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SCRAMBLED EGGS

F. Javier Blasco*

Expresión inglesa para denominar lo que en España llamamos huevos revueltos o revuelto de huevos que, a diferencia de una corriente tortilla, conocida en nuestras cocinas como francesa, en la que las partes del huevo se unifican previamente antes de ser cocinadas en la sartén, en este caso, se hace sobre la marcha en un recipiente caliente, sin llegar a ser una pasta unida y fina, sino rugosa, nada compacta, fácil de romperse y en donde se aprecian las partes del huevo bien diferenciadas.

Valga este símil para definir la situación en la que ahora nos encontramos, de forma demasiado generalizada en los aspectos político, económico, social, religioso y también, en las propias relaciones internacionales.

La vida y sus consecuencias en la mayor parte del mundo y en España con alta nota, se han convertido en un totum revolutum donde nada ni casi nadie, cumple con su papel. Se ha dado un vuelco a todo, no hay un gobierno, legislación, estamento, organización internacional, alianza o tratado que cumpla con su deber limpia y concretamente.

Ya son muchos los primeros ministros o presidentes de los gobiernos que incumplen la Ley con toda impunidad; algunos juegan al escondite con sus electorados y otros solo buscan perpetuarse a costa de cualquier mal trato o incluso traicionar al Estado al que representan, a sus ciudadanos o a sus tradiciones.

La arbitrariedad de las acciones de los dictadores o aspirantes a ello, es tan clara y patente, que cada vez va tomando un mayor cariz hacia la perversidad, porque la debilidad de la mal llamada Comunidad Internacional, es cada día mayor por la incompetencia de los mandatarios, la debilidad de las instituciones internacionales o el miedo a meterse en problemas mayores que le puedan acarrear graves consecuencias.

Hemos llegado al cambio y momento en el que se ha hecho una gran realidad aquella famosa expresión “Laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même”; «Dejen hacer y dejen pasar, el mundo va solo o por sí mismo», usada por primera vez por el francés Vincent de Gournay, fisiócrata del siglo XVIII, contra el intervencionismo del gobierno en la economía. Pero, en esta ocasión hemos trasladado la teoría y el mensaje a toda actividad interna o externa.

Es como si nada cumpliera su papel, todo está mezclado, nada es compacto y homogéneo. Al contrario, es amorfo, débil y demasiado frágil por lo que en cualquier momento o al menor vaivén, se puede romper en muchos pedazos.

Hace algo más de un año que fuimos testigos de la toma de la cuna de la democracia norteamericana por una turba azuzada por el propio presidente saliente, sin que de momento pase nada, salvo a unas cuantas cabezas de turco, que firmemente le creyeron y se han quedado con la brocha en la mano, mientras les quitaban la escalera en la que alegremente se habían subido por su fanatismo y pocas entendederas.     

Llevamos dos años de pandemia con millones de muertos, los hospitales desbordados y aún quedan cientos de miles, por no decir millones de negacionistas, que con sus teorías tratan de revolverlo todo, parar la economía y llegar a tumbar los pilares más sólidos de la salud mundial, a nada que aumente su poder y se generalice más su presencia.

La economía da unos vaivenes increíbles que arrastran a millones de personas al paro, se cierran miles de empresas cada hora y desaparecen negocios e ilusiones forjados con espíritu y esfuerzo que nunca se volverá a recuperar por mucha ayuda que intentemos insuflar.

Tenemos a gobiernos de manipuladas y tan irreconocibles izquierdas, que negocian y se apoyan con y en los principales enemigos de sus estados, con auténticos asesinos, y reprochan a la oposición que se agrupen para hacerles frente, denunciando la paja en el ojo ajeno y obviando la viga en el propio. 

Las encuestas demoscópicas han perdido todo su valor o se fabrican exprofeso para engañar al incauto, captar al indeciso, comprar voluntades o son tan imprecisas, que no aciertan en sus predicciones; y ahora, tras el fiasco en Portugal, hasta las cambian a los pocos días de celebrarse los comicios, por aquello de asustar al votante o acertar siempre, pase lo que pase en la jornada electoral.

