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LOS PRIMEROS 90 DÍAS DE GOBIERNO – 20 MEDIDAS PARA REACTIVAR EL PAÍS

Iris Speroni*

20 medidas para poner el país en movimiento en los primeros 90 días del próximo gobierno.

Todos los indicadores económicos del último año son negativos. Caída del empleo, de la actividad industrial, del consumo. Cierre de locales.

El pico de empleo registrado se produjo en el último trimestre del 2017, lo cual explica los resultados electorales del oficialismo en las elecciones de diputados y senadores de ese año.

Desde entonces tanto el ingreso de los trabajadores (precio) como la demanda laboral (cantidad) se deterioraron en dos etapas.

Durante el 2018: caída del salario real debido al atraso de los salarios respecto a la inflación y a las tarifas.

Durante el año en curso: caída del empleo.

Gancho de derecha y remate con un uppercut de izquierda.

Las empresas no tienen trabajo. Porque no hay ventas y porque los impuestos les succionan el capital de trabajo. No sólo altos impuestos sino adelantos impositivos. No sólo altos impuestos, sino impuestos sobre rentas presuntas. No sólo altos impuestos, sino impuestos sobre ganancias nominales no reales por ausencia de ajuste por inflación. 

Mientras, la justicia mira para otro lado cuando se trata de abusos impositivos.

Esta telaraña provoca que las empresas, primero no paguen las cargas sociales, luego paguen los salarios en cuotas y después despidan personal.

La situación actual la conocemos todos. ¿Cómo revertirla?

A semanas de las primarias sabemos que todos los políticos ofrecen el mismo modelo de país, excepto honrosas excepciones sin chances electorales. Defienden la agenda impuesta desde el exterior: destrucción de la educación, desatención de la salud, deuda eterna, desmantelamiento de las fuerzas armadas, zona liberada para el delito común en complicidad con el poder judicial, entrega de territorio y medios de producción al estado chino, abandono de los FFCC, ausencia de flota argentina, gasto público del 50% del PBI, capitalismo de amigos, agenda de género, incentivos a la inmigración indiscriminada, etc.

Aun así, asumida la oferta política, hay una prioridad: poner la economía en movimiento, obtener el pleno empleo. ¿Por qué? ¿Cómo? Trataré de exponerlo.

Es importante salir de la recesión

Cristina Fernández ganó las elecciones del año 2011 sobre una economía en crecimiento. Sin embargo sus últimos cuatro años de gobierno se caracterizaron por una meseta. Es lo que le hizo perder al oficialismo las elecciones del 2013 y el 2015.

En el 2015 la mitad del país votó un cambio de funcionarios a la espera de retomar el crecimiento. 

Las empresas deben ponerse a trabajar, a vender y más importante aún, a cobrar lo facturado. Es vital que haya trabajo. 

Y es decisivo por las siguientes razones. Empresa que cierra, difícilmente vuelva a abrir. Se destruye capital, (el de los dueños), pero además el país pierde un intangible: el conocimiento (las personas que saben hacer las cosas).

Hay otra cara: la humana. Una persona desocupada su alimenta mal y alimenta mal a sus hijos. Se desanima, pierde la autoestima y anticuerpos. Contrae enfermedades con mayor facilidad. No tiene dinero para medicamentos ni tiempo para ir al hospital. 

Necesitamos un pueblo fuerte, bien alimentado, con salud y con la autoestima bien alta. 

Entonces hoy la prioridad nacional es recuperar el pleno empleo, tanto laboral como empresarial, para mantener a nuestro pueblo sano.

¿Cómo lograrlo?

Es relativamente sencillo, toda vez que la industria tiene capacidad instalada ociosa.

Necesitamos que aumente la demanda de bienes para que traccione al empleo.

La demanda tiene cuatro componentes:

  1. Exportaciones
  2. Inversiones.
  3. Consumo (interno).
  4. Gasto Público.

Veamos primero lo que no puede hacerse: subir el gasto público. Ya estamos cerca del 50% del PBI. Aumentarlo es sumar impuestos o emisión monetaria (inflación) o deuda. Es lo que viene haciendo la casta política desde Kiciloff a hoy. No hay más tela para cortar.

El consumo interno tiene un tope. Somos nosotros vendiéndonos a nosotros mismos. Es un círculo cerrado. ¿Cómo lo financio? ¿Con más inflación? Por eso todos los aumentos de consumo interno con “ayudín” duran poco. Me refiero a “Ahora 12”, “Precios Cuidados”, pago por única vez a los empleados públicos (como en diciembre 2018).

Nos quedan las exportaciones y las inversiones. Es dinero genuino que redunda en consumo interno.

La exportación de vinos demanda botellas, cajas, etiquetas, corchos y transporte. La persona que trabaja en la bodega, o en la fábrica de botellas o el transportista desde Mendoza a Quequén, con el dinero que gana va al almacén o compra una remera para la nena o compra una gaseosa luego de jugar fútbol con los amigos. 

Las exportaciones incentivan el consumo interno de todos los que participaron.

Sucede lo mismo con las inversiones. Todos los que participan en el proceso (edificar un galpón, instalar una máquina) gastan el dinero ganado.

Poner el país en movimiento en los 90 primeros días de gobierno

Las familias no tienen dinero. Las PyMes y comercios no pueden pagar insumos, deben impuestos, pagan salarios con cuentagotas.

El gobierno que asuma debe establecer medidas de shock para activar la economía. Hay que hacer un ajuste y la única que lo puede hacer es la casta política. Es la única que engordó y se enriqueció en los últimos siete años y medio.

Todo shock reactivador implica baja de impuestos. Lo que equivale a caída de la recaudación. ¿Se desfinancia el estado? Ciertamente. El estado debe volver a costar 25% del PBI como fue desde Uriburu hasta De la Rúa.

En estos 90 primeros días propongo que el Ejecutivo «se siente» sobre la caja.

En concreto:

– no pagar sobreprecio las provisiones estatales (a veces triplican el precio de mercado) y evitar compras superfluas,

– eliminar los siguientes gastos estatales:

– toda asesoría/consultoría/tercerización,

– “ventanillas” (contratos laborales ficticios),

– donaciones a fundaciones y,

– extravagancias (sombrillas en la playa, festival del choripán, etc).

En resumen, aplicar la máxima Barrionuevo por 90 días.

Los 90 días que comienzan el 10 de diciembre del 2019

Mejorar el bolsillo de las familias

– Familias con trabajo formal y jubilados

  1. Eliminar el impuesto a las ganancias sobre los sueldos para todo el año 2019. No descontar diciembre y devolver los adelantos cobrados durante el año en tres cuotas a principio de 2020.
  2. Dejar de descontar del sueldo del trabajador todo lo que no sea previsional. El estado cubrirá la diferencia. Ídem jubilados.
  3. Suspender el cobro de cuotas por préstamos del ANSES a jubilados por tres meses.

– Familias con ingresos no formales (y todo el resto también)

  1. Eliminación de todo impuesto (nacional, provincial o municipal) sobre el consumo de luz, gas o agua corriente y sobre el combustible.
  2. Eliminación de todo impuesto (nac., prov, o mun.) sobre los alimentos (IVA, ingresos brutos, sellos).

