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EVO MORALES Y SU PROYECTO DE UNA NUEVA NACIÓN. INFORME PRELIMINAR SOBRE LA SITUACIÓN EN PERÚ.

Confeccionado por ARESINFOSERVICE

Contexto geográfico (Ver anexo “Mapas”)

La nación aimara (Sur Perú, Norte Bolivia, Norte Chile)

RUNASUR (Movimientos Indígenas y sociales – “Patria Grande”)

Objetivo

Creación de una nueva nación con territorios del norte de Argentina, norte de Bolivia, sur del Perú y norte de Chile.

Clasificación del conflicto

Conflicto armado de 5ta generación con fuerte componente de acción psicológica con posterior traslado a Guerra Asimétrica.

Actores

Estado Peruano

Evo Morales y afiliados

Parte pueblo aimara

Otros vectores útiles

Contexto general

El objetivo era crear una sublevación como la Mapuche en Chile y Argentina, la cual llevó varias décadas de preparación.

 

Informes no confirmados dicen que Evo estuvo enviando población boliviana cercana al MAS (Movimiento al Socialismo) a la zona del lago Titicaca durante los últimos 15 años.

Se cree que los manifestantes están disparando con munición «expansiva», la cual no es usada ni por la Policía Nacional del Perú ni por las Fuerzas Armadas peruanas, y que ese tipo de munición fue contrabandeada al Perú por los «Ponchos Rojos» de Evo Morales.

Los Ponchos Rojos son una milicia de origen aimara cercana a Evo Morales con asiento en la provincia boliviana de Omasuyos y con epicentro en la ciudad de Achacachi, capital de la provincia.

La munición expansiva fue utilizada en levantamientos en Puno y Juliaca y se estima que los «Ponchos Rojos» la ingresaron al Perú debajo de sus ropas.

En el año 2017, y luego de los enfrentamientos con los aimaras, la policía boliviana fue expulsada de Achacachi por varios meses.

En Perú, la población aimara, se encuentra principalmente en el departamento de Puno, Moquegua y Tacna y muchos han migrado a ciudades como Lima, Arequipa y Tacna. En Chile se extiende por el extremo norte como en la ciudad de Arica.

Evo apela a la población indígena aimara que viven en la Meseta del Collao, zona lago Titicaca.

Su intención es desestabilizar la zona de Cusco y de Puno. El financiamiento para el levantamiento proviene desde Bolivia, las armas provienen desde el norte de Bolivia, posiblemente de la ciudad de La Paz.

Es por esto que desde el Ministerio del Interior y del Ministerio de Defensa del Perú continuamente realizan videos de uniformados llamando a la paz social hablando la lengua aimara.

Evo Morales es considerado como persona peligrosa para la seguridad nacional y tiene prohibido el ingreso al Perú.

Debido a la naturaleza del conflicto generado en el sur del Perú, se necesitarán de acciones de comunicación y acción psicológica extensas e intensivas para calmar la situación. La naturaleza del conflicto obliga al Estado peruano a actuar de «buffer» y absorber la mayor cantidad de violencia. La represión con altos niveles de intensidad podría desestabilizar aún más la zona en favor de Evo Morales a niveles peligrosos para la integridad territorial del Perú.

Sería necesario detectar, identificar y neutralizar los canales de información utilizados por Evo y su gente y luego desplegar comunicación/psy ops sobre la población afectada con el objetivo de contrarrestar su accionar.

Así como es de vital importancia detectar e identificar a los líderes claves de cada zona para entablar un diálogo y desarmar protestas.

La única salida que puede considerarse para este conflicto es el de la acción psicológica a gran escala, con participación de figuras artísticas, canales de televisión, etc., con el mensaje de «Traer paz y prosperidad para el Perú».

Evo y su gente hicieron un gran trabajo comunicacional y de preparación psicológica.

Evo viaja a la Argentina para intentar crear una Coordinadora de movimientos sociales de América Latina y el Caribe. Evo convocó a movimientos cocaleros de Perú, Ecuador y Colombia y otras organizaciones para ser parte de la Coordinadora.

La “toma de Lima” no tiene intención de ganar territorio, desde el sur hacia el norte, si no de acaparar la atención de medios internacionales, intentar el derrocamiento del gobierno para promover la asamblea constituyente y más adelante provocar la secesión del sur del Perú

El conflicto en Lima puede actuar de “buffer” (“amortiguador de shock”) con el objetivo real que es el sur del Perú. Mientras más se focalice el conflicto en Lima, con más soltura se moverán y actuarán en el sur del Perú.

GEOPOLITICA DEL TRÁFICO DE COCAÍNA EN SUDAMÉRICA

Jorge Eduardo Lenard Vives*

Imagen: El Orden Mundial.
Geopolítica y crimen organizado

Según una de sus definiciones tradicionales, la geopolítica es la disciplina que estudia los efectos de la geografía física y humana sobre la política y las relaciones internacionales con la finalidad de entender, explicar y predecir el comportamiento político internacional a través de las variables geográficas. Si bien originalmente el análisis tuvo como protagonistas a los estados- nación, adscribe en la actualidad a un concepto ampliado en el que la materia incursiona en un ámbito donde, si bien persiste el Estado como “protagonista descollante del sistema internacional”, también existen “otros actores de naturaleza no estatal que incrementan día a día su importancia”[1].

Estos actores no estatales con influencia transnacional son de distinto tipo. Entre ellos se encuentran los “actores no gubernamentales violentos”, que incluyen las bandas de crimen organizado. Fue así que a fines del siglo XX y principios del XXI, se gestó en algunos ambientes académicos el término “geopolítica del crimen” para referirse a la aplicación de las principios geopolíticos al estudio de la influencia de las organizaciones delictivas supraestatales[2].

En Sudamérica la presencia del crimen transnacional organizado relacionado con el narcotráfico es un factor de peso en las relaciones entre los países de la región y condiciona no sólo su política interna sino incluso su política exterior. El examen del caso particular del comercio ilegal de cocaína, al tratarse de una substancia derivada de una planta que por sus características sólo crece en esta parte del mundo, permite aplicar las premisas de la geopolítica en el marco del concepto de “micro-geopolítica”[3]. Es decir, considerar un objeto de análisis muy acotado y específico a efectos de estudiar en profundidad sus implicancias, sin dejar de reconocer que, a caballo de esta modalidad delictiva, se montan muchas otras criminalidades que aprovechan la “infraestructura” establecida.

Tres factores del estudio geopolítico

La geopolítica tradicional considera en sus investigaciones, entre muchos otros, tres factores del ambiente geográfico de particular importancia: los recursos naturales de un país (que pueden ser objeto de la codicia de otro estado; y, por lo tanto, obliga a defenderlos), las características de las fronteras que separan los países (restringiendo o facilitando el avance de un estado sobre otro) y las líneas de comunicaciones (es decir, las vías por las cuales se canaliza el comercio, pero también, en caso de conflicto, las tropas invasoras).

