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Nuestra verdadera tragedia fue haber cancelado en 1982 el proyecto de Nación

Iris Speroni*

El orden socialdemocrata requiere un Estado que cuesta el 50% del PBI y un alto endeudamiento. Esto implica una alta carga impositiva o alta inflación o ambas. Impide la capitalización (ahorro) de familias y empresas.

El último censo agropecuario demostró la desaparición de 100.000 explotaciones en menos de dos décadas, un tercio del total.

Existe un proyecto de Nación desde el fin de la Guerra de Paraguay hasta el fin de la Guerra de Malvinas. Este proyecto implicó a) la ocupación del territorio, decisión de Avellaneda de conquistar tierra de indios y extender el Ferrocarril, b) educar al soberano, esto es, al Pueblo de la Nación Argentina, c) Iniciar el desarrollo en industria, agricultura, ciencias, artes, d) Posicionarnos en el mundo, comerciar, y liderar la región.

Nuestra clase dirigente consideraba que la Argentina era un fenómeno excepcional, un pueblo con algo para dar al mundo. Somos el error en la Matrix.

De Avellaneda en más, todos cumplieron con ese mandato. Conservadores del PAN, radicales, gobiernos de facto y peronismo. 

Ejemplo: el gobierno de Sáenz Peña-de la Plaza decidió que debíamos tener un instituto de estudios de enfermedades infectocontagiosas humanas. Se lo encargaron al Dr. Malbrán sin reparar en gastos. El 23 de diciembre de 1916 el Presidente Yrigoyen inaugura el bello edificio con laboratorios de punta en esa época. Tenemos 102 años ininterrumpidos de investigación con resultados notables.

La Argentina, con sus limitaciones (falta de capital, falta de población, falta de fondos públicos) prosiguió. Ocupó el territorio: ferrocarril, regimientos, puertos militares y civiles, escuelas de frontera, nuevas ciudades (actualmente se cumplen 100 años de vida de numerosas localidades), inversión en educación, en particular la escuela primaria, la que verdaderamente importa.

Desarrollo en todas las latitudes de las actividades ganaderas, agrícolas, industriales. Nos insertamos en el mundo comercial, cultural y geopolíticamente. En su segunda presidencia, Roca instaló bases en la Antártida y cedió dos barcos artillados a Japón para su guerra contra Rusia. Perón, post-mortem, arruinó la Conferencia de Población de Bucarest de 1974.

La Argentina emprendió un plan de desarrollo que implicó una mejora de los planteles ganaderos (importación de madres y sementales) y agrícola (domesticación de tierras vírgenes). No es cierto que la Argentina no tuviera industria en el siglo XIX. La tuvo. Y la mejoró. Pellegrini, Savio, Mosconi, Fabricaciones Militares, la Fábrica Militar de aviones. Perón inauguró la Comisión Nacional de Energía Atómica y el Balseiro. Inversiones privadas como Aluar o Siderca, con apoyo público y construcción de infraestructura de soporte (como El Chocón). Infraestructura: caminos, puentes, puertos, energía, centros de investigación, YPF. El Estado además brindó salud, educación, justicia, seguridad y defensa. 

Entre ambas guerras usamos un 25% de nuestra riqueza anual en tener un Estado moderno (inversiones más gastos corrientes).

NOS ENRIQUECIMOS

Estos 112 años de paz (100 si tomamos la guerra civil contra la subversión) sirvieron para una fenomenal construcción de patrimonios familiares. 

No sólo las grandes familias patricias que pudieron adquirir campos a principios del siglo XIX. La zona de frontera con el indio era indeseada por los riesgos que se corrían, lo que reducía el precio de la tierra.

No, me refiero a la formación de pequeños patrimonios familiares. Locales minoristas (panaderías, venta de telas, calzados, ramos generales, corralones, cafés y bares, mueblerías, bazares, ferreterías, pensiones) e innumerables fábricas pequeñas o no tan pequeñas, de loza, calzado, sombreros (se exportaban a Inglaterra), ladrillos, productos alimenticios, cosméticos. Desde Rigolleau o Bagley o Aguila (grandes) hasta un ferretero de Azul. 

En el caso de los trabajadores a sueldo o independientes, hubo décadas enteras que facilitaron el acceso a la vivienda. El procedimiento usual era comprar un lote y construir de a poco. Las viviendas estatales eran de alto valor simbólico (Ciudad Evita) pero poca cantidad. 

En esos 100 años de paz, la Argentina recibió millones de personas, conquistó millones de hectáreas. Millones de familias construyeron sus casas, locales comerciales, galpones, talleres, compraron vehículos, tornos, maquinarias. 

Se desarrolló la industria textil, química, de vidrio, del plástico, metalmecánica, de la alimentación, del calzado, marroquinería, y su industria pesada (Aluar, Somisa, polo petroquímico de Bahía Blanca), energía (embalses, CNEA, termoeléctrica). 

A través de golpes de estado y de distintos gobiernos constitucionales (conservadores, radicales, peronistas), tenemos más de un siglo de capitalización de las familias y al mismo tiempo capitalización del estado argentino. Todo esto se logró con un 25% del PBI administrado por el Estado y un 75% administrado por los particulares.