Mejorar la caja de PyMes, Comercios, Transportistas

  1. Eliminar (o al menos suspender) todos los adelantos impositivos: percepciones y retenciones, tanto de impuestos nacionales como provinciales, incluído adelanto al impuesto a las ganancias y a la ganancia mínima presunta.
  2. Eliminar el impuesto al cheque.
  3. Eliminar todos los impuestos sobre tarifas eléctricas y de gas (nacionales, provinciales y municipales) y sobre combustibles (Ídem familias punto 4).
  4. Suspender por un año todos los embargos a las PyMes por parte de AFIP y rentas provinciales.
  5. Bajar IVA a cero en alimentos, combustibles y tarifas y a 10% en el resto de bienes y servicios.
  6. Eliminar los impuestos de sellos e ingresos brutos.

Todas estas medidas tienen por objeto romper la inercia. Por eso deben tomarse en la primera semana de gobierno.

Para crecer con solidez se requiere exportar e invertir.

Aumentar las Exportaciones

  1. Eliminar las retenciones.
  2. Eliminar los impuestos al combustible (ídem 4 y 7).
  3. Aumentar los porcentajes de participación del biodiésel y de la alconafta en combustibles.
  4. Eliminar los peajes.
  5. Eliminar los impuestos de sellos e ingresos brutos (ídem 11).
  6. Eliminar el impuesto al cheque (ídem 12).
  7. Eliminar todos los impuestos sobre el flete fluvial y marítimo.
  8. Aumentar el tipo de cambio para hacer más competitivas las exportaciones.

Aumentar las Inversiones

  1. Todas las anteriores.

Conclusiones

Un aumento del tipo de cambio asusta a los políticos porque les hicieron creer que provoca el alza del precio de los alimentos. Mentira.

Lo cierto es que la incidencia del costo del trigo en el pan es 6%. El resto son impuestos, electricidad, transporte, salarios. Con estos 20 puntos convivirán un tipo de cambio alto y alimentos baratos.

La prueba es que una manzana de Río Negro es más barata en Londres que en Buenos Aires. ¿Por qué, si no hay efecto “tipo de cambio”? Por los impuestos.

Con fletes baratos, caída de impuestos, y tipo de cambio alto, en un año aumentamos las exportaciones un 30% y las duplicamos o triplicamos en un mandato presidencial.

En cuanto a las inversiones, sólo se invierte si se piensa que se va a ganar dinero. Para que eso suceda hay que bajar impuestos y fletes.

Con sólo estas 20 medidas el país productivo se pone en movimiento. Los políticos deberán apretar los dientes por 90 días.  Luego volvemos a hablar.

En sólo 90 días el país es otro.

* Licenciada de Economía UBA, Master en Finanzas, Ucema. Posgrado Agronegocios, Agronomía UBA.

Tomado de Publicaciones de Iris Speroni, http://iris-speroni.blogspot.com/2019/07/los-primeros-90-dias-de-gobierno-20.html

 

 

EL ACUERDO EUROSUR Y EL BREXIT. LA INDUSTRIA PESQUERA Y LA SOBERANÍA NACIONAL.

César Augusto Lerena*

Ya nos referimos a las asimetrías entre la Unión Europea y el MERCOSUR y el Acuerdo, que llamaremos en adelante EUROSUR y, las dificultades de Argentina, respecto a la inflación, los costos de fletes e insumos, las dificultades portuarias, la burocracia, los impuestos y desindustrialización, entre otras cuestiones, que quitan competitividad a los productos industriales pesqueros. Suponiendo, que pudiésemos resolver esta cuestión de fondo, con la que convivimos desde hace muchas décadas, es muy poco probable que Argentina logre un comercio equitativo con Europa, si este Acuerdo se limita a un mero intercambio de bienes y no a una verdadera “Asociación Estratégica”, que, pese a los anuncios, no parece ser. Más bien, se asemeja mucho a las consignas del Virreinato del Río de la Plata de 1796, donde incluso varios relevantes hombres de Buenos Aires y Montevideo entendían que «América debía entregar a España las materias primas, y esta devolvérselas prontas manufacturadas».

Trataremos de ser optimistas, evitando caer en el triunfalismo retozón —hasta el llanto— del Canciller Jorge Faurie o en la crítica sin aportes de alguna oposición desinformada y, me referiré, a algunos requerimientos que el Estado argentino debería formularle a los negociadores de la Unión Europea, para que desde el punto de vista de la soberanía nacional y, en el ámbito de la actividad pesquera, este Acuerdo, mute hacia una Asociación Estratégica y pueda ser provechoso para la industria del país, sus empresas, los trabajadores y sus comunidades.

La actividad pesquera ya tiene experiencias en materia de acuerdos con la Unión Europea y, muy especialmente con la lamentable instrumentación que le dieron las entonces autoridades al «Acuerdo sobre las Relaciones en Materia de Pesca Marítima con la Comunidad Económica Europea» sancionado el 20 de abril de 1994 por Ley 24.315, y ello, debería servirnos para que, de una vez por todas, acordemos condiciones equilibradas para nuestro país que luego no se distorsionen. 

La Asociación Estratégica con España y otros miembros de la Unión Europea. Los buques españoles pescan con licencia británica en las aguas argentinas de Malvinas y, dentro y fuera de la Zona Económica Exclusiva Argentina. Algunas de sus empresas de este país se han asociado a inglesas en Malvinas y se aprestan, incluso, a construir un puerto en las Islas. También, operan con base en puertos de Uruguay. Las capturas de estos buques de bandera española en el Atlántico Sur, son consideradas de origen español y, por lo tanto, ingresan a la Unión Europea sin aranceles (los  británicos ya evalúan ingresar a la UE bajo otra bandera a partir del Brexit) pese, a que estas capturas debieran considerarse ilegales (INDNR) conforme al Reglamento (CE) Nº 1005/2008 incisos 7, 22, 26, 30 y s.s. del Consejo que refiere, a las actividades pesqueras realizadas en la Alta Mar y en las aguas marítimas sometidas a la jurisdicción o soberanía de los países ribereños sin tomar las medidas adecuadas y, además, por aplicación de las Res. de la ONU Nº 31/49; 2065/65; 3171/73 y 3175/73 y la Convención de las Naciones Unidas del Derecho del Mar, por cuanto los buques españoles pescan con permisos ilegales británicos en aguas argentinas de Malvinas o los recursos migratorios que tienen origen en la Z.E.E. Argentina, resultando, absolutamente inaceptables las “Reglas de Origen. Sección A” del Acuerdo EUROSUR. Sería un absurdo y un daño gravísimo para la Argentina, que el gobierno nacional acepte que los buques de Bandera (los extranjeros que pescan en el Atlántico Sur) puedan considerar sus capturas y procesos a bordo como originarios de los países de bandera. Eso sería liberar definitivamente el mar argentino a todos los buques extranjeros, incluso, a los que capturan con licencia ilegal británica en Malvinas. Teniendo en cuenta, que España es el primer comprador (24%) de productos pesqueros argentinos mientras que la Argentina tiene en su territorio marítimo el recurso, para darle el carácter de Asociación Estratégica a este Acuerdo, el gobierno nacional debería acordar con la Unión Europea la importación a la brevedad posible de todos los productos argentinos listos para el consumo final, incluso las conservas, libres de aranceles, no solo por una cuestión económica, sino para iniciar gradualmente el cambio de la matriz argentina, donde el 60% de las exportaciones son commodities, convenir la radicación industrial de euro-empresas en el continente argentino y/o la creación de sociedades mixtas entre empresarios argentinos y europeos que promuevan la modernización de la flota nacional, que exploten, transformen y agreguen valor a los recursos pesqueros; participen en la construcción y ampliación portuaria pesquera e inversiones destinadas a la acuicultura; y, al mismo tiempo, el cese inmediato de las capturas de sus países miembros en el Atlántico Sudoccidental que no se ajusten a la Ley 24.922 y, la Argentina debería liberar de impuestos a la importación de insumos para la industria pesquera y naval pesquera y, establecer determinados reembolsos por determinada cantidad años que, habrían de compensarse con el mayor empleo y la caída de subsidios a la desocupación y, el cobro de derechos de extracción y, claro está, la finalización de las asociaciones españolas-británicas en Malvinas que depredan nuestros recursos y luego ingresan cientos de miles de toneladas a la U.E. sin aranceles, compitiendo deslealmente con las empresas radicadas en el continente argentino.

