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LA ASEAN BAJO LA PRESIDENCIA DE VIETNAM Y LA RELEVANCIA DEL TRATADO DE AMISTAD Y COOPERACIÓN

Ruvislei González Saez*

Introducción

El Sudeste Asiático puede catalogarse como una de las regiones más diversas tanto política como culturalmente. En esta área avanza en medio de la diversidad, el mecanismo de integración Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Está integrada por países cuyos gobiernos varían desde sistemas de monarquías absolutas como es el caso de Brunei, pasando por monarquías parlamentarias como Malasia, Tailandia y Cambodia, repúblicas parlamentarias como Filipinas, Myanmar y Singapur, presidencialista como Indonesia y socialistas como Laos y Vietnam. Además, existe una heterogeneidad lingüística, religiosa y en sentido general cultural, que puede manifestarse incluso dentro de un solo país.

Desde su fundación en 1967, la ASEAN ha venido consolidándose como un actor regional, logrando aplicar instrumentos relevantes para la resolución de sus problemas internos. A su vez, ha puesto en primer lugar los intereses como comunidad y ha sabido posicionarse como uno de los esquemas de integración más exitosos del mundo y el mecanismo en torno al cual gira la integración en Asia, mediante las plataformas ASEAN+ y la Cumbre de Asia Oriental.

Como actor unificado, la ASEAN posee la tercera posición en número de habitantes en Asia (después de China e India) con 630 millones de personas. De estos, la mitad se encuentra por debajo de los 30 años. Pretende convertirse para 2025 en la cuarta economía mundial y actualmente constituye la quinta (ver gráfico 1). Desde 2015, luego de haber concretado una zona de libre comercio, se propuso establecer como mercado común la Comunidad ASEAN con sus tres niveles de integración, Político-de Seguridad, Económico y Sociocultural (Congressional Reasearch Service, 2019).

Gráfico 1: 10 mayores economías del mundo en billones de dólares.

Fuente: ASEAN, 2019: 29

Si bien los inicios de la ASEAN fueron turbulentos debido a la alta conflictividad de la subregión. Aún persisten una serie de conflictos internos latentes, independientemente que es una zona de competencia estratégica y económica entre las dos grandes potencias, Estados Unidos y China. La más compleja de las preocupaciones reside en la no resolución de uno de los conflictos de la zona, el del mar del Sur de China.

Teniendo en cuenta el entorno complicado, especialmente en el que estaba desenvolviéndose la zona en 1971[1] (aún no había concluido la guerra de Vietnam que involucró a toda la península indochina) se firmó la declaración de Kuala Lumpur (Malasia), que consideró la organización como Zona de Paz, Libertad y Neutralidad, independiente de fuerzas extranjeras y con una mayor cooperación a nivel interno. Fueron los Acuerdos de Bali de 1976, sin embargo, los que marcaron un cambio en la ASEAN. Finalizada la guerra de Vietnam, estos acuerdos significaron un paso decisivo en el camino a una mayor integración con la firma del Tratado de Amistad y Cooperación (TAC), la Declaración del Acuerdo de ASEAN y la creación de su Secretariado.

En la IX Cumbre de la ASEAN en 2003, los líderes emprendieron un camino hacia la creación de una Comunidad como un paso mayor de integración. En la XII Cumbre de la ASEAN en enero de 2007, los líderes reafirmaron el fuerte compromiso para acelerar dicha comunidad y se firmó la Declaración de Cebú sobre la aceleración de la creación de la Comunidad de la ASEAN para el año 2015.

La Comunidad de la ASEAN establecida en diciembre de 2015 se compone de tres pilares, a saber, la Comunidad Política-Seguridad, la Económica y la Sociocultural. Cada pilar ha desarrollado su propio plan y, junto con la Iniciativa para la Integración de la ASEAN (IAI) el Marco Estratégico y Plan de Trabajo del IAI Fase II (2009-2015), que formaron el Plan de trabajo para la ASEAN y la Comunidad 2009-2015 y posteriormente en el Plan Conectividad de la ASEAN 2025, el cual es la prioridad actual.

Uno de los procesos más importantes fue el establecimiento de la Carta de la ASEAN, la cual, sirve como una base firme en la consecución de la Comunidad ASEAN, proporcionando estatuto jurídico y el marco institucional al bloque. Asimismo, codifica las normas de la ASEAN y valores, establece metas claras para el mecanismo, así como presenta la rendición de cuentas y su cumplimiento. La Carta de la ASEAN entró en vigor el 15 de diciembre de 2008 y a partir de ahí comenzó a operar bajo un nuevo marco jurídico y establecer una serie de nuevos órganos para impulsar su proceso de construcción de la comunidad. En efecto, la Carta de la ASEAN se ha convertido en un acuerdo legalmente vinculante entre los 10 Estados miembros de la ASEAN (Corona & González, 2010).

En el actual 2020, existen varias preocupaciones de los Estados miembros derivadas de las afectaciones del avance de la pandemia de la Covid-19 en el Sudeste Asiático. Inquietudes que ya existían, pero que se han profundizado, como son: inestabilidad política doméstica (70,5%), empeoramiento de la situación económica (68,5%), cambio climático (66,8%), incremento de las tensiones militares (49,6%) y el terrorismo (44,6%). Particularmente con respecto a la ASEAN, persiste la preocupación de que los beneficios tangibles del bloque no sean percibidos por el pueblo (74,9%), que la ASEAN se convierta en arena de competencia de los mayores poderes (73,2%), que el mecanismo sea incapaz de resistir con desarrollos económicos y políticos inestables (68,6%), que se transforme en un proyecto cada vez más desunido (46,5%) y que sea elitista y desconectado del pueblo (36,8%) (ISEAS-Yusof Ishak Institute, 2020: 5).

El Tratado de Amistad y Cooperación (TAC)

La aprobación del TAC en el año 1976 fue hecha por los entonces integrantes iniciales de la ASEAN, Filipinas, Indonesia, Malasia, Tailandia y Singapur y quedó abierto para otros países del Sudeste Asiático con la ratificación de los cinco miembros originales. Posteriormente se le realizaron tres enmiendas, una en 1987, otra en 1998 y una última en el 2010 bajo la presidencia pro tempore de Vietnam.

  • Primera Enmienda de 1987: abrió paso para que Estados fuera del Sudeste Asiático se incorporaran al TAC con la aprobación de los fundadores de la ASEAN más Brunei.
  • Segunda Enmienda de 1998: permitió que Estados fuera del Sudeste Asiático se integraran al TAC con la aprobación de los 10 países del Sudeste Asiático (no contempla a Timor Leste).
  • Tercera Enmienda de 2010: permitió no solo el ingreso de países al TAC, sino también organizaciones regionales con la aprobación de los 10 miembros de la ASEAN.

Entre los elementos más importantes que contempla el TAC se encuentran el aumento de la paz, la amistad y la cooperación mutua sobre temas que afecten al Sudeste Asiático consistente en el espíritu y principio de la Carta de las Naciones Unidas (ONU), los diez principios adoptados por la Conferencia de Bandung en abril de 1955, la Declaración de la ASEAN de 1967 y la Declaración de Kuala Lumpur de 1971. El propósito del tratado es promover la paz perpetua, amistad eterna y la cooperación entre sus pueblos que contribuya a su solidez, solidaridad y relación cerrada.

Otro de los elementos a tener en cuenta para el ingreso al TAC, es la no interferencia en los asuntos internos de la otra parte, resolver las diferencias o disputas mediantes resoluciones pacíficas; una de las razones por la que en el actual contexto se esté negociando el Código de Conducta (COC) entre las partes que involucra a algunos Estados del Sudeste Asiático y China y que se negocia como bloque entre la ASEAN y Beijing. Mediante la incorporación al TAC las partes deben promover una activa cooperación en beneficio de estas en los sectores económico, social, técnico, científico y administrativo, así como en materia de ideales comunes y aspiraciones de estabilidad y paz internacional en la región. No es casual la incorporación de un grupo importante de actores al TAC, algunos de los cuales se convirtieron con el tiempo en socios de diálogo como China, India, Japón, República de Corea, Australia y Nueva Zelanda.

