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MÚNICH 2025

Roberto Mansilla Blanco*

Putin pronunciando su discurso durante la Conferencia de Seguridad de Múnich.

 

Mucho se ha comparado en los medios de comunicación, principalmente españoles, que la conversación telefónica entre Putin y Trump para iniciar negociaciones de paz en Ucrania, previo a la Conferencia de Seguridad que cada mes de febrero se realiza en la localidad alemana de Múnich, tiene paralelismos con la política de apaciguamiento que Francia y Gran Bretaña tuvieron en 1938 con Hitler y que terminaron en el infame Pacto de Múnich en el que el dictador alemán terminó anexionando por completo a Checoslovaquia.

Esta narrativa mediática intenta sostener que el mismo destino de Checoslovaquia podría tenerlo Ucrania si Trump finalmente logra concretar con Putin esa negociación que, cuando menos temporalmente, ponga en la mesa un alto al fuego en una guerra cada vez más estéril para un Occidente atenazado por el «terremoto Trump» y la paciencia táctica y estratégica de Putin. No debemos olvidar que fue precisamente en la Conferencia de Múnich de 2007 cuando Putin dio un «golpe en la mesa» y puso fin a la etapa de complacencia de la Rusia post-soviética con Occidente, adelantando las directrices de la nueva reorientación geopolítica rusa.

En 2025 no le hizo falta a Putin realizar algún tipo de discurso reivindicativo: la realpolitik se ha encargado de terminar dictando su sentencia, cuando menos temporal, sobre la validez de los intereses geopolíticos rusos y la necesidad del Kremlin de mantener el control sobre sus esferas de influencia, Ucrania obviamente incluida.

Múnich vuelve este 2025 pero el contexto es bastante más complejo que esas referencias de 1938 y 2007. Mientras el vicepresidente estadounidense J. D. Vance se reunió en esa ciudad con el presidente ucraniano Volodymir Zelenski (muy probablemente para anunciarle que Washington no cuenta con Kiev para esta negociación con Rusia), la conferencia de seguridad ocurre en vísperas de unas elecciones generales alemanas donde la ultraderecha de Alternativa por Alemania (AfD), considerado un aliado del Kremlin, cabalga con fuerza para eventualmente formar gobierno.

Por otro lado, este 17 de febrero, el presidente francés Emmanuel Macron convocó en París a una cumbre urgente de seguridad para intentar fijar (al final infructuosamente) una posición común europea ante el «pacto Trump-Putin». Desplazadas de la atención de Washington y de Moscú, la UE y Ucrania se ven prácticamente incapacitadas para reconducir una negociación en la que los mandatarios de EEUU y de Rusia tienen muchos intereses comunes.

Zelenski pide ahora la creación de un «ejército europeo» para mantener viva la lucha en Ucrania (lo que puede interpretarse como una especie de «canto de sirena» a la desesperada), Macron se comunicó telefónicamente con Trump previo a la cumbre de París, lo que traduce que el anfitrión francés ni siquiera tiene muy claro el guion que debe asumir: si seguir siendo dependiente de las decisiones de Washington o dar el «golpe de timón» con una iniciativa europea propia ante las pretensiones estadounidenses y rusas de apartar a Europa y Ucrania de estas negociaciones.

Pero Europa aparentemente se ve decidida a seguir manteniendo el pulso con Moscú. Estonia, Finlandia y Dinamarca advierten de una Rusia militarmente más fortalecida a mediano plazo y con capacidad para expandir sus fronteras más allá de lo territorialmente ganado en Ucrania. Las repúblicas bálticas, miembros de la OTAN y de la UE, anunciaron a «bombo y platillo» y con la complacencia de Bruselas, su desconexión energética de Rusia. Ahora bien, la nueva factura de la luz, obviamente encarecida, ¿quién la terminará pagando?

EEUU y Rusia enviaron delegaciones a Arabia Saudí este 18 de febrero en previsión de una negociación unilateral Trump-Putin. Ambos mandatarios enviaron como jefes de delegación al Secretario de Estado Marco Rubio y al ministro de Exteriores Serguéi Lavrov. No es poca cosa, obviamente, como tampoco lo es el hecho de que las conversaciones se realizaran en la capital saudita, Riad. Esto fortalece las pretensiones geopolíticas sauditas de jugar fuerte en el tablero internacional, aspiraciones reforzadas a nivel regional tras la caída del régimen de Bashar al Asad en Siria y la influencia de Riad en las nuevas autoridades en Damasco.