Todo ello se enmarcaría, además, en la Res. 41/11 de la O.N.U. del 27 de octubre de 1986 que declaró «Zona de paz y cooperación del Atlántico Sur» y resaltó «la determinación de los pueblos de los Estados de la región del Atlántico Sur de preservar su independencia, soberanía e integridad territorial y de desarrollar sus relaciones en condiciones de paz y libertad».

Mientras tanto, la Argentina debería hacer un Acuerdo de Integración y Desarrollo Binacional con Uruguay, que dinamice y complemente el Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo que, entre otras cosas, de fin al apoyo logístico que Uruguay le presta en sus puertos a los buques españoles, chinos, coreanos y taiwaneses que pescan ilegalmente en el Atlántico Sur y, desaliente la construcción del megapuerto chino en Uruguay y, en compensación, promover asociaciones mixtas con empresas uruguayas para la pesca del calamar y otras especies, exceptuar de impuestos y otras medidas para beneficio mutuo de las empresas que se acojan a un régimen especial de fomento e integración binacional, postergada desde las luchas por la independencia. 

La Asociación Estratégica con la Unión Europea con relación al Brexit, Malvinas y la pesca ilegal británica en el área. Desde 1976 los buques extranjeros con licencia británica de Malvinas han extraído ilegalmente un promedio anual de 200 mil toneladas de recursos pesqueros en el mar argentino aledaño a Malvinas por un valor de U$S 475 millones de dólares a la primera venta, es decir, que la Argentina ha perdido anualmente en la comercialización final un negocio valuado en unos 3.325 millones de dólares. Para entender la magnitud de esta cifra, diremos que, con ella, se podría renovar en un año toda la flota pesquera nacional (559 buques) o, si se recuperasen esas toneladas para la Argentina, dos millones de niños y adolescentes podrían cubrir sus necesidades diarias de proteínas de la mejorar calidad biológica los 365 días del año, que, complementadas con hidratos carbonos complejos (arroz, pastas, vegetales) que habitualmente se incluyen en los planes sociales, les permitían acceder a la totalidad de sus requerimientos calóricos diarios y, asegurar argentinos sanos y capaces para el futuro. Esa cifra multiplicada por los 42 años transcurridos (1976-2018) desde que los británicos explotan ilegalmente el recurso pesquero argentino, significa una pérdida total para la Nación Argentina del orden de los 140 mil millones de dólares, una cifra que hubiese permitido un desarrollo fenomenal de todas las provincias patagónicas del litoral marítimo.
El 94% de las exportaciones pesqueras y un tercio de las exportaciones de carne de Malvinas se destinan a la Unión Europea. En el Puerto de Vigo (España), uno de los más importantes puertos pesqueros de Europa, el 25% de sus descargas tienen origen en Malvinas. Ello demuestra, la dependencia que con Europa tiene el comercio de Malvinas. A partir del Acuerdo EUROSUR y, hacerse efectivo el Brexit, los productos pesqueros capturados por buques no europeos en Malvinas deberán pagar aranceles, pudiendo incluso ser considerados ilegales, dificultándose, por lo tanto, su comercialización. Nosotros entendemos, que este efecto será económicamente negativo para las Islas, pero, fundamentalmente, les generará un mayor aislamiento, ya que el Reino Unido no podrá seguir ejerciendo el rol protector, como lo ha venido haciendo en el campo militar y facilitando la comercialización en la Unión Europea. El medio Penguin News de las Islas es elocuente al respecto: «La FIG (el gobierno ilegal isleño) no cuestiona el Brexit; respetamos el derecho de los ciudadanos del Reino Unido a determinar su propio futuro. Sin embargo, es de vital importancia que se mantenga nuestro acceso actual a los mercados de la UE. Cualquier disminución podría tener un impacto perjudicial en la economía de las Islas Malvinas (Falkland en el texto original) y en los ingresos del gobierno» (sic), por su parte Mike Poole, Gerente General de Fortuna en las Islas dice que «sufrirán el impacto de la suba de aranceles”.

En esta situación, se le presentan a la Argentina, dos escenarios: seguir esperando eternamente que algún día los ingleses se resuelvan a negociar soberanía, sin que ello signifique reconocimiento alguno y aceptando graciosamente que bajo licencias ilegales británicas se extraigan del Atlántico Sur 200/250 mil toneladas anuales de recursos pesqueros argentinos y desequilibrando el ecosistema o, en su lugar, buscar una fórmula que potencie sinérgicamente los resquicios positivos de este Acuerdo EUROSUR.

Entendiendo, que los recursos que se capturan en el mar argentino de Malvinas y adyacente a éste en la Alta Mar, son recursos argentinos que se originan en el área continental argentina, en el Mar Territorial, la Zona Contigua y la Zona Económica Exclusiva Argentina y, también, que Malvinas es parte del territorio nacional, sería interesante ratificar la incorporación de las Islas al Acuerdo y, otorgarles los permisos de pesca a través de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, bonificándoles los correspondientes derechos de extracción, como la Argentina ya hizo con los buques de la URSS en 1967, con el fin de generar un reconocimiento tácito de la soberanía argentina. No me extenderé sobre la instrumentación por confidencialidad.

Al respecto vale la pena relatar una importante determinación política de un alto funcionario de esa época: pese a que la Cancillería a cargo de Nicanor Costa Mendez coincidía con la posición de Estados Unidos, Gran Bretaña y la URSS de reservar a los países ribereños solo 12 millas, el gobierno nacional, a través de la Secretaría Legal y Técnica, promovió en diciembre de 1966 la sanción de la Ley 17.094 que estableció, entre otras cosas, que «la soberanía de la Nación Argentina se extendía al mar adyacente a su territorio hasta una distancia de 200 millas marinas…». Para ese entonces, 70 buques rusos pescaban a la vista de Mar del Plata, por lo cual, el gobierno acordó establecer con la URSS un canon pesquero por buque y por temporada de pesca de veinte dólares, una suma que, por lo irrisoria, fue rápidamente aprobada por Moscú, quién de hecho, reconoció nuestras 200 millas, rompiéndose el alineamiento que sobre este tema tenía la URSS con Estados Unidos y Gran Bretaña.

