primeros años como graduado también me ligaron a los estudios africanos hasta que pasé a los estudios generalistas en el marco de las relaciones internacionales.

No repararé en ciertos hechos sabidos por los argentinos, como la Asamblea del Año XIII que otorgó la libertad de vientres y otros tantos «mitos» como podría rotularlos Erika Denise Edwards.

Lo que no ha podido esta autora es dar respuesta a su pregunta porque precisamente en su extenso dislate lo que llega a considerar es que la Argentina «no es blanca» y tiene «morochos» como Maradona. Ahora, tampoco la Selección de Marruecos tenía jugadores negros, tampoco tiene jugadores negros la de Paraguay ni la de Chile ni otras.

Lo que imprudentemente la autora denomina «mitos» son los argumentos que los hitoriadores han podido ofrecer para, precisamente, dar una respuesta a la «desaparición» de los negros en la Argentina pero tampoco el autor sobre el que se basa, el historiador George Reid Andrews, puede ser considerado una autoridad en la materia porque también plantea las dificultades para establecer el número y su propio libro habla de los «afroargentinos» en Buenos Aires y cabe mencionar que esa pequeña ciudad era un punto en un territorio mucho mayor que el de la actual Argentina, el Virreinato del Río de la Plata, al que ingresaron los esclavos africanos.

Ahora bien, ¿por qué le preocupa este tema a una autora estadounidense? Más aún cuando tendría que tener una mayor ocupación con la historia de los negros en su país, tanto en la historia como en la actualidad.

Hablemos de «mitos»

La historia estadounidense nos menciona que en la guerra de Secesión se enfrentaron el norte y el sur, los cuales tenían dos sistemas económicos claramente diferenciados: un norte industrialista y un sur agrícola que basaba su riqueza en la mano de obra esclava. En ese conflicto adquirió un protagonismo destacado Abraham Lincoln, quien no se involucró en la guerra con la intención de liberar a los negros de la esclavitud, como románticamente lo quiso mostrar Steven Spielberg en su película de 2012.

Como ya he mencionado en otro artículo en 2020, es importante destacar que el entonces presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, no tuvo como objetivo luchar contra la esclavitud. Howard Temperley, académico de la Universidad East Anglia, Norwich, cita que Lincoln le escribió a Horace Greeley, director del New York Tribune, dejando en claro cuál era su objetivo:

Mi objetivo principal en esta lucha es salvar la Unión, y no salvar la esclavitud ni destruirla; si pudiera salvar la Unión al precio de no libertar a un solo esclavo, lo haría; si pudiera salvarla libertando a todos los esclavos, lo haría; y si pudiera salvarla libertando a unos y abandonando a otros, también lo haría.[4]

Lincoln solo hizo uso de lo que le pareció más conveniente en función de sus intereses estratégicos. En verdad es que no era un abolicionista y ello lo prueba la Proclamación de Emancipación de esclavos del 1º de enero de 1863 que solo afectaba a los estados esclavistas rebeldes, pero no a los estados esclavistas que formaban parte de la Unión— y tenía como propósito debilitar económica y políticamente a los estados secesionistas. La esclavitud en los Estaos Unidos finalizó con la sanción de la decimotercera enmienda, el 31 de enero de 1865, ratificada el 6 de diciembre del mismo año.

Si en la Argentina tenemos el «mito» de que numerosos negros murieron en la guerra de independencia y en la guerra contra el Paraguay, debe recordarse que durante la guerra de Secesión se convocaba a los afroamericanos a tomar las armas.

Cabe aquí mencionar que Liberia fue creada por los Estados Unidos a los efectos de enviar a ese territorio a los negros estadounidenses a partir de planes delineados a principios del siglo XIX. Así fue como mediante la conquista y la adquisición de tierras por parte de sociedades estadounidenses se fue dando origen a la colonia de Liberia que alcanzaría su independencia en 1847.

