Equipo SAEEG
Días atrás el prestigioso Profesor Doctor Giancarlo Elia Valori tomó contacto telefónico con el director de la SAEEG, Doctor Marcelo Javier de los Reyes. Ambos hablaron sobre importantes momentos de la historia argentina y el Profesor Valori le informó que le haría llegar un documento que él deseaba que fuera publicado por su institución.
Se trata de una carta de 1971 que el general y tres veces presidente de la República Argentina, Juan Domingo Perón, le escribió desde su exilio en Madrid y en la que le formuló unas interesantes apreciaciones de lo que apreciaba acerca del futuro de la Argentina.
Acerca del destinatario
Giancarlo Elia Valori nació en la provincia de Venecia, pero es romano por adopción. Es Licenciado en Economía y Comercio y en Ciencias Políticas. Con posterioridad realizó cursos de gerenciamiento, pasantías especiales y maestrías económico-financieras en los Estados Unidos.
Fue asistente del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad de Denver, Colorado.
Llevó a cabo una intensa actividad didáctica en las cátedras de derecho tributario y derecho, respectivamente, en las Universidades de Nápoles y Bolonia, así como en otras importantes universidades de economía y relaciones internacionales, entre ellas: el “Schiller College” —una Universidad Americana en París—, la “Universidad del Salvador” de Buenos Aires y la “Sapienza” de Roma.
Valori con el presidente Francesco Cossiga y D’Alema
El Profesor Valori ha desempeñado una gran actividad en términos de consultoría durante el primer gobierno presidido por Aldo Moro (del 22 de julio de 1964 al 23 de febrero de 1966, en la coalición política DC – PSI – PSDI – PRI); posteriormente, a través de proyectos específicos de planificación económica, con los ministros de presupuesto (Luigi Pieraccini y Giovanni Preti), así como con “La Compagnie Finanziere Conseil” de Edmond Rothschild en París, con el Fondo Monetario Internacional en Washington para estudios específicos sobre el problema del tipo de cambio y sobre la reforma del sistema monetario internacional y con la Secretaría General de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe).
El encuentro de Emilia y Giancarlo Elia Valori con Deng Xiaoping con motivo de las celebraciones del 30 aniversario de la República
Dada su multifacética actividad como directivo, docente y economista con proyección internacional, ha tenido participación en las privatizaciones de grandes empresas. Ha desarrollado una relevante labor en Grupo Autostrade y PYME-Società Meridionale Finanziaria, considerado la nave insignia del sector agroalimentario italiano.
En abril de 1993 rechazó el nombramiento como Ministro de Agricultura, cuyo cargo le había sido ofrecido por el entonces Primer Ministro, Carlo Azeglio Ciampi habida cuenta de su extensa trayectoria, que abarca tanto la industria agroalimentaria a nivel mundial como en el importante sector europeo de autopistas. A estos efectos es oportuno mencionar que ha desempeñado cargos ejecutivos en las siguientes empresas y entidades: Autostrade Group, Sirti International, Italstrade, SME (Southern Financial Company), GS-Società Generali Supermercati, Italstrade, IGI (Istituto Grandi Infrastructure), Blu (operador de telefonía móvil ), Unione Industriali di Roma, Confindustria Lazio, Torno Internazionale, Autovie Venete, Milano-Mare y Milano Tangenziale, Sviluppo Lazio, La Centrale Finanziaria Generale, AISCAT (Asociación Italiana de Empresas Concesionarias de Autopistas y Túneles), ASECAP (Association europènne des concessionaries d’autoroutes et d’ouvrages à pèage).
Giancarlo Elia Valori y Xi Jinping
Actualmente dirige las empresas: International World Group y La Centrale International, así como la Laboratory Foundation for Public Administration, la Delegación italiana de la Fundación Abertis y Huawei Technologies Italia (el gigante mundial de las telecomunicaciones).