Particularmente la motivación de Estados Unidos en el TAC se dio con la administración de Barack Obama con el propósito de enviar señales de una mayor presencia de Washington en el Sudeste Asiático. El principal problema en el 2009 para su incorporación era el de Myanmar, de ahí que hubo un viraje en el que el gobierno de Obama fue el primero[2] en reconocer el nombre oficial del país y no como lo había nombrado históricamente, como Birmania. A la vez que comenzó a eliminar las sanciones económicas en la misma medida que también hubo cambios en dicha nación asiática. Igual sucedió con la Unión Europea que se incorporó en el 2012. Teniendo en cuenta que los artículos del TAC dejaron establecido claramente el respeto mutuo por la independencia, soberanía, igualdad, integridad territorial e identidad nacional de todas las naciones. A su vez, se reconoce en el tratado el derecho de cada Estado a conducir su existencia nacional libre de interferencia extranjera, subversión o coerción.

La ASEAN es un mecanismo que logra sentar a las principales potencias en una misma mesa, mediante la cumbre de Asia Oriental y discutir temas de resolución de conflictos de gran relevancia regional y global. En ese sentido, la incorporación de muchos de los países involucrados en estos al TAC permite modelar la situación en un ambiente de paz. Es ahí donde se discuten temas como el conflicto del Mar del Sur de China y el de la península coreana por poner solo dos ejemplos, aun cuando ninguno de los dos tenga una solución definitiva al corto plazo.

El TAC y la ASEAN como bloque, ofrecen lecciones importantes a América Latina y el Caribe. La región latinoamericana y caribeña es mucho más homogénea en su diversidad que el Sudeste Asiático. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) estaba surgiendo como el germen de una integración relevante de esta parte del mundo. La declaración de La Habana de 2014 como zona de paz sin armas nucleares, se corresponde con los principios del TAC. Sin embargo, hay dos elementos relevantes en esta área que lo impiden: el primero, es el no respeto a la diversidad de tipos de gobierno (izquierda o derecha) y enrumbarse en un proyecto regional común pese a las diferencias y el segundo es la constante intromisión en los asuntos internos no solo de la región, sino también de potencias globales, especialmente Estados Unidos.

Aun así, es interesante la inserción de un grupo de países latinoamericanos al TAC como Argentina, Brasil, Chile, Perú, Colombia y Cuba (ver figura 1). Seis países muy heterogéneos dispuestos a respetar los principios del TAC en el Sudeste Asiático y sin embargo, algunos de ellos no son capaces de cumplirlo en su propia región. Es una contradicción no antagónica que puede resolverse a partir de la voluntad política de sus gobiernos y la autonomía de sus políticas exteriores. El ingreso de las dos últimas naciones se da en el contexto de la presidencia pro-tempore nuevamente de Vietnam en el 2020. Dos Estados latinoamericanos y caribeños con excelentes relaciones con Hanoi y los demás Estados del Sudeste Asiático. De aprovecharse conjuntamente se pueden dar nuevos pasos en el mejoramiento de los lazos, más allá de ideología y proyectarse entonces en proyectos de cooperación conjuntos, especialmente en el actual contexto de Covid-19.

Figura 1: Países miembros del TAC por regiones

Fuente: ASEAN, 2020

La presidencia de Vietnam en la ASEAN en 2020

La adhesión de Vietnam a la ASEAN hace exactamente 25 años, ha sido estratégica no solo para la nación indochina, sino también para la integración total del Sudeste Asiático. Aun cuando es percibido como un pequeño Estado, con un nivel de desarrollo menos avanzado que los miembros fundadores, no puede obviarse el rápido proceso de crecimiento y desarrollo, considerada entre las 15 economías más dinámicas del mundo y en medio de la Covid-19 una de las pocas que cerrará con crecimiento en el PIB a finales de 2020. A la vez, ha despuntado con una activa política exterior sobre los principios de ser amigo de todo el mundo.

La integración vietnamita al bloque del Sudeste Asiático, impulsó el ingreso de Laos, Myanmar y Cambodia. Su primera presidencia pro tempore en el bloque, tan solo con poco más de dos años de experiencia en el año 1998, resultó un gran desafío luego de la crisis del Sudeste Asiático de 1997. Vietnam en el marco de la Sexta Cumbre de la ASEAN, presentó el Programa de Acción de Hanoi para enfrentar la crisis económica y financiera.

Doce años después le correspondió en 2010 ser por segunda vez, presidente rotatorio del proceso integracionista. En ese año, fue sede de las XVI y XVII cumbres de la ASEAN en abril y octubre respectivamente. En esta última, se declaró el propósito de agilizar el establecimiento de una Comunidad regional en 2015 y la materialización de la Carta del bloque aprobada en 2008. A su vez, en 2010 se dieron pasos concretos en los programas cooperativos claves como la Ventanilla Única en la aduana y la facilitación comercial y algo más importante, la presentación del Plan Maestro de Conectividad ASEAN, que hoy se trabaja en ello con la visión 2025.

En el actual 2020, Vietnam ostenta la presidencia pro-tempore de la ASEAN por tercera vez. Sin embargo, le ha tocado nuevamente a Hanoi enfrentarse a un gran desafío y de impulsar al resto de los miembros. Si en 1998, le correspondió medidas para enfrentar la crisis del 97, en 2010, avanzar con propuestas luego de la crisis 2008-2009, esta vez, es mucho más seria, es la crisis económica y sanitaria derivada de la Covid-19. En el primer semestre del año, la nación asiática demostró su fortaleza al organizar inmediatamente acciones de respuestas, en la que la ASEAN actuó como uno de los primeros mecanismos frente al coronavirus, incluso, mucho antes que la Unión Europea (UE) ante el agravamiento de la situación en Italia.

Tradicionalmente las primeras reuniones de alto nivel del año del bloque comunitario se hacen entre los meses de abril y mayo, pero dada la compleja situación actual debió retrasarse para el 26 de junio. La celebración de la XXXVI Cumbre de la ASEAN rompió con la tradición e inauguró una nueva era. Es la primera vez que se realiza un encuentro de este tipo de manera virtual. A la cita asistieron los presidentes de Indonesia y Filipinas, el Sultán de Brunei, la Consejera de Estado de Myanmar, los primeros ministros de Cambodia, Laos, Malasia, Tailandia, Singapur y de Vietnam (este último como anfitrión), así como el secretario general de la ASEAN.

La XXXVI cumbre de la ASEAN reflejó la receptividad del bloque ante los cambios en la forma de trabajar en el momento actual, no solo por el desafío sin precedentes del coronavirus, sino también por el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Este momento, impulsa los procesos vinculados a la Cuarta Revolución Industrial, entre ellos el de los gobiernos digitales y la inteligencia artificial. Ello coincide con la estrategia del Plan Conectividad ASEAN para 2025.

Bajo la conducción de Vietnam, se estableció el Grupo de Trabajo del Consejo Coordinador ASEAN sobre Emergencias de Salud Pública y se convocó a una cumbre especial del bloque y también del mecanismo de ASEAN+3, junto a China, Japón y la República de Corea sobre Covid-19 en abril de 2020 mediante videoconferencia. El bloque ha venido trabajando intensamente a partir de los compromisos generados en las diversas reuniones efectuadas desde enero que ha involucrado a los ministros de Exteriores, Defensa, Economía, Salud, Turismo, Trabajo. Debe resaltarse que ante esta situación la cooperación ha ido más allá del Sudeste Asiático y ha involucrado a los socios de diálogo miembros de ASEAN+3.

Específicamente, la XXXVI cumbre de la ASEAN se centró en discutir el:

  • Plan General de Recuperación Post-pandémico de la ASEAN,
  • Creación del Fondo Regional en respuesta a la Covid-19,
  • La construcción del almacén de insumos médicos de la ASEAN,
  • Establecimiento de un esquema estándar contra epidemias en situaciones de emergencia de salud.

Aun cuando el centro de la atención ha sido el combate a la pandemia, la ASEAN no ha dejado de avanzar en sus estrategias. Promovió el interés por concluir en el presente año la Asociación Económica Regional Integral (RCEP en inglés), el cual se convertiría en la zona de libre comercio más grande del planeta hasta el momento con la participación de los 10 miembros del bloque, China, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda[3]. A su vez, analizó temas vinculados a las relaciones entre los Estados de la región según el TAC y la Declaración de Conducta de las Partes en relación al conflicto del Mar del Sur de China.

Los líderes de la ASEAN aprobaron la Declaración de la Visión de la ASEAN cohesiva y adaptativa, la Declaración sobre el desarrollo de recursos humanos en un mundo cambiante y la Declaración del Presiente sobre los resultados de la XXXVI Cumbre de la ASEAN. En la declaración final se hizo referencia a las reuniones virtuales de ASEAN con los socios de diálogo China, Australia, UE, Rusia y Estados Unidos.

