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EL TERROR EN EUROPA: LA VÍA BALCÁNICA. LA MIGRACIÓN Y LA DELINCUENCIA EN LA SOCIEDAD GLOBALIZADA

Giovanni Ramunno*

La iniciativa de la Ministra del Interior, Luciana Lamorgese, de reanudar las patrullas policiales conjuntas en la frontera entre Italia y Eslovenia con el fin de combatir la inmigración ilegal y erradicar la trata de seres humanos a través de los Balcanes ha sido retomada positivamente por su homólogo del gobierno esloveno, Aleš Hojs. La intensificación de las actividades transfronterizas podría interpretarse como la parte visible de un trabajo mucho más complejo y exigente, con la implicación de diferentes realidades.

La frontera noreste es conocida por ser una zona de tránsito para redes criminales, así como para migrantes de Asia y del norte de África. Además, en el último período, el caudal desde la Ruta de los Balcanes se ha acelerado, también debido a condiciones meteorológicas más favorables. En el último mes de mayo, la intervención de las fuerzas del orden para frenar el fenómeno en Eslovenia ha rastreado a 15 migrantes. Ocho afganos fueron detenidos en Kačiče (en la zona entre Lokev y las cuevas de San Canziano ndr), mientras que dos ciudadanos iraníes fueron detenidos en Starod (cerca de la puerta del monte Sneznik ed) y una persona de origen marroquí en Rakitovec, en la Ciceria eslovena. También el 13 de mayo, agentes del Departamento de Policía de Koper arrestaron a un traficante esloveno de 20 años por ayudar a la inmigración ilegal. El mismo día otros seis migrantes se detuvieron en diferentes zonas de los confines entre Croacia e Italia.

La magnitud del fenómeno indica cuán lucrativa es la trata de personas al confirmar las afirmaciones interceptadas, como parte de la investigación sobre la “capital de la mafia”, por Salvatore Buzzi, la mano derecha de Massimo Carminati. Esto también lo confirma “Elham Nur”, un traficante de personas entrevistado por la BBC y que afirma enviar personas a Italia, Francia y el Reino Unido con gran éxito, gracias a las buenas conexiones con otros criminales y ganando 3.500 dólares por cada migrante que trae a Italia (En particular, el traficante afirma que “nuestro precio es de 1.000 dólares de Afganistán a Turquía”, “de Turquía a Serbia son 4.000 dólares; desde allí en Italia cobramos otros 3.500 dólares. Esto es un total de $8.500”.

Su red utiliza casas de seguridad en el camino, en ciudades como Teherán, Van (en Turquía) y Estambul, y continúa, en la misma entrevista, especificando que “no asumen ninguna responsabilidad por ellos si son capturados por la policía, pero si son secuestrados por militantes o grupos armados, pagamos un rescate para liberarlos”. Los traficantes de personas dependen de las mismas redes criminales que trafican drogas y armas o blanquean dinero; se sienten atraídos por los Balcanes debido a los bajos riesgos de cruzar fronteras o utilizar empresas y sistemas bancarios. Muchos de los puntos calientes identificados en el informe de la Iniciativa Global se encuentran principalmente en las zonas fronterizas, pero el informe también examina áreas clave donde los delincuentes blanquean las ganancias generadas por el tráfico ilícito: sumas relativamente pequeñas de dinero se blanquean en restaurantes, panaderías, empresas de catering y más. Sumas mayores, por otro lado, fluyen hacia la venta de bienes raíces, juegos de azar y turismo.

Valichi (Fonte:https://www.policija.si/index.php/component/content/article/119/526)

Los acuerdos para los “viajes de esperanza” a menudo se concluyen en Grecia o Turquía. Más específicamente, los traficantes utilizan contactos en campos de refugiados o ciudades (a menudo alrededor de puertos) donde se reúnen solicitantes de asilo y migrantes o los migrantes llegan a ellos (por ejemplo, alrededor de una estación de tren y autobús o puerto). Un informe del Ministerio del Interior albanés, informa la BBC, señala que “las redes organizadas de traficantes, compuestas por ciudadanos griegos y albaneses, a menudo participan en la organización de su paso en Italia o en la frontera con Albania, para obtener una compensación”.

