Marcelo Javier de los Reyes*

Un artículo publicado en enero de 2022 advierte acerca de que los estadounidenses leen menos libros que el año anterior[1]. Según este informe, el número promedio de libros leídos se redujo de 15,6 en 2016 a 12,6, el porcentaje de quienes leen algún libro se mantiene estable; son menos los que leen más de 10 libros y los graduados universitarios muestran el mayor descenso en el número de libros leídos.
El informe destaca que se trata de una cifra menor que la que Gallup ha medido en cualquier encuesta anterior desde 1990. Los adultos estadounidenses leen aproximadamente dos o tres libros menos por año que entre 2001 y 2016. Por otro lado, «el 17% de los adultos estadounidenses que afirman no haber leído ningún libro en el último año es similar al 16% al 18% registrado en las encuestas de 2002 a 2016, aunque es mayor que en las de 1999 a 2001»[2].
Poco antes de que se llevara a cabo la Feria del Libro de Frankfurt de 2023, André Schüller-Zwierlein (director de la biblioteca de la Universidad de Ratisbona), Anne Mangen (profesora de Alfabetización en el Centro Noruego de Lectura de la Universidad de Stavanger, Noruega), Miha Kovač (profesora de Estudios Editoriales en la Universidad de Liubliana, Eslovenia) y Adriaan van der Weel (profesor emérito de Estudios en la Universidad de Leiden, Países Bajos), escribieron un artículo titulado Why higher level Reading is important («Por qué es importante la lectura de nivel superior»)[3].
El documento cobró trascendencia como El Manifiesto de Liubliana y debería ser de lectura obligatoria para todos los educadores y en particular para todos los responsables de la educación. El informe pone el foco en la disminución de la lectura de nivel superior.
Eslovenia fue el país invitado de honor de la Feria del Libro de Frankfurt 2023 y allí se presentó El Manifiesto de Liubliana y las actividades presentadas por este país en esa feria giraron en torno a la cuestión de ese escrito, el cual destaca que una cuarta parte de la población estadounidense no lee libros, que un tercio de la población alemana adulta lee menos de un libro al mes y que una encuesta PISA de 2021 mostró una marcada disminución en la lectura recreativa y aproximadamente un tercio de los estudiantes informaron que rara vez o nunca leen libros por placer. El 49% estuvo de acuerdo con la afirmación «Leo sólo lo necesario». Un tercio de la población europea tiene dificultades incluso con la lectura de nivel inferior. Como puede apreciarse, el diagnóstico es más que preocupante.
El documento pone énfasis en la importancia de la alfabetización, pero sobre todo en la lectura. Cito un párrafo de éste:
La alfabetización (lectura y escritura) permite la transmisión y preservación de información y conocimiento en todos los ámbitos de la vida: noticias, administración gubernamental, ciencia y erudición, religión, educación, etc. También facilita el intercambio de juicios y emociones humanos complejos. Dado que constituye la base de aprendizaje permanente, las personas de todas las edades necesitan buenas habilidades de lectura. Además, como efecto secundario no deseado, la lectura también ejerce disciplina, atención y paciencia cognitiva. […] Por último, pero no menos importante, la lectura es la herramienta de pensamiento más central y poderosa que tenemos.
Las buenas habilidades de lectura no sólo benefician al individuo sino también a la sociedad pues los ciudadanos bien preparados contribuyen al desarrollo económico y están capacitados para participar social y políticamente.
Sin mencionar a lo que ya había anticipado Giovanni Sartori a fines de la década de 1990 con su libro Homo Videns. La sociedad teledirigida[4], el documento hace referencia al incremento de las pantallas para leer y a la digitalización, los que abren serios interrogantes al momento de reflexionar sobre la lectura y los efectos que ocasionan sobre los individuos y la sociedad. En este sentido destaca que, en las últimas tres décadas, el entorno del lector «ha experimentado una metamorfosis que está transformando las formas en que nos comunicamos, aprendemos, trabajamos, amamos y odiamos».