Ahora bien, asimilando esos tres factores de análisis al caso del crimen transnacional organizado vinculado con el narcotráfico, puede inferirse la siguiente relación: el primer concepto, los sectores donde se ubican los “recursos naturales” de un país, se corresponde con las “zonas de producción” de los estupefacientes; en tanto las “líneas de comunicación” se asemejan a las “rutas del narcotráfico”. Por otro lado, el concepto de fronteras mantiene su contenido; pero lo que en la geopolítica tradicional significa una línea de vigilancia que facilita el control del comercio y del movimiento migratorio, para las organizaciones delictivas implica una barrera a vulnerar. En cierto sentido, parecería que esta extrapolación de conceptos entre ambas visiones de la disciplina se hace cambiando el signo de su consideración y aquello que para la geopolítica tradicional es un aspecto positivo se transforma en negativo cuando se consideran las actividades de los nuevos actores transnacionales.

Aplicar estos términos a la realidad del tráfico de cocaína en Sudamérica permitirá elaborar algunas conclusiones que resaltan la función predictiva de la geopolítica y, por ende, su importante tarea como auxiliar en la adopción de decisiones políticas tendientes a solucionar la actual situación anómala.

Zonas de producción

Según UNODC (la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Crimen) en el Reporte Mundial de Drogas del año 2022[4], las únicas zonas productoras de cocaína del mundo se localizan en Sudamérica y son las siguientes:

En Colombia, el sector norte (departamentos de Choco norte, Córdoba, Antioquía, Bolívar y Norte de Santander) y el sector sur (departamentos de Choco sur, Valle, Cauca Nariño, Caquetá, Meta, Guaviare) y Putumayo). Cabe señalar, aun cuando no sea objeto de esta nota, que en este país existen importantes zonas productoras de marihuana, en especial en su variante “creepy”.

En el Perú, el sector norte (departamentos de Putumayo y Bajo Amazonas); el sector centro (departamentos y sectores de Alto Huallaga, Alto Chicana, Marañón, Aguaytia, Contama, Calleria y Pichis-Palcazu – Pachitea); y el sector sur (el VRAEM —Valle de los Río Apurimac, Ene y Mantaro— y departamentos y sectores de La Convención – Lares, Kosñipata, San Gaban e Inambari Tambopata).

En Bolivia existen dos sectores principales, el ubicado en los Yungas de La Paz (departamento de La Paz) y el ubicado en el Chapare o zona de los Trópicos de Cochabamba (departamento de Cochabamba y parte del departamento de Santa Cruz).

El informe de la UNODC dice a modo de resumen que para el año 2020 las áreas de cultivo mantuvieron una superficie similar a la del año anterior (234.200 hectáreas), dado que si bien decreció la superficie cultivada en Colombia, se incrementaron los cultivos ubicados en Bolivia y Perú. Sin embargo, pese a esa estabilidad en los cultivos, aumentó de un año para otro la producción estimada de cocaína (1.982 toneladas, 11 % más que el año 2021), lo que puede atribuirse a diversos factores como la aplicación de mejores tecnologías agrícolas y fabriles.

Fronteras permeables

En general, salvo algunas excepciones, los países sudamericanos presentan límites extensos. Estas grandes distancias perjudican la vigilancia permanente de las fronteras, lo que ha llevado a varios países a emplear fuerzas militares en su custodia (Brasil, Bolivia; incluso la Argentina con dispositivos como el del “Escudo Norte”).

En el subcontinente existen dos fronteras apoyadas en obstáculos naturales que dificultan su vulneración. Una de ellas es la frontera entre Argentina y Chile, con la presencia de la cordillera de los Andes, y la otra la frontera de Brasil con sus vecinos del oeste, cubierta por el Amazonas. Esa densa selva que complica el establecimiento de líneas de comunicación terrestre de una costa a la otra del subcontinente, contribuye a aislar las zonas productoras de droga, ubicadas en los contrafuertes andinos cercanos al Pacífico, del litoral Atlántico donde se localizan los puertos de salida.

Pero además de la permeabilidad ocasionada por la significativa extensión, una de las principales debilidades de las fronteras sudamericanas es la gran cantidad de trifinios o puntos tripartitos que muestra. Estos lugares, al presentar una jurisdicción política dividida, facilitan la pérdida de control de los movimientos de personas y mercancías. No todos estos puntos tienen igual significancia geopolítica para el crimen, por supuesto. Si bien a lo largo de las distintas fronteras se reconocen trece trifinios, se destaca por su complejidad la Triple Frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay. Aun así, no debe descartarse el resto de estos puntos como sectores a los que se debe prestar especial atención al vigilar los límites fronterizos.

Cabe aclarar que las fronteras consecutivas en sentido norte – sur de los países ubicados en la franja oeste de Sudamérica, desde Venezuela hasta la Argentina, si bien presentan algunos accidentes topo e hidrográficos que otorgan ciertas posibilidades de aislamiento entre las distintas jurisdicciones; en general revelan una uniformidad de ambientes naturales que facilita el tránsito de uno a otro.

Rutas de la droga

La salida de cocaína en forma directa desde las zonas productoras hacia los principales mercados mundiales se hace por mar desde los puertos comerciales, generalmente por medio de cargas ocultas en contenedores (más del 90 % del tráfico de cocaína sudamericana es por este medio[5]); o desde la costa no vigilada, recurriendo a lanchas rápidas e incluso sumergibles rudimentarios. También se emplea el medio aéreo; ya sea mediante aviones privados que pueden partir de pistas clandestinas, como de vuelos comerciales que despegan desde aeropuertos internacionales. Sin embargo, este tráfico canalizado desde los países donde se localizan las zonas de cultivo y producción, en muchos casos es riesgoso para la organización delictiva porque el espacio en cuestión está muy controlado por las diferentes autoridades que tienen injerencia sobre el tema. Por ello, las organizaciones buscan alternativas menos controladas.

Asimismo, debe tenerse en cuenta que las zonas productoras están recostadas mayormente sobre el océano Pacífico, con puertos próximos ubicados sobre esa zona marítima o, a lo sumo, con puertos localizados sobre la costa del Caribe, puntos más aptos para comunicarse con la América Central y la América del Norte (aun cuando algunas de esas instalaciones también son usadas para canalizar el tráfico hacia Europa). Pero los puertos ubicados sobre la misma costa del océano Atlántico, que facilitan la navegación directa hacia los mercados europeos, están alejados de las zonas productoras y, en gran parte del continente, como se vio, parcialmente aislados de esas zonas por la selva amazónica.

Es por ello que, aprovechando las fronteras porosas, el narcotráfico busca llegar a países que cuenten una geografía abierta, libre de obstáculos naturales, una importante infraestructura vial, portuaria y aeroportuaria, un extenso litoral marítimo sobre el Atlántico y una significativa actividad industrial y de comercio exterior. De tal manera, terminan en la Argentina y en la zona sur del Brasil. Por ello son dos países elegidos para sacar fuera de la región una parte importante de la producción de cocaína, debiendo señalarse que, según UNODC[6i], los puertos de Brasil son los principalmente empleados para esta actividad.