Para la realidad nacional del noreste, los cruces tienen lugar principalmente desde Croacia, cerca de Dragonia, Jelsane, Babno Polje y Metlika y luego cruzan Eslovenia y llegan a las provincias de Gorizia y Trieste. Concretamente, en el cantón de Una-Sana, en Bosnia y Herzegovina, los traficantes se cuelan en los campamentos de refugiados y negocian los detalles del intento de tráfico ilícito, los “reparadores” conectan a los migrantes con los conductores de diversos vehículos que los llevan de las aldeas a las grandes ciudades, de los pueblos a los asentamientos cercanos a las fronteras o los recogen en las fronteras y proporcionan documentos falsos.

Después los guardianes actúan como guías, acompañando a pequeños grupos de unos cinco migrantes a caminar por el bosque hasta Croacia.

Los guardias a las puertas también organizan el transporte en transbordadores y balsas a través de las fronteras azules, como es el caso de cruzar el Sava o el paso a través de los túneles que la policía ha descubierto (3-7 metros de profundidad y 15-30 metros de largo) bajo una cerca de alambre de púas a lo largo de la frontera serbio-húngara cerca de Szeged, Asotalom y Kelebija. Algunos acercamientos se realizan a pie por la noche a través de contactos locales o por teléfono o a través de las redes sociales. Además, los letreros están dispuestos en la calle (como latas de hojalata que cuelgan de los árboles, grafitis en los edificios). Algunos también utilizan servicios regulares de autobús o tren, como de Sarajevo a Bihac en Bosnia y Herzegovina, alojándose en hoteles.

Cantón de Una-Suna y directrices de inmigración ilegal

Testimonios e investigaciones citan a algunos migrantes que afirman que algunos policías y guardias fronterizos participan en actividades delictivas, en el papel de fijadores. La policía y los funcionarios fronterizos corruptos han sido detenidos en varios lugares. En noviembre de 2020, el jefe de la estación fronteriza en Zvornik, Bosnia y Herzegovina, fue arrestado por tráfico de migrantes. En agosto de 2020, un policía de Tirana fue detenido en Pogradec, cerca de la frontera con el norte de Macedonia, mientras transportaba a dos ciudadanos sirios con su coche por 70 euros cada uno.

La mayoría de los migrantes y solicitantes de asilo entran en los Balcanes Occidentales desde Grecia o alrededor de Gevgelija en el norte de Macedonia o cerca de Kakavia y Kapstica en Albania. Una estimación aproximada del mercado del tráfico ilícito de migrantes en la frontera sur de los Balcanes Occidentales oscila entre 11,8 millones de euros y 17,7 millones de euros en la frontera entre Grecia y Macedonia septentrional y entre 7,5 millones y 11,5 millones de euros entre Grecia y Albania. En total, en 2020, la actividad de tráfico de migrantes a los principales puntos de entrada de los Balcanes Occidentales en la frontera entre Grecia y la vecina Macedonia del Norte y Albania se puede estimar entre 19,5 y 29 millones de euros.

Uno de los mayores puntos calientes es la frontera entre Bosnia y Herzegovina y Croacia, especialmente alrededor de la ciudad de Bihać en el cantón de Una-Sana. En este ámbito, se ha tenido en cuenta el hecho de que en el cantón de Una-Sana también se está acordando el tráfico de migrantes a través de Croacia hacia Eslovenia e Italia.

La carretera menos transitada conduce al norte, principalmente a través del río Gradiška al noreste de Banja Luka, luego alrededor del distrito de Brčko y a través de la frontera con Croacia. El profesor Eldan Mujanovic, de la Facultad de Criminología y Estudios de Seguridad de la Universidad de Sarajevo, comentó la gestión de la crisis de los migrantes afirmando que “los campamentos de migrantes no deberían estar donde están hoy, es decir, en la parte occidental de Bosnia y Herzegovina, cerca de la frontera con la Unión Europea” [n.d.r. en la zona de Bihac]

Estos son los puntos de salida clave para los migrantes que pasan por los Balcanes Occidentales y los esfuerzos por entrar en la UE. Como resultado, el número total de personas, costos y riesgos es relativamente alto. Se estima que el mercado en este ámbito estaba valorado entre siete y 10,5 millones de euros en 2020.

