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CONSIDERACIONES EN TORNO AL NOMBRE DE LA ETNIA ARAUCANA

Marcelo Javier de los Reyes*

En 2017 expuse sobre los antecedentes que llevaron a la consolidación de la soberanía argentina en la Patagonia para lo cual me referí a la obra de Estanislao Zeballos y los pasos que se fueron dando para concretar la Campaña del Desierto[1].

Como escribí en esa oportunidad, en el artículo titulado «Los hombres que nos dieron la Patagonia. Estanislao Zeballos y los derechos soberanos de la Argentina» me propuse «realizar un reconocimiento no sólo a la obra de Estanislao S. Zeballos sino a los hombres que se propusieron seriamente forjar un país que ocupara un espacio de consideración en la comunidad de naciones». Por supuesto que eso incluyó una mención especial al general Julio Argentino Roca, gran protagonista de esa etapa histórica nacional. Sin embargo, la situación actual nos demuestra que las diferentes campañas al desierto han dejado espacios para la discusión y que en la actualidad constituyen otro elemento más que divide a la sociedad argentina. Esto es fuertemente impulsado por periodistas y medios que desconocen la historia y los actores y queda en evidencia cuando se utiliza el término «mapuche», el cual no identifica a ninguna etnia de la Patagonia y ni siquiera del sur de Chile.

Como escribí en esa oportunidad, Estanislao Zeballos, en Viaje al país de los araucanos, cuyo título es ya de por si sugestivo, Zeballos nos habla de un país denominado Raullco por los nativos, «de co ‘agua’ y Raull ‘detenida’ ‘estancada’ lo que significa ‘región empapada’ o ‘pantanosa’». Este es el nombre con que se designa a la región sur de Chile, nombre que fue desfigurado y que dio lugar a otro más conocido por nosotros: Arauco[2]. De ahí que a los habitantes de esa región se los denominaba «araucanos».

En el presente trabajo se toman algunas fuentes que también son apropiadas para acercarnos al verdadero nombre de esa población. Una de ellas es la novela El Sargento Claro o La guerra de Chile cuyo autor utiliza el seudónimo “Mapuche”. Ahí encontramos por escrito uno de los primeros usos de ese término, utilizado por el militar argentino Manuel José Olascoaga (1835-1911), quien llegó al grado de coronel, fue explorador, topógrafo, montañista, periodista, pintor y político. Del mismo modo, fue un gran promotor del conocimiento geológico y la explotación de los recursos mineros. Olascoaga participó de la Campaña al Desierto, fundador de Chos Malal y primer gobernador del Territorio Nacional del Neuquén, lo que le permitió realizar realizó importantes relevamientos geográficos en el norte de la Patagonia. También sobresalió como autor de veinticuatro libros científicos y de interés general, uno de los cuales recibió un premio internacional.

Coronel Manuel José Olascoaga (1835-1911)

Una segunda fuente es el libro de la folklorista argentina de origen alemán Bertha Koessler-Ilg (1881-1965), titulado Cuentan los araucanos. De profesión enfermera, en 1913 se trasladó con su esposo, el médico Rudolf Kössler, a Buenos Aires para trabajar en el Hospital Alemán. En 1920 se establecieron en San Martín de los Andes.

Bertha Koessler-Ilg (1881-1965)

La tercera fuente es el «Primer Congreso del Área Araucana Argentina», que será el origen de la tergiversación de la historia y de la «propuesta» de utilizar el término «mapuche» para denominar no solo a la etnia araucana sino también de manera que abarque a otros pueblos de la región, incluso de aquellos que fueron víctimas de los araucanos.

Sobre la novela El Sargento Claro de Manuel José Olascoaga

El coronel Olascoaga publicó su interesante novela El Sargento Claro o La guerra con Chile con el seudónimo de «Mapuche»[3]. Sin embargo, a lo largo de su obra en varias ocasiones da a los indios oriundos de Chile, a quienes indica como ejecutores de los malones, el nombre de «araucanos». Del mismo modo, los relaciona con los «pincheyras», lo que da pie a interesantes conclusiones. Véase estos tres párrafos:

Si se abre á nuestras tropas los caminos de la cordillera, podrán llegar á ser más molestas en Chile que las hordas de pincheyras y araucanos que nosotros contribuimos á quitárselas de encima.[4]

[…] A la salida del bosque están sus pueblos, sus ferrocarriles, sus telégrafos, sus puentes. A esta circunstancia topográfica es debido que los pincheyras y araucanos pudieron hacerles inmensos daños[5]

Si la guerra se enardeciese, por desgracia es muy posible que masas incontables de todas armas, cuando no fuesen nuestras tropas regulares, adoptarían el sistema de los araucanos y pincheyras...[6]

En el libro el autor menciona, además, otras dos etnias: los «pehuenches» (indios del Neuquén) y los «tzonecas», a los que también denomina «tehuelches», indios del sur de la Argentina. Su verdadero nombre es «aonikenk» aunque el gentilicio «tzoneca», menos conocido, es aceptable. Otra denominación es «tehuelches meridionales». Vale aquí citar los siguientes párrafos:

Cierta noche le sentí discutir un negocio de arreo de vacas con un personaje conocido, especulador en los malones. Dos caciques pehuenches andaban en las conferencias y no era dudoso el asunto de·que se trataba. Esperé una semana vigilando con mi caballo ensillado, y una madrugada ví que Navarrete se ponía en marcha por el camino de Lonquimay, acompañado de los dos caciques pehuenches...[7]

Más adelante, efectivamente, se refiere a los tzonekas:

Los indios tzonecas, concentrados en la cacería, en cuenta de guanacos, dieron la nota cómica del día. Eran dos varones y dos mujeres: un casal viejo y otro joven. Los cuatro de elevada estatura; dueños de caras cuadradas, enormes matas de pelo negro crinudo, vientres abultados, piernas flacas y torcidas; los hombres imberbes: todos del color de la goma elástica: tehuelches legítimos.[8]

En toda la novela no aparece nunca el término «mapuche» en forma aislada y menos para designar una etnia. Sin embargo, en dos párrafos usa el término «camapuches» o «ca-mapuches»:

– Buen viaje! dijo riendo el sargento. Sólo me aflige la mala cuenta que allá daré de la majada …

– Y qué fin tuvo la majada?