PAIS INTERVENIDO

Luego de perder la Guerra del Atlántico Sur fuimos intervenidos por la socialdemocracia. Es un proceso que empezó con cierto disimulo. Actualmente la adhesión a la agenda global es vertiginosa. 

El orden socialdemócrata requiere un estado que cuesta el 50% del PBI y un alto endeudamiento.
Esto implica una alta carga impositiva o alta inflación o ambas. Impide la capitalización (ahorro) de familias y empresas. ¿Por qué? Porque les quita rentabilidad que las familias y las empresas invierten y capitalizan.

Si un trabajador pudiera cobrar la totalidad del dinero que le cuesta al empleador prácticamente le aumentaría su salario en un 40%. Si además no pagara impuestos sobre los alimentos, su salario doblaría el poder de compra.

Imaginen todos los lectores que son asalariados o jubilados o pensionados que de un día para otro pudieran comprar el doble de bienes… 

Lo mismo sucede con las empresas. 

Todo taller, fábrica, explotación agropecuaria, cooperativa se ve limitada por la enorme carga impositiva. Es dinero que no se puede reinvertir en el negocio: comprar nueva maquinaria o vehículos, aumentar stocks, construir galpones, modernizar los sistemas (hardware). 

Al mismo tiempo, la caída de poder de compra de los ciudadanos, también baja la rentabilidad de las empresas al reducir los volúmenes de ventas. 

SALIDA TRUNCA

La salida podría ser exportar, lo que es imposible por: a) la alta carga impositiva, los importadores de otros países no son tontos, están dispuestos a comprarnos bienes, pero no nuestros impuestos, b) el tipo de cambio artificialmente atrasado como forma de proselitismo político, c) la falta de calidad de nuestros productos por la falta de inversión en maquinaria, capacitación de personal y diseño, d) los altos costos de logística (peaje, impuestos al combustible, puertos sucios, ausencia de FFCC).

La falta de excedentes en el bolsillo del trabajador/cuentapropista/pequeño industrial/comerciante/ganadero, no es exclusivo de Argentina, sino de la socialdemocracia. Esta descapitalización de las familias la vive Europa. El Estado favorece a los grandes conglomerados empresariales mediante exenciones impositivas, créditos blandos, barreras arancelarias, reglamentaciones que expulsan a las pequeñas empresas.

La concentración de la economía tiene como correlato los cierres de las pequeñas fábricas y comercios locales, el aumento del empleo público, y la precarización del empleo. Esa es la razón de las protestas en Francia en los últimos seis meses.

La segunda consecuencia es que al subir la carga fiscal las pequeñas explotaciones no pueden pagar al mismo tiempo insumos, trabajo e impuestos. Por lo que lleva a la concentración económica. El último censo agropecuario demostró la desaparición de 100.000 explotaciones (1) en menos de dos décadas, un tercio del total. La AFIP sabe cuántos talleres, industrias, cooperativas han desaparecido en Argentina. 
Personas con trabajo precario que alquilan su vivienda sufren angustia, posponen la conformación de una familia o limitan la cantidad de hijos. 

Todos nuestros políticos, desde Alberdi (pre Guerra del Paraguay) hasta la intervención socialdemócrata, pensaron un país donde los desposeídos —trabajosamente— se convirtieran en propietarios. El hombre propietario es un hombre libre.

PROPUESTAS 
 

* Barrer a la socialdemocracia y a sus representantes locales de la escena política.

* Retomar el proyecto nacional.

* Bajar la carga impositiva para recapitalizar a las familias argentinas y favorecer el acceso a la propiedad.

* Mantener el tipo de cambio alto para revitalizar a las economías regionales y estimular las exportaciones.

(1) Fuente INDEC, Censo agropecuario nacional, año 2002: 333.533 explotaciones, año 2018: 236.601.

* Licenciada de Economía UBA, Master en Finanzas, Ucema. Posgrado Agronegocios, Agronomía UBA.

** Tomado de La Prensa, Argentina, http://www.laprensa.com.ar/477615-Nuestra-verdadera-tragedia-fue-haber-cancelado-en-1982-el-proyecto-de-Nacion.note.aspx

La casta política del siglo XXI ha sido incapaz de generar riqueza colectiva

Iris Speroni*

El nuevo ‘Régimen de promoción de la economía del conocimiento’ ejemplo de todo lo que esta mal

Los ferrocarriles mueven casi un tercio de la carga que movían en ¡1925!

Hace unos meses Macri y Dujovne pusieron retenciones a las exportaciones de servicios y productos tecnológicos (software, Invap, AgTech), en un país punta en servicios de tecnología agropecuaria y uno de los mejores ganaderos del mundo, donde, por ejemplo, clonamos individuos. 

Esta gente no sirve.

Y no hablo de este Gobierno. Hablo de todos que se suceden unos a otros y han sido incapaces de generar riqueza colectiva. Por el contrario, somos cada vez más pobres. Los actos de gobierno coinciden en empobrecernos. Mientras la población trabaja, innova, se sostiene frente a las adversidades, estudia, crea, compite. 

Esta gente no sirve. 

