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La filosofía de Bolsonaro

Hugo José Suárez

Hace unos días, el presidente brasilero volvió a la polémica -en realidad nunca ha salido- con una frase que lo dibuja en su peor perfil -acaso el único que tiene-. Tuiteó: “El ministro de Educación estudia descentralizar la inversión en facultades de filosofía y sociología (humanas) (…). El objetivo es focalizarse en áreas que generen retorno inmediato al contribuyente como veterinaria, ingeniería y medicina”.

La política del tuit ha sido una característica de estos tiempos, pero hay algunos que la usan peor que otros. Trump, frente al incendio en Notre Dame, con una mano en la cintura sugirió que echaran agua -ni siquiera bendita- desde helicópteros. Parecía obvio, ¿cómo no se les había ocurrido a las autoridades locales esa genial solución? Claro, luego los técnicos explicaron que, de seguir las recomendaciones de la Casa Blanca, se hubiera destruido la hermosa catedral parisina. Bolsonaro, en sintonía con su par estadounidense, resuelve el problema de la educación, la inserción laboral y las prioridades de estado en 140 caracteres.

El caso es que, detrás de esas pocas palabras, se esconde una peligrosa filosofía más expandida de lo que parece; hay que decirlo: no es que el presidente esté en contra de la disciplina madre de las ideas, sino que no soporta las ideas que están contra su filosofía. Primero, en sus pequeñas palabras se expresa una jerarquía clara en la toma de decisiones, es el ministro -instruido por el presidente- que tomará la determinación que afecte a millones de estudiantes y maestros.

En ningún momento se habla de la posibilidad de un diálogo, encuentro, intercambio, tomar en cuenta las posiciones de los actores involucrados, consensuar una decisión sobre el contenido de una reforma, ni hablar de una pedagogía liberadora como soñaba Paulo Freire. Aquí alguien manda, el otro ejecuta y el último reciente. Hay que recordar que ese proceder va en contra de “planificación de presupuesto participativo” que, otrora, caracterizó algunas gestiones públicas del Brasil. En el fondo está la idea de la democracia liberal: me eligieron en las urnas, ahora hago lo que quiero hasta la próxima elección.

Segundo, el presidente habla de inversión en educación como se invierte en la bolsa de valores. No menciona la educación como un derecho, la libertad de elegir estudiar lo que uno considera pertinente, la obligación de la autoridad de dar las condiciones para que la gente acuda a las universidades a ser más libres y plenos, mejores personas, más humanos. En la cabeza de Bolsonaro cada peso “invertido” en el sistema educativo debe dar rédito y multiplicarse al infinito. La vinculación entre educación y generación de dinero es indisoluble, todo saber no redituable está demás.

En el mismo tono, el presidente habla de “contribuyentes”, no de ciudadanos. Como si el saber, el producir conocimiento y transmitirlo, fuera una cuestión utilitaria, que solo es exitosa si da un rédito económico; todo se mide en monedas, con calculadora en mano. Quienes son beneficiarios de la educación no son seres con derechos pertenecientes a una nación con historia, son números con un valor fiscal. A esto se suma el tiempo, el aquí y el ahora, el “retorno inmediato” de la inversión. El futuro no está en juego, se trata de optar por lo que asegure la reproducción inmediata. Por último, la jerarquía de las disciplinas pertinentes, estratégicas, eficientes en términos comerciales y aquellas cuyos resultados no están a la vista. Formar un veterinario es más útil que graduar un antropólogo.

Cada uno de los puntos de Bolsonaro responden a una filosofía clara que beneficia la lógica del dinero en la gestión pública. Y aunque parezca escandaloso, sus ideas están mucho más presentes de lo que parece en múltiples contextos. Por ejemplo, hace unos años Francia sólo otorgaba becas a Bolivia para estudiantes que optaban por Medicina y Agronomía, no para Sociología o Literatura; asimismo, no faltan los programas educativos en todos lados que proponen con entusiasmo eliminar las ciencias sociales por no ser pertinentes en países cuya prioridad es, se dice, resolver los problemas de salud.

Esa postura es negar la importancia de las ideas en la vida de los seres humanos, es no considerar que gracias a una consigna, buena o mala, se han cometido las más atroces guerras o se han erigido los más nobles proyectos que han afectado a miles y de millones de personas. Pero más curioso todavía que la torpe propuesta en contra de las humanidades provenga del presidente del único país latinoamericano que tuvo un antecesor que fue uno de los sociólogos más importantes de estos tiempos, y único cuya bandera tiene inscritas las dos palabras emblema de las ideas de la modernidad: orden y progreso.