Muchos de los puntos críticos conocidos desde hace mucho tiempo, que se encuentran con mayor frecuencia en las zonas fronterizas, se caracterizan por ser centros delictivos: al mismo tiempo están presentes varias actividades delictivas, como el tráfico ilícito de drogas y el blanqueo de dinero, junto con el tráfico de migrantes. En cuanto al fondo, una cantidad relativamente pequeña de dinero se blanquea en actividades de generación de efectivo, como restaurantes, panaderías, gasolineras y compañías de taxis, y, por otra parte, grandes sumas de dinero fluyen hacia los sectores de la construcción y el sector inmobiliario, el juego y el turismo.

Es sorprendente lo poco que las instituciones regionales competentes quieren influir en este fenómeno; de hecho, aunque estos lugares son bien conocidos, las incautaciones de drogas y armas son pequeñas —con la excepción del cannabis— y las detenciones de grandes delincuentes son raras, lo que sugiere que existe una red de connivencia. Aún más sorprendente es saber que en el pueblo de Stijena, vecino de Cazin, la construcción de casas erigidas por miembros de la comunidad salafista local es cada vez más frecuente y los habitantes temen que un nuevo Maoča brote en este parajamat [“grupos no registrados liderados por salafistas que actúan por fuera de la jurisdicción de la comunidad islámica oficial”, nota del traductor], escribe “Dnevni Avaz”.

El mismo personal de redacción se puso en contacto con los organismos de seguridad y consultó la documentación confidencial de Bosnia y Herzegovina e informa de que “en Podgredina, la capacitación se celebra todos los fines de semana, es decir, conferencias para miembros del movimiento wahabí. En ese lugar se construyó una estructura más grande y otra más pequeña para la sala de estar. Un mayor número de miembros de ese movimiento pueden venir al centro al mismo tiempo”, dicen los periódicos. Se afirma que el centro está rodeado de casas wahabíes, y que uno de los líderes es un wahabí que trabaja en la capital austriaca Viena.

Entonces, mientras Podgredina se está estableciendo como una nueva comunidad wahabí, Gornja Maoča no abandona sus hábitos anteriores y los wahabíes de esa aldea dijeron que pedirían a Dragan Mektić, el ministro de seguridad de Bosnia y Herzegovina, y a las autoridades que explicaran, en nombre de la libertad religiosa, “porque son radicales y extremos” y les ofrecieran pruebas de estas acusaciones.

Bosnia: Imán salafista Hussein Bosnic

Los expertos en seguridad estiman que hay 20.000 salafistas en Bosnia y Herzegovina; los propios salafistas dicen que hay 50.000. “La presión diplomática sobre Arabia Saudí es urgente para detener el trabajo misionero de las organizaciones religiosas saudíes”, dijo el portavoz de la Comunidad Islámica, Jusic.

A principios de 2019, el Servicio de Extranjeros (SPS) en Sarajevo y Bihać puso bajo vigilancia a seis “migrantes” de Afganistán que “representan una amenaza para el orden público y la seguridad en Bosnia y Herzegovina”. Cinco están vinculados al terrorismo internacional y uno es sospechoso de trata de seres humanos y delincuencia organizada. Los inspectores de MSF localizaron a las personas mencionadas sobre la base de medidas de control mejoradas y de la cooperación y el intercambio de información con organismos nacionales e internacionales, principalmente mediante el intercambio de datos biométricos. “Con respecto a las personas mencionadas, el SPS, en cooperación con los organismos asociados, está llevando a cabo el procedimiento de confirmación de identidad y estableciendo otros hechos necesarios para su expulsión del territorio de Bosnia y Herzegovina, sobre la base de medidas de expulsión dictadas anteriormente. Ahora estamos llevando a cabo acciones operativas para determinar las rutas de movimiento de las personas que hemos colocado bajo vigilancia, la fecha de su ingreso en Bosnia-Erzegovina y su punto de contacto en este país”, ha afirmado el director del SPS Slobodan Ujić.