En varias partes del mundo, y en España particularmente, gran parte de los tribunales de Justicia o elementos para el arbitrio de los valores y principios, casi toda la Abogacía del Estado y sin paliativos, la misma fiscalía general andan despistadas, anuladas, compradas o totalmente desnortadas.

Casi todo en ellos, es un trágala indecente, una forma de mirar para otro lado, dejar que pase el chaparrón y no darse por enterado cuando el propio gobierno les pone a parir, no acepta sus decisiones o cambia las leyes para que todo lo que antes era blanco, ahora sea negro para alcanzar un sucio objetivo sin miramientos ni preocupación.   

No hay tiempo para el reproche de la corrupción, cada día más generalizada, que campa a sus aires y nadie la para. Solo persisten aquellos que otrora eran y siguen siendo grandes escándalos sonados e incluso causa o motivo para fundamentar una falsa moción de censura; pero, ahora los nuevos casos, cómo los protagonistas son del otro bando, no suponen la menor crítica ni inquietud en la ciudadanía ni en la mayoría de los medios de comunicación.

Se ofende y se ataca a la Iglesia como si fuera la única responsable de pederastia, abusos de todo tipo o acaparamiento de propiedades y poder; cuando, si bien tiene su gran parte de culpa y ha vivido siglos demasiado bien, no es la única institución que merece un castigo y cierto tipo de revisión por su mala gestión al ocultar determinadas crisis sin parangón.

Hoy en el mundo cualquiera hace demostraciones de fuerza, amenaza al vecino con invadirle o se ríe de la comunidad mundial, sin que le pase nada. La ONU no es ni sombra de lo que fue, un mastodóntico instrumento en manos de un podrido e inoperante CSNU con un inventado derecho de veto para los siete mayores truhanes de la historia.

La OTAN se ha convertido en un club de perros ladradores, que amenazan, amagan, pero que nunca muerden y dispuestos a sacar la bandera blanca a la menor amenaza, porque no tiene capacidades ni voluntad propias y está en manos de los que buscan solventar sus propios problemas e intereses, que cada vez más frecuentemente, están muy lejos de los confines o las ideas de la misma Alianza.

La UE en la arena internacional, ni está ni se le espera; porque no tiene entidad militar suficiente, no hay un líder adecuado o capaz de manejar este cotarro y sólo demuestra algo de valía para cuestiones económicas, aunque a veces se ejecuten sin el debido control y concierto.

Los sátrapas y tiranos del mundo proliferan como las setas; lanzan misiles cada semana; aumentan sus armas nucleares; amenazan al mundo o, la nueva moda; cambian la historia, ofenden al que de siempre era su amigo del alma y ahora, tras más de doscientos años de independencia, le acusan de tirano, explotador y asesino de su propia cultura; cuando, de no haber sido por aquellos, muchos de estos que ahora despotrican, seguirían con taparrabos y comiéndose unos a otros, tal y como siempre fue su historia.

Hay iluminados y fantasiosos que, en busca de popularidad, no dudan en llevar a su país a la bancarrota, le sacan de la UE, le llevan al caos y a la pobreza y además de reírse de sus ciudadanos por tamaña vileza, incumplen sus obligaciones personales en mitad de la pandemia y no les pasa nada más que un simple mal trago, que pronto se pasará como ocurre con todo en este mundo desnortado y dirigido por pequeños cerebros, por incapaces o terroríficos malvados en busca de grandeza.