El Reino Unido no puede negar el origen en el mar aledaño al continente argentino de la mayoría de los recursos que migran a Malvinas y, por lo tanto, la titularidad de Argentina de estos; circunstancia, que sería fácilmente demostrable por nuestros científicos. En este momento, frente al Acuerdo y el Brexit, y ante el cobro de aranceles a los productos de Malvinas, sería la oportunidad para que la Argentina (Tierra del Fuego…) les otorgue los correspondientes permisos de pesca a todas las embarcaciones que pesquen en esa área, de modo que ingresen sin arancel alguno a Europa. No estaríamos discutiendo soberanía, sino la titularidad de los recursos que, sin lugar a duda, migran desde el área continental de Argentina hacia las Malvinas Argentinas, su área GAP (espacio de 1.400 Km2) y la Alta Mar de la región. Iguales permisos podrían extenderse a título gratuito por determinada cantidad de años a toda la flota extranjera que pesque en la Alta Mar, de modo de facilitar el ingreso de sus capturas a la Unión Europea, reafirmar nuestro dominio y evitar la prescripción; por supuesto con un ordenamiento determinado, que no explicaremos aquí y, extensiva a toda la flota argentina con permiso de pesca de gran altura que capture en la ZEE más allá de determinado número de millas marinas y en la Alta Mar. Los efectos de ocupación del mar, entendemos serían superlativos. Sería un paso gigante hacia la ratificación de nuestra soberanía nacional en el Archipiélago y, el Acuerdo, el Brexit, los aranceles y la dificultad comercial que deberán enfrentar los isleños, podrían ayudar. ¿Un tanto ingenuo pensar que los británicos aceptarían? Menos ingenuo que imaginar que, por la fórmula del paraguas, los británicos no continuarían incrementando la ocupación en el Atlántico Sur o, que los rusos, con dos mil buques pescando, aceptarían pagar un canon a argentina cuando el mundo desconocía los derechos de los países ribereños sobre las 200 millas. Salir de la inercia del reclamo ya sería importante.

Se calcula que Gran Bretaña deberá abonarle a la Unión Europea unos cien mil millones de euros antes de 2025 y otros tantos pagos hasta 2064. El Reino Unido podría iniciar negociaciones en estos años con terceros países, pero, no podrán entrar en vigor, hasta no finalizar este período de transición. El socio comercial más importante del Reino Unido es la Unión Europea, donde van a parar el 45% de sus exportaciones y se estima que estas caerían un 8% de aquí al 2022, tiempo en el que perderían el empleo unas 60 mil personas, ello, sin evaluar los conflictos que se provocará en las fronteras con Europa e Irlanda. Escocia duda y el temor al Brexit sin acuerdo ya hundió la cotización de la libra esterlina al menor valor del año 1,1062 euros, razón por la cual, no parecen estar las cosas fáciles para los ingleses y mucho menos para los que ocupan Malvinas. Tal vez haya llegado la hora para los británicos ocupantes de las islas, de mirar con más cariño al continente argentino.

Por cierto, la burocracia del Gobierno debería promover y facilitar urgente las bases para promover el comercio, la industria nacional y la exportación de las pequeñas y medianas empresas mediante la reforma federal y social de la actividad pesquera; la eliminación de los impuestos al gasoil destinados a la captura; la trazabilidad; el autocontrol de los procesos sustentables; el registro de las marcas y las certificaciones de origen, calidad, seguridad alimentaria y ambiente; la eficiencia y transparencia de los servicios portuarios y aduaneros; los trámites administrativos simplificados; la desgravación del IVA; la asistencia técnica y financiera; la responsabilidad social, laboral y su capacitación continua;  la revalorización de los productos argentinos, a la par de su estandarización en el MERCOSUR si se quiere poner en marcha a las cientos de empresas pesqueras distribuidas en todo el litoral marítimo que podrían exportar productos con gran valor agregado a la Unión Europea, a la par de avanzar hacia la recuperación de la soberanía en Malvinas.

Nada que la Argentina no pueda hacer con un gobierno comprometido, eficiente y transparente. Y de eso hablamos en estos días, ¿o no?

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca, ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Ctes), ex Profesor Universidad UNNE y FASTA. Asesor en el Senado de la Nación. Doctor en Ciencias. Consultor, escritor, autor de 24 libros (entre ellos “Malvinas. Biografía de Entrega”) y articulista de la especialidad.

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LAS HABILIDADES DEL ANALISTA DE INTELIGENCIA EN SU DIMENSIÓN ONTOLÓGICA

Santiago Bruno Palumbo*

“La mejor manera de hacer es ser”

Lao Tse

Introducción

Las postrimerías del siglo XX y los comienzos del siglo XXI, han comenzado a consolidar la figura del analista de inteligencia (AI), como figura clave en el proceso de elaboración y toma de decisiones, no solo de las instituciones estatales —como originalmente lo hacían— sino también en los ámbitos empresariales.

La idea de que Thomas Hobbes, expresara en El Leviatán, “quien tiene la información, tiene el poder”, en la era de la inteligencia artificial ha mutado ese poder no ya a quien tiene la información, sino a quien tiene la capacidad para procesarla. La abundancia de información, la desinformación y el cambio permanente, ello en un contexto que fuerza la rápida conformación de nuevos escenarios de incertidumbre, enfrentan al AI a exigentes desafíos, para los cuales tendrá que ser no solo un hábil conocedor de sus debilidades y fortalezas analíticas, sino también personales.

El abordaje de las habilidades del AI en su dimensión ontológica, pretende indagar en una dimensión hasta ahora no muy considerada, como es la importancia por parte de cada analista de conocer el modelo de observador que es, y como a través del mismo observa y analiza la realidad. Para este propósito hemos encontrado en la obra de Rafael Echeverría, creador de la Ontología del Lenguaje, un importante aporte conceptual para dar sustento a esta nueva dimensión del AI.  

EL ANALISTA DE INTELIGENCIA

Su importancia y conceptualización

Durante mucho tiempo se sostuvo que la información era poder, razón por la cual su reunión constituía la principal preocupación de las organizaciones, así como de sus máximos decisores. El siglo XXI refleja claramente la abundancia de una cantidad de información, que hasta los censores más audaces no pueden impedir su circulación; no obstante, pueden estar abocados a contrarrestar este fenómeno con otro igualmente peligroso: la desinformación o su exceso. En un mundo de estas características el decisor necesita quien tenga la capacidad de dar sentido y orientación a esta realidad, donde la abundancia de información —verdadera o falsa—, el cambio permanente y la falta de certezas se transforman en un común denominador de los escenarios humanos.

En este contexto, el AI se constituye en un protagonista axial, en la fase de elaboración de todo proceso de decisión cuya importancia y necesidad, ha comenzado a trascender desde su ámbito originario como fueron las instituciones estatales, para ser en la actualidad un engranaje vital en los esquemas de elaboración y toma de decisiones de cualquier organización del ámbito empresario[1].

Si bien en un sentido amplio se ha conceptualizado al AI como aquel actor, cuyo principal rol es el de proporcionar información procesada, que permita reducir las posibles incertidumbres que se presenten, en los distintos niveles de dirección y/o ejecución, donde se toman o implementan decisiones. En un sentido restringido, si consideramos la etimología del vocablo inteligencia, del latín “inter” = entre, y “legere = elegir, (aunque es también “intus” = adentro, o sea leer adentro de la cuestión, del asunto), el rol del analista de inteligencia se traducirá en el hecho de saber extraer de la realidad —con un criterio sistémico— aquellos hechos o circunstancias relevantes para la generación de aquellos escenarios de probabilidad, de interés o importancia para a un decisor u organización, que permitan adoptar las mejores elecciones posibles[2]. Ello en razón, de ser el AI quien posibilita al decisor —político o empresario— tener por anticipado una aproximación de las consecuencias de sus acciones, las diferentes posibilidades de evolución futura, así como aquellos factores a tener en cuenta, muchas veces no siempre evidentes. Su desafío será siempre traducir lo incierto de los futuros contingentes en posibles o probables[3].

