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LA HONORABILIDAD

F. Javier Blasco*

Palabra que todos hemos oído y empleado muchas veces aunque pienso que, en realidad y a tenor de los hechos, muchos no saben realmente cuál es su verdadero o completo alcance y significado. Por otro lado, la misma palabra en si misma, quizá por su raigambre, imprime un determinado carácter e incluso puede llegar a impresionar.

Término que significa según el diccionario de la RAE “cualidad de la persona honorable”. Definición escueta que realmente no aporta mucha claridad a los que tengan interés en conocer su auténtico valor. Así, por ello, debemos recurrir de nuevo al mencionado diccionario para buscar el significado de honorable; término, que en lo referente a la persona dice que “se atribuye o concede a todo aquel que es honrado y por lo tanto, merece el respeto o la estima de los demás”. Cuestión esta última de suma importancia e interés dado que empareja el respeto a las personas con la honorabilidad y por tanto es fácilmente deducible que una de las principales causas de la destrucción y la falta de respeto y estima entre los seres humanos proviene, precisamente, de la ausencia o escasez de la honorabilidad en algunos de ellos.

Además, para evitar cualquier mala o libre interpretación en cualquier otro sentido que se aleje de la realidad y a fin de completar el análisis del término en estudio, creo que deberíamos analizar lo que el reiteradamente mencionado diccionario define por honrado que viene a ser algo cómo “el que actúa rectamente, cumpliendo su deber y de acuerdo con la moral, especialmente en lo referente al respeto por la propiedad ajena, la transparencia en los negocios, etc.”

Una vez cerrado el círculo de la definición y el acotamiento del significado y alcance de los términos y matices relacionados con la honorabilidad, es fácil entender que para actuar en concordancia, es imprescindible ser honorable; lo que forzosamente implica ser honrado, cumplidor del deber, actuar bajo los preceptos de una moral recta y perfectamente entendida y ser especialmente respetuoso con el resto en lo referente a factores transcendentales de la vida personal, moral y social o de relación.

Es precisamente debido a las férreas exigencias que exige la honorabilidad por lo que no suele ser muy sencillo encontrar un gran número de personas honorables en la sociedad; aunque pensándolo bien, y en función de la características desgranadas en los párrafos anteriores, proporcionalmente hablando, deberían ser muchas más las halladas entre aquellos que dicen y pregonan constantemente que consagran su vida y trabajo al servicio de los demás, los políticos.

Una vez más, la realidad nos obliga a poner los pies en la tierra y a darnos cuenta de quienes somos, donde estamos, hacia donde nos dirigimos y de quién y cómo nos conducen los pasos en la vida política, laboral y social. Al hacernos tales preguntas, muchos somos los que pensamos que el mundo está hecho al revés, y no es cierto. Somos nosotros los que nos empeñamos en cambiarlo a nuestro gusto o conveniencia para obtener benéficos personales, de partido, gremio o familia sin importarnos un rábano lo que ello pueda implicar.

Una vez metidos en harina, trazado un malévolo plan y conseguidos los apoyos necesarios para poder cumplir el objetivo que se busca, a los poco o nada honorables no les importa en absoluto cambiar o derogar el ideario inicial y olvidar todas aquellas promesas mantenidas y sobadas en las campañas; promesas, que les llevaron a ocupar un puesto para el que, si lo miramos bien, no fueron elegidos por su forma final de actuar.

Somos muchos los que constantemente denunciamos actitudes cercanas a verdaderos déspotas y dictadores cuando nos referimos a ciertos mandatarios que, como si fueran verdaderos y consumados sátrapas, dirigen nuestros designios. Nos escudamos en reprochar sus malas praxis cuando ejercen de forma abusiva el poder económico, político o social y su mala catadura moral. Pero realmente, son muchos, demasiados quizás, los ciudadanos que aceptan sin rechistar todo aquello y mucho más, e incluso llegan a forzar que se les manosee, engañe y maneje al antojo de aquellos perversos y malnacidos que tratan, en nuestras propias narices, en ponerlo todo patas arriba, mandarlo al traste a base de actuaciones retorcidas o perversas, aprovechando atajos o en plena nocturnidad.

