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LA OTAN, SIEMPRE CONVENIENTEMENTE ÚTIL

Marcelo Javier de los Reyes*

El presidente de Ucrania, Volodomir Zelenski, en la cumbre de la OTAN en Vilna, Lituania, Foto: AFP.

 

«Sin la OTAN, Europa no sólo se volvería vulnerable sino que, casi inmediatamente, también se fragmentaría políticamente. La OTAN garantiza su seguridad y proporciona un cuadro sólido para la unidad europea».

Zbigniew Brzezinski

 

Poco después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, los aliados comenzaron a poner sobre la mesa sus diferencias y comenzó lo que se denominó la Guerra Fría. Dos sistemas económicos y dos formas de vida dividían por entonces al mundo: el capitalismo y el comunismo.

El 17 de marzo de 1948 Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y el Reino Unido firmaron el Tratado de Bruselas o «Tratado de colaboración económica, social y cultural y de legítima defensa colectiva», dando nacimiento a la Unión Occidental, la cual incluyó una cláusula de defensa mutua de todos los países firmantes. De esta manera, Bélgica y los Países Bajos dejaron de lado su tradicional neutralidad. El avance del comunismo y la expansión de la Unión Soviética (URSS) atemorizaron a los países del occidente europeo, sobre todo cuando la democracia en Checoeslovaquia fue violentamente interrumpida en febrero de 1948.

Cuando en 1947 el secretario de Asuntos Exteriores británico, Ernest Bevin, le propuso al secretario de Estado, George Marshall, participar de una alianza militar los Estados Unidos se manifestaron renuentes. Estas reservas no se mantendrían por mucho tiempo.

Los Estados Unidos, fortalecido su liderazgo como consecuencia de la guerra, se apropiaron del «mundo occidental» y comenzaron a liderar a los aliados del oeste europeo. El proyecto de una reconstrucción de Europa mediante una unión del oeste y del este del continente bien pronto se mostró como algo irrealizable. La ilusión de una Europa que se constituyera como una tercera fuerza en el orden internacional se desvanecía.

No pasaron cuatro años del fin de la guerra para que el 4 de abril de 1949 se fundara la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de la mano de Estados Unidos —mediante el Tratado de Washington—, sumando a Canadá, Dinamarca, Noruega, Portugal e Islandia, a los que en 1952 se incorporaron Grecia y Turquía.

La creación de la OTAN cercenó cada vez más la capacidad de iniciativa de los países europeos, la cual ya se manifestaba desde el fin de la Primera Guerra Mundial[1] [2].

En 1955 se unió Alemania Occidental a la Alianza Atlántica pero también en ese mismo año los países miembros de la URSS crearon el Pacto de Varsovia. El 30 de mayo de 1982 España se convirtió en el miembro número dieciséis de la OTAN.

La Alianza ha debido superar situaciones embarazosas como por ejemplo, el conflicto de Chipre, iniciado a mediados de julio de 1974, tras el golpe de Estado para destituir al presidente, el arzobispo Makarios III, golpe orquestado por la junta militar en Atenas. Lo que parecía un conflicto nacional derivó en uno internacional cuando fuerzas de Turquía invadieron la parte norte de la isla. El gobierno turco fundamentó sus acciones en conformidad con el Tratado de Garantía, promulgado en 1960 por Chipre, Grecia, Turquía y Reino Unido. La invasión llevó a un enfrentamiento armado entre Grecia y Turquía que llegó a paralizar a los mismos europeos ante esta situación desatada en su continente y entre miembros de la misma organización militar.

Hacia el mundo «unipolar»

En 1989 se produjo del derrumbe del Muro de Berlín y en 1991 la implosión de la URSS, desintegración que implicó la inmediata disolución del Pacto de Varsovia, pero que no llevó a la disolución de la OTAN.

En 1991 se le había prometido a Mijail Gorbachov que la OTAN no se expandiría sobre el espacio postsoviético si permitía que la ex Alemania Oriental se incorporara a la Alianza Atlántica. Vladimir Putin siempre mantuvo que la Alianza no estaba cumpliendo con dicha promesa. En 2007, en la Conferencia de Seguridad celebrada en Múnich, Putin arremetió contra los Estados Unidos y advirtió del «peligro» de sus «acciones unilaterales»[3].