Su perfil profesional

La compleja tarea que debe llevar adelante un AI, como es la de trabajar permanentemente en escenarios de incertidumbre y contingencia, en muchas situaciones lo enfrenta a esa antigua dicotomía que, parafraseando a Clausewitz, presenta a la inteligencia como un arte y/o ciencia, en la cual el analista debe conjugar su habilidad, práctica y conocimiento teórico[4].

Actualmente se habla con bastante énfasis de la Inteligencia como disciplina científica, debido a la convergencia de enfoques y disciplinas diferentes que se presentan para su estudio[5]. Una muestra de ello, es el auge en los programas académicos modernos orientados hacia la formación de AI, de las denominadas “Técnicas Analíticas Estructuradas para el Análisis de Inteligencia”[6], cuya técnica más destacada es la conocida como “Análisis de Hipótesis en Competencia”; la cual si bien tuvo un amplio consenso en el mundo académico, no ocurrió lo mismo entre los profesionales del análisis, quienes consideraban que su importancia era más didáctica que real, siendo de escaso uso en la práctica[7]. Ello de alguna manera mantiene vigente, que el AI siga reviviendo este antiguo dilema de la Inteligencia como arte y/o ciencia; el cual en cierta forma, se trata de la complementación entre la intuición y razón.

Durante buena parte del siglo XX, principalmente durante los años de la denominada Guerra Fría, todo resultaba ser más previsible por lo que la razón (tan solo una de las funciones intelectuales), era la fuente más apropiada para la evaluación y análisis de cualquier escenario[8]. Pero en las últimas décadas del siglo XX y las primeras del presente siglo, han expuesto al AI a revivir nuevamente ese dilema de su especialidad, al tener que enfrentarse a un mundo cambiante; en el cual como bien define Zygmunt Bauman[9], se enfrenta a una modernidad liquida, cuyas características dominantes son la figura del cambio, la transitoriedad, nada existe como firme o seguro y todo reviste una incertidumbre amenazante[10].

El AI cualquiera sea su formación profesional, en numerosas ocasiones hace empleo de todos sus mecanismos psíquicos no siendo capaz de controlarlos todos, ni en condiciones siempre de comprender cuál de ellos, ha intervenido en cada situación. Cualquier análisis de inteligencia que se lleve a cabo, desde el análisis y la reunión de la información, hasta la elaboración de escenarios, intervienen la percepción de acontecimientos, la imaginación o representación visual, la formación de conceptos de distinto grado de abstracción, la comparación que lleva a establecer analogías y la generalización inductiva; la deducción tanto formal como informal, las intuiciones intelectuales[11], hasta la consideración y análisis de escenarios más extravagantes o inverosímiles, como los denominados “cisne negro[12].

En tal sentido, cuando el AI no conoce exactamente cuál de dichos mecanismos ha intervenido, cuando no recuerda o tiene clara conciencia de los procesos inferenciales o cuando no fue lo suficientemente riguroso y sistemático, es cuando considera que su tarea ha sido obra de la “intuición”.

La intuición (o la visión directa) conforma para el AI una suerte de caja de herramientas en la cual deposita todas aquellas metodologías de cuño personal, que si bien no presentan un cierto rigor científico, surgen de esa extraña simbiosis entre el conocimiento teórico y el conocimiento práctico, cuya efectividad fue demostrada por el nivel de ocurrencia de los escenarios propuestos, en trabajos anteriores. No obstante, con ello no pretendemos asignar primacía a la intuición por sobre la razón; sino por el contrario, ambas deben combinarse, complementarse, armonizarse, debiéndose disciplinar racionalmente la intuición y permitir que esta movilice y guíe a la razón[13].

Frente a este escenario dual, en el cual el AI debe apreciar y evaluar sus desafíos profesionales, surge como un interrogante central:

¿Cuáles serían las habilidades necesarias que deberá tener un analista del siglo XXI?

Si bien las habilidades duras, como son las vinculadas a su capacidad de aplicar métodos, procedimientos y técnicas, propias de su formación profesional, sin lugar a dudas serán vitales e importantes. Según un estudio llevado a cabo en el año 2011, por el Institute for the Future of University of Phoenix Research Institute denominado “Future Work Skills 2020”, serán las denominadas habilidades blandas, que son aquellas capacidades que esencialmente están vinculadas a los rasgos de personalidad, las que tendrán primacía, siendo ellas: Creación de sentido, Inteligencia social, Pensamiento novedoso y adaptativo, Competencia cultural, Pensamiento computacional, Nuevos medios de comunicación, Transdisciplina, Mentalidad de diseño, Gestión de la carga cognitiva, Colaboración virtual[14].

A modo de síntesis, podemos agregar que los desafíos a los cuales se enfrentara una AI del siglo XXI exigirá en su formación una actitud y preparación en aquellas habilidades de uso general para la vida, siendo lo más importante su capacidad de adaptación al cambio, de estar apto parta aprender cosas nuevas y mantener el equilibrio mental frente a situaciones con las cuales no esté familiarizado. Para estar a la altura de los desafíos del mundo actual, necesitara en definitiva reinventarse una y otra vez[15].

Su dimensión ontológica

El hecho de ser el mundo interior de las personas condicionante de cómo interpretan la complejidad del mundo exterior y su evolución incierta, resulta ser este un aspecto determinante para un AI, observador profesional de la realidad sobre la cual opera, a los efectos de su interpretación y análisis.

En este sentido Vega Lamas, destaca que la “introversión”, resulta ser la forma de comportamiento más habitual de los AI Senior, según un estudio llevado a cabo en US Joint Military Intelligence College (JMIC), donde se destaca la especial orientación del AI hacia el mundo interior de las ideas, más que hacia el mundo de las cosas y las personas[16]. Una de las debilidades o fallas que habitualmente se destacan en todos los AI con relación a su mundo interior, son las denominadas por los psicólogos y filósofos como sesgos cognitivos; como producto de paradigmas de base, modelos mentales, percepciones, juicios y recuerdos modelados por sus creencias, prejuicios, expectativas, intereses, conocimientos adquiridos, deseos y temores[17]. Debido a la influencia que ese mundo interior (un microcosmos), representa en el tipo de observador en el cual se convierte un AI; realizar sus análisis desde una dimensión ontológica[18], le permitirá realizar el mismo desde una visión sistémica más amplia y abarcativa de los acontecimientos.

El Analista de Inteligencia: un observador

Todo AI es plenamente consciente que la realidad que observa (atentamente[19]) y luego analiza (parte, disecciona, sintetiza, conceptualiza…), es producto del tipo de analista que es y por ende del tipo de observador. Cada analista es un observador diferente, la forma en que ve la realidad, es como la interpreta; no sabe de manera objetiva como es la realidad, solo sabe como la ve o la interpreta. En tal sentido, esta forma de interpretar la realidad lo conduce a considerar una parte de ella y, necesariamente, a excluir otra.