De tal manera, con el tiempo se plasmó una suerte de autopista panamericana de las drogas, que, siguiendo la dirección norte – sur por el oeste del continente, une Colombia con la Patagonia. Y, desde cada puerto que toca, vincula esta ruta con el mundo. Tiene diversas bifurcaciones que van llevando a los distintos lugares de salida. Paralela a la ruta terrestre, que es complementada también con algunos tramos cubiertos por medios aéreos, en la parte sur del subcontinente la trocha se monta sobre otra facilidad de transporte que es fluvial: la Hidrovía.

Crimen organizado desorganizado

Paradójicamente, la condición inicial que dio lugar al estudio geopolítico de las actividades delictivas, es decir, la existencia de organizaciones criminales con capacidad para dirigir y ejecutar sus actividades en distintos países bajo un mando único, tiene sus particularidades en Sudamérica. Como señala Pablo Uribe Ruan “…la palabra crimen organizado no representa la realidad empírica de la mayoría de las organizaciones criminales en América Latina. En esta región, por el contrario, el crimen está constituido por grupos, casi siempre, desorganizados, fragmentados e inestables, que constituyen difusas redes que van desde México hasta Argentina”[7].

En la primera etapa del proceso, el cultivo de la coca, intervendrían campesinos independientes o a lo sumo nucleados en clanes familiares, que venden la materia prima a las organizaciones productoras de cocaína. Las bandas “fabricantes”, además de elaborar el estupefaciente, tendrían responsabilidad en iniciar la cadena del narcotráfico al ofrecerla a bandas de narcomenudeo locales o al contrabandear su producto hacia países vecinos. Allí sería recibido para su distribución por otra banda local de similar nivel, quien a su vez la vendería a otros narco-minoristas para su distribución local. Esto no implica una unidad de comando en toda la cadena comercial sino que probablemente se formalice en base a una serie de acuerdos entre organizaciones menores mediante los contactos de sus integrantes. Por supuesto, cabe la posibilidad de que la banda de un país desplace integrantes a otro país para que organice o controle una determinada operación ilegal. A veces, este desplazamiento sería asistemático; como podría ser el caso que describe Norberto Emmerich sobre el surgimiento de bandas de narcotráfico en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina[8], y en otros casos podría deberse a un plan concebido para que la banda tome un carácter supraestatal.

Sin embargo, para sacar la droga del subcontinente por medio marítimo (o aéreo), es probable que intervengan bandas trasnacionales de distinta importancia que, luego de adquirir el estupefaciente a las bandas productoras, se hagan cargo de llevarlo hacia los puertos de salida, su acondicionamiento para el transporte, el transporte marítimo y su recepción en los puertos de destino (o una similar secuencia en el modo aéreo).

Otras organizaciones implicadas en el comercio ilegal de drogas son las que dan seguridad a las zonas productoras y a las “instalaciones fabriles”, con mayor o menor participación en el posterior tráfico del estupefaciente. Las más importantes de estas organizaciones provienen de los elementos remanentes de las guerrillas que operaban, u operan, en las zonas productoras.

La información periodística respecto a todas estas organizaciones es difusa y debe ser analizada con detalle. Existe en general una tentación a transformar en mega-bandas organizaciones que a lo mejor sólo tienen el papel de narco-minoristas; o de encontrar relaciones orgánicas permanentes en situaciones que son sólo contactos esporádicos o puntuales. Por ello, apenas a modo informativo, se mencionarán las distintas bandas que han tenido más difusión periodística.

En Colombia se cita al “Cartel del Golfo” como principal actor local; el que incluso ha sido mencionado con cierta presencia en países vecinos. Se refiere además la existencia de elementos remanentes de las FARC y el ELN relacionados con la producción y el tráfico del estupefaciente. En Perú no se destaca una organización específica, ya que en general la producción y comercialización primaria sería realizada por “clanes familiares”. También se menciona en este país la presencia de elementos remanentes de Sendero Luminoso. En Bolivia tampoco se mencionan bandas locales de importancia pero se refiere la presencia de representantes de algunas organizaciones transnacionales que intervienen en el mercado local.

Al considerar aquellos países en los que no hay zonas productoras pero sí rutas de tránsito, se detecta la presencia de bandas delictivas locales, como podría ser el “Tren de Aragua” en Venezuela, a la que se le adjudica cierta influencia internacional, y bandas menores al estilo de “Los choneros” o “Los lagartos” en Ecuador. Tampoco se refiere la presencia de bandas locales importantes en Argentina y Uruguay; en tanto en Brasil se señala la presencia del Primer Comando de la Capital y del Comando “Vermelho”, a los que se le otorga posibilidades de cierto alcance internacional. Por otro lado, en Paraguay, si bien no se identifican bandas locales de significación, es conveniente señalar la existencia de zonas de cultivo de marihuana en los departamentos de Amambay y Concepción (la principal zona de cultivo en Sudamérica). Aunque tal estupefaciente no es objeto de este trabajo, las asociaciones criminales relacionadas con su comercio ilegal pueden intervenir en el tráfico de cocaína, empleando las mismas rutas.

Con respecto a organizaciones de verdadera significación transnacional y sustantivos recursos, existen indicios de que la Ndrangheta y otras organizaciones mafiosas del viejo continente, podrían estar a cargo del tráfico hacia Europa. Asimismo, se habla de la presencia de organizaciones mexicanas en la región; y es lógico arriesgar que los carteles mexicanos más importantes (Cartel de Sinaloa y Cartel del Noreste) controlen las rutas de tráfico hacia América Central y del Norte, lo que no haría impensable la presencia de representantes de tales organizaciones en los países que tienen los puntos de salida hacia esos destinos extra-continentales. También grupos con experiencia en el comercio ilícito de estupefacientes provenientes de Colombia, Perú y Bolivia podrían encontrarse en otros países de la región; relacionadas con operaciones mayormente dedicadas a la exportación fuera del subcontinente o a la distribución interna.

Otras organizaciones que tendrían presencia en al menos tres países (Brasil, Paraguay y Bolivia) controlando las rutas del narcotráfico serían los “comandos” brasileños. Sin embargo, como vuelve a decir Uribe Ruan, “Hay grandes nombres como el Cártel de Sinaloa en México o el Comando Vermelho en Brasil, pero no son tan claras las conexiones entre estos grupos con los distintos nodos en la cadena de producción, transporte, comercialización y venta de estupefacientes u otros bienes ilícitos”[9] De todas maneras, como ya se manifestó anteriormente, puede considerarse habitual la presencia de referentes del narcotráfico de un país para organizar una operación en otro; sin que ello implique en todos los casos un asentamiento permanente de la organización a la que pertenece.

Parecería que el esquema adoptado por el narcotráfico se aproxima más al de organizaciones tipo “unión transitoria de empresas” entre las distintas bandas afectadas a los diferentes momentos específicos del narcotráfico. Esta característica, más que una debilidad de las organizaciones criminales, es una fortaleza, ya que les permite una flexibilidad y una segmentación que dificulta el seguimiento de la red completa. A su vez, demuestra una importante vulnerabilidad por parte de las autoridades locales, ya que implicaría que la permeabilidad de las fronteras es tal que permite a bandas locales, de un peso relativo, superarlas en forma clandestina con relativa facilidad.

Imagen: El Orden Mundial.

