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LA GEOPOLÍTICA DE LA SOJA: LA TRAMPA DE LA ALINEACIÓN ARGENTINA CON EE. UU. Y EL IMPACTO DE LA INJERENCIA FINANCIERA EN LA POLÍTICA INTERNA

Introducción: la soja como tablero geopolítico

La soja se ha transformado en mucho más que un cultivo o un commodity agrícola: constituye un factor estratégico de poder en la geopolítica mundial. En este escenario, Argentina, Brasil, Estados Unidos y China se posicionan como los principales actores, disputando influencia económica y control de mercados. No obstante, las recientes decisiones políticas y financieras adoptadas por el gobierno argentino muestran una creciente dependencia hacia los Estados Unidos, lo que podría estar debilitando su posición competitiva en el mercado asiático y afectando el ingreso de divisas genuinas al país[1].

La competencia por el mercado chino

De acuerdo con el informe «Cadenas de Valor Oleaginosas: Soja» elaborado por la Secretaría de Gobierno de Agroindustria, Argentina y Brasil concentraban más del 80% de las exportaciones de poroto y derivados de soja hacia China. Este liderazgo se consolidó durante la guerra comercial entre Estados Unidos y China (2018–2020), cuando las restricciones arancelarias impuestas por Washington impulsaron a Pekín a diversificar sus fuentes de aprovisionamiento, favoreciendo a los países sudamericanos.

Sin embargo, Bloomberg Línea[2] advirtió que la recuperación de Estados Unidos como actor clave en la exportación de soja a China amenaza el espacio conquistado por las economías del Cono Sur. Mientras Argentina y Brasil intentan sostener su participación en el mercado, la reactivación de los acuerdos bilaterales entre Washington y Pekín está modificando el equilibrio comercial regional.

El nuevo acuerdo entre EE. UU. y China: un golpe al Cono Sur

El reciente anuncio de que Estados Unidos exportará 12 millones de toneladas de soja a China, resultado de la reunión entre Donald Trump y Xi Jinping en Corea del Sur, marca un punto de inflexión geopolítico y económico[3] (3). Este acuerdo restablece las exportaciones agrícolas norteamericanas que habían sido suspendidas durante la guerra comercial y reduce el espacio de maniobra de los exportadores argentinos.

La reactivación de la relación comercial sino-estadounidense implica que China reasigne parte de su demanda hacia Estados Unidos, desplazando a proveedores alternativos como Argentina. Esta dinámica conlleva una probable contracción en la entrada de divisas al país, con impacto directo en las reservas internacionales y en la estabilidad macroeconómica.

La trampa de la alineación con Washington

En el plano político y financiero, esta tendencia revela una dependencia creciente de la Argentina respecto del poder económico estadounidense. La influencia de entidades como JP Morgan, que participan activamente en la estructuración de la deuda pública y en la orientación de la política económica argentina, limita la soberanía nacional en materia de decisiones estratégicas.

Esta injerencia financiera tiene consecuencias prácticas en el sector agroexportador: la volatilidad cambiaria, el encarecimiento del crédito y la falta de estímulos fiscales afectan la competitividad del complejo sojero argentino. Al alinearse con Washington, el país pierde capacidad de negociación frente a China, su principal comprador, y se expone a un escenario de dependencia estructural.

Consecuencias económicas y geopolíticas
  1. Pérdida de divisas: la reducción del volumen exportado a China disminuye el ingreso de dólares genuinos, acentuando la escasez de divisas y la presión sobre la balanza de pagos.
  2. Desplazamiento regional: Estados Unidos recupera terreno en el mercado asiático, reduciendo la participación de Argentina en aproximadamente entre 15 y un 20 % según estimaciones de organismos técnicos.
  3. Dependencia financiera: la subordinación de la política económica nacional a actores financieros extranjeros erosiona la autonomía del Estado argentino.
  4. Erosión de soberanía: la alineación con Washington restringe la posibilidad de implementar una política exterior comercial autónoma y equilibrada.
Conclusión: entre la soberanía económica y la dependencia financiera

La geopolítica de la soja ilustra la tensión entre soberanía económica y dependencia financiera. Si bien Argentina posee ventajas comparativas notables en la producción oleaginosa, su alineación con los intereses geoestratégicos de Estados Unidos y la influencia de bancos de inversión como JP Morgan en la política económica interna amenazan con desplazar al país de su rol estratégico en el comercio mundial de soja.