Paralelamente, Zelenski se reunía en Ankara con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, otra cumbre a tomar en cuenta porque confirma el papel de Turquía como mediador de importante nivel en estas negociaciones a varias bandas entre Trump y Putin. Como en el caso de Irán para Rusia, Turquía ha sido un prolífico suministrador de drones para Ucrania, toda vez que mantiene equilibrios estratégicos en torno a Rusia, la OTAN, EEUU, China e incluso en la nueva Siria donde tiene una influencia importante en el nuevo gobierno post-Asad.

Tres años después del comienzo de la guerra en Ucrania ya se habla abiertamente de negociación y de paz. Zelenski y Putin están desgastados en un conflicto militar en el que Occidente y la OTAN observaron su incapacidad para doblegar a una Rusia muy probablemente más fortalecida y que avanza en un reordenamiento «patriótico» que presagia una nueva política de seguridad y de defensa, menos condescendiente con Occidente y más orientada a fortalecer los históricos imperativos de seguridad rusos.

Zelenski está sufriendo en carne propia los efectos duros de la realpolitik. En su momento prometió que nunca se sentaría a negociar con Putin los territorios conquistados por Rusia. Pero el contexto 2025 dicta otra sentencia: Trump anuncia la imposibilidad de ingreso de la OTAN y de retorno a las fronteras de 2014 (Crimea fue anexionada por Rusia ese año) mientras especula con que Ucrania «probablemente terminará también siendo rusa».

Así que debemos preguntarnos: ¿Game over en Ucrania ante la realpolitik pura y dura? No está muy claro el panorama pero lo único perceptible es que el principal ganador es Putin, quien llevó a cabo una guerra en la que finalmente está dictando las pautas de la paz básicamente bajo sus condiciones: mantener lo territorialmente conquistado en Ucrania como esferas de influencia irrenunciables; y evitando que Kiev ingrese en la OTAN.

Por su parte, Trump, desinteresado por el futuro de Ucrania, estaría dispuesto a atender estas demandas de Putin probablemente bajo la perspectiva (quizás ingenua) de intentar alejar a Rusia del eje euroasiático con China, el «dolor de cabeza» de Trump. Esta perspectiva es importante tomando en cuenta que Trump está cortejando a India y Japón como nuevos ejes geopolíticos de influencia para contrarrestar el poder chino. No obstante, India y Rusia tienen a China como un socio estratégico (más importante en el caso ruso) vía BRICS y otros foros multipolares orientados a disminuir la hegemonía occidental y «atlantista».

Por cierto, China también observa con atención estos movimientos. Beijing siempre ha defendido el diálogo como mecanismo de solución de controversias y la participación de todos los actores en la negociación, una paz en Ucrania supone un bálsamo que le permita neutralizar el esfuerzo bélico de su aliado ruso mientras se prepara para la cada vez más indisimulada confrontación geopolítica y geoeconómica por parte de EEUU.

De ser este el caso, Beijing precisará cuando menos del apoyo irrestricto por parte de su aliado ruso, hasta ahora beneficiado por la neutralidad china en el conflicto ucraniano. Un quid pro quo, un factor de reciprocidad de alto nivel geopolítico que pondrá a prueba la alianza sino-rusa ante los embates del «terremoto Trump».

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina. Analista Senior de la SAEEG.

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LAS AMBICIONES DE TRUMP-MUSK NO SON TAN «RARAS»

Roberto Mansilla Blanco*

«Tierras raras». Este parece ser un concepto clave en esta segunda presidencia de Donald Trump en la que se van perfilando sus verdaderos intereses. Desde Groenlandia hasta Ucrania, el excéntrico mandatario estadounidense que no para diariamente de gobernar a golpe de decretazos para desmantelar el statu quo tiene en mente una ambición: controlar la explotación y el negocio de estas superficies ricas en minerales estratégicos para acicalar el «nuevo orden mundial» que anuncia junto a su gurú Elon Musk que ya actúa casi como un «Gran Hermano» orwelliano.