No han sabido aprovechar un cambio fortuito de precios relativos internacionales y utilizarlo para mejorar las condiciones generales. Pero no supieron hacer lo mínimo: pintar las escuelas, arreglar las escaleras del Hospital Ramos Mejía, agregar un carril a una ruta. Cobraron 100 mil millones dólares (1) en retenciones en los últimos quince años y tenemos rutas angostas, puertos viejos y los ferrocarriles mueven casi un tercio de la carga que movían en ¡1925! (2)

DESCONOCIMIENTO

Esta semana los diputados dieron media sanción a lo que llaman «Régimen de promoción de la economía del conocimiento» http://(https://www.hcdn.gob.ar/proyectos/textoCompleto.jsp?exp=1405-D-2019&tipo=LEY).

Básicamente establecen exenciones impositivas, alícuotas diferenciadas tanto para impuestos generales como para impuestos a la contratación de personal, mal llamados “contribuciones patronales”. La clase dirigente no sabe, no entiende y sólo está preocupada por sus quioscos personales. Les gusta mostrarse empáticos y buenos cuando son codiciosos, narcisistas y, básicamente, se dedican a generar daño.

Voy a intentar explicar todo lo que está mal de este proyecto. No porque me importe en particular, sino porque es una muestra perfecta del accionar de la clase política. Generan una arbitrariedad pero la revisten de caridad y buenismo. 

Este proyecto “Régimen de promoción…” establece reducciones impositivas y entregan un bono de crédito fiscal comerciable. Lo que sería ocioso si todos pagáramos 15% de impuesto a las ganancias y si no hubiera impuestos al trabajo. Los políticos crean un problema (cargas sociales impagables) y lo solucionan selectivamente a quien eligen a su arbitrio.

El Ministerio que propicia este engendro distribuyó una gacetilla con dibujitos donde explica que esta ley promoverá el trabajo y las exportaciones. Si bajar impuestos promociona el trabajo y las exportaciones, ¿por qué no los bajan para todos los argentinos? Si bajar impuestos estimula la actividad económica y por lo tanto subirlos la daña. Entonces ¿por qué pusieron retenciones a la exportación de software? ¿Para luego impulsar esta ley arbitraria?

Esta gente no sirve.

HIJOS Y ENTENADOS

Ya el concepto de “alícuota diferenciada” es lesivo de la Constitución Nacional. Este proyecto ampliamente promocionado por el ministro Dante Sica favorece a algunos y no a todos (3). Faculta al Poder Ejecutivo a extender las exenciones impositivas a su arbitrio, artículo 2 último párrafo, lo que da lugar a sobornos, negociaciones incompatibles y tráfico de influencias. Conocemos la relación estrecha entre Macri y las autoridades de Mercado Libre, al punto que Banco Nación le prestó a la empresa cifras millonarias a tasas preferenciales. 

Esta gente no sirve.

Esto no es lo peor del proyecto. El mismo establece en su artículo 3°, presten atención, el “Registro Nacional de Beneficiarios del Régimen de Promoción de la Economía del Conocimiento”. Implica un director, varios subdirectores y una pléyade de empleados públicos. A los legisladores les gusta esto. No sólo eso, en el artículo 13 establecen un “Régimen Informativo” lo que obligará a los científicos e innovadores, gente inteligente, ágil, laboriosa y que se las arregla para generar valor sin depender de esta ristra de ineptos, a llenar papeles, con multas previstas incluidas. Es más, los obligarán a contratar empleados al sólo efecto de llenar formularios que creará “la autoridad de aplicación”. Como hacen los de la AFIP, que inventan maldades todas las semanas para hacerle más difícil la vida a un tipo que fabrica salamines. 

Esta gente no sirve.

Es más, la Autoridad de Aplicación podrá contratar “universidades nacionales u organismos especializados” para tercerizar “auditorías, verificaciones, inspecciones, controles…”. Más desvíos de fondos del Tesoro.

Esta gente no sirve.

Por esta ley, artículo 18, le quitarán parte del dinero duramente ganado por biólogos, especialistas en software, científicos para financiar el “Fondo Fiduciario para el Desarrollo de Capital Emprendedor (Fondce)”, que, por supuesto, administrarán miembros de la casta política.

Esta gente no sirve.

Le pusieron retenciones que afectan directamente a la rentabilidad de estos sectores de alto riesgo, muy competitivos y muy volátiles, un disparo bajo la línea de flotación y ahora crean un instrumento arbitrario donde un burócrata decidirá a quién le tira un cabo con un salvavidas y a quién no. Inventan un régimen de servidumbre para gente que debería estar tranquila creando riqueza.

Esta gente no sirve, porque hace daño desapasionadamente y ni siquiera tienen conciencia de lo que hacen. Sólo les importa autoasignarse facultades discrecionales, contar con mecanismos de sojuzgamiento e impedir toda actividad lícita que no les pague peaje. 

PROPUESTAS I

En este caso específico ¿Qué habría que hacer? Lo que hay que hacer con todos: eliminar impuestos al trabajo, eliminar ingresos brutos e impuesto al cheque, reducir el impuesto a las ganancias al 15% para personas físicas y al 20% para personas jurídicas, eliminar las retenciones, eliminar toda forma de adelanto impositivo, eliminar impuesto a los sellos. ¿De qué sirven todas las tonterías que garabatearon en ese proyecto de ley si una empresa tiene que pagar 3% de impuesto a los sellos por cada contrato que firma? Es una actividad con bajísimo margen sobre facturación. Pero como no tienen calle y como dice Nigel Farage, nunca tuvieron un trabajo honesto en su vida ni jamás crearon un trabajo para nadie, no saben qué impuestos pagan las empresas. Dejen a la gente que trabaja en paz. Es el mayor favor que pueden hacer.