Los estadounidenses siguieron el modelo de otro estado racista: el Reino Unido. Los británicos a partir de 1787 comenzaron a enviar a la colonia de Sierra Leona los negros de Londres que, cabe destacar, en un gran número eran «afroamericanos» que fueron oportunamente liberados por los británicos en sus colonias americanas del norte para que contribuyeran con el esfuerzo de guerra contra los revolucionarios estadounidenses. Un notable «agradecimiento» que no es extraño por parte de los británicos cuando ya no necesita de quienes los apoyaron: con posterioridad los árabes recibieron el mismo «agradecimiento» tras ser utilizados en la guerra contra el Imperio otomano durante la Primera Guerra Mundial. Vale aquí recordar el tratado secreto que pasó a la historia como Acuerdo Sykes-Picot (1916), mediante el cual el Reino Unido y Francia planearon la división de Medio Oriente para controlar su territorio y la Declaración de Balfour del 2 de noviembre de 1917 por la cual el gobierno británico anunció su apoyo al establecimiento de un «hogar nacional» para el pueblo judío en Palestina, entonces parte integrante del Imperio otomano. Las secuelas de ese acuerdo y de esa declaración subyacen en los actuales conflictos en esa gran región. Sería de interés que estos antecedentes, solo algunos entre tantos, sean tenidos en cuenta para quienes en la región prestan colaboración al Reino Unido en el Atlántico Sur y para aquellos que prefieren denominar «Falklands» a nuestras islas Malvinas.

Hacia Liberia fueron enviados numerosos esclavos estadounidenses liberados a partir de la revolución de 1776 y de la abolición de la esclavitud en los estados del norte y hasta el propio Lincoln también tuvo el plan de trasladar a otros varios para que los Estados Unidos fueran un «país blanco». El presidente sabía que tras la emancipación la «asimilación» con el blanco sería difícil. Y vaya que lo fue porque el siglo XX y el siglo XXI siguen dando muestras de esa diferencia.

Los ejemplos de discriminación en los Estados Unidos desde Lincoln a la fecha son numerosos y durante décadas fueron palpables en las escuelas, las iglesias, el transporte y en los espacios públicos pero vale citar unos pocos, como el Claudette Colvin, una niña negra de quince años que se negó a ceder su asiento en un ómnibus ante el pedido del conductor blanco, quien le solicitó que se lo cediera a un pasajero blanco. Eso fue una gran osadía para la época: el 2 de marzo de 1955.

Claudette fue sacada a rastras del ómnibus por dos policías blancos a pesar que ella gritaba «Es mi derecho constitucional». La niña fue esposada, encarcelada y acusada de violar las leyes de segregación, alterar el orden público y agredir a un oficial de policía. Se declaró inocente, pero fue condenada aunque dos de los cargos fueron retirados tras la apelación.

Recortes de periódicos sobre el incidente, conservados por Claudette Colvin. Fuente: The Guardian[5].

El hecho de Claudette Colvin ocurrió solo nueve meses antes de otro caso similar pero mucho más conocido: el de Rosa Parks. Pero a pesar de que su caso fue el que pasó a la historia, el de Claudette es el hito que llevó a este tipo de acciones en favor de los derechos civiles de los negros, entre los cuales se destaca el boicot a las líneas de ómnibus de Montgomery, Alabama.

El 1º de diciembre de 1955, en Montgomery, Rosa Parks —secretaria de la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color (NAACP, por sus siglas en inglés)— retornaba de su trabajo como costurera en unos grandes almacenes y tomó asiento en la parte de atrás del ómnibus, área permitida para los ciudadanos de color: afrodescendientes, indígenas, orientales. En un momento en que el transporte estaba lleno y había gente blanca de pie, el conductor detuvo el ómnibus para pedirles a tres mujeres negras que se levantaran pero Rosa Parks se negó y no lo hizo ni cuando el conductor amenazó con denunciarla. Rosa Parks fue arrestada, enjuiciada y condenada por transgredir el ordenamiento municipal. Este es uno de los casos emblemáticos de discriminación, a los que se puede añadir numerosos más que incluyen las acciones del Ku Klux Klan hasta condenas a muerte de adolescentes y ciudadanos negros que fueron presionados para confesar delitos que no cometieron.

Rosa Parks. Foto: National Archives and Records Administration Records of the U.S. Information Agency.
Ómnibus en el que viajaba Rosa Parks, actualmente en el Museo Henry Ford en Dearborn, Michigan. Foto: AFP.
Un cartel que advierte: «Sala de espera solo para gente de color -> por orden del departamento de policía». Foto: Getty Images.
La parte delantera de los ómnibus estaba reservada para los blancos mientras que la trasera era el área en la que debían viajar las personas de color, tal como advierte el cartel.