En fin, el mundo está revuelto, muy revuelto y lo malo de todo esto es que cada día hay más hambre, más diferencias entre la gente y son los bolsillos de los ciudadanos los que pagan estas “grandes proezas” y sus consecuencias, pero, como si fuéramos borregos, ninguno es capaz de poner sus pies en pared y salir a la calle a decir basta ya, esto es un atraco y una gran torpeza.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

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EL RETO

F. Javier Blasco Robledo*

A la vista de las alarmantes noticias, los titulares y el nerviosismo que impera a nivel político en las cancillerías de gran parte del mundo, parece que estamos al borde de empezar la III Guerra Mundial, cuando en realidad no creo que de ninguna manera eso se pueda dar.

Llevamos años observando la arena internacional y a los muchos gallos que pretenden gobernar el único gallinero que hay en el mundo, porque hoy en día, debido a la rápida expansión de las cosas, la globalización y el que todo se nos queda corto o estrecho, ya nadie se contenta con su Imperio por grande o fructífero que éste pueda llegar a ser o alcanzar.

Hace tiempo, demasiado quizás, que China, Corea del Norte, Rusia, Irán compiten, cada uno a su manera y según sus capacidades armamentísticas, políticas o económicas en tratar de desplazar al Tío Sam de su posición de líder mundial.

EEUU, a pesar de que desde la última década o algo más, rehúye de los conflictos, no los reducen e incluso, podíamos decir, que los aumentan en entidad, capacidad de molestar y en el grado de riesgo en el que incurren si los abandonan, dejan enquistar o pretenden que no se expandan aún más de lo que ya lo están.

El Nobel de la Paz Obama pasó por el mundo dando discursos sonados y esquivando todo compromiso e implicación bélica seria para acogotar, de una vez por todas, a quien le quiso estornudar.

Su seguidor, el bocazas Trump empastró el ambiente internacional amagando, pero no dando nunca jamás. Sembró la semilla de las vergonzosas retiradas de Oriente Medio y Afganistán y mostró de nuevo el verdadero valor que tiene la palabra de Washington a quien les jura fidelidad y les creen de verdad.

Biden, el anciano caduco, débil física —por mucha carrerilla que haga frente al público cuando se dirige a un estrado o a la escalerilla del avión— y hasta puede que mentalmente, ha tenido que completar las chapuzas inacabadas de su antecesor con ambas retiradas más que vergonzosas y totalmente impropias de la primera potencia mundial y ahora se encuentra empeñado en lanzar su mirada y esfuerzos hacia el mar de China para frenar la expansión de dicho país sobre el mismo y en mantener cierto ojo sobre el Ártico, sin descuidar la guerra de las galaxias o del más allá.

Mucho tomate para tan poco huevo como diría el clásico, máxime cuando está más que demostrado que empeñarse en combatir seriamente en más de un frente, histórica y realmente, a la larga, nunca ha sido muy beneficioso para el que se ha empeñado o visto forzado a luchar.

Biden está sufriendo grandes y graves reveses internos y personales, por lo que debe andarse con pies de plomo si no quiere terminar como el rosario de la aurora y pasándole los trastos anticipadamente a Kamala Harris. Un traspiés gordo en la arena internacional, sería fatal para sus intereses personales. Sabe bien que la otrora orgullosa población norteamericana, ya no se traga tan a ciegas el ir repartiendo o imponiendo democracia por el mundo al precio y coste que sea.

En definitiva, el todavía líder mundial, se encuentra en situación de franca debilidad y no es casualidad que todos los gallitos mencionados anteriormente, lleven tiempo armando mucho ruido, solos o a la par.

Corea del Norte, lanzando misiles a diario para demostrar que está ahí, que mejora sus capacidades y para avisar a todo el que quiera meterse con ellos de que, ese asunto, le puede ir mal.

Irán, con su nuevo gobierno, gobernando un país empobrecido, lleno de drogadictos y resistencias internas, pero demostrando bemoles ante el mundo en general y EEUU en particular; porque sigue sin apearse de su programa nuclear, por mucho que los perros ladren tras él y las trompetas de Jericó anuncien la caída de sus murallas.

