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ARMADAS MILITARES EUROPEAS. LA ESTRATEGIA Y LA POLÍTICA EXTERIOR DEL REINO UNIDO.

Giancarlo Elia Valori*

En los últimos años, la política británica de defensa y seguridad ha atraído la máxima atención de expertos militares y políticos en Europa y en todo el mundo. La razón más convincente del aumento del enfoque en los cambios en la política de defensa de Londres ha sido el Brexit y sus consecuencias. La retirada del Reino Unido de la Unión Europea ha llevado a una revisión no sólo de su programa de política exterior, sino también de su estrategia de defensa y seguridad.

A pesar de todos los problemas, dificultades y la posibilidad de recortes de fondos debido a la retirada del Reino Unido de la Unión Europea, el programa de renovación de la Royal Navy continúa hasta el día de hoy. En el futuro: el objetivo es que la Marina británica se convierta en una herramienta eficaz para garantizar la seguridad y presencia británicas en los océanos del mundo. Una vez completado el programa de rearme, la Marina británica, según los expertos, debería ser capaz de resistir cualquier amenaza potencial.

La renovación de la flota es un gran desafío económico para el Reino Unido. La construcción y el desarrollo de armas navales requiere que el reino desarrolle habilidades en los campos de la economía, la educación y la ciencia. La industria británica está transformando el nivel de cooperación y colaboración en un grado completamente diferente.

No debemos olvidar las implicaciones simbólicas de renovar la Marina británica. Es un símbolo nacional: nunca se rebajaría para mezclarse con otras unidades militares en el mar, empezando por las de los países de la Unión Europea. Es históricamente importante para los británicos mantenerla en alerta. Además, tradicionalmente, la Marina de Guerra es el instrumento fundamental de Londres tanto en política exterior como nacional.

Debido al brote de coronavirus, el Informe de Revisión de políticas de defensa y seguridad del Reino Unido de 2020 se ha pospuesto a 2021. Su publicación es un acontecimiento clave: esboza una hoja de ruta para el desarrollo de las fuerzas armadas británicas y otros componentes de la defensa y la seguridad.

El primer ministro británico Boris Johnson calificó este documento como el más profundo desde la Guerra Fría: se espera que cubra la financiación de las fuerzas armadas británicas en el contexto del Brexit y las relaciones entre el Reino Unido y Estados Unidos en el ámbito de la defensa y el concepto de Gran Bretaña global.

Todos los problemas, de hecho, están relacionados con la nueva definición de objetivos en la política británica de defensa y seguridad, así como con el replanteamiento del papel del Reino Unido en Europa y en todo el mundo. Esto significa una revisión radical de la política de defensa del Reino Unido y, por extensión, la financiación de las fuerzas armadas. Sin embargo, a pesar de los posibles cambios, Londres ha adoptado un plan para el desarrollo a largo plazo de las fuerzas navales.

A primera vista, tales cambios tienen cierto carácter espontáneo, pero si se examinan más de cerca, se puede ver una secuencia distinta de acciones. Los cambios en curso se planearon a principios de la década de 2000. Esto requirió que el liderazgo británico en ese momento revisara no solo los programas de armas, sino también el enfoque de la defensa y la seguridad en sí.

Y de hecho, el curso actual de la defensa y la seguridad británicas se esbozó en la Revisión Estratégica de Defensa y Seguridad 2010 y 2015. El primer documento fue crucial: por primera vez identificó amenazas que ahora se llaman comúnmente híbridas. Estas incluían terrorismo, ciberseguridad, crimen organizado y más. En el documento de 2015 se especificaban las medidas que debían adoptarse para neutralizar las amenazas esbozadas en el primer informe.

Ambos documentos han: a) desplegado drásticamente la estrategia de seguridad y defensa de Gran Bretaña; y b) trazan un camino hacia la autonomía y activación de la política de defensa británica, que ciertamente no podría confundirse con la bondad kantiana y políticamente correcta de la Unión Europea, donde —por convención— ejércitos, armadas y misiones en el exterior sirven solo para traer caramelos a los niños pobres y salvar a algunos náufragos. Y es bien sabido que el gobierno de Su Majestad británica cuida mucho de los niños pobres y ahogados y nunca ha tolerado la cultura del lloriqueo, de la que se encubre la Unión Europea, con la excepción de Francia.

El objetivo principal de estos procesos era crear un sistema de defensa y seguridad que pudiera funcionar de forma más autónoma sin tener en cuenta los verdaderos “brusselli” y “strasburghi”. Además, en el contexto de la política exterior, ha habido un punto de inflexión tanto hacia Estados Unidos, acercándose, como hacia la Unión Europea, alejándose. Lo que nos lleva a entender que el Brexit fue premeditado y no fruto del azar.

También se adoptó un programa de rearme y reforma de las fuerzas armadas y los sistemas de seguridad. Esto implicó a) la reducción de varias unidades regulares; b) la reasignación de gastos de defensa a empresas militares privadas; c) la creación de un sistema para atraer reservistas al servicio; y d) ascensos sociales para funcionarios de las fuerzas armadas.

Los principales cambios en la Armada de Su Majestad inicialmente incluyeron maximizar la unificación de la composición de la unidad naval, la expansión de las capacidades de ataque, la creación de grupos de portaaviones y el fortalecimiento del componente submarino.