A pesar de que Lincoln no fue un abolicionista sino que optó por la emancipación por cuestiones estratégicas, pasó a la historia como el presidente que luchó por la libertad de los esclavos negros. Fue precisamente para conmemorar el Decreto de Emancipación firmado por el presidente Abraham Lincoln el 1º de enero de 1863 que el 28 de agosto de 1963 el predicador Martin Luther King pronunció su icónico discurso ante el Lincoln Memorial, en Washington, conocido como «I Have a Dream». En ese discurso, expresó:

Este importante decreto se convirtió en un gran faro de esperanza para millones de esclavos negros que fueron cocinados en las llamas de la injusticia. Llegó como un amanecer de alegría para terminar la larga noche del cautiverio. Pero 100 años después debemos enfrentar el hecho trágico de que el negro aún no es libre. Cien años después, la vida del negro es todavía minada por los grilletes de la discriminación.[6]

Esto acontecía tan solo veintidós años después de otro memorable discurso pronunciado ante el Congreso por otro destacado presidente estadounidense. El 6 de enero de 1941 Franklin D. Roosevelt presentó el Estado de la Unión ante el Congreso, en una memorable disertación conocida como «Discurso de las cuatro libertades» (Four Freedoms Speech). El propio Roosevelt sintetizó los objetivos de Estados Unidos para el mundo de postguerra en «cuatro libertades humanas esenciales»: la libertad de expresión, la libertad religiosa, la libertad de vivir sin penuria y la libertad de vivir sin miedo.

Era evidente que veintidós años después, los objetivos de Roosevelt no se cumplían ni en su propio país. El doctor King, continuaba su discurso diciendo:

En vez de honrar su obligación sagrada, Estados Unidos dio al negro un cheque sin valor que fue devuelto con el sello de ‘fondos insuficientes’. Pero nos rehusamos a creer que el banco de la justicia está quebrado. Nos rehusamos a creer que no hay fondos en los grandes depósitos de oportunidad en esta nación. Por eso hemos venido a cobrar ese cheque, un cheque que nos dará las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia.[7]

En repetidas oportunidades dijo «Yo tengo un sueño», «un sueño arraigado profundamente en el sueño americano», un sueño que aún hoy es tenido y proclamado en diversas partes del mundo, el sueño de «que todos los hombres son creados iguales».

Martin Luther King levantaba la bandera de los derechos civiles en momentos en que los negros eran discriminados en la que se consideraba la principal democracia pero que, junto a los «hispanos», constituían buena parte de las tropas enviadas a combatir a Vietnam.

Martin Luther King fue asesinado el 4 de abril de 1968 en Memphis, Tennessee, y poco después, el 5 de junio del mismo año, fue asesinado  Robert Kennedy, el hermano del presidente John Fitzgerald Kennedy, asesinado el 22 de noviembre de 1963 en Dallas. Kennedy fue el primer presidente católico de los Estados Unidos y el segundo es el actual, Joe Biden, quien dista mucho de ser coherente con su fe, favoreciendo el aborto y siendo funcional a todo lo «reglamentado» por la Agenda 2030. Biden es un verdadero globalista.

Retornando a la cuestión de los negros en Estados Unidos, está claro que están lejos de poder cobrar el «cheque» del que hablaba Martin Luther King. El 25 de mayo de 2020 el ciudadano negro George Floyd fue asesinado en oportunidad de un arresto policial en el vecindario de Powderhorn, en la ciudad estadounidense de Mineápolis: un oficial de policía se arrodilló sobre su cuello durante casi nueve minutos. Este hecho originó protestas por parte de la comunidad negra pero en un operativo, un agente del departamento de Kenosha, en el estado de Wisconsin en Estados Unidos, le disparó siete veces por la espalda a Jacob Blake, quien estaba desarmado, delante de su familia, cuando éste intentaba subirse a su camioneta. Blake sobrevivió al hecho pero fue internado en grave estado. Solo son dos casos entre tantos.

Preguntas y reflexiones finales

Si siguiéramos el criterio de la autora que se pregunta por qué no hay negros en la Selección Nacional de Fútbol de la Argentina podríamos preguntarnos: ¿Por qué en la historia de los Estados Unidos solo hubo dos presidentes católicos? Más aun si se tiene en cuenta que la primera minoría religiosa de ese país es la católica, alrededor de un 26%, porque el protestantismo llega al 51% teniendo en cuenta las diversas denominaciones cristianas. Esto implicaría que quizás, salvo John F. Kennedy, no haya habido otro presidente descendiente de irlandeses porque en su gran mayoría los irlandeses que inmigraron a los Estados Unidos eran católicos, motivo por el cual sufrieron una fuerte discriminación.