El actual secretario de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo que una promesa de este tipo «nunca se hizo», pero pronto fue desmentido por la revista alemana Der Spiegel que publicó un documento que confirma que se le había prometido a Gorbachov, en 1991, que la OTAN no se expandiría hacia el este[4]. El artículo publicado el 18 de febrero de 2022 bajo el título «La OTAN no se extenderá ni formal ni informalmente hacia el Este», cita el documento con las palabras del representante de los Estados Unidos, Raymond Seitz, en esa ocasión. Ese documento es al que durante décadas se ha aferrado Rusia para afirmar que «la expansión de la OTAN hacia el este violó los compromisos de Occidente tras la caída del Muro de Berlín. Ahora ha aparecido un documento notable».

Después de la Guerra Fría y del colapso de la URSS, los EEUU prosiguieron su camino de transformación de la Alianza, de globalización y de incremento de su poder militar. Fue el breve período de «dominio unipolar». El pretexto era que el mundo se tornó más peligroso y que hubo un aumento de las amenazas.

Para Brzezinski, la expansión de la UE debía ir acompañada de la expansión de la OTAN durante la post Guerra Fría. Según él, Europa era una especie de «cabeza de puente para Estados Unidos en Eurasia». La OTAN representaba el principal baluarte de la influencia militar estadounidense en Europa. Sin embargo, por esa época algunos de los miembros europeos de la OTAN consideraban que no era necesario mantener los gastos elevados en defensa tras la desaparición de la URSS pero la realidad es que durante la Guerra Fría los europeos se acostumbraron a vivir bajo la protección de los Estados Unidos y a no tomar decisiones por sí mismos.

Bien pronto, la guerra de Yugoslavia —en realidad serie de conflictos en el territorio de la antigua Yugoslavia, que se sucedieron entre 1991 y 2001— resultó muy oportuna a los intereses de los Estados Unidos y sirvió para demostrarles a los europeos que sin su apoyo no se podían resolver los conflictos del continente. Esto favoreció mantener vigente la OTAN e impulsar su expansión hacia el este favoreciendo el avance de la Alianza hacia el espacio postsoviético, incorporando en 1999 a Hungría, Polonia y la República Checa, en 2004 a Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania y Rumania, en 2009 a Albania y Croacia, en 2017 a Montenegro y en 2020 a Macedonia del Norte.

La existencia de la Alianza parecía ya no tener sentido y en 2019 el presidente francés Emmanuel Macron declaró que Europa debía comenzar a actuar como una potencia si no quería desaparecer. Afirmó que estaban ante la «muerte cerebral» de la OTAN y que la Unión Europea estaba «al borde del precipicio» por la falta de compromiso del presidente estadounidense Donald Trump[5].

Nueva avanzada hacia el este

Luego de Yugoslavia, en 2001, en Afganistán se creó la denominada International Security Assistance Force (ISAF), misión de seguridad multinacional en ese país con un mando conjunto con una notable influencia de Estados Unidos, hasta que se hizo cargo la OTAN. Fue la primera misión fuera de su marco geográfico hasta la fecha y la más prolongada hasta el retiro de tropas en 2021.

Pronto, un nuevo conflicto en Europa recuperó a la OTAN de esa «muerte cerebral» en ese continente, un conflicto que llevaba años en proceso de incubación, que fue insuflado a través de la Revolución Naranja y de la revolución de Maidán: el de Ucrania. La llegada al gobierno de ese país del actor Volodímir Zelenski puso nuevamente sobre la mesa el interés de Ucrania por integrarse a la Alianza, obviamente con el necesario incentivo de la angloesfera y pese a las reiteradas advertencias de Vladimir Putin.

