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EL GRAL. AGUSTÍN SAAVEDRA PAZ Y LA BATALLA DE INGAVI

Agustín Saavedra Weise*

Se acerca vertiginosamente el 180º aniversario de la batalla de Ingavi, aquel glorioso 18 de noviembre de 1841 cuando las armas nacionales se cubrieron de gloria en un combate que selló para siempre la independencia e integridad de la República de Bolivia con la derrota definitiva de Gamarra, Castilla y de varias otras facciones peruanas y paceñas que los acompañaban..

Dos militares cruceños del ejército rebelde de Velasco fueron clave en la épica lucha que comandó el entonces presidente José Ballivián: Agustín Saavedra Paz y el bravo Marceliano Montero. Su brillante carga de ambos al mando del Escuadrón de Coraceros (Caballería) resultó determinante.

Agustín Saavedra Paz nació en Samaipata el 29 de agosto de 1796. Estuvo presente en la batalla de Ayacucho, que concluyó la lucha por la independencia americana. Luego participó de las epopeyas de Yanacocha y Socabaya durante el período estelar de la Confederación Peruano-Boliviana. Anteriormente, le cupo contener en 1828 —por instrucciones del Mariscal Sucre— la invasión brasileña de Chiquitos, defendiendo así la heredad oriental de nuestro naciente país.

El Mariscal de Zepita, Andrés de Santa Cruz, guardaba alta consideración por Saavedra Paz y él le prodigó permanente lealtad. Tras el desastre de Yungay Saavedra salvó milagrosamente su vida; terminó sí como prisionero en El Callao (Perú) durante largos meses. Su probado valor volvió a estar al servicio de Bolivia en Ingavi, esta vez como personaje decisivo para el triunfo.

Saavedra Paz cruzó el río Desaguadero, formando parte de la vanguardia del triunfante ejército boliviano que tras el triunfo de Ingavi ocupó suelo y puertos peruanos sobre el Pacífico en 1842. Luego de su participación en la Convención Nacional de 1843, retornó a Santa Cruz, dónde fue Prefecto del Departamento y ascendió al grado de General de Brigada.

Ya en sus años de ocaso, el viejo general tuvo fuerzas para volver a Chiquitos en la frontera con Brasil, reafirmando así la soberanía boliviana en esa alejada zona. Al efecto, creó otras atalayas de la nacionalidad en el extenso y geopolíticamente débil límite oriental, que quedó consolidado con la expedición de Saavedra Paz. El veterano soldado terminó sus días un 18 de octubre de 1862, habiendo generado hijos y fundado una familia, a la que pertenece el autor de estas líneas.

El Departamento de Santa Cruz honró a su prócer: el antiguo pueblo de “Bibosi” fue rebautizado “Gral. Saavedra” y así se sigue llamando —en honor de este citado héroe de Ingavi— a ese importante centro de producción agropecuaria. En nuestra capital oriental una importante avenida de la zona sur lleva su ilustre nombre. Varios años atrás los descendientes del prócer obtuvimos una Resolución de la H. A.M. que nos autorizó a colocar una plaqueta de homenaje en el nacimiento de esa arteria citadina. Al poco tiempo delincuentes urbanos robaron el bronce; una más de las tantas cosas anómalas que hoy por hoy suceden en el Santa Cruz de la Sierra de nuestra época.

En La Paz, era y es natural que se resalte la figura de José Ballivián, hombre prominente del lugar. Poco y nada se sabe acerca de Saavedra en la sede del gobierno y lo mismo pasa con Montero. Una calle aledaña a la Plaza Villarroel de Miraflores lleva su nombre completo con el grado que tenía en 1841: Teniente Coronel. Y eso es todo. La Paz todavía le debe el homenaje que se merecen al Gral. Velasco y a su ejército cruceño (Montero, Saavedra y otros). Todos ellos demostraron —sobradamente en esa época— patriotismo y total bolivianidad.

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Nota original publicada en El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/opinion/el-gral-agustin-saavedra-paz-y-la-batalla-de-ingavi_252247

 

CUANDO UN REY ARMENIO GOBERNÓ EN MADRID

Marcelo Javier de los Reyes*


Escudo de armas del Reino Armenio de Cilicia (1078-1375)

Durante la Baja Edad Media, un grupo de armenios constituido por hombres comunes, nobles, dirigentes y comerciantes, huyó del reino bagrátida de Armenia (880-1045) ante el avance de los turcos selyúcidas —cuyo imperio prosperó entre los años 1028 y 1307 en la región que actualmente ocupan Turkmenistan, Irán, Iraq, Siria, Turquía y El Líbano—, para formar el reino armenio de Cilicia, en la región sudoriental de Turquía. Este reino fue fundado por la dinastía armenia Rubénida o Rupénida, que tomó el nombre de su fundador, Rubén I o Rupén I (1025–1095), quien quizás haya sido miembro de la dinastía Bagratuni, que había gobernado Cilicia tras la caída en 1045 de la ciudad de Ani, ubicada en la provincia de Kars (actual Turquía).

El reino armenio de Cilicia se mantuvo independiente entre 1078 y 1375, fue un aliado de los Estados cruzados creados por los europeos y representó una llama que permitió mantener viva la cultura y el nacionalismo armenios.