El desafío radica en reconstruir una política de inserción internacional autónoma, que priorice los intereses nacionales, fomente la diversificación de mercados y fortalezca el vínculo con los socios comerciales de Asia, especialmente China. En caso contrario, la «trampa» de la alineación con Estados Unidos podría traducirse no solo en la pérdida del mercado chino, sino también en la renuncia silenciosa a la soberanía económica argentina.

 

* Licenciado en Seguridad. Especialista en Análisis de Inteligencia y Maestrando en Inteligencia Estratégica Nacional, con experiencia en estrategia, geopolítica, tasalopolítica, producción de información, así como en Seguridad y Protección de Infraestructuras Críticas.

 

Referencias

[1] Secretaría de Gobierno de Agroindustria. (2019). Cadenas de Valor Oleaginosas: Soja (Informe de septiembre 2019). Buenos Aires: Ministerio de Producción y Trabajo, https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/sspmicro_cadenas_de_valor_soja.pdf

[2] «Brasil y Argentina ganan terreno como exportadores de soja a China mientras EE.UU. retrocede». Bloomberg Línea, 12/06/2024, https://www.bloomberglinea.com/mundo/estados-unidos/brasil-y-argentina-ganan-terreno-como-exportadores-de-soja-a-china-mientras-eeuu-retrocede/.

[3] «Estados Unidos enviará 12 millones de toneladas de soja a China en un acuerdo que redefine el comercio agrícola». Infobae, 30/10/2025, https://www.infobae.com/america/mundo/2025/10/30/estados-unidos-enviara-12-millones-de-toneladas-de-soja-a-china-en-un-acuerdo-que-redefine-el-comercio-agricola/.

 

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DE LA DOLARIZACIÓN DE ARGENTINA A LA PESIFICACIÓN DEL DÓLAR ESTADOUNIDENSE

Gaby Weber*

Milei con Trump en febrero de 2025. Foto: Weißes Haus

 

Trump quiere «hacer grande a Milei de nuevo» con 20.000 millones de dólares. Hace dos años, Javier Milei quería «dolarizar» Argentina; ahora el secretario del Tesoro de Estados Unidos ha anunciado lo contrario. Scott Bessent quiere gastar 20.000 millones de dólares para salvar el peso «subvaluado». ¿Un gasto de última hora para evitar una inminente derrota electoral?

El martes, Milei se reunirá con Donald Trump, y ambos anunciarán grandes cosas: hacer grande a Argentina y Estados Unidos de nuevo, que el país del Río de la Plata se convierta en un socio estratégico de Washington y que una lluvia de dólares llueve sobre los gauchos, con una condición: expulsar a China. En concreto, se trata del swap de 18.000 millones que el segundo mayor socio comercial del país (después de Brasil) ha depositado en el Banco Central de Buenos Aires. Las opiniones en el país están divididas. La izquierda habla de neocolonialismo y los conservadores temen ser estafados por sus competidores en el mercado global. ¿Se trata de un simple espectáculo para chantajear a los votantes?

El 26 de octubre se celebrarán elecciones de medio término en Argentina y todo apunta a una aplastante derrota para el ultra derechista Milei. La economía está en ruinas, las fábricas cierran, el turismo se ha desplomado debido a la sobrevaluación del peso y los ciudadanos y el Estado están muy endeudados. Ninguna de sus promesas, como el fin de la corrupción, se ha cumplido. Por eso, los peronistas ganaron las elecciones regionales a principios de septiembre por una aplastante mayoría. El poder judicial investiga a Milei y a su todopoderosa hermana Karina por sobornos, por publicidad fraudulenta de la criptomoneda $Libra y por la ANDIS, la agencia estatal para personas con discapacidad.

El peso lleva semanas depreciándose y el banco central ha sacrificado sus reservas para mantener el tipo de cambio. Una devaluación antes de las elecciones sería catastrófica, trayendo consigo inflación, pérdida de poder adquisitivo y revueltas. Por lo tanto, Milei prácticamente le rogó a Donald Trump que lo escuchara y evitara la inminente devaluación. Y aunque Trump había prometido lo contrario durante la campaña electoral, recibió a su colega en bancarrota al margen de la Asamblea General de la ONU. Y la simple foto de los dos jefes de Estado tranquilizó a los mercados. El peso se estabilizó, al menos por unos días.