El típico tópico de que los tiempos anteriores fueron mejores y que en ninguna parte del mundo ya no se encuentran políticos o dirigentes de la talla de aquellos otrora acertados personajes; no es que sea un tópico, es una auténtica realidad. Pero a muchos se nos olvida que los que ejercen el poder sobre nosotros y manejan nuestras vidas provienen de nuestras propias filas sociales, son o han sido compañeros de estudios, ideas, aficiones e incluso han pertenecido o pertenecen a nuestros círculos más íntimos de amistades o de entidad familiar; personas que actúan y piensan o lo hicieron en un tiempo no muy lejano como nosotros mismos hacíamos. En definitiva, forman parte de nuestro entorno y estatus social.

Voluntaria o involuntariamente, les hemos dejado crecer y aumentar su deriva; mirando para otro lado, riéndoles lo que considerábamos una simple gracia, una falta de experiencia o una pequeña perversidad. También, les apoyamos en su momento a pesar de que no pensábamos igual ya que firmemente creíamos que el agua que manaba de sus ideas no llegaría a formar río jamás. Los que, con el paso del tiempo y una vez la tela de araña está montada, seguimos apoyando sus atropellos porque ahora somos y estamos presos de sus prebendas bien tejidas y enmarañadas; caímos en ellas por simpatía o por un pequeño sueldo, ayuda o beneficio que impide que veamos su perversidad con toda su dureza y claridad.

Hoy en día, increíblemente y a pesar de todo lo grave recientemente pasado y aún inacabado a nivel local, nacional y mundial, según los recientes inapelables resultados, parece que es muy fácil dejarse convencer, engañar y arrastrar a aplaudir lo que hace tan solo unos meses era imposible ni siquiera imaginar y mucho menos, mencionar.

Se nos ha prometido de todo, se nos convenció de su sometimiento y acatamiento a una serie de principios de los que nunca se iban ni podían apear; hoy todos ellos han quedado aparcados, relegados a la nostalgia o al más duro y cruel olvido o menosprecio cómo si de algo obsoleto e incluso hasta inhumano o ilegal se tratara y se nos insiste machaconamente que tenemos la obligación de abjurar de nuestros principios, perdonar a los penados por intentar golpes de Estado, a los terroristas, a los que quieren romper España en mil trozos y agradecer a nuestros dirigentes haber tenido la suficiente clarividencia y voluntad para descubrir y marcarnos el camino que nos lleva a la concordia, el perdón y la prosperidad.

Algunos aparentan resistirse a tanto cambio, no aceptan las absurdas y desmedidas pretensiones de estos que solo buscan modificar las leyes y los usos y costumbres sin justificarlo; y además, porque sin inmutarse un pelo, lo hacen por el camino más corto, forzado e incluso alegal cuando es necesario; empleando todo tipo de subterfugios, añagazas, engaños o medidas en desuso amparadas en antiguas y obsoletas leyes que llevan aparcadas en la legislación desde tiempos que no tienen nada que ver con la realidad actual.

Pero, a pesar de la existencia de los muy descontentos, de que el problema es francamente peligroso y real y a sabiendas de que, cuantitativamente, son más los que no aceptan una solución tan fuera de natura y puramente inquisitorial; todos estos descontentos, son incapaces de aunar esfuerzos y marchar juntos en un solo partido o coalición que pueda oponerse de verdad a la mayor perversidad y corruptela que se ha vivido en España tras la segunda república y la guerra civil de 1936.

Algunos de estos partidos ajenos a tanto brusco cambio y vuelta a situaciones que son mucho mejor olvidar, han jugado un papel incierto, voluble, en constante equilibrio inestable y en busca de una oportunidad; su propia vanidad y al ponerse tantas veces de perfil cuando debían haber mantenido una postura firme de verdad, les han llevado a diluirse cual azucarillos en un té caliente para ser absorbidos por los extremos más cercanos y pasar a desaparecer o a ser algo anecdótico o residual.

En estos tiempos y no sólo en España, aunque aquí tenemos nuestra propia gran cruz de piedra, madera y metal; son muchos los ejemplos en los que se ven con toda naturalidad alianzas anti natura entre partidos y tendencias políticas por el mero hecho de mantener la poltrona unos meses o años más; no importa aliarse con los partidos que pretenden disolver el Estado o que le atacan por todos sus costados, ni pagar duros y villanos peajes, que nadie en la vida hubiera sido capaz de imaginar, por derrocar al contrario y ocupar su puesto con chulería e indignidad.