Cilicia no era una región nueva para los armenios ya que algunos de ellos vivían en esa región desde el siglo I a.C., desde la época de Tigranes II, rey de Armenia entre 95 – 55 a. C.

Cabe destacar que el rey Tiridates III se cristianizó en 301 y convirtió al cristianismo en la religión oficial del Reino de Armenia, siendo el primer Estado del mundo que adoptó esa religión, dando inicio a la conversión masiva del pueblo.

El reino armenio de Cilicia fue conocido también como Armenia Menor, ya que sus pobladores llegaron de la Armenia del Cáucaso, la Gran Armenia. Los armenios buscaron seguridad en el Mediterráneo, en donde adquirieron cierto poder y se unieron a los cruzados franceses que se dirigieron a Tierra Santa para liberarla de lo que los cristianos consideraban el infiel.

Tres siglos después de su fundación, el reino cayó bajo el control de los mamelucos, quienes procedían de Asia Central y eran mayoritariamente guerreros de origen caucásico que habían llegado a Egipto como esclavos, pero que en 1250 lograron hacerse del poder derrocando a la dinastía, lo que llevó a que Egipto se constituyera como sede de un sultanato en Oriente Próximo. La aristocracia mameluca gobernó el país en nombre del sultán de Constantinopla. En su expansión los mamelucos, islámicos, lograron nuevamente desplazar a los armenios de su reino pero ahora del de Cilicia.

Mapa del siglo XIII del Reino armenio de Cilicia, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=22140870

Gobernaba por entonces Levon V de Armenia (1342-1393) —más conocido como León V—, quien fue soberano de ese reino armenio entre los años 1374 y 1393. Era hijo de Juan de Poitiers-Lusignan, de la dinastía franca de los Lusignan, y de Isabel de Armenia, descendiente de  Rupén o Rubén, el fundador de la ya mencionada dinastía de los Rupénidas o Rubénidas. Cuando los mamelucos derrotaron a los armenios, León V se refugió en la fortaleza de Kapan, en donde se rindió ante los mamelucos, quienes lo enviaron a El Cairo en 1375. Permaneció en Egipto siete años en calidad de prisionero. Desde Egipto escribía a los reyes cristianos para solicitarles ayuda para su liberación.

En 1382 el rey Juan I de Castilla, conmovido por la situación del monarca armenio, envió a unos emisarios a pagar el rescate. Juan de Loric llegó a El Cairo con joyas y otras riquezas así como halcones para pagar la liberación de León V.

El rey armenio logró su objetivo y llegado a la península procuró el respaldo de otros monarcas cristianos, para lo cual emprendió viajes por los reinos de Europa. Su intención era organizar una cruzada para liberar su Armenia Menor pero su esfuerzo no resultó como él deseaba.

Su protector, Juan I, había contraído recientemente matrimonio en segundas nupcias con Beatriz de Portugal. El rey de Castilla se compadeció de su par armenio y decidió nombrarlo señor de Madrid, Andújar y Villarreal, la actual Ciudad Real. A ello se sumó una considerable renta pero la realidad es que Madrid se convirtió virtualmente en la capital de Armenia, ya que León V de Armenia pasó a ser León I de Madrid.

Los madrileños no se sintieron muy contentos con ser súbditos de un monarca extranjero, por lo que se fue generando un movimiento entre el pueblo primero y entre los nobles después. Ante estas quejas, Juan I debió firmar una cláusula que dejara en claro que la cesión hecha por el monarca castellano no sería hereditaria, por lo que el título que ostentaba León I debía morir con él.

En este punto cabe señalar que el rey armenio no buscó malquistarse con los habitantes de Madrid, por lo que tomó medidas favorables como la reducción de impuestos y su compromiso de no despedir funcionarios. No obstante, su mira estaba en la recuperación de su reino y de su corona, por lo que se dirigió a Navarra en procura de fondos para su empresa. Ante el fracaso de la gestión, marchó a Francia, en donde no logró convencer a Carlos VI, quien se limitó a cederle el castillo de Saint-Ouen y una renta. A pesar de ello, León I de Madrid seguía con su obsesión de ser nuevamente León V de Armenia y con ese propósito se involucró en la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra, para interceder entre los beligerantes con la intención de lograr la paz y llevar ese espíritu bélico hacia la cruzada que le permitiera retornar a su Armenia de Cilicia.

La muerte lo sorprendió en París en 1393 sin lograr su propósito y sus restos yacen en la basílica de Saint Denis, donde yacen los monarcas franceses.

Esta es la historia de cómo Madrid, por unos pocos años, llegó a ser capital de Armenia antes que del reino de España.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

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LA GUERRA CONTRA EL IMPERIO DEL BRASIL Y LA BATALLA DE CARMEN DE PATAGONES

Marcelo Javier de los Reyes*

Cerro de la Caballada, el recuerdo en el escenario de la batalla. Foto: Marcelo Ochoa.
Algunas cuestiones preliminares

Con anterioridad, en un artículo titulado “La guerra contra el Imperio del Brasil y la Marcha Ituzaingó” abordé los antecedentes y los hechos que llevaron a la guerra de las Provincias Unidas contra el Imperio de Brasil pero sin entrar en los detalles bélicos, con la intención de llegar al final de la confrontación y difundir los orígenes de una marcha militar argentina que derivó en uno de los Símbolos Presidenciales de la República Argentina.