Los países miembros del mecanismo regional, persistieron en la necesidad de mantener y promover la paz, la seguridad y la estabilidad regional en la resolución de los conflictos. Tales pronunciamientos se refieren a la necesidad de no incrementar las tensiones en el conflicto del Mar del Sur de China y a evitar acciones unilaterales las cuales han persistido en el presente año.

La ASEAN en el contexto actual, ha insistido en el avance de varios mecanismos, especialmente la Iniciativa de Integración ASEAN (IIA) y su Plan de Trabajo III, así como la Iniciativa de Chiang Mai Multilateralizada (ICMM) con el propósito de fortalecer las capacidades del manejo de las crisis financieras, el desarrollo de un mercado de bonos regional, ponerse de acuerdo en los tipos de cambio, así como avanzar a una integración financiera, hasta ahora no monetaria.

En este período se desarrolló la X Reunión sobre RCEP, presidido por el ministro de Industria y Comercio de Vietnam. Los miembros integrados por los 10 Estados de la ASEAN, más Australia, China, Japón, Nueva Zelanda y República de Corea, luego del retiro de la India el pasado año, crearán la mayor zona de libre comercio de mundo, con compromisos de apertura de mercados en los campos de bienes, servicios e inversión, simplificando trámites aduaneros y reglas de origen. El avance de este proyecto demuestra que mientras algunas potencias occidentales recurren al proteccionismo y ciertos analistas plantean que el mundo va hacia la desglobalización, lo cierto es que la región asiática persiste en la idea de la apertura, la interconexión y la promoción de la integración de las economías, especialmente en los momentos actuales hacia una economía digital.

De concretarse este año 2020, RCEP contribuirá al establecimiento de una nueva estructura comercial, independientemente que debía haberse concluido en 2016. Los miembros persisten en la voluntad de integrar nuevamente a la India, la que ha estado preocupada por la apertura de su economía y las afectaciones de varios sectores, especialmente el de agricultura y propiedad intelectual. De lograrse firmar RCEP en la XXXVII Cumbre de la ASEAN, será un gran éxito para Vietnam, para el bloque del Sudeste Asiático, pero también para China.

Varios países de la ASEAN han comenzado a trabajar en los detalles de un plan para abrir un pasaje que permita un viaje seguro durante la pandemia. Los planes propuestos incluyeron acuerdos de vía rápida de Singapur con China, Malasia con Singapur y Brunei, Indonesia con China. Sin embargo, el primer ministro de Vietnam, Nguyen Xuan Phuc, presidente rotatorio de la ASEAN ha sido cauteloso, al advertir que la pandemia podría causar una calamidad económica, ya que ha arrasado con años de ganancias económicas de la región. El hecho de que sea el Sudeste Asiático una región con mejores condiciones económicas para enfrentar la situación, sin dudas, el impacto está siendo y a su vez será muy severo. Todavía existen países con altos números de contagiados, a la vez que el riesgo de rebrote persiste como ya sucedió en varias naciones asiáticas

La respuesta a la Covid-19 en el Sudeste Asiático no ha sido uniforme, es decir, no todos han tenido el mismo nivel de éxito. Países como Vietnam, Brunei, Laos y Cambodia, han presentado mejor respuesta, mientras Indonesia tiene el mayor número acumulado de casos confirmados y se continúan detectando nuevos enfermos, al igual que Singapur, Filipinas, Malasia y Tailandia.

A pesar de que no se ha logrado eliminar la pandemia, ni a nivel regional ni global, Vietnam ya trabaja para celebrar la XXXVII Cumbre de la ASEAN en los últimos meses del año. Lo más probable, de no mejorar la situación se realice también de manera virtual. El activismo internacional vietnamita, reflejado en los últimos años y especialmente en este 2020, en el que también se desempeña como miembro no permanente del Consejo de Seguridad, le confiere mayor confianza como interlocutor regional. La nación indochina ha logrado establecer altos niveles de relacionamiento al desarrollar Asociación Estratégica Integral con China, Rusia e India, Asociaciones Estratégicas con Japón, República de Corea, países del Sudeste Asiático, Australia, países europeos e incluso ha desarrollado una Asociación Integral con Estados Unidos.

Vietnam ha promovido en el marco de la ASEAN el desarrollo de un tratado en el Sudeste Asiático sin armas nucleares, la ampliación de la Cumbre de Asia Oriental. Su política exterior constituye un referente en el Sudeste Asiático, pese a no estar entre las economías más avanzadas económicamente del bloque. Su política de los tres no, propicia una mayor confiabilidad, al mostrar que Vietnam no se unirá a ninguna alianza militar, no se asociará con una de las partes para oponerse a otra y no permitirá que ningún país extranjero establezca una base militar en el país.

Particularmente en la confrontación sino-estadounidense cuando existen socios relevantes de Estados Unidos en la región como Filipinas, Tailandia, Singapur, etc, y pretende utilizar a Hanoi como socio, esta nación logra mantener el equilibrio entre Washington y Beijing. Sin embargo, es importante precisar que es falso cuando muchos plantean que Hanoi incrementa su alianza con Washington para contener a Beijing con el contencioso del mar del Sur de China. Es un tema delicado que puede malinterpretarse, a partir de fuertes campañas mediáticas que dan a entender ello desde los medios occidentales.

El 2020 es un año de profundos desafíos, pero bajo la conducción de Vietnam en la ASEAN puede preverse un período exitoso, pese a las complejidades que ha enmarcado la Covid-19. Por otro lado, Vietnam como presidente rotatorio ha impulsado el diálogo con los socios de la ASEAN para fomentar la cooperación especialmente con Australia, China, India, Japón, Corea del Sur, Nueva Zelanda, Rusia, Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y la Organización de Naciones Unidas.

No debe obviarse el ejemplo de Vietnam en el combate a la Covid-19. Su diplomacia cooperativa en tiempos de coronavirus, independientemente de sus responsabilidades como presidente de la ASEAN en 2020, le confieren un ascenso como actor regional, al ser uno de los Estados asiáticos, junto a China, Corea del Sur, entre otros, en realizar donaciones a Europa, Estados Unidos, y un grupo de países en el mundo afectados por la pandemia.

Conclusiones

La ASEAN ha sabido crecer en los últimos años y se transforma en un mecanismo estratégico para el diálogo y la creación de proyectos regionales. El bloque ha devenido en plataforma de discusión para el logro no solo de la estabilidad regional, sino también global. A su vez, es terreno de confrontación estratégica de las principales potencias globales. En términos económicos y financieros, se profundiza como un mercado relevante y estable, así como en un puente para entrar a otros mercados asiáticos. La Covid-19 profundizó la cooperación entre sus miembros y demostró la efectividad de la integración en momentos de crisis, ofreciendo lecciones a otros proyectos en el mundo.

El TAC, ha devenido como un tratado de gran importancia que ha contribuido a reducir las diferencias históricas entre sus miembros y avanzar en el diálogo y el entendimiento. A la vez, demuestra que es posible resolver los conflictos mediante las negociaciones. Sin embargo, no ha sido capaz de impedir acciones unilaterales de algunos de sus firmantes que afectan la estabilidad regional. El mayor interés de países extrarregionales por la incorporación al TAC demuestra su importancia, así como también a otras regiones, particularmente América Latina y el Caribe, que puede existir paz, negociación y cooperación en subregiones y regiones muy heterogéneas política y culturalmente.

Los desafíos actuales de la crisis profundizada por el coronavirus han permitido mostrar las capacidades de Vietnam en la conducción de un bloque regional como la ASEAN, su activismo diplomático y sus resistencia económica, aun cuando el impacto afecte años de esfuerzo nacional. Su conducción en los diferentes foros intra-ASEAN y su liderazgo en los diálogos con los socios externos ha devenido en un fortalecimiento de la imagen de Vietnam en Asia y fuera de la región. Si logra concretar en el actual año RCEP, algo que no se pudo hacer bajo la presidencia de Tailandia, significará un éxito rotundo de su presidencia, dejando un legado importante. No obstante, el mayor desafío aún está, en lograr concluir las negociaciones del COC. Puede definirse la implementación por parte de Vietnam bajo la presidencia pro tempore de la ASEAN de una diplomacia amistosa, integral y cooperativa de mutuo beneficio.

 

* Centro de Investigaciones de Política Internacional, Cuba. Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG), Argentina.

