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¿CÓMO SALIMOS DE LA CIÉNAGA… QUE SUPIMOS CONSEGUIR…?

Heriberto Justo Auel*

“Te llaman todos Muñeca Brava*,

Porque a los giles mareás sin grupo,

Pa’ mi sos siempre la que no supo

guardar un cacho de amor y juventud”.

Tango – Cadícamo – 1929

 

  1. La presente situación preelectoral.
  2. Las “Tesis” de Anzaldi y la “definida señal” de “Ella”.
  3. Las “etapas” del marxismo, en la tesis Nro. 2 de Pablo Antonio.
  4. “Porque a los giles mareás sin grupo”.

 

  1. La presente situación preelectoral[1].

Hace casi diez años nuestro Investigador Principal —el Dr. Pablo Antonio Anzaldi— publicó en nuestra Página Web —www.ieeba.org— un lúcido ensayo titulado “Diez Tesis sobre el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner”[2]. Hoy vamos a aprovechar su importante contenido para encontrar, entre los oscuros senderos que deberemos recorrer en los próximos meses —en un año de elecciones “de medio tiempo”— a la huella que podría permitirnos hacer pie en tierra firme.

El impulso de última hora —para sentarnos a escribir el presente artículo— ha sido el nombramiento inesperado del nuevo Ministro de Defensa, por la definida señal” que con ello ha emitido “la jefa” en el particular momento político que vivimos —con escaso entusiasmo cívico— en la preselección de candidatos de los partidos —las PASO—: Jorge Taiana tiene un CV que lo ubica en la “manifestación histórica marxista 2 – 3” que estableció oportunamente Pablo Antonio, en la publicación citada más arriba. Más adelante descifraremos lo que ello significa.

La definida señal” es -además- la que queda corroborada por la reciente auto radicalización revolucionaria del “nuevo Cte. Tartufo” que perdió —en la última semana— sus escasos remanentes de político “moderado”, ingresando así a la jaula de los “duros estalinistas” residentes en la “casa patria”. Este pase —muy bien actuado— es una evidente necesidad electoral para contener el “fuego amigo”, que está dañando —si quedara algo por dañar— a su autoridad o credibilidad personal.

  1. Las “Tesis” de Anzaldi y la “definida señal” de “Ella”.

La “definida señal” y el surgimiento de un “nuevo Cte. Tartufo” son claros indicativos de las luces rojas —encendidas por el Foro de San Pablo— ante los fuertes indicios de una dosificada “implosión cubana”. ¿Hay directivas de aceleración del proceso de reemplazo del sistema político argentino? ¿Es solo casual que el nombramiento de un montonero en Defensa esté acompañado por la propuesta de remate de las FFAA, por parte de Guzmán? ¿Qué pensará Sullivan, cuando su Embajada en Buenos Aires le haga conocer estas declaraciones, luego de “los avisos” que él acaba de entregar en Buenos Aires? ¿Los escandaletes éticos de Olivos, alcanzan para encubrir las garantías encaminadas a retener la mayoría en la Cámara de Diputados del oficialismo?

Vayamos ahora a las “Tesis” de Anzaldi que calibran el posicionamiento de las diversas especies —en la “manifestación histórica marxista”— que nos llevan a caer en la cuenta de la profundidad de la “ciénaga” de la que pretendemos salir. Al respecto, nos preguntaba un cercano colaborador si ¿podíamos siquiera imaginarnos a un Renato Curcio —ex jefe de las Brigadas Rojas italianas— como Ministro de Defensa en Roma, o a Andreas Baader —de la Rote Armee Fraktion— ocupando el sillón de Ursula von der Leyen en Berlín o al jefe del IRA —Gerry Adams— como Ministro de Defensa en el RU?

Y nuestro antiguo Cadete del Colegio Militar respondía así, a sus propios interrogantes: “HEMOS LLEGADO A UNA SUERTE DE TRANSFERENCIA IDEOLÓGICA INADVERTIDA. Si tuviéramos que encontrar una explicación académica a este fenómeno social, deberíamos recurrir a Raymond Aron y a lo que él llamó la “estrategia del salame”[3], que en nuestro caso fue indudablemente exitosa. Hemos naturalizado lo que creímos imposible. Un claro “imponderable” que nos parecía imposible, es hoy un hecho”.

Nuestra gran duda —que dejará de serlo pronto— es la siguiente: ¿entenderá la dirigencia argentina lo sustantivo de la situación que nos abarca? ¿Habrá —en la oposición— una masa crítica suficiente y con el coraje necesario para enfrentar decididamente la gravedad situacional del momento y dar los pasos imprescindibles que nos saquen de la ciénaga?

Recordamos —en este mes de Agosto— el pase a la inmortalidad del Padre de la Patria. Roguemos a Dios que su inmensa ejemplaridad ilumine a nuestros conciudadanos en el ejercicio de sus responsabilidades, como “mandantes” en la República.

  1. Las “etapas” del marxismo, en la tesis Nro. 2 de Pablo Antonio.

 

En las “Diez Tesis…”[4] en el punto 2)— se enumeraban —hace quince años— “tres grandes manifestaciones históricas del marxismo y el principio de una cuarta”. Vamos a citarlas:

 

La 1ra. Etapa: fue la “Asociación Internacional de Trabajadores”, de la mano del propio Marx.

La 2da. Etapa: fue la del “marxismo-leninismo” -Lenin, Trotsky, Mao y Fidel. Su objetivo: la toma del poder por la “revolución” y la eliminación de las “clases dominantes mediante el “terror”.

La 3ra. Etapa: es el surgimiento del “marxismo tercermundista” —con componentes nacionalistas, cristianos y culturales, propios de Iberoamérica y África— Caso nicaragüense, salvadoreño y angoleño.

El nexo entre las etapas 1 y 2 se cristaliza con Plejanov y Vera Zasulich.

El nexo entre las etapas 2 y 3 con Carlos Fonseca Amador, los teólogos de la liberación y Gramsci.

La 4ta. Etapa: se origina en la 3ra y se aparta de las 1 y 2 —que no desaparecen—. Se impulsó desde los petro-dólares venezolanos con el “Socialismo Siglo XXI” en los 2000 —Heinz Dieterich— y continúa con la contraofensiva iniciada el 24/07/2019, financiada ahora por los narco dólares de los carteles de la revolución castro-comunista.

En la Argentina el “trotskismo” aún permanece en la Etapa 2. “Montoneros” en las etapas 2 y 3, como fenómeno transicional desde el “leninismo” —concentración y destrucción revolucionaria— hacia nuevas síntesis —nacionalistas y religiosas—. Es un movimiento ambiguo, con permanente oscilación ideológica que se origina en el ámbito del peronismo. El “PRT-ERP” es etapa 2, pura y dura —revolución socialista, ateísmo militante y concentración ilustrada—, que se nutre con militantes del partido radical.

Montoneros: no tuvo teóricos-doctrinarios orgánicos. Rodolfo Walsh y Öesterheld no influyeron como tales. John William Cooke desertó del peronismo hacia el castro-comunismo. Sostuvo la tesis de que Montoneros era la “vanguardia revolucionaria” del reformismo peronista a través de la guerrilla, la confrontación con la dirigencia sindical, el abandono de la doctrina peronista -su reemplazo por el marxismo revolucionario-, el planteo del “hombre nuevo” y el “uso del liderazgo de Perón” para captar a las masas. Hernández Arregui o Abelardo Ramos adhirieron al peronismo desde la tribuna marxista de la Etapa 3, con inclinación hacia el peronismo tradicional y por ello se enfrentaron con Montoneros.

La 4ta. Etapa es la del marxismo que aún está en curso con Maduro, Correa, Morales, Ortega, los grupos antiglobalización, el indigenismo radical, los progresistas de izquierda, etc., y que conocen como terminaron las etapas 2 y 3. Se inició con el nuevo milenio, pero retiene los objetivos iniciales de los ´60 y la dirección del PC cubano, que opera a través del FSP[5] y el GP[6].