– Me la robaron los camapuches de allá… contestó el matchí, alargando la jeta para el lado de la cordillera. Con qué cara me presentaré á mi padre! [9]

Más adelante introduce nuevamente ese término:

Otra nueva había llegado, no menos sensacional. Venían voceándola desde el sur algunos indios de la parte occidental de la cordillera. Referían éstos que una columna de ca-mapuches (extranjeros) había desembarcado en las playas del golfo de Reloncavi y avanzaba hacia al norte siguiendo las faldas de la Cordillera Central, […] el llamado ejército de ca-mapuches hacía notar su presencia en todos lados […] [10]

De esto sigue que el término «ca-mapuche» o «camapuche» se refiere a todo extranjero (indio o blanco). A partir de ello puede deducirse que el término «mapuche» adoptado como seudónimo por Olascoaga, significa algo así como «paisano», «oriundo del lugar», coincidente con su etimología «gente de la tierra»; por lo tanto no designa a un grupo étnico específico.

Por otro lado, es interesante aclarar que Olascoaga, sin nombrarla, refiere una cuarta etnia, a la que pertenece el individuo que emplea el término «ca-mapuche». Este indio, del que Olascoaga deja entrever que pertenecía a las tribus originales de la pampa, anteriores al «araucano», sería de raza «guenena kenk» o «tehuelches septentrionales»:

[…] llegó á la gruta que éste habitaba en el valle de Yayma un indio viejo y harapiento á quien acompañaban tres mujeres, sus esposas, las tres de mayor á menor en edad y en estatura. El socorrido esposo se nombró Antuñurri, antiguo capitanejo y Mátchi. En la barrida general de la pampa y cordillera terminada por el ejército hacía diez años, se había hecho caso omiso del expresado capitanejo, á causa de su edad muy avanzada y de que su residencia era detrás (de la línea) de fortines en la sierra de Cura Malal.[11]

Esta etnia es la que sufrió primero un aculturamiento gradual y luego violento por parte de los araucanos, al punto que usaban la lengua araucana en su vida diaria, como hace el personaje de Olascoaga. Esto no alcanza a ser entendido por Olascoaga, pues aún no se había estudiado el tema. En ese momento no quedaba claro que ese indio, que él diferencia claramente de los «araucanos», emplea, sin embargo, la lengua «araucana». Esta es una confusión habitual en los primeros investigadores. Vale recordar aquí, v. g., el «Vocabulario Pampa» de Juan Manuel de Rosas.

La conclusión es que la igualación de los términos «araucano» y «mapuche» es incorrecta, ya que obedecen a distintos conceptos. El término «araucano» designa a una etnia indígena, la proveniente del Arauco (voz, de hecho, nativa). En cambio, el término «mapuche», seudónimo de Olascoaga, indicaría una forma de dirigirse hacia el natural del lugar, al estilo de la palabra castellana «paisano». De allí que es una maniobra maliciosa la de pasar de un término que identificaba a una etnia extranjera e invasora, porque marcaba claramente su origen («araucano»), a una palabra genérica que tiene un significado literalmente positivo («mapuche»).

En la novela de Olascoaga, para el historiador, hay varios otros aspectos de interés que señalan que en el momento de la Campaña al Desierto era vox pópuli la relación de los araucanos con las autoridades y comerciantes chilenos. Menciona, por ejemplo, dos combates sostenidos por las tropas argentinas, en territorio propio, contra tropas regulares chilenas que venían a proteger a los araucanos, la constante relación de los araucanos con los estancieros del sur de Chile a quienes vendían el ganado robado (y quienes muchas veces pergeñaban los malones), la anuencia de las escribanías públicas de Chile para dotar de títulos de propiedad escritos de terrenos en la Argentina a los caciques araucanos y otras situaciones como esas. De todos estos puntos Olascoaga da ejemplos históricos.

El libro Cuentan los araucanos de Bertha Koessler Ilg

Para reforzar la idea expuesta ut supra[12], la de la novela de Olascoaga, es apropiado tener en cuenta el libro Cuentan los araucanos de Bertha Koessler Ilg, investigadora que está fuera de toda discusión en cuanto a su intencionalidad política, ya que siempre fue muy proclive a las etnias indígenas que estudió.

En principio, emplea en el título mismo de su libro el gentilicio «araucano», lo que muestra, sin ninguna duda, que ese era el nombre que recibía la etnia en el momento en que lo redactó. También en el prólogo, escrito por ella misma, utiliza siempre el término «araucano» tanto como gentilicio de la etnia como para adjetivar sus manifestaciones, con una excepción a la que me referiré más abajo. En este proemio, agrega unos datos aún más relevantes para aclarar el tema, porque en el mismo recurre a la transcripción literal de dos testimonios de primera mano. Dice en el prólogo:

Hace muchos años le pregunté a un viejo aborigen que viniera de las cercanías del volcán Lanín a hacerse curar por el médico de los «Huinkas» —como decía— el origen de la maravillosa leyenda que acababa de narrarme, accediendo a mis ruegos.

Después de reflexionar un rato, me contestó, con la calma y dignidad propia de su raza.

– Habrá brotado de la alfombra de nosotros, los araucanos.[13]

Más adelante, en el mismo prólogo, expresa:

La apatía es otra de las características de este pueblo en proceso de desaparición como tal, sea por extinción como por mestizaje, y ese estado de ánimo lo reflejan muy bien las palabras que escuché una vez de labios del cacique Alfredo Namuncurá, nieto del gran Kalfucurá, poco antes que se uniera a sus antepasados.

– Antes, fuimos un río que corría sobre la tierra. Ahora, somos un río que corre escondido bajo la tierra. ¡El río de hoy, que sabía reír, cantar y hablar el araucano, no tiene voz! [14]

Prólogo del libro Cuentan los araucanos de Bertha Koessler Ilg

A confesión de parte relevo de pruebas. Puede tenerse por seguro que, si los informantes indígenas hubieran dicho «mapuches», la compiladora hubiera escrito «mapuches» y no «araucanos». Evidentemente, los informantes indígenas dijeron «araucanos».

Ahora bien, es cierto que en un párrafo del prólogo al hablar de la renuencia del nativo a contar al extranjero sus leyendas y tradiciones, dice:

Y entre ellos hay mapuches que enmudecen apenas ven que anotan sus cuentos y dichos, o piden que los escuchen nomás, que no escriban.

Afortunadamente para aclarar este punto, la autora coloca un «Vocabulario» al final del libro donde se encuentran las siguientes definiciones:

         Mapu: tierra, país.

         Mapuche: gente del país. El indígena.

Ello refuerza la idea de que cuanto la autora menciona en el prólogo el término «mapuche», no hace referencia a una etnia sino que lo emplea con el sentido del vocablo castellano «paisano», que es el mismo sentido que le da Olascoaga al adoptarlo como seudónimo para su novela. De paso, y como corolario de este trabajo, en ese vocabulario no figura la palabra «Mapudungum», uno de los términos inventado hace poco tiempo y que pretenden hoy en día ser introducidos como «ancestrales».

