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LA CONECTIVIDAD Y SU IMPLICANCIA ESTRATÉGICA PARA ARGENTINA EN LA «CONECTOGRAFÍA» MUNDIAL

Martín Rafael López*

Imagen: geralt en Pixabay, https://pixabay.com/es/photos/globo-red-conectividad-conectar-2679754/.

Desde las postrimerías del siglo XX se ha intentado identificar y comprender el impacto del exponencial desarrollo tecnológico y sus consecuencias para la sociedad a nivel local-global.

Tan es así que ya desde aquel entonces el prestigioso sociólogo alemán Ulrich Beck se preguntaba qué era realmente la globalización y/o el globalismo. La primera dificultad con la que se encontró el autor fue desentrañar la polivalencia y ambigüedad de estos términos y de sus múltiples dimensiones de análisis para su comprensión.

Los detractores al entendimiento de la emergencia de un mundo globalizado como un «nuevo fenómeno» plantearon que desde ya hacía mucho tiempo era posible aseverar la existencia de un mundo interconectado: con una sociedad abierta al mismo y en donde ninguna entidad política o grupo podía vivir al margen de los demás.

Sin embargo, presuponer esta postura de «sociedad mundial» como una «pluralidad homogénea» no tiene en cuenta la autopercepción disímil que puede poseer cada sociedad acerca de su propia identidad previa a ser inmiscuida en el entramado de la totalidad de relaciones sociales, económicas, políticas y/oi culturales que se pueden producir a nivel global.

Para una primera aproximación al concepto, Beck sugería que la globalización puede ser entendida como aquellos procesos a través de los cuales los Estados se entremezclan e imbrican mediante actores transnacionales y sus respectivas probabilidades de poder, orientaciones, identidades y entramados varios.

Empero, la globalización no es lo mismo que la conectividad. De hecho, resulta dable aclarar que la globalización es sólo el volumen de uso de la conectividad, la cual es entendida como la creciente capacidad de interacción a través de las redes de transporte, energía y comunicaciones.

Impulsar la conectividad es imprescindible para mejorar la vinculación de las sociedades e impactar positivamente en sus estructuras productivas, logrando así promocionar las nuevas relaciones de producción propias de la denominada economía del conocimiento.

Dicho esto, resulta irrefutable que la conectividad es una necesidad fundamental de la era actual. El auge de las redes de comunicación, la big data, la infotecnología, la inteligencia artificial, el 5G y las criptomonedas son sólo algunos ejemplos de otros tantos servicios y productos logrados a partir de la planificación de políticas públicas que incentivaron la promoción de la investigación y el desarrollo de infraestructura crítica para la innovación.

Este contexto propició escalonadamente el origen del ciberespacio y delimitó una «nueva frontera digital» que, dado su carácter transnacional y no territorial, desafía la soberanía de los Estados y se convierte en un nuevo teatro de operaciones para la concreción y el resguardo del interés nacional.

Estas características, rasgos y tendencias que continúan moldeando el escenario internacional conllevaron a que también las tensiones y conflictos (que otrora se desarrollaban casi exclusivamente en el plano político-militar) se produzcan en nuevas dimensiones de carácter económico-tecnológico y en donde reviste de total importancia la «geoconectividad». Sin ir más lejos, el escalonamiento de las tensiones en torno al enfrentamiento tecnológico-comercial entre Estados Unidos y la República Popular China fue -y es- un ejemplo de ello.

El caso argentino en la «conectografía» mundial

El reconocido analista internacional de origen indio,  Parag Khanna, va más allá de los planteos preliminares y plantea la existencia de un nuevo orden mundial de «conexión». El mismo está signado por la emergencia y rápida expansión de redes que posibilitan la transferencia eficaz y eficiente no sólo de bienes y capital, sino también de conocimientos y tecnología.

Esta extensa conectividad geográfica global o «conectografía planetaria» se plantea como otra forma de estudiar y debatir la geografía, en función de dimensiones estratégicas como la construcción y el resguardo de infraestructura crítica o de cadenas de valor agregado de interés en términos geopolíticos y geoeconómicos.

Reflexionando en tal sentido, los incipientes debates académicos plantean que uno de los desafíos mundiales al desarrollo de la conectividad es la disputa contemporánea por la implementación de la red de cables submarinos.