La operación militar especial de Rusia en Ucrania iniciada el 24 de febrero de 2022 no significó el comienzo del conflicto, que ya en abril de 2014 se había iniciado como conflicto armado en el Dombás (Ucrania oriental). No obstante la operación de 2022 sirvió, como la guerra de Yugoslavia o la de Afganistán, para revitalizar la OTAN: en el marco de la cumbre celebrada en Vilna (Lituania), los representantes de la Alianza expresaron que invitarán a Ucrania cuando los aliados «estén de acuerdo y se cumplan las condiciones». Obviamente, esto molestó a Zelensky pero una vez más, la OTAN comandaba.

En tanto la OTAN abastece de armamento a Ucrania, Zelensky solicita cada vez más, llegando a pedir material muy sofisticado que los aliados le van entregando de a poco, en algunos casos pertrechos viejos y fuera de uso como los blindados Leopard que de ninguna manera le ayudarían a derrotar a Rusia aunque si a incrementar la deuda futura con Occidente.

A raíz de la guerra entre Ucrania y Rusia, Finlandia y Suecia solicitaron el ingreso a la OTAN pero ante el bloque de Turquía con respecto a la incorporación de Suecia, en abril de 2023 Finlandia se convirtió en el 31° país miembro de la Organización.

En septiembre de 2022 Zelenski y el presidente y consejero delegado de BlackRock, el mayor gestor de inversiones del mundo —de origen estadounidense—, Larry Fink, se reunieron por videoconferencia para impulsar las inversiones públicas y privadas en Ucrania. Larry Fink le ofreció asesorar a Kiev para captar fondos para la reconstrucción con el propósito de impulsar la descalabrada economía ucraniana[6].

Mediante ese acuerdo, la división BlackRock’s Financial Market Advisory «participará en el diseño de la estructura, el proceso de inversión, la gobernanza y el uso de los ingresos de un fondo de reconstrucción». De hecho, se haría cargo del gobierno ucraniano para facilitar la participación de inversores públicos y privados en la reconstrucción y restauración de la economía de Ucrania. Pero nada será gratis. A los inversores se les ofrece «un rendimiento justo y equitativo».

La guerra no ha terminado pero el 21 de junio de 2023 se dio inicio en Londres a la Conferencia de Recuperación de Ucrania 2023 (CRU 2023), que reunió a un gran espectro de representantes para ayudar a movilizar apoyo financiero y político para la recuperación del país al finalizar la guerra[7].

A modo de conclusión

La OTAN ha logrado sobrevivir a su contraparte, el Pacto de Varsovia, creado por la URSS para enfrentar a la alianza occidental.

En los momentos en que todo podría justificar la disolución de la Alianza siempre emergió un conflicto que justificó su existencia. Su objetivo siguió siendo Rusia, que había intentado establecer una relación armoniosa como parte de Europa, a la cual pertenece.

Rusia y el control del este europeo no ha dejado de ser el objetivo de la angloesfera para lo cual ha arrastrado a una Europa cuya dirigencia contribuye en continuar esmerilando su fuerza en el marco de la comunidad internacional. Esta guerra que no debió haber comenzado pero que fue impulsada por la angloesfera y que se niega a que termine, ya que tanto los Estados Unidos como el Reino Unido se oponen a toda negociación que ponga fin al conflicto —recuérdese que en febrero de 2023 el ex primer ministro de Israel, Naftali Bennett, manifestó que Estados Unidos y sus aliados bloquearon un acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia—, es un gran negocio para las empresas de energía y de armas. En este sentido no debe soslayarse el sabotaje a los ductos Nord Stream I y II. Europa ha quebrado su dependencia del gas y del petróleo ruso, al menos directamente, pero ha incrementado notablemente los costos de la energía y ha puesto en recesión al motor de la Unión Europea, Alemania, la cual se abastecía energéticamente de Rusia.

Además varios países de Europa Oriental dejarán de lado su viejo armamento soviético y ruso para incorporar material estadounidense o de otros socios de la OTAN.