Veamos el mapamundi y la geopolítica detrás de las «tierras raras». EEUU, Brasil, Rusia, India, China y Australia lideran el ranking de países con reservas de «tierras raras». Groenlandia también tiene reservas, tal y como verificó Musk. Pero a pesar de las amenazas, invadirlo no sería tan sencillo. Por eso hay que buscar alternativas así sea necesario provocar una crisis dentro de la OTAN. Así, el caso de Groenlandia implica provocar a un país, Dinamarca, que quizás solo sería noticia por el fútbol y que ahora comienza a tomarse en serio una hipotética invasión a su ex territorio o «esfera de influencia». Sí, esta vez el que invadiría no sería Rusia sino EEUU. Sería una invasión «dentro de la OTAN» y no de un enemigo exterior.

Ya que hablamos de Rusia vayamos a Ucrania. En medio de una posible cumbre Trump-Putin, el estadounidense ya advirtió al mandatario ucraniano Volodymir Zelenksi que le abra el mapa de las «tierras raras» en Ucrania como condición para seguir manteniendo este tinglado de ayudas económicas y militares con una OTAN cada vez más perpleja. No vaya ser ahora que el Kremlin, que tiene bastantes reservas de esas «tierras raras», sea ahora el que domine esos minerales en los territorios anexionados por la guerra. Ucrania es considerado uno de los principales proveedores mundiales de materias primas críticas esenciales como son las «tierras raras», importantes para la industria de la defensa, alta tecnología, aeroespacial y energía verde, en particular coches eléctricos. De allí el posible interés de Musk vía Tesla.

La disputa por el control de estas «tierras raras» provoca una fuerte guerra entre EEUU y China por las cadenas de suministro. Pero no son solo las «tierras raras», que de tanto mencionarlas ya no nos parecen tan raras. Otras riquezas minerales entran también en juego. Hablemos específicamente del litio. Aquí hay mucho en África y América Latina, espacios aparentemente de poco interés para Trump salvo que los intereses de la noticia «tecno-oligarquía» que domina la Casa Blanca termine por enfocarlos cómo prioritarios.

Veamos algún casos: República Centroafricana y Bolivia, por ejemplo. En el país andino irán a elecciones presidenciales en agosto. El asunto está complicado, con divisiones políticas y crisis económica que pueden incentivar el malestar social. Caldo de cultivo más que suficiente para que Washington intervenga pero ya no vía USAID (o quizás con una nueva versión), esa plataforma de apoyos a los aliados de la Casa Blanca y que Trump quiere cerrar para seguramente montar otra. En 2024 Bolivia, país rico en gas natural y estaño, vivió un enigmático intento de golpe de estado contra un gobierno izquierdista que tiene como aliados a Venezuela, Cuba, Rusia (cooperación militar y energética), Irán (cooperación nuclear) y China (principal socio comercial).

Y seguimos. Pasemos a la política comercial. Aquí Trump está siendo intenso. Aranceles draconianos contra Canadá, México y China. El primer ministro canadiense Justin Trudeau (que renunció en enero pasado) y la nueva presidenta mexicana Claudia Sheinbaum reaccionaron rápido manteniendo sendas conversaciones telefónicas con Trump como efecto disuasivo. ¿Resultado? Aranceles «congelados» durante un mes. Pero el aviso de Trump es claro: no me gusta el NAFTA, el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica. Y para eso hay que desmantelarlo a punta de presión comercial.

El «Make America Great Again» precisa controlar territorios apetecidos históricamente. Por eso las amenazas de anexionar Canadá y cambiar el mapa del Golfo de México por Golfo de América. Pura retórica matona para amedrentar. Pero no es así con China, que no pica en el chantaje trumpista. Beijing ya preparó sus propios aranceles contra EEUU en esta «guerra fría» comercial mientras potencia su propia Inteligencia Artificial y se prepara para posibles escenarios de guerra.