Sin embargo, incluso en el Reino Unido, donde históricamente las fuerzas navales han sido una prioridad, la financiación de programas de rearme a gran escala no está exento de serias dificultades. En primer lugar, el ambicioso proyecto de dos portaaviones de la clase Queen Elizabeth británica se ha enfrentado a una escasez de personal. Para reclutar a las tripulaciones de los portaaviones era necesario disolver el mando del portahelicópteros Ocean y el mismo portahelicópteros fue vendido a Brasil.

Cabe señalar que los principales problemas en el campo de la renovación son causados por las fuerzas submarinas y el componente anfibio de la Armada. La cuestión más apremiante hoy en día es la sustitución de submarinos nucleares multiusos, que son el componente principal del ataque de la Royal Navy. Los submarinos de tipo Astute aún no están en pleno servicio.

Sin embargo, la sustitución de buques del tipo anterior y la construcción de nuevos submarinos es una tarea urgente para las fuerzas navales británicas y la industria. A pesar de la debilidad comparativa del proyecto Astute en comparación con los buques rusos de la clase Yasen o de la clase Virginia, la importancia de trabajar en estos barcos difícilmente puede ser exagerada más allá de las posibilidades financieras actuales. El futuro de la industria naval británica y el desarrollo de su experiencia dependen de la producción independiente y el correcto funcionamiento de submarinos de este tipo.

También hay que decir que la cooperación entre Londres y Washington en el campo de las armas estratégicas continuará. Al mismo tiempo, con respecto a la reducción del número de misiles balísticos, manteniendo el número de sus portaaviones, se habla de un replanteamiento del papel del arsenal nuclear para garantizar la capacidad de defensa del Reino Unido.

Los británicos siempre han estado convencidos de que la fuerza y las amenazas de ella son un instrumento de diplomacia necesario y tienen un papel que desempeñar en la política exterior y todo esto debería ser parte de la sabiduría convencional de cualquier gobierno de profetas no desarmados.

Y es cierto que la historia, así como la experiencia reciente, apoya la idea de que los esfuerzos para hacer frente a los conflictos entre estados únicamente a través de la diplomacia pacífica no siempre tienen éxito y pueden causar un daño sustancial a sus intereses nacionales.

Y en esto sólo podemos estar de acuerdo.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia. 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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LA REVOLUCIÓN DEL HIDRÓGENO. UN NUEVO MODELO DE DESARROLLO QUE COMIENZA CON EL MAR, EL SOL Y EL VIENTO.

Giancarlo Elia Valori*

“Una vez más en la historia, la energía se está convirtiendo en protagonista de una fase de ruptura en el capitalismo: se está produciendo una gran transformación, igualada por la revolución tecnológica digital”.

El subtítulo del interesante libro “Energia. La grande trasformazione”, Laterza,  de Valeria Termini, economista de la Universidad de Roma “Roma Tre”, resume —de una manera sencilla y brillante— la fase que acompañará el desarrollo de nuestro planeta durante al menos las próximas tres décadas, una fase partiendo de la conciencia de que el progreso tecnológico y el crecimiento económico ya no pueden descuidar la protección del medio ambiente.

Esta conciencia ya no se limita a los debates ideológicos sobre la defensa del ecosistema basados exclusivamente en límites, prohibiciones y prohibiciones puramente cosméticas como los inútiles “domingos en los que están prohibidos los vehículos con emisiones que causan contaminación”, y en iniciativas destinadas a frenar el desarrollo —considerado perjudicial para la humanidad— bajo la bandera de eslóganes tan simples como llenos de implicaciones económicas perjudiciales, como la búsqueda de un “feliz decrecimiento”.

Con el “decrecimiento” no hay felicidad ni bienestar, y mucho menos justicia social.

China lo ha entendido y, con el fin de remediar los daños ambientales causados por tres décadas de crecimiento económico implacable, no ha decidido dar pasos atrás en la producción industrial, volviendo al arado de madera típico de la época anterior al desafortunado “Gran Salto Adelante” de 1958, sino que —en su 14º Plan Quinquenal (2020-2025)— ha esbozado un proyecto estratégico bajo la bandera del “crecimiento sostenible”, comprometiéndose así a seguir construyendo un modelo de desarrollo dinámico en armonía con las necesidades de protección del medio ambiente, siguiendo la dirección ya adoptada con su 13º Plan Quinquenal, que ha permitido al gigante asiático reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 12% en los últimos cinco años. Este logro podría convertir a China en el primer país del mundo en alcanzar los objetivos fijados en el Acuerdo climático de París de 2012, que prevé alcanzar “cero emisiones de CO2” para finales de 2030.

También como resultado de la conmoción económica causada por la pandemia Covid-19, Europa y los Estados Unidos han decidido seguir el camino marcado por China que, aunque se percibe y se describe como un “adversario estratégico” de Occidente, puede ser considerado un compañero de viaje en la estrategia definida por la economía del tercer milenio para “volverse verde”.

El “Acuerdo Verde” de la Unión Europea se ha convertido en una parte integrante del “Plan de Recuperación” diseñado para ayudar a los Estados miembros de la UE a salir de la crisis de producción causada por la pandemia.

Una parte sustancial de los recursos (47.000 millones de euros en el caso de Italia) se destina de hecho a la “gran transformación” de los nuevos modelos de desarrollo, bajo el lema de investigación y explotación de recursos energéticos que, a diferencia de las tradicionales “fuentes no renovables”, promueven el crecimiento económico e industrial con el uso de nuevas herramientas capaces de operar en condiciones de equilibrio con el ecosistema.

La más importante de estas herramientas es, sin duda, el hidrógeno.