El candidato principal de Milei, financiado por el narcotráfico

Trump no se dejó disuadir de su encuentro en Nueva York por la información que el Departamento de Estado recibe diariamente desde Buenos Aires sobre el candidato principal de Milei para las próximas elecciones. Se trata de José Luis Espert, miembro del círculo íntimo de los hermanos Milei. Según documentos judiciales en Texas, Espert recibió 200.000 dólares de su socio Fred Machado, quien le había proporcionado su avión privado para la campaña al menos en 37 ocasiones. Está siendo investigado en Texas por lavado de dinero y tráfico de cocaína para el Cártel de Sinaloa. Durante cuatro años, la justicia estadounidense ha solicitado su extradición. Sin embargo, hasta ahora, por razones misteriosas, la Corte Suprema argentina ha denegado esta solicitud y, en su lugar, lo ha puesto bajo arresto domiciliario. Hace apenas unos días se allanaron sus bienes y se incautaron pruebas, incluyendo documentos que detallan su prolongada colaboración con Espert y su financiación.

La Iglesia Católica lleva un año advirtiendo que Milei ha abierto la puerta a los narcos, en parte mediante el desmantelamiento de los controles estatales en los puertos y también mediante su «ley de lavado de dinero», que legalizó inversiones de fuentes desconocidas y, por lo tanto, inyectó 23.000 millones de dólares al país.

El creciente poder de los narcotraficantes en los suburbios se hizo evidente a más tardar el 19 de septiembre, cuando tres jóvenes fueron asesinadas en un barrio pobre de la capital. Según han revelado las investigaciones hasta el momento, un líder de una pandilla peruana secuestró a las tres jóvenes y las torturó frente a cámaras en vivo; les cortaron partes de los cuerpos y las imágenes se compartieron en Instagram como medida disuasoria bajo el lema: «Si me robas cocaína, te la darán». Los cuerpos mutilados fueron recuperados y miles salieron a las calles; una brutalidad sin precedentes. Hasta ahora, el narcotráfico estaba en manos de unas pocas familias, traficantes conocidos, pero nada comparable al crimen organizado en México, Colombia o Brasil.

Y en medio de los reportajes televisivos sobre esta masacre, surgieron nuevas pruebas de la colaboración de Espert con Machado, como si los narcos ya hubieran tomado el gobierno. ¡El candidato de Milei, Espert, encabezaba la lista electoral para la provincia de Buenos Aires! Desde entonces se retiró, pero aún queda por decidir si se publicarán nuevas listas electorales con su sucesor a última hora.

Es sorprendente que Donald Trump nunca haya utilizado su buena relación con Milei para impulsar la extradición de Machado. ¿Acaso no afirma estar combatiendo el narcotráfico en todo el mundo, por ejemplo, cuando ordena a la Marina estadounidense bombardear barcos venezolanos en el Caribe? Que estos barcos transporten cocaína aún no se ha probado, pero en el caso de Machado, las pruebas están en el tribunal de Texas.

Rescate para el fondo de cobertura

Sin embargo, Trump estrechó cordialmente la mano de su homólogo, «El Loco» (como se le conoce en su país), y anunció ayuda. Se negó a dar detalles, pero poco después, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, ofreció liberar 20.000 millones de dólares. Se avecina una devaluación en el Río de la Plata, lo que ocasionaría pérdidas significativas a sus antiguos socios. En concreto, esto afecta a Robert Citrone y a su fondo de cobertura, Discovery Capital Management, al que Bessent conoce por su experiencia trabajando para George Soros. Citrone aún posee valores argentinos de los que desea deshacerse desesperadamente. Pero ¿cómo debería Bessent lograr este rescate? ¿Con un nuevo préstamo?

Dada su deuda astronómica y sus pésimas calificaciones crediticias, Argentina es candidata a la quiebra. Además, el Banco Mundial, el FMI y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) son responsables de esto, no el contribuyente estadounidense. Por lo tanto, Bessent planteó la idea de un canje en sus publicaciones y entrevistas. Los swaps se utilizan en el comercio bilateral cuando un comprador deposita una suma de dinero en la moneda del país donante en el banco central del vendedor. Por ejemplo, un swap de la República Popular China por valor equivalente a 18.000 millones de dólares se almacena en el banco central de Buenos Aires. De esta manera, Pekín pretende eludir el dólar como unidad de pago internacional. Y el gobierno estadounidense lleva tiempo cuestionando este swap.