 

Los gobiernos de “Ella” —nuestra “muñeca brava”— han sido y son marxismo etapa 4. Su inclinación por “La Cámpora” se explica en que ambos revistan en el marxismo 2 y 3 y su rechazo por la figura de Perón es coherente con la ideología de la etapa 4.

La comunicación social y la oposición política -por ignorancia o por antiguos rencores- a este neo-marxismo 4ta. Etapa le siguen llamando “peronismo” o “populismo” y se crea así una severa y perversa confusión en el electorado común y corriente. Esta grave responsabilidad es compartida por lo que resta del peronismo “histórico” —de entidad social-cristiana— que no ha sabido rechazar con la claridad y energía necesarias —en oportunidad— al malentendido provocado por el “entrismo revolucionario”, situado en las antípodas de su doctrina “usurpada y malversada”.    

La carencia de “teóricos-doctrinarios-orgánicos” que señala Anzaldi en sus “Diez Tesis…” 2) es notable en las nuevas dirigencias políticas de los diferentes partidos y ello se traduce en la apatía política de la sociedad. Sin “pensadores políticos” no habrá “Estadistas” y sin ellos no habrá proyecto de futuro. En ese conjunto de objetivos geopolíticos estaría una propuesta que conllevaría nuestra unidad como Nación y nuestra esperanza como comunidad.

Quienes militan en el marxismo de la 4ta Etapa se posicionan en dogmas irreductibles, sostenidos por falacias que construyen una narrativa —o relato- a consumir por la militancia, normalmente corrompida. Estos fundamentalismos no se comunican, no dialogan ni debaten. Tienen razones irreductibles -asumidas como postulados- que los llevan necesariamente a la violencia.

Por ello cuando aparecen candidatos “moderados” frente al castro-comunismo, que entienden poder compartir coaliciones “electorales” con ellos —a veces presentados como corderos, siendo lobos— se encuentran con que, alcanzado el Poder, no pueden “gobernar”. Es la experiencia que inhibió al gobierno Macri y que no debe repetirse.

La gran oportunidad para localizar a las “quinta columnas” [7] que se infiltran en las coaliciones, está en las PASO. La búsqueda del lugar en la lista de candidatos, obliga a mostrarse como lo que son. Cuando se oye aplaudir al “igualitarismo” o al “progresismo”, sepamos que estamos en presencia —consciente o inconsciente— del castro comunismo. Hay palabras y conceptos que sirven como “comodines” para el encubrimiento de los infiltrados o de los “idiotas útiles” y hay otras, que ponen en evidencia a lo que ocultan.  

Las coaliciones deberían constituirse con la mayor masa crítica posible de quienes comparten “valores, principios y creencias” homólogos[8]. ¿Cómo ha sido posible que legisladores de una misma coalición se dividan, cuando hay que aprobar o rechazar una Ley sobre el aborto? Estas son las coaliciones incapaces de enfrentar los cambios estructurales que exige nuestra crisis centenaria[9] y que resultan funcionales a la estrategia sin plazos de uno de los enemigos más peligrosos de los argentinos: el castro-comunismo -que hoy es gobierno- con el que mantenemos un “Estado de Guerra” desde el año 1989 y acaba de nombrar a un terrorista militante de la 4ta. Etapa en el Ministerio de Defensa.

4). “Porque a los giles mareás sin grupo”.

Dentro de algunas semanas —el 12/09/2021— el electorado argentino votará en las PASO para determinar la precedencia que tendrán los candidatos en las listas de legisladores de las diferentes coaliciones y partidos a elegir —el 14/11/2021— en las elecciones generales.

Las diferentes listas que se nos presentan ahora —para el 12/09/2021— dividen aguas entre “moderados, palomas, dialoguistas o progres” y los “ortodoxos, águilas o conservadores” y hemos observado escaso entendimiento de este fenómeno social preelectoral.

Los primeros —“los moderados”— entienden que pueden convivir con nuestros “talibanes de la 4ta etapa” toda vez que comparten con ellos el relativismo de los valores de nuestra cultura-identidad, siendo los futuros “quintacolumnistas” que enfrentarán —dentro de las mismas coaliciones— a “las águilas”, logrando trabar la gobernabilidad. Ya los hemos sufrido.

El caso más notorio ha sido el de Ricardito Alfonsín, cuando en oportunidad del ataque al Congreso —con una “pedrada” histórica— blanqueó su verdadero pensamiento y dijo, desde una banca de Cambiemos: “Yo estoy más cerca de Moyano que de Macri” y es hoy Embajador de “Ella” en Madrid. Muchos de sus correligionarios siguen simulando su adhesión a una coalición que no es la suya. Los socialdemócratas son naturales socios gramscianos de los estalinistas, interrelacionando así a la III y IV Internacionales[10] [11]. Debieran de adscribirse a la otra coalición, a la que propuso —-a través de Chávez en el 2009— la creación de la V Internacional, y fracasaron.

Los segundos —“los ortodoxos”— han entendido que los fanáticos kk son castro-comunistas irreductibles, enmascarados como “demócratas” o “peronistas” que, cuando alcanzan el poder ya no lo abandonan, como abiertamente lo están demostrando Maduro en Venezuela o bien Ortega en Nicaragua. Entre nosotros ocurre algo homólogo.

Necesariamente los kk deben ensayar —cuanto antes— el salto de garrocha a la órbita asiática china y/o rusa, para sobrevivir a las gravísimas crisis provocadas por sus ineptitudes y por sus altísimos niveles de corrupción generalizada que les exige retener la impunidad.

Para “los moderados” los kk —de la 4ta Etapa— son meros “adversarios” con los cuales entienden que lograrían la unidad nacional, eliminando la “grieta” que aquellos han creado y que refuerzan día a día. Por ignorancia, estulticia o una oculta simpatía entre “progres”, son “compañeros de ruta” al momento de tomar decisiones y —sigilosamente— ya están presentes en el FSP, fundado por estalinistas.

Las “águilas” —-contrariamente— son conscientes de que están frente a un “enemigo” que aspira lograr “una dictadura moderna de partido único”, que simula mintiendo y que “marea a los giles sin grupo”, como ha ocurrido en Cuba y más recientemente en Venezuela. La mayoría de ellos conformarán las columnas de migrantes —en un posible futuro no lejano— como lo hemos visto en los millones de cubanos y venezolanos que huyeron de lo que contribuyeron a crear, lanzándose al mar o caminando centenares de Kms. en busca de la Libertad perdida.

El rechazo de los millones de vacunas Pfizer —que nos trajo miles de muertos por Covid 19 durante cuarentenas interminables— por el solo hecho de que venían desde EE.UU., el retiro del Grupo de Lima, los votos favorables a las dictaduras en los Organismos Internacionales y una declaratoria pública de adulación a los regímenes dictatoriales del Lejano Oriente —aunque tardíamente— han traído la posibilidad de empezar a decir la verdad a un periodismo temeroso, ante lo “políticamente incorrecto”. La olla está destapada y se terminó el engaño, la simulación y la falacia.

Si el electorado mayoritario no despierta en tiempo, nuevamente podemos llevar al poder a una coalición electoral que se auto inhibe para gobernar. Tropezaríamos otra vez con la misma piedra y los “famosos cambios estructurales” que nos sacarían de la ciénaga no llegarían, aumentando la desesperanza social y la desconfianza en el sistema político republicano. Prepararíamos —en ese caso— nuevamente el terreno para darle continuidad al proceso revolucionario sin plazos que es conducido desde 1959 por el PC de La Habana.

Los kk han tomado “todas” las medidas posibles para asegurar la retención del poder —a pesar del desastre de la administración de “Tartufo”— desde el nombramiento de los Jueces Electorales, el control del Correo Argentino o la compra de una masa de fiscales “muy jóvenes”.