 

Referencias

[1] En ese entonces Brunei, Cambodia, Laos, Myanmar y Vietnam no era miembros de la ASEAN.

[2] Primer presidente estadounidense en reconocer oficialmente el nombre de Myanmar.

[3] India se retiró de las negociaciones el pasado año.

 

Referencias bibliográficas

ASEAN. ASEAN integration Report 2019. ISBN 978-602-5798-47-4. <https://www.asean.org>. [Consulta: septiembre, 2020].

ASEAN. Friendship and Cooperation Treaty of ASEAN, 2020. <https://www.asean.org>. [Consulta: septiembre, 2020].

Congressional Research Service. The Association of Southeast Asian Nations (ASEAN), 2020. <https://crsreports.congress.gov>. [Consulta: septiembre, 2020].

Corona, Aguilar Efrén y González, Chávez Jorge. XVII CUMBRE DE LA ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático). Centro de Documentación Información y Análisis de la Cámara de Diputados. SPE-CI-A-19-10, 2010. <https://www.diputados.gob.mx/biblioteca/bibdig/iniciativas/index.htm>. [Consulta: julio, 2020].

ISEAS-Yusof Ishak Institute. The State of the Southeast Asia 2020 Survey Report, 2020. <https://www.iseas.edu.sg>. [Consulta: septiembre, 2020].

Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba. Ingresa Cuba al Tratado de Amistad y Cooperación de la ASEAN. <https://misiones.minrex.gob.cu/es/articulo/ingresa-cuba-al-tratado-de-amistad-y-cooperacion-de-la-asean-0>. [Consulta: septiembre, 2020].

Nuevo, Marta. ASEAN: Una visión, una identidad y una comunidad para el sudeste asiático, 2020. <https://elordenmundial.com/asean-sudeste-asiatico/>. [Consulta: septiembre, 2020].

 

 

LA POLÍTICA EXTERIOR DE JAPÓN DE 2012 A 2019: EL SURGIMIENTO DE LA “DOCTRINA ABE”.

Franklin M. Hernández Hernández*

Introducción

El 28 de agosto de 2020, el Primer Ministro de Japón Shinzo Abe anunció su renuncia por cuestiones de salud. De esta forma, concluyó el período de gobierno del primer ministro japonés más joven en ascender al cargo (durante su primer término en 2006), así como el que más tiempo se mantuvo en la oficina en el período de posguerra. Durante los cerca de ocho años de su gobierno, Abe estuvo constantemente bajo crítica de los medios nacionales y varios países del área debido a políticas como la reforma constitucional, el éxito discreto de su programa económico y el incremento sostenido del gasto militar.

A pocos días del término de su gobierno, la mayoría de la literatura científica al respecto se ha centrado en los “fracasos” de la política exterior del ex premier nipón, como el empeoramiento de las relaciones con China y la República de Corea. Incluso, el propio Abe en su discurso de renuncia oficial, expresó su insatisfacción por no haber podido regresar a los japoneses secuestrados por la República Popular Democrática de Corea (RPDC) o no haber firmado un tratado de paz con Rusia (Gabinete de Japón, 2020).

No obstante, la política exterior de Japón durante el gobierno de Abe ha sido más profunda y amplia de lo que refleja esa parte de la bibliografía. Un análisis de los hechos entre 2012 y 2020, arroja rápidamente que la diplomacia nipona se expandió hacia tareas y lugares anteriormente inexplorados. Por solo mencionar algunos casos, Japón intervino de manera activa por primera vez en los conflictos de Asia, forjó un sistema de asociaciones estratégicas que incluye su alianza con Estados Unidos (EE.UU.), fue el líder del primer megacuerdo de libre comercio del mundo (el Acuerdo Integral y Progresivo de Asociación Transpacífica, CPTPP) y firmó con la Unión Europea (UE) el mayor tratado de libre comercio del planeta.

Precisamente, el primer objetivo de este artículo consiste en explicar los principales rasgos de la política exterior japonesa durante el gobierno del Primer Ministro Abe. Para ello, y tomando en consideración la cantidad abrumadora de información al respecto, dichas características fueron divididas en dos grupos: las temáticas generales y políticas bilaterales/regionales. El primer grupo incluye las Fuerzas de Autodefensa y la influencia cultural nipona y los acuerdos de libre comercio; en tanto, el segundo abarca las relaciones con EE.UU., las asociaciones estratégicas en Asia-Pacífico, las relaciones con la UE y, por último, la proyección nipona hacia África y Medio Oriente.

Dado que las relaciones con China, la República de Corea, la RPDC y Rusia no experimentaron procesos que permitan diferenciar la política de Abe hacia estos países de las del resto de las administraciones más recientes, no fueron tomadas en cuenta a la hora de redactar este artículo. Ello no significa que las relaciones con estos países no sean importantes para la política exterior japonesa: por el contrario, se trata del ambiente geográfico más cercano de Japón (el Este de Asia) y de países con los que posee conflictos que agravan su situación de seguridad nacional.

El segundo objetivo del artículo consiste en demostrar el surgimiento de un nuevo paradigma en la política exterior japonesa: la Doctrina Abe. Para ello, se parte de la explicación del anterior paradigma, la Doctrina Yoshida, y se examina si las políticas introducidas por Abe funcionan como un todo coherente esencialmente diferenciable con respecto al paradigma precedente. El artículo concluye explicando precisamente cuáles son los axiomas de esta nueva doctrina.

Para la conformación de este artículo, fueron utilizadas varias publicaciones periódicas de fuentes oficiales del gobierno japonés. Entre estas destacan fundamentalmente Diplomatic Bluebook y Cooperation Whitebook del Ministerio de Asuntos Exteriores y Defense of Japan y Defense Budget del Ministerio de Defensa. Además, se emplearon criterios de tanques pensantes y expertos en Asia-Pacífico, así como obras de la Teoría de las Relaciones Internacionales en la conformación del concepto de Doctrina de Política Exterior. 

La Expansión de las Fuerzas de Autodefensa

Desde su llegada al poder en 2012, Abe abogó por el aumento sostenido del gasto militar, así como de los roles y radio geográfico de acción de las fuerzas armadas japonesas. Estas acciones levantaron críticas sostenidas en la región, alegando que constituía el “renacer” del militarismo japonés, y fueron posiblemente los tópicos más publicitados por los medios de comunicación acerca de la administración de Abe.

La Constitución del Estado de Japón de 1947 establece en su archiconocido artículo 9 que “el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como un derecho soberano de la nación” y para ello, “no serán mantenidas fuerzas terrestres, marítimas y áreas, así como ningún otro potencial de guerra” (Constitution of the State of Japan, 1947, p. 4).

De esta forma, la posesión de fuerzas armadas no fue reconocida en la constitución de posguerra. Sin embargo, dicha prohibición no tardó en ser reinterpretada: en 1954, el Gabinete de Shigeru Yoshida, alegando que la legítima defensa del Estado no constituía una violación del artículo 9, decidió crear un ejército estrictamente defensivo, las Fuerzas de Autodefensa de Japón (JSDF por sus siglas en inglés). Sucesivas interpretaciones en 1992, 2001 y 2009 permitieron a las JSDF participar en Operaciones de Mantenimiento de la Paz de Naciones Unidas, operaciones antiterroristas y operaciones antipiratería respectivamente, pero con varias limitaciones. Incluso, en 2004 las JSDF fueron en desplegadas en Iraq para asistir en las labores de reconstrucción y ayuda humanitaria.

La administración de Abe forma parte de esta tendencia, pero su impronta individual se ha reflejado en la intensidad del fortalecimiento militar sin precedentes llevada a cabo entre 2012 y 2020. Este se ha expresado en tres variables: gasto militar, rol de las JSDF y radio geográfico de acción.

En el momento del ascenso de Abe al poder, el gasto militar nipón se encontraba en picada, lo cual se revirtió en su primer año de mandato. Para el año fiscal 2018, se había alcanzado el récord anterior de 4.96 billones de yenes, y en el próximo año fiscal, se estableció un nuevo máximo histórico, 5.01 billones de yenes (Tabla 1).

Asimismo, las posibilidades de las JSDF también fueron incrementadas significativamente. En 2016, el Gabinete de Abe aprobó la Legislación para la Paz y la Seguridad de Japón, la cual constituía una nueva reinterpretación del artículo 9. Debido al aumento de las amenazas a la seguridad nacional de Japón, fundamentalmente el poderío militar de China y el programa balístico y nuclear de la RPDC, y al desarrollo de una situación internacional cada vez más incierta a causa de fenómenos transnacionales como el terrorismo, la piratería y el tráfico de drogas, las JSDF debían aumentar su papel en la seguridad regional.