Resumiendo

Las características geográficas de América del Sur son las únicas del mundo que permiten el cultivo de la planta de coca, base de la producción de cocaína. Favoreciendo el comercio ilegal del estupefaciente, a esa circunstancia se unen las rigurosas condiciones físicas, orográficas, hidrográficas y de vegetación que dificultan el acceso a las zonas de producción y su consecuente control.

Por su posición geográfica, por las características de su territorio, por su infraestructura de transporte y por su extenso litoral atlántico, la Argentina es para las bandas transnacionales de crimen organizado un punto conveniente de salida de la droga hacia los mercados internacionales. Este tema plantea un serio dilema para la política de seguridad interior de la República.

La relación entre zonas productoras y los puntos de salida extra-continentales obliga a consolidar una firme relación de los estados afectados, a fin de promover una acción conjunta para atacar el problema. Por eso es importante una visión geopolítica del problema y no perderse en la maraña de organizaciones que circunstancialmente operan los distintos momentos del proceso. Mientras subsista el cultivo y la necesidad de exportarla fuera del subcontinente, seguirá planteado el problema. Los protagonistas sólo cambiarán de nombre y, como la legendaria hidra, cortada una cabeza en su lugar crecerán dos.

Por supuesto, resulta fundamental la persecución de las organizaciones de narcotráfico, ya que es el principal medio en la actualidad para enfrenar este terrible flagelo. Pero también se debería apuntar a los dos extremos de la cadena. Por un lado, a reducir el consumo. UNODC aprecia que la cantidad de consumidores en el mundo es de 21.000.000 de personas. Según esta oficina, esa cifra representa el 0,4 % de la población mundial entre 15 / 64 años; pero ese guarismo sería inferior si se compara con la población global, estimada en 7.837.000.000 de habitantes: 0,26 %. Por otro lado, a restringir la producción y aislarla físicamente de los lugares de tránsito y salida. Encarar el problema como un tema geopolítico de alcance internacional y no considerarlo sólo como un problema doméstico de cada país, permitiría imaginar soluciones más eficaces.

Imagen: El Orden Mundial.

* Licenciado en estrategia y organización. Autor de varios artículos sobre geopolítica y estrategia.

 

Referencias

[1] Bartolomé, Mariano. La seguridad internacional post 11-S. Buenos Aires: Instituto de Publicaciones Navales, 2006, p. 61.

[2] Ejemplo de ello son los libros de Gayraud, Jean-François, El G9 de las mafias en el mundo – Geopolítica del crimen organizado (Barcelona: Tendencias Editores, 2007); Glenny, Misha, Mc Mafia – El crimen sin fronteras (Buenos Aires: Ediciones Destino, B 2008); Emmerich Norberto, Geopolítica del narcotráfico en América Latina (Toluca: Instituto de Administración Pública del Estado de México, 2015).

[3] Carbajal Glass, Fausto. “Spaces of Influence, Power and Violence: The Micro-Geopolitics of Organised Crime”. Strategic Hub for Organised Crime Research (SHOC), Royal United Services Institute (RUSI), https://shoc.rusi.org/blog/spaces-of-influence-power-and-violence-the-micro-geopolitics-of-organised-crime/.

[4] UNODC, World DrugReport 2022 (United Nations publication, 2022).

[5] Ídem.

[6] Ídem.

[7] Uribe Ruan, Pablo. “El crimen en América Latina: desorden, fragmentación y transnacionalidad”. Real Instituto Elcano, https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/el-crimen-en-america-latina-desorden-fragmentacion-y-transnacionalidad/.

[8] Emmerich, Norberto. Op. cit., p 94.

[9] Uribe Ruan, Pablo. Op. cit.

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LA GUERRA CONTRA EL IMPERIO DEL BRASIL Y LA BATALLA DE CARMEN DE PATAGONES

Marcelo Javier de los Reyes*

Cerro de la Caballada, el recuerdo en el escenario de la batalla. Foto: Marcelo Ochoa.
Algunas cuestiones preliminares

Con anterioridad, en un artículo titulado “La guerra contra el Imperio del Brasil y la Marcha Ituzaingó” abordé los antecedentes y los hechos que llevaron a la guerra de las Provincias Unidas contra el Imperio de Brasil pero sin entrar en los detalles bélicos, con la intención de llegar al final de la confrontación y difundir los orígenes de una marcha militar argentina que derivó en uno de los Símbolos Presidenciales de la República Argentina.

En esta oportunidad, abordaré uno los capítulos menos conocidos de esa guerra, incluso para los argentinos: la batalla de Carmen de Patagones.

Cuando investigué acerca de esta guerra, me llamó la atención que era prácticamente desconocida en la historiografía brasilera pues, cuando se refieren a ella, se habla de la “Guerra da Cisplatina” y se refiere a la guerra que llevó a la independencia de su provincia, sin aludir, en general, que  se enfrentaron contra las fuerzas de las Provincias Unidas, es decir, de la actual Argentina. Para los historiadores brasileros el conflicto tuvo como protagonistas a las fuerzas imperiales y a los “revolucionarios” de la provincia Cisplatina. A modo de ejemplo puede citarse el siguiente pasaje de un sitio escolar dedicado a la historia de Brasil:

Entre 1825 e 1828, o governo brasileiro declarou guerra contra os revolucionários em um conflito que provocou um sério esvaziamento dos cofres brasileiros. Além disso, as autoridades imperiais realizaram o recrutamento forçado de vários populares que buscavam uma vida melhor após a independência. Em pouco tempo, os ataques políticos contra Dom Pedro I eram cada vez mais contundentes. Afinal de contas, valeria à pena gastar tanto pela conquista de tão diminuto espaço estrangeiro?

As derrotas sucessivas nos campos de batalha e a necessidade de se contrair novas dívidas mostraram que a opção pela guerra era completamente equivocada. Por fim, em 1828, os revolucionários vitoriosos conseguiram estabelecer a República Oriental do Uruguai. Colocando a nação derrotada e afundada em dívidas, a autoridade de Dom Pedro I foi criticada por jornais e personalidades políticas que questionavam sua autoridade frente ao trono brasileiro.[1]

Incluso en foros militares de Internet se puede apreciar un desconocimiento de este hecho por parte de miembros de las fuerzas armadas de Brasil, mencionando que la historia de ese país reconoce que Argentina y Brasil fueron aliados en la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay.

Sin embargo, en un libro digital titulado 1823 Santana do Livramento[2], su autor, Carlos Alberto Potoko, menciona el conflicto de intereses entre España y Portugal sobre el territorio actual de Uruguay —desde la fundación de la Nova Colônia do Santíssimo Sacramento (actualmente conocida como simplemente como “Colonia”)[3], conflicto que derivó en la campaña militar española al mando de Pedro de Cevallos que destruyó las fortificaciones de la Colônia do Sacramento y conquistó a isla de Santa Catarina[4]—, así como también que ese territorio fue disputado “por los estados nacientes del Brasil, heredero de Portugal, y de la República Argentina, con capital en Buenos Aires, heredera del Virreinato del Plata de España”[5]. Potoko aún va más allá pues también menciona la “Batalha de Carmen de Patagones (7 de março de 1827)” en su página dedicada a la “Cronologia das Batalhas na Cisplatina”[6].