¿Por qué solo hubo un presidente de color en los Estados Unidos cuando el porcentaje de la población negra es de aproximadamente un 16%?

La recurrencia a los «mitos» acerca de la «desaparición» de los afrodescendientes esgrimida por la autora del artículo no sirve para responder a su pregunta acerca de por qué no hay negros en la Selección Nacional Argentina de Fútbol. O se detiene en «desmitificar» lo que los historiadores argentinos escribieron o la autora tiene que pararse en el presente y ahí podrá observar que no hay negros en la selección porque el porcentaje de población afrodescendiente es menor al 0,5% según el censo de 2010 y, muy probablemente, muy pocos integran un equipo de fútbol y eso lleva a que no haya negros en la Selección Nacional. Y si hubiera un gran jugador argentino negro sin duda estaría en esa Selección porque si hay un ámbito —quizás el único— en la Argentina en que funciona la meritocracia es precisamente en el fútbol.

Para ayudarle a intentar responder su duda, la aparición de población negra en la Argentina, que hoy puede apreciarse un poco más a diferencia de hace cuatro décadas, se debe a una nueva oleada de inmigración africana… pero como no son argentinos nativos no pueden integrar la Selección Nacional.

¿Quizás haya siempre una intención de los estadounidenses en poner fuera de sus fronteras el tema de los derechos humanos y de que los ciudadanos de otros países compartan sus culpas? La Argentina fue acosada por el gobierno estadounidense de James Carter y por gobiernos europeos por violar los derechos humanos en la década de 1970 en su guerra contra la subversión y han favorecido —a través de sus fundaciones y organismos de derechos humanos— que los que entonces perdieran la guerra se hicieran con el poder en la Argentina durante esta democracia, inventando un relato que tergirversó la historia, en buena medida apoyado y financiado por esas fundaciones y por los medios masivos de comunicación. Y aquí cabe preguntarles a los estadounidenses y europeos qué pasó en cárceles como la de Abu Ghraib. ¿Qué actitud han tomado los gobiernos estadounidense y europeos ante la propuesta del Reino Unido de deportar a los inmigrantes a Ruanda? ¿Será sancionado el Reino Unido porque recientemente la justicia británica consideró que esas deportaciones son legales?[8]  

Las «categorías étnicas» a las que recurren autores como Erika Edwards nada tienen que envidiarle a las usadas en la época colonial o durante el Tercer Reich.

¿Por qué los autores estadounidenses tienen una obsesión cuando de «razas» se trata? El entrecomillado obedece a que solo existe una raza humana pero siguen contando las gotas de sangre negra que puede tener un ciudadano de piel blanca. Si esto no es racismo no sé cuál será su denominación. Del mismo modo, esto es válido para esas categorías de «hispano» o «latino» para que ellos puedan ser los verdaderos «americanos». ¿Quién es hispano y quién es latino? ¿Es latino un francés? ¿Por qué se incluye a los franceses como pueblo latino cuando en su origen fue un pueblo germano? ¿Quizás porque hablan un idioma derivado del latín? Entonces la clasificación sería lingüística. Lo propio es válido para los rumanos y otros pueblos.

¿Quizás lo que les molesta de la Selección Argentina es que aún no se ha logrado una mixtura de etnias como en Europa? Bien, por ahí circula un poco en modo de broma que hoy Europa es un continente al que fueron a vivir africanos, asiáticos, magrebíes y ciudadanos de Medio Oriente mientras que en América viven los europeos que fueron a ese continente desde Europa.   

¿Quizás les molesta que además los jugadores argentinos mantuvieron valores que hoy los globalistas detestan? Están casados, tienen hijos, se mostraron como padres cariñosos, al igual que su director técnico.

En verdad, el artículo de Erika Edwards muestra a las claras que no es  académico y presenta una gran veta racista, esto sin considerar que ignora ampliamente la historia argentina y es también preocupante que un medio como The Washington Post haya publicado un trabajo muy poco serio en términos académicos. O, quién sabe, solo se trate un «artículo envenenado».

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director ejecutivo de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia de la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata.

Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

Embajador Académico de la Fundación Internacionalista de Bolivia (FIB).

Investigador Senior del IGADI, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, Pontevedra, España.

 

Referencias

[1] Sitio de Erika Denise Edwards, https://www.erika-denise-edwards.com/es/.

[2] Erika Denise Edwards. «Why doesn’t Argentina have more Black players in the World Cup? Argentina is far more diverse than many people realize — but the myth that it is a White nation has persisted». The Washington Post, 08/12/2022, https://www.washingtonpost.com/made-by-history/2022/12/08/why-doesnt-argentina-have-more-black-players-world-cup/?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_campaign=wp_main.