Se miente y engaña asiduamente y con toda facilidad; a todo se le da la vuelta; lo que ayer era blanco puro, hoy es negro azabache y no pasa nada por decirlo sin cambiar la cara, con cinismo y argumentos tan falaces e infantiles que hacen reír a quien de verdad pretende analizar el cambio de postura y conocer la verdad.

Se le otorga siempre a una ajena y diversa paternidad a las malas rachas, a las decisiones erróneas o la adversidad; aparecen inventados “comités de expertos” como los culpables de lo que va mal; pero cuando las noticias son buenas o esperanzadoras, el gobierno corre a las pantallas y entrevistas para protagonizarlas, aunque en éstas como en las otras, su grado de intervención y responsabilidad sea más o menos igual.

Se sustituyen ministros aunque las cosas vayan mal y no sea ese el momento más oportuno para cambiar, se intenta derrocar gobiernos subordinados con mentiras y nocturnidad, se abandona el gobierno y la política prometida cuando hace tan solo un año era imprescindible su presencia en primera fila porque sin él y sus ideas nada se podía hacer para salvar a España y a los pobres que ahora, tras su marcha, son muchos más.

Fuera de casa, los Organismos Internacionales como la ONU, la OTAN, el FMI y la misma UE entre otros, se han convertido en una especie de mercados persas donde los intereses de ciertos países, los tráficos de influencias y la necesidad de supervivencia prohíben cualquier tipo de medidas correctoras sobre países gobernados por auténticos sátrapas, personajes novelescos y tiranos que engañan, persiguen y matan a propios y a los demás.

Se prometen medidas correctoras tales como la aplicación de la justicia universal, el control de los violadores de la paz, el destierro del comunismo y los abusos sociales y ambientales; todo ello disfrazado de buenísmo, feminismo e igualdad barata; pero la realidad, es que todo es humo y palabrería despreciable sin par.

No es que no haya políticos y hombres plenos de liderazgo nacional e internacional, capaces de mover a las masas sin necesidad de engañarles con prebendas o la promesa de que pronto el maná llegará. Hoy en día, al ser casi todos falsos y llenos de podredumbre personal, los dirigentes suelen ser bastante efímeros y por ello, aquellos grandes “lideres” que movían montañas y levantaban masas, pasan a otra cosa con toda facilidad; abandonan la política sin importarles todo lo dicho, prometido y dejado atrás y mediante las llamadas puertas giratorias se colocan sin preparación alguna en la gran empresa, a ser posible estatal, a vivir opíparamente de los demás.

Es triste decirlo y mucho más reconocerlo, en este mundo cambiante y francamente despiadado todo o casi todo ha perdido su valor; los pilares que sustentaban las grandes políticas, las alianzas, la economía y hasta la religión se han resquebrajado poco a poco debido a una degradación individual y colectiva del grado y nivel de educación, la formación moral y el respeto a los demás. Ya poco queda a los que nos podamos agarrar y es precisamente en este pestilente y enfermizo ambiente en el que los pobres de espíritu, los amorales y los que desconocen el valor de la honorabilidad se hacen más fuertes, aparecen, crecen y se multiplican como setas en un humeral.

Son capaces de todo, despiadados y malévolos hasta la saciedad; no paran ante nada y justifican sus posturas y acciones perversas con una sonrisa, demostrando con ello que no les importa nada ni traicioneros personajes de los que por desgracia, en España conocemos y tenemos mucho más ejemplos que los demás.

Hoy mismo, sin ir más lejos, todo un elaborado y maléfico plan se acelera con una vergonzosa intervención teatral en Barcelona para justificar lo injustificable, actuación a la que ni siquiera el gremio de los implicados acudirá; con una ignominiosa campaña contra el propio el Estado en Europa y con los ataques para desproteger el Constitucional. Lo malo de esto, es que aún no es el final; quedan todavía muchas sucias acciones con graves consecuencias que ya veremos cómo acabarán.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

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A GRANDES MALES, MAYORES REMEDIOS

F. Javier Blasco Robledo*

Imagen de M W en Pixabay

Cada vez somos menos los que vemos e intentamos avisar del grave peligro que se avecina y que ya está llamando a la puerta; de momento no es que sea una debacle completa, pero camino de ello llevamos y pronto se verá porque el futuro no es nada prometedor —de momento, seis meses en Estado de Alarma— para la juventud que tenemos protestando y quemando las calles, en paro, con muy pocas perspectivas y con una deuda tremenda sobre sus cabezas para ser pagada por ellos. En esta ocasión no me voy a referir a esa horrible pandemia que galopa a su albur aunque algunos, muy presurosos por apropiarse todos los éxitos existan o no, presumieron de haberla vencido con tan solo tres meses de confinamiento. Tampoco me refiero a la crisis económica a la que nos enfrentamos en Europa sin estar preparados para ello, con escasa y mal definidas herramientas y con un determinado o variable acierto según sea la ideología, la eficiencia, el número de recursos puestos en juego y las verdaderas intenciones del gobierno que domina o maneja cada territorio con mucho, poco o ningún fundamento.