China, sigue con su expansionismo por el Mar de China, el continente africano y Suramérica, sin olvidarse para nada del espacio y el Ártico por si puede pescar algo allí también. Amenaza a Hong Kong y a todo aquel que ose invadir lo que considera su espacio aéreo o marítimo, sin miramientos ni consideración y por toda respuesta está el no rechistar.

Y solo faltaba el último ingrediente a este cocido, la Rusia de Putin, un país que lleva su cruz particular, que resuelve todo problema interno por la fuerza, que domina junto a China el mundo de la amenaza cibernética. Manejada por un dictador que pretende eternizarse en el poder a cualquier precio y que debe hacer un poco de ruido y/o mover alguna ficha en un tablero, que lleva mucho tiempo congelado y recibiendo veladas amenazas de EEUU y la OTAN por su flanco sur y oeste a la par.

Putin, poco a poco aumenta su expansión en territorios americanos y comparte muchos intereses con China en África, le dio un gran zarpazo a Ucrania en 2014 y consiguió que nadie moviera un dedo de verdad por aquella vergonzosa y flagrante invasión y anexión territorial.

Cada uno de los anteriores, ha lanzado su reto a Biden. Pero, Putin ha querido ir un poco más lejos que los demás; sabe que si mueve el cajón de los ratones y saca a pasear sus viejos medios acorazados y mecanizados, la gente se echa a temblar y muchos débiles muestran enseguida su poca fortaleza y casi ruindad.

La UE de la que es mejor no hablar en estos temas, con Borrell a la cabeza, no está ni se la espera, por mucho que sus mandatarios frunzan el ceño y digan lo que digan sobre el papel que debe desempeñar la Unión, aunque en estos temas, solo sea un convidado de piedra.

El recién estrenado canciller alemán y el decreciente presidente francés, rápidamente han sacado la bandera blanca y, sin mediar palabra, están dispuestos a negociar lo que sea sin más. A Sánchez ni le han llamado porque, tras quedarse en un rincón calladito y sonriendo, solo hará más que sacar pecho y molestar.

La OTAN juega al sí, pero no; moviendo buques y aviones de aquí para allá, porque Ucrania no es miembro de la alianza y por tanto no hay que defenderlo si fuera atacado externamente y, además, porque precisamente para no enfadar a Rusia, lleva años posponiendo la adhesión de este país en modo y forma que se está haciendo patética y demencial.

Solo el juerguista del primer ministro británico ha sacado los pies del tiesto porque sabe que tras tanta juerga durante la pandemia, su culo peligra y si se entra en conflicto, su expulsión hasta se podría llegar a olvidar.

Firmemente, no creo que vaya a suceder nada, salvo lo que ya se palpa claramente: un destrozo más en la economía; que la energía suba un peldaño más; que Putin tenga garantías de que va a vender más; no le van a molestar más con sus ductos; sea considerado como un “hombre de paz” y de una vez por todas, le dejemos de molestar con su forma de manejar la CEI, la adhesión de Crimea y de algunos territorios más.

Ucrania, se quedará, de nuevo sola, llamando a la puerta de la OTAN y de la UE. Habremos montado el pollo, desviado la atención sobre la crisis económica y financiera que se nos viene encima, aunque la hayamos ayudado a hundirla un poco más; concederemos a Putin casi todo lo que pida y algunos partidos volverán a sacar sus consignas caducas y fuera de tono para contentar a su parroquia, que está un poco harta ya.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

©2022-saeeg®

 

EL JUEGO DE PODER DE LAS GRANDES POTENCIAS EN EL CONFLICTO ARMENIO-AZERÍ

Cristian Beltrán*

Monasterio de Geghard, Kotayk, Armenia (siglo IV), según la tradición fundado por San Gregorio (el Iluminador).