Si bien, todo observador es consciente que observa la realidad y a la vez también se observa a sí mismo, no obstante existirá un “punto ciego” en su capacidad de observación, que será el lugar en el cual se posiciona para llevar a cabo la misma. Al no observar tal situación, no podrá advertir que todas sus observaciones estarán condicionadas por esa posición desde la cual se encuentra y observa. La forma en que todo analista observa, contiene por lo tanto luces, sombras y espacios ciegos; la realidad que construye estará condicionada por aquello que llame su atención o interés de ella y por aquella otra parte que por los mismos motivos sea incapaz de percibir. Cada observador reconstruye la realidad de manera diferente y de esa manera particular de generar sentido, surgen los variados escenarios que visualizara como posibles o probables.

Las creencias, juicios, paradigmas, percepciones, cultura, historia personal e inconsciente de cada observador serán las que producirán los distintos tipos de observador y será frente a esta subjetividad propia del ser humano (también lo llamaríamos “perspectivismo[20]) que el Dr. Echeverría, con su propuesta de Ontología del Lenguaje, marca un camino a través del cual nos presenta un criterio de interpretación, para ayudar a discernir entre la diversidad de interpretaciones a las que se enfrenta todo observador. El mismo, se desarrolla partiendo de ciertos principios que para Echeverría definen la propuesta de su Ontología del Lenguaje; siendo el primero de ellos el denominado “Principio del Observador”, el cual formula de la siguiente manera:

No sabemos cómo las cosas son, solo sabemos cómo las observamos o como las interpretamos. Vivimos en mundos interpretativos”[21].

Por tal motivo, el hecho de vivir en “mundos interpretativos” de la realidad, generara en cada AI la necesidad de ser consciente del tipo de observador que es[22]. Motivo por el cual, partiendo de esta premisa cabe formular el siguiente interrogante: ¿qué tipo de observador es para observar lo que observa?[23] Respuesta que será vital conocer y responderse a sí mismo, para evaluar aquellos sesgos que puedan afectar su producto. Razón por la cual, la importancia que representará comprender la estructura básica que determina qué tipo de observador es, lo enfrenta como “una alternativa”, a remitirse a los denominados dominios primarios del observador -también denominados del ser u ontológicos- constituidos por el cuerpo, la emoción y el lenguaje.

Estos dominios ontológicos, contenidos dentro de un supra-dominio como es el biológico, constituyen los componentes y relaciones que conforman entre sí, la estructura corporal del observador, como sistema para dar lugar a la unidad biológica que representa. Con ello hacemos referencia a lo que sucede en los sistemas nervioso, digestivo, circulatorio, endocrinológico, respiratorio, así como en lo relativo a lo hormonal y genético.

Anteriormente destacábamos como cada persona conforma un observador diferente[24] desde las distintas interpretaciones que hace de la realidad; pero no sólo las distintas interpretaciones que se lleven a cabo marcarán las diferencias entre los distintos observadores sino que también las distintas características que presente en su conformación biológica, como características de su sistema nervioso, el tipo de motricidad, funcionamiento glandular, la afección o disfuncionalidad en algunos de sus órganos, influirán en la actitud del observador frente a la realidad.

En tal sentido, es notable como hombres y mujeres desarrollan modos de observar diferentes, como productos de sus diferencias biológicas, siendo ellas mucho más profundas que aquellas que surgen de sus diferencias de sexo. Como aquellas relativas a su estructura celular, sus configuraciones neuronales, en las características de sus hemisferios cerebrales, las cuales inciden en la forma como observan y describen la realidad[25].

Por tal motivo, y como destaca Echeverría el hecho de cuestionarse la capacidad de los seres humanos para acceder a la realidad, de forma inmediata, produce dos desplazamientos significativos:

  1. el centro de gravedad en materia de conocimiento se desplaza desde lo observado (el ser de las cosas) hacia el observador;
  2. el conocimiento hace referencia tanto a lo que se observa como a quien lo observa.[26]

Dominios primarios del observador

Cada AI como observador se constituirá, por lo tanto, en estos dominios primarios de observación que corresponde a los dominios propios de la existencia humana y, por ende, se insertan en el dominio básico de la biología. Pese a no ser los únicos, son ellos dominios fenoménicos irreductibles, ya que no permiten su reducción a otro de los dominios, no obstante, mantener relaciones de coherencia entre ellos.

Estos dominios primarios del observador son tres, a saber:

  • Cuerpo: este dominio de observación está vinculado al comportamiento físico del observador, como unidad biológica, la manera en que se posiciona en su entorno, así como las relaciones físicas que establece con las entidades que conforman el medio en el cual debe desempeñarse. La gestualidad corporal en sus distintas manifestaciones es la que definirá un tipo de presencia del observador en su entorno; es la que influirá para determinar como él se sitúa frente a la realidad. Conforme a como sea su postura, definirá un tipo de observador.
  • Emociones: el estado emocional en el cual se encuentre el observador, será el prisma a través del cual abordara la realidad que observa. El dominio emocional nos constituye en observadores diferentes; este nos predispone a observar ciertos aspectos de la realidad y a no observar otros. En tal sentido, cada vez que el observador cambia su estado emocional su forma de percibir la realidad puede experimentar modificaciones. La versatilidad emocional de un observador será un factor clave, en la claridad y precisión de sus observaciones[27].
  • Lenguaje: sin menoscabar la importancia de los dominios anteriores, es en este dominio donde encontramos, las principales características que hacen a un buen observador. Ello en razón, de la nueva comprensión que ECHEVERRÍA hace de los seres humanos con lo que denomino “Ontología del Lenguaje”. Por medio del lenguaje el AI, se transforma en un particular observador del mundo y del fenómeno humano, posición que claramente expresa en lo que denominó los tres postulados básicos de la Ontología del Lenguaje, a saber:

      a) Interpretamos  a  los  seres  humanos  como seres        lingüísticos.

     b) Interpretamos  al  lenguaje  como  generativo   de       realidades.

      c) Interpretamos que los seres humanos se crean a sí        mismos en el lenguaje y a través de él[28].

El ser humano es humano porque tiene lenguaje y es desde el lenguaje que describe y genera su realidad, por ser este uno de los dominios a través de los cuales ellos actúan. Motivo por cual, el lenguaje es más que una “herramienta comunicativa”, es ACCIÓN y genera REALIDAD. Es por ello, que el poder de la palabra toma compromiso, cuando está acompañada por la acción (“el contexto dice más que el texto”). En tal sentido, el hecho de que el lenguaje constituye un observador diferente, está relacionado a tres factores:

  • Las distinciones: no solo la realidad es percibida a través de los sentidos, sino también lo hacemos por medio de nuestras distinciones; sin distinciones no podría observarse, ya sólo tendríamos experiencias perceptuales no significativas.
  • Los juicios: ellos son aquellos actos del lenguaje a través de los cuales el observador, toma posición frente a la realidad que observa. Ellos influyen de manera axial en las acciones que lleva a cabo o que decide no realizar, así como para tomar posición frente a las personas, los hechos o su propia vida. Cada observador adoptara cursos de acción de acuerdo con los juicios que formule, abriendo o cerrando posibilidades de nuevas acciones.
  • Las narrativas: están conformadas por los relatos que el observador construye sobre el mundo, las cuales pueden limitar la capacidad de crear acciones y visiones nuevas, al ofrecer interpretaciones que muchas veces responden a visiones aceptadas por la mayoría, aunque piense que existan aspectos del relato que pueda cambiar[29].