Me quisiera referir a España, la llamada piel de toro, que ha sido testigo de miles de intrigas, batallas, guerras internas y externas, traiciones, tiempos de gloria y esplendor, miserias, enfermedades y grandes descubrimientos. Esa España, a la que muchos prometen a diario dar su vida, si fuera preciso; pero donde luego, a la hora de la verdad, casi todos miran para otro lado, callan deshonrosamente o se contentan con cualquier disparatado apaño venga o no a cuento.

Una España que hizo una transición modélica y pasó de un régimen dictatorial a la democracia de forma rápida e incruenta. Momentos en los que auténticos hombres de Estado, supieron sentase uno al lado del otro, para codo con codo llevarnos en la dirección que propiciaría el que pudiéramos arribar unidos y de la mano a buen puerto.

Cómo todas las cosas, nuestra Constitución es perfectible y como no, también es moldeable, por mucho que el legislador pensara que lo dejó todo bien atado para que no se pueda jugar con los principios básicos con escuálidas mayorías o por el mero capricho del gobierno de turno. Por lo tanto, y a pesar de muchos intentos de ataques y profundos cambios, con diverso grado de cumplimiento, se puede decir —aunque creo que no por mucho tiempo— aún conserva gran parte de los principales conceptos para una convivencia, limpia y en paz; la mayoría desarrollados en leyes complementarias y orgánicas para poner en claro lo acordado en aquellos sublimes momentos.

Las izquierdas y las derechas lanzaron sus pelillos a la mar, trataron de olvidar tantos malos momentos, tiempos de tenaz enzarzamiento, cuitas, afanes de revancha y recelos provenientes de tres años de combates entre hermanos y tras muchos años de una dictadura franquista de la que, a fuer de ser sincero, debo decir que en lo social, cultural, económico e industrial tampoco fue tan mala ni un mal ejemplo de escandalosos aprovechamientos para saciar ansias sectarias, o de robos y saqueos a manos llenas por doquier sin orden ni concierto, tal y como generalmente ocurre, en otras dictaduras de corte comunista y dictatorial que vacían los bolsillos de todos, arruinan la nación y llenan a los súbditos de zozobra y descontento para salir ellos con el botín corriendo.

La democracia echó a rodar allá por 1978 y parecía que todo iba bien aunque aún quedaban ciertos militares y políticos de extrema derecha quejosos de perder sus privilegios, o que adelantándose en el tiempo, entendieron que de seguir por el camino trazado, acabaríamos como estamos; de nuevo en las dos Españas, divididos entre azules y rojos, llenos de tirria y revanchismo a pesar de que los principales actores que mueven esto, no han sufrido en sus carnes ningún tipo de persecución en un solo mal momento. Sentimientos enfermizos que aunque ahora se tratan de ocultar bajo banderas, recuerdos inventados y cuestiones que no tienen nada que ver, dan mucho caldo o se venden bien entre el pueblo chabacano, poco formado, adocenado y que se contenta con una falacia, una consigna guerra-civilista, una dádiva o hasta con un chusco de pan, siempre que éste sea gratuito, antes que pensar en los profundos valores, el patriotismo, el trabajo en equipo u otros nobles sentimientos.

El fallido golpe de Estado del 23 F fue un aviso a navegantes en los dos lados del encuentro; los unos ante las penas tan graves, tomaron nota, de lo que les podía pasar si intentaban de nuevo cualquier golpe aunque fuera en la modalidad de intento y, por otro lado, los otros convencidos de que el jarabe administrado había tenido su efecto, se dedicaron al legislar aún más para que nadie volviera a intentar, por la fuerza, tamaño esperpento.