Esta gente no sirve.

Hace unos diez días se conoció el índice de inflación de marzo: 4,7% minorista. En la primera reunión de diputados, se insultaron, se agredieron, aprobaron este proyecto de ley y otro donde autorizan a las obstetras a recetar misoprostol. Es lo que saben hacer. Aparece alguien con una lata que hace ruido a monedas y ahí van todos como perritos de Pavlov. En este caso la farmacéutica. 
Pero ninguno se ocupó de la inflación. Tampoco del alza de la tasa de interés con la que nos endeudamos (a.k.a. “riesgo país”). Cuando tanto la deuda como el valor de la moneda son responsabilidades indelegables del Congreso. No es responsabilidad de Dujovne. No es responsabilidad de Macri. Es de ellos.

Esta gente no sirve.

Los diputados y senadores no se ocupan de sus responsabilidades: el valor de la moneda, que no haya inflación. Artículo 75 de la Constitución Nacional, arts. 6, 11 y 19. Si ellos no se ocupan de sus obligaciones ¿por qué les tenemos que pagar la dieta?

PROPUESTA II
 

Que un fiscal solicite a un juez que les suspenda el pago de la dieta a diputados y senadores hasta tanto no asuman sus responsabilidades institucionales, esto es, cuidar el valor de la moneda. Si ellos le ponen multas a gente que hace lo imposible: vender software, ¿por qué no podemos multarlos por no cumplir con sus obligaciones? Y de paso sabremos si los fiscales, que nos cuestan $ 16.621.332.830 al año (presupuesto 2019) sí sirven.

(1) http://www.laprensa.com.ar/474105-El-Estado-le-quito-a-los-productores-15-Nideras-y-le-puso-un-salvavidas-de-plomo.note.aspx

(2) http://www.laprensa.com.ar/465799-Para-poder-exportar-necesitamos-mejorar-el-sistema-de-transporte.note.aspx

(3) http://www.laprensa.com.ar/474603-Imperiosamente-necesitamos-mas-consumo-interno-inversiones-y-exportaciones.note.aspx

* Licenciada de Economía UBA, Master en Finanzas, Ucema. Posgrado Agronegocios, Agronomía UBA.

** Tomado de La Prensa, Argentina, http://www.laprensa.com.ar/475818-La-casta-politica-del-siglo-XXI-ha-sido-incapaz-de-generar-riqueza-colectiva.note.aspx

GEOPOLÍTICA Y ALIMENTOS. EL DESAFÍO DE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA FRENTE A LA COMPETENCIA INTERNACIONAL POR LOS RECURSOS NATURALES.

Introducción del libro de Juan José Borrell, 2019, Buenos Aires: Editorial Biblos

Juan José Borrell*

El suministro alimentario es un asunto vital para la geopolítica mundial. En las últimas décadas la competencia internacional por los recursos naturales ha generado la inclusión de los alimentos en ponderaciones estratégicas y de seguridad de potencias centrales y emergentes. En un mundo donde una de cada nueve personas padece hambre crónica y espera aumentar al año 2050 su población a más de 9.300 millones, cobra significativa importancia analizar los factores geopolíticos que condicionan el suministro alimentario. El sistema agroalimentario mundial, hegemonizado por Estados Unidos de Norteamérica durante la Guerra Fría, ha estado sujeto a un proceso de reconfiguración estructural por el efecto de una difusión mundial del poder desde comienzos del siglo XXI. En paralelo, países en desarrollo acentuaron la tendencia hacia una mayor periferización, lo cual implica posicionamientos subordinados al circuito agroalimentario y la vulneración de las condiciones para que la población local alcance la seguridad alimentaria. El caso de Argentina durante el período 1996-2016 es referencial. Desde una perspectiva realista este libro contribuye a formar una mirada crítica y a develar mitos sobre los desafíos y tendencias a futuro en materia agroalimentaria.

 

Link: https://www.editorialbiblos.com.ar/libro/geopolitica-y-alimentos_99614/

El tema de Geopolítica y Alimentos es la incidencia de la competencia internacional por los recursos naturales en la seguridad alimentaria. El libro tiene como objetivo central analizar desde una perspectiva geopolítica los factores mundiales o tendencias que inciden en el sistema agroalimentario internacional, en particular las dinámicas de apropiación, acaparamiento y control de recursos naturales que incluyen al suministro alimentario, y de este modo comprender las condicionantes de la seguridad alimentaria tanto en un plano mundial como local.   

