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IMPOTENCIA, FALTA DE VERGÜENZA E INCAPACIDAD

F. Javier Blasco*

No llevamos ni dos semanas de guerra en Ucrania y a pesar de ser injusta, no declarada y ocasionada por las manías de un loco, el mundo ya ha tirado la toalla al centro del ring, ha sacado la bandera blanca y se ha convertido en un vergonzoso espectador, para ver, desde su butaca, las cosas, atrocidades y miserias pasar.

No será porque no llevaba meses la Administración norteamericana anunciando que esto iba a llegar. No les creímos o, lo que es peor, pensábamos que exageraba porque otras veces sus fallos en inteligencia llevaron al mundo a una guerra sin una verdadera causa que la pudiera mínimamente justificar.

No caímos en pensar que aquella ocasión, la de las armas químicas en Irak, a ellos les interesaba crear la imagen y dar la sensación de forma patente y clara para que, con ella, sus actos de ocupación sobre aquel país fueran más que necesarios para evitar un mal mayor y nadie les pudiera criticar.

Todos sabemos que los malos dirigentes o aquellos cuya incapacidad es grande y manifiesta, tratan de influir en sus servicios de inteligencia para calmar los ánimos de la población o para apoyar sus guerras o posturas bélicas de forma patente, falsa y muy singular.

Tampoco, Putin nos ha ocultado nada su plan para invadir Ucrania y someterla a una masacre, sin ni siquiera una declaración de guerra formal. Basando sus viles y execrables actos en razones que no tienen peso alguno y que cualquiera, por pueriles y falsos, los puede desmontar.

Lleva años comiéndose las partes de Ucrania y de otros territorios a su alrededor  que más precisa o le apetecen, sin que la Comunidad Internacional diga o haga nada para sus pasos parar. Ahora, nos justificamos y acallamos las conciencias, diciendo y proclamando, que nadie podía pensar que, al borde de acabarse el primer cuarto del siglo XXI, una acción tan espantosa, ruin y cruenta como esta, pudiera pasar.

De acuerdo, toda excusa es válida para un mal perdedor. Pero si analizamos nuestros pasos recientes y actuales, vemos que las justificaciones, los inventos y los parches sobre la marcha son pobres, poco resolutivos y nada van a poder arreglar.

En la OTAN, la UE y en muchos países miembros de ellas, se acaban de revisar sus medidas y planes de seguridad y defensa nacional (España entre ellos) y colectiva, sin contemplar ni siquiera la posibilidad del más mínimo incidente en aquella zona, a pesar de como hoy vemos, lo mucho, que su inestabilidad, nos podía llegar a afectar.

La OTAN a por uvas, discutiendo si eran galgos o podencos, a punto de disolverse y frotándose las manos porque su próxima Cumbre —que paga el país organizador— era en Madrid y aquí, como todos saben, suele ocurrir que en todos los jolgorios internacionales a cargo de sufrido ciudadano están garantizados tanto la juerga, como el buen yantar.

Putin jugando al gato y al ratón, moviendo sus fuerzas a su antojo y sin ton ni son; diciendo que eran unas simples maniobras cuando en realidad eran actos de acumulación de medios, entrenamiento en acciones de fuego y de acoso psicológico a los ucranianos sin cesar.

Trataba de amedrentarlos, bajarles la moral, hacer que su presidente-humorista se meara en los pantalanes y saliera corriendo del país, donde tras una guerrita relámpago, pegando solo cuatro tiros; de nuevo, y como en ocasiones anteriores, pudiera instaurar un gobierno marioneta o simplemente, esta vez, todo su territorio poderse anexionar.

Tan solo los americanos del Tío Sam veían la jugada; pero ante su contumaz insistencia, algunos occidentales empezaban a reírse de ello, al considerarla una alarma muy “poco fundada y pertinaz”, porque la anunciada ofensiva no se producía y, al contrario, los rusos mostraban al mundo entero, ciertos movimientos de tropas, que simulaban que sus soldados se replegaban y volvían a casa tras unas maniobras agotadoras, pero nada más.

