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LA GENERACIÓN DE EMPLEO EN LA INDUSTRIA PESQUERA DURANTE EL GOBIERNO DE ALBERTO FERNÁNDEZ.

César Augusto Lerena*

Imagen de Kerstin Riemer en Pixabay

Hay formas de paliar el hambre en forma transitoria a través del subsidio del Estado y el aprovechamiento de sus recursos naturales, respecto a esto último ya nos hemos referido a cómo las materias primas descartadas al mar pueden proveer millones de raciones de proteína de la mejor calidad a niños y adolescentes; pero, de la pobreza, de la indigencia y del hambre se sale en forma definitiva con la generación de trabajo.

Los funcionarios nominados para hacerse cargo del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Alimentación y Pesca saben que, al igual que otros sectores productivos, la industria pesquera puede ser uno de los motores para generar rápidamente divisas y empleo.

Diversas organizaciones públicas y privadas han hecho exhaustivos y reiterados diagnósticos sobre el origen del desempleo en la actividad pesquera desde la década del 90 y hasta nuestros días. Todos saben los motivos y ninguno de los gobiernos ha llevado una política que, en consenso con los sectores de la producción y el trabajo, termine con este flagelo.

No será posible terminar con el desánimo de los argentinos y el fracaso de los sucesivos gobiernos, sino se avanza hacia la generación de empleo, en un tiempo, donde el avance creciente de la tecnología, de por sí, provoca el desinterés por los obreros menos calificados.

Los altos niveles de precarización (trabajo en negro, tareas y horarios discontinuos) y el desempleo se evidencian en la pesca pese a tratarse de una actividad netamente exportadora y encuentran sustento en el escaso valor agregado de las exportaciones y el bajo consumo nacional de productos pesqueros, ya que, en ambos casos, se comercializan los productos enteros con escasa mano de obra.

En la actividad pesquera es un verdadero contrasentido que el empleo haya caído estrepitosamente, a pesar de que, hacia finales de la década del 80, las máquinas alemanas descabezadoras, evisceradoras y fileteadoras se desactivaron ante la mayor eficiencia y rendimiento de la tarea manual, es decir, lejos de caer debería haber crecido. Un ejemplo elocuente son los afiliados al Sindicato de Obreros de la Industria del Pescado (SOIP) que en la década del 90 alcanzaban en Mar del Plata a los ocho mil operarios y hoy no superan los dos mil. ¿Dónde están esos operarios? ¿En el trabajo en negro, en las seudocooperativas o desempleados? Precarizados, descartados y desempleados. Y no es solo una cuestión de precariedad laboral; el origen fundamental del desempleo es la aplicación de un modelo extractivo que realiza procesos básicos a bordo con escaso personal, mientras desactiva los trabajos industriales en tierra, respondiendo a los intereses de los países importadores que, luego de recibir en sus destinos los commodities argentinos, los descongelan y reprocesan para agregarle valor. La Argentina recibe tecnología, productos industrializados, buques fabricados en astilleros gallegos y otros, y le envía materias primas con un mínimo agregado de mano de obra precarizada para su industrialización en los países desarrollados. En las dos primeras décadas del siglo XXI estamos como en el final del siglo XIX, solo nos falta utilizar esclavos para abaratar la materia prima.

Se alegará una mayor conflictividad, siniestralidad y ausentismo laboral en la actividad industrial, pero ello no puede resolverse vaciando las plantas y procesando a bordo, sino con mayor capacitación, contención familiar, mejor calidad en el trabajo y regularidad laboral. En todas las actividades donde se utiliza mano de obra intensiva, en especial las exportadoras, no se cierran las fábricas, se incentiva a los trabajadores a producir más y mejor. En una actividad donde se garantiza un mínimo y se paga por producción no se ha logrado fidelizar a los trabajadores y ello debería ser motivo de una revisión profunda, pero no transitar el camino de la reducción del valor agregado, por cualquiera de las vías que fuera.

El gobierno administrador de este recurso del Estado no puede ignorar que realiza una pésima administración; entendiendo, por administrar mal no sacarle el máximo provecho al recurso, es decir, no agregarle a la materia prima todo el valor agregado posible. Del mismo modo cuando autoriza destinar buques a la pesca del langostino incumpliendo con las cuotas asignadas de merluza o cuando admite el descarte de merluza cuando ésta se pesca incidentalmente junto al langostino. Se administra mal cuando se sobreexplota o cuando se subexplota.