Estos cables, que suman un total de 530 alrededor del mundo, son la base de la red global de telecomunicaciones que posibilitan el uso de Internet. Más allá del imaginario vulgar por el cual vinculamos la conectividad a una necesidad exclusivamente espacial y vinculada al uso de satélites, solo el 1% de la transferencia de datos a nivel mundial se transmiten por esta vía, mientras que el restante 99% viaja por redes de cables submarinos tendidos en los lechos marinos a escala global.

Mapa de cables submarinos, TeleGeography, https://www.submarinecablemap.com/

Frente a este panorama, la dotación de fibra óptica es un objetivo que reviste de importancia geoestratégica y que todo Estado debe contemplar y valorar como un activo crítico y vital.

En el caso de Argentina, «Firmina» es el nombre del último cable submarino que comenzó su funcionamiento a principios de este año e ingresó al país a través de una estación de amarre localizada en el balneario de la ciudad de Las Toninas, perteneciente al Partido de la Costa de la Provincia de Buenos Aires.

Su instalación estuvo a cargo de las empresas Google y Telxius y requirió el tendido de alrededor de 13.500 km de cable desde Myrtle Beach (playa ubicada en Carolina del Sur, en la costa este de Estados Unidos) hasta el balneario bonaerense.

Este nuevo tendido fue realizado con el objetivo de mejorar el funcionamiento y la prestación del servicio que brinda «Tannat», otro cable puesto en funciones en el año 2020 y gestionado por la misma empresa estadounidense en conjunto a Alcatel.

Empero, también se encuentran tendidos otros cables como el «Malbec», «SAM-1», «Atlantis II» o el «Unisur» operados por otras firmas joint venture o conglomerados creados para tal fin.

Exceptuando las especificaciones de seguridad técnicas y operativas del servicio, es interesante al menos advertir que el requerimiento logístico necesario para su funcionamiento involucra la garantía de seguridad del tendido físico de estos cables en el balneario argentino.

En un contexto de mayor vulnerabilidad a ataques cibernéticos o por medio del empleo de vehículos no tripulados (sin posibilidad de ser identificados), el empleo de los medios adecuados y pertinentes para el resguardo de la transferencia y el almacenamiento de la información se traduce como un imperativo estratégico crucial para nuestro Estado nacional.

 

* Licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales (UCALP). Profesor de Relaciones Internacionales (UCALP). Diplomado en Estudios Estratégicos Chinos (UNDEF). Miembro investigador del Centro de Estudios Chinos (IRI – UNLP). Coordinador del Área Estudios Internacionales (IAPE – UCALP).

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PANHISPANISMO Y LOCALISMO

Francisco Carranza Romero*

Los hechos culturales viven gracias a dos movimientos contrastantes: innovación (fuerza centrífuga) y conservación (fuerza centrípeta); apertura y cierre.

En la lengua se observa este movimiento entre el cambio y la conservación, entre el localismo y el universalismo. La lengua como código de comunicación de seres inteligentes está en constante cambio partiendo desde el idiolecto, sociolecto y dialecto. La lengua sobrevive gracias al esfuerzo de los usuarios por entenderse recíprocamente. Es el mejor medio de comunicación oral o escrita tanto en las ciudades como en las áreas rurales. Pero la urbe, que tampoco es uniforme, creyendo que habla mejor una lengua, trata de imponer su manera de hablar al área rural. Y la ciudad capital del país, creyéndose el modelo lingüístico, espera que las provincias la imiten.

En el nivel internacional, algunos españoles usuarios de la lengua castellana se creen los modelos lingüísticos sin tomar en cuenta la amplitud geográfica y el factor demográfico, y sin el conocimiento de que todas las lenguas viven con variedades dialectales por razones geográficas, históricas y culturales (como la influencia de las lenguas indígenas). Ante los hablantes de Hispanoamérica, Guinea Ecuatorial y Filipinas dicen con mucha ligereza: «En España se habla el mejor español”. Ellos ignoran que no hay dialecto mejor ni peor. Por tanto, ningún dialecto debe ser objeto de menosprecio.

Esta actitud imperialista se da también en otras lenguas. El cusqueño que habla quechua dice que su dialecto es el auténtico. El británico dice que su «Royal English» es mejor sin considerar que su población no es relevante frente a la población anglohablante de todo el mundo.

Las diferencias entre España e Hispanoamérica

En lo fonético. El seseo es general en Hispanoamérica y en algunas áreas de España (Andalucía e Islas Canarias). El yeísmo se da tanto en las urbes de Hispanoamérica y España; pero en las zonas americanas con influencia de las lenguas indígenas se realizan las diferencias de ye (fricativo palatal sonoro) y elle (lateral palatal sonoro).