Falló la inteligencia individual y colectiva de la UE, la OSCE, Naciones Unidas y, sobre todo, la de la OTAN, que es la organización que sobre la defensa de Europa más tiene que hablar; porque no lo olvidemos, es su auténtica razón de ser y casi única prioridad.

Putin se cansó de dar vueltas en el tiovivo y sin declarar la guerra a un país vecino, democrático y soberano, lanzó una pequeña ofensiva sobre él, que pronto, contrariamente a los previstos planes por sus estados mayores, se volvió en su contra, por lo que aquellos planes iniciales se tuvieron que cambiar.

Ante tal atropello y ruindad, la ONU mostró su total y absoluta impotencia e incapacidad, un Organismo mastodóntico, que está aquí para evitar este tipo de actos ilegales y crueles, mostró sus incapacidades y que tiene los pies de barro y las manos atadas por Rusia y en algo China; dos países que forman parte de su Consejo de Seguridad como miembros permanentes, con derecho de veto a la hora de votar.

La OTAN pronto se escudó, en que, según sus estamentos y acta constitucional, no lucha en terrenos que no son parte de sus Aliados, de su interés o responsabilidad; obviando, impúdica y vergonzosamente los años que ha estado desplegada y guerreando en Afganistán y sus intervenciones más o menos prolongadas y cruentas en escenarios como los Balcanes e Irak.

La UE, la pobre, sabe que para esto no se creó, aunque con un tal Borrell a la cabeza quiere jugar a ser mayor; aunque conoce, que la idea de ser algo mejor en cuestiones de defensa y seguridad, son sueños caros y, por el momento, bastante idílicos, a los que solo dentro de muchos años o incluso nunca, se harán realidad. Por lo que se ha limitado a jugar la baza de la economía por ver, si en ese mar revuelto, en algo pudiera influir o sacar.

China expectante sobre el escenario bélico y a la espera de lo que sucede con Rusia. Como aliado especial militar y económico ruso, no quiere involucrarse, de momento, a no ser que las circunstancias le obliguen a tomar parte de forma clara y sin medias tintas, a poner sus cartas sobre la mesa y no nos las pueda ocultar.

Las restricciones económicas que pretendemos implantar sobre Rusia y sus dirigentes, aunque aparentemente sean fuertes y efectivas, no lo son tanto en realidad. Los rusos pronto han encontrado varios caminos como las criptomonedas y otro tipo de tarjetas chinas que se unen a la hipocresía europea de seguir costeándole esta inhumana guerra, porque la compra masiva y diaria de petróleo ruso, a estas fechas, aún no han decidido cortar.

Solo nos queda intentar que algún día sea juzgado de forma presente o en rebeldía como criminal de guerra por llevar a cabo crímenes colectivos de lesa humanidad; por invadir un país sin declaración previa de guerra y por hacerlo con toda saña, fiereza e irracionalidad. Pero ese tema, mucho me temo, no es algo que preocupe en demasía al nuevo y despiadado zar.

Mientras tanto los ucranianos están cada día más solos, en una lucha numantina, que, de momento, tiene mucho de un débil David contra un fuerte Goliat; mientras, los vecinos europeos y los amigos de algo más allá, calmamos nuestras conciencias, mandándoles pistolas, fusiles, ametralladoras, algún misil ligero, cascos, tiritas y compresas para que con sus propios cuerpos, un pueblo poco o nada entrenado bélicamente, pueda tratar de parar a una potente máquina bélica, que ya está claro, no va a cejar, hasta la derrota o conquista final.

Ahora, eso sí, como parte de nuestra poca vergüenza, inutilidad e incapacidad para frenar al tirano y hacer algo que merezca la pena, nos limitamos y aprestamos a recibir a los refugiados que, por millones, este conflicto ha provocado y que huyen despavoridos de un país, el suyo, al que un sátrapa, dictador e irracional ha decido dejar arrasado como un solar. 