Cuando se depreda y cuando a consecuencia de ello no se aprovecha el recurso en un país con hambre y se contamina el medio marino se produce un daño de verdadera lesa humanidad.

El próximo Gobierno, con la activa participación de empresas y trabajadores, debiera ejecutar las acciones necesarias en forma perentoria, para revertir la decreciente desindustrialización y desempleo. Y no se trata de que el sector se acoja a sistemas subsidiados para sostener el empleo, sino de llevar adelante políticas que promuevan la demanda de empleo.

Entre las herramientas que cuenta el Estado para generar empleo, podemos mencionar:

  • El otorgamiento de cuotas y autorizaciones de captura son mecanismos para dar cierta previsibilidad a la explotación, pero también para que el Estado regule la explotación. Por lo tanto, deben otorgarse a quién mayor empleo genere.
  • Aumentar el valor agregado en la industria y la comercialización de pescados, crustáceos y moluscos frescos y congelados.
  • Promover el uso de las tecnologías necesarias y la puesta en valor para competir a nivel internacional de conservas y filetes de anchoíta.
  • Propiciar la producción de aceites, omega3 y colágenos derivados del pescado.
  • Promover el mercado interno de productos terminados listos para consumir.
  • Incrementar la investigación de cría de especies en acuicultura continental.
  • Promover la formación de Unión Transitorias de Empresas para regular la disponibilidad de materias primas en las plantas industriales.
  • Otorgar cuotas de capturas a pequeñas y medianas empresas asegurando una Unidad Económica Pesquera.
  • Recuperar e industrializar los descartes de especies no comerciales y la pesca incidental.
  • Erradicar la sustitución al desembarco para sanear la disponibilidad real de especies y su eventual otorgamiento de nuevas cuotas de captura.
  • Acordar las capturas extranjeras de las especies migratorias y asociadas.
  • Promover las asociaciones empresarias en los mercados mayoristas y minoristas en los centros de consumo del mundo.
  • Fabricar y renovar en los Astilleros públicos y privados nacionales todas las embarcaciones de distinto tipo que necesita el país.
  • Eliminar el trabajo en negro a través de la regularización voluntaria o la aplicación de sistemas de relevamiento de datos que permitirán identificar rápidamente el trabajo no registrado.
  • Eliminar el pago parcial de los salarios en negro a través de sistemas de registración que no impliquen quitas al trabajador como producto de la aplicación de la retención del pago de ganancias ni mayores costos al empleador como producto de la declaración del total del salario.

La generación de trabajo es la única manera para terminar con la pobreza e indigencia del pueblo y recuperar la equidad y dignidad de los argentinos.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Provincia de Corrientes). Ex Profesor Universidad UNNE y FASTA. Asesor en el Senado de la Nación. Doctor en Ciencias. Consultor, Escritor, autor de 24 libros (entre ellos “Malvinas. Biografía de Entrega”) y articulista de la especialidad.

Copyright © *|2019|* *|César Lerena|*, All rights reserved.

 

EL MODELO PESQUERO Y DE EXPLOTACIÓN DEL ATLÁNTICO SUR DEL GOBIERNO ESTÁ AGOTADO

César Augusto Lerena*

 

No se trata de hacer leña del árbol caído, ya nos referimos decenas de veces a que este modelo de administración extractiva está agotado —si es que alguna vez hubo razón para implementarlo— y, que el descontrol y la cesión sostenida y creciente del Atlántico Sur y Malvinas es alevosa inadmisible. Contrario a las consultoras, algún diagnóstico pudimos hacer y, días antes de las elecciones publicamos: “El poder central pesquero administra mal e impide el desarrollo de las provincias”. Ello, evita que nos asignen el mote de oportunistas, ya que con el diario del lunes cualquiera es analista político.