El léxico varía en significante y significado (Ferdinand Saussure) en cada localidad porque las realidades geográficas, históricas y culturales condicionan el pensamiento y el lenguaje. Con este criterio comprendemos las diferencias entre Hispanoamérica y España sin ninguna supervaloración ni subvaloración. Superando el localismo estrecho (espíritu del campanario) aprendemos y asimilamos nuevas palabras. Así podemos entender el habla y el material escrito en otras localidades. En la variedad también está la riqueza lingüística.

Cuando se edita un libro en España, el corrector de la editorial interviene cambiando el léxico de Hispanoamérica por la de España como si existiera el colonialismo lexical. Esto se nota más en las traducciones. En los cinco ejemplos cito primero la versión hispanoamericana, luego la española:

Carro (del latín carrus). En España: coche (del húngaro kocsi).

Estacionamiento. En España: cochera. Por la influencia del francés también se usa garaje tanto en Hispanoamérica como en España.

Chofer. Influencia del francés, conductor del vehículo. En España: chófer y chóferes (plural). La diferencia está en la ubicación del acento de intensidad.

Papa. De origen quechua, tubérculo americano. En España: patata. Esto puede explicarse así:

  1. Confusión con “batata” (Ipomoea batatas, otro tubérculo americano).
  2. Desconocimiento del caso acusativo «papata» de «papa» en quechua.

Polla. Femenino de pollo (que aún no pone huevo o recién está poniendo), apuesta, lotería, mujer joven, coctel de licor, esputo. En España: coprolalia referente a pene.

¿Cómo llamar al ave carroñera Coragyps atratus de muchos nombres? Cito en orden alfabético: aura (España), chulo (Colombia), gallinazo (Perú), jote (Chile), urubú (Paraguay), zamuro (Venezuela), zoncho (Costa Rica), zopilote (México), etc.

El cerdo también tiene muchas denominaciones: chancho, cochino, marrano, porcino, puerco.

En una de mis visitas a Madrid entré a una juguería de La Gran Vía. Al ver la toronja en la vitrina, pedí: Jugo de toronja. El mozo no me comprendió o se hizo que no me comprendía. Me acerqué a la vitrina, señalando la fruta, dije: «Quiero jugo de toronja». Entonces el mozo me contestó en voz alta: «Zumo de pomelo» enfatizando la pronunciación de la zeta como fonema fricativo interdental sordo. Me estaba enseñando el español madrileño. Por mi aspecto físico, era evidente: yo no soy un hispanígena ni europeígena. Recibí el jugo y bebí sentado recordando las expresiones lingüísticas y paralingüísticas. Al pagar le dije con sonrisa: «Pomelo, de origen inglés. Toronja, de origen árabe. Zumo (imitando su pronunciación) de origen griego. Jugo, de origen latino». ¿Sabría el mozo que fueron los árabes los que llevaron a España la naranja y toronja?

La vida del castellano depende de todos los usuarios

Nadie pone en duda el origen del idioma castellano como variación del latín vulgar. Pero, la vida del castellano por siglos es gracias a sus hablantes en España, Hispanoamérica, Guinea Ecuatorial y Filipinas. España no es el amo ni dueño del castellano.

La vigencia y unidad del castellano es y será el resultado de la voluntad, esfuerzo y responsabilidad de todos sus usuarios de allá y acullá. Si podemos comunicarnos en español es gracias al esfuerzo de cada hablante y del que estudia y reflexiona sobre la lengua. La lengua culta, usada en las conferencias, clases, documentos oficiales, libros y periódicos (con la excepción de las publicaciones que, para agradar a ciertos grupos, descuidan las normas) es la base para la unidad de la lengua.

Repito: para entendernos necesitamos la apertura mental y tolerancia entre los hablantes. A pesar de nuestras diferencias étnicas, económicas, políticas y culturales debemos aceptarnos porque somos usuarios de una lengua común con sus diferencias fonéticas, léxicas y morfológicas. Y debemos esforzarnos en conocer la lengua que usamos para hablar y escribir; conocerla en su sincronía y diacronía.

En cuanto a la producción literaria tomemos en cuenta la opinión del venezolano Ángel Rosenblat: «(…) toda la literatura española es patrimonio nuestro, patrimonio común de nuestra lengua común» (Sentido mágico de la palabra, 1977, Caracas).

* Investigador del Instituto de Estudios de Asia y América, Dankook University, Corea del Sur.

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