Mientras tanto la oposición se entretiene y divide con la anécdota diaria del desorden de la “Argentina Presidencia” que seguramente seguirá —hasta las elecciones— creando señuelos cada vez más coloridos para los que miran solo lo superficial y tragan alegremente el anzuelo que les ofrece el resentimiento y el odio social.

POR ESO TE DIGO —MUÑECA BRAVA— LO QUE SIENTO Y PIENSO CON UN VERSO BIEN ANTIGUO Y BIEN PORTEÑO:

“Te llaman todos Muñeca Brava*,

Porque a los giles mareás sin grupo,

Pa’ mi sos siempre la que no supo

guardar un cacho de amor y juventud”.

Tango – Cadícamo – 1929

* Muñeca Brava: argentinismo – “mozuela frívola y presumida”.

 

* Oficial de Estado Mayor del Ejército Argentino y del Ejército Uruguayo. Ha cursado las licenciaturas de Ciencias Políticas, de Administración, la licenciatura y el doctorado en Relaciones Internacionales. Se ha desempeñado como Observador Militar de la ONU en la Línea del Cese de Fuego del Canal de Suez.

Se ha desempeñado como Profesor Titular de Polemología, Estrategia Contemporánea y Geopolítica, en Institutos Militares Superiores y en Universidades Públicas y Privadas. Ha sido conferencista invitado en el país y en el exterior. Ha publicado numerosos artículos sobre su especialidad y cinco libros acerca de la evolución de la situación internacional en la posguerra fría. Actualmente se desempeña como: Presidente del “Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires” (IEEBA), Presidente de la “Academia Argentina de Asuntos Internacionales” (AAAI) y Director del “Instituto de Polemología y Estrategia Contemporánea” (IPEC), de la Universidad Católica de la Plata (UCALP). Es miembro activo de la Asociación Argentina de Derecho Internacional y miembro Honorario del Instituto de Teoría del Estado.

 Referencias

[1] H. J. Auel. “La amenaza híbrida en la Quinta Campaña”. Julio de 2020, www.ieeba.org

[2] P. A. Anzaldi. ““Diez Tesis sobre el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner”.  Diciembre de 2007, www.ieeba.org

[3] R. Aron. “Sobre Clausewitz”. Buenos Aires: Nueva Visión, 2000.

[4] P. A. Anzaldi. Op. cit.

[5] FSP: Foro de San Pablo: “es una organización político-estratégica creado en 1991 por Fidel y Lula para la conducción revolucionaria continental. Lo componen estalinistas y socialdemócratas -129 partidos y grupos políticos de izquierda, centroizquierda y extrema izquierda iberoamericanos, desde reformistas hasta colectividades políticas de izquierda revolucionaria”. Actualmente Jorge Taiana es el representante en el Foro del Pte y la Vice-Pte argentinos, titulares en el directorio.

[6] GP: Grupo de Puebla:es un foro político y académico integrado por representantes de la izquierda política iberoamericana. Fundado el 12 Jul 19 en la ciudad mexicana de Puebla, su objetivo principal es el apoyo al FSP. Está compuesto por presidentes, expresidentes, referentes políticos y sociales dentro del movimiento socialista y por académicos de doce países iberoamericanos y España”.

[7] Quinta Columna: es una expresión utilizada para designar -en una situación de confrontación bélica- a un sector de la población que mantiene ciertas lealtades (reales o percibidas) hacia el bando enemigo, debido a motivos religiosos, económicos, ideológicos o étnicos”. En particular los socialdemócratas -gramscianos, encubiertos con falsas etiquetas-.

[8] Homólogo: Aquello que no es igual, pero es similar a otra cosa, de tal manera que sugiere un origen común o equivalente”.

[9] H. J. Auel. “Un Análisis Sociológico-Político de la Crisis-Decadencia Argentina”. Jul 20. www.ieeba.org

[10] La Internacional Comunista —también conocida como la III Internacional— fue una organización comunista internacional fundada en Moscú en Marzo de 1919 por iniciativa de Lenin. Agrupaba a los partidos comunistas y su objetivo fue luchar por “la supresión del sistema capitalista, el establecimiento de la dictadura del proletariado y de la República Internacional de los Soviets, la completa abolición de las clases sociales y la realización del socialismo, como primer paso a la sociedad comunista”.

[11] La IV Internacional se consideraba heredera de todas las internacionales obreras, pero su modelo organizativo y programa político se basó en los cuatro primeros congresos de la III Internacional. Quedó debilitada tras el asesinato de Trotski en 1940 y fue disuelta tras una serie de escisiones entre 1953 y 1963. Desde entonces múltiples organizaciones se consideran herederas de la IV Internacional, entre ellas la socialdemocracia.

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HACER QUE NUESTRAS DEMANDAS SEAN TANTO PRÁCTICAS COMO VISIONARIAS

Mark Engler* y Paul Engler**

Señales publicadas cerca de 38th y Chicago Avenue South en Minneapolis. (Flickr/Tony Webster)

Cómo los movimientos sociales están empleando el concepto de la «reforma no reformista» para promover un cambio de largo alcance.

Cuando se trata de evaluar una determinada demanda o propuesta de reforma, los movimientos sociales se enfrentan a un dilema común. En respuesta a la presión que generan los activistas, los políticos convencionales constantemente pedirán paciencia y moderación. En el mejor de los casos, sólo respaldarán las reformas poco a poco que consideren razonables y pragmáticas. El resultado son ajustes tecnocráticos que podrían ofrecer pequeñas ganancias, pero que no desafían fundamentalmente el status quo. Por otro lado, en momentos en que están a punto de obtener concesiones significativas, algunos activistas no quieren aceptar el “sí” como respuesta. Les preocupa que aceptar cualquier reforma signifique abrazar la cooptación y diluir su visión radical. Como consecuencia, terminan en un ciclo de autoaislamiento.

Entonces, ¿cómo se decide cuándo una demanda es válida y cuándo vale la pena aceptar una reforma? ¿Cómo pueden los movimientos sopesar el deseo de obtener ganancias prácticas y evitar la marginación con la necesidad de mantener una visión transformadora?

En el pasado, los debates en este sentido a menudo han tenido lugar en un marco que enfrentaba la reforma con la revolución: aquellos que sostenían que los movimientos sólo podían avanzar en forma gradual se enfrentaban a aquellos que creían que el sistema debía ser reemplazado en un momento de ruptura dramática. Pero en la década de 1960, el teórico austriaco-francés André Gorz intentó romper esta dicotomía fija y ofrecer a los radicales un camino diferente. Propuso que, en situaciones en las que la revolución podría ser deseable pero no podía considerarse inminente, los movimientos debían llevar a cabo reformas “no reformistas” o “estructurales”, cambios diseñados para marcar una diferencia práctica en el corto plazo, al tiempo que avanzaban hacia transformaciones más grandes.

Las reformas no reformistas se caracterizarían por varios rasgos clave: primero, en lugar de ser tratadas como fines en sí mismas, servirían como pasos hacia una visión más amplia del cambio. En segundo lugar, no sólo serían transmitidas por burócratas y políticos, sino que se ganarían a través de la organización, la protesta y la aplicación de la influencia de un movimiento. Y, por último, cada reforma estaría diseñada para cambiar el equilibrio de poder entre los movimientos y las instituciones del statu quo, dejando a los defensores en una mejor posición para emprender batallas por un cambio aún mayor en el futuro y comenzar nuevos ciclos de movilización.

Gorz era muy consciente de los peligros de la cooptación y de la capacidad de las instituciones del statu quo para absorber los desafíos externos. Dado que, en sus palabras, cualquier cambio podría volverse “desarticulado, controlado y digerido por el sistema” con el tiempo, la voluntad de participar en una lucha continua era esencial. Sólo así una sucesiva serie de cambios modestos podría convertirse en parte de una “conquista progresiva del poder” por parte de las fuerzas del movimiento.