El hidrógeno, como fuente de energía, ha sido el sueño de generaciones de científicos porque, además de ser el creador de la “tabla de elementos”, es la sustancia más abundante del planeta, y posiblemente en todo el universo.

Su gran limitación es que para ser “separado” del oxígeno, con el que forma agua, se necesitan procedimientos que requieran un alto consumo de electricidad. Dicha energía ha sido tradicionalmente suministrada por combustibles fósiles y, por lo tanto, contaminantes.

De hecho, para producir hidrógeno “limpio” del agua, debe separarse del oxígeno por electrólisis, un mecanismo que requiere una gran cantidad de energía.

El hecho de utilizar grandes cantidades de electricidad producida con sistemas tradicionales —y por lo tanto contaminantes— lleva a la paradoja de que, con el fin de producir energía “limpia” a partir del hidrógeno, seguimos contaminando el medio ambiente con emisiones “sucias” de fuentes no renovables.

Esta paradoja puede ser superada con una pequeña nueva revolución industrial, i.d. produciendo energía del mar, el sol y el viento para alimentar el proceso de electrólisis que produce hidrógeno.

La estrategia revolucionaria basada en el uso de energía “verde” para producir cantidades adecuadas de hidrógeno a un costo aceptable puede considerarse la clave para un cambio de paradigma en la producción que pueda sacar al mundo de la crisis pandémica con impactos positivos en el medio ambiente y en el clima.

En el verano del año pasado, la Unión Europea ya había esbozado un proyecto de inversión por valor de 470.000 millones de euros, denominado “Estrategia de energía del hidrógeno”, destinado a dotar a los Estados miembros de la Unión Europea de dispositivos para la electrólisis de hidrógeno a partir de fuentes renovables y limpias, capaces de garantizar la producción de un millón de toneladas de hidrógeno “verde” (es decir, limpio porque extraído del agua) a finales de 2024.

Se trata de un objetivo absolutamente sostenible, teniendo en cuenta que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) estima que “la capacidad eólica, marina y solar instalada total está a punto de superar al gas natural a finales de 2023 y el carbón a finales de 2024”.

Un estudio fechado el 17 de febrero de 2021, llevado a cabo por el Hydrogen Council y McKinsey & Company, titulado “Hydrogen Insights”, muestra que muchos nuevos proyectos de hidrógeno están apareciendo en el mercado en todo el mundo, a tal ritmo que “la industria no puede mantenerse al día con él”.

Según el estudio, a finales de 2030 se invertirán 345.000 millones de dólares a nivel mundial en investigación y producción de hidrógeno, a los que se sumarán los 1.000 millones de euros asignados por la Unión Europea en la “Estrategia del Hidrógeno”.

Para entender cómo el impulso del hidrógeno parece ser imparable, podemos observar que el Consejo del Hidrógeno, que hace sólo cuatro años tenía 18 miembros, ha crecido a 109 miembros, centros de investigación y empresas respaldadas por 70.000 millones de dólares de financiación pública proporcionada por gobiernos entusiastas.

Según el Director Ejecutivo del Consejo del Hidrógeno, Daryl Wilson, “la investigación de energía de hidrógeno ya representa el 20% del éxito en nuestro camino hacia la descarbonización”.

Según el estudio mencionado anteriormente, todos los países europeos están “apostando por el hidrógeno y planean destinar miles de millones de euros en el marco del Plan de Recuperación de la UE de próxima generación para la inversión en este sector”:

España ya ha destinado 1.500 millones de euros a la producción nacional de hidrógeno en los próximos dos años, mientras que Portugal prevé invertir 186.000 millones de euros del Plan de Recuperación en proyectos relacionados con la producción de energía de hidrógeno.

Italia dispondrá de 47.000 millones de euros para la “transición ecológica”, un ambicioso objetivo del que el gobierno ha entendido la importancia al decidir crear un departamento con una cartera dedicada.

Italia está bien preparada y equipada a nivel científico y productivo para afrontar el reto de “producir energía limpia utilizando energía limpia”.

No sólo estamos a la vanguardia en la producción de dispositivos para extraer energía de las olas del mar , como el Convertidor inercial de energía de las olas marinas (ISWEC), creado gracias a la investigación de la Politécnica de Turín, que ocupa sólo 150 metros cuadrados de agua de mar y produce grandes cantidades de energía limpia, y solo reduce las emisiones de CO2 en 68 toneladas al año, o el llamado Pingüino, un dispositivo colocado a una profundidad de 50 metros que produce energía sin dañar el ecosistema marino, pero también tenemos la inventiva, la cultura y el coraje para acompañar la estrategia de “volverse verde”.

El Grupo Mundial Internacional de Roma y Eldor Corporation Spa, ubicado en la región del Lacio, han firmado recientemente un acuerdo para promover proyectos de generación de energía y producción de hidrógeno a partir de olas marinas y otras fuentes de energía renovables, como parte de la cooperación entre Europa y China en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta.

El proyecto permitirá a las empresas italianas, empezando por Eldor, trabajar en estrecha colaboración con el “Centro Nacional de Tecnología Oceánica” chino, con sede en Shenzhen, para establecer un centro internacional de investigación y desarrollo en el campo de la producción de hidrógeno ‘verde’ utilizando energía limpia.