La batalla de Carmen de Patagones

Entre los historiadores argentinos que mencionan a la batalla de Carmen de Patagones puede mencionarse a Isaías José García Enciso[7], al coronel Juan Amadeo Baldrich[8], al coronel Juan Beverina[9] y Jorge R. Irusta[10].

Del mismo modo, da cuenta de esta batalla el “Consejero privado y lector de S. M. el Emperador de Alemania y Rey de Prusia”, L. Schneider, en su libro A guerra da Tríplice Aliança (Império do Brazil, Republica Argentina e Republica Oriental do Uruguay) contra o governo da Republica do Paraguay (1864-1870)[11], al mencionar el caso de “uma expedição brazileira enviada a Patagones é batida e aprisionada”.

Actualmente la ciudad de Carmen de Patagones es la más austral de la provincia de Buenos Aires y cabecera del Partido de Patagones[12] que, junto a la vecina ciudad de Viedma, compone la población europea más antigua de la Patagonia y una de las últimas fundadas por la Corona Española en América el 22 de abril de 1779 por Francisco de Viedma y Narváez, cumpliendo órdenes del Rey Borbón Carlos III de España. Su fundación obedeció a la necesidad de proteger la colonia del merodeo de naves británicas por el litoral atlántico. Con ese objetivo se crearon cuatro puntos estratégicos: San Julián, Deseado, San José y el Fuerte y Población Nuestra Señora del Carmen[13].

Para el emplazamiento del fuerte y el asentamiento de los colonos fue elegida la margen sur del río Negro pero, ignorando el régimen de río, el 13 de julio se produjo una de las periódicas inundaciones que echó por tierra las obras y se decidió el traslado a la margen izquierda del río. El 2 de octubre de 1779 arribó la primera de las once embarcaciones que movilizaron a quienes fueron los primeros colonos, quienes procedieron —mayoritariamente— de Galicia y Castilla. Como junto a ellos provinieron algunos nativos de la comarca La Maragatería, provincia de León, los nativos de Carmen de Patagones reciben el gentilicio de maragatos[14].

Luego de la independencia, en 1820 los revolucionarios establecieron un nuevo frente en el sur, que era la frontera con el indio. Durante un siglo desde su fundación, los maragatos estuvieron insertos en un territorio dominado por los nativos, los tehuelches. De tal modo que para estar comunicados con Buenos Aires y otras poblaciones cristianas debían recurrir a la navegación. En ese momento, Patagones se encontraba a más de 800 kilómetros al sur de la línea de frontera.

Desde su fundación contó con una pequeña guarnición militar y un puerto en el que atracaban embarcaciones que buscaban provisiones. Hasta 1810 la ciudad vivió en un relativo aislamiento y se proveía de alimentos que producían sus pobladores. En abril de 1812 una sublevación dirigida por realistas —soldados españoles— produjo que Carmen de Patagones pasara bajo la jurisdicción de Montevideo hasta el 13 de diciembre de 1814, cuando las autoridades surgidas de la revolución tomaron nuevamente el control y pasó a depender definitivamente de las Provincias Unidas del Río de la Plata[15].

A partir de 1820 tomó mayor relevancia gracias al puerto y su apertura al comercio exterior. Del mismo modo, se constituyó como un área de interacción entre la población blanca y los indios.

Cuando se produjo el bloqueo del Río de la Plata durante la guerra contra el imperio, al que hicieron frente las naves del Almirante Guillermo Brown, se recurrió a la guerra de corso, la cual ya había sido utilizada contra los españoles y cuya máxima figura había sido el marino francés —al servicio de las Provincias Unidas— Hipólito Bouchard, al mando de la fragata La Argentina[16].

Al respecto, dice Halperin Donghi:

Éstas [las Provincias Unidas] han adoptado ya otro instrumento de lucha naval: el corso. El lucro que se esperaba obtener de las expediciones hacía fácil encontrar aspirantes a las patentes, entre capitanes recalados por la guerra en Buenos Aires y capitalistas de la ciudad a los que la misma guerra obliga a interrumpir otras actividades: Vicente Casares, terrateniente pero también dueño de una flotilla de barcos remolcadores, será el mayor de los empresarios de corso, que tiene por primer teatro el río: en las costas de la provincia oriental el más audaz de los corsarios, Fournier, hace víctimas numerosas. La acción corsaria se extiende luego a las costas brasileñas, y termina por afectar seriamente el cabotaje que asegura buena parte de las comunicaciones del Imperio: éste debe hacerse en convoyes defendidos por barcos artillados. Pero el empleo del corso provoca irritación entre poderosos amigos de los beligerantes: el Almirantazgo británico quisiera juzgar a Fournier en Londres por piratería, si los representantes ingleses logran disuadirlo de esa impetuosa decisión, no hay duda de que ven con igual antipatía la difusión de las actividades corsarias, que está haciendo inseguras las aguas del Atlántico americano, desde el Plata hasta las Antillas.[17]

Precisamente, Carmen de Patagones se convirtió en un puerto de recalada en la guerra con el imperio brasileño[18], brindando un seguro refugio a corsarios y a las presas de los mismos. Los botines de esa actividad —bebidas, géneros, platería, alimentos, lozas y hasta pianos y otros enseres— pasaron a engrosar el patrimonio de los hogares maragatos[19].

El historiador Jorge Bustos, investigador del Museo Ema Nozzi, recuerda:

El 10 de diciembre de 1825, el Imperio del Brasil declaraba la guerra a las Provincias Unidas del Río de la Plata y recién replicaría la declaración el 6 de enero de 1826. Aquel mismo día de diciembre, el corsario Francisco Fourmantin ingresaba al puerto de Patagones al mando del bergantín Lavalleja. Traía consigo una presa: el bergantín brasileño Felicidade.[20]

El historiador agrega que detrás de Fourmantín venía en su persecución el bergantín Río da Prata con sus 14 cañones dispuestos a recuperar al Felicidade[21].

Por tal motivo, el gobierno imperial decidió tomar medidas y poner en práctica el decreto de bloqueo que, con fecha 21 de diciembre de 1825, el almirante Rodrigo José Ferreira Lobo declaró a todos los puertos y costas de la provincia de Buenos Aires. El profesor Roberto Fernández menciona que las medidas tenían por objetivo[22]:

    1. Evitar que Patagones se consolidara como un puerto alternativo, como de hecho lo era, con relación al bloqueado de Buenos Aires, para canalizar transacciones
    2. Impedir que se produjera un abastecimiento de productos bélicos por medio de compras efectuadas en Europa y descargadas aquí.
    3. Destruir el santuario de corsarios que, con patentes otorgadas por el gobierno de Las Provincias Unidas del Río de La Plata, llevaban sus operaciones hasta el mismo Río de Janeiro, transformándose así Patagones (desde los inicios de la guerra) como puerto seguro y alternativo y muchas veces principal de recalada al bloqueado estuario del Plata.
    4. Destruir la red comercial de mercaderías civiles e insumos militares que en carácter de presas obtenidas de las naves brasileñas se transaban en la población, siendo el ejemplo más notorio un barco de esclavos, los que en su mayoría fueron colocados en la misma Carmen de Patagones y cuando las circunstancias de la defensa lo impusieron, dichos hombres de color pasaron a conformar el Batallón de Negros de la Patria.