Veremos lo que nos dura ese sentimiento y corriente humanitaria; tenemos cercanos y presentes, varios ejemplos al respecto, que no nos hacen augurar nada bueno y duradero, porque somos dados al cansancio y pronto buscamos la forma de olvidarnos de ellos, por mucho que ahora lloremos por su seguridad y actuemos por su integridad.

Por último, no puedo cerrar este trabajo, que trata de mostrar las inmundicias y debilidades de la política internacional, sin hacer mención a la vergüenza que siento personalmente, porque en mi gobierno y parlamento, haya ministros y partidos, que defiendan públicamente esta masacre con toda caradura e impunidad.

    

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

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LA DOCTRINA MONROE ENTRE ESTADOS UNIDOS Y ASIA

Giancarlo Elia Valori*

Las recientes discusiones sobre la Doctrina Monroe en los círculos académicos europeos y estadounidenses y en los medios de comunicación se han centrado principalmente en las administraciones de George W. Bush y Trump.

Aunque ambas administraciones fueron gobernadas por el Partido Republicano, la política exterior a menudo entraba en conflicto. En el mundo de habla inglesa la mayoría de las discusiones sobre la Doctrina Monroe durante la era de estos dos presidentes están relacionadas con América Latina. Los conceptos de política exterior de los ex presidentes Bush y Trump eran muy diferentes: el primero se caracterizaba por el “globalismo” y quería exportar el sistema político y la ideología de los Estados Unidos a todas partes por cualquier medio. En sus políticas hacia América Latina, sin embargo, ambos la consideraron como su esfera exclusiva de influencia: la Administración Bush apoyó a la oposición venezolana para lanzar un golpe de Estado para derrocar al presidente Chávez y librar la guerra contra el terrorismo en América Latina contra los países que se oponían a la hegemonía estadounidense. La Administración Trump lo hizo aún más al hacer alarde de la Doctrina Monroe; alentar a la oposición en Venezuela y Bolivia; presionando por un cambio de régimen en Cuba; restringiendo el derecho de México al libre comercio, etc. Lo mismo ocurre para la actual administración del Partido Democrático.

Retrocedamos en el tiempo: en 1933, ante el creciente sentimiento antiestadounidense en América Latina, el presidente Franklin Delano Roosevelt anunció una “buena política de vecindad” para contrarrestar la influencia de Alemania e Italia. Sin embargo, esto no significó renunciar a la intervención en América Latina, sino restringirla a métodos no militares y atraer a más aliados regionales en la acción de infiltración pacífica.

Del mismo modo, el ascenso de la Administración Obama al poder en 2009 buscó socavar el “unilateralismo” de Bush. En 2013, el secretario de Estado del presidente Obama, John Kerry, declaró que la era de la Doctrina Monroe había terminado pero, frente a una serie de regímenes de izquierda en América Latina, Estados Unidos simplemente reemplazó los medios subversivos obvios por otros más sutiles: financiar ONG; comprar a la oposición y manipular las redes sociales, todo esto para librar una guerra de información, contratar mercenarios y llevar a cabo eliminaciones específicas a través de la acción “anticorrupción” manipulada por la oposición antes mencionada, etc. E incluso continuar con las sanciones económicas contra Cuba.

Durante la campaña electoral, incluso la actual Administración Biden dijo que quería seguir el camino del “unilateralismo” del presidente saliente, pero las restricciones políticas internas han limitado los raros movimientos políticos que realmente intentaron hacerlo al menos con un ejercicio cosmético. Estados Unidos sigue imponiendo sanciones a Cuba y aún apoya a la oposición venezolana y restringe los derechos de libre comercio en México.