Un proceso que forma parte de una estrategia global que, con la contribución de Italia, sus fuerzas productivas y sus instituciones, puede ayudar a nuestro país, Europa y al resto del mundo a recuperarse de una crisis pandémica que, una vez resuelta, junto con la revolución digital, puede desencadenar una nueva revolución industrial basada ya no en el carbón o el petróleo, sino en el hidrógeno, que puede pasar del elemento más extendido del universo al motor de crecimiento de una nueva civilización.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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LA OPORTUNIDAD, LA REALIDAD Y LOS POLITICOS. CONFLICTOS E HIPÓTESIS DE GUERRA.

Marcos Kowalski*

A guisa de ser muy reiterativos debemos afirmar que Argentina viene de un proceso de décadas de desinversión en materia de Defensa, propiciada, sin lugar a dudas por una imposición de intereses exógenos, pero más que nada por un desinterés de los políticos, de todos los partidos y sectores, a los que les tocó en suerte gobernar la administración del Estado Argentino.

Esta desinversión ha provocado una gran vulnerabilidad en las capacidades estratégicas de la Argentina, en todos sus dominios. Actualmente nuestro país carece de capacidades militares creíbles, ya que ni siquiera se privilegió el mantenimiento y fortalecimiento de los recursos que se disponían.

Pudiéndose notar que Argentina ha quedado muy relegada y desactualizada en material y avance tecnológico militar en comparación con otros países de la región y del mundo. Es evidente que la pérdida de capacidades que se ha venido gestando con los años y la falta de otras que jamás se introdujeron suponen un atraso sustancial, por lo cual salir requerirá inversión y planificación a largo plazo.

Inversión y planificación que no parecen ser en absoluto prioritarias para la casta de políticos que hoy pululan en todo el espectro partidocrático argentino y que suelen privilegiar banales proyectos contra la raíz cultural argentina, impulsadas por intereses de sectores y actores internacionales, en lugar de llevar a cabo políticas reales de proyección y de dimensionamiento de la Nación.

Estos políticos empeñados en un juego de subterfugios que a nada conducen salvo a la desintegración de nuestra ancestral cultura, poniendo en riesgo la integridad de la Nación toda, no creen necesaria la Defensa de la Nación, por ignorancia, soberbia o simplemente alineación ideológica, más preocupados por cuanto miden en una encuesta que por la grandeza de la Patria, prefieren el oro en su actualidad que el bronce de la posteridad.

Como un despropósito a propósito, desde el Señor Alfonsín, todos los gobernantes han descartado efectuar hipótesis de guerra y han ido desmantelando la política de Defensa y su apéndice más importante, el aparato militar, en un país que, recordemos, tiene un inmenso territorio y una zona económica exclusiva marítima, donde todos pescan menos los argentinos.

Tratemos en una breve síntesis de ver cómo anda el mundo desde el punto de vista de la política estratégica global, en esta era, y donde hay recrudecimientos de conflictos, así como también la probabilidad de que proliferen en toda América, incluyendo los Estados Unidos de Norteamérica.

Rusia, China y Estados Unidos están volviendo a una nueva etapa de “guerra fría”. ¿Los motivos? Varios y de diverso origen; en primer lugar, debemos observar los grandes intereses comerciales que afectan la relación de las tres potencias militares, hoy las más grandes del planeta, sus alianzas y sus áreas de influencia, en un mundo que pasa rápidamente de la globalización a la nacionalización y surgen nuevos e importantes actores.

La influencia en Europa de Alemania y sus acuerdos con los rusos para el Nord Stream 2, que es el nombre con que se conoce un gasoducto que conectará Rusia con Alemania y Europa Central y del Este a través de 1.200 kilómetros por el mar Báltico, encuentra una fuerte resistencia por parte de Estados Unidos.

Las presiones estadounidenses habían logrado suspender los trabajos desde diciembre de 2019, cuando la compañía suiza Allseas, encargada hasta entonces de la construcción del tramo submarino de Nord Stream 2, anunció su retirada definitiva del mar Báltico después de que Estados Unidos introdujera sanciones contra el proyecto gasífero. Tras un año de pausa y búsqueda de otras alternativas, al final asumió Rusia el tramo final de la obra, tal y como había adelantado que haría si no se encontraba otra solución.

Esta cuestión está implicando que buques rusos hayan retomado en aguas alemanas los trabajos. Se trata de un barco tendedor de tuberías submarinas, el “Fortuna”, que está acompañado por los buques logísticos rusos “Katun” y el “Baltiski Issledobatel” que instalará una sección de 2,6 kilómetros de tuberías en la zona económica exclusiva de Alemania, a una profundidad de menos de 30 metros.

Con este gasoducto lo que parece estar en juego es el equilibrio político y militar, aunque no es el único tema que suscita controversia. Para Europa gira, primero y ante todo, en torno a estas dos opciones, gas natural ruso a través de un gasoducto desde Siberia Occidental, o gas natural licuado (GNL) procedente de Estados Unidos mediante fractura hidráulica o por transporte marítimo, siendo éste significativamente más caro.

Europa va a seguir necesitando proveerse de ambas fuentes durante muchos años. Los gasoductos actuales como el Nord Stream 1 ya rinden a su máxima capacidad. Además, El tendido de Nord Stream 2 y su conexión a la red habilitaría técnicamente al Kremlin para reducir e incluso cortar los ingresos por importe de miles de millones que Ucrania recibe en concepto de derechos de tránsito y de los que tanto depende.