Con ese fin, una escuadrilla imperial se dirigió hacia el pueblo de Patagones para poner fin a la guerra de corso. Irusta da cuenta que en la noche del 6 de marzo de 1827 se reunieron el comandante del fuerte, coronel Lacarra, el juez de paz, Juan José Rial, don Fernando Alfaro y otras personas distinguidas de la población para considerar la situación ante “un inminente desembarco de las tropas brasileñas, cuya flota, compuesta de cuatro naves está ya en la boca del río Negro a seis leguas de la población”[23].

Los maragatos ya habían avistado a la flotilla imperial merodeando en el litoral marítimo desde fines del mes de febrero. La misma había zarpado el 15 de ese mes del puerto de Maldonado[24]. Con mayor precisión, los habitantes de Patagones tomaron conocimiento de la situación cuando, el 25 de febrero el práctico Guillermo White le informó al comandante Lacarra acerca de la presencia de una goleta situada sobre la boca del río en una actitud que consideraba sospechosa debido a que no enarbolaba ningún pabellón[25]. Con posterioridad a este hecho, Sebastián Olivera, un observador comisionado por el gobierno local, manifestó que enarbolaba la bandera de Estados Unidos[26].

Por tanto, lo que iba a ser un ataque sorpresa a Carmen de Patagones no resultó así, dado que la población estaba preparada y, con bastante anterioridad, las autoridades de Buenos Aires habían alertado a la comandancia del fuerte la posibilidad de que los brasileros lo llevaran a cabo.

El 28 de febrero de 1827 la división naval imperial forzó la barra del río Negro con la intención de atacar Carmen de Patagones. Consiguió ingresar en el río a pesar de la fuerte resistencia de una batería de artillería instalada en la costa. Sin embargo, la corbeta Duquesa de Goiás no consiguió pasar la barra[27], encallando y siendo destruida por las olas[28]. Además de este buque, integraban la flotilla las naves Constança, Itaparica y Escudeiro. Esta última era un bergantín goleta —originariamente llamado Escudero— que ofició como barco corsario de propiedad del español Juan Ferroesla, del que se apropió el marino francés Luis Clemente Pouthier en aguas africanas 11 de junio de 1826, siendo incorporado a la Marina Imperial con ese nombre[29].

Según Roberto Fernández,

En el puerto se encontraban la corbeta Chacabuco bajo la comandancia del capitán Santiago Jorge Bysson (según Baldrich) o Bynnon según otras fuentes, recientemente arribada de Valparaíso en pésimas condiciones después de su paso por el Cabo de Hornos, habiéndose trasladado su artillería al fuerte; la sumanca Bella Flor (capturada durante una incursión corsaria), el Bergantín Oriental Argentino de 350 toneladas bajo el mando de Pedro Dautant y las balleneras armadas para corso “Hijo de Mayo”, bajo la capitanía de Jaime Harris e “Hijo de Julio” al mando de M. Bibois. Otro corsario destacado era Francisco Fourmantin al mando del “Lavalleja” y que ya llevaba 40 presas capturadas en su haber.[30]

Además de la Duquesa de Goiás, también la Itaparica quedó varada, mientras que la Escudeiro y la Constança abrieron fuego sobre las viviendas de Patagones y su fuerte. La escuadra imperial estaba al mando del capitán James Shepherd y tuvo serios problemas en la barra, lo que llevó a que el desembarco se realizara en la madrugada del 7 de marzo de 1827 lejos del pueblo, a unos 20 kilómetros, obligando a las fuerzas brasileras a caminar ese largo trayecto. Por su parte, las fuerzas locales del fuerte sólo alcanzaban la cifra de 114 jinetes, bajo las órdenes del subteniente Sebastián Olivera, ayudante del coronel Lacarra. A ellos se sumaron vecinos y los “gauchos de Molina”.

Las tropas de Brasil superaban a las locales, cuya población total sería de unos 400 habitantes. Sin embargo, la caminata a través de los matorrales espinosos en una noche calurosa, a lo que se sumó una deficiente alimentación, deterioró seriamente el estado físico de los brasileros[31].

Cabe recordar que las fuerzas imperiales ya habían perdido su nave más importante, la Duquesa de Goiás, y casi la totalidad de su tripulación y tropa. Los soldados, extenuados y sin agua, llegaron al Cerro de la Caballada donde los republicanos decidieron enfrentarlos. El comandante brasilero, el capitán Shepherd, cae inmediatamente en combate y el mando fue asumido por Guillermo Eyre, capitán de la nave Itaparica[32].

Rodeados por los republicanos, los soldados imperiales intentaron llegar a las naves pero éstas ya habían caído en poder de las fuerzas republicanas y pasaron a engrosar las fuerzas nacionales.

EI coronel Lacarra, a través del subteniente Olivera, les ofreció a los brasileros la rendición, la cual aceptaron. A los 20 oficiales y 207 tripulantes de las naves que fueron tomados prisioneros se sumaron otros 11 oficiales y 306 soldados. Buena parte de las tropas imperiales, unos 200 soldados, eran de origen británico como el comandante Shepherd.

Monumento erigido en conmemoración del combate del Cerro de la Caballada.

La Escudeiro fue incorporada a las fuerzas nacionales, recibió el nombre de Patagones y quedó al mando de Jorge Luis Love, quien se hizo a la mar en una travesía de cuatro meses por el litoral brasilero. En el intento de abordar el bergantín de guerra imperial Pedro I, Love pereció en acción y Juan Bautista Thorne, su segundo al mando, fue herido. La Patagones fue incorporada nuevamente bajo el pabellón imperial bajo el nombre de Patagônia. Por su parte la Itaparica pasó a las Provincias Unidas con el nombre de Ituzaingó[33].

EI 7 de marzo de 1827 fueron tomadas en acción siete banderas, de las que dos de ellas se conservan en la Iglesia Parroquial de Patagones, a cada lado de la imagen de la Virgen del Carmen. Banderas. Capturaron siete, quedan dos. Las otras cinco se destruyeron durante un incendio en la iglesia en 1860.

Las dos banderas de las siete capturadas a las fuerzas imperiales se hallan expuestas en la Iglesia Parroquial de Patagones.

Desde entonces, los maragatos conmemoran cada 7 de marzo como la Gesta del 7 de marzo de 1827 o Fiesta de la Soberanía Patagónica en la que se honran a los héroes de la defensa.

Actualmente las celebraciones reúnen a la población de la comarca Viedma-Carmen de Patagones con representantes de autoridades y de todos los sectores de la sociedad: civiles, fuerzas de seguridad, representantes de la Iglesia y de establecimientos educativos. Los festejos reúnen a los pobladores a ambas márgenes del río Negro[34].

Los héroes de esa gesta fueron el coronel Lacarra, el subteniente Sebastián Olivera y sus 80 milicianos —conformados por chacareros, hacendados, artesanos y comerciantes, más los gauchos del baquiano José Luis Molina–, los corsarios Jaime Harris, Soulin y Dautant y sus tripulaciones bajo las órdenes del comandante de origen galés Santiago Jorge Bynnon. A ellos se sumaron las mujeres, los niños y los viejos, junto a la infantería negra del coronel Pereyra[35].