Estableciendo los standards

Desde los tiempos de Gorz, el concepto de la reforma no reformista ha sido invocado por una amplia gama de activistas, desde anarquistas dedicados a los liberales de izquierda de la American Prospect. Ha sido empleado con frecuencia por socialistas democráticos en los Estados Unidos —que fueron pocos en número entre las eras de Reagan y Obama, pero que han visto cómo sus filas aumentaron dramáticamente después de las campañas electorales de personas como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez—, a menudo para defender demandas como el Green New Deal o Medicare para Todos. Y el concepto se ha abierto camino en los debates recientes de los movimientos sociales.

Un mitin de Medicare para Todos en Los Ángeles en febrero de 2017. (Flickr/Molly Adams)

The Red Deal,” un manifiesto publicado en 2021 por un grupo de organizadores indígenas llamado The Red Nation (La Nación Roja), adopta las reformas no reformistas como parte central de su estrategia. Haciéndose eco de la evaluación de Gorz de las condiciones en Europa en la década de 1960, los organizadores argumentan: “No debemos apartarnos de la verdad: todavía no poseemos la capacidad para la revolución, de lo contrario habríamos visto un movimiento de masas unificado salir de la notable energía revolucionaria de la última década. Y, sin embargo, tenemos muy poco tiempo para llegar allí”.

Respaldando un tipo de “reforma no reformista que no limita la posibilidad de lo que ofrece el status quo, pero que desafía fundamentalmente la estructura de poder existente”, The Red Nation intenta trazar un rumbo que permita campañas enmarcadas en cambios a corto plazo al mismo tiempo que presiona para una revisión estructural. Estos organizadores proclaman su intención de destruir el sistema “para reemplazarlo”, y lo ven como un proceso que puede surgir ya sea a través de la agitación o a través de “un millón de pequeños recortes”. Las reformas no reformistas son las que proporcionarán los recortes de papel y las navajas de afeitar necesarias para esta última opción.

Cuando se trata de nombrar ejemplos específicos, The Red Nation señala actividades que van desde la política electoral hasta la protesta y la ayuda mutua. “Nuestras reformas no reformistas vendrán en muchas formas”, escribe el grupo. “Se parecerán a las redes de bancos de semillas indígenas de base donde miles de agricultores sostenibles comparten, comercian y alimentan a sus comunidades. Se verán como carreras exitosas para las elecciones municipales donde los candidatos de izquierda implementan una plataforma popular para el clima y la justicia social a nivel municipal y municipal. Parecerán campamentos de tierra o resoluciones de consejos tribales que rechazan los asentamientos coloniales de agua. … Cualquiera que sea la forma que adopten, simplemente debemos ponernos a trabajar”.

La variedad de grupos que se han interesado en las reformas no reformistas pone de relieve el hecho de que la definición del concepto por parte de Gorz es lo suficientemente ambigua como para invitar al debate sobre qué demandas específicas deben o no deben incluirse. A medida que diferentes grupos y estrategas individuales han formulado sus propias iteraciones de la idea, a menudo han proporcionado listas de preguntas para que los activistas las usen en la evaluación de una reforma. Los ejemplos de varias fuentes incluyen:

“La iniciativa ¿aumenta la descentralización y la difusión del poder y control, tanto económico como político, más que su concentración?”

¿Nos “[pone] más cerca de una visión emancipadora, o [nos pone] en una mejor posición para alcanzarla[?]”

“¿Esta lucha está ejerciendo presión sobre las falla en el Estado?”

“¿Legitima o expande un sistema que estamos tratando de desmantelar?”

Y, “¿tendremos que deshacer esto más tarde?”

Tales preguntas divergen en su contenido ideológico y algunas son más consistentes con la intención original de Gorz que otras. Pero no es necesario que todos los grupos se pongan de acuerdo sobre una norma absolutamente uniforme para los cambios que aprueban. De hecho, un punto principal del concepto es permitir un debate estratégico, basado no en esquemas utópicos ni en los estrechos confines de lo que los legisladores del establishment conciben como conveniente, sino más bien en el deseo de un movimiento para crear victorias que puedan construirse unas sobre otras.

Como la autora y periodista Megan Day escribe, dirigiéndose a los miembros de los Socialistas Democráticos de América, “Los socialistas pueden tener desacuerdos razonables sobre lo que constituye exactamente una lucha de reforma estructural. Eso está bien, y ese es exactamente el tipo de debate que la izquierda socialista debería tener consigo misma”. Y añade: “Sin embargo, debemos prescindir de las concepciones que contraponen las luchas reformistas al objetivo final del socialismo como un tipo diferente de sociedad. La conclusión lógica de la hostilidad a las luchas por la reforma es la abstención de los esfuerzos continuos de los trabajadores por mejorar su calidad de vida. Ese tipo de calentamiento perpetuo de los bancos conduce a una especie de aislamiento sectario que se vuelve estéril por la falta de contacto significativo con los millones de personas que actualmente se encuentran fuera del redil”.

Reforma y abolición

Tal vez el compromiso más animado con la posibilidad de reformas no reformistas ha venido de los abolicionistas de las prisiones y de la policía, muchos de los cuales dan crédito a Ruth Wilson Gilmore por popularizar el concepto. (De hecho, los organizadores de The Red Nation señalan a estos activistas por inspirar su propia adopción de la idea). En su libro de 2007, “Golden Gulag”, Wilson Gilmore llama a los abolicionistas a buscar “cambios que, al final del día, desentrañen en lugar de ampliar la red de control social a través de la criminalización»” Señala que estos objetivos estructurales son particularmente difíciles de apuntar cuando los movimientos se profesionalizan demasiado y están en deuda con los financiadores. Sin embargo, sostiene que la dedicación a este camino es, no obstante, necesaria, escribiendo que “todas las crónicas de las revoluciones muestran cómo los cambios persistentes y pequeños, y las consolidaciones totalmente inesperadas, sumaron suficiente peso, a lo largo del tiempo y el espacio, para causar una ruptura con el viejo orden.”

En un ensayo publicado en el Boston Review sobre la larga lucha por los derechos civiles contra la policía y el encarcelamiento, el profesor de historia afroamericano Garrett Felber escribe: “La relación entre la abolición (como objetivo) y la reforma (como un medio para un fin) sigue siendo un debate vivo”. Cita una variedad de objetivos específicos que se han incluido en los llamamientos a favor de un cambio intermedio: “Ejemplos de reformas no reformistas”, señala Felber, “incluyen, entre otros: abolir la reclusión en régimen de aislamiento y la pena capital; moratorias en la construcción o ampliación de prisiones; liberar a los sobrevivientes de violencia física y sexual, a los ancianos, enfermos, menores y a todos los presos políticos; la reforma de las penas; poner fin a la fianza en efectivo; la abolición de la vigilancia electrónica, la vigilancia de las ventanas rotas y la penalización de la pobreza; y una garantía federal de empleos y hogares para los ex encarcelados”.

Mientras que la reforma de la policía y la abolición a menudo se yuxtaponen entre sí como paradigmas en competencia, Mariame Kaba, una de las principales pensadoras abolicionistas, utiliza el concepto de reformas no reformistas para sugerir áreas de superposición. “De alguna manera, lo que la gente piensa es que o estás interesado en la reforma o eres un abolicionista, que tienes que elegir estar en un campo u otro”, explicó Kaba en una entrevista en 2017. “No lo creo. Para algunas personas, la reforma es el objetivo principal y final y para algunas personas la abolición es el horizonte. Pero no conozco a nadie que sea abolicionista… que no apoye algunas reformas”. Si bien Kaba afirma que es legítimo preocuparse de que una reforma determinada pueda terminar reforzando el sistema, advierte contra caer en la trampa de pensar que «no podemos hacer nada hasta que derroquemos al Estado». Como guía para elegir demandas, se pregunta: «¿Cómo pensamos en las reformas que no nos dificultan desmantelar los sistemas que estamos tratando de abolir? ¿Eso no hace que sea más difícil crear cosas nuevas? ¿Cuáles son las reformas… que nos ayudarán a seguir avanzando hacia el horizonte de la abolición?”