El concepto de seguridad alimentaria, formulado por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO-ONU), refiere a que ésta existe cuando todas las personas tienen acceso físico y/o económico permanente a suficientes alimentos nutritivos e inocuos para cubrir sus necesidades alimenticias según sus preferencias culturales para una vida sana y activa. Actualmente se estima que a nivel mundial existen aproximadamente 821 millones de personas que padecen inseguridad alimentaria o hambre crónica —una de cada nueve personas en el planeta—, de las cuales cerca de 40 millones se encuentran en la región América Latina y Caribe (FAO, 2018). De acuerdo con los Objetivos de Desarrollo del Milenio establecidos por ONU y consignados por los países miembros del organismo, se espera solucionar el desafío mayor de la subalimentación y el hambre en el mundo hacia el año 2030.

Según la FAO, la seguridad alimentaria en sus cuatro dimensiones constitutivas —disponibilidad, estabilidad, acceso y utilización— debería ser garantizada para toda la población por las acciones que disponen los Estados respecto al suministro alimentario. Aunque en el proceso de diseño de políticas públicas y toma de decisión deben también contemplar la interacción del propio país respecto a la economía política internacional, en particular la manera en que los componentes del sistema alimentario doméstico se relacionan con el sistema agroalimentario internacional.

En este sentido, ciertos factores mundiales o tendencias geopolíticas pesadas inciden en la economía política de los países; en particular el trabajo considera el fenómeno de competencia por los recursos naturales. Lo que algunos especialistas han dado en denominar competencia por los recursos naturales refiere a un complejo conjunto de dinámicas a nivel mundial, particularmente acentuado desde principios de la década de 1990 hasta la actualidad, en las que una diversidad de actores estatales y corporativos pugnan por acceder, acaparar, apropiarse y controlar fuentes, yacimientos, circuitos de extracción, comercialización, transformación y/o consumo de recursos naturales. En lo que respecta a los alimentos, los recursos naturales que son objeto de dicha competencia incluyen directamente ítems agrícolas particulares como trigo, maíz, arroz y soja entre otros, pero más aún recursos básicos necesarios para su producción, como tierra fértil, agua y biodiversidad, así como también recursos que parecieran no tener relación directa como los hidrocarburos pero que son vitales para el circuito agroindustrial. Diversos procesos como la carrera por el petróleo son más conocidos, sin embargo otras dinámicas recientes menos conocidas —por ejemplo el acaparamiento de tierras (land grabbing) y la apropiación de recursos genéticos— presentan desafíos cruciales que deberían ser investigados y ponderados en el diseño y aplicación de políticas que tienen como objetivo garantizar el acceso y la disponibilidad de un suministro alimentario.

El tema de investigación de Geopolítica y Alimentos adquirió relevancia internacional en el contexto de marcado aumento del precio de los alimentos en los años 2007-2008. Desde entonces quienes se dedicaron a investigar y divulgar dicha cuestión —agencias gubernamentales para el desarrollo, organismos internacionales y especialistas universitarios de países centrales entre otros— dispusieron información cuantitativa de medios y recursos involucrados, sin embargo el área temática quedó vacante en lo que respecta a comprender la dinámica de competencia internacional en sí. Es decir, no sólo considerar en una visión de conjunto por ejemplo la incidencia de la matriz hidrocarburífera en la relación costo-ganancia del sistema agroproductivo o las mejoras técnicas agronómicas para obtener mayores rindes, sino que la lógica geoestratégica de competencia por los recursos naturales, la cual se relaciona directamente con la noción de competencia posicional internacional del campo disciplinar de la geopolítica y la política internacional. En paralelo, otra significativa vacancia que presentaba esta temática era la manera que incidía la competencia por los recursos naturales en la seguridad alimentaria, cuestión que se aborda en la investigación como objetivo principal. En otras palabras, el modo que por un lado a nivel sistémico dicha tendencia geopolítica pesada incide en el circuito de suministro alimentario mundial, y por otro la manera que condiciona el suministro alimentario de un país periférico, vital para la seguridad alimentaria de la población local.

Por lo cual, el período marco que aborda el texto comprende dos décadas, iniciando en el año 1996 con el cambio clave que implica para el sistema agroalimentario internacional la introducción y expansión del modelo de cultivos con semillas genéticamente modificadas, y cerrando en el año 2016 con la significativa reconfiguración a nivel estructural que adquiere el sistema agroalimentario internacional a consecuencia de los procesos de las dos décadas previas —entre ellos la competencia internacional. Vale destacar que los procesos mundiales en materia agroalimentaria durante el período seleccionado, y durante el tiempo de elaboración del trabajo, han tenido un ritmo vertiginoso. Un lustro atrás el escenario era diferente, derivado de ello también los supuestos del conocimiento e interrogantes. Actualmente la configuración del sistema agroalimentario es distinta, y dada la velocidad de los procesos estructurales mundiales es altamente probable que en el corto plazo vuelva a reconfigurarse.