Milei se encontraba bajo una enorme presión. Para obtener divisas frescas a corto plazo, que pretendía utilizar para apuntalar el peso sobrevaluado, otorgó a sus exportadores de granos una importante exención fiscal si depositaban el producto de sus ventas en el banco central antes del 26 de octubre. Esto resultó en una pérdida de 7.000 millones de dólares en impuestos para el Tesoro argentino. Los importadores chinos aprovecharon la situación y comenzaron a comprar soja más barata de la Pampa en lugar de Estados Unidos. Esto, como era de esperar, enfureció a los exportadores de granos estadounidenses, que compiten con los argentinos en el mercado global. Se quejaron ante el gobierno estadounidense.

Así, la idea del canje de Bessent se desvaneció y, en cambio, con expresión sombría, anunció que no prestaría los 20.000 millones de dólares prometidos, sino que los invertiría comprando pesos argentinos. «El peso está subvaluado», afirmó el ministro de Hacienda, pero ocultó más información sobre esta «inversión». Sin embargo, anunció que Milei le había prometido a cambio que finalmente «eliminaría» el canje chino. Esto no se confirmó en Buenos Aires porque no está del todo claro cómo, técnicamente, sucedería esto. Incluso el conservador La Nación no tuvo más que burlas ante esta sugerencia:

«La superpotencia más importante del mundo no está interesada en el euro, el yen, el yuan ni las criptomonedas, sino en nuestro peso. Así es como nuestra humilde moneda se ha transformado de la noche a la mañana en una moneda estrella. ¡Javier, esto es increíble! Has convertido cinco panes y dos peces en 20.000 millones de dólares. Una estatua para ti se quedaría pequeña; te mereces un altar».

El New York Times también cuestionó el plan. El Partido Demócrata ya había presentado un proyecto de ley para bloquear el rescate de los especuladores. Trump, argumentó, solo quería ayudar a los «inversores adinerados que especularon en Argentina y ahora temen pérdidas significativas».

Estos incluyen a las gestoras de activos BlackRock, Fidelity y Pimco, así como a Stanley Druckenmiller y Robert Citrone.

¿Aire caliente o hacer que Argentina vuelva a ser grande?

Desde las elecciones de septiembre, los peronistas han mantenido la mayoría en ambas cámaras y la están utilizando para implementar sus propias leyes y revocar los decretos de Milei. Y si las elecciones del 26 de octubre resultan en nuevas derrotas, el modelo de Milei, elogiado mundialmente en círculos neoliberales, parece estar llegando a su fin.

Argentina es rica en recursos naturales; posee petróleo, uranio, tierras raras y litio, y China es, como se mencionó, su segundo socio comercial más importante. Actualmente se está construyendo una base militar en el extremo sur del continente, donde la Armada de Estados Unidos pretende establecerse si Milei y Trump se salen con la suya. Tierra del Fuego es de importancia estratégica en caso de conflicto, ya que mantiene libres los flujos comerciales y las rutas para los buques de guerra. Pero para eso, el gobierno necesita una resolución parlamentaria. Y no son solo los peronistas quienes se oponen a ellos; los conservadores tampoco quieren poner en peligro las relaciones con la República Popular, y su grano compite con el de los agricultores estadounidenses. Se trata de intereses contrapuestos, por lo que la prensa de derecha, como el influyente La Nación, también informa críticamente sobre la intervención planeada por Estados Unidos en asuntos internos.

«Washington no puede exigir que Argentina deje de comprar productos chinos ni de vender nuestros productos. Pekín es uno de nuestros socios más importantes. Competimos en la agroindustria (con Estados Unidos) y nos negamos a permitir un veto».

La resistencia también está creciendo en Estados Unidos., y no solo entre los agricultores. El congresista Chuck Schumer instó a Trump a centrarse en su propio presupuesto y el cierre en lugar de «salvar» a Argentina.

La senadora Elizabeth Warren publicó un video que mostraba a Milei en el escenario, furioso, gritando y chillando como un loco en estado de euforia. «¿Debería salvarse a un hombre así con el dinero de nuestros contribuyentes?», preguntó la demócrata.