Una marcha que pide la abolición de la policía en Filadelfia el 28 de junio de 2017. (Flickr/Joe Piette)

A fines de 2014, en medio de las protestas generalizadas de Black Lives Matter, Kaba escribió un blog post proponendo normas más concretas que los movimientos de reforma deberían apoyar y que deberían evitar respaldar. Aconsejó que los activistas rechacen las reformas que asignan más dinero a los departamentos de policía; que abogaba por “más policía y policía (bajo términos eufemísticos como ‘policía comunitaria’ …)”; que se basaban principalmente en el uso de la tecnología; o que «se centrara en diálogos individuales con “los agentes de policía. Entre otras medidas, argumentó que los movimientos deberían apoyar demandas que proporcionaran reparaciones a las víctimas de la violencia policial, redirigirán los fondos para la prisión y la policía a otros bienes sociales, o que “promoviera la transparencia de los datos”.

La publicación fue una sensación inesperada, y se convertiría en un punto de referencia en los debates en los próximos años. “Lo escribí tan rápido”, reflexionó Kaba. “Varios jóvenes organizadores que se identifican como abolicionistas me hicieron algunas preguntas y que estaban luchando poderosamente cuando salían todas estas propuestas sobre cámaras corporales y esas cosas. Estos organizadores querían apoyar algo, pero no sabían qué y no creían que supieran cómo resolverlo por sí mismos. Escribí ese artículo muy rápido y lo publiqué en mi blog. Se volvió viral: alguien me envió un correo electrónico desde Londres para decirme que lo estaban usando allí. Pensé, Dios mío, eso es realmente asombroso y genial para que algo sea útil para mucha gente”.

En 2020, durante los levantamientos masivos a raíz del asesinato de George Floyd por parte de la policía, el debate sobre las demandas en el Movimiento por las Vidas Negras se calentó aún más. A medida que las protestas aumentaron a principios de junio de ese año, Campaign Zero, una organización cofundada por el prominente, aunque controvertido, activista DeRay Mckesson, lanzó una campaña llamada #8CantWait. Esta campaña presentó un conjunto de demandas inmediatas que enmarcó como “ocho reformas específicas que las comunidades locales pueden adoptar para reducir la violencia policial hasta en un 72 por ciento”. Entre ellas figuraban medidas como prohibir a la policía el uso de estrangulamientos y disparar contra vehículos en movimiento, exigir a los agentes que proporcionaran advertencias verbales antes de usar la fuerza letal y obligar a la policía a presentar informes exhaustivos cada vez que utilizaran o amenazaran con usar la fuerza contra civiles. La lista fue ampliamente compartida en las redes sociales y obtuvo el respaldo de los dos políticos principales (como el excandidato presidencial demócrata Julián Castro) y celebridades (incluyendo a Oprah Winfrey y Ariana Grande).

Muchos activistas, sin embargo, no quedaron impresionados por las reformas de la Campaña Cero y arremetieron contra sus creadores. Las demandas, acusaron, eran “inútiles” e “irresponsables” —o posiblemente incluso “peligrosas”— al ignorar propuestas de cambio más exhaustivas. El alboroto reveló una división que se convertiría en objeto de un considerable debate. Curiosamente, al menos algunas de las reformas #8CantWait podrían considerarse consistentes con los estándares de Kaba para las reformas descritas en su publicación de blog de 2014: no tenían una base tecnológica, no se basaban en una mayor vigilancia comunitaria o se centraban en el diálogo con oficiales individuales. Exigir informes, por ejemplo, promueve la transparencia de los datos y es una pérdida de recursos para los departamentos de policía, que están obligados a dedicar más tiempo al papeleo. Otras reformas propuestas por la Campaña Cero no se considerarían controvertidas a primera vista: después de todo, ningún abolicionista quiere que la policía dispare a los vehículos en movimiento. Entonces, ¿qué motivó la controversia?

Un primer problema fue que, violando uno de los estándares clave de Gorz, Campaign Zero no ofreció sus demandas como pasos graduales al servicio de algo más grande. Más bien, presentaron su lista de reformas como la solución, invocando la “prueba” de la ciencia de datos para dar a sus propuestas el barniz de la objetividad. No en vano, los méritos de los datos en uso resultaron ser muy debatibles y la idea de que el problema de la violencia policial contra las comunidades de color podría resolverse de manera sustantiva con algunos ajustes menores sigue siendo muy dudosa.

En segundo lugar, existía la sensación de que las demandas hacían que el movimiento se viera contradictorio. En un momento en que las protestas masivas estaban a punto de impulsar cambios ambiciosos en la institución de la policía estadounidense, el #8CantWait exige, en palabras de un activista mencionado por Colorlines, ofreció “la salida fácil para los políticos”. La lista de reformas ignoró por completo la idea central, que estaba ganando fuerza rápidamente, de que el país debía reorientar los recursos de la policía hacia los servicios sociales. Además, desde una perspectiva organizativa, las estrechas demandas de #8CantWait estaban fuera de sintonía con el imperativo de radicalizar una avalancha de nuevos manifestantes y reunirlos en torno a una visión más profunda del cambio.

Los críticos señalaron que muchas de las reformas #8CantWait propuestas ya habían sido adoptadas por los principales departamentos de policía. Como escribió  la comentarista Olivia Murray para el Harvard Civil Rights-Civil Liberties Law Review, “De hecho, los departamentos de policía más grandes del país ya tienen la mitad o más de estas políticas en vigor, incluyendo la ciudad de Nueva York, Chicago, Los Ángeles y la policía de Filadelfia. En Chicago, donde la policía está sujeta a siete de las ocho políticas, parece que habría poco margen de mejora bajo la propuesta #8CantWait”. Y sin embargo, Murray señaló que la policía de Chicago todavía mata a personas negras a una tasa 27.4 veces mayor que la de las personas blancas”. En lugar de estar orientado hacia la construcción de poder de movimiento para la lucha en curso, las demandas del #8CantWait pretendían aplicar “la ciencia” para crear una resolución tecnocrática.

Frente a una ola de reacción violenta, Campaign Zero emitió una disculpa por haber “desmerecido involuntariamente los esfuerzos invertidos por otros organizadores en cambios paradigmáticos que son nuevamente posibles en este momento”. También añadió material a su sitio web en el que se indicaba que las ocho demandas se entendían únicamente como una estrategia inmediata de reducción de daños, y que también se necesitaban propuestas más sustantivas para la “seguridad integral de la comunidad” y la “abolición” a largo plazo. Pero en ese momento, una campaña rival llamada #8toAbolition había lanzado su propia lista de propuestas que, imitando la infografía de Campaign Zero, pedía medidas para reducir la policía, desmilitarizar comunidades, remover policías de escuelas e invertir en salud. El grupo abolicionista Resistencia Crítica promovió de manera similar su propia rúbrica para distinguir las reformas reformistas de las abolicionistas. En general, la controversia elevó el perfil del debate interno del movimiento sobre las demandas y difundió la conciencia del llamado a reformas no reformistas a los nuevos participantes.

Una ecología de demandas

Siempre habrá tensión entre los movimientos con una visión transformadora, por un lado, y los políticos y reformistas liberales más convencionales, por el otro. Los funcionarios electos y otros actores orientados al establishment, incluso aquellos que afirman simpatizar con los objetivos del movimiento, abogarán de manera confiable por cualquier compromiso que sea políticamente conveniente en un momento dado. Aconsejarán a los activistas que tal acuerdo es lo mejor que pueden esperar obtener y que algo es mejor que nada.

Incluso entre aquellos con aspiraciones radicales, habrá desacuerdos sobre si una demanda en particular es válida o si un compromiso en particular vale la pena en un momento dado.

