Iris Speroni*
Nos gobierna una organización criminal.
En sólo ocho días hábiles de diciembre 2019 el entonces flamante presidente Alberto Fernández se las ingenió para poner nuevos impuestos y aumentar las alícuotas de otros existentes (aquí). Esto luego de cuatro años de Macri (alta inflación, más impuestos, tasas de interés superiores al 80% anual, y aumento de tarifas de servicios). Ocurrió lo que varios predijimos: Fernández provocó la caída del nivel de actividad, poco después enmascarada como consecuencia de la cuarentena.
Esos primeros días del gobierno de Fernández serían indicativos de los dos años subsiguientes: aumentar gravámenes e incentivar a los gobernadores a hacer lo propio.
No se escucha una sola voz de sentido común. Alguien de poder que diga: “así no podemos seguir”.
Son el compendio de la mala administración. Todos lo saben y nadie habla.
Escucho reclamos de gobernadores o senadores para sus provincias. Ninguno se queja por el desdoblamiento y/o retraso cambiario, verdadero lastre para el crecimiento de las economías provinciales. O no entienden en qué les afecta que les paguen a $ 101,25 lo que vale $ 201 ó los tienen cooptados con lazos inquebrantables (Valores del 23/12/2021).
En los últimos dos años hemos vivido aumento de la presión fiscal.
El principal: la inflación, que sólo pagan los pobres, los asalariados, los jubilados y pensionados y los beneficiarios de planes sociales. Todos los meses nos sacan un 3% (acumulativo) de los ingresos. A ninguno de los responsables les pasa nada. Como amanecer frío en una zanja, por ejemplo.
El segundo mecanismo para subir impuestos fue no cambiar los mínimos no imponibles dentro de un proceso inflacionario. Quienes cobran salarios que no llegan a mil dólares por mes (menos del mínimo de EEUU) pagan impuesto a las ganancias además de IVA e ingresos brutos con el remanente. Bienes personales: Originalmente pagaban aquellos que tenían bienes por lo que hoy serían 138 millones de pesos. Hoy cualquier cristo con un dos ambientes y una casita en la costa a nueve cuadras de la playa, paga impuestos como si fuera Werthein o Grobocopatel o Constantini.
El tercero es inventar nuevos impuestos con diferentes excusas o aumentar alícuotas de impuestos existentes. Ejemplos: “impuesto a la riqueza”. La excusa fue la supuesta pandemia. Luego, cuando uno ve los destinos, comprueba que es para cualquier cosa menos para el presupuesto de salud. Definición de “riqueza”: dueño de un departamentito. Mientras, los verdaderamente ricos tienen su dinero en fideicomisos, fondos de inversión, paraísos fiscales u otros instrumentos. Es más, si algún político compra un campo en la Argentina (lo cual suelen hacer), el vehículo es una sociedad anónima radicada en Uruguay. Los impuestos son para los giles y los pobres.
Ahora, en su afán de sacarle patrimonio a las clases medias, van a poner el impuesto a la herencia, con la excusa de “evitar la acumulación de riqueza” con un coro de imbéciles o de mercenarios azuzando a quien no tiene ni una piedra con su nombre contra la panadera que heredó su local de su madre gallega.
La supuesta oposición
Juntos por el Cambio hizo campaña con la promesa de no aumentar más impuestos. Difícil de creer cuando tanto Macri como Larreta (o Vidal los cuatro años que gobernó PBA) fueron impositores seriales. ¿El último? El gravamen a los cargos con tarjetas de crédito en capital (2021).
El sainete de esta semana puede leerse de dos maneras. Recapitulo: la oposición demanda una sesión especial en Diputados para tratar un impuesto sin cerciorarse previamente si contaba o no con los votos necesarios. No contó. O fue un error o fue a propósito. Tal vez nunca lo sepamos. La ausencia de los dos zonzos que se fueron de viaje, es verosímil. Lo de Crescimbeni es más difícil de digerir.
Es irrelevante. Cuando son oficialismo aumentan la carga tributaria.
Otra vida
Cuando escucho a Putin hablar de “sentido común”, siento envidia. Cuando escucho a empresarios paraguayos en Canal Rural o en Chacra TV y cuentan cómo exportan carne vacuna (más que nosotros), carne de cerdo, lana de oveja a mercados premium a los que nosotros no accedemos, cómo tienen su flota fluvial y cómo no paran de crecer en todos los rubros, siento envidia.
Y ahí uno ve cuán incompetentes, además de ladrones, son nuestros políticos profesionales. Porque si el país creciera, podrían robar más que ahora. Pero no. Tienen una relación criminal tan compenetrada con empresarios corruptos, que no pueden tener ni un dejo de criterio. Ejemplo: prohibieron la exportación de carne. En los medios de comunicación dijeron que era para que hubiera carne en el mercado doméstico. Lo cual es una pavada. Uruguay exporta más carne que nosotros y los uruguayos comen más carne vacuna por habitantes que nosotros. La Argentina exporta el 95% del té y el 90% de la miel y el 90% del maní que produce y no falta ni té, ni miel, ni maní. Todo lo que alegan los funcionarios son mentiras. Lo único que hicieron fue sacarles el negocio de la exportación a los frigoríficos chicos para dárselo a los tres más grandes.
Todo es así. Nos gobierna una organización criminal.
Cómo será su ineptitud, incluso como ladrones, que envidiamos a Paraguay, porque hace las cosas mejor que nosotros.
En Misiones los misioneros van a Paraguay a … comprar bienes argentinos. Porque así no tienen que abonar 21% de IVA. Paraguay es más próspero que Formosa. La única diferencia de un lado y otro es la voracidad fiscal, la tasa de interés y el tipo de cambio. Apenas nada.
Los impuestos, la tasa de interés y el tipo de cambio son responsabilidad del Congreso. No de Néstor Kirchner, no de Cristina Fernández, no de Macri, no de Alberto Fernández. Ningún legislador intenta ocuparse del tema. Tampoco los gobernadores lo exigen a pesar de que mejorarían su situación casi instantáneamente.
Los políticos argentinos en su borrachera de corrupción se han convertido en caballos desbocados. Hay que pararlos antes de que nos destruyan a todos. Tratemos de ser un país más racional. Como Paraguay.
Nada, nada es más importante que la grandeza de la Nación y la felicidad del Pueblo. Lo primero requiere consolidar el territorio y la moneda, sacarse de encima la deuda y ordenar la vida social de todos nosotros; lo segundo, que las escuelas abran todos los días, que haya trabajo en blanco para todos y que sea bien pago, comer y vestir bien y poder construirse su propia casa, que no haya cacos merodeando y que los hospitales funcionen.
Putin demostró que se puede tomar un país quebrado, con la moral por el piso, con inflación galopante y deuda, a punto de disgregarse, con políticos comprados a diestra y siniestra; y aun así reconstruirse, consolidar el territorio y pelear de igual a igual con cualquiera. Tal vez sea hora de estudiar con más detalle el proceso y aprender.
Les deseo a todos un muy feliz y próspero Año Nuevo.
Con afecto,
Iris Speroni
* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).
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Artículo original publicado el 25/12/2021 en Restaurar.org, http://restaurarg.blogspot.com/2021/12/desbocados.html