[3] George Reid Andrews. Los afroargentinos de Buenos Aires. Buenos Aires: Ediciones De la Flor, 1989, p. 12.

[4] Howard Temperley. “Regionalismo, esclavitud, guerra civil y reincorporación del Sur, 1815-1877”. En: Adams, Willi Paul (comp.). Los Estados Unidos de América. (Historia Universal Siglo XXI, vol. 30). Madrid: Siglo XXI, 1980, p. 99-100.

[5] Para quienes se interesen por el caso de Claudette Colvin: Oliver Laughland. «Claudette Colvin: the woman who refused to give up her bus seat – nine months before Rosa Parks». The Guardian, 25/02/2022, https://www.theguardian.com/society/2021/feb/25/claudette-colvin-the-woman-who-refused-to-give-up-her-bus-seat-nine-months-before-rosa-parks, [consulta: 11/12/2022].

[6] Martin Luther King. “Tengo un sueño”. El Mundo (España), <https://www.elmundo.es/especiales/2013/internacional/martin-luther-king/texto-integro.html>.

[7] Ídem.

[8] Rafa De Miguel. «La justicia del Reino Unido afirma que las deportaciones de demandantes de asilo a Ruanda son legales». El País, 19/12/2022, https://elpais.com/internacional/2022-12-19/el-alto-tribunal-del-reino-unido-afirma-que-las-deportaciones-de-inmigrantes-a-ruanda-son-legales.html 

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CLUB SOCIAL Y DEPORTIVO

Iris Speroni*

Selección femenina de natación Provincia de Buenos Aires Sur.

Cada triunfo del club local es motivo de orgullo para la comunidad.

En la República Argentina existen decenas de miles de clubes, desde Tierra del Fuego a Jujuy y Misiones. Clubes ricos, clubes humildes.

Contamos con cientos de miles de federados en todos los deportes, desde poco menos de un millón en fútbol a cifras más modestas en actividades menos difundidas. Más de setenta mil en rugby, poco menos de cien en hockey sobre césped y cerca de ciento cincuenta mil en básquet, cifras menores en el resto.

Los clubes en apariencia pueden ser distintos entre sí. No en esencia. Hay algunos muy paquetes, con cuotas mensuales carísimas e instalaciones de calidad. Otros cuya infraestructura es poco más de dos canchas sin pasto y una pequeña construcción sin revocar que contiene vestuarios y un buffet. Muchos de ellos (y estos debería ser motivo de orgullo para nuestra Nación) son más que centenarios. Otros nacieron en el 2022 con amor y sacrificio. Todos suman. Todos sirven.

Club Camioneros, equipo infantil de hockey sobre césped.

En los últimos años desde el gobierno insisten en promocionar el fútbol femenino. Es una imposición desde el exterior. No tengo nada contra el fútbol femenino en sí. Me alegra que las muchachas se acerquen a cualquier deporte.

Lo que podemos hallar entre patético y divertido del régimen es cómo ejecutan la mímica pero desconocen la partitura. Les dieron un libreto a repetir. Lo enuncian sin seso y sin alma.

¿Por qué es defectuoso el discurso oficial? Básicamente porque es un fenómeno trasplantado, ajeno a nuestra historia y realidad presente. Existe un largo historial de práctica femenina de deporte, no sólo de élite (Jeanette Campbell, medalla de plata natación 100 m libres JJOO 1936); sino de amateurs con diversos niveles de destreza de ambos sexos. En los canales oficiales de vez en cuando mencionan los logros obtenidos por el seleccionado femenino argentino de hockey sobre césped. Sin embargo, muy pocos argentinos saben que el seleccionado argentino femenino de hockey sobre patines es pentacampeón mundial (*) (1998, 2002, 2004, 2010, 2014). Las jugadoras nunca fueron recibidas en Casa Rosada.

Lo mismo se puede decir de otros deportes (femeninos o masculinos) cuya cobertura por los medios oficiales es casi nula excepto en DxTV.