Si hablamos de guerras no sabemos si seguirá para Rusia en la post-Ucrania o de Israel en Gaza. Trump recibió a su amigo eterno, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, asegurando que los palestinos «desearían marcharse de Gaza». Previamente advirtió de expulsar palestinos a Jordania y Egipto. Cuando fue la invasión israelí del norte de Gaza (octubre de 2023) empresarios inmobiliarios israelíes aseguraron que el terreno «limpio de palestinos» servirá para hacer «el mayor parque temático de atracciones en Oriente Medio». Con Trump y Musk en la Casa Blanca, habrá «luz verde» por lo visto. Trump habla de hacer de Gaza la «Riviera de Oriente Medio».

Queda Ucrania, rica en «tierras raras» y miserias políticas, para desgracia de un pueblo ucraniano que ya no quiere más guerras. Kiev sabe que no puede aguantar sin efectivos y con la previsible caída en desgracia de Zelenski por parte de Trump. Putin no se desespera; sabe que tiene un «caballo ganador» tanto en el terreno militar cómo en la negociación. La tregua será probablemente bajo las condiciones de la Casa Blanca y del Kremlin. Un este ucraniano ya completamente rusificado y con la promesa de que Ucrania no ingrese en la OTAN. Pero también surgen informaciones de presuntos problemas de reclutamiento en Rusia. Escenario complejo pero queda claro que con Trump todo es posible. Las incertidumbres muchas veces se convierten en certezas.

Queda una interrogante a futuro: ¿habrá guerra de la OTAN contra Rusia? ¿Y en Taiwán contra China? Especulaciones de todo tipo pero que van cobrando forma. Por cierto, Trump ya amenazó a Taiwán con esas mismas sanciones aplicadas a China pero con el foco en la industria de los chips. Palo y zanahoria de lado y lado, por si acaso. Pero para el eje Trump-Musk, mientras aguante, las rarezas muchas veces son certezas.

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina. Analista Senior de la SAEEG.

 

Artículo originalmente publicado en idioma gallego en Novas do Eixo Atlántico: https://www.novasdoeixoatlantico.com/as-ambicions-de-trump-musk-non-son-tan-raras-roberto-mansilla-blanco/

 

 

LA 24a CUMBRE ANUAL DE LA ORGANIZACIÓN DE COOPERACIÓN DE SHANGHAI EN KAZAJISTÁN: «REFORZAMIENTO DEL DIÁLOGO MULTILATERAL – ASPIRACIÓN A LA PAZ Y EL DESARROLLO SOSTENIBLES».

Isabel Stanganelli*

Foto: Embajada de la República Popular China en Ecuador.

Introducción

Los días 3 y 4 de julio de 2024 se celebró en Astana, capital de Kazajstán, la 24ª Cumbre Anual de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS). Esta Organización reconoce su origen en abril de 1996 como «Grupo de los Cinco de Shanghai», formado por China, Kazajistán, Kirguizistán, Rusia y Tayikistán. En 2001 se incorporó Uzbekistán, la organización adoptó su nombre actual e incluyó la «Convención de Shanghái para la supresión del Terrorismo, Separatismo y Extremismo (religioso)». Desde entonces ha buscado dar respuesta a los desafíos mundiales y regionales y al mismo tiempo se preparó para incorporar a los Estados que solicitaran su admisión. Hoy su propuesta es ofrecer alternativas a la hegemonía mundial. Uno de los pilares fundamentales de la OCS es respetar el derecho de cada Estado a elegir su modelo de desarrollo propio. De esta manera la OCS se ha vuelto cada vez más poderosa, sus objetivos se han adaptado en forma muy dinámica a las cambiantes realidades políticas y económicas del mundo y se mantiene dispuesta a encontrar soluciones negociadas, colaborativas y conjuntas entre sus miembros. Estos comparten valores e intentan proteger sus derechos e intereses en un mundo cada vez más multipolar y con situaciones complejas.

Desde sus inicios, la OCS señaló su compromiso ante el rol coordinador de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a apoyar las normas universalmente reconocidas del derecho internacional y a colaborar en la construcción de un sistema mundial multipolar representativo, justo y democrático que permita a los países acceso equitativo a las oportunidades de desarrollo. En las últimas cumbres ha destacado la tendencia en ciertas regiones a la toma de decisiones unipolares que afectan a pueblos libres del mundo. En esta última Cumbre, y en presencia del Secretario General de ONU, se sostuvo la permanencia de esta tendencia.