Sobre el «Primer Congreso del Área Araucana Argentina»

En el mes de febrero del año 1961, el gobierno de la provincia de Neuquén convocó al «Primer Congreso del Área Araucana Argentina» que se llevó a cabo en San Martín de los Andes. Se reunieron diversos congresistas, incluyendo participantes provenientes de Chile y los representantes «más calificados» de las etnias indígenas. Esta actividad fue descripta por el doctor neuquino Gregorio Álvarez en su libro El tronco de oro[15], entre las páginas 188 y 192. De allí pueden rescatarse las principales conclusiones asentadas en las Actas finales. Con el número 7, se expresa la siguiente conclusión:

Se estableció como más apropiado el gentilicio «mapuche», grato a los aborígenes, porque significa «gente de la tierra», en cambio de «araucano» que fue puesto por el español de la colonia.[16]

Esta es la primera mención del término «mapuche», en forma oficial, para reemplazar el tradicional y más certero gentilicio de «araucano». El enunciado en sí constituye una falacia porque aunque hubiera sido puesto en épocas de la colonia, cosa que no es tan cierta, se había mantenido vigente durante más de 150 años al momento de su reemplazo.

Por otro lado, este congreso es el huevo de la serpiente de los actuales movimientos indigenistas separatistas de la Patagonia. Se realizó en pleno marco de la tercera fase del indigenismo. Según algunos textos, en América el indigenismo habría pasado por tres fases. La primera, de enfrentamiento, en la que los nacientes países americanos buscaban obtener un estado de derecho en todo su territorio, situación que algunas etnias no estaban dispuestas a aceptar, porque, por ejemplo, cambiaba su sistema económico cazador – recolector.

En la segunda fase, los estados buscaban convertir a todos sus habitantes en ciudadanos; mediante la asimilación y la educación. Se borraba la distinción entre indígena y ciudadano; todos eran ciudadanos. Fue un período de pacificación. Pero a mediados del siglo XX, en consonancia con las «guerras de liberación» que se comenzaron a desatar en diversas colonias europeas a lo largo del mundo y seguramente impulsada por los mismos intereses, se inició una tercera fase: la de reivindicación de las etnias y status pre – Estado. En esta etapa vuelve a instalarse el conflicto. Es la fase que se mantiene actualmente, aggiornada y con nuevo impulso.

Al respecto, se copian debajo las conclusiones del congreso que anota Álvarez en su libro, donde se ve el origen de diversas líneas políticas secesionistas aplicadas en la actualidad:

    1. Ha puesto de manifiesto la existencia de un apreciable número de estudiosos interesados en lo que se estima como acervo indígena de origen araucano.
    2. Se refirmó la etnografía pehuenche para el pueblo protohistórico del Neuquén y el valor de las referencias cronológicas para la catalogación de los aborígenes que poblaron nuestro sur.
    3. Se evidenció una preocupación de orden social y educativo por preservar al aborigen, que ya no merece el calificativo de indio montaraz, para llevarlo a formar parte, en forma condigna, del etno nacional.
    4. Se ha revelado sumo interés por los estudios arqueológicos, dentro del ámbito patagónico. Las comunicaciones relativas a la culturas paleolítica y neolítica de aquende y allende los Andes, así como la que se refirió a la presumible existencia prehistórica del caballo en la Patagonia, basada en pictografías halladas en la isla Victoria, ha quedado como tema que reclama profundas investigaciones y confrontaciones.
    5. En lo referente a lingüística, se han puesto en contacto especialistas de diversos lugares que, con irreductible rigor científico, promoverán el estudio de la lengua araucana o mapuche y sus dialectos, fonética grafía, modalidades y giros, así como su radicación, vitalidad y difusión.
    6. En relación a la toponimia, sobre todo la de origen vernacular, se estableció la recomendación de su conservación y correcta interpretación. Además se consideró una ponencia que abogaba porque se devolviera la primitiva denominación indígena, a los lugares que sufrieron cambios.
    7. Se estableció como más apropiado el gentilicio «mapuche», grato a los aborígenes, porque significa «gente de la tierra», en cambio de «araucano» que fue puesto por el español de la colonia.
    8. Que pudo advertirse una corriente de simpatía de parte de los congresales hacia la tierra neuquina, sede del Congreso, y hacia su nativo que, en la oportunidad, evidenció su aspiración de gozar él y su progenie, los beneficios de la civilización.
    9. Que el reconocimiento de la importancia científica ha quedado evidenciado y jerarquizado por la presencia de S.E. el señor Embajador de la República hermana de Chile y por la del señor Ministro de Interior, que llevó, además, la representación del gobierno de la Nación
    10. Que el gobierno de la provincia del Neuquén ha dado el primer paso en nuestro país para estrechar simbólicamente, en una reconciliación generosa y promisoria, al hombre ilustrado de las ciudades del presente, con el proveniente de una raza bravía, altiva, pero apegada con amor a su tierra. Ello permitirá establecer sobre bases humanas, una comunidad que puede servir como ejemplo en cualquier punto de América.
    11. Que los delegados chilenos, que fueron también actores calificados y pudieron valorar la calidad de los trabajos y entusiasmo de los demás participantes, dentro del clima cordial, auspicioso y patriótico en que se desenvolvió, han regresado a su país con las miras de crear una Junta de Chilena Estudios Araucanos, y realizar dentro de dos años, un congreso similar
    12. Que el Congreso Araucanista no ha terminado sus funciones. Continúa con sus mismas autoridades, para proveer a la publicación de los trabajos aprobados y promover, dentro de un lapso tres años, la realización de un segundo congreso.

Son varios los puntos donde se advierte el origen de muchas líneas de la política separatista actual pero también muestra puntos que desarman ciertas falacias. Uno de ellos es que el mismo congreso, al ser convocado, llama «araucana» a la etnia, cosa que no hubiera hecho si estuviese circulando con anterioridad el término introducido en sus actas, es decir, el vocablo «mapuche». Si en 1961 el término hubiera sido de uso generalizado, nunca hubiera denominado «araucana» a la etnia. Pero también echa por tierra la mentira de la existencia de un territorio llamado «Mapu». No existía en absoluto esa noción. El congreso sólo se refiere a un área «cultural» denominada «araucana».

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director ejecutivo de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia de la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata.

Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

Embajador Académico de la Fundación Internacionalista de Bolivia (FIB).

Investigador Senior del IGADI, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, Pontevedra, España.