En esta oportunidad, abordaré uno los capítulos menos conocidos de esa guerra, incluso para los argentinos: la batalla de Carmen de Patagones.

Cuando investigué acerca de esta guerra, me llamó la atención que era prácticamente desconocida en la historiografía brasilera pues, cuando se refieren a ella, se habla de la “Guerra da Cisplatina” y se refiere a la guerra que llevó a la independencia de su provincia, sin aludir, en general, que  se enfrentaron contra las fuerzas de las Provincias Unidas, es decir, de la actual Argentina. Para los historiadores brasileros el conflicto tuvo como protagonistas a las fuerzas imperiales y a los “revolucionarios” de la provincia Cisplatina. A modo de ejemplo puede citarse el siguiente pasaje de un sitio escolar dedicado a la historia de Brasil:

Entre 1825 e 1828, o governo brasileiro declarou guerra contra os revolucionários em um conflito que provocou um sério esvaziamento dos cofres brasileiros. Além disso, as autoridades imperiais realizaram o recrutamento forçado de vários populares que buscavam uma vida melhor após a independência. Em pouco tempo, os ataques políticos contra Dom Pedro I eram cada vez mais contundentes. Afinal de contas, valeria à pena gastar tanto pela conquista de tão diminuto espaço estrangeiro?

As derrotas sucessivas nos campos de batalha e a necessidade de se contrair novas dívidas mostraram que a opção pela guerra era completamente equivocada. Por fim, em 1828, os revolucionários vitoriosos conseguiram estabelecer a República Oriental do Uruguai. Colocando a nação derrotada e afundada em dívidas, a autoridade de Dom Pedro I foi criticada por jornais e personalidades políticas que questionavam sua autoridade frente ao trono brasileiro.[1]

Incluso en foros militares de Internet se puede apreciar un desconocimiento de este hecho por parte de miembros de las fuerzas armadas de Brasil, mencionando que la historia de ese país reconoce que Argentina y Brasil fueron aliados en la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay.

Sin embargo, en un libro digital titulado 1823 Santana do Livramento[2], su autor, Carlos Alberto Potoko, menciona el conflicto de intereses entre España y Portugal sobre el territorio actual de Uruguay —desde la fundación de la Nova Colônia do Santíssimo Sacramento (actualmente conocida como simplemente como “Colonia”)[3], conflicto que derivó en la campaña militar española al mando de Pedro de Cevallos que destruyó las fortificaciones de la Colônia do Sacramento y conquistó a isla de Santa Catarina[4]—, así como también que ese territorio fue disputado “por los estados nacientes del Brasil, heredero de Portugal, y de la República Argentina, con capital en Buenos Aires, heredera del Virreinato del Plata de España”[5]. Potoko aún va más allá pues también menciona la “Batalha de Carmen de Patagones (7 de março de 1827)” en su página dedicada a la “Cronologia das Batalhas na Cisplatina”[6].

La batalla de Carmen de Patagones

Entre los historiadores argentinos que mencionan a la batalla de Carmen de Patagones puede mencionarse a Isaías José García Enciso[7], al coronel Juan Amadeo Baldrich[8], al coronel Juan Beverina[9] y Jorge R. Irusta[10].

Del mismo modo, da cuenta de esta batalla el “Consejero privado y lector de S. M. el Emperador de Alemania y Rey de Prusia”, L. Schneider, en su libro A guerra da Tríplice Aliança (Império do Brazil, Republica Argentina e Republica Oriental do Uruguay) contra o governo da Republica do Paraguay (1864-1870)[11], al mencionar el caso de “uma expedição brazileira enviada a Patagones é batida e aprisionada”.

Actualmente la ciudad de Carmen de Patagones es la más austral de la provincia de Buenos Aires y cabecera del Partido de Patagones[12] que, junto a la vecina ciudad de Viedma, compone la población europea más antigua de la Patagonia y una de las últimas fundadas por la Corona Española en América el 22 de abril de 1779 por Francisco de Viedma y Narváez, cumpliendo órdenes del Rey Borbón Carlos III de España. Su fundación obedeció a la necesidad de proteger la colonia del merodeo de naves británicas por el litoral atlántico. Con ese objetivo se crearon cuatro puntos estratégicos: San Julián, Deseado, San José y el Fuerte y Población Nuestra Señora del Carmen[13].

Para el emplazamiento del fuerte y el asentamiento de los colonos fue elegida la margen sur del río Negro pero, ignorando el régimen de río, el 13 de julio se produjo una de las periódicas inundaciones que echó por tierra las obras y se decidió el traslado a la margen izquierda del río. El 2 de octubre de 1779 arribó la primera de las once embarcaciones que movilizaron a quienes fueron los primeros colonos, quienes procedieron —mayoritariamente— de Galicia y Castilla. Como junto a ellos provinieron algunos nativos de la comarca La Maragatería, provincia de León, los nativos de Carmen de Patagones reciben el gentilicio de maragatos[14].

Luego de la independencia, en 1820 los revolucionarios establecieron un nuevo frente en el sur, que era la frontera con el indio. Durante un siglo desde su fundación, los maragatos estuvieron insertos en un territorio dominado por los nativos, los tehuelches. De tal modo que para estar comunicados con Buenos Aires y otras poblaciones cristianas debían recurrir a la navegación. En ese momento, Patagones se encontraba a más de 800 kilómetros al sur de la línea de frontera.