Metodológicamente, sin pretender caer en la rigidez de las taxonomías convencionales de las disciplinas ni en un encorsetamiento explicativo causa-efecto, como si las unidades de análisis del tema fuesen objetos cerrados mensurables y los procesos globales movimientos mecánicos cuantificables y predecibles, la investigación establece de manera aproximada algunas variables generales de análisis: en primer lugar parte del supuesto que la configuración geopolítica mundial está integrada por un amplio conjunto de actores estatales y corporativos principalmente que están en pugna permanente en pos de mejorar su posición en el sistema mundial y su quantum de poder, por lo que los posicionamientos son diferenciados y conforman un sociograma asimétrico y jerárquico de actores. En este sentido, esa dimensión mundial que es dinámica y competitiva, protagonizada por los actores con mayores capitales de poder económico y militar —denominados comúnmente potencias de primer y segundo orden— tiene un carácter independiente. Es decir, inevitablemente desde un nivel sistémico puede influir en procesos a nivel subsistémico, aunque no necesariamente los determine. De aquí que el fenómeno singular que adquiere cierta condición de causalidad en el esquema explicativo de la investigación es la dinámica de competencia internacional por los recursos naturales, proceso tributario de la dinámica mayor antes mencionada de competencia posicional sistémica.

Por su parte, la dinámica de competencia internacional por los recursos naturales que incluye a los alimentos, incide en la seguridad alimentaria a través de los componentes que conforman el sistema de suministro agroalimentario. Como la seguridad alimentaria está en estrecha relación con el suministro de alimentos, la configuración que tiene dicho circuito, más allá de poseer características propias, es afectada por la dinámica de competencia internacional. En este sentido, la investigación establece que la configuración particular del sistema agroalimentario internacional, está influida por la competencia internacional por los recursos naturales y a su vez incide en las condiciones de la seguridad alimentaria. Es decir, articula ambas instancias, es influida y a la vez influye. Esta situación de estar en medio de la interrelación explicativa, le confiere el carácter de fenómeno interviniente. En particular —y este es un aporte original del libro— por su configuración desde el contexto de la segunda post-guerra mundial y durante el período de la Guerra Fría, podemos afirmar que constituye lo que denomino un poder estructural agroalimentario. Dicha matriz estructural específica, coincide de manera tributaria con la conformación de un poder de tipo estructural a nivel sistémico que durante el período mencionado tuvo su epicentro en los Estados Unidos de Norteamérica (EEUU).

Finalmente, luego de caracterizar las tendencias geopolíticas pesadas y la consecuente reconfiguración del poder estructural agroalimentario durante el período 1996-2016 —efecto de la dinámica de competencia internacional por los recursos— se pondera por un lado su incidencia negativa en las dimensiones de la seguridad alimentaria, y por otro la relación funcional que establece con sistemas agroalimentarios de países en desarrollo y/o menos desarrollados, tomándose Argentina como caso de referencia de periferización subordinada.

Los dos principales interrogantes a elucidar entonces son: primero, ¿cómo incide la competencia internacional por los recursos naturales durante el período 1996-2016 en la configuración del poder estructural agroalimentario heredado de la Guerra Fría? ¿Genera una difusión mundial del poder entre distintos actores o un fortalecimiento de la matriz estructural de poder con epicentro en EEUU? En segundo plano, derivado de lo anterior, ¿a partir de qué factores el sistema agroalimentario argentino establece una relación de subordinación al poder estructural agroalimentario de manera tal que es funcional a su fortalecimiento y a la vulneración de las dimensiones de la seguridad alimentaria nacional?

Cada pregunta problema tiene como objetivo específico, en primer lugar, identificar los componentes del poder estructural agroalimentario e interpretar su significancia geopolítica mundial. Luego, analizar la incidencia de la competencia internacional por los recursos naturales en la configuración del poder estructural agroalimentario, a partir de identificar ciertas dinámicas mundiales de apropiación, acaparamiento y control de recursos naturales durante el período seleccionado. Por otro lado atendiendo al interrogante sobre el caso argentino, identificar los componentes de su sistema agroalimentario que implican una relación subordinada y funcional respecto al poder estructural agroalimentario internacional.

De aquí que la proposición central de Geopolítica y Alimentos plantea que en el marco de la competencia internacional por los recursos naturales durante el período 1996-2016, Argentina a partir de su sistema agroalimentario establece una relación subordinada respecto al poder estructural agroalimentario internacional, vulnerando las dimensiones de la seguridad alimentaria nacional.

Para su desarrollo el cuerpo del libro se divide en cinco capítulos. Cada uno aborda las variables centrales de la investigación, a excepción del primero que establece los conceptos, perspectivas teóricas e interrogantes que contribuyen al análisis.

El primer capítulo entonces realiza un desarrollo de las distintas perspectivas teóricas y nociones —aunque cada sección ameritaría al menos un volumen para su debido tratamiento— y presenta el enfoque epistemológico interdisciplinario de la investigación, a partir de comprender que los supuestos subyacentes de las ciencias sociales convencionales no son suficientes para abordar la temática en su complejidad. En este sentido, se toman conceptos y perspectivas de subcampos como la geopolítica, la política internacional y la economía política que permiten una aproximación realista y crítica al conocimiento desde un enfoque analítico cualitativo.

El segundo capítulo desarrolla la conformación y evolución del poder estructural agroalimentario durante el período de la Guerra Fría como una manifestación de la situación excepcional que goza los EEUU finalizada la gran contienda bélica en 1945. El concepto se desarrolla a partir del aporte conceptual de la economista y politóloga inglesa Susan Strange, focalizando en las estructuras particulares que contribuyeron a su formación respecto al sistema agroalimentario mundial. Se priorizan cuatro facetas: la seguridad geoestratégica, el orden económico-político internacional y su incidencia en la comercialización granaria, el cambio tecnológico y ampliación al agro de la matriz industrial hidrocarburífera, y la política denominada desarrollo internacional en el marco de la doctrina de la Contención.