Enero de 2020. Eran las 20:30 cuando el tren Tbilisi-Bakú se puso en marcha, de forma lenta y cansina. A través de la única ventana que tenía el camarote, observé los últimos vestigios de Tbilisi, capital de Georgia, país que aspira desde hace una década, a pertenecer al exclusivo club de la Unión Europea. Mientras el tren travesaba los arrabales de la vieja capital, nos sumergimos en un laberinto de viejos edificios de monoblocks seguido de casas bajas y viejas fábricas de cuyas chimeneas emanaba un humo oscuro y pesado. La frontera no estaba muy lejos, por lo que antes de medianoche llegué al último puesto fronterizo de Georgia antes de entrar a Azerbaiyán.

Atravesamos los escarpados montes georgianos donde apenas se podía ver el escenario, cada tanto, algún conjunto de luces me anunciaba la existencia de una aldea de pastores. Me dirigía hacia el sur del Cáucaso, hacia las costas del mar Caspio al este y que divide Asia Central con la última frontera de Europa, al norte, Rusia, al oeste Turquía y Armenia. El mar Caspio y los campos petrolíferos de Bakú, defendidos por el ejército soviético, fueron la obsesión de Hitler en la Segunda Guerra Mundial, en 1941, cuando las tropas alemanas atacaron territorio ruso; hacia allá me dirigía. Rustavi era la última ciudad en importancia de Georgia. Una hora después de haber salido de la estación de Tbilisi el tren arribó a la frontera con Azerbaiyán. El puesto fronterizo azerbaiyano era una vieja casa de ladrillos iluminada por faroles viejos, la bandera nacional ondeaba suavemente sobre la plataforma, debajo de un alero; un perro negro bostezaba mientras se acomodaba sobre una vieja colcha, a su lado, dos policías fronterizos, jóvenes, fumaban mientras se movían para mitigar el frío de la noche caucásica.

El tren se detuvo cuando dos policías fronterizos lo abordaron, mi camarote estaba ubicado en el vagón número 5 por lo que los policías tardaron unos pocos minutos en llegar. Mientras observaba la inmensidad de la noche, la azafata, una mujer de unos 50 años, rubia y baja, golpeó la puerta.

“Passport, Passport!!!” – me indicó mientras se apresuraba a golpear los otros camarotes.

Prepare nuestros papeles y en menos de 5 minutos un policía con gesto parco y cara de pocos amigos me pidió los papeles.

“¿Estuvo en Armenia, de allá?”- preguntó secamente mientras revisaba mi pasaporte.

“¿Tiene alojamiento, cuantos días se queda?”-. Volvió a preguntar mientras le mostraba la documentación que probaba que tenía adonde quedarme. El breve diálogo entre el guardia y yo marcaba la situación que se estaba viviendo en el Cáucaso sur desde hacía un tiempo; en la región la paz es frágil, sólo basta una chispa para encender el polvorín, cosa que sucedería en los meses subsiguientes a mi llegada.

La enemistad entre armenios y azeríes, como se denomina al pueblo de Azerbaiyán, tiene raíces profundas, no obstante haber estado ambos dentro de ese Estado multinacional que fue la Unión Soviética, durante gran parte del siglo XX. Hubo paz al amparo del poder soviético que no toleraría ningún enfrentamiento en sus fronteras del sur. La histórica región del Cáucaso ha sido objeto por décadas de interés geopolítico para rusos y turcos. Con la caída de los imperios al final de la Primera Guerra Mundial, las repúblicas de Georgia, Armenia y Azerbaiyán se pensaron independientes. Pero el manto de la recién creada Unión Soviética los cobijó represivamente con el guiño de la nueva nación de Turquía. En 1921, un líder soviético tomó una decisión que desafió la historia: cederle Nagorno-Karabaj, a la entonces República Soviética de Azerbaiyán[1].

Este verdadero caldero siempre en ebullición se mantuvo calmo por setenta años, hasta que la caída de la URSS abrió la caja de pandora, los armenios se apropiaron rápidamente de un territorio que consideran suyo, Nagorno-Karabaj, dentro de los límites de Azerbaiyán, desatando una guerra que terminó con la victoria de Armenia y la ocupación de una porción occidental de territorio azerbaiyano[2].