Desde su fundación contó con una pequeña guarnición militar y un puerto en el que atracaban embarcaciones que buscaban provisiones. Hasta 1810 la ciudad vivió en un relativo aislamiento y se proveía de alimentos que producían sus pobladores. En abril de 1812 una sublevación dirigida por realistas —soldados españoles— produjo que Carmen de Patagones pasara bajo la jurisdicción de Montevideo hasta el 13 de diciembre de 1814, cuando las autoridades surgidas de la revolución tomaron nuevamente el control y pasó a depender definitivamente de las Provincias Unidas del Río de la Plata[15].

A partir de 1820 tomó mayor relevancia gracias al puerto y su apertura al comercio exterior. Del mismo modo, se constituyó como un área de interacción entre la población blanca y los indios.

Cuando se produjo el bloqueo del Río de la Plata durante la guerra contra el imperio, al que hicieron frente las naves del Almirante Guillermo Brown, se recurrió a la guerra de corso, la cual ya había sido utilizada contra los españoles y cuya máxima figura había sido el marino francés —al servicio de las Provincias Unidas— Hipólito Bouchard, al mando de la fragata La Argentina[16].

Al respecto, dice Halperin Donghi:

Éstas [las Provincias Unidas] han adoptado ya otro instrumento de lucha naval: el corso. El lucro que se esperaba obtener de las expediciones hacía fácil encontrar aspirantes a las patentes, entre capitanes recalados por la guerra en Buenos Aires y capitalistas de la ciudad a los que la misma guerra obliga a interrumpir otras actividades: Vicente Casares, terrateniente pero también dueño de una flotilla de barcos remolcadores, será el mayor de los empresarios de corso, que tiene por primer teatro el río: en las costas de la provincia oriental el más audaz de los corsarios, Fournier, hace víctimas numerosas. La acción corsaria se extiende luego a las costas brasileñas, y termina por afectar seriamente el cabotaje que asegura buena parte de las comunicaciones del Imperio: éste debe hacerse en convoyes defendidos por barcos artillados. Pero el empleo del corso provoca irritación entre poderosos amigos de los beligerantes: el Almirantazgo británico quisiera juzgar a Fournier en Londres por piratería, si los representantes ingleses logran disuadirlo de esa impetuosa decisión, no hay duda de que ven con igual antipatía la difusión de las actividades corsarias, que está haciendo inseguras las aguas del Atlántico americano, desde el Plata hasta las Antillas.[17]

Precisamente, Carmen de Patagones se convirtió en un puerto de recalada en la guerra con el imperio brasileño[18], brindando un seguro refugio a corsarios y a las presas de los mismos. Los botines de esa actividad —bebidas, géneros, platería, alimentos, lozas y hasta pianos y otros enseres— pasaron a engrosar el patrimonio de los hogares maragatos[19].

El historiador Jorge Bustos, investigador del Museo Ema Nozzi, recuerda:

El 10 de diciembre de 1825, el Imperio del Brasil declaraba la guerra a las Provincias Unidas del Río de la Plata y recién replicaría la declaración el 6 de enero de 1826. Aquel mismo día de diciembre, el corsario Francisco Fourmantin ingresaba al puerto de Patagones al mando del bergantín Lavalleja. Traía consigo una presa: el bergantín brasileño Felicidade.[20]

El historiador agrega que detrás de Fourmantín venía en su persecución el bergantín Río da Prata con sus 14 cañones dispuestos a recuperar al Felicidade[21].

Por tal motivo, el gobierno imperial decidió tomar medidas y poner en práctica el decreto de bloqueo que, con fecha 21 de diciembre de 1825, el almirante Rodrigo José Ferreira Lobo declaró a todos los puertos y costas de la provincia de Buenos Aires. El profesor Roberto Fernández menciona que las medidas tenían por objetivo[22]:

    1. Evitar que Patagones se consolidara como un puerto alternativo, como de hecho lo era, con relación al bloqueado de Buenos Aires, para canalizar transacciones
    2. Impedir que se produjera un abastecimiento de productos bélicos por medio de compras efectuadas en Europa y descargadas aquí.
    3. Destruir el santuario de corsarios que, con patentes otorgadas por el gobierno de Las Provincias Unidas del Río de La Plata, llevaban sus operaciones hasta el mismo Río de Janeiro, transformándose así Patagones (desde los inicios de la guerra) como puerto seguro y alternativo y muchas veces principal de recalada al bloqueado estuario del Plata.
    4. Destruir la red comercial de mercaderías civiles e insumos militares que en carácter de presas obtenidas de las naves brasileñas se transaban en la población, siendo el ejemplo más notorio un barco de esclavos, los que en su mayoría fueron colocados en la misma Carmen de Patagones y cuando las circunstancias de la defensa lo impusieron, dichos hombres de color pasaron a conformar el Batallón de Negros de la Patria.