La Cumbre Presidencial de la OCS en 2024

La presidencia rotatoria de la OCS estaba a cargo de Kazajistán por lo que su presidente, Kasim-Yomart Tokáev, presidió la reunión. A la misma asistieron el presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, el presidente de Kirguistán, Sadyr Zhaparov, el primer ministro de Pakistán, Shehbaz Sharif, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, el presidente de Tayikistán, Emomalí Rahmón, el presidente de Uzbekistán, Shavkat Mirziyoyev, el presidente interino de Irán, Mohammad Mokhber, y el representante de la India, cuyos países son Estados miembros de la OCS. Del mismo modo, participaron de la cumbre el secretario general de la OCS y otros funcionarios.

Con estatus de Estados observadores permanecen Afganistán y Mongolia y 14 países revisten como «Asociados en el Diálogo»: Azerbaiyán, Armenia, Bahréin, Egipto, Camboya, Qatar, Kuwait, Maldivas, Myanmar, Nepal, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Turquía y Sri Lanka.

Si consideramos solamente a los diez países miembros permanentes de la OCS, éstos superan el 40% de la población mundial. Con los 16 países restantes, la OCS se acerca al 48% de la población total, representa el 32% del PBI mundial y contiene 20% del petróleo y el 44% del gas del planeta[1].

Cabe destacar que en 2024, además de la reunión del Consejo de Jefes de Estado de los Estados miembros, el foro internacional incluyó una reunión «OCS plus», denominada «Fortalecimiento del Diálogo Multilateral», con los dirigentes de los Estados observadores, el presidente de Turkmenistán (Gurbanguly Berdimuhamedov), invitados de honor y jefes de organizaciones internacionales como el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, representantes de la ASEAN y el Secretario General de la OCS, Zhang Ming.

Durante la Cumbre se aprobaron más de veinte documentos. Entre ellos:

    1. La Declaración de Astana: adherirse al «espíritu de Shanghai» y el compromiso de construir un nuevo modelo de Relaciones Internacionales basado en el futuro compartido de la humanidad.
    2. La iniciativa de la OCS de solidaridad entre Países para Promover la Justicia, la Armonía y el Desarrollo Mundiales,
    3. La Declaración de la OCS sobre los Principios de Buena Vecindad, Confianza Mutua y Asociación.
    4. Programa de cooperación contra el terrorismo, el separatismo y el extremismo para el período 2025/2027[2].
    5. Una estrategia antinarcóticos 2024/2029.
    6. Estrategias conjuntas en el sector energético, económico y financiero hasta 2030. Estos se relacionan con los «objetivos de desarrollo sostenible» de la agenda 2030 de la ONU pero se diferencian al no imponer ni limitar el desarrollo de los países sino respetar las decisiones soberanas de cada Estado que podrá establecer sus propias metas.[3]

En cuanto al mencionado en primer lugar, el «espíritu de Shanghai», el presidente de China presentó cinco sugerencias[4]:

    1. Construir una comunidad de solidaridad y confianza mutua, principalmente a través de una comunicación estratégica y el intercambio de experiencias entre sus miembros.
    2. Que sea un lugar de paz, tranquilidad y seguridad. Ayudaría la construcción de un Centro Antidrogas, el intercambio de inteligencia y la realización de operaciones conjuntas. Al respecto pidió especial atención a los vecinos de Afganistán para colaborar en su paz y reconstrucción.
    3. Atender a la prosperidad y al desarrollo, proponiendo 2025 como el año del desarrollo sostenible, principalmente atendiendo los proyectos de la Franja y de la Ruta como facilitadoras de intercambios y de avances tecnológicos agrícolas, comerciales, ambientales. Al respecto instó a los miembros a usar el sistema de navegación satelital chino BeiDou (BDS) y que sean parte de la construcción de la Estación Internacional de Investigación Lunar. También promueve en esta sugerencia la capacitación en tecnologías digitales para una mayor eficacia organizativa.
    4. Establecer lazos de amistad y buena vecindad, incluyendo el Foro de Medicina Tradicional, el Foro de Amistad entre Pueblos, campamentos de intercambio juveniles, foros de desarrollo verde, de mujeres.
    5. Construir un mundo de equidad y justicia multipolar, igualitaria, con una globalización económica que beneficie e incluya a todos de forma multipolar y logre una gobernanza global justa y razonable.