 

Referencias

[1] Marcelo Javier de los Reyes. «Los hombres que nos dieron la Patagonia. Estanislao Zeballos y los derechos soberanos de la Argentina». Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG), 20/10/2017, https://saeeg.org/index.php/2017/10/20/los-hombres-nos-dieron-la-patagonia-estanislao-zeballos-los-derechos-soberanos-de-la-argentina/.

[2] Estanislao S. Zeballos. Viaje al país de los araucanos. Buenos Aires: El Elefante Blanco, 2005, p. 487-488.

[3] Manuel José Olascoaga. El Sargento Claro o la guerra de Chile. Buenos Aires: Establecimiento tipográfico de la Agricultura, 1898, 249 p.

[4] Ibíd., p. 18.

[5] Ídem.

[6] Ibíd., p. 19.

[7] Ibíd., p. 144.

[8] Ibíd., p. 226.

[9] Ibíd., p. 169.

[10] Ibíd., p. 174.

[11] Ibíd., p. 158.

[12] Bertha Koessler. Cuentan los araucanos. Buenos Aires: Espasa Calpe Argentina, 1954, 153 p.

[13] Ibíd., p. 9.

[14] Ibíd., p. 10-11.

[15] Gregorio Álvarez. El tronco de oro. Neuquén: Editorial Siringa Libros, 1981.

[16] Ibíd., p. 191 y 192.

©2022-saeeg

 

…Y DIJO EL GOBIERNO: “FUIMOS DERROTADOS CON TODO ÉXITO”

Grl Heriberto Justo Auel*

“Maniobrar con un ejército es ventajoso.

Maniobrar con una multitud indisciplinada, es peligroso”.

 

“La oportunidad de asegurarnos contra la derrota está en nuestras propias manos, pero la oportunidad de derrotar al enemigo, la provee él mismo”.

Sun Tzu (544 – 496 a. C.)

 

La “reacción por impotencia[1]

Cuando en la confrontación o en la lucha por el poder una de las partes —la que ocupa la altura— observa que los muros de la fortaleza han sido demolidos en los cuatro puntos cardinales y no quiere o no puede —por varias razones— reconocer su derrota, buscará la forma de controlar a la opinión pública —en particular a la propia— y comunicará el fracaso sin dejar de anunciarlo como “un éxito”[2].

Las falacias de atingencia dan lugar a otras de reemplazo, pues la “irrealidad” del derrotado debe continuar dentro de la categoría del “espejismo[3] ideológico”, como única visión del “militante”. Pero, no solo del propio “militante”. 

Tartufo es —en sí mismo— un “espejismo presidencial” y puede continuar en ese rol pues gran parte de la oposición y del periodismo se lo permiten al no reconocer su naturaleza. Esos sectores continúan con esquemas analíticos perimidos de peronismo-antiperonismo —década de la Libertadora— y la situación que enfrentan es otra: la de revolucionarios frente a contrarrevolucionarios.

La intensa acción psico-política de manipulación cerebral para sostener las sucesivas falacias políticas de atingencia —que manipuló el “enemigo” ha sido eficaz y lo siguen siendo, a pesar de que los sigilosos hechos hoy están en superficie, pero “se miran y no se ven” [4].

Las maniobras en ejecución —caso “reunión de la militancia del 17 Nov”— al operar con una “multitud indisciplinada” para sostener una victoria que no fue —y replantear allí al espejismo falaz— puede ser un “boomerang” peligroso. Hay otras “multitudes activas” que no son precisamente de volubles “militantes contratados”. Por ello, si hubiese una conducción opositora de alto nivel, debería estar atenta a que “la oportunidad[5] de derrotar al enemigo —definitivamente— la provee él mismo”, Sun Tzu dixit.

Desde 1945 —cuando los lanzamientos NN dan lugar a la Estrategia Contemporánea— los orígenes de los conflictos limitados pueden clasificarse como producto de:

“incidentes provocados” como lo fue el del “Atlántico Sur en 1982” y más recientemente la “operación puff-puff” —dentro del estado de guerra interno— al igual que el

incidente no provocado” llamado “caso del desaparecido Maldonado” —conducido por el CELS del “perro”— y, por último, nos encontramos con

la reacción por impotencia” como lo es nuestro “caso poselectoral actual” que conduce personalmente Tartufo desde el momento en que se conoció el resultado de las elecciones de medio tiempo.

Tartufo nunca tuvo poder, fuerza ni autoridad[6]. Actuó y actúa como mandatario contratado para un servicio exclusivo: la absolución de Ella. Cuenta con medios puestos a su disposición: el Consejo de la Magistratura y Justicia legítima —a la cabeza— pero hasta ahora sus intentos para cumplir con el objeto que lo llevó a la presidencia, fracasaron.

Se llegó a las elecciones de medio tiempo sabiendo que los kk las perdían y, previamente a ellas, Tartufo concertó una concentración en Plaza de Mayo para festejar el éxito, como único orador. Tenía que salvar el pellejo.

Así, su merecido y bien ganado apodo hizo cumbre: reaccionó por impotencia.

Desde un punto de vista polemológico o estratégico, en el ámbito de la contraofensiva revolucionaria —ordenada por el Foro de San Pablo (FSP) el 24 de julio de 2019— para toda Iberoamérica, el encuadramiento de la situación del gobierno kk —actualmente leído muy superficialmente por nuestros analistas— podría describirse sintéticamente así:

    1. Desde el 4 de julio de 2018 a octubre de 2021 sesiona la Convención Constitucional en Chile, como consecuencia de la violenta insurgencia conducida por el FSP en octubre de 2019. Con 155 miembros, mitad hombres y mitad mujeres, en un año —octubre de 2022— presentará una nueva Constitución, objetivo que la revolución castro-comunista persigue para todo el continente desde 1959. Orientada por la política de derechos humanos y del feminismo, se aguarda una Constitución radicalizada ¡concedida por el débil gobierno conservador de Piñera!
    2. En la Argentina gobierna desde diciembre de 2019 el cuarto gobierno kk, encubiertamente adscripto al FSP y al Grupo de Puebla (GP). Ambos órganos —conductores del proceso revolucionario neo-marxista continental— urgen al gobierno kk pues, paradójicamente, desde una clara posición castro-comunista no ha podido iniciar el proceso de reemplazo de sistema político —reforma constitucional— y el salvataje de la nomenklatura local —bajo graves cargos penales por corrupción— como ya se ha logrado —coetáneamente— en el país trasandino, con un gobierno de derecha.
    3. A Tartufo estas presiones de diversos orígenes y la reciente pérdida del control de ambas cámaras en el Congreso de la Nación le han reducido totalmente el “espacio de maniobra”, el “tiempo calendario” se le acorta al 10 de diciembre —fecha en que se incorporan los nuevos legisladores— y el “tiempo oportunidad” queda en manos de la oposición, pues se lo provee él mismo”, como nos enseñó Sun Tzu hace 2600 años. Lo expresado conlleva un nuevo “tiempo ritmo”, es decir: más acontecimientos trascendentes en el corto plazo, bajo control de la oposición.