Con ese fin, una escuadrilla imperial se dirigió hacia el pueblo de Patagones para poner fin a la guerra de corso. Irusta da cuenta que en la noche del 6 de marzo de 1827 se reunieron el comandante del fuerte, coronel Lacarra, el juez de paz, Juan José Rial, don Fernando Alfaro y otras personas distinguidas de la población para considerar la situación ante “un inminente desembarco de las tropas brasileñas, cuya flota, compuesta de cuatro naves está ya en la boca del río Negro a seis leguas de la población”[23].

Los maragatos ya habían avistado a la flotilla imperial merodeando en el litoral marítimo desde fines del mes de febrero. La misma había zarpado el 15 de ese mes del puerto de Maldonado[24]. Con mayor precisión, los habitantes de Patagones tomaron conocimiento de la situación cuando, el 25 de febrero el práctico Guillermo White le informó al comandante Lacarra acerca de la presencia de una goleta situada sobre la boca del río en una actitud que consideraba sospechosa debido a que no enarbolaba ningún pabellón[25]. Con posterioridad a este hecho, Sebastián Olivera, un observador comisionado por el gobierno local, manifestó que enarbolaba la bandera de Estados Unidos[26].

Por tanto, lo que iba a ser un ataque sorpresa a Carmen de Patagones no resultó así, dado que la población estaba preparada y, con bastante anterioridad, las autoridades de Buenos Aires habían alertado a la comandancia del fuerte la posibilidad de que los brasileros lo llevaran a cabo.

El 28 de febrero de 1827 la división naval imperial forzó la barra del río Negro con la intención de atacar Carmen de Patagones. Consiguió ingresar en el río a pesar de la fuerte resistencia de una batería de artillería instalada en la costa. Sin embargo, la corbeta Duquesa de Goiás no consiguió pasar la barra[27], encallando y siendo destruida por las olas[28]. Además de este buque, integraban la flotilla las naves Constança, Itaparica y Escudeiro. Esta última era un bergantín goleta —originariamente llamado Escudero— que ofició como barco corsario de propiedad del español Juan Ferroesla, del que se apropió el marino francés Luis Clemente Pouthier en aguas africanas 11 de junio de 1826, siendo incorporado a la Marina Imperial con ese nombre[29].

Según Roberto Fernández,

En el puerto se encontraban la corbeta Chacabuco bajo la comandancia del capitán Santiago Jorge Bysson (según Baldrich) o Bynnon según otras fuentes, recientemente arribada de Valparaíso en pésimas condiciones después de su paso por el Cabo de Hornos, habiéndose trasladado su artillería al fuerte; la sumanca Bella Flor (capturada durante una incursión corsaria), el Bergantín Oriental Argentino de 350 toneladas bajo el mando de Pedro Dautant y las balleneras armadas para corso “Hijo de Mayo”, bajo la capitanía de Jaime Harris e “Hijo de Julio” al mando de M. Bibois. Otro corsario destacado era Francisco Fourmantin al mando del “Lavalleja” y que ya llevaba 40 presas capturadas en su haber.[30]

Además de la Duquesa de Goiás, también la Itaparica quedó varada, mientras que la Escudeiro y la Constança abrieron fuego sobre las viviendas de Patagones y su fuerte. La escuadra imperial estaba al mando del capitán James Shepherd y tuvo serios problemas en la barra, lo que llevó a que el desembarco se realizara en la madrugada del 7 de marzo de 1827 lejos del pueblo, a unos 20 kilómetros, obligando a las fuerzas brasileras a caminar ese largo trayecto. Por su parte, las fuerzas locales del fuerte sólo alcanzaban la cifra de 114 jinetes, bajo las órdenes del subteniente Sebastián Olivera, ayudante del coronel Lacarra. A ellos se sumaron vecinos y los “gauchos de Molina”.

Las tropas de Brasil superaban a las locales, cuya población total sería de unos 400 habitantes. Sin embargo, la caminata a través de los matorrales espinosos en una noche calurosa, a lo que se sumó una deficiente alimentación, deterioró seriamente el estado físico de los brasileros[31].

Cabe recordar que las fuerzas imperiales ya habían perdido su nave más importante, la Duquesa de Goiás, y casi la totalidad de su tripulación y tropa. Los soldados, extenuados y sin agua, llegaron al Cerro de la Caballada donde los republicanos decidieron enfrentarlos. El comandante brasilero, el capitán Shepherd, cae inmediatamente en combate y el mando fue asumido por Guillermo Eyre, capitán de la nave Itaparica[32].

Rodeados por los republicanos, los soldados imperiales intentaron llegar a las naves pero éstas ya habían caído en poder de las fuerzas republicanas y pasaron a engrosar las fuerzas nacionales.

EI coronel Lacarra, a través del subteniente Olivera, les ofreció a los brasileros la rendición, la cual aceptaron. A los 20 oficiales y 207 tripulantes de las naves que fueron tomados prisioneros se sumaron otros 11 oficiales y 306 soldados. Buena parte de las tropas imperiales, unos 200 soldados, eran de origen británico como el comandante Shepherd.

Monumento erigido en conmemoración del combate del Cerro de la Caballada.

La Escudeiro fue incorporada a las fuerzas nacionales, recibió el nombre de Patagones y quedó al mando de Jorge Luis Love, quien se hizo a la mar en una travesía de cuatro meses por el litoral brasilero. En el intento de abordar el bergantín de guerra imperial Pedro I, Love pereció en acción y Juan Bautista Thorne, su segundo al mando, fue herido. La Patagones fue incorporada nuevamente bajo el pabellón imperial bajo el nombre de Patagônia. Por su parte la Itaparica pasó a las Provincias Unidas con el nombre de Ituzaingó[33].