También ocupa el cargo de vicepresidente del prestigioso Instituto Weizmann de París, así como miembro del Consejo Ayan-Holding y del Consejo Asesor School of Business Administration College of Management of Israel, consultor económico de HNA Group (el grupo chino, líder mundial en servicios integrados en turismo, transporte, logística, negocios y finanzas), Comité Asesor de la Revista histórico-técnica “Ciencias de la Conservación en el Patrimonio Cultural”.
Fue profesor de “Ciencias de la Comunicación en las Relaciones Internacionales” en la Facultad de Letras y Filosofía de la Universidad Libre María SS. Assunta en Roma, actualmente trabaja como “profesor extraordinario” de economía y política internacional en la Universidad de Beijing, una de las universidades más antiguas y prestigiosas de China, donde se forman los futuros directivos.
Giancarlo Elia Valori – Shimon Peres
Entre los numerosos premios, merece una mención especial el título de Honorable, que se le otorgó el 18 de febrero de 2002 “por su compromiso único e inestimable y por las acciones emprendidas en favor de la Académie des Sciences del Institut de France”. A lo que se sumó, posteriormente, el nombramiento como “Presidente de Honor” de la misma Fundación Internacional.
Es autor de numerosos libros, entre los que puede mencionarse El camino de China – Pasado, presente y futuro de un gigante de la historia (Rizzoli), El futuro ya está aquí: los escenarios que determinarán los eventos de nuestro planeta” (Rizzoli); Mediterráneo entre paz y terrorismo (Rizzoli) —con los prólogos de Shimon Peres, presidente del Estado de Israel, Guido De Marco, presidente emérito de la República de Malta y del editorialista Stefano Folli—; Petróleo, la nueva geopolítica del poder, Geopolítica de los alimentos, Geopolítica del agua, etc.
Su fuerte relación con la Argentina
Leo Valori, el hermano de Giancarlo, trabajó en la Argentina desde 1948, enviado por Enrico Mattei (1906-1962), impulsor de la creación del ENI (Ente Nazionale Idrocarburi), del que luego fuera presidente. Su labor le permitió acceder a referentes políticos importantes de nuestro país, como Juan Domingo Perón y Arturo Frondizi.
En 1963, cuando Perón se encontraba en el exilio, ya instalado en Madrid, Leo le envió un regalo a través de su hermano, quien asiduamente viajaba a la Argentina.
Frondizi era el padrino de los hijos de Leo Valori, quien falleció joven, y Giancarlo Valori llegó a tener una gran amistad con el ex presidente argentino.
El 13 de marzo de 1972 Arturo Frondizi y Giancarlo Elia Valori —quienes como se ha expresado, se conocían con anterioridad dada la relación familiar— visitaron a Perón en su quinta “17 de Octubre” de Madrid. Estaba en marcha el proceso de retorno de Perón a la Argentina y, como podrá apreciarse, la carta que se presenta debajo, es anterior a este encuentro de Madrid. Giancarlo Elia Valori fue el artífice de ese encuentro y sus gestiones para concretar el regreso del general lo llevó a realizar numerosos viajes entre Madrid, Roma y Buenos Aires.
El regreso del líder justicialista tenía por propósito la pacificación del país, el cual atravesaba una compleja situación política durante el gobierno militar del general Agustín Lanusse.
Perón retornó a la Argentina en un vuelo chárter de la empresa Alitalia y, obviamente, Giancarlo Elia Valori también intervino en esta gestión. El vuelo partió de Roma y el 17 de noviembre de 1972 Perón estaba de regreso en la Argentina tras 17 años de exilio. Valori acompañó a Perón en su viaje a Buenos Aires, de ahí la importancia de la carta que se reproduce debajo.
Carta de Juan Domingo Perón a Giancarlo Elia Valori, 20 de mayo de 1971.
MADRID, 20 de mayo de 1971
Señor Don Giancarlo Elía Valori
ROMA.