Así, mientras las autoridades bosnias se enfrentan a la amenaza del extremismo islámico, el 8 de mayo de 2021 la policía croata persiguió una furgoneta blanca con matrículas extranjeras sospechosa de transportar migrantes. El conductor perseguido por siete vehículos policiales chocó contra un vehículo oficial y luego se detuvo entre Normanci y Koška. Había diez hombres y un niño a bordo del vehículo. Si el Consejero Regional de Seguridad de la región de Friuli Venezia Giulia, Pierpaolo Roberti, tiene elementos válidos de análisis para afirmar que “… la existencia de vínculos entre los traficantes de seres humanos y los terroristas ya está establecida”, se requiere un enfoque más proactivo y sistemático de las actividades de investigación e investigación e inteligencia para mitigar las operaciones delictivas que están cada vez más globalizadas, lo que representa una amenaza muy grave para las instituciones europeas y las comunidades nacionales.

 

* Periodista y responsable de prensa, ocupó el cargo específico en los principales teatros operativos, incluidos la ex Yugoslavia, Kosovo, Irak y ElLíbano. Fue jefe de la oficina de prensa de la operación europea “Althea” en Bosnia y asesor de comunicaciones del presidente del comité militar de la Unión Europea. Como piloto de helicóptero, trabajó con las Naciones Unidas en El Líbano como jefe de las actividades aéreas de la misión de la FPNUL y dirigió el grupo de vuelo en Kosovo; fue observador en la Misión de Observadores de la Comunidad Europea en Serbia, Montenegro, Croacia y Bosnia y en la Misión de Observadores Diplomáticos de Kosovo en Kosovo y Macedonia. Ha publicado “Magreb o un espacio de cooperación y desarrollo”, “Irán desde la primera posguerra hasta el acuerdo de Argel” y “La dama de los cristales: el desafío de la vida”. Colabora con revistas y sitios sobre los principales problemas de seguridad.

 

Artículo traducido por la SAEEG con expresa autorización de su autor. Publicado originalmente el 10/06/2021 en OFCS.Report – Osservatorio – Focus per la Cultura della Sicurezza, Roma, Italia, https://www.ofcs.it/internazionale/difesa-e-sicurezza-nazionale/terrore-in-europa-la-pista-balcanica/#gsc.tab=0

Prohibida su reproducción.

AFGANISTÁN, EL GOBIERNO TALIBÁN Y EL PRECIO PAGADO POR PAKISTÁN

Isabel Stanganelli*

Imagen de Chickenonline en Pixabay 

Luego de la conmoción mundial ante el atentado contra los Estados Unidos en septiembre 2001, cuando aún se encontraban registrando el costo en vidas, económico, estratégico, comenzaron los planes para castigar a los supuestos responsables. Esa misma tarde se señaló al villano: Afganistán. Y mientras seguían los recuentos de víctimas, la remoción de escombros, el replanteo de la utilidad de las organizaciones que debieron prevenirlo, evitarlo —y también las que debían crearse—, se iba armando el plan de ataque a Afganistán.

Desde mediados de la década de 1990, Arabia Saudí, Pakistán y Emiratos Árabes Unidos —ya sin los soviéticos en el terreno—, sostenían a los talibán mientras neutralizaban a Irán y la ruta del petróleo desde Asia Central. Además Pakistán continuaba ayudando a grupos armados contra Irán e India. Debido a este soporte foráneo, muchos efectivos de las fuerzas talibán en Afganistán eran extranjeros, destacándose la organización de Al-Qaeda que contaba en sus altos mandos con árabes, uzbekos, chechenos y pakistaníes además de europeos e incluso algunos estadounidenses.

Pero el ataque a Afganistán planeado por Washington en 2001 cambió todas estas estrategias: requería bases y puntos de apoyo en Asia. Y la colaboración de Pakistán era clave. E inmediatamente Washington la solicitó perentoriamente.