El tercer capítulo aborda la dinámica general de competencia internacional finalizada la Guerra Fría en el contexto de expansión económica mundial de la década de 1990; así como también el modo que esto incide en la elaboración de las agendas de seguridad estratégica y la percepción de amenazas de las potencias centrales atlánticas, haciendo especial hincapié en la ponderación de tendencias geopolíticas pesadas que comprenden de manera general al suministro alimentario como el crecimiento de la población mundial y la securitización de lo ambiental.  

El siguiente capítulo, derivado del anterior, aborda los procesos globales de apropiación, acaparamiento y control de recursos naturales en el período seleccionado. En particular, se destacan las acciones y dinámicas que involucran indirectamente al suministro alimentario —hidrocarburos, tierra fértil, agua potable y biodiversidad— y que también incluyen la problemática de los recursos naturales en las agendas de seguridad de las potencias atlánticas, tomando distancia analítica de los documentos y bibliografía que emiten tales planteos, a los efectos de elaborar una perspectiva propia.   

Finalmente el quinto capítulo, trata por un lado la reconfiguración del poder estructural agroalimentario durante el período 1996-2016 y por otro lado de manera relacionada el caso argentino. Esto implica una doble perspectiva geopolítica: una dimensión de tipo simétrico que corresponde a la dinámica horizontal de competencia entre potencias económicas de Europa, EEUU, Japón y recientemente China; y desde una dimensión de tipo asimétrico corresponde a la dinámica vertical entre las potencias centrales mencionadas y países en la periferia mundial, en particular Argentina.

Por el análisis de carácter geopolítico del libro, cabe aclarar que si bien en algunas secciones se emplean datos estadísticos y diagramas de flujo, es sólo a título ilustrativo, como mero recurso didáctico con el objeto de facilitar la comprensión significativa de algún fenómeno o proceso más general. De ninguna manera el enfoque de la investigación es nomotético ni cuantitativista. Lo que es aún más, pretender hacer un estudio cuantitativo en esta temática sería una gran ingenuidad. Por tomar dos grandes ejemplos que demuestran de manera realista que no es factible un abordaje desde dicha metodología: primero, el número de personas que padecen subalimentación crónica. La misma FAO ha variado en su reporte oficial del estado de la inseguridad alimentaria mundial la cifra total de un año a otro (2011-2012) en más de 250 millones de personas, reconociendo que su método de medición no es exacto, tiene un amplio margen de error, y está sujeto en algunos países menos desarrollados a que entes nacionales procuren datos censales; cuando en diversos casos tales instituciones no existen, menos los censos, a veces tampoco la voluntad política de reconocer el estado nutricional de la población doméstica, o lo que es todavía más: tampoco existe un Estado en todo el territorio que figura en un mapa por fuera de una ciudad capital. En algunas subregiones del África subsahariana, áreas grises sin presencia estatal o en situación de conflicto armado, las estadísticas se grafican por aproximación estimativa desde una oficina técnica en la sede del organismo en Roma sin medición en terreno de indicadores nutricionales y de salud de las personas referidas como “los hambrientos”. ¿Cómo resuelve entonces el gobierno de un país débil los indicadores (inexistentes) de emaciación y retraso del crecimiento infantil o anemia en mujeres lactantes, careciendo de capacidades para la proyección estatal a su entero territorio?

El segundo ejemplo de imposibilidad de estudio cuantitativo riguroso, más allá de lo superficial de los discursos corporativos o las cifras del comercio granario mundial que son de relativo fácil acceso, es que no existe información pública fehaciente sobre la relación autoridad-mercado. La naturaleza privada del sistema agroalimentario donde grandes corporaciones transnacionales articulan oligopólicamente el entero circuito, vuelve muy difícil conocer el grado de influencia del conglomerado del agribusiness internacional sobre la política nacional, el origen de una decisión político-económica en el inmenso mar del sistema agroalimentario mundial, o bien el real alcance político de un ministro de un país periférico, cuando —a modo de analogía— una corporación del conglomerado alimentario como Coca-Cola tiene mayores ganancias anuales que el PBI de un país latinoamericano rico en recursos como Bolivia.

De igual manera, la configuración del poder estructural agroalimentario presenta la dificultad de ahondar en la descripción de sus componentes a los efectos de lograr un esquema detallado de, en palabras de Strange, «el quién-obtiene-qué en el sistema como un todo». Por lo que de la investigación surgen algunos interrogantes que es preciso entender que no tienen respuesta, otros no son operacionalizables, o bien la información no es accesible y la respuesta se formula por inferencias o aproximación comprensiva; por ejemplo: no es posible acceder públicamente a información fidedigna sobre qué volúmenes de cereales acopian y comercializan a nivel mundial grandes traders como Cargill, Bunge o Dreyfus, y cómo incide dicho oligopolio en la formación del precio internacional de las commodities. Tampoco saber quiénes son los propietarios del capital de las compañías navieras en la era de las finanzas transnacionales y qué volúmenes reales de cereales trasportan. A todas luces la acción de los grandes actores del comercio cerealero mundial no coincide con los principios enarbolados de estabilidad, predictibilidad y libre oferta-demanda, ya que la clave del circuito es el control oligopólico y gestión de la volatilidad del precio internacional.