Mi querido amigo:
A mi regreso de una corta ausencia de Madrid me he encontrado con su carta del 10 de mayo próximo pasado en la que me adjunta su artículo “Electricidad y desarrollo” que considero excelente. En cuanto a la posibilidad de escribir yo un artículo para el número especial para la Revista “Affari Esteri”, veré la posibilidad de hacerlo, porque en las actuales circunstancias estoy loco de trabajo con todo lo que está pasando en la Argentina, las visitas, consultas, etc.. Precisamente, escapando a todo, es que he realizado un viaje por el interior de España, para darme tiempo y pensar un poco tranquilo. Nuestras cosas están de tal manera graves, que nada se puede improvisar y a todo hay que pensarlo dos veces.
Fragmento de la carta de Perón dirigida a Giancarlo Elia Valori
Frente a las insinuaciones —y a veces provocaciones— producidas en los últimos tiempos, he tratado de mantener un silencio prudente, ya que eran tantos los que opinaban sobre lo que yo debería hacer. La dictadura militar, no deja pasar oportunidad de decir por boca de Lanusse o Mor Roig, que yo puedo regresar al país sin inconvenientes, porque ellos pretenden utilizarme para sus fines. Ahora les hago falta, porque se han persuadido que sin mi intervención, no pueden hacer nada de lo que quieren. Pero, como suelen decir los españoles, “cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía”.
En la situación que está viviendo el país, tres parecen ser los caminos de solución que se intentan:
1.- A largo plazo, por el desarrollo de una “guerra revolucionaria”.
2.- A mediano plazo, por una rebelión militar-popular.
3.- A mediano plazo, por la “Normalización Institucional” a través de elecciones libres, ofrecidas sin limitaciones ni exclusiones.
La primera, si bien puede tener la ventaja de ser definitiva, entraña en cambio una acción larga y penosa, en la que los sacrificios serán cruentos.
La segunda, aunque puede acortar el tiempo de duración, no ofrece al Pueblo Argentino la seguridad indispensable de una solución definitiva, si solo se trata de reemplazar a una dictadura militar por otra aunque nos sea afecta.
La tercera, es indudable que podría ser la mejor si no mediara la mala intención, ya insinuada en lo que va de tiempo de este nuevo “gobierno”: las promesas iniciales de hacerlo en el menor tiempo, que luego se transformaron en tres años; los procedimientos observados en los órganos político-gubernamentales, con sus casuísticas sospechosas y sus infantiles pretextos; los intentos de “reforma constitucional” fuera de las propias prescripciones constitucionales y sus declaraciones ambiguas, que eluden una respuesta franca y sincera sobre el proceso electoral, no pueden ser fuentes de garantía en las que se pueda confiar.
Si a lo anterior agregamos la experiencia que venimos recibiendo desde hace dieciséis años y pensamos que podemos estar tratando con hombres que antes auspiciaron el fraude a la ciudadanía argentina, apoyando a una dictadura criminal y a “gobiernos de opción” que le sucedieron, tampoco podemos pensar “a priori” que puedan ofrecer garantías. Y si a todo ello sumamos los factores internos y externos que pueden gravitar en el futuro argentino, no es como para confiarse desaprensivamente en un destino que pudiera decidirse en tales manos y quizá en tales intenciones.
Somos los primeros en anhelar la pacificación del país, pero no ha de ser a base de un nuevo engaño que termine por llevarnos a una guerra civil, ya que nada fundado en la mentira, puede ser definitivo ni permanente.
Por todo ello y muchas otras circunstancias que todos conocemos, pienso que el Movimiento Nacional Justicialista no debe “bajar la guardia”; será preciso seguir actuando como hasta ahora a través de todos los medios de liberación. La dictadura militar amenazada gravemente como lo está, podría ensayar un intento de hacer cesar la lucha con fines propios e inconfesables, para lo cual ofrecería “el oro y el moro”. En ese caso, ¡pobre de nosotros si, encandilados con los “cantos de sirena” le ofreciéramos una paz que perentoriamente necesita! De ello se infiere que nuestra conducta, frente al “gobierno”, ha de estar regida por el proceder del mismo, en cuanto fehacientemente comprobemos la honestidad de sus propósitos e intenciones.