Los líderes se mostraron de acuerdo con el devenir de la OCS a lo largo de los años y también aceptaron las propuestas sugeridas para los próximos años y emitieron una declaración sobre los principios de buena vecindad, confianza mutua y asociación así como cooperación en áreas como la energía, inversiones y seguridad de la información[5].

Se destaca que una de las direcciones más importantes y facilitadoras de la armonía en la OCS son los emprendimientos en infraestructura. La Iniciativa de la Franja y la Ruta; el enorme gasoducto Poder de Siberia 2; la Ruta de Transporte Internacional Transcaspiana a través de Kazajstán, el mar Caspio, Georgia, Turquía y el mar Negro; el Expreso Transcaspiano China-Europa que permitió a los productos chinos llegar al mar Caspio a través de Kazajstán[6] o el ferrocarril China-Kirguizistán-Uzbekistán que es prioritario pues Beijing no puede utilizar el Transiberiano como ruta comercial hacia Europa ante el riesgo de ser sancionada.

Ya existe el proyecto de estrategia de desarrollo de la OCS hasta 2035 para lograr una mayor expansión de la cooperación en política, economía, energía, agricultura, altas tecnologías e innovación. Tal proyecto es parte de los planes quinquenales de China hasta ese año. Esta iniciativa ya era parte de la asociación estratégica de ese país y Rusia.

Declaración final

En la declaración final los miembros se comprometieron a aumentar el papel de la OCS en la creación de un nuevo orden internacional democrático, justo, político y económico en consonancia con los principios de la ONU. Están a favor de una solución justa a la cuestión palestina, en contra de las sanciones unilaterales ―occidentales―, se proponen crear un fondo de inversión y apoyan la creación de un banco común de la OCS y también defienden las disposiciones del Tratado de No Proliferación nuclear del que todos son miembros. Ante la situación reinante en Europa, consideran que pueden colaborar en la construcción de una nueva arquitectura de seguridad eurasiática basada en garantías bilaterales y multilaterales, abierta a todos los países euroasiáticos, incluidos los miembros de la OTAN. Como prioridad proponen el retiro de la presencia militar de potencias externas en sus territorios y lograr alternativas a los mecanismos económicos controlados por Occidente, incluyendo el dólar.

Con el fin de esta Cumbre culmina el año de dirección de la OCS por Kazajstán y se inicia el de China que designó a la ciudad de Tsingtao como sede de la próxima Cumbre Presidencial 2025.

En palabras de Xi Jinping: «La victoria está asegurada cuando las personas unen sus fuerzas; el éxito está asegurado cuando la gente se une».

 

Profesora y Doctora en Geografía (UNLP). Magíster en Relaciones Internacionales (UNLP). Directora del CEID y Secretaria Académica de la SAEEG. Es experta en cuestiones de Geopolítica, Política Internacional y en Fuentes de energía, cambio climático y su impacto en poblaciones carenciadas.

 

Referencias

[1] «Lista de países ordenados por población». PopulationPyramid.net, 2023, https://www.populationpyramid.net/es/población-por-pais/2023/ [consulta: 24/07/2024].

[2] La OCS cuenta con una Estructura Regional Antiterrorista (RATS) con actividades de seguimiento constante.

[3] Considera injusta la imposición por parte de naciones que, en su momento, se han beneficiado de los recursos de otros países.

[4] «Xi Jinping Asiste a Reunión “Organización de Cooperación de Shanghái Plus” en Astaná y Pronuncia Importante Discurso». Embajada de la República Popular China en Venezuela, 07/07/2024, http://ve.china-embassy.gov.cn/esp/zgxw/202407/t20240707_11449406.htm [consulta: 16/01/2025].

[5] «Xi Jinping Asiste a XXIV Reunión de Consejo de Jefes de Estados Miembros de Organización de Cooperación de Shanghái». Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular China, 04/07/2024, https://www.mfa.gov.cn/esp/zxxx/202407/t20240707_11449404.html, [consulta: 16/01/2025].

[6] Por Kazajstán pasa el 80% de las mercancías chinas hacia Europa. La nueva Ruta de la Seda sería imposible sin ese Estado como país de tránsito.

 

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