La forma de administración extractiva del recurso pesquero atrasa, porque al igual que el conjunto de las políticas de gobierno que desatendió la pobreza y los efectos sobre la clase media trabajadora, la explotación de un recurso natural del Estado Nacional o Provincial no puede limitarse a concesionar la explotación y generar riqueza para unos pocos. La administración de los recursos, lo hemos dicho cientos de veces, debe mantener un equilibrio sustentable económico y social para asegurar el negocio a los concesionarios, distribuir la riqueza a través del valor agregado en los productos, garantizando el mayor empleo y felicidad posible, fortalecer los pueblos donde se asienta la industria y preservar los recursos para ésta y las próximas generaciones.

Nada de ello ha hecho este gobierno, que se han limitado a proseguir con una administración —en el mejor de los casos— perimida, sin imaginación, incapaz de transformar este diamante en bruto, que nos ha llevado a ser los eternos proveedores de commodities, promoviendo formas de captura y procesos a bordo, que responden al modelo de “granero del mundo” que podía justificarse a principios del siglo XX pero que es inaceptable en el mundo post-industrial en el que vivimos.

Excelente este modelo para la pesca extranjera a distancia y espectacular para los grandes compradores como España, ellos sostienen su negocio y, es lógico que eso ocurra, cada uno cuida lo suyo. Pésimo para los intereses argentinos, que deben sacar el máximo provecho a sus materias primas e industrializarlas de tal modo que terminen en las góndolas de los grandes supermercados del mundo o de nuestro país.

Con el amplio y extendido territorio continental de Argentina que pone al alcance los recursos del mar, el Estado debería estar ocupado en financiar, renovar y modernizar con la última generación a los buques a la flota fresquera para procesar en tierra y, subsidiar la competencia de los buques congeladores y poteros para competir con los buques extranjeros en los límites de la Z.E.E. y la Alta Mar. En los inicios de la actividad pesquera en la Argentina nadie imaginó el desarrollo que alcanzaría, pero ello ha quedado atrás y es necesario promover un nuevo paradigma que potencie las insustituibles ventajas de ser los dueños del recurso y conocer el mercado.

Todo lo que se haga en materia pesquera debe ir acompañado de una política de control del Atlántico Sur, para dar un mensaje claro a los países y buques extranjeros que capturan nuestros recursos, de que la Argentina protege sus espacios marítimos y recursos.

Cuando el langostino valía mucho más, porque salía muy poco, ya se utilizaba la herramienta de llevar al Presidente de la Nación varias cajas semanales de langostino a la Quinta de Olivos o a la Rosada. Ello solo, podía dar lugar a la designación de un Subsecretario. ¡Hay una cierta fascinación por el langostino! La misma, con la que los Subsecretarios de Pesca se aferran a esta especie para mostrar obsecuentemente al Presidente en ejercicio que los números de exportación aumentan, desconociendo o escondiendo, lo que los investigadores del INIDEP opinan sobre la imprevisibilidad biológica de esta especie, que impide determinar la Captura Máxima Sostenible Anual y, por lo tanto, no se puede sostener el conjunto de la actividad, las industrias, empleos y pueblos con esta monocaptura. Habrá que invocarse a San Salvador o a la virgen de los pescadores.

Un frío pánico debe haber corrido por los funcionarios de la Subsecretaría de Pesca al ver los inesperados (¿?) resultados de la PASO. Los ordenanzas, en días ya no contestaran a los llamados de pedido de café. En meses, dejarán de sonar los teléfonos y ya no habrá audiencias para los besamanos. Llegará el irremediable ostracismo. Pero ello, no resolverá la cuestión de fondo, porque llegarán otros funcionarios a las poltronas a propuesta de los amigos empresarios o políticos y, será el cuento de “la buena pipa” sino se produce una gran Reforma Federal y Social Pesquera que cambie el eje de la discusión y el destino de esta importante actividad. Gracias a Dios, los cambios políticos son irremediables —cualquiera sea el ganador final— porque nadie quiere, como Macri, que, el pueblo, por una mayoría abrumadora le diga: no va más.

Es posible y deseable que esa Reforma se lleve adelante con una amplia participación.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Provincia de Corrientes). Ex Profesor Universidad UNNE y FASTA. Asesor en el Senado de la Nación. Doctor en Ciencias. Consultor, Escritor, autor de 24 libros (entre ellos “Malvinas. Biografía de Entrega”) y articulista de la especialidad.

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