EI 7 de marzo de 1827 fueron tomadas en acción siete banderas, de las que dos de ellas se conservan en la Iglesia Parroquial de Patagones, a cada lado de la imagen de la Virgen del Carmen. Banderas. Capturaron siete, quedan dos. Las otras cinco se destruyeron durante un incendio en la iglesia en 1860.

Las dos banderas de las siete capturadas a las fuerzas imperiales se hallan expuestas en la Iglesia Parroquial de Patagones.

Desde entonces, los maragatos conmemoran cada 7 de marzo como la Gesta del 7 de marzo de 1827 o Fiesta de la Soberanía Patagónica en la que se honran a los héroes de la defensa.

Actualmente las celebraciones reúnen a la población de la comarca Viedma-Carmen de Patagones con representantes de autoridades y de todos los sectores de la sociedad: civiles, fuerzas de seguridad, representantes de la Iglesia y de establecimientos educativos. Los festejos reúnen a los pobladores a ambas márgenes del río Negro[34].

Los héroes de esa gesta fueron el coronel Lacarra, el subteniente Sebastián Olivera y sus 80 milicianos —conformados por chacareros, hacendados, artesanos y comerciantes, más los gauchos del baquiano José Luis Molina–, los corsarios Jaime Harris, Soulin y Dautant y sus tripulaciones bajo las órdenes del comandante de origen galés Santiago Jorge Bynnon. A ellos se sumaron las mujeres, los niños y los viejos, junto a la infantería negra del coronel Pereyra[35].

Los maragatos han incorporado esa gesta a su identidad y, a pesar de las diversas ofertas que se han llevado a cabo por canales diplomáticos así como de otras propuestas, incluso la de asfaltar la ciudad, se han negado a devolver sus trofeos de guerra[36].

Reflexiones finales

La victoria de las fuerzas de las Provincias Unidas debe ser atribuida a varias razones. En principio se observa que la escuadra imperial arribó a las proximidades de Patagones con escasa información de inteligencia sobre el curso del río, de los bancos de arena y de los vientos que soplan desde el mar. Esta situación llevó a que su nave más importante encallara y fuera destruida por el oleaje y los vientos. La mayoría de su tripulación y soldados murió como consecuencia de ese hecho. La Itaparica también encalló.

Lo que intentó ser un ataque sorpresa y rápido no resultó tal debido a que la población había sido alertada sobre la presencia de la escuadrilla.

A ello se suma que tras varios días de navegación, al arribar a la zona donde se produciría el enfrentamiento, las fuerzas imperiales se quedaron sin bastimentos, es decir, sin provisiones para sustentar a las tropas. Como informan las crónicas de la época, se quedaron sin agua y sin alimentos.

La falta de información previa acerca de la localización del pueblo y del terreno llevó a los brasileros a desembarcar lejos y se vieron forzados a una desgastante marcha. A ello se suman otros errores de información como la que se refiere a que la decisión de tomar el Cerro de la Caballada se debía a que un práctico de la Banda Oriental había sostenido, en un informe de 1825 dirigido al gobierno de Río de Janeiro, que sobre el mismo se encontraban emplazados dos cañones de 36 que debían ser neutralizados previamente a la toma de la ciudad[37]. Precisamente en ese lugar debieron enfrentarse con los defensores de Patagones. Esta situación introdujo la confusión en los brasileros y, ante el ataque, procuraron regresar sin éxito a sus naves, ya tomadas por los republicanos.

Irusta hace mención a varios errores por parte de las fuerzas del Imperio:

    • la falta de alimentos desde antes del desembarco;
    • la decisión de la toma de Patagones fue demorada y cuando se procedió a la misma obedeció a un intento de revertir el curso desfavorable de la guerra y a las presiones que recibían los jefes de la Armada Imperial por su inacción y
    • el desembarco lejos de Patagones[38].

Sin embargo, no debe desmerecerse la organización y la planificación de las fuerzas locales, muy inferiores en número y en pertrechos bélicos. Los maragatos estaban alertas ante el inminente desembarco de los brasileros y pudieron divisar sus naves antes de que ingresaran por el cauce fluvial. Esta situación llevó a que el pueblo asumiera un estado deliberativo entre la dirigencia que generó un plan integral de defensa que, obviamente, también tuvo sus limitaciones.

Debe considerarse que el Imperio del Brasil contaba con una organización heredada del imperio lusitano y un ejército y una armada más numerosos y mejor equipados. Sus naves lograron bloquear el Río de la Plata, hecho que recién entonces llevó a Buenos Aires a improvisar una flota al mando del almirante Guillermo Brown, quien logró varias victorias, aún en inferioridad de condiciones, pero que no pudo vencer el bloqueo.

La superioridad numérica jugó a favor de los brasileros pues, según las diversas versiones, contaban entre 350 y 600 hombres, mientras que el total de la población de la ciudad se estimaba en 400.

Buena parte de sus militares y marinos eran experimentados combatientes británicos y aquí cabe recordar que la escuadrilla que llegó a Patagones estaba al mando de James Shepherd y que entre los prisioneros se encontraban unos doscientos de esa nacionalidad.