¿Estará preparada para ello la oposición? ¿Quién tomará la iniciativa y retendrá la libertad de acción en los dos años próximos?[7]

La inconsistencia de la coalición opositora

El periodismo “políticamente correcto” —con alguna insistencia— plantea ante los políticos la existencia de “halcones” y “palomas”. Las respuestas que se reciben soslayan la verdad, arrojando la pelota hacia adelante. Ni los unos ni los otros tienen la “incorrección” de hablar de “revolución” o “contrarrevolución”. ¿No han vivido aquí en las últimas décadas? ¿Hay temor, cobardía o desconocimiento para hablar con sinceridad? ¿O falta coraje y compromiso con la Patria?

Si las palabras son símbolos de ideas, cuando no se emplean las que corresponden hay confusión. Y SI HAY CONFUSIÓN CONTINUAREMOS EN LA DECADENCIA.

Las “palomas” entienden —como Tartufo— que el castro-comunismo es una democracia “con problemas”. Pretenden negociar con ellos, con “las democracias dogmáticas de partido único”. Su “tolerancia-pacifista” encubre su adhesión o simpatía por la socialdemocracia, que forma parte del FSP.

Pero, como suele ocurrir, últimamente apareció un imponderable y se lo quiere matar en el huevo, pues el cuidadoso sigilo revolucionario podría quebrarse. Un “joven melenudo” —Milei, que en un principio no fue tomado muy en serio— en la campaña electoral demostró solvencia académica y hasta arrasó con algunos soberbios —ya establecidos— frente a las cámaras de televisión.

Creció en las encuestas —con el apoyo de los jóvenes— y con el 17 % de los votos ingresó a la Cámara, con dos diputados. Una operación en curso —para evitar el sinceramiento situacional— trata de impedir la presencia de uno de ellos, la Dra. Victoria Villarruel, en la banca que le corresponde.

El diputado electo Milei atacó con crudeza a “la casta” política, pero además citó con nombre y apellido a “los zurdos de m…” más o menos encubiertos y sorprendió, haciendo conocer la existencia del FSP y del GP, que jamás han estado en boca de los profesionales de la política menuda. Se termina así —paso a paso— con el misterio y el ocultamiento de la revolución.

Pero ¿por qué el cuestionamiento apunta al ingreso de Victoria a su banca legal y legítimamente ganada? La respuesta es sencilla: es fundadora y presidente del mundialmente prestigioso Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas” (Celtyv) y conoce a fondo el historial oculto de los terroristas revolucionarios y sus millonarios sucesores, que ensangrentaron a la Argentina durante décadas.

Su voz, en el recinto, sería un rayo de luz en la larga noche del drama argentino. El “curro de los derechos humanos” quedaría al descubierto, aún para los que no quieren ver.

La ímproba tarea de la Psicología Social revolucionaria —durante décadas— reemplazó a un tramo de la historia argentina por la memoria tuerta que los sucesores —millonarios— de los terroristas de los ´70, impusieron desde el poder. Los mitos, que han permitido que criminales terroristas estén inmortalizados en plazas, autopistas, aulas magnas universitarias, etc., están cayendo.

Los velos se corren y la verdad aflora, paso a paso. Podríamos estar en los comienzos de un nuevo tiempo en el que la verdad reemplace a la hipocresía. Los votos de los barrios carenciados que han rechazado las dádivas que compran la dignidad de las personas, son un signo de un nuevo amanecer argentino.

Sin embargo —como lo venimos señalando en los últimos meses— las “quintas columnas”[8] incorporadas en la coalición opositora —que en el pasado ya han evitado o retardado los cambios estructurales que exige la salida de la crítica situación socioeconómica argentina— permanecen allí, buscando escalar en la coalición.

Se trata de los “progres”[9] o “palomas” incorporados en la coalición por la necesidad de crecer electoralmente, pero que llegados al poder impiden la gobernabilidad. La probabilidad cierta del ingreso de los “libertarios” a los bloques de las Cámaras o a la misma coalición, hizo prender las luces rojas a la “progresía”, toda vez que los pondría en evidencia ante el hombre de a pie.

Existen “progres” de izquierda y también de derecha. Estos provienen de los partidos liberales y los primeros, de los socialistas. Cuando hay que decidir acerca de temas culturales, se unen, para apoyar la “relativización” de nuestros valores tradicionales. Así ocurrió cuando se votó en ambas Cámaras la “Ley del Aborto”. Los bloques de los partidos quedaron divididos en “verdes” y “celestes”. Las ideas de Antonio Gramsci permearon a todos los estamentos sociopolíticos, desde los ´80.

Con el tiempo es muy probable que el “progresismo cultural” se aglutine, sincerando a las representaciones políticas actualmente inhibidas para actuar con decisión y audacia. La llegada de los “libertarios” al Congreso sacudió al avispero “progre”, la representación “tolerante y pacifista” que aceptaría dialogar —o negociar— con el enemigo castro-comunista dogmático y fundamentalista, como lo hizo Piñera, con los resultados conocidos.

Miran, pero no ven. Son las “cataratas ideológicas” con que lideran, los socialdemócratas de la 5ta. Internacional, al “palomar” de la tolerancia, frente a la aparentemente ignorada “revolución castro-comunista”. Deberían tomar nota —nuestros idealistas moderados— que el amigo-asesor de Tartufo —Ominami— salió en último término en las elecciones primarias presidenciales chilenas y que Buenos Aires tuvo que aclarar que las últimas declaraciones —referidas al candidato Kast— del embajador —montonero— Bielsa, NO representaran la posición de Buenos Aires. ¡Cuánta hipocresía!

Espert es interrogado en la televisión acerca de su eventual apoyo a su amigo, el Jefe de Gobierno de la CABA, en el momento en que éste necesita correr un velo sobre las denuncias penales que lo afectan —junto a su ministro de Cultura— por los ataques a la Religión Católica en el Teatro Colón y en La Recoleta. Coinciden —estos hechos “tolerantes”— con la desaparición —hace meses— de la bandera argentina y de la ciudad en las Barrancas de Belgrano y la presencia permanente de cuatro banderas del arcoíris, en la pérgola insignia del barrio.

Una reflexión sociopolítica final —aún ausente en los comentarios de los medios argentinos—. Se trata de la desconocida naturaleza de las sorpresas estratégicas que el actual proceso revolucionario —conducido por el FSP— producen en Iberoamérica.