Warren solicitó a la Asociación de Fondos Administrados detalles sobre la inyección de efectivo prevista: «Puede que 20.000 millones de dólares no sean suficientes para detener el colapso de la economía argentina, pero en el mejor de los casos darán tiempo a los fondos de cobertura para deshacerse de sus inversiones sin grandes pérdidas».

Y el economista Paul Krugman vinculó la cancelación de la ayuda humanitaria para millones de niños hambrientos en África con el apoyo a un gobierno de derecha «con un largo historial de corrupción, inestabilidad política, despilfarro fiscal y crisis financieras, que ha incumplido su deuda nueve veces, tres veces desde 2001».

Hasta el momento, el Tesoro de Estados Unidos no ha comentado si pretende utilizar sus 20.000 millones de dólares para comprar pesos, bonos o pagarés del Banco Central argentino, o simplemente para rescatar a sus propios especuladores y adquirir sus valores sin valor. En cualquier caso, las confusas promesas de Bessent hicieron que los precios de las acciones en Buenos Aires volvieran a subir. Y el martes, Trump probablemente le prometa a Milei, frente a cámaras en directo, inversiones doradas, nuevas fábricas estadounidenses y dólares hasta donde alcanza la vista. Es dudoso que esto convenza a los votantes argentinos para el 26 de octubre, ya que la indignación de la población se siente en cada rincón, no solo en los barrios marginales.

Una cosa es segura: el hecho de que personas como Trump y Bessent estén dispuestas y sean capaces de gastar decenas de miles de millones de dólares en papel moneda sin valor —pesos— volverá a avivar el debate internacional sobre la necesidad de una moneda global seria. Y esta nueva moneda global no será el dólar pesificado.

 

* Estudió Lenguas Románicas y Periodismo en la Universidad Libre de Berlín y se doctoró en el Instituto Latinoamérica en 1982. Ha trabajado como periodista desde 1978 y como corresponsal independiente desde 1986, primero desde Montevideo y, desde 2002, desde Buenos Aires. También ha publicado varios informes y una extensa investigación sobre la historia de las actividades de inteligencia. Su libro Eichmann wurde noch gebraucht se publicó en 2012.

 

Artículo publicado en alemán, „Von der Dollarisierung Argentiniens zur Pesifizierung des US-Dollars“, 13/10/2025, en Overton Magazin, https://overton-magazin.de/top-story/von-der-dollarisierung-argentiniens-zur-pesifizierung-des-us-dollars/.

UN SISTEMA INTERNACIONAL CONVULSO QUE CONFIGURA NUEVOS EQUILIBRIOS

Roberto Mansilla Blanco*

Imagen: Vilkasss en Pixabay

 

El asesinato del activista Charlie Kirk ocurre en momentos en que la tensión internacional se incrementa en diversos ámbitos, principalmente en Oriente Próximo, así como entre Rusia y la OTAN, generando un clima de convulsión que anuncia cambios significativos en los equilibrios de poder.

Este contexto está propiciando cambios que redibujan el mapa geopolítico especialmente en Oriente Próximo, con perspectivas que dificultan los intereses del eje EEUU-Israel a pesar de la aparentemente inquebrantable alianza, confirmada con la visita a Netanyahu por parte del secretario de Estado Marco Rubio.

Mientras Israel activaba la invasión militar a la Ciudad de Gaza e incluso se preparaba para la eventual anexión de Cisjordania, Reino Unido, Portugal, Canadá y Australia reconocieron el 21 de septiembre de 2025 al Estado de Palestina, abogando por la solución de «dos Estados». Francia, que observa una aguda crisis política tras la caída del gobierno de Bayrou, hizo lo mismo un día después en el marco de la 79º Asamblea General de la ONU.

El reconocimiento británico a Palestina coincidió con una visita a Londres por parte de Trump, quien mostró su contrariedad por esta decisión ante el primer ministro británico Keir Starmer. Durante la sesión de la Asamblea General de la ONU, Trump reprodujo la visión de Netanyahu de que reconocer Palestina como Estado es «una victoria para Hamás». La intervención del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu en la reciente Asamblea General de la ONU, donde fue boicoteado por una inmensa mayoría de las delegaciones presentes hasta prácticamente dejarlo en solitario, evidencia el clima de aislamiento y de pérdida de apoyos internacionales para Israel.