Siempre Rusia fue predecible en cuanto a la política de hidrocarburos se refiere. Hoy China, en calidad de mercado alternativo de consumo para Siberia Occidental, solo puede considerarse, de momento como una opción a largo plazo, de entrada, por motivos de distancia y, además, por los elevados costes que implicaría

Todo es muy complicado y casi todo está conectado a casi todo. El GNL estadounidense compite en los mercados con el gas natural ruso; y ambos, a su vez, con las grandes fortunas de la región del Golfo, de allí la complejidad en que ambas potencias elaboran sus hipótesis de guerra, su inquietud por arbitrar los conflictos en la región de Medio Oriente e incluso su proyección e influencia en el mar Mediterráneo.

Pero, además, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, inauguraron juntos el TurkStream, un gasoducto que transportará gas natural desde Rusia a Turquía, así como a países del sur y sudeste de Europa, tales como Bulgaria, Serbia y Hungría, que estarán entre los primeros en beneficiarse cuando la infraestructura esté completamente operativa.

En una especie de guerra del gas, Grecia, Chipre e Israel, han cerrado un compromiso para construir el llamado Estmead un gasoducto de casi 2.000 kms que permitirá llevar a Europa gas chipriota e israelí. Este gasoducto no es competencia para Rusia, ya que transportaría bajas cantidades del hidrocarburo.

En total, el Estmead se estima que podría proveer, para finales de la década, hasta un 10% de lo que hoy consume la UE y ayudar al bloque regional a ganar un margen de independencia de Rusia y Turquía, dos potencias con las que la UE ha mantenido fuertes conflictos políticos en los últimos tiempos.

Desde 1974, la isla de Chipre está dividida en dos: en el Norte, una república separatista apoyada por Turquía que el resto de la comunidad internacional no reconoce; en el Sur, la República de Chipre, un Estado miembro de la UE y cercano y aliado de Grecia,

Turquía no reconoce la República de Chipre y reclama su zona económica exclusiva en el Mediterráneo, la misma que el miembro de la UE ya abrió a exploración con licitaciones a la francesa Total, la italiana ENI, ExxonMobile y la estadounidense Noble Energy. Turquía mantiene una relación política tensa con Grecia, un aliado de la OTAN, pero un histórico rival regional y una de las principales razones por las que Ankara no ha conseguido entrar a la UE.

En el marco de esa rivalidad, Erdogan firmó un acuerdo limítrofe en diciembre pasado con el gobierno libio internacionalmente reconocido para crear una zona económica exclusiva en un corredor en el Mediterráneo que une de manera diagonal la costa de Libia con la turca, al este de la isla de Creta. Este corredor corta en dos el recorrido planeado por Israel, Chipre y Grecia para el gasoducto EastMed y, por eso, Erdogan ya advirtió que necesitarán la luz verde turca para poder construirlo.

Tenemos que decir que en los últimos tres lustros, Ankara ha invertido más de 30.000 millones de dólares en la creación de un complejo militar-industrial, que se mueve por directrices del gobierno y ya ha desarrollado tanques propios además de corbetas, helicópteros y misiles de diverso alcance y drones. Siendo el mayor cambio cualitativo en armamentos de la región; actualmente, el 70 % de las armas utilizadas por las fuerzas armadas turcas son fabricadas allí.

De esta forma, sus Fuerzas Armadas son cada vez menos dependientes de sus aliados occidentales en el ámbito técnico. Lo que también hace a Turquía más independiente política y estratégicamente En los últimos años la relación de la OTAN con Turquía, que forma parte de la misma, ha sido turbulenta, por no decir algo peor.

Preocupan la tendencia independista de Turquía y la adquisición de material ruso como el complejo de misiles escudo antiaéreo más sofisticado de Rusia, el S-400. Estados Unidos también advirtió a Ankara, en virtud de la Ley de lucha contra los adversarios estadounidenses mediante sanciones si se activa el sistema S-400. Se espera que el presidente electo Joe Biden adopte una postura más dura sobre el tema; es así como se han generado conflictos complejos de resultados impredecibles.

Pero si hay un actor que ha aprovechado la inestabilidad en Medio Oriente desde la invasión de Irak en 2003 y con la irrupción de las protestas de la llamada “primavera árabe” y la lucha contra el Estado Islámico, ese ha sido Irán. En los últimos años, la influencia iraní en la región se ha reforzado a través de una red de aliados en varios países.

Esa influencia se da en el contexto de conflictos como el de Siria o Yemen, y en la lucha contra el Estado Islámico en Irak. Es lo que se conoce como “eje de la resistencia” que, es una alianza marcadamente antiestadounidense y antiisraelí con la que Irán está reconfigurando el equilibrio de fuerzas y fortaleciendo su presencia en Medio Oriente

Además de Irán, dentro de esta alianza están Siria, el grupo Hezbolá de El Líbano, las milicias chiitas en Irak, Afganistán y Pakistán, y los hutíes de Yemen. Aunque el denominador común de estos grupos es que son chiitas, como la mayoría de la población de Irán, en el eje también se incluye un grupo sunita, el movimiento palestino Hamás, que debe su presencia en la alianza por compartir el enemigo con Irán: Israel.

Es posible que ningún país haya desafiado tanto a Estados Unidos después de la Guerra Fría como Irán, que no ha perdido oportunidad de limitar la influencia de Washington. Por eso Estados Unidos ha rodeado Irán con bases militares y sus gastos militares rondaron el doble del PIB del país persa en los últimos años. En un conflicto militar convencional, Teherán no tendría ninguna posibilidad.

Ante esto, los iraníes desarrollan una doctrina militar de disuasión basada en tres capacidades, un amplio arsenal de misiles balísticos, de crucero y anti-buque de desarrollo y fabricación propia, la amenaza de una guerra naval asimétrica, con el posible bloqueo del estrecho de Ormuz, y los lazos con grupos militantes no estatales.