Las grandes revoluciones de la Historia, cruentas o incruentas, han tenido casi siempre como objetivo la liberación de los pueblos contra el poder foráneo de los imperialismos o el de la oligarquía coaligada con ellos. De ahí que el fenómeno actual de la América Latina, no sea sino la repetición del mismo hecho histórico que, a lo largo de la evolución de la humanidad, nos ha venido mostrando una realidad insoslayable. En esas “grandes revoluciones” ha vencido siempre el Pueblo.
Esa es la situación que se está viviendo en el Continente Latinoamericano y, para considerar nuestra revolución, no podemos olvidar esa premisa. Todo cuanto se hiciera fuera de ese molde, sería irremisiblemente frustrado por lo que habría de suceder en el futuro inmediato. Por eso también, cualquier trampa en la solución del actual problema argentino, para evitar los efectos determinantes de una “verdadera revolución”, no podría sino producir una lucha cruenta como consecuencia.
Es por eso que debemos pensar primordialmente, si intentamos una solución de cualquier tipo, que hay un solo camino para hacerla, fuera del cual no habría más que herejía y eso es, precisamente, lo que me preocupa, pensando en el país, no en los hombres. No se trata de una solución cualquiera, sino que es preciso asegurar que esa solución satisfaga un mandato histórico, que se paga muy caro, cuando se olvida lo que el fatalismo histórico representa para la vida de los pueblos.
Yo estoy decidido a regresar al país pero, si lo hago, no ha de ser para prestarme inocentemente a un “emparchado” que, a la larga, pueda resultar un remedio peor que la enfermedad. Demasiado grande es la responsabilidad que tenemos frente al Pueblo Argentino, como para que nos encandilemos con una paz que bien puede ser precursora y presagio de una futura guerra civil, si por una tranquilidad ocasional aleatoria o una efímera comodidad personal, sacrificamos una realidad que no ha de perdonarnos.
Estos son mis pensamientos sobre el momento que nos toca vivir en la Argentina y creo que ellos también interpretan el pensamiento del Pueblo Argentino y su vocación política. Sería muy grave error, si por salir del paso, los que tenemos el “verdadero poder”, consintiéramos en soluciones que no fueran las que realmente anhela el Pueblo a quien servimos y yo no he llegado a esta altura de mi vida, para cometer semejante disparate.
El estado actual del país —uno de los más ricos y evolucionados del Continente Latinoamericano— es realmente caótico, pero pienso que es preferible llegar hasta el fin en esta ocasión, que persistir en engañarnos una vez más, lo que repercutirá catastróficamente en nuestro destino. Nuestra enfermedad no es de las que se curan con aspirinas ni con tratamientos psicopáticos, es preciso operar y a fondo. Desgraciadamente me temo que, ninguno de los hombres a quienes la casualidad ha puesto en situación de decidir, tengan ni la capacidad ni la honestidad suficientes como para acertar el camino que debe seguirse y ese el “verdadero drama argentino”.
Yo estoy a la espera: creo que soy el cirujano que un día han de necesitar. Tengo la experiencia suficiente y estoy sobre el bien y sobre el mal. No puedo tener otra ambición que prestar el último servicio que pueda a mi Patria. Por eso sin apuros espero el momento propicio.
Bueno amigo Valori: creo que le he dado la lata. Según me anuncia, si para fines de mayo viaja a Madrid, tendré un gran gusto de charlar sobre estos y otros temas. Si considera cuanto le refiero sobre el momento que estoy viviendo, comprenderá mis ocupaciones y preocupaciones.
Le ruego que, junto con mi saludo más afectuoso, acepte mis mejores deseos.
Un gran abrazo.
Juan Domingo Perón
Fragmento de la carta con la firma de Perón
La carta enviada por el Profesor Doctor Giancarlo Elía Valori al Doctor Marcelo Javier de los Reyes es publicada en exclusividad por la SAEEG.
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