Una mejor planificación de la operación de desembarco y ocupación de Patagones, que incluyera un mayor conocimiento del curso fluvial, de las corrientes y del terreno, sumado a un mejor aprovisionamiento de las tropas, hubiera derivado en un éxito de las fuerzas imperiales.

Por su parte, Carmen de Patagones no recibió ningún tipo de refuerzos desde Buenos Aires y se valió de la organización de sus fuerzas vivas para enfrentar la ocupación de la ciudad y de material bélico anticuado y escaso. Para la defensa debieron valerse, asimismo, de los cañones de los buques corsarios anclados en el puerto, los cuales fueron emplazados sobre tierra. Más aún, ya se ha mencionado que estaba alejada de Buenos Aires y que debía mantener contacto con otras poblaciones a través de las vías navegables. Su localización estaba en la frontera con los pueblos aborígenes, algunos hostiles y otros que mantenían una relación de amistad con el blanco mediante la cesión de algunos bienes.

Desde el 28 de febrero de 1827, fecha en que las cuatro naves forzaron la barra, la batería de la boca hostilizó a la fuerza invasora sin resultado, dada la escasez de municiones. Obró a favor de los maragatos la demora y la desorganización de las fuerzas imperiales.

En síntesis, puede afirmarse que el Imperio del Brasil tenía muchas más posibilidades de tomar Patagones que sus pobladores de defenderla.

Ahora bien, hagamos un ejercicio de historia contrafáctica.

EI éxito de las fuerzas del Imperio del Brasil podría haber cambiado el curso de la historia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, de la Provincia de Buenos Aires, de la Patagonia y tal vez de Chile.

En una situación desfavorable como la que se le presentaba al imperio en el marco de la guerra por la Provincia Cisplatina o Banda Oriental, el triunfo en la batalla de Patagones podría haber favorecido un avance desde el sur hacia Buenos Aires a partir del dominio de Carmen de Patagones. Las tropas imperiales hubiesen podido instalar una base que sería fácilmente reforzada por vía marítima tanto desde el propio imperio como desde la Banda Oriental. Buenos Aires, incapacitada para enviar refuerzos a esa ciudad ante la inminencia de un desembarco de los brasileros, no hubiese podido responder a una fuerte presión desde lo que era la “frontera con el indio”. Esta frontera se hubiese convertido en un nuevo frente de guerra para unas Provincias Unidas que estaban tan exhaustas como el Imperio pero en una inferioridad de condiciones desde el punto de vista militar.

La instalación de una base militar imperial en Carmen de Patagones también podría haber dado lugar a una primera ocupación de la que podría haber derivado una proyección del imperio hacia el sur.

De tal modo que desde ese punto el imperio podría haberse expandido sobre la Patagonia. Cabe aquí recordar que la “Conquista del Desierto” —campaña militar ejecutada por el gobierno de la República Argentina contra los pueblos aborígenes provenientes del sur de Chile que se habían establecido en la región de La Pampa y de la Patagonia, los cuales saqueaban a los pueblos robando ganando y secuestrando pobladores— tuvo la intención de ejercer un dominio real de esos territorios y fue llevada a cabo con mayor contundencia a partir de 1879 —más de medio siglo después del fin de la guerra contra el Brasil—, en momentos en que Chile se encontraba involucrado en la Guerra del Pacífico contra Bolivia y Perú. Si el Imperio del Brasil se hubiese posicionado en esa zona, bien podría haberse lanzado a ocupar esos territorios e, incluso, podría haberse expandido hacia el Pacífico ocupando la región patagónica que actualmente le pertenece a Chile.

Del mismo modo, podría considerarse que la guerra de la Triple Alianza (1865-1870), que enfrentó a Paraguay contra Argentina, Brasil y Uruguay, tal vez no hubiese tenido lugar, al menos desde la participación de estos actores, ya que Uruguay habría permanecido como parte integrante del imperio y los límites de la Argentina podrían haber sido bien diferentes como resultado de la guerra contra el Brasil.

Un escenario que tampoco podría descartarse es la situación política que podría haber mantenido una región lusoparlante separada del imperio. ¿Se hubiese mantenido como parte integrante del imperio o hubiese procurado independizarse y nacer como una nueva república? Aquí puede mencionarse, a modo de ejemplo, la situación del enclave de Cabinda que pertenece a Angola pero de la que se halla separado geográficamente.

En este sentido, el juego de la imaginación podría aportar diferentes variantes al futuro que podría haber tenido la región meridional de América del Sur si la batalla de Carmen de Patagones hubiese sido un triunfo de las fuerzas del Imperio del Brasil.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

 

Referencias

[1] Rainer Sousa (Graduado em História), Equipe Brasil Escola. “Guerra da Cisplatina”. Brasil Escola, http://guerras.brasilescola.com/seculo-xvi-xix/guerra-cisplatina.htm , [consulta: 22/07/2011].

[2] Carlos Alberto Potoko. “1823. Santana do Livramento”. Filhos de Santana, http://www.filhosdesantana.com.br/divuIga/1823.pdf , [consulta: 24/09/2011].

[3] Fundada en el año 1680 por el Maestre de Campo Manuel de Lobo del Reino de Portugal.