En otro de los sectores calientes del planeta, está el conflicto del Mar de la China Meridional, mar que, de acuerdo con la denominación más extendida, aunque no la única, se encuentra emplazado en la región del sudeste de Asia y bordea el sur de China. Sus aguas albergan más de 400 islas, arrecifes y bancos de arena, y numerosos archipiélagos entre los que se destacan las islas Spratly y las Paracel.

El conflicto por este territorio se remonta a mediados del siglo XX, pero ha adquirido notable difusión en los últimos cinco años debido al incremento de acciones concretas de la República Popular China sobre los archipiélagos y a la respuesta político-diplomática de Filipinas en defensa de sus intereses territoriales.

Difícilmente pueda discutirse hoy en día la afirmación de que China se ha convertido en una potencia económica mundial. Lo inquietante en torno a esta aseveración es cómo este poderío económico se traducirá en poder político y, aún más preocupante, militar.

Es también indudable que sobre la base de poder económico se erigirá, eventualmente, un poderío militar con alcance regional, en primera instancia, y posteriormente global. En ese proceso, en el cual Beijing ya ha dado varios pasos firmes, se contemplan intereses estratégicos para la seguridad nacional china, como el abastecimiento energético y de recursos naturales y la defensa de los territorios reivindicados como propios.

En el caso del Mar de China Meridional se cruzan numerosas consideraciones estratégicas, energéticas y económicas, que se relacionan con la necesidad de asegurar el abastecimiento de recursos naturales y de obtener el control de la principal ruta marítima del este de Asia. Dadas estas condiciones, es de esperarse que, a menos que se alcance una resolución diplomática del conflicto que respete los intereses chinos, los enfrentamientos se intensificarán y el conflicto alcanzará una dimensión mayor con la intervención de actores extra regionales, como Estados Unidos.

También hay una escalada china en el Mar de China Oriental que linda con Japón. China está impulsando su reclamo sobre las islas Senkaku, administradas por Japón. Hasta ahora, Tokio ha reaccionado con mucha cautela, pero los últimos avances amenazan las relaciones chino-japonesas. Al parecer la estrategia china consiste en tres etapas de desgaste en el Mar de China Oriental.

La “normalización” de la presencia china en las islas, que ya ha tenido lugar debido al efecto de la habituación, cada vez más por sus propias fuerzas de seguridad, por ejemplo, mediante el amenazante acercamiento a los barcos pesqueros japoneses. Con este último paso, China estaría queriendo tomar el control completo del área. Los expertos en seguridad de Japón no esperaban que esto sucediera hasta dentro de una o dos décadas, pero ahora sucederá dentro de este decenio.

El avance hacia esta región del Mar de la China Oriental probablemente expresa la imagen fortalecida de China de ser una potencia mundial. Y el gobierno japonés es muy consciente de este desafío. En su nuevo Libro Blanco de Defensa Nacional, presenta la amenaza china a las Senkaku de manera tan aguda como nunca antes.

Para Japón, las autoridades chinas están impulsando “implacablemente” su reclamo sobre las islas y socavando lo establecido con actividades marítimas cada vez mayores. En la presentación del Libro Blanco, en julio, el entonces ministro japonés de Defensa Taro Kono dijo que una mayor intensificación podría desencadenar el uso de medios militares por parte de Japón.

Esa es la razón por la cual Japón desarrolla nuevas armas para sus fuerzas de autodefensa e intensifica su acercamiento a Estados Unidos, En ese sentido Japón fue anfitrión del “Diálogo de Seguridad Cuadrilateral” (QUAD) con Estados Unidos, India y Australia, que tiene como objetivo contrarrestar la búsqueda de poder de China en las vías fluviales y marítimas de Asia.

En este trabajo, por una cuestión de espacios, no mencionamos los conflictos puntuales que actualmente están en curso como los de Siria, Libia, República Centroafricana. Sudán del Sur, etc. donde participan facciones nacionales fuerzas extranjeras y “Compañías Militares Privadas” en un complejo entrecruzamiento de intereses en las denominadas “Guerras Proxy” aplicando diversas doctrinas como la de la guerra hibrida o la desarrollada por el General Valery V. Gerasimov.

Como se puede ver, en un mundo de controversias complejas y de muy variada dimensión, donde se producen permanentemente guerras asimétricas, híbridas e incluso moleculares, ningún país puede evadir las hipótesis de conflicto, en un mundo donde la mayoría de las naciones propenden a equiparse con materiales de guerra para afrontar las eventuales amenazas a su integridad. Ninguna nación puede quedar indiferente.

Muchos podrán decir que América del Sur está exenta de este tipo de confrontaciones, pero veremos que NO. Analicemos solo algunos de los conflictos en ciernes en la región, los tradicionales con posibilidades de derivaciones bélicas y los no tradicionales o novedosos como amenazas a las naciones que componen esta geografía.

Comenzaremos refiriéndonos a Venezuela y sus reclamos y conflictos. El primero que debemos mencionar es su controversia con la República Cooperativa de Guyana; el Esequibo es objeto de una histórica disputa territorial. Es administrada por Guyana, pero Venezuela la reclama como suya y la considera un área por delimitar. Es una zona con riqueza forestal y mineral, con abundancia de minerales de hierro y bauxita, lo que ha llevado a que Guyana haya instalado una de las principales industrias pesadas de América del sur. Asimismo tiene un gran potencial hidroeléctrico.