A pocas semanas de la cruenta y explosiva insurgencia provocada por el aumento de costo del boleto de los subterráneos de Santiago —explotado como “incidente NO provocado”  por el FSP las “palomas” del gobierno Piñera concedieron elecciones para decidir el reemplazo de la “Constitución de Pinochet”. El resultado de ellas fue un éxito total para el castro-comunismo. Semanas después hubo elecciones presidenciales y triunfó el candidato de la derecha chilena.

Quienes hemos seguido de cerca el proceso que impulsó a la sorpresiva y violenta insurgencia —con modalidad de las guerras de 7ma. generación— teníamos un fuerte interrogante, que ya expusimos hace unos días[10], cuando decíamos que a la conducción del FSP se le había “escapado la tortuga”.

Nos llamaba la atención el extemporáneo activismo “araucano”. El indigenismo radical revolucionario es conducido centralizadamente por el FSP —con directa injerencia de las FARC colombianas— que a su la vez conducen la contraofensiva continental que busca la recuperación de los gobiernos perdidos en elecciones democráticas. Es evidente que ha primado la necesidad imperiosa del cartel FARC, que buscan la salida alternativa del tráfico de cocaína por el Sur, ante el eventual derrumbe judicial del dúo Maduro-Cabello.

¿Era oportuno —dicho activismo en ambas Patagonias— para el exitoso curso de la operación en Chile que había logrado iniciar el reemplazo de la Constitución vigente, en simultáneo con las elecciones presidenciales? La sorprendida clase media chilena, sin duda, meditó su voto en el tiempo que medió entre ambos acontecimientos.

Siendo el país —que en las últimas décadas— más había progresado en la región, se encontró —de un momento para el otro, sorpresivamente— con una alta probabilidad de volver al comunismo por vía electoral. El electorado chileno reaccionó, polarizándose. Fue a buscar una decisión en los extremos del espectro político.

Es muy probable que el candidato —Kast— que ganó las primarias, gane la segunda vuelta, mal que les pese a los kk. Se trata de la expresión clara y dura del nacionalismo y de la derecha conservadora chilena que, si llega al Palacio de la Moneda, en octubre de 2022 se encontrará con un oxímoron[11] político superlativo: recibirá de la legal Convención Constituyente —hoy en plena tarea— una nueva Constitución Nacional producto de un impulso revolucionario —nacido en un acto de fuerza triunfante— que tuvo en sus ejes originarios a la falsa “política de los Derechos Humanos” y del “feminismo abortista”.

El nuevo presidente debería prever —tempranamente— una embestida internacional formidable del castro-comunismo, pues el elemento revolucionario director —con sede en La Habana— rugirá como león herido. Díaz Canel presiente un ocaso no muy lejano. ¿Estará tomando nota la fragmentada oposición argentina? O seguirá mirando sin ver.

Sabemos lo que han sido nuestros históricos cismas políticos. No está mal recordarles a nuestros dirigentes las palabras del Padre de la Patria, que sufrió en carne propia las consecuencias del cisma de su tiempo, que le impidieron ver a su mujer moribunda y que lo llevaron a un triste exilio después de diez años en campaña estando enfermo, para darnos la Libertad y la Independencia que algunos argentinos postergaban, por sus menguados intereses de partido. ¿Lo entenderemos hoy al paradigma de la argentinidad?

A aquellos les dijo:  

“SERÁS LO QUE DEBAS SER, SINO NO SERÁS NADA”

 

* Oficial de Estado Mayor del Ejército Argentino y del Ejército Uruguayo. Ha cursado las licenciaturas de Ciencias Políticas, de Administración, la licenciatura y el doctorado en Relaciones Internacionales. Se ha desempeñado como Observador Militar de la ONU en la Línea del Cese de Fuego del Canal de Suez. Comandó tropas de llanura, montaña, aerotransportadas y mecanizadas.

 

Referencias

[1] Impotencia: Falta de fuerza, poder o competencia para realizar una cosa, hacer que suceda o ponerle resistencia.

[2] H. J. Auel. “La cultura y la civilización. La guerra: continuidad y cambio”. IEEBA, diciembre de 2001, www.ieeba.org.

[3] Espejismo: Es ver objetos donde no los hay, es una ilusión óptica que se observa en días muy calurosos y en lugares como los desiertos.

[4] H. J. Auel. “El pensamiento estratégico militar en el siglo XXI. En el Occidente Norte y en la Argentina”. IEEBA, 12/10/2014, www.ieeba.org.

[5] Oportunidades: Son los aspectos que podrían influir positivamente y darnos ventaja en el futuro, si los sabemos aprovechar. Como se ve, el análisis abarca —prueba DOFA— tanto los aspectos negativos de nuestro proyecto (Debilidades y Amenazas), como los puntos positivos (Fortalezas y Oportunidades).

[6] H. J. Auel. “Alberto Ángel “Tartufo” Fernández, candidato del Foro de San Pablo”. IEEBA, 10/08/2019, www.ieeba.org

[7] H. J. Auel. “Un análisis sociológico-político de la crisis-decadencia de la Argentina”. IEEBA,  julio de 2020. www.ieeba.org

[8] Quinta columna: es una expresión utilizada para designar, en una situación de confrontación, a un sector de la población que mantiene ciertas lealtades (reales o percibidas) hacia el bando enemigo, debido a motivos religiosos, económicos. Conjunto de personas potencialmente desleales a la comunidad en la que viven y susceptibles de colaborar de distintas formas con el enemigo.

[9] Progresismo o “progre”: el concepto fue introducido en la Argentina por Juan B. Alberdi, en sus “Obras Póstumas”, haciendo referencia a los militantes de la Revolución francesa. Pero en la actualidad se popularizó con el “destape” español.  El progresismo y el conservadurismo se encuentran en posiciones enfrentadas. El “progre” se distingue por defender el intervencionismo económico vs la libertad económica; el ateísmo vs el teísmo; el proteccionismo vs el libre comercio; el sector público vs el sector privado. Son muchos los puntos en los que confrontan, pero también tienen elementos en común, como la defensa de la democracia, del territorio y de la justicia.

[10] H. J. Auel. “Entre bueyes no hay cornadas”. IEEBA, noviembre de 2021, www.ieeba.org

[11] Oxímoron: “contradictio in terminis”. Absurdo. Figura retórica o figura lógica que consiste en usar dos conceptos de significado opuesto, en una sola expresión.