Si bien a menudo hay algo de verdad en esta posición, estos funcionarios no reconocen que hay desventajas genuinas en muchos acuerdos. En primer lugar, las reformas pueden atenuar las energías de los activistas y desviar la atención pública, causando la desmovilización. En segundo lugar, una victoria en un punto de disputa, a menudo se produce a costa de una concesión en otro punto, lo que puede significar el abandono de una circunscripción importante. En tercer lugar, los compromisos pueden desviar el enfoque de la promoción de nuevas demandas hacia preguntas sobre cómo se implementarán y monitorearán las reformas pasadas, a veces cooptando a los organizadores del movimiento en roles administrativos. Finalmente, como advirtió Gorz, a menos que se inicie rápidamente un nuevo ciclo de movilización, un cambio gradual puede ser absorbido de manera segura por el sistema, y su potencial transformador se desgasta constantemente con el paso del tiempo.

Los grupos de movimientos sociales, por lo tanto, deben involucrarse en un cálculo complejo al considerar tales reformas, sopesando estos aspectos negativos contra los posibles beneficios a corto plazo para sus electores. No todos los grupos llegarán a las mismas conclusiones. Incluso entre aquellos con aspiraciones radicales, habrá desacuerdos sobre si una demanda en particular es válida o si un compromiso en particular vale la pena en un momento dado.

Un escollo que las organizaciones comúnmente encuentran es la suposición de que la demanda que han elegido como la más estratégica para sus propias campañas es la misma que la que todos los grupos priorizarán. Incluso si esa alineación fuera deseable —lo que no siempre es claramente el caso—, no es realista esperar que se produzca con frecuencia. Los grupos aportan diferentes ideologías, representan a diferentes grupos, se basan en diferentes fuentes de financiación y poseen diferentes teorías del cambio. Incluso una vez que una organización del movimiento decide lo que es correcto para ella, el grupo todavía tendrá que participar en la toma de decisiones matizadas sobre cómo relacionarse con las prioridades de los demás.

La lente de la ecología de los movimientos sociales proporciona un medio para comprender cómo los diferentes grupos abordan su cálculo sobre las demandas, y para elaborar estrategias sobre cómo interactuar con estos diversos actores. En lugar de mirar los esfuerzos para crear un cambio desde la perspectiva de una sola organización, este punto de vista tiene en cuenta todo el ecosistema de personas que trabajan en un tema. Reconoce los diferentes modelos de organización y conjuntos de sesgos que traen los diversos grupos. Aquellos que ocupan diferentes posiciones en la ecología incluyen: individuos que intentan jugar el juego interno cabildeando o trabajando desde dentro de instituciones de poder, grupos comprometidos con la organización basada en estructuras (como sindicatos y organizaciones comunitarias), movimientos de protesta masiva y personas que trabajan fuera del sistema para construir alternativas radicales o promover la transformación personal.

En última instancia, la idea de reformas no reformistas presenta un desafío tanto para los que se centran en los beneficios a corto plazo como para los que tienen la vista puesta en la transformación a largo plazo.

Los grupos de cada una de estas categorías evaluarán las demandas y las reformas de distintas maneras. Y aunque algunas organizaciones pueden tratar de adoptar múltiples enfoques estratégicos o difuminar los límites entre las categorías, casi siempre tendrán una orientación predominante, basada en los enfoques de organización y teoría del cambio más centrales para ellas. Para cada conjunto de grupos hay diferentes cualidades de una demanda o reforma que serán más valoradas y estas diferencias de perspectiva a menudo conducen a la tensión entre las organizaciones en un ecosistema de movimiento, incluso cuando los grupos profesan objetivos similares.

Aquellos que trabajan dentro de las instituciones principales se preguntarán: “¿Una reforma propuesta proporciona una ganancia inmediata y tangible que satisfaga una necesidad de la comunidad?” En otras palabras, están interesados en el valor instrumental de una determinada demanda o compromiso. Evaluarán su valor en función del beneficio concreto que proporciona a uno o más grupos seleccionados. Para los políticos maquiavélicos, tales ganancias son partes importantes de sus operaciones de patrocinio y esenciales en sus impulsos por preservar el poder político; sin embargo, solo perseguirán estos cambios si no generan críticas significativas o alienan a otras partes de la coalición que los apoya. Los radicales que intentan tomar el control de los resortes del poder y tirar de ellos hacia la justicia también estarán preocupados por las reformas incrementales que traen mejoras concretas a la vida de las personas. Y, debido a que están trabajando para impulsar los mejores acuerdos posibles a través de canales legislativos y burocráticos, la viabilidad a corto plazo de una demanda dará forma en gran medida a la percepción de su valor.

Las organizaciones basadas en estructuras están ciertamente interesadas en los beneficios instrumentales que una reforma podría traer a sus miembros. Pero los líderes más visionarios de estos grupos también se preguntan: “¿Cambiará el equilibrio de poder en el sistema?» En este sentido, los sindicatos a menudo participan en “negociar para organizar”, ganar concesiones de empleadores u otros titulares de poder que les permitan atraer miembros adicionales y, por lo tanto, obtener una mayor capacidad para participar en futuras luchas. Para los movimientos de protesta masiva, una pregunta crítica a hacer a una demanda es: “¿Influye en la opinión pública y reúne apoyo activo a nuestra causa?” Aquí, la resonancia simbólica de un cambio propuesto es clave. El valor de una demanda está en ganarse a bloques cada vez más grandes del público para una causa (expandiendo así el apoyo pasivo a un movimiento) o en reunir a la base del movimiento y atraer a un mayor número de participantes activos.

Finalmente, para aquellos que trabajan para crear alternativas fuera de las instituciones dominantes o para promover la transformación personal, una pregunta central será: “¿Una demanda educa a la gente o construye legitimidad para un programa de cambio más profundo?” La prioridad de estos activistas es mantener la integridad de una visión transformadora y promover la conciencia de la misma. Si una demanda es inmediatamente viable —y si resuena en el público en general— es de menor importancia. Si los expertos se enfocan en los aspectos instrumentales de una reforma priorizan el impacto a corto plazo de un cambio, aquellos que impulsan hacia alternativas tienen la visión más larga. Y si los organizadores de protestas masivas se centran en llegar a una audiencia externa más amplia, aquellos que construyen alternativas están trabajando para construir una comunidad más pequeña y dedicada que prefigura los valores de la sociedad que en última instancia desean crear.

Un paso hacia mejores estrategias

La comprensión de la ecología de los movimientos sociales en torno a un tema permite una mayor comprensión de los conflictos que surgen entre los diferentes grupos. Y si bien una apreciación de las diferentes perspectivas no tiene por qué requerir la conclusión de que todos los actores tienen la misma razón en su evaluación de una demanda o compromiso, reconocer diferentes posiciones y sesgos ayuda a los grupos a maximizar la contribución estratégica que pueden hacer.

En última instancia, la idea de reformas no reformistas presenta un desafío tanto para los que se centran en los beneficios a corto plazo como para los que tienen la vista puesta en la transformación a largo plazo. Para los organizadores preocupados por el valor inmediato de los cambios incrementales, el concepto representa un impulso más grande para pensar, para mirar más allá de las circunstancias actuales y adoptar una estrategia que esté alineada con una visión más sustantiva del cambio. Al mismo tiempo, la idea de reformas no reformistas alienta a los radicales a ser duros a la hora de trazar un curso de acción práctica. Los empuja a no permanecer puros, sino a mantener principios en tiempos en que la pureza no es una opción.

Gorz tenía claro que si los movimientos no eran lo suficientemente fuertes como para ganar una revolución de plano, tampoco serían lo suficientemente fuertes como para exigir cambios que desmantelaran el sistema directamente. Como han argumentado los organizadores contemporáneos: “No debemos apartarnos de la verdad”. El punto es crear un camino a través del cual las fuerzas populares, paso a paso, puedan construir fuerza y cambiar el equilibrio de poder. Se trata de señalar en la dirección de los deseos de un movimiento, incluso cuando, por el momento, no está a la altura de sus ambiciones más radicales. Se trata de encontrar medidas que podrían ser menos que ideales, pero que sin embargo valgan la pena, y con ellas trazar un rumbo hacia la transformación.

La asistencia en investigación para este artículo fue provista por Akin Olla.