Independientemente de la inminencia de una guerra vecina, Pakistán debía actuar de manera opuesta a sus intereses nacionales.

Y tuve ocasión de presenciar este grave dilema. Entre el horror de lo ya ocurrido y las acciones que se estaban preparando como represalia ante lo considerado como un ataque de guerra, la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) invitó al entonces Embajador de Pakistán en Argentina, Dr. Saeed Khalid, a dar detalles de lo que se avecinaba. Sentada a su lado mirábamos a los espectadores, muchos de ellos comunicadores sociales.

El diplomático habló de su Pakistán: su pueblo, su economía, el paso de Alejandro Magno. Obviamente debía abstenerse de hacer comentarios sobre Washington. Entonces lo observé y fue notorio que no podía expresarse libremente. Luego fue mi turno y como académica podía decir todo lo que él debía callar como diplomático. Y lo hice. Luego comenzaron las preguntas. Y recuerdo una respuesta suya: “Accedimos al pedido de los Estados Unidos pero esperamos que su presencia no se extienda… porque cada muerto nos duele”. Era el 18 de octubre de 2001.

La guerra contra el terrorismo

En la primera etapa de la guerra actual, Pakistán perdió margen de maniobra en Afganistán, principalmente con la toma de Kabul por la Alianza del Norte. Irán, Rusia e India lo incrementaron y Estados Unidos tuvo un rol limitado. Por ello, luego del soporte inicial a la Alianza del Norte, se comenzó a desarrollar la idea de colocar a un pashtu moderado en el gobierno, propuesta resistida por Rusia e Irán y especialmente por la Alianza del Norte cuyo su objetivo, además de retener Kabul, era limitar el avance de Pakistán y de Estados Unidos, logrado a través de los talibán.

Irán y Rusia asistían a la Alianza del Norte en su tarea de recuperar gran parte del territorio de Afganistán. La entrada en Kabul era clave. Si se enfrentaban Estados Unidos y Pakistán contra Irán, India y Rusia, la posibilidad de un gobierno duradero en Afganistán se esfumaba, si es que no se desencadenaba una nueva guerra civil e inestabilidad en y con sus vecinos.

La cuestión es que las lealtades afganas nunca respondieron al Estado sino a su grupo étnico, a su versión del Islam (sunnita, chiíta o ismailí) y a los líderes tradicionales de sus propios clanes u tribus, en ese orden. En ese contexto la mitad meridional del país siempre resultó difícil de controlar. Por ello tomar Kandahar era indispensable para la coalición contra el terrorismo —lo que no hizo feliz a Pakistán— y Mazar i-Sharif, ambas ciudades meridionales en territorio relativamente llano, y destruir además los cultivos de opio. Washington dispuso para esta etapa de 30.000 a 40.000 efectivos, en tanto que la Alianza del Norte se ocuparía del resto del país.

Formación del “nuevo gobierno”

Estados Unidos debió responder ante Pakistán por el avance de la Alianza en Kabul. Una respuesta fue la cumbre de Bonn, que debía consagrar al ex monarca Mohammed Zahir Shah pero que, finalmente, nombró a Hamid Karzai —pashtún— como Presidente interino por seis meses, aunque retuvo su cargo hasta 2004.

La Loya Jirga o parlamento, formado por 21 líderes étnicos, religiosos y tribales, denunció presiones para la elección del gabinete ante el enviado de la ONU —Lajdar Brahimi— señalando que no descansó en la decisión de Karzai sino que fue tomada por la ONU.

El éxito en el proceso de organización institucional requería desarmar a algunos grupos y armar a otros, tarea que requería imparcialidad. Si la ONU y otras organizaciones internacionales fallaban, Pakistán podría apoyar a los pashtún y hacer fracasar la reconstrucción nacional. Era una empresa muy difícil construir un ejército de diferentes milicias que no quieren ir a la guerra y no se quieren entre sí. Pakistán continuaba bajo presión internacional.