Tabla 1: Presupuesto Militar de Japón (billones de yenes)

(1997-2019)

Fuente: Japan Ministry of Defense, 2019b.

En ese sentido, fue permitido que acudieran al rescate de nacionales japoneses en el extranjero y que llevaran a cabo inspecciones a buques en ultramar si poseen el consentimiento del estado dueño del pabellón del buque, o la solicitud de Naciones Unidas debido a la sospecha de que transporta armas a un área en conflicto (Gabinete de Japón, 2016). Por último, Japón puede auxiliar en la defensa de cualquier país bajo ataque, mientras se estime que las relaciones con el atacado son estratégicas, o ese ataque amenace la seguridad nacional de Japón y/o los derechos de la población japonesa. De esta forma, quedó habilitado el derecho a la defensa colectiva (Ibídem).

Por último, el radio de acción de las JSDF se expandió más allá del archipiélago japonés o el Este de Asia, donde habían estado confinadas con anterioridad. Para 2019, las JSDF tenían una presencia sostenida en el Sudeste Asiático, el Océano Índico, el Océano Pacífico, el Mar Arábigo y el Golfo de Adén, lo cual también coincide con las líneas marítimas de abastecimiento y comercio de Japón (LMAC) (Gagaridis, 2017).

De esta forma, durante la administración de Shinzo Abe no se produjo solamente el aumento del gasto militar, sino también el incremento de las posibilidades de las JSDF y de su radio geográfico de acción. Consecuentemente, uno de los principales resultados de su gobierno es la conversión de las JSDF en un ejército de facto, pues estas poseen todas las capacidades legales del ejército de cualquier país[1], un elevado gasto militar, armas que exceden los límites “defensivos”[2] y un radio de acción mucho más amplio que el territorio japonés. Si bien el propio Abe afirmó que la reforma constitucional, que incluía la reformulación del artículo 9 a fin de legalizar las JSDF, no fue posible en su gobierno; todas las acciones individuales llevadas a cabo por su administración con respecto a las fuerzas armadas, conllevaron en la práctica a la superación del artículo 9. 

Más Allá de la Fuerza: Soft Power e Influencia Cultural

Una de las particularidades de la política exterior japonesa en la posguerra fue el empleo mayoritario de herramientas de poder blando (Nye , 2004), como resultado de la prohibición del empleo de la fuerza (poder duro) establecida en la Constitución. Ello provocó que la política exterior nipona se especializará en dicha rama: desde 1954, con la entrada de Japón al Plan Colombo, hasta inicios del siglo XXI, la más importante herramienta de la diplomacia japonesa fue la Asistencia Oficial al Desarrollo (AOD). De hecho, Japón se convirtió en el mayor donante del mundo en la década de los 90 sobrepasando a EE.UU. (Ono, 2015). No obstante, una vez que los efectos de la recesión comenzaron a manifestarse a inicios de los 2000, y la capacidad del país para ofrecer AOD disminuyó en consecuencia, fue priorizada la exportación cultural, fundamentalmente el idioma japonés, como vía de influencia.

Abe recogió la larga tradición de poder blando de la política exterior japonesa en la posguerra y mejoró varios de sus elementos constituyentes. En ese sentido, resaltan la renovación de la estrategia Cool Japan en 2014 (creada en su primer término de gobierno) cuya intención es promocionar los productos culturales japoneses en el mundo a fin de generar beneficios económicos y políticos (Gabinete de Japón, 2014). En este caso, la administración del Primer Ministro creó el Fondo Cool Japan, con una capitalización total de 38.5 mil millones de yenes, para que el Estado y las grandes empresas financien la expansión cultural, así como el Consejo de Promoción, una entidad encargada de decidir las prioridades de exportación cultural.

Otra medida significativa en este campo fue la implementación de la Carta de la Cooperación al Desarrollo en 2015. A partir de este documento, el gobierno de Abe decidió incluir consideraciones geoestrégicas en las decisiones de asignación de la AOD. Entre los factores a tomar en cuenta a la hora de aceptar un proyecto se encuentran el estado de las relaciones bilaterales, la importancia de los determinados países receptores, las implicaciones para la seguridad de Japón y el desarrollo del poder militar de los estados receptores. Asimismo, la nueva Carta de la AOD permite a Japón destinar fondos para el apoyo de las fuerzas armadas de otros países (Gabinete de Japón, 2015).

Si bien resulta difícil cuantificar cuánto se expandió la influencia cultural nipona en un período determinado, varios indicadores pueden servir de referencia. Por ejemplo, entre 2012 y 2019, el número de restaurantes con temática japonesa en el mundo aumentó cinco veces en comparación con estudios realizados en 2006 (Number of Overseas Japanese Restaurants Tops 100,000, 2018). Asimismo, las exportaciones de la industria nipona del entretenimiento se incrementaron en el período de gobierno de Abe, reportando aumentos de 15%, 42% y 670% en los casos de la animación, el cine y los videojuegos respectivamente (Japan Ministry of Economy, Trade and Industry, 2016, pág. 15).

De las 25 marcas de entretenimiento más exitosas del mundo, diez pertenecen a empresas niponas. Por si fuera poco, Pokémon y Hello Kitty encabezan esa lista de las franquicias más exitosas, con beneficios de USD 92 mil millones y USD 80 mil millones cada una (Jones, 2019). Otro indicador que experimentó un crecimiento notable fue el número de turistas que arribaron a Japón: la cantidad de visitantes aumentó sostenidamente hasta triplicarse, de 8 millones en 2012, a 24 millones en 2016 (Tabla 2).

El colofón de la influencia cultural nipona durante la administración de Shinzo Abe, y uno de los logros que el propio Abe pretendía alcanzar, era la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020. Al igual que en la anterior edición de 1964, la cita de 2020 constituiría también una demostración del desarrollo de la nación asiática en campos como la robótica, la inteligencia artificial y la 5G. Aunque los Juegos Olímpicos hayan sido atrasados hasta 2021, los logros de la administración de Abe en cuestión de expansión de la influencia cultural nipona resultan innegables.

Tabla 2: Cantidad de turistas que arribaron a Japón (2004-2016)

Fuente: Japan Ministry of Land, Infraestructure and Tourism, 2017.

El paladín del libre comercio

La promoción del libre comercio ha constituido una de las prioridades del gobierno nipón desde la recuperación económica de posguerra. Japón, con escasos recursos naturales que no pueden sostener su industria nacional, necesita exportar hacia mercados con bajas tarifas aduaneras para que sus productos mantengan cierta competitividad. Precisamente, el gobierno de Abe ha reflejado la promoción del libre comercio como un objetivo de seguridad nacional de su administración (National Security Strategy, 2013).

En ese sentido, entre 2012 y 2019, Japón firmó acuerdos bilaterales de libre comercio con Mongolia, Laos, Cambodia y Myanmar. A estos se suman los primeros tratados multilaterales de libre comercio de la nación asiática: el CPTPP en 2018 y el Acuerdo de Asociación Económica con la UE en 2019. La firma del primero en particular, demostró el liderazgo de Japón en este rubro, puesto que el país asumió la conducción del acuerdo tras la retirada de EE.UU., principal promotor del mismo.

De esta forma, las políticas de Abe han llevado a que Japón haya logrado liberalizar el 51.6% de su comercio exterior, lo cual trae beneficios enormes a la economía nipona. Si a estos se agregan los acuerdos que se comenzaron a negociar durante la administración de Abe (con China y Corea del Sur, con el Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico, con Colombia y con Turquía), la cifra asciende hasta el 85.8% (Japan Ministry of Foreign Affairs, 2019, Pp. 262). 

La redefinición de la alianza con EE.UU.

Para el gobierno de Abe, la alianza con EE.UU. continuaba siendo el pilar fundamental en las relaciones internacionales de Japón. Sin embargo, la alianza con EE.UU. ya no bastaba por sí sola para hacer frente a las complejidades del escenario regional, caracterizado por el ascenso de China como potencia. En ese sentido, la relación entre ambos países debía adaptarse al nuevo contexto, en función de otorgar un mayor rol a Japón en la seguridad regional. A su vez, esta tendencia coincidió con el planteamiento estratégico del presidente Barack Obama acerca del “pívot asiático” que consistía en delegar mayores responsabilidades a sus aliados en la región.