¡Patagonia por Siempre Argentina! ni mapuche, ni inglesa ni masona

La Patagonia, territorio donde existen las más grandes reservas hidrográficas del mundo y también pesqueras y forestales. De lo que en el Sur de América se trata es de crear un país aparte, en el paralelo 40, una zona independiente en el sur de la Patagonia y de la cual la Laguna del Desierto, con Viedma en su vecindad, llegaría a ser la capital de un próspero centro, con las más grandes riquezas y habitado por otras gentes que argentinos y chilenos.

Ya Alfonsín se adelantó al proponer el traslado de la capital de Argentina a Viedma.

Las FFAA están únicamente para defender a la Patria, sus fronteras y la integridad de su sagrado territorio, por encima de intereses entreguistas. Si no cumplen con esta misión, han perdido su razón de ser, transformándose en ejército de opereta.

Miguel Serrano

A pesar de la exitosa campaña al desierto efectuada por Juan Manuel de Rosas en 1833, y de los arreglos de éste con los indios, los malones indígenas constituyeron un problema permanente durante todo el período rosista, el cual se potenció tras la caída del Restaurador de las Leyes en 1852. Una estimación señala que entre 1820 y 1870 los indios robaron 11 millones de cabezas de ganado, 2 millones de caballos y 2 millones de ovejas; asesinaron o capturaron a 50.000 personas, y robaron bienes por valor de 20 millones de pesos. Con su acción, los indios habían puesto límites al uso de las tierras y a la colonización.

Junto con la Campaña del Desierto emprendida por Roca, cabe mencionar también durante la gestión de Nicolás Avellaneda las actividades de exploración del hombre de ciencia Francisco P. Moreno. Este fue comisionado en 1879 para explorar nuevamente la Patagonia -lo había realizado durante el primer año de gestión de Sarmiento- con el objetivo de examinar las riquezas de la región y entrever la posibilidad de incorporar a los indígenas que la ocupaban a la vida civilizada.

En síntesis, el saldo de la campaña de Roca fue de 15.000 indios tomados prisioneros, 1.313 muertos  y 15.000 leguas cuadradas incorporadas al territorio argentino. No obstante, el problema no estaba completamente resuelto. Entre 1881 y 1883 debieron ser organizadas nuevas operaciones contra los indios para estabilizar la frontera sur.

Entonces, atento a los números expuestos, no pueden volver a vendernos el mismo cuento de “la juventud romántica e idealista” versión “pueblos originarios”. “No fue magia”, estaban haciendo estragos en los bienes y la población.

En los últimos años, las corrientes progresistas e indigenistas han conseguido instalar, con llamativo éxito, la tesis que sostiene que la Campaña del Desierto organizada y comandada en 1879 por el entonces ministro de Guerra, coronel Julio Argentino Roca, habría constituido en realidad un «genocidio» o «etnicidio» perpetrado por el Estado Nacional Argentino. Incluso se ha llegado a aplicar categorías extemporáneas tales como «crímenes de lesa humanidad» y similares. Sus promotores sostienen que la acción de las fuerzas regulares argentinas habría conculcado derechos legítimos de los indígenas sobre territorios ocupados por sus ancestros.

En contraposición, la posición oficial del Estado Nacional ha sostenido que la Campaña Desierto significó una guerra legítima orientada a recuperar el control y hacer efectiva la soberanía y poner fin a las reiteradas matanzas, saqueos, secuestros y destrucciones materiales provocadas hasta entonces por los malones.

Estos malones eran verdaderas empresas comerciales que permitían que las tribus se apropiaran de ganado, que luego era vendido en el mercado trasandino, y de cautivos, por los que exigían altos montos para restituirlos a sus familias.

Quedaría analizar, tomando en cuenta la línea de pensamiento utilizada por tales organizaciones y el código penal, que penas le corresponderían a estos pobres originarios por los delitos de cuatrerismo, destrucción de la propiedad privada, secuestro, violencia de género, violación, homicidio y femicidio, entre otros.

A principios de 1872 tuvo lugar la denominada Invasión Grande a la provincia de Buenos Aires, iniciada por el mapuche Calfucurá, con un ejército de 6.000 combatientes. El ataque sobre las poblaciones de General Alvear, 25 de Mayo y 9 de Julio causó la muerte de alrededor de 300 criollos, otros 500 resultaron cautivos y fueron robadas 200.000 cabezas de ganado. El botín sería luego comercializado en el mercado trasandino por hacendados chilenos que se habían establecido sobre el río Neuquén.

Se está viendo a lo largo y ancho del país, pero particularmente con fuerza en la Patagonia “mapuche” que una fracción de la sociedad, reclama el dominio sobre tierras públicas fundamentada en una Constitución que reconoce derechos previos a la existencia del Estado.

La ocupación por parte de grupos autodenominados mapuches de terrenos bajo control del ejército argentino -y la posterior orden de las autoridades federales de no confrontar con los usurpadores- es una claudicación ante los principios que sostienen la misma existencia del Estado, por cuanto se rompe la cadena de autoridad que garantiza la primacía de un conjunto de leyes que garanticen la convivencia.

Por esas ironías de la vida, la escuela de alta montaña que funciona en Bariloche -y cuyas tierras fueron usurpadas- lleva el nombre de Juan Domingo Perón.

Lo que otrora fuera sagrado para la nación Argentina fue vulnerado bajo el apañamiento de los que dicen ser sus herederos. Vaya paradoja de un Estado que ya no puede hacer frente ni a los más básicos de los supuestos que fundamentan y justifican su existencia.

Javier Boher

Lo tragicómico de la situación es que recurren al Estado, (que no reconocen como tal), para que defienda “sus derechos”, sostienen que los mapuches tienen derecho a defender su territorio y el derecho a recuperarla y que está reconocido hasta por la Constitución Argentina. Todo esto orquestado por The Mapuche Nation, una organización que está asentada en Bristol, Inglaterra. «El día 11 de mayo de 1996, un grupo de mapuches y europeos comprometidos con el destino de los pueblos y naciones indígenas de las Américas, y en particular con el pueblo mapuche de Chile y Argentina, lanzaron la Mapuche International Link (MIL) en Bristol, United Kingdom», explican las autoridades de esta organización; a saber, Edward James (Relaciones Públicas), Colette Linehan (administradora), Madeline Stanley (coordinadora de Voluntarios), Fiona Waters (a cargo del equipo de Derechos Humanos), entre otros. (Como se puede observar a simple vista, todos apellidos originarios… de Inglaterra).

Sostienen que «the Mapuche Nation está situada en lo que se conoce como el Cono Sur de Sudamérica, en el área actualmente ocupada (sic) por los Estados argentino y chileno».