¿Reconstrucción de Afganistán?

Las ofertas de ayuda para la reconstrucción del Estado fueron tentadoras. Pero no se trata de Europa —Plan Marshall mediante— o del Japón con su “nueva” Constitución de 1952. Reconstruir la infraestructura afgana —rutas, aeropuertos, plantas de energía y telecomunicaciones— era, sin duda, indispensable. Pero los nuevos ataques a Iraq (2003), postergaron los planes para esta región.

En este contexto se fortaleció un eje chino-ruso, ya institucionalizado a través de la Organización de Cooperación de Shanghai y la firma de un tratado bilateral ya firmado entre ambos Estados en julio de 2001.

El rol de Pakistán fue importante. El esfuerzo por erradicar a los talibán destruyó algo por lo que había trabajado por mucho tiempo. La solidaridad tribal, étnica y religiosa de gran parte de la población pakistaní con los pashtu logró transformar la situación en explosiva. Aun habiendo sido exitosa la misión de apartar a los talibán del gobierno, aparecieron otros extremismos con alianzas más peligrosas que las forjadas por Al-Qaeda

Y a casi 20 años, los que hemos vivido en Asia central, los que hemos seguido de cerca los acontecimientos e iniciativas adoptadas, hemos observado el horror de un Afganistán destruido, que en este 2021 sería desalojado de efectivos extranjeros pero cuyo futuro no está ni cerca de ser claro. Pero Pakistán también ha pagado precios muy altos. Las tribus sedentarias de la frontera con Afganistán han sido bombardeadas, acusadas de colaborar con terroristas. Obras milenarias de la ingeniería humana, acueductos que les permitían una agricultura de subsistencia fueron totalmente destruidos como parte de los primeros ensayos con drones. Sus zumbidos aterradores obligaron al exilio a los sobrevivientes ya sin medios de subsistencia. A la impotencia le siguió la furia. Y fue tal que los combatientes pakistaníes en Cachemira (en litigio con India), abandonaron ese frente de batalla para dirigirse a la frontera con Afganistán.

En mayo 2021 Pakistán descartó la posibilidad de volver a proporcionar sus bases militares a Estados Unidos para futuras operaciones antiterroristas en Afganistán. El ministro de Relaciones Exteriores Shah Mehmood Qureshi estableció que en adelante serán “sólo socios en paz”, que no se unirán a futuras guerras estadounidenses y no se están transfiriendo bases [estadounidenses] a Pakistán aunque Joe Biden ha reconocido que está examinando dónde reposicionar tropas para evitar que Afganistán vuelva a albergar grupos como Al-Qaeda.

Por el momento el espacio aéreo y terrestre de Pakistán solo se utiliza para transportar suministros militares no letales a Afganistán y facilitar el proceso de retirada de tropas estadounidenses en curso.

De todos modos, los últimos 20 años se sumaron a décadas previas de guerras. Ninguna intervención logró pacificar al país, invento del colonialismo británico que también pagó con guerras.

Y como burla del destino, luego de 20 años de guerra para derrocar a los antaño demonizados talibán, ahora se confía en que sean ellos quienes logren pacificar el país.

 

* Profesora y Doctora en Geografía (UNLP). Magíster en Relaciones Internacionales (UNLP). Secretaria Académica del CEID y de la SAEEG. Es experta en cuestiones de Geopolítica, Política Internacional y en Fuentes de energía, cambio climático y su impacto en poblaciones carenciadas. 

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JOE BIDEN Y SUS PRIMEROS MOVIMIENTOS CONTRADICTORIOS DE POLÍTICA EXTERIOR

Giancarlo Elia Valori*

Joe Biden, presidente de los Estados Unidos. Foto: The White House.

Aquellos que pensaban que el anciano presidente estadounidense, ex vicepresidente de Barack Obama, entraría en el centro de atención internacional como el sabio y moderado estadista que había sido durante la campaña electoral han tenido que revisar su juicio.