Estos factores conllevaron a que los términos de la alianza fueran revisados a través de las Líneas Maestras para la Cooperación entre Japón y EE.UU. de 2015. Dicho documento reflejó la voluntad de ambas partes de equilibrar los términos de la alianza a fin de hacerla más igualitaria. En ese sentido, las condiciones de subordinación disminuyeron, pues EE.UU. solo podría actuar bajo pedido explícito del gobierno japonés. Asimismo, ambos actores fueron equiparados en cuanto a la posibilidad de defenderse mutuamente.

Por otro lado, el cambio en los términos de la alianza también se reflejó en la disminución de las tropas e instalaciones estadounidenses en Japón. En ese sentido, en Okinawa, la prefectura con la mayor presencia militar de EE.UU., el número de instalaciones estadounidenses decreció hasta menos de la mitad con respecto a 1972 (Japan Ministry of Defense, 2019a), y cerca del 60% del personal estacionado allí. Con respecto al costo financiero de la alianza, en 2016, Japón pagaba el 75% de los gastos de la alianza, superando a su contraparte (Mainichi Shinbun, 2016). 

El sistema de asociaciones estratégicas en Asia-Pacífico

Asia-Pacífico es el entorno geográfico donde se desenvuelven la mayoría de las acciones de política exterior de Japón. En la Estrategia de Seguridad Nacional del gobierno de Abe, el incremento de la cooperación en defensa con países de la región es uno de los tres pilares de la seguridad nacional de Japón junto a las JSDF y la alianza con EE.UU. (Gabinete de Japón, 2013).

En ese sentido, el gobierno de Abe enfocó sus esfuerzos en aquellos países que cumplían simultáneamente con determinadas condiciones. En primer lugar, poseían conflictos comunes con China, principal amenaza a la seguridad nacional de Japón, y/o relaciones de cooperación con EE.UU., aliado de Japón. Luego, detentaban cierto poderío nacional capaz de enfrentar a las amenazas comunes, y, por último, mostraban voluntad para cooperar con Japón y una opinión positiva sobre el gobierno de Abe.

En general, Japón estableció como sus socios estratégicos a India, Australia, Vietnam y Filipinas. Sin lugar a dudas, las relaciones con estos cuatro pases fueron cualitativamente superiores a las que se sostuvieron con el resto de la región. Por ejemplo, Japón promovió la creación de espacios multilaterales para la cooperación militar como el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (Japón, EE.UU., India y Australia) y el Diálogo de Seguridad Trilateral (Japón, India, Australia). Asimismo, India, Vietnam y Filipinas fueron los mayores receptores de AOD japonesa en el periodo (Japan Ministry of Foreign Affairs, 2017), así como de las primeras transferencias de equipo militar nipón[3] (Japan Ministry of Defense, 2019a). Además, la nación asiática financió y entrenó los servicios guardacostas de Vietnam y Filipinas para que pudieran enfrentar de forma más efectiva las incursiones chinas en el mar de China Meridional (Tarriela, 2018). Japón cooperó en cuestiones de defensa con otros países del área como Nueva Zelanda, Indonesia, Malasia, Tailandia, Singapur, etc. Sin embargo, la intensidad de la cooperación (Tabla 3) se realizó de manera desigual según las prioridades de la política exterior nipona.

De esta forma, el sistema de asociaciones estratégicas de Japón creado por el gobierno de Abe tiene en su centro a EE.UU., único aliado obligado a defender a Japón. Luego se encuentran los socios estratégicos mayores, India y Australia, con los cuales Japón realiza prácticamente las mismas actividades que con EE.UU. En un tercer lugar, se ubican los socios estratégicos menores, Vietnam, Filipinas y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) como organismo. Posteriormente, están los socios menores, integrados por el resto de miembros de la ASEAN y Nueva Zelanda; y en un último puesto de precedencia otros asociados, fundamentalmente de Medio Oriente, con los cuales la cooperación es aún mínima.

Tabla 3: Resumen de los acuerdos de cooperación entre Japón y países de Asia-Pacífico y Medio Oriente (2004-2016)

Fuente: Elaborado por el autor a partir de Japan Ministry of Defense, Defense of Japan 2019

Una asociación en la sombra: las relaciones con la UE

Desde el fin de la Guerra Fría, las relaciones entre Japón y los mecanismos integracionistas de Europa Occidental, experimentaron un crecimiento sostenido que se manifestó en el inicio de las cumbres Japón-UE en 1991. En un primer momento, los diálogos se limitaron a cuestiones económicas generadas por las fricciones comerciales, y a la coordinación de temas políticos generales. La capacidad de accionar conjunta de ambos actores estaba muy limitada debido a que, entre otros factores, sus respectivas alianzas con EE.UU. seguían ocupando la prioridad en su política exterior.

El gobierno de Shinzo Abe planteó claramente en sus documentos estratégicos la importancia que poseían las relaciones con la UE, un bloque comercial con gran poder adquisitivo y con dos miembros permanentes en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En ese sentido, Japón y la UE dotaron a sus relaciones de una normatividad que creó pautas vinculantes para ambas partes, y que ha otorgado una mayor fortaleza y sostenibilidad temporal a las acciones conjuntas. Se pueden listar una miríada de acuerdos firmados entre ambas partes, sin embargo, debido a su significación, destacan el Acuerdo de Asociación Económica, mencionado antes, y el Acuerdo de Asociación Estratégica.

El Acuerdo de Asociación Estratégica fue firmado en julio de 2018, y ratificado posteriormente por los respectivos parlamentos nacionales en 2019, marcando su entrada en vigor. El texto se compone de 51 artículos destinados a institucionalizar la cooperación entre Japón y la UE en cuestiones de seguridad (Strategic Partnership Agreement between the European Union and Japan, 2018). Consecuentemente, tanto como los ejercicios militares conjuntos como los diálogos de seguridad con los países europeos y/o la UE se incrementaron sostenidamente entre 2012 y 2019 (Tabla 4). En ese sentido, la administración de Abe firmó acuerdos de venta de armas con Reino Unido, Francia, Alemania e Italia, de Apoyo Logístico con Reino Unido y Francia, así como de Inteligencia con Reino Unido e Italia (Japan Ministry of Defense, 2019a).

Tabla 4: Diálogos de seguridad con países europeos/UE/OTAN (2012-2019)

Fuente: Hernández Hernández, F. M. & García, A., 2020

La diplomacia japonesa adquiere una perspectiva geoestratégica

Una de las principales deficiencias de la política exterior de Japón durante la posguerra, fue su excesiva concentración geográfica en Asia. No obstante, a medida que la economía japonesa se internacionalizó en los años 70, el gobierno nipón debió empezar a buscar nuevos mercados y recursos naturales en América Latina, Medio Oriente y África. Precisamente, estas dos últimas regiones comenzaron a tener una mayor relevancia dentro de la política exterior nipona a partir de las primeras inversiones y partidas de AOD.

A pesar de la creación del mecanismo de cumbres entre Japón y países africanos, la Conferencia de Tokyo sobre el Desarrollo de África (TICAD) en 1993, y el despliegue de las JSDF en Iraq en 2004, el papel de estas regiones continuó siendo el de proveedoras de materias primas. El gobierno de Abe propuso una nueva concepción geoestratégica a su política exterior en el año 2014: la noción del Indo-Pacífico. Esta plantea que, dado que el grueso las LMAC de Japón atraviesan un territorio que comprende desde el archipiélago nipón hasta el Golfo de Adén, el suministro energético, el comercio, y en general, la seguridad del país, dependen del control de dichas rutas.

En el caso de África, como resultado de los acuerdos de la sexta edición de TICAD, Japón comenzó a involucrarse de manera más activa en los conflictos internos africanos, aunque con un enfoque no militar. En ese sentido, se han llevado a cabo acciones como el fortalecimiento de la institucionalidad de varios estados, el asesoramiento jurídico, la transferencia de equipamiento militar a países afectados por terrorismo y el financiamiento a los centros de mantenimiento de la paz de la Unión Africana (Hernández Hernández, F. M., 2020a).

Una mención especial requiere la base japonesa en Djiboutí (abierta en 2009): hasta mayo de 2019, las JSDF se habían involucrado en más de 14.000 acciones antipiratería, lo cual representó cerca del 80% del total de actividades internacionales en el Golfo de Adén (Japan Ministry of Defense, 2019a).