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://www.eldeber.com.bo/opinion/La-filosofia-de-Bolsonaro-20190524-0013.html

EL PODER DE CADA CIUDADANO

Mañana debe bajarse la bandera a cuadros de lo que será la carrera electoral. Si el Órgano Electoral cumple con las fechas señaladas, este lunes se conocerá el reglamento y el calendario de los comicios a realizarse el 20 de octubre. Las reglas del juego quedarán establecidas y hay expectativa para saber si favorecerán al oficialismo o si serán ecuánimes.

Sin esperar el reglamento, el MAS y algunos candidatos de la oposición ya comenzaron la campaña electoral. El presidente insiste en consolidar su candidatura y parece que no hay poder institucional en el país que dicte lo contrario, a pesar de que la mayoría de los bolivianos rechazó la repostulación en un referéndum. Para ello, Evo Morales y su partido no escatiman esfuerzos ni recursos. Los funcionarios públicos que dependen del Ejecutivo Nacional fueron obligados a asistir a una concentración en Chimoré, so pena de quedar sin trabajo; allá se armó una tarima de varios metros de largo, con costosos equipos de sonido y otros que demandan cuantiosas sumas de dinero.

En la vereda del frente, los dos principales candidatos de la oposición arrancaron sus campañas en la televisión, con muchos segundos de cuestionamiento al Gobierno y a sus circunstanciales adversarios.

El pedido de que la oposición se una, que ha sido expresado por plataformas y organizaciones de defensa de la democracia, parece caer en saco roto, al menos por parte de los dos principales candidatos de este sector. Ni Carlos Mesa ni Óscar Ortiz se muestran partidarios de ceder la postulación a la Presidencia; en cambio, insisten en el ataque mutuo, luciendo extraviados respecto a la reivindicación del voto del 21-F.

También hace aguas la apuesta que aspiraba a que el freno a la candidatura de Morales llegue desde el extranjero. Los plazos de la CIDH hacen prever que cualquier decisión será tomada después del 20 de octubre.

Todos los candidatos, de oficialismo y oposición, avanzan de manera frenética por la Presidencia del Estado. De nada sirven cuestionamientos o pedidos; se puede prever que la guerra sucia sea protagonista de la campaña, que se utilicen los recursos del Estado, tanto en el Gobierno central como en gobernaciones y alcaldías, a favor de una u otra sigla; que la presentación de propuestas se relegue en el afán de los impulsos de la coyuntura.

Entonces, está claro que es el ciudadano el que debe asumir responsabilidad en el proceso que comienza: reflexionando seriamente sobre su voto; cuidando el sufragio en la mesa electoral; exigiendo que el Tribunal Supremo Electoral sea responsable y no favorezca a la sigla oficial. La indiferencia familiar o de la comunidad no son un aporte en este particular proceso, es fundamental que la población participe, a fin de que no ganen los malos, parafraseando al periodista Diego Fonseca, que estuvo hace pocos días en Bolivia.

* Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://www.eldeber.com.bo/opinion/El-poder-de-cada-ciudadano-20190525-9596.html

LA OCIOSIDAD ES LA CAUSA DEL ROBO Y LA MENTIRA

Francisco Carranza Romero*

La sociedad peruana, desde antes de la llegada de los españoles, ha valorado tres principios quechuas que norman la vida: Ama qila. Ama Suwa. Ama Llulla.

Sin embargo, los peruanos de hoy, al mencionar hablando o escribiendo los tres principios morales que fueron las columnas principales de la sociedad prehispana, citan por citar y con mucha arbitrariedad sin pensar en los criterios de orden y lógica.

Reflexionando con calma y conocimiento de la cultura quechua, comprendemos que hay un orden de causa y efecto. Alli churakuyqa yaku rurinchaupis kaykan (“El buen orden está aun dentro del agua”) es un proverbio que enseña que hay orden en donde sea. ¿Acaso cuando aprendemos los Diez Mandamientos de Moisés lo hacemos en desorden y arbitrariedad?

En mi condición de bilingüe coordinado quechua-español, cito y explico los tres principios quechuas respetando el orden como me enseñaron mis mayores.

  1. AMA QILA (Quechua I: Áncash, Lima, Huánuco, Pasco) o AMA QILLA (Quechua II: abarca otras regiones de Perú, Bolivia, Argentina, Ecuador y Colombia) que en los textos hispanos aparece como AMA QUELLA: No ser ocioso.

Es la simplificación de la expresión Ama qila kaytsu (QI) o Ama qilla kaychu (QII) que significa: “No seas ocioso”; “No seas haragán”. “No seas flojo”. “No seas perezoso”. Es un mandato vital que tiene dos elementos de negación: 1. Ama: no prohibitivo. 2. –tsu (Q I) o su alomorfo –chu (Q II): morfema sufijal de negación. Por esta razón, la traducción completa de este principio es: “De ninguna manera seas ocioso”.