¿Por qué me disgusta la propaganda del fútbol femenino? Porque pone a la mujer en una posición de víctima, marginada y postergada, que necesita del favor estatal para existir. Nada más lejos de la realidad presente y del pasado de las mujeres argentinas, quienes han practicado deportes desde hace un siglo, que han marcado un nombre en el mundo gracias a su disciplina personal y el soporte de sus familias. Se trata de damas seguras, fuertes, sanas, disciplinadas, con pasión. Nada como el deporte para dar seguridad en sí misma a una persona. No necesitan obesas mórbidas o boludas totales, las cuales jamás pisaron una cancha, para que hablen en nombre de ellas.

Jacinta Martínez, múltiple campeona de natación nos muestra todas sus medallas, con una sonrisa más ancha que el Paraná.

La ayuda estatal nacional se brinda, con restricciones, a los atletas de élite (**). Para llegar hasta ahí, sólo se cuenta con las familias.

Caso diferente es con algunas administraciones provinciales. En este momento se celebra el Sudamericano de Deportes sobre Ruedas en San Juan, que se transmite por DxTV. Excelente infraestructura financiada por la provincia. Es un placer ver tantos atletas, algunos muy jovencitos, lo que constituye una gran promesa a futuro.

Un último comentario antes de dejar de lado el deporte femenino que, después de todo, es sólo la mitad de la película. En la última década hubo un boom del polo femenino a nivel mundial. Gran parte de esas jugadoras son argentinas. Los argentinos juegan en el exterior en forma profesional y amateur en los torneos locales. En la actualidad un interesante número de señoras y señoritas se ganan el sustento con sus destrezas por las canchas de polo del mundo. ¡Mujeres que no requieren permiso de nadie para hacer huella!

Primer campeonato mundial de Polo Femenino, Campeonas.
Los clubes y la familia

Innumerables horas en levantar paredes, aplanar tierra. Cuotas pagadas con mucho esfuerzo. Luego horas enteras en las prácticas en sí. Padres y madres instructores de vóley o de patín artístico o pelota paleta o bochas o remo. Coser lentejuelas y lavar remeras. Horas al borde de la cancha con 2º C al sol. Juntar el dinero para botines, velas, patines, sticks, kayaks, uniformes o bicicletas. Toneladas de milanesas y abrazos a lo largo de los años. Tanto las instalaciones como las actividades de los clubes están cimentadas en dinero, tiempo y amor familiar.

Hockey sobre patines infantil, San Juan.

La inversión familiar es la que produce tantos deportistas exitosos. A pesar de que competimos con países más ricos o más organizados. Con nuestra pobreza y caos a cuestas, igual damos pelea.

Sóftbol infantil, Córdoba.

¿Por qué? ¿Por qué podemos hacerlo?

Mirémoslo en términos económicos. Tenemos más de un siglo en inversiones.

Eso es evidente en casos de clubes grandes como puede ser Racing o River Plate. A la vista están las instalaciones que permiten toda suerte de disciplinas. El dinero para construirlas es una acumulación de décadas. Lo mismo sucede con clubes centenarios estrictamente amateurs.

Sin embargo, un club nuevo también se construye sobre una inversión centenaria. ¿Cuál? El conocimiento acumulado por el pueblo argentino. Sabemos qué hacer (know how). Entendemos lo que significa que cinco padres se junten los fines de semana para levantar un frontón o pedir prestada una máquina a la municipalidad para nivelar un terreno.

¿Por qué los clubes más o menos se salvan de la debacle general? Porque no pagan impuestos. Los políticos (todavía) no aprendieron a esquilmar ahí. Sólo se ocupan del fútbol porque hay dinero en la venta de contratos de jugadores y consiguen trato directo con las barras (llave para otros negocios). Las disciplinas amateurs los dejan fríos (***).

Estar fuera del radar es lo mejor que puede pasar.

Agustina Boyezuk, capitana de la selección nacional de voley femenino.
El rol de la inversión

La inversión es lo único que permite que crezca la producción. Si es en actividades de lucro (una acería o una hilandería) se obtendrá más acero o hilo. Si uno invierte en actividades sin fines de lucro obtendrá jugadores, nadadores, esgrimistas, remeros o, en otro orden, violinistas, pianistas, bandoneonistas. Ni la inversión ni el producido se miden únicamente en dinero.

La inversión es vital para la prosperidad de una Nación. Hace al bienestar material de todos nosotros y de nuestra posteridad. Sobre el particular me explayé en las charlas en el INFIP. http://iris-speroni.blogspot.com/2021/10/enfermedades-y-cura-de-la-economia.html

¿Por qué es vital el deporte para la salud emocional y simbólica de nuestra nación? En primer lugar porque fortalece la amistad y la familia. Cada club es una tribu y como tal un cobijo para cada individuo, que ya no está sólo. Segundo, porque robustece la autoestima de la persona. Tercero: cada triunfo del club local es motivo de orgullo para la comunidad.