Con respecto a Medio Oriente, el gobierno de Abe ha implementado una política regional única en el mundo, pues ha logrado mantener buenas relaciones con todos los actores de la región sin importar los conflictos que existan entre ellos, lo cual se manifestó el lanzamiento del Primer Diálogo Japón-Países Árabes en 2017. En ese sentido, la inversión japonesa en Israel aumentó 120 veces desde 2012, y en 2019, ambos países sostuvieron su primer diálogo de seguridad; en 2017, Japón lanzo el Corredor para la Paz y la Prosperidad, una iniciativa destinada a mejorar la situación de la población de Palestina; durante el gobierno de Abe, la nación asiática realizó sus primeros ejercicios militares con las monarquías del Golfo Pérsico (Tabla 3); y por último, Japón ha entrenado a los expertos iraníes en el manejo de la energía nuclear con fines pacíficos, a la vez que Abe mantuvo la compra de crudo iraní a pesar de las sanciones de EE.UU. (Japan Ministry of Foreign Affairs, 2019). 

El Primer Ministro de Japón como líder internacional

A la lista de sucesos en materia de política exterior del gobierno de Abe, se debe agregar un elemento relacionado con la imagen internacional del premier japonés. Con anterioridad, el Primer Ministro nipón tenía escaso o ningún reconocimiento internacional. Ello no solo estaba condicionado por la escasa proactividad de la política exterior de ese país, sino también por la inestabilidad que atravesaba el país desde los 90 e imposibilitaba el fortalecimiento de ninguna administración.

Por ello, la primera condición indispensable a partir de la cual Abe aumentó el papel del premier japonés, fue la estabilidad con la que contó su gobierno. A esto se le deben añadir factores que se derivan del propio Abe, pues al récord de duración se añade el de activismo diplomático.

Abe también se convirtió en el Primer Ministro con más visitas al exterior: un total de 160 visitas y 78 países visitados hasta abril de 2019 (Japan Ministry of Foreign Affairs, 2019). Asimismo, fue el primer premier nipón en visitar 24 de estos países[4] (Ibídem). A ello se suman el prestigio que ha obtenido por sus intervenciones en eventos y organismos como la Cumbre del Este de Asia, el G7, el G20 y la Organización de Naciones Unidas.

Igualmente, ha sido el único premier de posguerra cuya gira inaugural al exterior no se realizó a EE.UU., una práctica establecida dentro de la política japonesa, sino al Sudeste Asiático. Ello denotó un cambio en la imagen concebida hasta el momento acerca del rol del premier japonés como un subordinado a EE.UU., y su ascenso como un líder regional.

De hecho, la posición diplomática de Abe, llevó a varios expertos del Lowy Institute for Asia and the Pacific, a declararlo como el más influyente líder regional, por encima del Presidente de China, el Primer Ministro de Singapur y el Primer Ministro de India (Lowy Institute for Asia and the Pacific, 2019). Igualmente, encuestas del Pew Research Center muestran que Abe es percibido como el líder regional más confiable, superando a sus homólogos de India, China y la RPDC (Silver, Kat & Huang, 2019). 

¿Una Doctrina Abe?

El término de “doctrina de política exterior” se usa indiscriminadamente para referirse a las estrategias de política exterior de diferentes gobiernos en el mundo sin el bagaje teórico necesario. Por lo tanto, a fin de valorar si la política exterior del gobierno de Abe constituye o no, una doctrina, resulta necesario auxiliarse de las definiciones que varios teóricos de las Relaciones Internacionales han ofrecido al respecto.

En ese sentido, Miguel Á. Barrios en su Diccionario de Geopolítica, se refiere a la “Doctrina” como: “El conjunto de principios y normas de orden general que orientan una actividad determinada para actuar en ausencia de órdenes específicas, permitiendo un mejor y más fluido entendimiento entre organismos diferentes, comprometidos en alcanzar un mismo objetivo (…)” (Barrios, 2009, Pp. 144).

Las doctrinas de política exterior de EE.UU. han sido las más estudiadas en el campo de las Relaciones Internacionales. Por ejemplo, Martin Kelly plantea que una “Doctrina presidencial” es “una política exterior aplicada consistentemente” y resalta el matiz ideológico de esta (Kelly, 2019). Por otro lado, Rexford Barton plantea que el término se refiere fundamentalmente a “un fin, un objetivo estratégico a ser alcanzado” (Barton, 2017).

De estas definiciones pueden ser inferidos varios elementos comunes. El primero de ellos es el conjunto de normas generales coherentes entre sí que guían la política exterior de un Estado, sus herramientas, actores componentes, etc., y las cuales están determinadas por factores ideológicos, económicos, políticos relativos al Estado en cuestión. Luego, una doctrina de política exterior no existe por sí misma, sino que debe estar encaminada hacia la consecución de un determinado resultado. El último criterio sería la sostenibilidad temporal; es decir, que se debe apreciar que las normas que enarbola una determinada doctrina sean usadas de manera sistemática y no esporádicamente.

De esta forma, y para los fines de este artículo, se puede entender operativamente “doctrina de política exterior” como el conjunto coherentemente organizado de normas generales que guían la política exterior de un Estado hacia objetivos determinados de manera estable en un período de tiempo determinado. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, Japón asumió un paradigma en su política exterior conocido como Doctrina Yoshida, en honor a su creador, el Primer Ministro Shigeru Yoshida. Los axiomas de esa doctrina se sintetizan en: 1) La recuperación económica debía ser el principal objetivo nacional; y para ello, la cooperación económica y política con EE.UU. era necesaria; 2) Japón debía permanecer ligeramente armado y evitar involucrarse en conflictos internacionales; 3) para obtener una garantía a largo plazo de su propia seguridad nacional, también debía proveer a EE.UU. con bases para sus fuerzas armadas (Siew Man, 2007).

La Doctrina Yoshida cumple con los requisitos teóricos planteados anteriormente: ofrecía normas generales de actuación (no intervenir en conflictos armados y subordinarse políticamente a EE.UU.), tenía un objetivo claramente definido (la recuperación económica), poseía coherencia (destinar todos los recursos a la recuperación económica y dejar los temas de seguridad en manos de EE.UU.) y fue asumida por todas las administraciones hasta el fin de la Guerra Fría. Incluso, gobiernos ulteriores crearon ampliaciones de la Doctrina Yoshida como la prohibición de exportación de armamentos de Eisaku Sato, los límites al gasto militar de Kakuei Tanaka o las políticas hacia el Sudeste Asiático de Takeo Fukuda.

El fin de la Guerra Fría supuso el fin de las condiciones históricas que dieron surgimiento a la Doctrina Yoshida. Sin embargo, ninguna administración asumió una actuación esencialmente diferente a los axiomas de la Doctrina Yoshida. Aunque hubo muestras de una política exterior con perspectivas de desarrollar normas coherentes, como la de Kiichi Miyazawa o la de Jun´ichiro Koizumi, ninguno estuvo el suficiente tiempo en el poder para lograr el salto cualitativo hacia la creación de una doctrina que cambiara radicalmente la política exterior de Japón.

No obstante, el gobierno de Abe marca un punto de giro en esta tendencia. Como se ha expuesto, entre 2012 y 2020, la política exterior nipona ha sido transformada en sus aspectos superficiales, y resta consecuentemente, examinar si ello ha implicado un cambio en sus normas axiomáticas. Para ello, se deben responder cuatro interrogantes tomando en consideración la definición operativa de doctrina de política exterior:

I) ¿Qué objetivos persigue la política exterior de Abe?

Los objetivos de la política exterior del gobierno de Abe, fueron claramente delineados en el Estrategia de Seguridad Nacional de 2013: “mantener la paz y la seguridad de Japón y asegurar su supervivencia son las responsabilidades primarias del gobierno de Japón” (Gabinete de Japón, 2013, Pp. 1). Si bien este el objetivo esencial de todo Estado en sus relaciones internacionales, posteriormente se adecúa a los términos específicos de Japón. De esa forma, se identifican como los objetivos fundamentales la promoción del libre comercio, de la seguridad marítima y de un orden internacional estable y predictible (Ibídem).

Para ello, Japón debe minimizar las amenazas que impiden el cumplimiento de dichos objetivos. En ese sentido, el propio documento plantea que las principales amenazas a la seguridad nacional nipona son la expansión del poder militar de China, el programa balístico y nuclear de la RPDC y fenómenos transnacionales como la piratería y el terrorismo (Ibídem).