Los maragatos han incorporado esa gesta a su identidad y, a pesar de las diversas ofertas que se han llevado a cabo por canales diplomáticos así como de otras propuestas, incluso la de asfaltar la ciudad, se han negado a devolver sus trofeos de guerra[36].

Reflexiones finales

La victoria de las fuerzas de las Provincias Unidas debe ser atribuida a varias razones. En principio se observa que la escuadra imperial arribó a las proximidades de Patagones con escasa información de inteligencia sobre el curso del río, de los bancos de arena y de los vientos que soplan desde el mar. Esta situación llevó a que su nave más importante encallara y fuera destruida por el oleaje y los vientos. La mayoría de su tripulación y soldados murió como consecuencia de ese hecho. La Itaparica también encalló.

Lo que intentó ser un ataque sorpresa y rápido no resultó tal debido a que la población había sido alertada sobre la presencia de la escuadrilla.

A ello se suma que tras varios días de navegación, al arribar a la zona donde se produciría el enfrentamiento, las fuerzas imperiales se quedaron sin bastimentos, es decir, sin provisiones para sustentar a las tropas. Como informan las crónicas de la época, se quedaron sin agua y sin alimentos.

La falta de información previa acerca de la localización del pueblo y del terreno llevó a los brasileros a desembarcar lejos y se vieron forzados a una desgastante marcha. A ello se suman otros errores de información como la que se refiere a que la decisión de tomar el Cerro de la Caballada se debía a que un práctico de la Banda Oriental había sostenido, en un informe de 1825 dirigido al gobierno de Río de Janeiro, que sobre el mismo se encontraban emplazados dos cañones de 36 que debían ser neutralizados previamente a la toma de la ciudad[37]. Precisamente en ese lugar debieron enfrentarse con los defensores de Patagones. Esta situación introdujo la confusión en los brasileros y, ante el ataque, procuraron regresar sin éxito a sus naves, ya tomadas por los republicanos.

Irusta hace mención a varios errores por parte de las fuerzas del Imperio:

    • la falta de alimentos desde antes del desembarco;
    • la decisión de la toma de Patagones fue demorada y cuando se procedió a la misma obedeció a un intento de revertir el curso desfavorable de la guerra y a las presiones que recibían los jefes de la Armada Imperial por su inacción y
    • el desembarco lejos de Patagones[38].

Sin embargo, no debe desmerecerse la organización y la planificación de las fuerzas locales, muy inferiores en número y en pertrechos bélicos. Los maragatos estaban alertas ante el inminente desembarco de los brasileros y pudieron divisar sus naves antes de que ingresaran por el cauce fluvial. Esta situación llevó a que el pueblo asumiera un estado deliberativo entre la dirigencia que generó un plan integral de defensa que, obviamente, también tuvo sus limitaciones.

Debe considerarse que el Imperio del Brasil contaba con una organización heredada del imperio lusitano y un ejército y una armada más numerosos y mejor equipados. Sus naves lograron bloquear el Río de la Plata, hecho que recién entonces llevó a Buenos Aires a improvisar una flota al mando del almirante Guillermo Brown, quien logró varias victorias, aún en inferioridad de condiciones, pero que no pudo vencer el bloqueo.

La superioridad numérica jugó a favor de los brasileros pues, según las diversas versiones, contaban entre 350 y 600 hombres, mientras que el total de la población de la ciudad se estimaba en 400.

Buena parte de sus militares y marinos eran experimentados combatientes británicos y aquí cabe recordar que la escuadrilla que llegó a Patagones estaba al mando de James Shepherd y que entre los prisioneros se encontraban unos doscientos de esa nacionalidad.

Una mejor planificación de la operación de desembarco y ocupación de Patagones, que incluyera un mayor conocimiento del curso fluvial, de las corrientes y del terreno, sumado a un mejor aprovisionamiento de las tropas, hubiera derivado en un éxito de las fuerzas imperiales.

Por su parte, Carmen de Patagones no recibió ningún tipo de refuerzos desde Buenos Aires y se valió de la organización de sus fuerzas vivas para enfrentar la ocupación de la ciudad y de material bélico anticuado y escaso. Para la defensa debieron valerse, asimismo, de los cañones de los buques corsarios anclados en el puerto, los cuales fueron emplazados sobre tierra. Más aún, ya se ha mencionado que estaba alejada de Buenos Aires y que debía mantener contacto con otras poblaciones a través de las vías navegables. Su localización estaba en la frontera con los pueblos aborígenes, algunos hostiles y otros que mantenían una relación de amistad con el blanco mediante la cesión de algunos bienes.

Desde el 28 de febrero de 1827, fecha en que las cuatro naves forzaron la barra, la batería de la boca hostilizó a la fuerza invasora sin resultado, dada la escasez de municiones. Obró a favor de los maragatos la demora y la desorganización de las fuerzas imperiales.

En síntesis, puede afirmarse que el Imperio del Brasil tenía muchas más posibilidades de tomar Patagones que sus pobladores de defenderla.

Ahora bien, hagamos un ejercicio de historia contrafáctica.

EI éxito de las fuerzas del Imperio del Brasil podría haber cambiado el curso de la historia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, de la Provincia de Buenos Aires, de la Patagonia y tal vez de Chile.

En una situación desfavorable como la que se le presentaba al imperio en el marco de la guerra por la Provincia Cisplatina o Banda Oriental, el triunfo en la batalla de Patagones podría haber favorecido un avance desde el sur hacia Buenos Aires a partir del dominio de Carmen de Patagones. Las tropas imperiales hubiesen podido instalar una base que sería fácilmente reforzada por vía marítima tanto desde el propio imperio como desde la Banda Oriental. Buenos Aires, incapacitada para enviar refuerzos a esa ciudad ante la inminencia de un desembarco de los brasileros, no hubiese podido responder a una fuerte presión desde lo que era la “frontera con el indio”. Esta frontera se hubiese convertido en un nuevo frente de guerra para unas Provincias Unidas que estaban tan exhaustas como el Imperio pero en una inferioridad de condiciones desde el punto de vista militar.

La instalación de una base militar imperial en Carmen de Patagones también podría haber dado lugar a una primera ocupación de la que podría haber derivado una proyección del imperio hacia el sur.

De tal modo que desde ese punto el imperio podría haberse expandido sobre la Patagonia. Cabe aquí recordar que la “Conquista del Desierto” —campaña militar ejecutada por el gobierno de la República Argentina contra los pueblos aborígenes provenientes del sur de Chile que se habían establecido en la región de La Pampa y de la Patagonia, los cuales saqueaban a los pueblos robando ganando y secuestrando pobladores— tuvo la intención de ejercer un dominio real de esos territorios y fue llevada a cabo con mayor contundencia a partir de 1879 —más de medio siglo después del fin de la guerra contra el Brasil—, en momentos en que Chile se encontraba involucrado en la Guerra del Pacífico contra Bolivia y Perú. Si el Imperio del Brasil se hubiese posicionado en esa zona, bien podría haberse lanzado a ocupar esos territorios e, incluso, podría haberse expandido hacia el Pacífico ocupando la región patagónica que actualmente le pertenece a Chile.