Apenas unas semanas después de asumir el cargo, Joe Biden llevó abruptamente a Estados Unidos de vuelta a los escenarios de Medio Oriente con una doble maniobra político-militar que ha despertado una considerable perplejidad y protestas en los Estados Unidos y en el extranjero.

Como señaló el portavoz del Pentágono, John Kirby, la primera medida sorpresa decidida directamente por el presidente fue ordenar un bombardeo aéreo contra dos bases de milicianos que se cree están cerca de Hezbolá e Irán, ubicadas en Siria cerca de la frontera con Irak.

Se informa que entre 22 y 27 personas, ya sean milicianos o civiles, murieron en el ataque, que tuvo lugar durante la noche del 25 de febrero.

La orden de atacar a las milicias pro-iraníes estuvo motivada por la necesidad de Biden de reaccionar a un ataque en Erbil, en el Kurdistán iraquí, a principios de febrero contra una base logística del ejército estadounidense, que resultó en la muerte de un empleado filipino de la base.

Al comentar sobre el incidente, el portavoz del Pentágono Kirby dijo: “Los ataques aéreos han destruido almacenes y edificios utilizados en la frontera por las milicias pro-iraníes Kathaib Hezbollah y Kataib Sayyid al Shuhaba y han transmitido el mensaje inequívoco de que el presidente Biden siempre actuará para proteger al personal estadounidense. Al mismo tiempo, la acción tiene por objeto perseguir deliberadamente el objetivo de desescalar la tensión tanto en el este de Siria como en Irak”.

Aparte del hecho de que suena ambiguo justificar un ataque sorpresa en el territorio de un Estado soberano (todavía) como Siria con la necesidad de “reducir la tensión” en la región, la iniciativa del presidente Biden no ha despertado pocas perplejidades también en Estados Unidos, además de las protestas obvias del gobierno en Damasco.

Mientras que muchos senadores republicanos y congresistas han aprobado las acciones de Biden porque, como ha argumentado el senador republicano Pat Toomey, “Biden tiene derecho a responder con armas a los recientes ataques apoyados por Irán contra intereses estadounidenses”, los miembros de su propio partido no han ocultado sus críticas y perplejidad porque supuestamente el presidente no respetó las prerrogativas exclusivas del Congreso en términos de «acciones de guerra».

El senador demócrata Tim Kane fue muy duro y explícito: “una acción militar ofensiva sin la aprobación del Congreso es inconstitucional”.

Su colega del mismo partido, Chris Murphy, dijo a CNN que “los ataques militares requieren la autorización del Congreso. Debemos exigir que esta Administración se adhiera a las mismas normas de comportamiento que hemos exigido a las administraciones anteriores…

Exigimos que siempre haya justificación legal para todas las iniciativas militares estadounidenses, especialmente en un teatro como Siria, donde el Congreso no ha autorizado ninguna iniciativa militar”.

Con el fin de subrayar la inconsistencia de la justificación de la Casa Blanca de que los ataques iban a “reducir la tensión” en la región, el congresista demócrata Ro Khana intensificó públicamente las críticas diciendo: “Tenemos que salir de Medio Oriente. Me pronuncié en contra de la interminable guerra de Trump y no me callaré ahora que tenemos un presidente demócrata”.

Como podemos ver, las críticas al presidente Biden han sido duras y muy explícitas, marcando así el final prematuro de la “luna de miel” entre la Presidencia y el Congreso que, según la tradición estadounidense, marca los primeros cien días de cada nueva Administración.

La demostración militar de fuerza del presidente Biden parece estar marcada no sólo por las dudas sobre la constitucionalidad planteadas por los principales miembros de su propio partido, sino también por la naturaleza contradictoria de las motivaciones y justificaciones.

Según la Casa Blanca, en vista de la reducción de la tensión en Siria, es necesario enviar bombarderos, sin perjuicio de la necesidad de «transmitir una señal amenazante» a Irán, en el mismo momento en que el propio presidente está declarando que quiere reabrir el «acuerdo nuclear» con Irán, es decir el diálogo sobre la cuestión nuclear abruptamente interrumpido por su predecesor.