Las naciones se construyen sobre lo material, lo simbólico y la pasión. Cuidemos y engrandezcamos nuestros clubes.

 

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Notas

(*) También somos pentacampeones de hockey sobre patines masculino (1978, 1984, 1995, 1999, 2015). Tampoco fueron invitados a Casa Rosada. No es una cuestión de “género”.

(**) Nunca olvidemos el intento de Macri de vender a “desarrolladores urbanos” el predio del CENARD en Núñez, capital federal. Así ama la burguesía nacional las cosas que son caras al pueblo. Todo es botín de guerra. Como lo fue el Tiro Federal de Buenos Aires.

(***) Excepto el JJOO juvenil en Buenos Aires que fue la oportunidad para dilapidar miles de millones de pesos.

 

Artículo publicado originalmente el 04/06/2022 en Restaurar.org, http://restaurarg.blogspot.com/2022/06/club-social-y-deportivo.html

GINECOCIDIO, PARA DECIR LAS COSAS POR SU NOMBRE

Abraham Gómez R.*

Imagen de Nino Carè en Pixabay 

Nuestro país, de herencia pacifista, se encuentra completamente consternado, por el incremento —en apariencia inexplicable— de las cifras de asesinatos abominables de mujeres, en casi todas regiones. Actos perpetrados cada vez con más sañas, y por los motivos más fútiles.

Cuando las sociedades, cualquiera sea su idioma, no encuentran la palabra exacta, o no tienen en su lexicografía el vocablo que necesita para que sea el referente preciso de un fenómeno social, esa misma sociedad inventa el término. Lo importante es que dé cuenta (encierre en su acepción) lo que todos sabemos —que nos identifica— y lo queremos expresar.

Sin embargo, ocurre bastantes veces que cuando las sociedades se vuelven extremadamente masculinizadas apelan a usos excesivos de atenuantes lingüísticos para eludir el modo y la forma de mencionar lo que las aqueja, deforma y pervierte, cuando se trata de hablar de las mujeres.

Así entonces, comienzan a “maquillar las palabras”; a llamar las cosas de la manera peor acertada y muy distante al hecho sociopático confrontado. Se refieren a cualquier cosa menos al estricto sentido de lo que debe decirse.

De verdad, entramos a sospechar que hay (casi que en todas partes) complicidad implícita para disimular y mitigar las realidades.

En el caso concreto atinente a las mujeres, hace ya varios años me propuse, con la valiosa asesoría de varios miembros de nuestra Academia Venezolana de la Lengua, la construcción léxico-semántica de una palabra para que, a través de su significante, alcancemos con la mejor y mayor exactitud el significado de los crímenes atroces que contra las mujeres se cometen; y que en infinitas veces, los medios de comunicación, en las Redes sociales o en conversaciones corrientes, se ha querido disimular su contenido esencial; por eso nos incomoda y molesta cuando escuchamos y leemos que tales hechos abominables los etiquetan rápido como femicidio o feminicidio.

Pretenden hacer creer que con esa hipócrita maniobra de los términos se curan de la socio patología que se ha incrustado en las interioridades de nuestros cuerpos sociales.

Nos está costando entender que cuando un aberrado ejecuta una acción fatal que acaba con la vida de una mujer, por la razón que haya sido, no liquida al género; no acabó con ella por ser femenina; está matando a la mujer, al ser humano: comete un Ginecocidio.

Explicaré que no es por capricho que nos hemos mostrado contrario, y en desacuerdo, con la utilización de los términos femicidio y feminicidio. Saben por qué, porque a lo interno de estos vocablos se aloja una trampa léxico- semántica que desvaloriza a la mujer en tanto ser humano.

En casi todos los diccionarios, cuando se consulta por la acepción de feminicidio, aparece: “asesinato de una mujer por razones de su género, a manos de un hombre por machismo o misoginia”; como también femicidio: “los asesinatos realizados por varones motivados por un sentido de tener derecho a ello o superioridad sobre las mujeres, por placer o deseos sádicos hacia ellas, o por la suposición de propiedad sobre las mujeres”.