Estas declaraciones de apoyo al Estado palestino, principalmente por parte de dos miembros del Consejo de Seguridad de la ONU y de la OTAN como son Gran Bretaña y Francia, tradicionalmente aliados de Israel, rompen la baraja de equilibrios geopolíticos hasta ahora favorable al eje EEUU-Israel. Días antes de estos reconocimientos, una comisión de investigación de la ONU concluyó que Israel había cometido genocidio contra los palestinos en Gaza.

¿Hacia una «OTAN islámica»?

Un clima de pre-guerra regional se percibe en Oriente Próximo, lo que está acelerando la concreción de inéditas alianzas militares. A mediados de septiembre, Pakistán (único país musulmán potencia nuclear) y Arabia Saudita (uno de los principales vendedores de armas a nivel mundial) firmaron un inédito acuerdo estratégico de defensa. El acuerdo es histórico ya que no sólo determina asistencia mutua defensiva, sino que también aparentemente condiciona las respectivas implicaciones de ambos países en los complejos acontecimientos de Oriente Próximo, el Índico, sureste asiático y Asia Central.

El objetivo a priori de este acuerdo parece más bien simbólico y disuasivo dirigido principalmente hacia Israel, en particular tras los ataques israelíes contra Qatar que buscaron infructuosamente eliminar a líderes de Hamas establecidos en Doha. No olvidemos que, en diciembre de 2024, Rusia e Irán ya firmaran un acuerdo similar que se ampliará a la cooperación nuclear durante una cumbre en Moscú a finales de este mes. Pero el pacto entre Islamabad y Riad también es seguido con atención por parte de India, otra potencia nuclear que rivaliza con Pakistán además de mantener litigios soberanistas y reclamaciones territoriales (Cachemira).

Por otro lado, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos (que reconoce a Israel tras los Acuerdos de Abraham de 2020) anunciaron medidas punitivas contra ciudadanos israelíes, toda vez que Egipto aparentemente estaría dispuesto a ir a una guerra contra Israel si la invasión a la Ciudad de Gaza provoca una crisis humanitaria sin precedentes en el fronterizo paso de Rafah.

A su vez, Turquía se erige como la principal voz de los palestinos ante la ONU y los foros internacionales, lo que aumenta las tensiones entre Turquía e Israel. En Turquía existe malestar ante el proyecto del gobierno de Netanyahu del «Gran Israel» que también abarca regiones turcas. Tras ser el primer país musulmán en reconocer a Israel (1949) y mantener durante décadas un tácito equilibrio geopolítico común, la guerra en Gaza ha exacerbado las tensiones turco-israelíes.

Turquía observa ahora a Israel como un rival. En este contexto de tensiones con Israel, Turquía y Egipto avanzaron en sus primeros ejercicios navales conjuntos en trece años, un claro mensaje disuasivo a Netanyahu.

Trump se ha esforzado en propiciar una apertura con la Siria gobernada por el yihadista reconvertido en presidente Ahmed al Shara’a, buscando incluso que las nuevas autoridades en Damasco inicien un proceso de reconocimiento y normalización de relaciones con Israel. No obstante, el inflamado contexto actualmente existente en Oriente Próximo, derivado de los conflictos de Israel en Gaza, Líbano, Qatar, Yemen e Irán, dificulta esta posibilidad.

Por ello, Trump intenta dar un «golpe de timón» geopolítico observando con mayor atención que, ante la constante agresividad israelí que podría terminar incomodando los intereses regionales estadounidenses, Arabia Saudita podría convertirse en el nuevo y principal interlocutor para Washington. Este hipotético escenario propiciaría un cambio de equilibrios militares y geopolíticos que eventualmente condicionen lo estipulado en los Acuerdos de Abraham (2020), cuyo principal objetivo se centraba en alcanzar un histórico reconocimiento oficial entre Arabia Saudita e Israel.

La agresiva política de Israel en Oriente Próximo ha provocado una mayor concreción de políticas defensivas dentro del mundo árabe contra Israel, fomentando la noción de una especie de «OTAN árabe».

En el Sahel africano también se ha dado un movimiento geopolítico relevante. Los tres gobiernos que forman parte de la Alianza de Estados de Sahel, siendo estos Burkina Faso, Mali y Níger, anunciaron su salida de la Corte Penal Internacional por considerarla un «instrumento del colonialismo occidental».