Cuando se manosean las leyes y normas, aunque no lo parezca, suele ser para adaptarlas al capricho del legislador y se termina en algo bastante alejado de los primigenios conceptos, por lo que si tras un detallado plan, se tocan todos los pilares del Estado, es muy fácil llegar a una situación próxima al derrumbamiento. Alguien un día proclamó “Montesquieu ha muerto y a España a este paso no la va a reconocer ni la madre que la parió”. Peligroso y oscuro personaje que aún no sabe el daño que se infligió con tamaña hazaña y que, sin dudarlo, de aquellos polvos vienen ahora estos lodos en los que retozan a su gusto y acomodo la mayor parte de los pilares porque, desde entonces y ahora aún mucho más, se dejaron y dejan avasallar y no mostraron enérgicamente su resistencia a la penetración, profundo malestar y descontento.

Han ido pasando los años y casi todos los gobiernos, para sustentarse en el poder a su modo y conveniencia, han realizado todo tipo de vergonzosos pactos —la mayoría contra natura— que han causado un mal tan grave e irreparable a la salud de España, por lo que ahora es imposible recuperar tanta cesión y nuestro país se ha convertido en una serie de reinos de taifas donde cada uno va por su lado, a sabiendas de que el gobierno es débil, se esconde ante la responsabilidad, deja hacer a los demás para que nadie le pase cuentas y que además, al estar apoyado en lo peorcito que existe en la Cámara, son dichos partidos regionalistas, separatistas, comunistas y filo terroristas los que de verdad, y a las claras, rigen los designios de la Nación, incluso, como recientemente se ha visto, en los peores momentos.

España, a pesar o por ser el Estado más longevo de Occidente, es tierra muy propicia al golpismo y al levantamiento contra todo aquel que se pueda considerar como invasor u opresor. Nuestras tierras catalanas, levantiscas donde las haya, no han querido dejar de protagonizar sus levantamientos en este periodo político de referencia y por ello se montaron su propio 1-O. Pero en esta ocasión, como la mayoría son socios o sustento del gobierno actual; por lo que este sin mesura ni recato, ha hecho y sigue haciendo todo lo posible para que aquel golpe de Estado se convierta en una vulgar e infantil ensoñación. No contentos con aquello, por ahí andan a trancas y barrancas dándole vueltas a la fiscalía (controlada por el gobierno, Sánchez dixit) y aprovechando las enormes ventajas que el nuevo y larguísimo Estado de Alarma les ofrece para buscar impunemente un vulgar y torticero acto de amnistía para darle salida a todo malhechor implicado en aquel sucio y nefasto evento.

En resumen, siguiendo nuestra máxima de ser diferentes a los demás en todo, después de tanto legislar para castigar los golpes de Estado con mayor fuerza que en cualquier país del entorno a fin de evitarlos en casa; pero, con un simple cambio de timón y en función de quien hayan sido los protagonistas, pretendemos pasar a ser más laxos que nadie porque nos lo exige el guión político de este momento.

A la vista de los pocos o escabrosos resultados de las implicaciones jurídicas o juicos propiamente dichos en recientes casos donde se han visto implicados políticos famosos, los miembros del poder judicial (tercer y muy importante pilar del Estado) están o van en camino de estar hechos unos zorros. Que la Fiscalía general actúa al dictado del gobierno por pertenencia orgánica y que se haya podido “aparcar” por los pelos y al toque de la campana el ruin intento del gobierno para controlar el nombramiento del CGPJ —aunque ya veremos, finalmente, qué pasa con este estema y con la renovación del TC— se puede colegir fácilmente, pero este poder está al borde de sucumbir en las garras del ejecutivo, con lo que el absolutismo está cercano y será claro y patente con muy pocos miramientos.

Del poder legislativo es mejor no hablar; tras tanto burdo y chabacano espectáculo dado a diario en ambas cámaras, la esperpéntica actuación de hace unos días para la aprobación de la prórroga del Estado de Alarma, sin una mera discusión al más alto nivel, llevada a cabo por aplastamiento enjuagado aparte y presentada por el ministro de Sanidad —abroncando al que sabía que no le iba a votar— sin que interviniera para nada el presidente del gobierno; máxime cuando como consecuencia de la decisión aprobada, el control de la pandemia y de las medidas a tomar durante nada más y nada menos que medio año, quedarán en manos de un organismo interregional que no tiene entidad jurídica para desarrollar un trabajo tan complejo por falta de medios propios, capacidad y fundamentos. Hecho nada baladí porque supone quedarse de perfil para el gobierno, sin ninguna responsabilidad porque los que realmente tomen las decisiones de cerrar ciudades y territorios y en consecuencia, estrangular su economía, serán las Comunidades y mientras tanto, Sánchez seguirá ejerciendo de poli bueno ante las esperadas y crecientes algaradas y saqueos que ya han empezado a surgir al principio de este largo puente en señal del fuerte descontento.