El conflicto se avivó en 2015, cuando la petrolera Exxon Mobil anunció el descubrimiento de un importante yacimiento en el océano Atlántico, justo en la zona que entra en el histórico diferendo territorial. Las exploraciones fueron realizadas con el aval de Georgetown y eso provocó la protesta del presidente venezolano, Nicolás Maduro.

Tras un revuelo diplomático, finalmente se decidió resolver el conflicto a través de los mecanismos de buenos oficios de la ONU, pero, de nuevo, no se llegó a una solución. Sin embargo, el gigante petrolero siguió en la zona haciendo prospecciones, que Venezuela considera ilegales, y halló más yacimientos.

Para comprender el estado de las fronteras venezolanas, es necesario tomar en consideración el amoldamiento a los intereses y estrategias geopolíticas del gobierno bolivariano, en un clima de confrontación permanente de acción y reacción. En este marco, el control militarizado de los territorios limítrofes sustituyó a las políticas públicas como forma de abordaje de las diversas problemáticas en los espacios fronterizos.

Actualmente, Venezuela comparte junto con su frontera colombiana una gran cantidad de problemas sociales y políticos, como, por ejemplo, la presencia de fuerzas guerrilleras en la línea fronteriza y la gran cantidad de contrabando ilícito que transita entre ambos estados. La frontera entre Colombia y Venezuela es una tormenta perfecta en la que proliferan grupos armados, narcotráfico y contrabando. El descontrol de ese territorio de 2.219 kms con apenas ocho pasos fronterizos y decenas de caminos informales, se agravó durante la pandemia de coronavirus.

Entre 2012 y 2020, casi 2,8 millones de venezolanos han ingresado en Colombia, según datos oficiales, a los que hay que añadir los desplazamientos pendulares diarios, en su mayoría fuera de control y que no encuentra garantías en los servicios sociales en materia de protección, acceso a salud, educación, o empleo, en Colombia Esto ha ocasionado que, desde finales del 2019, hayan ido retornando a territorio venezolano.

Es precisamente la precariedad económica uno de los elementos que agrava el cuadro general de inestabilidad. La falta de oportunidades o empleo formal es aprovechada por estructuras armadas ilegales que terminan convenciendo a la población migrante de participar en economías ilícitas, o en el peor de los casos, los convencen de ingresar a sus filas, convirtiéndose estos elementos en nuevas amenazas a la paz e integridad de ambas naciones.

Debemos puntualizar que hoy la denominada Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) está muy bien equipada. Deseoso de convertir a Venezuela en una potencia regional capaz de contrarrestar el poderío estadounidense, Chávez invirtió grandes sumas procedentes de la renta petrolera en modernizar la FANB.

Rusia fue, junto con China, el principal proveedor del armamento adquirido entonces. Durante años suministró varios modelos de aviones y helicópteros, así como tanques y unidades de artillería. La gran aportación rusa a la capacidad disuasoria venezolana fue la venta de los cazas Su-30Mk2, según los expertos, un aparato capaz de competir con los más avanzados aviones de combate estadounidenses gracias a su potencia de fuego, maniobrabilidad y prestaciones.

Venezuela, también potenció su capacidad de respuesta antiaérea; recibió tres unidades del sistema ruso S-300, otras tres del Buk M2A y once del S-125. Los misiles disparados por el S-300 VM tienen un alcance máximo de 200 kilómetros para aeronaves y 40 kilómetros para misiles balísticos.

La industria militar rusa proveyó también de tanques y unidades artilleras. La FANB adoptó además el fusil kalashnikov, quizá el arma de fabricación rusa más extendida del mundo, como su fusil reglamentario e incluso se acordó construir una fábrica de este modelo en la ciudad de Maracay.

Todo ello sin referirnos a los conflictos ideológicos que mantiene Venezuela con Estados Unidos, Colombia y Brasil; con este último con movilizaciones militares y alguna escaramuza en la frontera que comparten. Para muchos analistas esta zona de América del Sur podría convertirse en un escenario de guerra que involucraría a todo el resto de los países americanos. Recuérdese la amenaza concreta del presidente de Estados Unidos de invadir Venezuela, que por suerte no se hizo efectiva.

Si hay un país con hipótesis de guerras concretas y conocidas en esta zona del mundo, ese país es Brasil, donde, incluso, los mandos militares brasileños ven a Francia como amenaza en los próximos 20 años, según se filtró a la prensa de ese país. Brasil siempre consideró seriamente su proyección estratégica, sus avances diplomáticos a través del tiempo, Hoy es el país de América del Sur que tiene una mejor proyección militar y una industria para la defensa realmente de avanzada.

Toda la región está llena de complejos problemas de frontera como las disputas por sus límites de países como Perú y Chile, Perú y Ecuador, Bolivia y Chile, o Brasil y Bolivia. Tenemos que decir que todas las naciones involucradas en esos diferendos contemplan, para sus fuerzas armadas, hipótesis de conflicto, como puede verse al observar sus gastos y equipamientos militares, siendo Argentina el único país que, ocupado en parte de su territorio (las islas Malvinas) y del Atlántico Sur, descarta las hipótesis de guerra.

Siempre hay que repetir que desde 1983 a la fecha, la mayoría de los funcionarios políticos que fueron designados en el Ministerio de Defensa se han caracterizado por su ignorancia y desinterés en hipótesis de conflictos y en su negación por modernizar el equipamiento militar, la doctrina militar, la industria para la defensa dejando estos factores claves para la Defensa Nacional relegados en sus prioridades de gestión.