[4] Las acciones militares emprendidas por España contra Portugal finalizaron con la firma del Tratado de Santo Ildefonso en 1777.

[5] Carlos Alberto Potoko. Op. cit., p. 10 (traducción del autor).

[6] Ibíd., p. 27.

[7] Isaías José García Enciso. La gesta de Patagones. Buenos Aires: Eudeba, 1972, 150 p.

[8] Juan Amadeo BaIdrich. Historia de la Guerra del Brasil. Buenos Aires: Eudeba, 1974.

[9] Juan Beverina. La Guerra contra el Imperio del Brasil. Buenos Aires: Luis Bernard, 1927.

[10] Jorge R. Irusta. Patagones. La construcción de un espacio social multiétnico en el siglo XIX. Viedma: El Camarote, 2011, 200 p.

[11] L. Schneider. A guerra da Tríplice Aliança (Império do Brazil, Republica Argentina e Republica Oriental do Uruguay) contra o governo da Republica do Paraguay (1864-1870). (Primer volumen). Rio de Janeiro: H. Garníêr, Livreiro-Editor, 1902. (Traducido del alemán al portugués por Manoel Thomaz Alves Nogueira).

[12] Distrito reconocido como parte integrante de la Patagonia Argentina a través de la Ley Nacional Nº 25.955/04.

[13] Sitio web oficial de la Municipalidad de Patagones, http://patagones.gob.ar/es/primeros-pobladores-europeos-maragatos , [consulta: 19/11/2011].

[14] Ídem.

[15] Ídem.

[16] La fragata La Argentina formó parte de una expedición corsaria llevada a cabo entre julio de 1817 y julio de 1819 contra barcos y puertos españoles, tanto en América como en Asia. Al mando de Bouchard circunnavegó el mundo enfrentando a los españoles en las costas de Madagascar, Indonesia, Filipinas, Hawaii, California, México y Centroamérica. Entre los hechos más memorables se encuentran los ataques a California y la toma del fuerte de Monterrey, en donde fue enarbolada la bandera argentina. Las acciones militares emprendidas por su flotilla pasaron a la historia como parte de la guerra de independencia de las Provincias Unidas.

[17] Tulio Halperin Donghi. Historia Argentina. De la revolución de independencia a la confederación rosista. Buenos Aires: Paidós, 1980, p. 227-228.

[18] Jorge R. Irusta. Op. cit., p. 12.

[19] Héctor Pérez Morando. “Ingleses en la invasión a Patagones”. En: Río Negro, 07/03/2007,

http://www1.rionegro.com.ar/diario/2007/03/07/imprimir.20073v07s09.php , [consulta: 19/11/2011].

[20] “¿Por qué Patagones no quiere devolver las banderas a Brasil?” Río Negro, 09/03/2018, https://www.rionegro.com.ar/pese-a-las-ofertas-brasilenas-patagones-no-devuelve-las-banderas-KJ4579480/ , [consulta: 19/03/2018].

[21] Ídem.

[22] Roberto Fernández. “Carmen de Patagones – un escenario gravitante en la guerra contra el Imperio del Brasil”. Congreso Internacional de Historia. La época del Almirante Guillermo Brown (1814-1857), Instituto Nacional Browniano, Ciudad de Buenos Aires, 30 y 31 de agosto de 2007.

[23] Jorge R. Irusta. Op. cit., p. 29.

[24] “Em 15 de fevereiro [a escuna Constança], saiu de Maldonado integrando uma Divisão Naval sob o comando do Capitão-de-Fragata James Sheperd, com as Corvetas Duquesa de Goiás e Itaparica e a Brigue-Escuna Escudeiro, para realizar uma exploração na Patagônia.” Poder Naval, https://www.naval.com.br/ngb/D/D071/D071.htm , [consulta: 16/11/2020].

[25] Jorge R. Irusta. Op. cit., p. 29.

[26] Ídem.

[27] La barra es un banco o bajo de arena que se forma a la entrada de algunas rías, en la embocadura de algunos ríos y en la estrechura de ciertos mares o lagos y que hace peligrosa su navegación.

[28] Poder Naval, https://www.naval.com.br/ngb/D/D071/D071.htm , [consulta: 16/11/2020].

[29] Portal do histórico dos navios brasileiros,  http://www.naviosbrasileiros.com.br/ngb/P/P046/P046.htm , [consulta: 19/11/2011].

[30] Roberto Fernández. Op. cit., p. 7.

[31] En su libro, Irusta es reiterativo respecto a que las tropas imperiales carecían de alimentos al momento de entrar en acción.

[32] Roberto Fernández. Op. cit., p. 9.

[33] Portal do histórico dos navios brasileiros, http://www.naviosbrasileiros.com.br/ngb/I/I067/I067.htm , [consuIta: 19/11/2011].

[34] “Cierre de la Fiesta de la Soberanía Patagónica. Patagones y Viedma honran a sus héroes más preciados”. La Nueva Provincia, http://www.lanueva.com/edicion_impresa/nota/7/03/2011/b37037/nota_papel.pdf , [consulta: 21/11/2011].

[35] Ídem.

[36] “¿Por qué Patagones no quiere devolver las banderas a Brasil?” Op. cit.

[37] Roberto Fernández. Op. cit., p. 9.

[38] Jorge R. Irusta. Op. cit., p. 23-27.

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