Llegué a Bakú al amanecer, la producción petrolera transformó a la ciudad en lo que se conoce como la “Dubai del Cáucaso”, la guerra me estaría pisando los talones.

Dejé Bakú para trasladarme a Ereván, la capital de Armenia, el primer reino cristiano de la historia, a través de la frontera con Georgia, desde Azerbaiyán a Armenia el paso fronterizo está cerrado. Llegué a Ereván a las 5 de la tarde, casi en el ocaso del día, la nieve se desparramaba a cada lado de las calles, sobre la avenida principal; fui testigo de un desfile en la que participaban veteranos de la guerra contra Azerbaiyán en los años ‘90, las banderas armenias ondeaban en los mástiles y en las columnas de las farolas que iluminaban el centro de la ciudad. Permanecí en esta antigua república del Cáucaso algunos días, pero no percibí ningún aire beligerante en comparación con lo que había visto en Azerbaiyán para comienzos de 2020. Gracias a la exportación de petróleo, el gobierno azerbaiyano rearmó el ejército a gran escala.

Esta breve reseña de viaje pretende servir de preludio a lo que sucedería finalmente pocos meses después de mi viaje por tierras caucásicas. A fines de 2020, desde el 27 de setiembre al 10 de noviembre, el Cáucaso sur se sacudió nuevamente cuando tropas azerbaiyanas y armenias se enfrentaron en el enclave de Nagorno-Karabaj en la llamada “Segunda Guerra de Nagorno-Karabaj”. El resultado del breve enfrentamiento se zanjó a favor del ejército azerbaiyano, superior en armas y tecnología que recuperó gran parte de Nagorno-Karabaj a expensas de la población civil armenia, pero más allá del histórico enfrentamiento entre armenios y azeríes el factor determinante esta vez fue la intervención de las potencias vecinas, Turquía y Rusia, tradicionalmente aliados a uno u otro bando[3].

La intervención de Moscú y Ankara propició un alto al fuego sobre la derrota militar armenia a manos de las fuerzas azeríes. La firma del acuerdo, a instancias de Rusia, fue un claro triunfo para Azerbaiyán que recupera gran parte del territorio del Karabaj y una derrota humillante para Armenia, al mismo tiempo que realza la influencia turca en su frontera oriental como antiguo aliado de Bakú. Nikol Pasinian, Primer Ministro armenio, dio la primera pista sobre el acuerdo de paz, al decir que la firma del acuerdo “era la única opción en un panorama en el que las fuerzas azerbaiyanas estaban a las puertas de conquistar Stepanakert, considerada la capital del Alto Karabaj”[4].

Con el rediseño del mapa, según los términos del acuerdo, que además marca un calendario de plazos, Azerbaiyán controlará algunas áreas fuera del Alto Karabaj, como el distrito oriental de Agdam; también la zona de Kelbajar. Bakú dominará también la región de Lachin y la carretera principal que va del enclave a Armenia (conocida como corredor de Lachin) que estará custodiada por soldados de paz rusos. También consolida el control que Azerbaiyán ha logrado en esta escalada sobre la ciudad estratégica de Shushá (Shushi para los armenios), la segunda más grande de la región y a solo 11 kilómetros de Stepanakert, capital de facto de Nagorno Karabaj, que permanecerá bajo dominio de los armenios[5].

El acuerdo de paz celebrado a fines de 2020 puso de manifiesto la reafirmación de la influencia rusa y turca en la región a expensas de Estados Unidos y la Unión Europea que, salvo en el caso georgiano, ha manifestado poco interés en una región que por sus recursos naturales, es de vital importancia geopolítica.