La realidad indica sin lugar a dudas el principio que el conocimiento es poder y que una de las condiciones puras del poder es el control de la información que debe circular. De todos modos, ello no es impedimento para la realización de una investigación desde otro enfoque epistemológico-metodológico. En rigor de verdad, dada la importancia del sistema agroalimentario en su dimensión internacional y doméstica el cual involucra los intereses geoestratégicos de las potencias centrales del planeta, pretender comprenderlo desde el cuantitativismo econométrico o la técnica aplicada de las ciencias biológicas, resultaría funcional a dejar fuera del análisis las condicionantes políticas y los juegos de poder. Por lo que el análisis general propuesto del libro es de carácter geopolítico, realista y elaborado desde la perspectiva de un país periférico. Quiere decir esto que procura ser objetivo respecto a distintos sectores e instituciones, pero además indagador incluso de los supuestos “evidentes” y las preguntas sin respuesta.

En los últimos años ha proliferado cierta bibliografía académica e institucional que aborda aspectos y relaciones del sistema agroalimentario a nivel internacional y en casos locales. Sin embargo, al principio del período seleccionado cuando comenzaron a aplicarse los cultivos con organismos genéticamente modificados (OGM), por fuera del ámbito supuestamente neutral de la técnica y del optimismo rentístico del sector agropecuario, la bibliografía académica internacional con mirada crítica del impacto de los transgénicos era escueta o bien inexistente; algunos estudios provenían de asociaciones civiles ambientalistas. A casi una década de iniciado el proceso, comenzaron a aparecer algunos estudios internacionales pero con perspectivas “desde el Norte”. Existía por lo tanto un vacío disciplinar que no lo ocuparon los estudios que investigaron los efectos ambientales del uso de la dupla transgénicos-agroquímicos, ni los trabajos de sociología rural sobre la implementación en gran escala de la siembra directa, así como tampoco los valiosos pero puntuales estudios que en su momento denunciaron el sistema internacional de patentes sobre la propiedad intelectual en materia biotecnológica. En este sentido, un aporte de Geopolítica y Alimentos no ponderado antes por otros autores, consiste en analizar de manera integral con una perspectiva geoestratégica la matriz agroproductiva actual en tanto herencia singular del período de la Guerra Fría. Por sus componentes, la matriz agroproductiva puede ser entendida como el dispositivo particular que a nivel sistémico contribuye por un lado a dinamizar la competencia internacional por los recursos naturales, y por otro a reforzar el poder estructural agroalimentario.

Al respecto, tampoco existe casi bibliografía en el subcampo de la seguridad internacional que en el conjunto de elementos que son objeto de la competencia por los recursos naturales incluya a la biodiversidad genética, exceptuando los estudios en materia de bioterrorismo que tratan el riesgo que presenta el empleo de OGM como arma bionanotecnológica. De los recursos naturales objeto de la competencia (hidrocarburos, tierra fértil y agua potable), pocos analistas académicos han incluido a los alimentos, y en particular los recursos genéticos vitales para la producción agroalimentaria. De aquí que la investigación parte del presupuesto que el sistema agroalimentario está incluido en la competencia internacional por los recursos naturales, y que particularmente la biotecnología es un instrumento potenciador de dicha dinámica.

Lo anterior no implica que en ámbitos no académicos se haya omitido abordar la cuestión del suministro de alimentos como objeto de competencia internacional y su contribución a la seguridad mundial. Por el contrario, el tema adquiere prioridad en las agendas de seguridad de potencias atlánticas a partir del fenómeno de aumento del precio internacional de las commodities agrícolas de 2007-2008. Reportes de influyentes agencias gubernamentales y think-tanks norteamericanos y británicos incluyen desde entonces al suministro alimentario como asunto central en la percepción de amenazas para la seguridad. Al mismo tiempo organismos multilaterales especializados abordaron en estudios económicos las causas internacionales y riesgos de la tendencia al alza del precio de las materias primas alimenticias. En los últimos años, casi fuera ya del período investigado, por la dimensión del circuito internacional y los factores geopolíticos intervinientes en la elaboración de prospectivas a mediano y largo plazo, se acentuó la tendencia de comprender al suministro alimentario como un asunto de seguridad internacional.

En definitiva, las fuerzas de fondo que dinamizan y dan rumbo al entero circuito agroalimentario mundial, escapan al saber técnico aplicado y fragmentado convencional de ámbitos universitarios y empresariales. Es labor de la geopolítica procurar realizar el esfuerzo de comprensión de la compleja madeja que imbrica el sistema agroalimentario internacional con la seguridad alimentaria. Esa es la tarea que Geopolítica y Alimentos invita a recorrer.

Juan José Borrell*

Profesor Titular de Geopolítica en nivel posgrado, Universidad de la Defensa Nacional (ESG, UNDEF), Buenos Aires. Profesor Adjunto e Investigador, Universidad Nacional de Rosario (UNR). Miembro de la Delegación Argentina ante la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Roma, 2011 a 2018