La mencionada dualidad de la Doctrina Monroe en los Estados Unidos puede vincularse a la crítica de Carl Schmitt sobre el doble estándar seguido por los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. Con este fin, los Estados Unidos reclutaron a los nuevos cómplices de la Guerra Fría, es decir, los antiguos enemigos, Alemania y Japón, para construir el Siglo Americano en una función antisoviética. Y los antiguos enemigos funcionaron bien.

La nueva doctrina para tratar con los antiguos enemigos no era más que una transposición de la Doctrina Monroe ampliada y giraba en torno al “derecho” de apropiación de las materias primas del mundo, particularmente la energía, a través de guerras convencionales de agresión, apoyadas por el público estadounidense que tradicionalmente era reacio a intervenir en las guerras por supuestos derechos humanos disfrazando un deseo de hegemonía.

No es por nada que algunos estudiosos afirman que en la Guerra Fría Alemania y Japón pueden clasificarse como la nueva Doctrina Monroe del universalismo estadounidense, es decir, un cambio hacia el oeste de la OTAN, hasta las fronteras del Pacto de Varsovia y hacia el este, siendo así una muralla anti-sino-soviética en el Lejano Oriente. De ahí la relación entre el desarrollo capitalista y la expansión de la Doctrina Monroe en el intervencionismo global.

En Der Begriff des Politischen (El concepto de lo político, 1932) Schmitt señaló que la “política” no está relacionada con los campos de la sociedad, la economía y la cultura. Es un “yo” paralelo que, alcanzando un cierto grado de intensidad, determina la distinción entre amigos y enemigos, independientemente de la similitud de los valores éticos, religiosos o económicos. Schmitt no busca reflexionar fundamentalmente sobre la lógica del capitalismo en sí, sino que critica su manifestación política que se desarrolló hasta la etapa del imperialismo independientemente del contexto cultural en el que nació.

Al analizar la política asiática de la Doctrina Monroe de Japón antes de la Segunda Guerra Mundial, podemos inferir el proceso que cambia las percepciones japonesas de la Doctrina Monroe entre las diversas élites políticas y culturales en China. Al comienzo de la historia contemporánea, generalmente establecida a partir de 1900, el imperio chino se convirtió en una semicolonia dominada por Japón y las potencias occidentales. Desde finales de la dinastía Qing hasta la República de China, desde el almirante Li Hongzhang, desde el ministro de Relaciones Exteriores y primer ministro in pectore, Wu Tingfang, y desde el general Jiang Jieshi [Chiang Kai-shek] en adelante, la conciencia básica de muchas élites políticas era que la integridad territorial de China dependía del equilibrio de poder

Después de la Primera Guerra Sino-Japonesa (1894-1895), muchos chinos esperaban, o más bien se engañaron a sí mismos, que Japón desempeñaría el papel de contener a las potencias europeas. Por el contrario, especialmente a partir de 1897, la agresión de las potencias europeas en el este de Asia se intensificó repentinamente. Rusia ocupó Lushunkuo [Port Arthur, 1898; a Japón de 1904 a 1945]; Alemania Qingdao [Tsingtao, 1914], el Reino Unido Weihaiwei [1898-1930] y Estados Unidos ya había ampliado su Doctrina Monroe creando la Guerra Hispano-Americana desde cero (1898) y ocupando Filipinas como ventana a China.

De 1904 a 1905, la guerra ruso-japonesa se libró en suelo chino y un gran número de las élites intelectuales de China se regocijaron por la victoria japonesa. Fue en esa situación internacional que la vulgata del “asianismo” de Japón —“Asia para los asiáticos”, haciéndose eco de la Doctrina Monroe— proporcionó una aparente identidad colectiva temporal entre los dos gigantes asiáticos.