Esta es una guerra geoeconómica y geopolítica pero, a pesar de lo que los medios occidentales -censura mediante- difunden sobre los efectos de las sanciones a Rusia, los daños no han sido todo lo perjudiciales que esperaban y han puesto a Rusia más cerca de China a la vez que han acelerado procesos como la definición de ciertos países que no adhieren a las sanciones impuestas del mundo occidental, ha impulsado a que varios países soliciten el ingreso a los BRICS y está llevando a una desdolarización de la economía mundial.

No obstante ha logrado dominar a Ucrania y ha generado una ruptura entre los ucranianos y los rusos a la vez que ha ahondado la que existía entre los mismos ucranianos, la que será difícil de superar, es decir, que ha logrado sacar a Ucrania de la órbita de influencia rusa pero a un grave costo que quizás la población ucraniana aún no haya percibido. El país está fuertemente endeudado, de hecho económicamente gobernado por un fondo de inversión, y ha perdido prácticamente su litoral sobre el mar Negro, con lo que ello implica.

No es la primera vez que una intervención militar de la OTAN es seguida por una operación de reconstrucción de postguerra. En cuanto a Europa, su economía ha sido perjudicada, su poder industrial se verá afectado por los altos costos energéticos y seguirá disminuyendo su peso a escala global. En síntesis, Ucrania y la propia Europa resultan las más perjudicadas de esta confrontación. La angloesfera ha dado un paso más en el sometimiento de Europa y ello debido a la falta de decisión de los propios líderes europeos.

Como se ha mencionado, el aceleramiento de los efectos indeseados tampoco favorecerá a la angloesfera, pero como todo imperio arrastrará al resto del mundo en su descenso.

Mientras tanto, Ucrania, como Yugoslavia o Afganistán en su momento, ha servido para que la OTAN continúe justificando su existencia.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director ejecutivo de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia de la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata.

Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

Embajador Académico de la Fundación Internacionalista de Bolivia (FIB).

Investigador Senior del IGADI, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, Pontevedra, España.

 

Referencias

[1] A respecto ver: Marcelo Javier de los Reyes. «Visiones geopolíticas contrapuestas: un siglo de pérdida de iniciativa europea» (Primera parte). Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG), 18/11/2020,  https://saeeg.org/index.php/2020/11/18/visiones-geopoliticas-contrapuestas-un-siglo-de-perdida-de-iniciativa-europea-primera-parte/.

[2] A respecto ver: Marcelo Javier de los Reyes. «Visiones geopolíticas contrapuestas: un siglo de pérdida de iniciativa europea» (Segunda parte). Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG), 19/11/2020, https://saeeg.org/index.php/2020/11/19/visiones-geopoliticas-contrapuestas-un-siglo-de-perdida-de-iniciativa-europea-segunda-parte/.

[3]  Marcelo Javier de los Reyes. «2023: Escenarios regionales, escenario global. Repercusiones de los mismos en Argentina». Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG), 30/03/2023, https://saeeg.org/index.php/2023/03/30/2023-escenarios-regionales-escenario-global-repersuciones-de-los-mismos-en-argentina/.

[4] Klaus Wiegrefe. „Neuer Aktenfund von 1991 stützt russischen Vorwurf”. Der Spiegel, 18/02/2022, https://www.spiegel.de/ausland/nato-osterweiterung-aktenfund-stuetzt-russische-version-a-1613d467-bd72-4f02-8e16-2cd6d3285295.

[5] Henry Samuel and Dominic Nicholls. «Emmanuel Macron left isolated as Nato allies dismiss his claim organisation is ‘brain dead’». The Telegraph, 28/11/2019, https://www.telegraph.co.uk/news/2019/11/28/emmanuel-macron-defends-nato-brain-death-claims-wake-call-alliance/.

[6] Miguel Moreno Mendieta. «BlackRock asesorará gratis a Ucrania para atraer fondos para la reconstrucción». Cinco Días, 19/09/2022,  https://cincodias.elpais.com/cincodias/2022/09/19/fondos_y_planes/1663580842_631559.html.

[7] Burak Bir.  «La Conferencia de Recuperación de Ucrania inició en Londres». Agencia Anadolu, 21/06/2023, https://www.aa.com.tr/es/mundo/la-conferencia-de-recuperaci%C3%B3n-de-ucrania-inici%C3%B3-en-londres/2927575.