Por si fuera poco, habría a que añadir además la práctica deleznable (admitida en muchas culturas) denominada: “asesinatos relacionados con el honor”. Aquellos en los que una niña o una mujer mueren a manos de un miembro masculino o femenino de la familia por una transgresión sexual o conductual supuesta o real, como adulterio, relaciones sexuales o embarazo extramatrimoniales, o incluso por haber sido violada. ¿Cómo calificar estos hechos de liquidación de seres humanos, particularmente perpetrados contra las mujeres? Y que muchas sociedades envuelven o solapan con descaros.

Se ha podido demostrar que a menudo los autores del femicidio consideran que esta es una forma de proteger la reputación familiar, seguir la tradición o acatar exigencias religiosas interpretadas erróneamente.

Los asesinatos en nombre del “honor” también pueden ser usados para encubrir casos de incesto; llevando la mujer la peor parte; por cuanto se acepta —con pasmosa naturalidad— que ella pague con su vida, los vínculos íntimos que mantuvo con algún familiar cercano.

Ofrecemos este otro dato que espeluzna: cada año hay en todo el mundo unos 5.000 asesinatos en nombre del honor. Tamaña distorsión mental. No obstante, quedan encubiertos, y cuando mucho aparecerá reseñado con una escueta nota de “se ha cometido un femicidio”.

Nuestra convicción sigue intacta, en el sentido de que cuando utilizamos los términos feminicidio o femicidio, en cualquiera de sus variantes, estamos despersonalizando e indignificando a la mujer como ser humano y encriptando horrendos crímenes.

Nos solidarizamos con el esfuerzo de los movimientos feministas en el mundo; tanto que considero que ha llegado el momento de introducir modificaciones de significados en la máxima Autoridad  Institucional de nuestra lengua; para que así como suprimió  las acepciones sexistas de “femenino” como “débil, endeble” y de “masculino”, como “varonil, enérgico”; proceda también a enderezar o dejar en desuso los vocablos femicidio y feminicidio; muy a pesar como lo define, con muy buenas intenciones, su creadora la antropóloga mexicana Marcela Lagarde: ”impunidad que suele estar detrás de los crímenes; es decir, la inacción o desprotección estatal frente a la violencia hecha contra la mujer. “De todas maneras, sigue siendo un crimen atroz contra un ser humano, bajo la mirada o el amparo o no por parte del Estado.

El neologismo Ginecocidio, que propuse, fue acogido por la secretaría de la Real Academia de la Lengua (RAE), y remitido a la sala de observación donde está siendo estudiado y analizado por especialistas en lexicografía.

Nos informaron —cuando introdujimos hace casi tres años la formal proposición— que ellos establecen etapas que deben cumplirse, hasta concretar (si fuera el caso) algunas modificaciones o supresiones. Aclaramos que las Academias (inclusive la RAE, creada en 1713) no imponen los elementos lingüísticos, sino que procuran mejorar los actos de habla y establecer y difundir los criterios de propiedad y corrección, para contribuir a su esplendor.

Cuando presenté la fundamentación completa de nuestra palabra Ginecocidio al precitado organismo, nos respondió de la siguiente manera: “La Unidad Interactiva del DRAE se complace en comunicarle que su mensaje acaba de ser recibido. La propuesta o sugerencia que nos envía referente a una voz o acepción del Diccionario de la lengua española será estudiada y valorada para su posible inclusión en la vigésima cuarta edición. Le damos las gracias por escribirnos y aprovechamos la ocasión para hacerle llegar nuestra consideración más distinguida”.

Más adelante, en su escrito la RAE nos advierte que: “es requisito fundamental para el mantenimiento y la inclusión de voces que corresponden a las distintas áreas y países de habla hispánica, que su empleo actual esté suficientemente documentado en textos, preferentemente de los corpus de la RAE, que deben abarcar, además, un periodo de tiempo de al menos seis o siete años, pues de otro modo, podrían reflejar un uso pasajero. Por tanto, para la incorporación o enmienda de una palabra o acepción al Diccionario es necesario testimoniar su uso según hemos relatado anteriormente. Si dispone de textos suficientes con los que podamos iniciar los trámites para posibles adiciones o enmiendas, puede mandarlos…”

Desde que nos señalaron que debía dársele al vocablo Ginecocidio suficiente frecuencia de uso, hemos sido insistentes para que en todas partes se utilice este término. Nos complace comunicar que ya se refleja —aunque tímidamente— en las Redes sociales. Esperamos (y agradecemos) la mayor incorporación de otros entes comunicacionales para logar el objetivo propuesto.

 

* Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Publicado originalmente en Disenso Fértil https://abraham-disensofrtil.blogspot.com/