Esa situación cambió ya que la razón principal fue el desequilibrio gradual en el equilibrio de poder de China. Especialmente durante la Primera Guerra Mundial, las potencias europeas, distraídas por los acontecimientos que se desarrollaban, redujeron su inversión de recursos y, por lo tanto, de intereses vitales, en China. Como resultado, la influencia de Japón aumentó repentinamente y en enero de 1915 Japón impuso las conocidas Veintiuna Demandas a China. Fueron un conjunto de reclamos hechos por el gobierno japonés a privilegios especiales durante la Primera Guerra Mundial y expandirían en gran medida el control japonés de China. Japón conservaría las antiguas áreas que Alemania había conquistado al comienzo de la guerra en 1914. Se fortalecería en Manchuria y Mongolia meridional y desempeñaría un papel más importante en los ferrocarriles.

Las demandas más extremas darían a Japón una voz decisiva en los asuntos financieros, policiales y gubernamentales. La última parte de ellos convertiría a China en un protectorado del Sol Naciente, reduciendo así la influencia occidental. Gran Bretaña y Japón habían tenido una alianza militar desde 1902 y en 1914 el primero pidió a Japón que entrara en la guerra. China publicó las demandas secretas y apeló a Estados Unidos y Gran Bretaña. En el acuerdo final de 1916, Japón renunció a su solicitud de un protectorado, pero la situación china seguía siendo muy grave.

El “Movimiento del Cuatro de Mayo” de 1919 fue, hasta cierto punto, un esfuerzo antiimperialista conjunto realizado por varias facciones en China. Surgió de las protestas estudiantiles en Beijing ese día. Los estudiantes se reunieron en la Plaza de Tiananmen para protestar contra la débil respuesta del gobierno chino a la decisión del Tratado de Versalles de permitir que Japón retuviera territorios en Shandong que habían sido entregados a Alemania después del asedio de Qingdao en 1914. Las manifestaciones provocaron protestas en todo el país y estimularon un aumento en el nacionalismo chino, un cambio hacia la movilización política lejos de las élites intelectuales y políticas tradicionales.

Por lo tanto, el cambio en la actitud de las élites chinas está relacionado principalmente con el crecimiento del poder japonés en China. Japón era anteriormente débil; hablaba de una identidad “asiática” y se oponía a la partición de China por las potencias europeas. Pero más tarde se fortaleció y su comportamiento dejó claro que no era fundamentalmente diferente de las potencias europeas. Era la esencia de la “Doctrina Monroe asiática” de Japón.

Fue el escritor, periodista y filósofo Liang Qichao (1873-1929) quien dio a conocer la Doctrina Monroe a los chinos, además de la visibilidad de la narración traída por la propaganda estadounidense en el público chino durante la Primera Guerra Mundial. Después del lanzamiento de la cooperación CPC-Guomindang, la Doctrina Monroe se convirtió, en la mayoría de los casos, en un término con una connotación negativa, lo que significaba participar en un círculo cerrado y no centrarse en la situación general. En el PCCh, la Doctrina Monroe fue más bien estudiada y discutida para ilustrar los asuntos internacionales, y no fue tratada dentro del PCCh.

Después de todo, la guerra de guerrillas y móviles a través de las fronteras llevada a cabo por el PCCh y el Ejército de Liberación Nacional fue en sí misma una forma de superar la Doctrina Monroe, que era típica de los señores de la guerra en sus propios territorios y áreas de influencia.

El 6 de octubre de 1958, el presidente Mao redactó la Carta a los compatriotas taiwaneses (entonces firmada por el Ministro de Defensa, Peng Dehuai), atacando la presencia militar estadounidense en el Pacífico Occidental [desde la perspectiva geográfica de China, es decir, el océano Pacífico que enfrenta la República Popular China]:

“¿Por qué un país del Pacífico Oriental llegó al Pacífico Occidental? El Pacífico Occidental es el Pacífico Occidental de los pueblos del Pacífico Occidental, al igual que el Pacífico Oriental es el Pacífico Oriental de los pueblos del Pacífico Oriental; esto es solo sentido común, y los Estados Unidos deberían entenderlo. No hay guerra entre la República Popular China y los Estados Unidos; por lo que no existe el llamado alto el fuego. Hablar de un alto el fuego donde no hay fuego, ¿no es una simple tontería?”