Los siguientes cuatro calificativos quechuas referentes al ocioso demuestran cuán detestable es este defecto: qila (ocioso); ushma, wichwi (que hasta “suda” por estar ocioso), pacharakuq (pacharaco, comechado, mantenido).

En la vida rural vemos que quien no cultiva plantas comestibles ni cría animales no puede tener la comida a su alcance. Aunque sea un recolector, para recoger los frutos silvestres y capturar animales también debe moverse de un lugar a otro, fabricar sus herramientas para tener éxito en la recolección y para depositar lo recolectado. Quien no labra la tierra removiéndola, sembrando, regando y cuidando lo sembrado sufre por el hambre. Quien no cría animales no se beneficia de ellos en el momento que necesita. Y, después de recoger su comida debe saber conservarla para tiempos de escasez.

Como cambia el clima, el cuerpo necesita protección; entonces el homo faber hace sus ropas con los materiales a su alcance.

Para protegerse del mundo exterior (viento, sol, insectos, animales y otros seres humanos) construye su vivienda, aunque sea aprovechando la cueva natural. Como ser humano necesita vivienda que cuesta su construcción, arreglo, alquiler o compra.

El principio quechua Ama qila (“No seas ocioso”) es la confirmación de que la ociosidad es la madre de todos los vicios; pensamiento no sólo andino, sino universal. En lengua latina hallamos los siguientes proverbios: Otiositas docet malitiam, et mater vitiorum est (“La ociosidad enseña la maldad, y es la madre de los vicios”). Otiositas nultorum malorum est Ocasio (“La ociosidad es la ocasión de muchos males”). Otiositas mater vitiorum, et noverca virtutum est (“La ociosidad es madre de los vicios, y la madrastra de las virtudes”).

Por este principio sabemos que el homo sapiens debe estar en labor continua para solucionar sus necesidades básicas: comida, vivienda y ropa. La labor dignifica al ser humano. Así el homo sapiens tiene el destino de transformar el mundo para sobrevivir. Pero, el acto de transformar la naturaleza, de ninguna manera significa la destrucción de ella.

  1. AMA SUWA. En los textos hispanos está transcrito AMA SUA: No seas ladrón. Quien no cultiva vegetales comestibles ni cría animales, sacia su hambre apoderándose de lo ajeno. Para protegerse de las inclemencias del tiempo roba ropas ajenas. Para vivir necesita expulsar a los dueños de las viviendas; es decir, robar las casas de otros.

Los calificativos quechuas para el ladrón son: lapta, yata (que palpa y toca lo ajeno), mishi (gato). Algunos ladrones tienen el apodo mishi antecediendo a sus nombres: Mishi Makshi, Mishi Tulli (Gato Máximo, Gato Toribio).

El robo es el último y peor recurso de un ser humano porque es la falta de respeto a sus semejantes y a su comunidad. El robo consiste en arrebatar lo ajeno, estafar, extorsionar, secuestrar y hasta matar a quien defiende sus pertenencias.

El ladrón destruye la moral social de la convivencia en mutua confianza.

  1. AMA LLULLA: No mentir. No buscar justificaciones a la ociosidad y ladronería.

El ocioso que roba, cuando es descubierto, miente y se justifica. Llega a la peor bajeza porque, en vez de asumir su error, recurre a su ingenio para engañar. Y, quien miente una vez con éxito, seguirá mintiendo cuantas veces sea descubierto y acusado.

El mentiroso es embaucador, estafador, tramposo que rompe el valor de la palabra hablada o escrita. Es el caradura que recurre al juego de palabras y dice sin ningún sonrojo: “La promesa no es compromiso; y el compromiso no es obligación”. Que los ilustres profesionales de la ley hagan la “interpretación auténtica”.

No hay una característica antropológica del ocioso, del ladrón y del mentiroso; pueden ser pobres o ricos, de corbata o sin corbata, de camisa de cuello blanco o de cuello azul, de piel blanca o negra, de ojos grandes o de ojos rasgados, del hemisferio norte o del hemisferio sur, creyente en dios o ateo. Los ociosos, ladrones y mentirosos son seres degradados de su humanidad.

* Licenciado en Lengua y Literatura, Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo, Perú. Doctor en Filología Hispánica, Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Madrid, España. Investigador del Instituto de Estudios de Asia y América, Universidad Dankook, Corea. Ha publicado numerosos libros, entre ellos Diccionario quechua ancashino – castellano.

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