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LA ÚLTIMA VICTORIA DE OCCIDENTE: LA LEGITIMIDAD ESTRATÉGICA DE LA OTAN

Alberto Hutschenreuter*

Imagen: daniel_diaz_bardillo en Pixabay.

 

El 24 de febrero de 2022, el día que Rusia lanzó su «Operación Militar Especial» sobre Ucrania, la OTAN completó su legitimidad estratégica, es decir, quedó justificada su pervivencia más allá del final del reto que impulsó su nacimiento en 1949.

En buena medida, su prolongación no sólo una vez terminada la contienda bipolar, sino desaparecida la misma Unión Soviética, implicaba una anomalía estratégica: no existe en la historia un solo caso de una liga o alianza político-militar que, terminada la causa que hiciera posible su creación, continuara su existencia. La OTAN ni siquiera se reinventó, pues continuó con la misma denominación y, a juzgar por su marcha o movimiento hacia el este, con el mismo viejo propósito pos-1945: contener y vigilar a la «nueva» Rusia.

Su ampliación a los países de Europa central, a los denominados «huérfanos estratégicos», Polonia, República Checa y Hungría, y más tarde a los países del Báltico, Rumania, Bulgaria, Albania, Eslovenia, Eslovaquia y Macedonia del Norte, y recientemente a Finlandia, confirmó el cambio de orientación militar que realizó la Alianza en los años ochenta cuando consideró que podía llevar adelante una ofensiva en el teatro del Pacto de Varsovia, su rival, y lograr allí la decisión. Es decir, el incremento de capacidades a partir de la denominada revolución en los Asuntos Militares (RAM) la habilitó hace tiempo pasar de la condición defensiva a una condición de ataque.

La cuestión relativa con la continuidad de la OTAN más allá del final de la Guerra Fría siempre ha motivado preguntas, particularmente en relación con su ampliación, una decisión que se habría tomado incumpliendo «pactos de caballeros» entre Estados Unidos y la URSS hacia fines de los ochenta. Según la especialista Mary E. Sarotte, hubo por entonces hombres, por ejemplo, el ministro de Exteriores germano Hans Dietrich-Genscher, que pensaron la seguridad en términos de algún concepto común pos-alianzas. Pero Estados Unidos se oponía a la desaparición de la OTAN.

Entonces ocurrió la primera ampliación de la Alianza: el 3 de octubre de 1990 se reunificó Alemania, implicando ello que la OTAN se expandiera al este de Alemania, más allá de la que fuera la principal línea divisoria de la Guerra Fría. Por tanto, no sólo no desaparecía la OTAN, sino que se extendía sin ningún tipo de negociación con Moscú, ni siquiera, como sostiene la citada experta, en relación con las armas nucleares estacionadas en Alemania Occidental.

Estados Unidos jamás dejó de enfocar a Rusia como un eventual gran poder euroasiático que volviera a desafiarlo. Entre la inercia de la desconfianza del pasado reciente y la necesidad de contar con un nuevo enemigo, la OTAN fue considerada no sólo como el emblema de la victoria, sino como el instrumento de reaseguro estratégico y de unidad atlanto-occidental.

Aunque se crearon instancias estratégicas entre Occidente y Rusia para mantener algo así como una convivencia entre ambos basada en la consulta frente a situaciones de crisis, las mismas acabaron teniendo una existencia formal: de hecho, cuando ocurrió lo de Kosovo jamás hubo consulta estratégica alguna. Occidente había ganado la contienda y consideraba que esa victoria otorgaba derechos. Y nunca dejó de ejercer o rentabilizar esos derechos, al punto que en ningún momento reparó en alcanzar equilibrio u orden geopolítico en Europa.

De modo que el código geopolítico ruso, es decir, eso que Stephen Kotkin denominó «geopolítica perpetua» de Rusia, fue la amenaza que legitimó la existencia y la expansión de la OTAN. Nunca hubo otra razón que Rusia. Incluso el despliegue del escudo antimisiles de la OTAN fue establecido considerando el reto de las armas rusas, si bien siempre se sostuvo que estaba pensado para neutralizar eventuales ataques provenientes de «Estados-armas» como Corea del Norte e Irán.