En la declaración se hacía hincapié únicamente en la autonomía regional de la República Popular China en el Pacífico occidental y se indicaba que los Estados Unidos no debían interferir en los asuntos de ese mar. Sin embargo, no declaró que la República Popular China desempeñara, o debería desempeñar, un papel importante en ese mar en todo momento.

Después de todo, ya en la primera cooperación entre el PCCh y el Guomindang, el Presidente Mao sólo utilizó el término Doctrina Monroe a nivel “supranacional”.

En 1940, en su informe The Current Situation and Party Policy, comentó: “Estados Unidos es la Doctrina Monroe más el cosmopolitismo: ‘Lo mío es mío, lo tuyo es mío’. Estados Unidos no está dispuesto a renunciar a sus intereses en el Atlántico y el Pacífico”.

Dado que Estados Unidos estaba demasiado fuera de la no intervención, era fácil ofender a otras potencias. Por lo tanto, en ese momento, la República Popular de China podía aprovechar las contradicciones entre los países imperialistas y la Teoría de los Tres Mundos se estaba preparando para viajar en esa dirección, es decir, como el último y máximo oponente de la Doctrina Monroe.

Hoy los contrastes entre la República Popular China y los Estados Unidos en esas aguas no son nada nuevo, sino que deben interpretarse en la historia como choques de visiones geopolíticas opuestas, donde la primera apela al derecho internacional, mientras que la segunda intenta derribarla después de la caída del katechon paulino, es decir, la Unión Soviética.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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LA CRISIS DE UCRANIA ENTRE ESTADOS UNIDOS, RUSIA Y CHINA

Giancarlo Elia Valori*

La tensión entre Rusia y la OTAN sobre Ucrania preocupa a muchos países, incluidos los que están fuera de la región euroatlántica. Por ejemplo, lo que está sucediendo está siendo seguido de cerca en la República Popular China, que ya ha expresado inequívocamente su apoyo a Rusia. Al mismo tiempo, China ciertamente permanecerá al margen del aspecto político-militar de esta crisis, pero podría desempeñar un papel importante en sus posibles consecuencias económicas.

A finales de enero, durante su conversación con el secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, instó a las autoridades estadounidenses a tomar en serio las preocupaciones de seguridad rusas y tenerlas en cuenta. “La seguridad regional no se puede garantizar fortaleciendo e incluso expandiendo las alianzas militares”, dijo el ministro, calificando de racionales las preocupaciones de Rusia. China está siguiendo de cerca la cuestión ucraniana, ya que, al igual que Rusia, tiene una relación difícil con Occidente, especialmente con los Estados Unidos de América. El tema antichino, que fue establecido por el ex presidente Donald Trump, también ha sido retomado por el actual presidente Joe Biden. En los Estados Unidos, China y Rusia se definen oficialmente como “grandes desafíos” para la Casa Blanca, lo que significa que la presión sobre Rusia seguramente será seguida por la presión sobre China.

Además, China todavía tiene un problema sin resolver con Taiwán. Al igual que Ucrania, Taipei ha estado recibiendo cada vez más armas estadounidenses últimamente. La forma en que la OTAN maneje la situación con Ucrania le dirá mucho a China sobre qué esperar en caso de una escalada alrededor de Taiwán o en el Mar del Sur de China. Hay que decir que Ucrania es un país en el que China tiene sus propios intereses. Por ejemplo, la iniciativa global de la Nueva Ruta de la Seda de China (One Belt One Road) incluye el puerto comercial ucraniano de Chornomors’k. China sigue siendo consistentemente el mayor socio comercial de Ucrania y Ucrania es el mayor proveedor de trigo a China. Para 2025, ambos países planean aumentar el comercio bilateral de 15.700 millones a 20.000 millones de dólares estadounidenses por año. China también ha invertido en varios proyectos de infraestructura ucranianos, incluida una nueva línea de metro en Kiev.