Como se puede apreciar, el gobierno de Abe ha tenido objetivos claros hacia los cuales encaminar sus acciones. De hecho, si se reexaminan las principales características de la política exterior de Abe expuestas en el artículo, se aprecia que todas están encaminadas hacia la promoción del libre comercio, la seguridad marítima y la estabilidad regional.

II) ¿Qué normas han guiado la política exterior de Abe?

La política exterior del gobierno de Abe ha tenido pautas generales de actuación que pueden ser interpretadas como normas rectoras. La primera de ellas es la proactividad, es decir, la acción diplomática, política y militar constante hacia la consecución de los objetivos anteriormente mencionados, o hacia la eliminación de las amenazas a la seguridad nacional antes de que estas surjan, o su minimización en que caso de que ya existan. Una actuación proactiva presupone además una total autonomía con respecto a EE.UU. y la eliminación de la dependencia alrededor de la alianza, lo cual se puso de manifiesto en la firma del CPTPP.

No obstante, el sistema internacional es demasiado complejo como para afrontar las amenazas desde una perspectiva exclusivamente nacional; por lo cual, la tercera norma es la cooperación internacional hacia la consecución de objetivos comunes, ejemplo de lo cual son las relaciones con EE.UU., el sistema de asociaciones en Asia-Pacífico y los nexos con la UE.

III) ¿Son coherentes las acciones de la política exterior de Abe?

Aunque los rasgos de la política exterior del gobierno de Abe fueron expuestos de manera aislada, todos se interrelacionan entre sí, demostrando una gran coherencia. En ese sentido, las determinadas herramientas de la política exterior nipona se combinan sinérgicamente a fin de multiplicar los beneficios derivados de estas. Por ejemplo, aquellos países con los cuales Japón tiene mejores relaciones políticas, EE.UU., los socios estratégicos mayores y menores mencionados anteriormente, son a la misma vez con los cuales se realizan una mayor cantidad de actividades militares, con ellos existen acuerdos de libre comercio, son los mayores receptores de AOD y sobre sus poblaciones se realizan intensas labores de influencia cultural.

Precisamente, esta combinación de diversas herramientas de política exterior se ha demostrado también en la Estrategia del Indo-Pacífico Libre y Abierto, un plan lanzado por Abe en 2019 y que consiste en la construcción de infraestructuras, firma de acuerdos comerciales, realización de ejercicios militares, proyectos de cooperación en intercambios culturales con aquellos países que se encuentran en las cercanías de las LMAC japonesas (Gabinete de Japón, 2019).

El resultado palpable de esa interacción es el prestigio internacional ganado por Japón en el período en cuestión. Según encuestas realizadas por el Ministerio de Asuntos Exteriores, la opinión positiva sobre Japón en Medio Oriente (2019), India (2019), Asia Central (2019), Australia (2017) y ASEAN (2019), asciende al 83%, 88%, 70%, 81% y 89% respectivamente.

Además, el gobierno de Abe ha logrado aumentar su activismo internacional sin elevar de manera dramática la percepción de amenaza de otros países. De acuerdo a encuestas del Pew Research Center de 2019 realizadas en 18 países del mundo, solo Corea del Sur identificó a Japón como una amenaza (en segundo lugar, después de China), mientras tres señalaron a EE.UU. y siete a China (Silver, 2019).

IV) ¿Se ha sostenido temporalmente la política exterior de Abe?

Mediante una lectura rápida de todo lo expuesto hasta ahora, se aprecia que la política exterior de Abe se ha sostenido temporalmente en sus ocho años de gobierno. Las acciones llevadas a cabo han sido sistemáticas y no esporádicas, lo cual se evidencia, por ejemplo, en la creación de múltiples mecanismos institucionales que aseguren la supervivencia de las determinadas iniciativas. De hecho, cada uno de los gráficos muestra una progresión ascendente hacia el incremento de las acciones en política exterior (gasto militar, arribo de turistas, diálogos de seguridad, tratados de libre comercio, etc.).

Tomando en consideración la respuesta a las interrogantes planteadas, es posible afirmar que en la política exterior de Japón durante el período de gobierno del Primer Ministro Shinzo Abe, se ha producido un cambio cualitativo, el surgimiento de la “Doctrina Abe”. Los axiomas de esta doctrina son:

1) El objetivo nacional fundamental es garantizar la supervivencia del Estado mediante la promoción del libre comercio, la seguridad marítima y la estabilidad regional y global.

2) Para ese fin, Japón empleará de manera coordinada y proactiva todos los recursos disponibles en su poder, como el poder militar, el activismo diplomático, los acuerdos de libre comercio y la influencia cultural.

3) Japón actuará autónomamente para la consecución de sus objetivos, pero también cooperará con sus aliados y asociados según la intensidad de las relaciones con cada uno.

4) Debido a la interrelación de la seguridad nacional nipona y la seguridad regional y global, Japón se involucrará de manera activa en la resolución de los conflictos desde una perspectiva que integre enfoques militares y no militares.

No obstante, aun es posible cuestionar si la Doctrina Abe sobrevivirá en el período pos-Abe. En el momento de redactar este artículo, el Partido Liberal Democrático todavía se encontraba decidiendo el sucesor a Primer Ministro, por lo cual es muy pronto para ofrecer una conclusión al respecto. Pero, observando los candidatos a la sucesión de Abe, todos miembros de su Gabinete y agentes de dicha política exterior, así como las grandes tendencias en el devenir histórico de Japón tras el fin de la Guerra Fría, resulta poco probable que los cambios realizados por Abe sean revertidos. La Doctrina Abe podría ser el próximo paradigma estratégico para la nación asiática.

 

* Máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales. Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI), Habana, Cuba.

 

Referencias

[1] Excepto el derecho a la guerra, el cual se mantiene inalterablemente prohibido en la Constitución.

[2] Como los buques portahelicópteros Izumo y Kaga de las JSDF.

[3] En 2014, el gobierno de Abe decidió despenalizar las exportaciones de armamentos, aunque estas debían tener en cuenta determinados criterios.

[4] Portugal, Turkmenistán, Tayikistán, Kirguistán, Bahréin, Djiboutí, Irlanda, Luxemburgo, Costa de Marfil, Mozambique, Ucrania, Malta, Estonia, Lituania, Letonia, Bulgaria, Serbia, Rumanía, Trinidad y Tobago, Colombia, Uruguay, Paraguay, Jamaica y Cuba.

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PRESENTACIÓN DEL ANUARIO 2019 DEL CEID

 

Los miembros del Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo (CEID) y de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG) tenemos el agrado de presentar el Anuario del CEID 2019, en el que autores de ocho países —Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador, España, Perú, Portugal y Sudáfrica— analizan relevantes cuestiones que tuvieron lugar en el escenario mundial, así como otros temas que consideramos de interés, ya desde una perspectiva geopolítica y estratégica, ya desde una visión histórica, habida cuenta de que es verdaderamente difícil comprender los conflictos y numerosos hechos actuales si no se tiene conocimiento del devenir de la historia.

Cabe agregar que a partir de esta edición, el Anuario del CEID es el producto de una sinergia entre éste y la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEGG), dado que varios de sus miembros forman parte de ambas entidades.

El propósito de esta nueva edición del Anuario del CEID es favorecer la comprensión de un escenario mundial altamente complejo. Para ello ha convocado a prestigiosos docentes e investigadores de diversos países: F. Javier Blasco (España), Juan José Borrell (Argentina), Magdalena Carrancio (Argentina), Francisco Carranza Romero (Perú), Miguel Ángel Cúneo (Argentina), Sunamis Fabelo Concepción (Cuba), Christiaan Fensham (Sudáfrica), Carlos Fernández Pardo (Argentina), Gabriel D. Frontons (Argentina), Alberto Hutschenreuter (Argentina), Roberto Mansilla Blanco (España), Juan Cruz Margueliche (Argentina), Héctor Martínez (Argentina), Fabricio Rauber Lema Ecuador), Xulio Ríos (España), Agustín Saavedra Weise (Bolivia), Claudia Sánchez Savín (Cuba), Juan José Santander (Argentina), Isabel Stanganelli (Argentina), María Julia Sorrentino (Argentina), Fernando Velasco Fernández (España) y Marcelo Javier de los Reyes (Argentina).

Finalmente, deseamos informar que el Anuario del CEID puede ser descargado gratuitamente desde la página https://saeeg.org/wp-content/uploads/2020/05/ceid_anuario_2019.pdf

Agradecemos su difusión.