 

* Mark Engler es escritor, miembro del comité editorial de la revista Dissent y coautor de This Is an Uprising

** Paul Engler es miembro fundador y director del Center for the Working Poor de Los Ángeles, cofundador de Momentum Training y el coautor de This Is an Uprising.

 

Artículo publicado originalmente el 27 de julio de 2021 en WAGING NONVIOLENCE, https://wagingnonviolence.org/2021/07/making-our-demands-both-practical-visionary/

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con la autorización de los autores.

 

MÁS “INNOVACIONES” EN MATERIA DE INTELIGENCIA

Marcelo Javier de los Reyes*

El pasado 24 de enero de 2021, el diario Página 12, publicó una noticia acerca de los “los principales lineamientos de la nueva ley de Inteligencia”[1].

Según la nota, “la reforma plantea un perfil que apunta más a la inteligencia estratégica y abandona la dedicada a la criminal” y agrega que la transparencia y la reducción al mínimo de los fondos reservados se encuentran entre los puntos del texto normativo que debe analizar el presidente.

En principio no parece serio cambiar nuevamente la Ley de Inteligencia, cuya última ley, la 27.126, fue llevada a cabo cuando la actual vicepresidente, en ese momento en ejercicio de la Presidencia de la Nación, resolvió disolver la Secretaría de Inteligencia (SI) y crear la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), la que a pesar de los pocos años de existencia parecería que no dio los frutos esperados. Claro está que el actual gobierno podrá argumentar que el gobierno de Mauricio Macri, desvirtuó los objetivos del organismo a cuyo frente puso al escribano Gustavo Arribas —vendedor de jugadores de fútbol— y a la ex funcionaria menemista, devenida en dirigente del PRO, y ex miembro de la Comisión Bicameral de Fiscalización de Organismos y Actividades de Inteligencia del Congreso de la Nación, Silvia Majdalani, dos inexpertos en materia de Inteligencia. En este sentido el gobierno tendría parte de razón, pero tanto su gestión anterior, que llevó a la disolución del organismo predecesor de la AFI, la de Arribas-Majdalani como la actual del organismo, llevan a recordar aquello de que “el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones”. En este sentido también vale mencionar el proyecto presentado por la entonces diputada Elisa Carrió, cuyo desconocimiento sobre Inteligencia salta a la vista cuando entre las “fuentes abiertas” incluye la información “brindada por agencias extranjeras, en cumplimiento de los tratados, acuerdos y convenios oportunamente realizados” (artículo 11º, 4, del mencionado proyecto)[2]. Un disparate. La información que proviene de un servicio colateral, es decir de una agencia extranjera, es enviada con las recomendaciones necesarias para mantener la confidencialidad. Cabe aquí recordar un ítem del Decálogo del Personal de Inteligencia: “Basar en la buena fe recíproca la coordinación que deba establecer con otros organismos de inteligencia”. Y otro que dice: “Proteger las fuentes por deber de lealtad y para mantener canales de información obtenidos laboriosamente”.

Proyecto de ley presentado por la diputada Elisa Carrió en 2016 (Expediente 5577-D-2016).

Renglones más abajo, el proyecto de la ex diputada Carrió, dice: “El Sistema Nacional de Inteligencia no dispondrá de medios de reunión propios, sus organizaciones se basan en los recursos necesarios para la dirección, el análisis, interpretación, la integración y la difusión”. Es decir que la Argentina debe estar “ciega” o solo tomar lo que otros organismos de inteligencia extranjeros, ONGs, etc., le hagan llegar. Otro dislate entre tantos de ese proyecto.

Proyecto de ley presentado por la diputada Elisa Carrió en 2016 (Expediente 5577-D-2016).

No hace tanto, la Coalición Cívica pidió eliminar la AFI y propuso “crear, en su lugar, un organismo que sólo coordine a las fuerzas de seguridad en la prevención y el combate del crimen organizado y el terrorismo” y recordó el mencionado proyecto presentado por Carrió en 2016[1]. Nada de Inteligencia Estratégica que es lo que más precisa apuntalar el Estado Argentino.

La nota de Página 12 dice que el proyecto para reformar la ley de inteligencia tiene como objetivo “ponerle fin al fantasma del espionaje político —que se acrecentó durante la gestión macrista— y a insertar a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) en una lógica de producción de inteligencia estratégica, enfocada en preservar los recursos del país”. Bien… también esta intención estuvo presente cuando se disolvió la Secretaría de Inteligencia y se creó la AFI pero se trata de una quimera en tanto los políticos sigan, directa o indirectamente, dirigiendo el organismo. A todas luces, a través de los medios, sabemos que la Inteligencia ejerció influencia sobre el Poder Judicial, lo cual tuvo lugar no solo con el gobierno de Macri sino con todos los anteriores. Lo que resulta paradójico es que para cambiar este estado de cosas se recurra a poner como cabeza de la AFI a una dirigencia que proviene del Poder Judicial.

La mencionada nota agrega que el presidente le encomendó a la interventora “la redacción de un proyecto para reformular el Sistema de Inteligencia Nacional —que incluye también áreas del Ministerio de Defensa y de Seguridad— para producir información de calidad y ponerle límites a los servicios. Luego aclara: “De lo que se trata es de cambiar la matriz de los órganos de inteligencia que estuvieron siempre más interesados en meter sus narices en cuestiones políticas que en los temas que son estratégicos para el país a largo plazo”.

Cabe aquí citar la Ley 25.520 —sancionada el 27 de noviembre de 2001 y promulgada el 3 de diciembre de 2001— que dice textualmente:

ARTICULO 10. — Créase la Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica Militar dependiente del Ministro de Defensa, de conformidad con lo establecido en el Artículo 15 de la Ley 23.554.

Tendrá como función la producción de Inteligencia Estratégica Militar.

Los organismos de inteligencia de las Fuerzas Armadas tendrán a su cargo la producción de la inteligencia estratégica operacional y la inteligencia táctica necesarias para el planeamiento y conducción de operaciones militares y de la inteligencia técnica específica.

La mencionada Ley, en su Título IV, Política de Inteligencia Nacional, en su artículo 12º, expresa que “El Presidente de la Nación fijará los lineamientos estratégicos y objetivos generales de la política de Inteligencia Nacional”. En el artículo 13º dice que “conforme los lineamientos y objetivos establecidos por el Presidente de la Nación, la Secretaría de Inteligencia tendrá las siguientes funciones específicas”, y a continuación se hace necesario citar incisos puntuales:

5. Coordinar las actividades dentro del marco de las leyes 23.554 de Defensa Nacional y 24.059 de Seguridad Interior con los funcionarios designados por los ministros de las áreas respectivas, cuyo rango no podrá ser inferior al de Subsecretario de Estado.

11. Proporcionar al Ministerio de Defensa la información e inteligencia que fuere menester para contribuir en la producción de la Inteligencia Estratégica Militar, de conformidad a lo estipulado sobre la materia en el artículo 15 de la ley 23.554.

12. Proporcionar al Consejo de Seguridad Interior la información e inteligencia que fuere menester para contribuir en la producción de la inteligencia criminal de conformidad a lo estipulado sobre la materia en el Artículo 10 inciso e) de la ley 24.059.

A estos efectos cabe también citar el artículo 14:

El Presidente de la Nación podrá convocar a un consejo interministerial para el asesoramiento sobre los lineamientos estratégicos y objetivos generales de la política de Inteligencia Nacional, determinando en cada caso los miembros participantes en el mismo.

Asimismo, el Presidente de la Nación podrá convocar a participar de dicho Consejo, con carácter consultivo, a representantes de las Fuerzas Armadas, Fuerzas de Seguridad o de la Policía Federal Argentina, cuando lo considere pertinente.