Del mismo modo, podría considerarse que la guerra de la Triple Alianza (1865-1870), que enfrentó a Paraguay contra Argentina, Brasil y Uruguay, tal vez no hubiese tenido lugar, al menos desde la participación de estos actores, ya que Uruguay habría permanecido como parte integrante del imperio y los límites de la Argentina podrían haber sido bien diferentes como resultado de la guerra contra el Brasil.

Un escenario que tampoco podría descartarse es la situación política que podría haber mantenido una región lusoparlante separada del imperio. ¿Se hubiese mantenido como parte integrante del imperio o hubiese procurado independizarse y nacer como una nueva república? Aquí puede mencionarse, a modo de ejemplo, la situación del enclave de Cabinda que pertenece a Angola pero de la que se halla separado geográficamente.

En este sentido, el juego de la imaginación podría aportar diferentes variantes al futuro que podría haber tenido la región meridional de América del Sur si la batalla de Carmen de Patagones hubiese sido un triunfo de las fuerzas del Imperio del Brasil.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

 

Referencias

[1] Rainer Sousa (Graduado em História), Equipe Brasil Escola. “Guerra da Cisplatina”. Brasil Escola, http://guerras.brasilescola.com/seculo-xvi-xix/guerra-cisplatina.htm , [consulta: 22/07/2011].

[2] Carlos Alberto Potoko. “1823. Santana do Livramento”. Filhos de Santana, http://www.filhosdesantana.com.br/divuIga/1823.pdf , [consulta: 24/09/2011].

[3] Fundada en el año 1680 por el Maestre de Campo Manuel de Lobo del Reino de Portugal.

[4] Las acciones militares emprendidas por España contra Portugal finalizaron con la firma del Tratado de Santo Ildefonso en 1777.

[5] Carlos Alberto Potoko. Op. cit., p. 10 (traducción del autor).

[6] Ibíd., p. 27.

[7] Isaías José García Enciso. La gesta de Patagones. Buenos Aires: Eudeba, 1972, 150 p.

[8] Juan Amadeo BaIdrich. Historia de la Guerra del Brasil. Buenos Aires: Eudeba, 1974.

[9] Juan Beverina. La Guerra contra el Imperio del Brasil. Buenos Aires: Luis Bernard, 1927.

[10] Jorge R. Irusta. Patagones. La construcción de un espacio social multiétnico en el siglo XIX. Viedma: El Camarote, 2011, 200 p.

[11] L. Schneider. A guerra da Tríplice Aliança (Império do Brazil, Republica Argentina e Republica Oriental do Uruguay) contra o governo da Republica do Paraguay (1864-1870). (Primer volumen). Rio de Janeiro: H. Garníêr, Livreiro-Editor, 1902. (Traducido del alemán al portugués por Manoel Thomaz Alves Nogueira).

[12] Distrito reconocido como parte integrante de la Patagonia Argentina a través de la Ley Nacional Nº 25.955/04.

[13] Sitio web oficial de la Municipalidad de Patagones, http://patagones.gob.ar/es/primeros-pobladores-europeos-maragatos , [consulta: 19/11/2011].

[14] Ídem.

[15] Ídem.

[16] La fragata La Argentina formó parte de una expedición corsaria llevada a cabo entre julio de 1817 y julio de 1819 contra barcos y puertos españoles, tanto en América como en Asia. Al mando de Bouchard circunnavegó el mundo enfrentando a los españoles en las costas de Madagascar, Indonesia, Filipinas, Hawaii, California, México y Centroamérica. Entre los hechos más memorables se encuentran los ataques a California y la toma del fuerte de Monterrey, en donde fue enarbolada la bandera argentina. Las acciones militares emprendidas por su flotilla pasaron a la historia como parte de la guerra de independencia de las Provincias Unidas.

[17] Tulio Halperin Donghi. Historia Argentina. De la revolución de independencia a la confederación rosista. Buenos Aires: Paidós, 1980, p. 227-228.

[18] Jorge R. Irusta. Op. cit., p. 12.

[19] Héctor Pérez Morando. “Ingleses en la invasión a Patagones”. En: Río Negro, 07/03/2007,

http://www1.rionegro.com.ar/diario/2007/03/07/imprimir.20073v07s09.php , [consulta: 19/11/2011].

[20] “¿Por qué Patagones no quiere devolver las banderas a Brasil?” Río Negro, 09/03/2018, https://www.rionegro.com.ar/pese-a-las-ofertas-brasilenas-patagones-no-devuelve-las-banderas-KJ4579480/ , [consulta: 19/03/2018].

[21] Ídem.

[22] Roberto Fernández. “Carmen de Patagones – un escenario gravitante en la guerra contra el Imperio del Brasil”. Congreso Internacional de Historia. La época del Almirante Guillermo Brown (1814-1857), Instituto Nacional Browniano, Ciudad de Buenos Aires, 30 y 31 de agosto de 2007.

[23] Jorge R. Irusta. Op. cit., p. 29.

[24] “Em 15 de fevereiro [a escuna Constança], saiu de Maldonado integrando uma Divisão Naval sob o comando do Capitão-de-Fragata James Sheperd, com as Corvetas Duquesa de Goiás e Itaparica e a Brigue-Escuna Escudeiro, para realizar uma exploração na Patagônia.” Poder Naval, https://www.naval.com.br/ngb/D/D071/D071.htm , [consulta: 16/11/2020].

[25] Jorge R. Irusta. Op. cit., p. 29.

[26] Ídem.

[27] La barra es un banco o bajo de arena que se forma a la entrada de algunas rías, en la embocadura de algunos ríos y en la estrechura de ciertos mares o lagos y que hace peligrosa su navegación.

[28] Poder Naval, https://www.naval.com.br/ngb/D/D071/D071.htm , [consulta: 16/11/2020].

[29] Portal do histórico dos navios brasileiros,  http://www.naviosbrasileiros.com.br/ngb/P/P046/P046.htm , [consulta: 19/11/2011].

[30] Roberto Fernández. Op. cit., p. 7.

[31] En su libro, Irusta es reiterativo respecto a que las tropas imperiales carecían de alimentos al momento de entrar en acción.

[32] Roberto Fernández. Op. cit., p. 9.

[33] Portal do histórico dos navios brasileiros, http://www.naviosbrasileiros.com.br/ngb/I/I067/I067.htm , [consuIta: 19/11/2011].

[34] “Cierre de la Fiesta de la Soberanía Patagónica. Patagones y Viedma honran a sus héroes más preciados”. La Nueva Provincia, http://www.lanueva.com/edicion_impresa/nota/7/03/2011/b37037/nota_papel.pdf , [consulta: 21/11/2011].

[35] Ídem.

[36] “¿Por qué Patagones no quiere devolver las banderas a Brasil?” Op. cit.

[37] Roberto Fernández. Op. cit., p. 9.

[38] Jorge R. Irusta. Op. cit., p. 23-27.

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