A pesar de las afirmaciones en Rusia e incluso en Ucrania de que ninguna de las partes está interesada en escalar el conflicto, Occidente continúa informando una amenaza militar constante.

Las autoridades de Estados Unidos, el Reino Unido y la UE están trabajando proactivamente en nuevas sanciones contra Rusia. Se ha prometido que se impondrán si Rusia inicia hostilidades. Sin embargo, no hay garantía de que no se introduzcan por alguna otra razón, o por ninguna razón en absoluto.

Anteriormente, el presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Senado de los Estados Unidos, Robert “Bob” Menéndez (del Partido Demócrata de Nueva Jersey), dijo que algunas de las sanciones discutidas en el Senado contra Rusia, debido a la situación en Ucrania, podrían introducirse incluso si la invasión constantemente anunciada en Occidente no tuviera lugar.

Estados Unidos no está hablando de medidas específicas pero, a juzgar por las iniciativas de los legisladores en el Congreso, pueden afectar gravemente la economía no solo de Rusia, sino de todo el mundo. Las posibles restricciones afectan al sector bancario y financiero, así como a la conversión del dólar, lo que podría conducir a una caída en el mercado de valores de Rusia. Las restricciones pueden incluir una prohibición de la exportación de materias primas y armas, lo que afectará gravemente a la economía rusa. La controvertida prohibición de la exportación de productos estadounidenses de alta tecnología a Rusia también podría dejar a los ciudadanos del país sin ciertos modelos de teléfonos inteligentes, tabletas y televisores. Los expertos advierten que la amenaza tendrá varias consecuencias, que van desde el aumento de los precios de los alimentos y la ropa hasta las interrupciones en los pagos de pensiones debido al colapso del rublo y el mercado ruso.

Teniendo en cuenta los estrechos lazos entre Rusia y China, las sanciones también se convertirán en un problema para China. En los últimos años, Rusia y China han seguido desarrollando relaciones en virtud del Tratado de Buena Vecindad, Amistad y Cooperación del 19 de julio de 2001 y abarcan muchas esferas, incluida la cooperación militar. El presidente chino, Xi Jinping, habló con el presidente ruso Putin más que cualquier otro líder extranjero el año pasado. El propio presidente ruso ha llamado a las relaciones entre los dos países un modelo de cooperación en el siglo XXI. El último impulso para un acercamiento aún mayor de las posiciones ruso-chinas fueron los acontecimientos de 2014, cuando Occidente comenzó a imponer sus primeras sanciones contra Rusia debido al regreso de Crimea a Rusia (cedida, en ese momento, por capricho de Jruschov) y la escalada del conflicto al este de Ucrania.

En ese momento, las restricciones occidentales a Rusia no molestaron mucho a China, pero las relaciones económicas se han profundizado desde entonces. Los países cooperan en la tecnología aeroespacial, la industria del petróleo y el gas, la química y la industria de la aviación. Las empresas estatales chinas están invirtiendo en activos energéticos rusos. Al mismo tiempo, hay un desarrollo dinámico de la cooperación chino-rusa en el campo del comercio electrónico. En 2021, el volumen de comercio entre Rusia y China aumentó a un récord de 146.880 millones de dólares estadounidenses. Las exportaciones a Rusia aumentaron en 12 meses a 67.56 mil millones de dólares estadounidenses y el movimiento de bienes en la dirección opuesta a 79.32 mil millones de dólares estadounidenses.

Kenneth Curtis, ex vicepresidente de Goldman Sachs Asia, dijo: “Puede parecer que China tiene una actitud de esperar y ver, pero el acercamiento entre China y Rusia se ha acelerado y su comercio se ha duplicado en los últimos cinco años”. Todo esto significa que, a diferencia de 2014, las posibles nuevas sanciones contra Rusia también podrían causar muchos problemas a China.