La adopción de una política exterior más afirmativa por parte de Rusia, particularmente tras los sucesos internos en Ucrania que determinaron la anexión de Crimea por parte de aquella, fue el epítome para que Occidente, sin ambages, considerara a Rusia como la principal amenaza a la seguridad europea. En la silenciosa guerra que tuvo lugar en el este de Ucrania entre las fuerzas regulares de este país y la insurgencia filo-rusa del este tras la anexión de Crimea, confrontación que fue la antesala de lo que ocurriría a partir de febrero de 2022, militares de la OTAN entrenaron a las fuerzas ucranianas.

Años antes, en 2008, en la cumbre de la OTAN en Bucarest, se aprobó una declaración relativa con el futuro ingreso de Georgia y Ucrania a la Alianza. Con ello quedaba claro que el propósito de la OTAN era contener a Rusia en sus mismas fronteras, un enfoque de pos-contención que no dejaba margen alguno para la existencia de aquello que la OTAN siempre sostuvo defender: la seguridad indivisible, pues una OTAN en las adyacencias del frente norte, centro y sur ruso suponía que todas las ganancias las conservaba la OTAN en detrimento de la seguridad de Rusia.

La invasión rusa el 24 de febrero de 2022 fue el acontecimiento que selló la justificación de la continuidad de la OTAN tras el final de la Guerra Fría treinta años antes. En clave de política de poder, fue el hecho que fungió funcional no solo para la legitimación de la OTAN, sino para señalar a Rusia como el principal problema para la seguridad regional y continental. A partir de entonces, la Alianza no necesitaría ninguna excusa para adoptar medidas que afectaran el poder territorial ruso.

Sin embargo, el punto muerto en que se halla la guerra está provocando divisiones en la Alianza entre aquellos partidarios de dar el paso final, es decir, otorgar a Ucrania la membresía, y aquellos que consideran que ello sería la peor de las decisiones.

Los primeros recurren al modelo Alemania, es decir, así como se sumó Alemania Occidental a la Alianza en 1955, se podría sumar la parte de la Ucrania soberana, es decir, la parte no ocupada por Rusia, a la Alianza; los segundos consideran que no hay que tomar ninguna medida hasta que cese la guerra, pues un eventual ingreso de Ucrania a la OTAN significaría la guerra directa entre Occidente y Rusia.

Considerando lo delicado del tema y que en la OTAN las decisiones implican la unanimidad de los miembros, es prácticamente imposible pensar que en la reunión de la Alianza en Lituania se adoptará alguna medida. Lo que probablemente sucederá, siempre en esta cuestión, será continuar con el incremento de capacidades en el frente oriental, pues, más allá del desenlace que tenga la guerra, la línea que se extiende desde el norte de Finlandia hasta Turquía será por mucho tiempo una de las zonas de mayor tensión y acumulación militar del mundo.

La OTAN ha justificado su existencia y ello ha significado una suerte de extensión de la victoria de Occidente en la Guerra Fría. Pero ello no ha resultado en un orden geopolítico en Europa del este y, por tanto, en toda Europa. Por el contrario, no solo no se alcanzó orden alguno, sino que hay guerra. Y no sabemos qué escenarios podrían ocurrir.

Cuánta razón tenía el prusiano Carl von Clausewitz cuando advertía que nunca hay que ir más allá de la victoria.

 

* Alberto Hutschenreuter es miembro de la SAEEG. Su último libro, recientemente publicado, se titula El descenso de la política mundial en el siglo XXI. Cápsulas estratégicas y geopolíticas para sobrellevar la incertidumbre, Almaluz, CABA, 2023.