Rusia y la OTAN: ¿en rumbo de colisión?

Fuera del escenario de Oriente Próximo, Rusia y Bielorrusia realizaron en septiembre los ejercicios militares ZAPAD en localidades muy próximas a la frontera con Polonia, país que junto con Rumanía y Estonia han denunciado la presencia de drones y cazas rusos en labores que podrían explicarse de reconocimiento e inteligencia. En estos ejercicios también participaron como observadores altos cargos militares estadounidenses.

Este contexto ha provocado el aumento de las tensiones entre Rusia y la OTAN. Mientras Francia reconocía a Palestina en la Asamblea General de la ONU, Putin advirtió ante el Consejo de Seguridad ruso con aplicar «medidas militares» ante el futuro escudo antimisiles espacial que Trump quiere diseñar. El presidente ruso indicó que este escudo altera el «status quo» de las armas de destrucción masiva, presionando a EEUU para renovar el Tratado de No Proliferación Nuclear.

De acuerdo con el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), citado por el canal ruso RT, Putin habría supervisado el reclutamiento de 299.000 nuevos soldados que han firmado nuevos contratos con el Ministerio de Defensa ruso entre enero y septiembre de 2025 con la finalidad de conformar una nueva fuerza estratégica de defensa.

Este escenario plantea la expectativa de que Moscú podría estar preparándose para un futuro conflicto con la OTAN, tomando en cuenta el riesgo de escalada de tensiones que se observa en la actualidad, donde drones y aviones tanto rusos como de la OTAN sobrevuelan sus respectivos espacios aéreos. Algunos analistas especulan que los ejercicios ZAPAD tradicionalmente suponen la puesta en marcha de preparativos de carácter bélico por parte de Rusia y sus aliados, citando precedentes como la guerra de agosto de 2008 con Georgia y a la invasión de febrero de 2022 en Ucrania.

Trump también ha tomado posición en cuanto a las recientes tensiones ruso-occidentales. Desde la ONU advirtió con dar un giro copernicano al conflicto en Ucrania otorgando un mayor apoyo militar para Kiev. En lo que puede ser una declaración intimidatoria y disuasiva hacia Putin, Trump ha adoptado un tono más agresivo, sugiriendo que Ucrania podría reclamar todo su territorio perdido si el apoyo de la OTAN continúa, toda vez ha comentado que Rusia comienza a observar «grandes problemas económicos».

Las tensiones ruso-occidentales también gravitan en las elecciones legislativas previstas para este 28 de septiembre en Moldavia, donde vuelven a aparecer denuncias en medios occidentales sobre presuntas inherencias electorales por parte del Kremlin tendientes a favorecer la opción electoral liderada por Igor Dodon, considerado un prorruso.

Una China expectante que también fortalece sus imperativos

Por otro lado, China celebró el Foro Xiangshan, una conferencia anual de defensa en la que estableció una política de disuasión ante EEUU, ya anteriormente configurada tras la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) en Tianjin y la posterior exhibición de poderío militar con el desfile en Beijing del 2 de septiembre, celebrando el 80º aniversario de la victoria en la II Guerra Mundial, en presencia de los líderes de Rusia y Corea del Norte.

Romper el eje euroasiático sino-ruso ha sido siempre una obsesión para Trump. La definitiva retirada estadounidense de Afganistán de 2021, cuando los Talibanes volvieron al poder tras ser desalojados por Washington y sus aliados en 2001, ha sido siempre una crítica constante de Trump contra la presidencia de su predecesor Joe Biden.

Mientras se preparaba el funeral de Kirk, Trump advirtió sobre la posibilidad de recuperar el control de la base militar de Bagram en Afganistán, provocando el rechazo absoluto por parte de las autoridades talibanas. El objetivo de Trump por recuperar Bagram se intuye en la necesidad de tener una cabeza de puente estratégico para monitorear de cerca el nuevo eje euroasiático conformado por China, Rusia e India tras la cumbre de la OCS en Tianjin. El Kremlin ya ha advertido que no permitirá esta pretensión geopolítica de Trump en Afganistán.

 

* Analista de Geopolítica y Relaciones Internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) y colaborador en think tanks y medios digitales en España, EEUU e América Latina. Analista Senior de la SAEEG.

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