El acuerdo de paz supone un nuevo de balance de poder en la región y la reaparición de Moscú como gran jugador en el tablero geopolítico en el Cáucaso sur. Por primera vez, desde la desaparición de la Unión Soviética, Rusia tiene tropas estacionadas en las tres repúblicas caucásicas, Georgia, Armenia y Azerbaiyán. Además de Rusia, Turquía, Irán y un jugador inesperado, Israel, apuestan sus fichas en la región. Este último ha firmado importantes acuerdos  de ayuda militar con el gobierno de Bakú mientras que Irán ve con recelos la creciente influencia israelí en la región. En este contexto, los Estados Unidos y la Unión Europea están cada vez más relegados y Georgia aparece como la única cabeza de puente viable para que Occidente se inserte geopolíticamente en el Cáucaso.

Más allá de la influencia rusa, Turquía y Azerbaiyán han firmado en junio de 2020 un acuerdo, “Acuerdo de Shusha”, tendiente a fortalecer la cooperación económico-militar entre ambos países, lo que refuerza la presencia turca en la región. El acuerdo prevé la construcción de un corredor terrestre a través de una vía férrea que una Nagorno-Karabakh con la provincia turca de Kars, lo que permitiría al gobierno turco tener un acceso directo al mar Caspio. De todos modos, las políticas de las potencias regionales encuentran obstáculos en cuanto a la actitud que podrían tener los líderes armenios y azeríes, En este sentido, el presidente Ilham Aliyev no es demasiado optimista y no muestra estar dispuesto a una paz duradera y a restablecer canales de cooperación con Armenia, expresando que “aceptando los resultados de la Segunda Guerra de Karabaj, Armenia también puede aumentar su papel en el marco regional” y que «hablando de vecinos, por supuesto, nunca incluí a Armenia en esta categoría de países, todavía hoy no la incluyo»[6]. Pero los intereses de los grandes jugadores de la región están por encima de los más pequeños, ¿por qué Rusia ha decidido apostar fuertemente a la situación política de su frontera sur? Hasta el comienzo de la guerra, Azerbaiyán no representaba un gran interés para el gobierno de Putin, territorio por el cual los azerbaiyanos exportan petróleo y gas, vía Georgia, a Europa. El enfrentamiento armenio-azerí permite a Rusia establecer, como garante de paz, un pie en la región y poner bajo su esfera de influencia a la región caucásica en su conjunto pero sobre todo, controlar más de cerca las vastas riquezas naturales, gas y petróleo del mar Caspio.

En este contexto, Putin apunta a la creación del “Grupo 3+3”, es decir Rusia, Turquía e Irán más Georgia, Armenia y Azerbaiyán, como medio para establecer un canal de negociaciones y resolución de conflictos a expensas de la influencia occidental. La victoria rusa ha sido, como señalamos anteriormente, a expensas de la UE y Estados Unidos, apartados de la mesa de negociaciones, incapaces por ahora, y tal vez por decisión propia, de intervenir en los asuntos caucásicos. Desde ésta perspectiva, Rusia no está dispuesta a soltar la mano a una región geoestratégicamente tan importante no solo en lo que a seguridad en su frontera sur representa sino también desde el aspecto comercial y de recursos naturales. Turquía, en consonancia con Rusia, apostará a mantener su influencia sobre Azerbaiyán, Estado musulmán, y asegurar sus fronteras orientales y contrapesar la influencia de Moscú.

Está claro que para las potencias regionales, un conflicto entre jugadores menores no es conveniente, en momentos en que la economía mundial está en crisis y cualquier factor de desestabilización puede generar más caos. En paralelo, la política también juega un rol fundamental, quedando claro en este sentido que en el conflictivo Cáucaso sur, Occidente está perdiendo su batalla.

 

* Licenciado en Historia por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Investigador free lance sobre asuntos balcánicos y del Cáucaso. Adscrito a la Cátedra de Historia Contemporánea (2011-2012) en la Escuela de Historia de la misma facultad. Docente dependiente del Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba. Miembro de la SAEEG.