 

Artículo publicado el 11/07/2023 en Abordajes, http://abordajes.blogspot.com/

 

EL MUNDO ZOZOBRA

F. Javier Blasco*

A lo largo del último siglo hemos mantenido la teoría de que había cosas de cierta relevancia que, impertérritamente, mantenían un estatu quo, una alta posición en la escala de valores y que gozaban de una, llamémosle credibilidad o férreas credenciales a prueba de toda duda o cuestión.

Sin embargo, en los últimos meses, parece que el mundo zozobra y se desmorona; todo aquello que parecía inamovible o muy serio, resulta no serlo tanto; incluso, más bien dinámico porque el mundo político y sus próceres, al parecer, y sin movérseles un pelo, cambian de postura u ‘opinión o posición’ con inusitada frecuencia y tremenda facilidad.

Así, vemos que la política exterior de EEUU y el mantenimiento de sus “Férreas alianzas” han cambiado radicalmente en muy pocos años. Aquellos que se sentían protegidos por el manto paternalista y bélico de los norteamericanos han podido comprobar que, de la noche a la mañana, han sido abandonados por ellos, a pesar de haber tejido grandes lazos y relaciones no solo a base de servicios abiertos y tangibles, sino también de espionaje o de cuestionable compromiso; me refiero a kurdos, sirios y afganos, entre otros.

Los nuevos objetivos y visones geoestratégicas del Tío Sam, han dejado cerrado vilmente la puerta y para siempre a inmensos territorios, dejando a millones de personas deambulando a su mulana suerte de la noche a la mañana. Razones por las que grandes continentes o partes importantes de ellos, de repente, se han visto desprotegidas dado que ahora ya no son importantes a los ojos del interés yanki que apuntan a otros derroteros.

Todos conocemos el creciente papel e influencia internacional de China en aspectos políticos, económicos y sociales y sus encontronazos en varios frentes y campos con EEUU. Pero nadie se esperaba que, hace unos días, Biden enviara a su secretario de Estado, Antony Blinken a hacerle el rendez vous a Xi Jing Pin como prueba de buenas intenciones y de paz con el mayor rango de las vistas recientemente y, a las pocas horas de que aquel abandonara China, Biden llamara a XI de todo, menos bonito.

El reciente accidente por implosión de un batiscafo en aguas próximas al lugar donde reposa el pecio del Titanic ha puesto de manifiesto que ya ni siquiera las grandes fortunas, aunque paguen desorbitados importes por unos caprichosos y excéntricos billetes de viaje, están exentos de sufrir accidentes letales cuando tratan de subir a la atmosfera o bajar a grandes profundidades de los mares. Nada es seguro al ciento por ciento, ni para los caprichosos y privilegiados magnates.

Hemos podido comprobar que nuestro presidente, ese que habla de la situación económica española, a la que califica de “ir como una moto”, no solo nos miente como un bellaco, sino que, además, se permite el lujo de hacernos creer que los patéticos volantazos en su orientación y agenda económica y política en los últimos años, no son más que el fruto de unos profundos y muy personales “cambios de opinión” sobre la importancia de las cosas, las personas y sus políticas.

Llevamos casi un siglo pensando que Rusia por si sola, aunque con ciertas dificultades, era capaz de mantener al mundo en jaque, no tenía pegas para amenazar a países vecinos y no tanto, e incluso, a organizaciones internacionales de cierta importancia como la propia OTAN y mantener un fuerte pulso con la Comunidad Internacional (CI) al permitirse el lujo de invadir Ucrania y mantener una política de desgaste durante muchos meses en una guerra que, inicialmente, muchos entendemos, como injusta y desproporcionada.

Pero de pronto, ha tomado un excesivo protagonismo su principal fuerza de choque, por la crueldad y mortal efectividad de sus combatientes, el Grupo Wagner, —un instrumento creado por la inteligencia rusa para realizar los “trabajos” que sus fuerzas armadas no pueden o no deben hacer, que actúa como una compañía privada y por tanto, es libre de actuar donde lo considera oportuno, y por ello los hemos visto intervenir en el origen de la crisis del Donbás desde 2014, en Siria y en varios estados del Sahel—. Un grupo de unos 25.000 combatientes, compuesto mayoritariamente por mercenarios asesinos de origen checheno que, contra todo canon, ha sido capaz de poner peligro a toda una Rusia, a pesar de estar dotada de ingente armamento nuclear y contar con un Ejercito considerado como uno de los importantes en el mundo.