Por su parte, la Ley 27.126 —sancionada el 25 de febrero de 2015 y promulgada el 3 de marzo de 2015—, que modifica la 25.526, también tiene en su espíritu las cuestiones vinculadas a la Defensa Nacional y a la Seguridad Interior. En su artículo 6° expresa que debe sustituirse el artículo 8º de la ley 25.520 por el siguiente texto:

Artículo 8°: Las funciones de la Agencia Federal de Inteligencia serán las siguientes:

    1. La producción de inteligencia nacional mediante la obtención, reunión y análisis de la información referida a los hechos, riesgos y conflictos que afecten la defensa nacional y la seguridad interior, a través de los organismos que forman parte del sistema de inteligencia nacional.
    2. La producción de inteligencia criminal referida a los delitos federales complejos relativos a terrorismo, narcotráfico, tráfico de armas, trata de personas, ciberdelitos, y atentatorios contra el orden económico y financiero, así como los delitos contra los poderes públicos y el orden constitucional, con medios propios de obtención y reunión de información.

La misma ley hizo un sutil cambio de la definición de “Inteligencia Nacional” que fue modificada a través de su artículo 2º:

Inteligencia Nacional a la actividad consistente en la obtención, reunión, sistematización y análisis de la información específica referida a los hechos, riesgos y conflictos que afecten la Defensa Nacional y la seguridad interior de la Nación.

Entonces, tanto la Ley 25.520 y la modificación introducida por la Ley 27.126 ya contemplan la participación de los Ministerios de Defensa y de Seguridad en las actividades de Inteligencia cuya cabeza del sistema, actualmente, es la AFI, como oportunamente lo fueron la Secretaría de Inteligencia y la SIDE (Secretaría de Inteligencia de Estado).

Aún más, la Ley 25.520, en su artículo 9° expresa “Créase la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal, dependiente de la Secretaría de Seguridad Interior” y, en su artículo 10º, establece la creación de la “Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica Militar dependiente del Ministro de Defensa, de conformidad con lo establecido en el Artículo 15 de la Ley 23.554”.

La nota periodística dice que “quizá 2021 vuelva a ser el año de la reforma para dejar atrás los ‘sótanos de la democracia’, como los llamó el Presidente al asumir”.

Al respecto debe quedar claro que los agentes de Inteligencia no obran de por sí y que lo que hacen los miembros del servicio es lo que las autoridades políticas de turno, presidente, secretarios o directores de Inteligencia, según las épocas, les solicitan. En otras palabras, los políticos deben hacerse cargo de lo que han hecho con la Inteligencia en la República Argentina.

Precisamente fueron los políticos quienes torcieron los objetivos de la Secretaría de Inteligencia y de la AFI orientándolos hacia la Inteligencia Criminal, duplicando innecesariamente lo que le compete a la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal y atrofiando las capacidades del principal organismo nacional. Aún más grave, el general César Milani (2013-2015) llegó a contar con más recursos para Inteligencia en la Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica Militar que los que tenía la propia Secretaría de Inteligencia.

Por otro lado, la información periodística menciona que la interventora terminó de redactar un borrador tras “meses de discusiones con el consejo consultivo de la intervención, designado ad honorem, para pensar los cambios en la ley de inteligencia”. Ese consejo consultivo “está integrado entre otros por Alberto Binder, Juan Gabriel Tokatlian, Rafael Bielsa, Paula Litvachky, Margarita Trovato, Beatriz Busaniche, Ernesto Chaparro, Sidonie Porterie, Lisandro Pellegrini y Máximo Sozzo”. Según reza la nota, estos serían “expertos” en Inteligencia pero la realidad es que no se conoce que ellos hayan caminado por los pasillos del servicio ni por las aulas de la Escuela Nacional de Inteligencia en calidad de agentes para poder conocer sobre la materia. Es que la Inteligencia es una disciplina que solo se aprende en el ejercicio de la actividad. Como alguien escribió por ahí con respecto a esta nueva ley, “es difícil crear o intentar reformar algo, de lo que se desconocen, su arquitectura, misión y objetivos”.

Por otro lado, en este punto, es quizás apropiado reflexionar si ese “consejo consultivo” no entra en colisión con la Ley 25.520 que en su artículo 11º expresa:

Queda prohibida la creación conformación y funcionamiento de asociaciones, instituciones, redes y grupos de personas físicas o jurídicas que planifiquen y/o ejecuten funciones y actividades de inteligencia en cualquiera de sus etapas asignadas por la presente ley a los organismos integrantes del Sistema de Inteligencia Nacional.

La redacción de las leyes compete al Congreso Nacional, cuyos miembros también confeccionan leyes sobre temas que desconocen y que ni siquiera se asesoran con el personal que lleva a cabo determinadas actividades que, como en el caso de la Inteligencia, son muy específicas.

Según Página 12, la nueva ley pondrá “énfasis en la inteligencia estratégica, no en la inteligencia criminal como dominó en las últimas décadas a la exSecretaría de Inteligencia”. Precisamente esta era la función de la SIDE, la que fue desvirtuada principalmente durante las dos últimas décadas gracias a la intervención de los políticos y a las “purgas” que cada tanto fueron llevando a cabo los gobiernos democráticos, siendo la más importante la que llevó a cabo el gobierno de la Alianza el 7 de febrero de 2000. No es nada nuevo que la Inteligencia Estratégica “es necesaria para el desarrollo integral del país”, algo que parece descubrir la nueva conducción gracias a “una de las charlas públicas que uno de los integrantes del consejo consultivo dio para la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI)”.

La gestión de Macri también hizo uso de la “propaganda” en contra de la Inteligencia argentina. Las notas periodísticas que hablaban de que Macri tenía por objetivo “sanear y profesionalizar la agencia” se repetían en los diarios allegados a ese gobierno así como hoy Página 12 nos habla de esta nueva ley. Se echa personal de carrera para hacer lugar a los “nuevos profesionales de Inteligencia” que cada gestión recoge en la calle para “profesionalizar el organismo”. En los últimos años, cada gestión echa a esos “expertos en Inteligencia” que la gestión precedente hizo ingresar para “profesionalizar el servicio”. Amigos, parientes y militantes de todos los colores encuentran empleo en la AFI, una constante que ha vaciado a la Inteligencia Nacional de sus verdaderos profesionales, los que deberían haber transmitido sus conocimientos a las nuevas generaciones.

Finalmente, la nota dice que existe una propuesta de que “el director general de la Agencia sería un agente de carrera” aunque aclara que “ese punto no figura en el borrador”. En realidad, no quedan funcionarios de carrera tras diecisiete años en que los gobiernos kirchneristas y macrista se encargaron de destruir el servicio y de “eliminar”, mediante “ofrecimientos jubilatorios” y “retiros voluntarios”, a todo el personal de carrera que tuviera muchos años dentro del organismo.

En verdad, se hace necesario rearmar el Sistema de Inteligencia Nacional pero, en ningún caso sería una tarea que deban hacer quienes se encargaron de destruirlo. Quizás en la reforma sea conveniente que el organismo nuevamente se llame SIDE (Secretaría de Inteligencia de Estado), para recordarles a los políticos que la Inteligencia no es de un gobierno sino que está al servicio del Estado Nacional.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

 

Referencias

[1] Luciana Bertoia. “La interventora de AFI, Cristina Caamaño trabaja en su redacción. Los principales lineamientos de la nueva ley de Inteligencia. Página 12, 24/01/21, https://www.pagina12.com.ar/319273-los-principales-lineamientos-de-la-nueva-ley-de-inteligencia.

[2] Proyecto de ley. Expediente 5577-D-2016. Sumario: REFORMA DEL SISTEMA DE INTELIGENCIA NACIONAL Y CREACION DEL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGACION DE LA REPUBLICA ARGENTINA. DEROGACION DE LAS LEYES 25520 Y 27126. Fecha: 26/08/2016, https://www.diputados.gob.ar/proyectos/proyecto.jsp?exp=5577-D-2016.

[3] “La Coalición Cívica pide eliminar la AFI”. Agencia Legislativa, http://agencialegislativa.com/la-coalicion-civica-pide-eliminar-la-afi/

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