Condicionantes del observador: el Modelo OSAR

Este modelo elaborado por el Dr. Echeverría, cuya sigla describe sus componentes: Observador-Sistema-Acción-Resultados, nos permite describir los condicionantes frente a los cuales el analista se enfrenta como observador de la realidad.

En toda estructura u organización en la cual el AI le toque realizar su tarea, tanto las ACCIONES que lleve a cabo, como los RESULTADOS que ellas produzcan, serán motivo de evaluación y consideración. Si bien, los resultados son siempre los primeros a tomarse en consideración, no debemos olvidar que ellos están directamente relacionados con las acciones.

Existen varios factores que pueden ser condicionantes en las acciones que lleve a cabo un analista, los cuales al ser identificados permiten evaluar la forma en que pueden incidir en ellas y por ende en sus resultados:

  • Predisposiciones biológicas: la constitución biológica de cada observador es condicionante para determinar su capacidad de acción. No todos poseen las mismas habilidades para llevar adelante determinadas tareas. Su predisposición o sus talentos para hacer ciertas cosas y su dificultad para otras, serán producto de su naturaleza, de su biología.
  • Adquisición de competencias: las habilidades cognitivas del observador conforman competencias esenciales para el desarrollo de su actividad, en especial aquellas adquiridas durante su formación profesional. En este punto es importante destacar, la relevancia del proceso de aprendizaje en la adquisición de competencias, como una cualidad vital para la optimización y mejoramiento de sus acciones y por ende de sus resultados.
  • Cambios tecnológicos: en muchas ocasiones la mejora en los resultados, conlleva la necesidad ya no de optimizar sus competencias, sino de realizar cambios tecnológicos que le permitan el empleo de las mejores y más actualizadas herramientas tecnológicas. Sin perjuicio de que en tales circunstancias deba realizar algunos aprendizajes para su empleo.
  • Factores emocionales: todo observador es un ser emocional que razona y en este dominio donde adopta gran parte de sus decisiones. En muchas ocasiones no son las competencias o las tecnologías con que el mismo lleva adelante su trabajo, sino los factores emocionales que lo afectan y condicionan, con los cuales debe llevar adelante su actividad.
  • Nuestras habitualidades: la volatilidad del mundo que enfrente un analista como observador de la realidad, el hecho de ser recurrente en su accionar, constituye una habitualidad sobre la cual no puede dejar de prestar atención de manera constante, ya que la manera en que lleva adelante su actividad no es indiferente desde el punto de vista de los resultados que genera.

Por tal motivo, podemos apreciar entonces que si el resultado no es el esperado, será necesario modificar la acción que lo generó por parte del observador, situación que en muchos casos lo remite a un nuevo aprendizaje, en línea ello con lo que Albert Einstein sostenía al respecto, al decir: “Nunca se puede resolver un problema en el mismo nivel en el que fue creado”. Siendo el APRENDIZAJE, aquella acción que posibilitará al observador generar una nueva acción, tomaremos el Modelo OSAR para identificar los tipos de aprendizaje necesarios para dicho propósito.

En principio tenemos un “aprendizaje de primer orden”, el cual se presenta como el de más frecuente empleo y en tal sentido el más obvio, ya que ante un resultado desfavorable el revisar las acciones que lo generaron, es la práctica más empleada. Modificamos acciones para obtener diferentes resultados. No obstante, este aprendizaje de primer orden nos presenta límites, en cuanto a que sus posibilidades de transformación están acotadas, ya que en muchas ocasiones el cambio de acción va a requerir un nuevo tipo de observador que es el analista. Por esta razón, se requiere de un nuevo tipo de aprendizaje llamado “aprendizaje de segundo orden”, el cual implica un cambio de observador, en la persona del analista. El criterio sería que, al modificarse el tipo de observador que el analista es, se podrán superar las limitaciones que afectaban su accionar y con ello las acciones que generaba, siendo por ello el aprendizaje individual insuficiente para producir dicho cambio, requiriéndose por tal motivo un aprendizaje que se instrumente desde el sistema al cual el observador pertenece.

En el aprendizaje de segundo orden podemos reconocer dos niveles, uno superficial orientado al mejoramiento de las habilidades del observador y otro más profundo orientado a modificar aspectos vinculados a su forma de ser. A esta modalidad de aprendizaje la denominamos “aprendizaje transformacional”, y su finalidad será la de permitir reconocer y lograr una ruptura con viejos patrones de observación y comportamiento que habían sido característicos de la forma de ser de ese observador. Una de las características distintivas de este tipo de aprendizaje es la alteración o ruptura con la linealidad[30].

Consideraciones necesarias

El abordaje desde una visión ontológica, para analizar al AI del siglo XXI, muestra que frente a las exigencias que el nuevo siglo presenta, en especial por el horizonte de incertidumbre y de cambio permanente, su perfil profesional ya no podrá solamente descansar en aquellos aspectos vinculados a sus habilidades cognitivas, que por cierto, son importantes. Sino que debido a que sus nuevas habilidades estarán mayormente vinculadas a sus rasgos de personalidad, tendrá que contar con herramientas conceptuales que le permitan reconocer qué tipo de observador es.

Para Echeverría, la existencia de los tres dominios primarios del observador, si bien por éste carácter observamos que no son los únicos que caracterizan a los seres humanos, en cierta forma permiten poner de manifiesto que cualquier otro domino remitirá inexorablemente a estos tres. Dada la estructura sistémica que ellos conforman, en la cual los distintos dominios mantienen relaciones de interdependencia, será en la estructura de coherencia de estos tres dominios que cada AI podrá evaluar el tipo de observador que es. Siendo esta coherencia determinante, ya que podrán existir hechos o realidades que serán percibidos de forma diferente por un observador, según predomine en él el dominio del cuerpo, la emoción o el lenguaje. No obstante, estén presentes los tres dominios de forma activa y conectada entre sí.

La mejor manera de hacer es ser” sostuvo el creador del taoísmo Lao Tse hace casi 2500 años, máxima que sin duda sigue teniendo actualidad, más allá que nuestra actitud instintiva nos lleve siempre a buscar resultados. Precisamente será en los resultados donde la atención y los esfuerzos del analista están mayormente dirigidos; y ello en razón de, sentirse condicionado por esa necesidad instintiva de operar bajo el paradigma del: HACER-TENER-SER. De tal modo que el analista este motivado por la natural predisposición a buscar resultados (el tener), olvidando el proceso (el hacer) necesario para alcanzar esos resultados y en la mayoría de las situaciones, sin tener cabal conciencia de su modelo de observador (el ser), que es el cual le proporcionara en definitiva, las capacidades y habilidades necesarias para llevar adelante sus actividades.

Si bien “a priori”, es razonable y comprensible tal motivación, entendiendo que su trabajo inexorablemente es evaluado por ser asertivo o no, en la predicción de sus escenarios. Tampoco es menos veraz en este sentido, que ningún analista tanto valiéndose de su razonamiento como de su intuición, posee las capacidades o habilidades que posibiliten de forma sistemática la precisión en sus resultados, al traducir con ellos lo incierto de los futuros contingentes, en posibles o probables. Motivo, por el cual, para obtener resultados específicos un AI deberá tener un acabado conocimiento del tipo de observador que es y las fortalezas y debilidades que el mismo presenta, ya que será esta variable (ser) la que podrá manejar en la búsqueda de los mejores resultados[31].