En resumen, los movimientos iniciales del nuevo Presidente en la región de Medio Oriente no parecen diferir demasiado de los de sus predecesores que, como él, pensaban que la acción militar —incluso sangrienta y brutal— siempre podría considerarse una opción útil como sustituto de la diplomacia.

Esta acción militar, sin embargo, apenas parece justificable en sus motivaciones si es cierto que el presidente Biden tiene la intención de reducir la tensión en las relaciones con Irán, que se han vuelto cada vez más tensas debido a iniciativas como las de su predecesor, Donald Trump, quien a principios del año pasado ordenó el asesinato del miembro de más alto rango de la jerarquía militar iraní, Qassem Suleimani, que fue tiroteado por un dron cerca de Bagdad.

La otra medida del presidente Biden en un teatro delicado y sensible como el Cercano Oriente, parece al menos inoportuna: fue autorizar a la CIA a desclasificar el informe sobre el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi, asesinado en 2018 en las instalaciones del consulado saudí en Turquía.

El informe de la CIA acusa sin rodeos al príncipe heredero Mohammed Bin Salman de ordenar el asesinato del periodista disidente. Su publicación, autorizada por el presidente Biden, ha desatado una tormenta de controversia dentro y fuera de Estados Unidos, poniendo así en duda la relación estratégica entre Estados Unidos y Arabia Saudí, que a lo largo de los años se ha construido minuciosamente con el doble objetivo de contrarrestar la presencia e influencia de Irán en el Líbano, Siria e Irak, así como controlar los impulsos extremistas de socios regionales ricos y peligrosos como Qatar.

El príncipe Bin Salman, ahora firmemente establecido como único heredero al trono saudí, es una contraparte obligatoria de los Estados Unidos.

En vano (e imprudentemente), el presidente Biden ha declarado públicamente su preferencia por un diálogo directo con el rey Salman. 

El Rey, de 85 años, sin embargo, no sólo se encuentra en malas condiciones de salud, sino que también ha dicho claramente a los estadounidenses que tiene la máxima confianza en “su único y legítimo heredero” a quien ya ha delegado realmente la gestión de los asuntos del Reino.

La Administración del presidente Biden, y su nuevo secretario de Estado, Antony Blinken, nunca han ocultado que prefieren a otro príncipe heredero como posible homólogo, a saber, Mohammed Bin Nayef, que es muy cercano a la CIA gracias a los buenos oficios del ex jefe de los servicios de inteligencia saudíes, Saad Al Jabry. Sin embargo, en el complicado mundo de la Corte Saudí, las cosas no siempre avanzan de la manera simple y directa preferida por los estadounidenses.

Mohammed Bin Najef está actualmente en prisión por cargos de corrupción y por lo tanto está definitivamente fuera de la carrera por el trono, mientras que su enlace con la CIA, Al Jabry, se ha autoexiliado en Canadá para escapar de la “persecución” que cree que ha sido orquestada por los cortesanos saudíes.

Si los Estados Unidos quieren seguir desempeñando un papel en Medio Oriente y posiblemente ejerciendo una función estabilizadora en una región que fue muy desestabilizada por la desafortunada aventura iraquí de George W. Bush, que efectivamente entregó a Irak a los chiítas cercanos a sus “hermanos” iraníes y le dio a Irán las claves para controlar el golfo Pérsico, el Presidente y su Secretario de Estado tendrán que confiar en una buena dosis de realismo político, dejando fuera del diálogo con Arabia Saudí las consideraciones éticas que, aunque justificadas, no parecen apropiadas, también porque Estados Unidos nunca ha parecido haber tenido muchos escrúpulos a la hora de eliminar físicamente a sus “adversarios” con métodos muy apresurados, ya sea un general iraní, dos docenas de milicianos sirios no identificados o sus familiares.

En resumen, las primeras etapas de la Presidencia de Biden no parecen muy prometedoras. Tanto los aliados como los adversarios están esperando que Estados Unidos vuelva al terreno en las zonas más sensibles con pragmatismo y realismo, dos factores que parecen bastante escasos en las medidas preliminares de política exterior de Joe Biden.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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