Según un informe del Instituto de Investigación de Política Exterior (FPRI) en Filadelfia, “el cumplimiento por parte de China de las sanciones de Estados Unidos contra Irán y la República Popular Democrática de Corea (RPDC) fue una decisión relativamente fácil porque tanto Irán como la RPDC tienen economías limitadas. Por lo tanto, el costo de cumplir con las sanciones no es tan grande. Rusia es una historia diferente. Es mucho más grande y está involucrado en la economía a nivel internacional”.

El impacto que las posibles sanciones tendrán en Rusia dependerá de China. Dado que Rusia importa y exporta más bienes de China que de cualquier otro país, cualquier restricción al sistema bancario y financiero ruso (en particular, la desconexión de la Sociedad para las Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales) afectará el comercio bilateral. Por lo tanto, China decidirá si cumple con las nuevas sanciones en su propio perjuicio, o busca formas alternativas de interactuar con los socios rusos.

El informe del FPRI sostiene que “si Occidente logra infligir un daño significativo a Rusia con sanciones, en caso de una crisis en la región asiática, puede usar la misma influencia contra China. Pero si China ayuda a Rusia a mitigar las consecuencias de estas sanciones, Estados Unidos perderá una importante herramienta de presión económica sobre China”.

Contrarrestar las sanciones podría ser una transición brusca del comercio ruso-chino a sistemas de pago alternativos. El embajador ruso en China, Andrej Ivanovič Denisov, dijo a TASS: “Cambiaremos a monedas nacionales; no cambiaremos por completo. Probablemente estas sanciones acelerarán un poco el proceso”. En su opinión, varios giros y vueltas en los casos de sanciones no obstaculizarán el desarrollo de las relaciones económicas y comerciales ruso-chinas de ninguna manera.

Tanto Rusia como China han gastado mucho dinero en el desarrollo de sus sistemas de pago, pero hasta ahora no ha habido posibilidad de probarlos en una crisis real. Si este mecanismo funciona, también puede utilizarse en el comercio con terceros países, eludiendo las sanciones de los Estados Unidos.

Esto también se aplica a las posibles restricciones a la exportación. Estados Unidos también ha anunciado una posible restricción al suministro de semiconductores a Rusia. Esto podría evitar que Rusia tenga acceso a los equipos más avanzados vendidos por los Estados Unidos, pero la mayoría de estos dispositivos se ensamblan en China o son fabricados por empresas chinas. Cualquier control de exportación de los Estados Unidos sobre estos modelos también dejaría a las empresas chinas preguntándose si cumplir con las restricciones de exportación de los Estados Unidos o encontrar una manera de eludirlas.

“El gobierno de China podría rechazar enérgicamente los controles de exportación. En ese caso, Estados Unidos elegirá entre hacer la vista gorda ante esta brecha o dar un paso adelante y comenzar a castigar a las empresas chinas por violaciones”, dijo el experto en FPRI Chris Miller, señalando que de lo contrario China se vería como un país que produce tecnología y la vende solo con permiso de Estados Unidos.

Miller también declaró que China podría ayudar a establecer empresas ficticias a través de las cuales continuaría suministrando teléfonos inteligentes a Rusia. Por lo tanto, China protegerá a los fabricantes y ensambladores de las sanciones estadounidenses. Aunque, incluso en este caso, Estados Unidos podrá responder a tales acciones.

Sea como fuere, ni China ni Rusia están interesadas en escalar la crisis en Ucrania, ya que ambos países tienen sus propios intereses en la región. Sin embargo, si Occidente realmente decide sobre las sanciones prometidas contra Rusia, será difícil para China mantener la neutralidad, al menos cuando se trata de observar la interacción económica con Rusia.

Como se puede ver, la crisis ucraniana tiene varias facetas e interacciones globales que van mucho más allá del escenario improvisado para los medios de comunicación, así como lugares comunes.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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