El territorio ancestral mapuche, según la organización con sede en Bristol, abarca todo lo que está al sur del Bío-bío (Chile) y al sur del Salado y del Colorado (Argentina). Y eso no es todo. Para los miembros británicos de la nación mapuche, el territorio ancestral abarca también las islas Malvinas y la Antártida.

En el mismo documento, fijan el año 1860 como el de la «Gran Asamblea Constituyente» en la cual «los más notables representantes del pueblo mapuche» fundaron «un gobierno monárquico constitucional». Y agregan que, «tras la ocupación del territorio del estado mapuche (sic), la Casa Real de dicho gobierno se estableció en el exilio en Francia, desde donde viene operando de manera ininterrumpida desde entonces».

Curiosamente, a la vez que hacen reivindicación de sus derechos ancestrales y su condición «originaria», los mapuches reconocen una dinastía francesa fundada por la ocurrencia de Orélie Antoine de Tounens (1825-1878), un abogado francés y masón que desembarcó en Chile en 1858 y se autoproclamó Rey de la Araucanía y de la Patagonia.

«Tanto el gobierno monárquico como el pueblo mapuche en su conjunto jamás han renunciado ni a sus derechos soberanos ni a la restitución de su territorio ancestral», afirman.

Con la creación del Estado Mapuche perderíamos, no sólo el territorio y los minerales, que de hecho ya lo estamos perdiendo, sino el agua potable de los glaciares, las vertientes que nacen en las altas cumbres, y que en el futuro tendríamos que comprarles el agua que ahora es nuestra. El uso del término “Mapuche” y las falsas reivindicaciones de estos, son maniobras disolventes y disgregantes hacia el Estado Argentino, porque todos los aborígenes tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones que cualquier habitante de la Nación Argentina.”

“Los araucanos hoy denominados ‘mapuches’, empezaron a llegar desde Chile en el siglo XVII, este proceso se conoce como Araucanización de la Pampa, fue una invasión cultural, acompañada de una invasión armada. En 1830 llega desde Chile el cacique Calfucurá, quien pidió una gran reunión de todos los caciques y pueblos indígenas de la región, la mayoría aceptaron, cuando esta se lleva a cabo, ¡Calfucurá los embriaga y los asesina a todos!, llegando casi al exterminio de nuestros puelches, tehuelches, ranqueles, pampas y demás pueblos, quedando dueño absoluto de toda la región. Por todas estas artimañas se lo denominó “el Zorro del Desierto”. Los araucanos contaban con fusiles Rémington que los ingleses les vendían del otro lado de la cordillera a cambio de yeguarizos, vacas y todas las cosas de valor que en sus malones podían robar. Ni Rosas, ni Roca, ni ningún historiador o autor clásico como Estanislao Zeballos, Lucio Mansilla y Manuel Prado, “¡jamás mencionaron al pueblo mapuche!”, tampoco está escrito en los libros de historia de las provincias donde ellos azotaban, por lo tanto no son un pueblo originario de la Argentina”.

“¿Entonces por qué a los araucanos y demás pueblos indígenas, se lo quiere denominar mapuche? La razón es que quieren englobar a todos los pueblos aborígenes en uno solo, “los mapuches”, así poder abarcar más territorio para la supuesta nueva Nación Mapuche. Esta es la historia del peligroso malón británico que actúa en las sombras, es un verdadero “British Malon”, un malón que nos quiere desintegrar y robar parte de nuestra Patria creando un estado dentro del Estado Argentino. ¿Cómo lo quieren crear? Presionando, extorsionando, comprando a nuestros gobernantes, nacionales y provinciales y a toda persona que se oponga a este siniestro plan.

Este plan es que se viole constantemente la Constitución Nacional hasta que está ya no tenga validez, destrucción de las fuerzas armadas para cuando ellos invadan no haya ningún foco de resistencia, fomentar la droga hasta que la delincuencia sea incontrolable, corrupción y caos generalizado, entonces será para ellos el momento oportuno para invadir nuestro país, por parte de la O.N.U u otra fuerza, para pacificar, ordenar, y así poder crear el Estado Mapuche, que será en realidad un Estado Inglés”.

Indudablemente estamos en presencia de un plan que huele a rapiña británica y masonería. Por cierto, debemos recordar que, como explica Dieter Schwarz:

“En 1723 y 1725 encontramos ya nombres judíos en las logias inglesas. En 1732 una logia traslada su «tenida» del sábado al domingo, a fin de hacer posibles a los «hermanos» hebreos la participación en el trabajo de la logia. La judaización parece haber sido ya en aquella época bastante grande, ya que en 1732 el orador callejero Henley anunciaba un discurso contra los «masones judaicos». Los Ancient Masons que aparecieron a mediados del siglo XVIII, poseían una oración particular para las logias judías”.

Ya vivimos la pérdida de Picton, Lennox y Nueva por la entrega al Estado chileno de parte del benemérito integrante de la Trilateral Interamericana Raúl Alfonsín, perdiendo con ello el paso bioceánico, parte de Tierra del Fuego y del Territorio Antártico. Se ha terminado con la zona de frontera que nos protegía de la compra de tierras por parte de extranjeros en una franja de varios kilómetros desde toda frontera. Hoy en la Patagonia ondean banderas que no son la Nacional. Muchos han puesto sus ojos en esta zona millonaria en recursos, los usurpadores históricos de Oriente Medio la recorren para tomar notas para su desembarco que haga cumplir el Plan Andinia.

¡Basta ya de latrocinio!

¡Basta ya de mancillamiento de nuestro Ser Nacional!

¡Basta ya de ceder territorios y derechos!

¡Por una Argentina para los Argentinos!

DyPoM

Por Der Landsmann para Saeeg


Notas:

  • Miguel Serrano. La entrega de la Patagonia Mágica (2003)
  • Historia General de las Relaciones Exteriores de la República Argentina
  • Alberto Lettieri. «La Campaña del Desierto de 1879 a la luz de la mirada histórica». La Prensa, 17.12.2017. 
  • Javier Boher. «Perón contra los mapuches: se abolió el credo del Estado». Diario Alfil, 09/20/2020,  <www.diarioalfil.com.ar/2020/10/09>.
  • «‘The Mapuche Nation’, la organización que desde Gran Bretaña defiende la violencia». Diario El Chubut,  10/08/2017, <https://www.elchubut.com.ar/nota/2017-8-9-23-47-0–the-mapuche-nation-la-organizacion-que-desde-gran-bretana-defiende-la-violencia>.
  • «La maniobra británica para dividir la Patagonia». Corrientes al día, 21/11/2017, <http://www.corrientesaldia.info/184297>.
  • Dieter Schwarz. La-Francmasonería.

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