Las fuerzas armadas, además de estar “legalmente maniatadas” por mucho que diga la Constitución, no cuentan con una aguerrida cúpula militar que pueda poner la menor cuestión o pega al gobierno ante tanto desvarío y desconcierto. Ya se ha encargado la Ministra Robles de encabezarlas adecuadamente para lograr sus objetivos a pesar de que están muy envejecidas; muchos de los materiales son muy viejos u obsoletos y de que el gobierno de Sánchez no hace más que bajarles sus presupuestos y aun así, engatusar a los miembros de las FAS en general. La táctica consiste en soltarles caramelitos y hacerles sentir importantes en tareas que realmente son más propias de protección civil que militar y exigiendo un gran esfuerzo a unas menguadas unidades, habiendo millones de españoles en paro cobrando y sin aportar un solo esfuerzo o nada, ni siquiera en tan graves momentos.

La economía cabalga a sus anchas sin orden ni concierto, como pollos sin cabeza en un corral asaltado por una manada de lobos; ya ni los grandes expertos se ponen de acuerdo sobre la mejor y necesaria receta para atajar tan grave agujero, ni en el cómo dedicarse a recuperarla. Por lo que se ve, en el exterior, todos los países, sin excepción y en función de sus propias capacidades, han optado por bajar impuestos y proporcionar a fondo perdido ayudas masivas a las personas, empresas y a los sectores en peligro de cierre o extinción. Aquí, además de fiarlo todo al muy repetido maná que llegará de Europa con cuenta gotas y en varios años, no es así, sino todo lo contrario; a pesar de lo tantas veces dicho y prometido, a todos nos van a sablear a impuestos tengamos trabajo o no; algunos sectores o pequeñas empresas contaran con préstamos ICO sí, es que merecen su aprobación; préstamos, que más pronto que tarde se tienen que devolver con independencia de haber vuelto a la activad plena no. No hay campañas masivas de protección a los sectores más importantes cómo el turismo y todos los sectores anejos, la hostelería o la automoción, salvo pequeños parches que muchas veces se quedan en solo promesas y que en ningún caso son suficientes para salvar al completo ningún sector. Muchos de los ERTEs, y máxime tras este segundo confinamiento, se convertirán en EREs con lo que aumentará enormemente el paro a pesar del espejismo de ese manoseado “rebote” que no recuperación del PIB en el tercer trimestre del que dudo mucho de su realidad y mantenimiento en el tiempo y todo apunta a que los datos adelantados por el gobierno sean solo una estratagema para calmar el previsible descontento.

Con la justicia estando como está, la economía por los suelos y tratando de recuperarla en la dirección equivocada, las fuerzas armadas amansadas y distraídas en sus nuevas tareas domésticas, las Cortes y el Senado dominados por diversas coaliciones y pactos, el incondicional apoyo de los empesebrados y bien pagados medios y redes, con una buena y efectiva campaña propia de propaganda constante y con una población a la que se le ha helado la sangre, adocenada y bien instruida para la causa tras años de adoctrinamiento en todas las aulas de España y a la que le que parece ser más rentable esperar a la dadiva que le llegue del gobierno, que salir a calle a protestar en busca de un puesto de trabajo y el pan justamente ganado con el sudor de su frente; solo nos resta esperar que a España la salve la clase política, aquella, que por cierto, es la principal culpable de que estemos en esta grave situación de desconcierto.

Sánchez ha sabido embridar, a pesar de sus declaradas pesadillas de antaño, a los populistas y comunistas en su gobierno socialista duro; unos y otros haciendo los justos ascos y remilgos han sabido obtener el apoyo de separatistas, independentistas y filo terroristas, cuyos votos les garantizan la continuidad del gobierno, por lo que solo le puede hacer sombra la mal llamada oposición de centro-derecha. Un árbol reseco lleno de inexpertos grillos donde cada uno quiere cantar e ir en su propia dirección. Un inexistente grupo que se asemeja más a un avispero con tres avispas reinas donde, realmente, solo reina la confusión, la zancadilla y el mal ejemplo.