Como dato que confirma lo que decimos, el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), estableció que los recursos destinados al componente militar en Argentina en 2019 rondaron los US$ 3.143 millones, un nivel similar al que se destinaba a principios de la década de 1990. En ese mismo período el gasto militar brasileño pasó de US$ 7.000 a US$ 27.000 millones; el de Chile de US$ 1.200 a US$ 5.200 millones. Estos datos describen la desinversión del aparato militar argentino.

El factor científico y tecnológico dentro del ámbito militar no solo ha sido postergado, sino que se ha perdido y destruido en la mayor parte por desinterés de la casta política argentina. Acostumbrada a las recurrentes crisis stop and go del país, la industria de defensa nacional se muestra más como un símbolo de aspiraciones que de un conglomerado con una verdadera cuña dentro de las políticas científicas tecnológicas del país. La Industria para la Defensa debe aplicar al fin ulterior de la Defensa Nacional dentro del plano de la seguridad internacional y también convertirse en un medio para brindar beneficios de impacto social y económico que dinamice la actividad de diferentes actores internos de la vida de un país.

Otro aspecto que nunca se ha tenido en cuanta, es la doctrina de uso del aparato militar en la política de Defensa. Analizando la historia de los conflictos bélicos en el mundo, se puede concluir que la Doctrina Militar es tan importante como la disponibilidad de una gran cantidad de los mejores Sistemas de Armas o del personal militar mejor formado y adiestrado. La doctrina militar en una especie de “guía general” que sirve para estandarizar, orientar y dar cierto marco de referencia sobre qué hacer y cómo proceder ante las diversas situaciones a las cuales podría verse expuesta la organización militar. Tanto durante su entrenamiento en tiempos de paz como durante la guerra.

Si bien hay una “individualidad” en la doctrina militar de cada nación se advierte que hay ciertos aspectos que suelen ser “universales”, comunes a la mayoría de los cuerpos doctrinarios de los diversos países, esto debido a que responden a los principios esenciales del arte de la guerra. Dentro de la “doctrina militar” de un país se puede diferenciar tres niveles, a saber: la “Doctrina Militar Específica” (DME), propia de cada una de las Fuerzas Armadas; la “Doctrina Militar Conjunta” (DMC), que orienta y guía el accionar sinérgico y coordinado entre dos o más FFAA de un mismo país; y la “Doctrina Militar Internacional” (DMI), comúnmente conocida como “Combinada”, que permite la interoperabilidad entre FFAA de dos o más naciones.

A pesar de todo lo dicho hoy Argentina, tiene enfrente algunas oportunidades tentadoras. Descartada las compras lisas y llanas y en conocimiento público de la veda impuesta por el Reino Unido a productos de su procedencia para renovar el material de las FFAA argentinas, aparecen propuestas que incluyen la posibilidad de transferir tecnología y establecer centros locales de producción y mantenimiento.

A Argentina se le ofrece algo que debería haber buscado siempre en el tema de adquisiciones de equipos y que, de hecho, debemos recordar se produjo con Alemania en la década de los 70 con la producción del TAM, el Pampa, los submarinos TR-1700 y los navíos clase Meko, el Know How y la transferencia de tecnología para la producción.

Hoy es el caso de Rusia, que está muy interesada en cooperar con Argentina en materia militar y ha avanzado con múltiples propuestas que detonan la intencionalidad de crear un lazo estratégico a largo plazo con el país. Esta propuesta, el traspaso de tecnología, aunque no sea total, genera enriquecimiento del capital humano nacional, mano de obra altamente calificada, y una solución práctica para problemas engorrosos, como, por ejemplo, cuando un sistema se descompone o sencillamente, ingresa en mantenimiento. Esto acortaría los tiempos de reparación y mantenimiento, además de reducir los costos operativos.

Existe además una opción China, en un contexto parecido de traspaso tecnológico y en este caso cuenta, además, y según un reportaje reciente al Jefe de la FAA, Xavier Julián Isaac con el visto bueno de dicha fuerza, el avión JF-17, que está siendo construido por China en forma combinada con Pakistán; es una aeronave moderna y con bajo costo operativo.

En la actual escasez de medios de la Fuerza Aérea Argentina sin posibilidades de resolución a la vista, debería incentivar razones más que suficientes como para focalizarse en alternativas que permitan reponer un mínimo parque aéreo de combate en lo inmediato. Por lo que resulta imposible resistirse por estos días a la evolución del citado JF-17, especialmente cuando se lo aprecia con más que sobradas capacidades para asumir los roles que en la FAA quedaron vacantes tras la baja del SDA Mirage, así como los que se sumarán tras el inexorable y cada vez más cercano destino final de los A/OA-4AR Fighting Hawk.

Seguramente los políticos de turno hoy, seguirán dejando de priorizar la Defensa y quizás estas oportunidades, aun cuando insuficientes, relativamente factibles, no resulten tenidas en cuenta. Es que se requiere cierto conocimiento de casi todo lo público y un arte especial para gobernar. Un bien escaso, ya sea en Washington, Berlín, Bruselas o Moscú, y sobre todo en Buenos Aires. Demasiados “jefes de Estado” pero pocos estadistas.

 

* Jurista USAL con especialización en derecho internacional público y derecho penal. Politólogo y asesor. Docente universitario.

Aviador, piloto de aviones y helicópteros. Estudioso de la estrategia global y conflictos. 

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