En tal sentido, como bien sostiene Fredy Kofman[32], desde que el mundo es mundo, las personas han sido atraídas siempre por el resultado, perdiendo de vista la infraestructura y el proceso, pre-condición para obtenerlo. Razón por la cual, resulta paradójico que para obtener un resultado, y para comportarse de tal manera de modo de producir ese resultado, sea necesario primero SER el tipo de persona capaz de comportarse de esa forma. Por tal motivo, y a modo de síntesis, podemos decir que el AI del siglo XXI debería basar su nuevo perfil en un nuevo paradigma de observador: SER-HACER-TENER, ante la necesidad que estos nuevos tiempos exigen; teniendo que focalizar su formación inicial en la esencia de los que es el SER de un AI. Dado que al concentrase en el SER, el analista se vuelve una persona más flexible para modificar sus conductas y por ende lograr una mejor adaptación al devenir de sus permanentes desafíos.

 

* Graduado en Ciencia Política (Universidad J. F. Kennedy). Posgrado en Negociación (UCA). Posgrado en Geopolítica (Escuela Superior de Guerra). Posgrado en Estrategia (EMCFFAA). Curso Superior de Defensa Nacional (Escuela de Defensa Nacional). Curso de Planificación y Administración para la Defensa (CHDS/Universidad Nacional de la Defensa-Washington DC). Desempeñó actividades docentes en la Facultad de Derecho y CBC (UBA). Facultad de Ciencia Política (UJFK), Escuela Superior de Guerra Y Escuela Superior de la Prefectura Naval Argentina.

Referencias

[1] España cuenta en la actualidad con cuatro universidades que dictan el Master de Analista de Inteligencia. Ver: “Los 6 mejores programas Master Analista de Inteligencia en España”. Papeles de Inteligencia, <https://papelesdeinteligencia.com/los-mejores-master-analista-de-inteligencia/>.

[2] Antonio M. Díaz Fernández. Conceptos Fundamentales de Inteligencia. Valencia: Tirant Lo Blanch, 2016, p. 197.

[3] Posible: es una situación que puede o no suceder o ejecutarse, y no se sabe si se hará o no. Probable: que una situación puede suceder o hay mayor factibilidad de que suceda, basado en pruebas o razones que la sustenten. Lo “probable” se basa en pruebas, y ellas sostienen que suceda la situación, la posibilidad que suceda el acontecimiento es mayor; en lo “posible” se basa en hipótesis o suposiciones que se pueden dar o no. Si no hay razones o motivos de que se va a realizar, entonces no es probable que suceda, o hay una mínima posibilidad que se cumpla.

[4] Karl von Clausewitz. De La Guerra. I Barcelona: Labor, 1984, p. 154-155.

[5] Fernando Velazco, Diego Navarro y Rubén Arcos. La inteligencia como disciplina científica. Madrid: Ministerio de Defensa y Plaza y Valdés Editores, 2010, 579 p.

[6] Richards J. Heuer Jr, Randolph H. Pherson: Técnicas Analíticas Estructuradas para el Análisis de Inteligencia. Madrid: Plaza y Valdés Editores, 2015, 360 p.

[7] José Miguel Palacios. “Enseñanza de la inteligencia: errores relacionados con ACH”. GESI, 01/06/2017, <https://www.seguridadinternacional.es/?q=es/content/ense%C3%B1anza-de-la-inteligencia-errores-relacionados-con-ach-0>.

[8] Ello debido a la lucha de bloques y al control de las superpotencias sobre las zonas de tensión o de conflictos existentes, actuando como “amortiguadores de conflicto”. Gustavo Diaz Matey. Los Servicios de Inteligencia ante el Siglo XXI. Madrid: D.V. Chavín, Servicios Gráficos y Editoriales, S. L., 2011, p. 82.

[9] Zygmunt Bauman. Modernidad Liquida. México: FCE, 2003.

[10] Zygmunt Bauman. Ética Posmoderna. Argentina: Siglo XXI, 2004, p. 171.

[11] Un ejemplo concreto de “Eureka” o “Geisteblitz”, del descubridor del agente propagador del tifus, el Dr. Ch. Nicolle; en Jean Laloup. La ciencia y lo humano. Madrid: Herder, 1981, p. 246.

[12] En su libro El Cisne Negro: El Impacto de lo Altamente Improbable, Nassim Nicholas Taleb explica La Teoría del Cisne Negro o Teoría de los Eventos del Cisne Negro, como una metáfora que encierra como concepto central que el evento es una sorpresa para el observador pues está fuera de las expectativas normales ya que no existe ningún evento en el pasado que apunte de forma convincente a su posibilidad. Dicha frase era una expresión común en el Londres del siglo XVI como una declaración de imposibilidad.

[13] Mario Bunge: Intuición y Razón. Buenos Aires: Sudamericana, 1976, p. 119-121.

[14] Institute for the Future of University of Phoenix Research Institute: Future Work Skills 2020.Phoenix 2011.

[15] Yuval Noah Harari. 21 Lecciones para el Siglo XXI. Buenos Aires: Debate, 2018 (3ª ed.), p. 288.

[16] José C. Vega Lamas. “La pieza clave en la Inteligencia: el analista”. En: Fernando Velazco, Diego Navarro y Rubén Arcos. La Inteligencia como Disciplina Científica. Madrid: Plaza y Valdés Editores, 2010, p. 130.

[17] Antonio Vélez. “Sesgos, Ilusiones y otras Fallas Cognitivas”. En: Revista Universidad del Antioquía, nº 249, p. 18. Versión digitalizada, disponible en: <https://es.scribd.com/doc/76604776/Antonio-Velez-Sesgos-ilusiones-y-otras-fallas-cognitivas>.

[18] Para abordar su estudio se utilizó la extensa obra del Dr. Rafael Echeverría, creador a nivel mundial de la propuesta conocida como La Ontología del Lenguaje y de la práctica del Coaching Ontológico.

[20] El perspectivismo es una teoría filosófica la cual considera que no existe un único conocimiento o verdad absoluta de la realidad, sino múltiples y variadas interpretaciones o puntos de vista del mismo. Si bien Nietzsche ya planteaba como imposible el hecho de conocer la verdadera realidad, debido a que la visión e interpretación de cada individuo viene dada desde su percepción, fue José Ortega y Gasset uno de los más importantes exponentes del perspectivismo.

[21] Rafael Echeverría. El Observador y Su Mundo. Volumen I. Buenos Aires: Ediciones Granica, 2016 p. 149-151.

[22] Ibíd., p. 109-110.

[23] Ibíd., p. 135-137.

[25] Rafael Echeverría. Op. cit., p. 161-163.

[26] Ibíd., p. 42.

[27] Ibíd., p. 164-169.

[28] Ibíd., p. 30-31

[29] Ibíd., p. 169-180.

[30] Ibíd., p. 91-122.

[31] Fredy Kofman. La Empresa Consciente. Buenos Aires: Grito Sagrado, 2018, p. 44.

[32] Fredy Kofman. Metamanagment. Tomo I – Principios. Buenos Aires: Grito Sagrado, 2008, p. 76-77.