Los mercenarios han avanzado por Rusia, como si fuera una excursión de colegiales, sin resistencia alguna hasta pocas centenas de kilómetros de la capital, Moscú. Han sembrado el miedo o el pánico entre la clase política, la cúpula militar y todas esas mafias de asesinos y libertinos que son los que realmente gobiernan en la Federación Rusa.

Acciones que han demostrado que la retaguardia rusa en territorio propio es muy débil o inexistente, que la capacidad de reacción, mando y control de sus fuerzas armadas es poca o nula y que una vez más, tal como hemos podido ver a lo largo de la historia, los mercenarios se revuelven contra su ‘señor’ si este no les toma en serio, no les paga adecuada o tal como estos le exigen o no les surte de los prometidos medios necesarios para el cumplimiento de su tarea. Actuación, que desenmascara otro gran mito, la posibilidad, ahora cada vez más incierta de que Rusia podría invadir Europa y más allá, a nada que se lo propusiera,

Sólo la intervención de Bielorrusia y su pelele presidente y de otras manos o potencias ocultas y un ramillete de promesas que aun esta por desgranar en su totalidad, han logrado dar un cambio a la situación que se planteaba catastrófica para Putin y le han salvado a punto de que sonara la campana. El pelele, salvando al tirano prepotente.

Porque, a fuer de ser sinceros, diremos que los movimientos de la CI para parar e incluso evaluar el mencionado golpe en ciernes no han servido de nada, y han demostrado una vez más su incapacidad e inoperatividad ante conflictos políticos o armados de cierta entidad.

Por cierto, unos movimientos internacionales serios y de urgencia, a los que España y su presidente no han sido invitados ni siquiera como espectador sin voz ni voto en la misma sala o videoconferencia, a pesar de que en cuestión de días vamos a ocupar la presidencia rotatoria de la UE; por lo que se ha desmoronado otro de los grandes castillos de arena basados en el aire o el humo por la trama propagandística del ínclito Sánchez que pretende seguir vendiendo que es el perejil de todas las salsas, sin serlo ni por asomo.

Tras las recientes elecciones locales y regionales en España, hemos podido apreciar que también ha sucumbido otro de los grandes ideales creados por los unos y los otros, como es la fuerza real e intenciones de la mal llamada “derecha política” en España. Muchos de los medios de comunicación, la mayoría de los tertulianos en las soporíferas tertulias políticas locales, regionales o a nivel nacional, daban por hecho que los acuerdos entre el PP y Vox eran algo sencillo de lograr; pero hemos visto, que no solo no es fácil, sino que puede llegar a ser hasta perjudicial si no se hubiera cedido, aunque tarde y mal la parte mas fuerte y a la vez la más necesitada de apoyos.

Solo unos pocos, llevamos años mostrando públicamente la poca confianza en este y otros partidos similares, ya desaparecidos.  Vox insiste en el mismo error que aquellos a pesar de que es cada vez menos influyente porque mengua constantemente y porque por sus alocadas o desorbitadas políticas y teorías nunca los llevarán a desbancar al PP.

Un partido aquel que pretende que se supervaloren sus escasos apoyos dadas sus ansias de poder, aparentar y pisar moqueta; acciones o defectos, que empañan el hecho de que los repartos de sillones —al parecer lo único importante para ellos— no se hagan de manera proporcionada o equitativa respectivamente.

Los absurdos choques ya producidos y los que inevitablemente se producirán a corto y medio plazo entre ambos partidos; así como la excesiva y engolada manera de ver el éxito en algunos que aún no lo han lanzado plenamente en ninguna parte ni hay visos en el horizonte cercano, vuelven a demostrar que la selección del personal político y principalmente, de los cabezas de serie a nivel trascendental, debe ser un acto mucho más reposado y serio, del que, al parecer, se viene observando en todos los partidos.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.