 

Bibliografía Consultada

Clayton, Austin. “Turkey Solidifies Role in South Caucasus with ‘Shusha Declaration’”. ICR Center, 22/06/2022, https://icrcenter.org/turkey-solidifies-role-in-south-caucasus-with-shusha-declaration/.

Gabuev, Alexander. “Nagorno Karabaj: cómo Rusia y Turquía se convirtieron en los ganadores del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán”. BBC, 12/11/2020, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-54913027.

Ismailov, Famil. “Nagorno Karabaj: cómo Rusia ayudó al acuerdo en el conflicto entre Armenia y Azerbayán y asumió ‘control total sobre el terreno”. BBC, 11/11/2020, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-54903249.

Meister, Stefan. “Shifting Geopolitical Realities in the South Caucasus”. SCEEUS (Reports on Human Rights and Security in Eastern Europe No. 8), https://www.ui.se/forskning/centrum-for-osteuropastudier/sceeus-report/shifting-geopolitical-realities-in-the-south-caucasus/.

Sahuquillo, María R. “El ‘doloroso’ acuerdo de paz para el Alto Karabaj con Bakú desencadena protestas en Armenia”. El País, 10/11/2020, https://elpais.com/internacional/2020-11-10/el-doloroso-acuerdo-de-paz-para-el-alto-karabaj-con-baku-desencadena-protestas-en-armenia.html.

Shmite, Stella Maris. “El juego estratégico de Rusia en el Cáucaso Sur: Sochi 2014”. Redalyc, 13/02/2015, https://www.redalyc.org/jatsRepo/176/17646281012/html/index.html.

Suárez Jaramillo, Andrés. “¿Hay un responsable histórico del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno Karabaj?” France 24, 08/10/2020, https://www.france24.com/es/20201007-historia-conflicto-armenia-azerbaiyán-cáucaso-urss.

Teslova, Elena. “Russia suggests 3+3 format with Turkey, Iran, Azerbaijan, Armenia, Georgia in Caucasus”. Andolu Agency, 06/10/2021, https://www.aa.com.tr/en/politics/russia-suggests-3-3-format-with-turkey-iran-azerbaijan-armenia-georgia-in-caucasus/2384679

Tiliç, Dogan y Topper, Ilya U.. “Rusia toma el control en el Cáucaso y deja fuera de juego a Turquía”. La Vanguardia, 10/11/2020, https://www.lavanguardia.com/politica/20201110/49387858048/rusia-toma-el-control-en-el-caucaso-y-deja-fuera-de-juego-a-turquia.html.

 

Referencias

[1] Andrés Suárez Jaramillo “¿Hay un responsable histórico del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno Karabaj?” France 24, 08/10/2020, https://www.france24.com/es/20201007-historia-conflicto-armenia-azerbaiyán-cáucaso-urss.

[2] La llamada “Primera Guerra de Nagorno-Karabaj” se extendió entre 1988 y 1994 cuando la recientemente independizada República de Azerbaiyán anuló la autonomía del enclave armenio lo que aceleró el proceso independentista y la creación de la República Arsaj”. La guerra terminó en 1994 con la victoria armenia.

[3] Turquía ha sido tradicionalmente aliada de Azerbaiyán, por afinidad religiosa, mientras que Rusia hizo lo propio con Armenia.

[4] María R. Sahuquillo. “El ‘doloroso’ acuerdo de paz para el Alto Karabaj con Bakú desencadena protestas en Armenia”. El País, 10/11/2020, https://elpais.com/internacional/2020-11-10/el-doloroso-acuerdo-de-paz-para-el-alto-karabaj-con-baku-desencadena-protestas-en-armenia.html.

[5] Ídem.

[6] “Ilham Aliyev: ‘Espero que un día se establezcan relaciones de vecindad con Armenia’”. AZERTAC, 01/01/2022, https://azertag.az/es/xeber/Ilham_Aliyev__quotEspero_que_un_da_se_establezcan_relaciones_de_vecindad_con_Armenia_quot-1966380.

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