Tenemos a Ciudadanos —un partido residual en camino a desaparecer para siempre como algunos que le precedieron en el mismo espectro— en manos de una oportunista que abandonó a los catalanes tras haberles engañado en las últimas elecciones regionales y que aterrizó en Madrid a hacerse cargo de los despojos de lo que el señorito Rivera dilapidó por su mala gestión mientras se dedicaba más a preparar su nuevo nido de amor que hacer política de verdad y coherente. La señora Arrimadas ha perdido el Norte y desde su llegada a la capital decidió cortar todas las amarras existentes y quedarse de utillero de Sánchez para pasarle el estoque, el capote, la toalla o el botijo cuando el maestro lo necesite y aunque este, no se lo demande. Un partido de usar y tirar con el que Sánchez juega al gato y al ratón haciéndoles ver que, de vez en cuando, aparenta tomar en consideración lo que estos le proponen, para que se sientan contentos y justifiquen ante su escasa audiencia sus “extraños derroteros” totalmente fieles a un cada vez más irreconocible PSOE para, irremisiblemente y a continuación, dejarlos olvidados en cualquier cuneta tras un par de momentos.

Luego en el ranking progresivo aparece a Vox, un partido de mucho ruido y pocas nueces, nacido principalmente por escisión del PP que pone en cierto el dicho aquel que dice que “no hay peor cuña que la de la misma madera”. Arrogantes desde su fundación, prepotentes y rayanos en muchos momentos en asuntos y temas de anticonstitucionalidad y otras perlas poco bien recibidas en la sociedad, máxime con la sensibilidad que existe a nivel mundial sobre temas referentes al sexo humano, la raza y las relaciones entre las personas. Un partido que, al puro estilo del partido de ultra derecha —actualmente rebautizado para edulcorarlo “Agrupación Nacional” de Marine Le Pen en Francia— desprecia e insulta a todos, incluso y con más ardor, si cabe, a los que deberían ser sus compañeros de bancada, aunque luego, incomprensiblemente, tiene la piel muy sensible cuando alguien les paga con su misma moneda por tener creído que ese era su campo y su uso de exclusivo mérito.

Por último, nos encontramos con el PP de Pablo Casado, un partido que tras haber gobernado bastantes años con determinados aciertos en la arena económica, también ha heredado muchas y grandes cantidades de aguas turbulentas y hasta en algunos casos bastante fétidas lo que les ha llevado a dilapidar gran parte de sus seguidores y credibilidad. Acosado, como todos por la corrupción, pero con la diferencia de que a la suya siempre se le magnifica por irrelevante que sea y nunca se les perdona. Arrastrado del poder por una mal intencionada moción de censura, elaborada a varias manos y basada en una improcedente sentencia, y ansioso de mostrar su amor a España, su verdadera identidad, así como su valía y capacidad de renovación; dispuesto y preparado a sacar, por tercera vez, a España del enorme agujero económico en el que los socialistas nos metan por actuar sin orden, rectitud ni concierto.

Las fuerzas entre estos dos últimos partidos están bastante equilibradas, suelen ser persistentes en su permanencia e intención voto. No obstante, aunque es más que posible que no todos sus votantes entiendan un acercamiento entre ambos para hacer una gran coalición de derechas, sigo pensando firmemente ,y creo no ser el único en hacerlo públicamente, que los tiempos pasados difícilmente volverán, la población está muy fragmentada, amachambrada y cabreada por lo que mientras estos dos partidos con sus líderes a la cabeza, no bajen sus humos, pueriles diferencias o inútiles exigencias y se pongan a la tarea de unirse en una única alternativa de amplio espectro de derechas, nunca seremos capaces de vencer a esta maléfica coalición social-comunista y asociados que nos lleva derechos y de cabeza a una especie de absolutismo social-comunista que puede tener un final muy trágico para España, de los que sobre todo, en América latina tenemos muchos y graves ejemplos de los que nunca pensamos que pudieran llegar a florecer, pero que en pocos años, han traído el caos y la ruina a varios ricos y emergentes países y se han llevado por delante muchos cientos de miles de vidas y de grandes proyectos.

Allí, en muchos de los casos este problema aún no lo han sabido resolver por ellos mismos y siguen envueltos en asesinatos, hambrunas y persecuciones; esperemos que de nuevo, sea España ejemplo de cómo vencer al comunismo, aunque para esto, precisemos de cierto apoyo europeo.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España.  Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas.

Miembro de la SAEEG.

                                

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