El objetivo principal de este manifiesto es llamar la atención sobre la necesidad urgente de enseñar y permitir habilidades y prácticas de lectura de nivel superior para la sociedad contemporánea. El informe menciona diferentes tipos de lecturas y los efectos que produce sobre el lector. De ese modo, menciona la lectura crítica, la lectura inmersiva, la lectura literaria, la lectura larga, la lectura lenta, la lectura tenaz, la lectura estratégica, pero vale citar textualmente a la «lectura como desafío que está estrechamente relacionada con la lectura no estratégica: el cliché generalizado de que leer es para información o para divertirse ignora el hecho central de que leer siempre significa ser desafiado a pensar».
En la Argentina, ¿cómo estamos? Pues también hay una tendencia en la disminución de la lectura: se leen entre 2,5 y 5,3 libros por persona al año, un índice muy inferior al de países como Estados Unidos, Canadá o Alemania[5].
Las pantallas (televisión, celulares, computadoras, tablets) son una causa importante de la disminución en la lectura, pero también debe considerarse una falta de interés en los libros ―lo que seguramente nos llevaría a repensar en los sistemas educativos de fines del siglo XX y sobre todo del siglo XXI―, la falta de tiempo para leer libros y las transformaciones en el estilo de vida que viene padeciendo la humanidad en los últimos años.
Esta tendencia es la que me lleva a afirmar que asistimos a una «contrarrevolución cultural». Y aquí la pregunta, ¿por qué afirmo eso? Porque en el siglo XV se inició una gran «revolución», por supuesta lenta, a partir de la invención de la imprenta por Johannes Gutenberg en el año 1440, la revolución que introdujo paulatinamente al ser humano en la lectura.
La imprenta, de alguna manera, generalizó el acceso al conocimiento, favoreció la alfabetización de la población y revolucionó el mundo de las ideas. Del mismo modo, tuvo un gran impacto cultural dada su gran contribución al desarrollo artístico, sea en la literatura, en la música y en otras expresiones artísticas. También debe reconocerse que contribuyó en gran medida en la difusión de las investigaciones científicas pero en términos sociales tuvo un aporte considerable al introducir cambios en la educación, en la política e, incluso, en la religión.
No menos importante ha sido su contribución al esparcimiento. ¿Quién no ha recurrido a las novelas o a otros libros de ficción para pasar un momento agradable a través de la lectura?
La lectura y más precisamente los libros favorecen el desarrollo de nuestro pensamiento crítico, de nuestra creatividad, ambos en decadencia a partir de la disminución de ese hábito tan saludable para nuestro cerebro como el ejercicio para nuestro físico. Por otro lado, la variedad en la lectura es sumamente beneficiosa para nuestro conocimiento y nuestro crecimiento cultural, algo que no se pierde durante el transcurso de nuestra vida.
Quizás porque me gusta citar frases, quizás por mi formación como maestro catequista, o por el motivo que fuere, en muchas oportunidades termino mis clases con alguna frase o con algún cuento. Uno de los que tengo en mi «cofre de frases y cuentos» es esta reflexión de Michel Serres (1930-2019), filósofo e historiador de las ciencias, quien fue miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes y de la Academia Francesa y dice así:
Si usted tiene un pan y yo tengo un euro, y yo voy y le compro el pan, yo tendré un pan y usted un euro, y verá un equilibrio en ese intercambio, esto es, A tiene un euro y B tiene pan, y a la inversa, B tiene el pan y A el euro. Este es, pues, un equilibrio perfecto. Pero si usted tiene un soneto de Verlaine, o el teorema de Pitágoras, y yo no tengo nada, y usted me los enseña, al final de ese intercambio yo tendré el soneto y el teorema, pero usted los habrá conservado. En el primer caso, hay equilibrio. Eso es mercancía. En el segundo, hay crecimiento. Eso es cultura.
¡Bienaventurados los que buscan el conocimiento porque con él lograrán una mayor comprensión de sí mismos y del universo!
* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director ejecutivo de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia de la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata.
Autor del libro «Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones», Buenos Aires: Editorial Almaluz, 1ª edición 2019, 2da edición 2024.
Investigador Senior del IGADI, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, Pontevedra, España.
Referencias
[1] Jeffrey M. Jones. «Los estadounidenses leen menos libros que en el pasado». Gallup, 10/01/2022, <https://www.gallup.com/people/item.aspx?a=100180>, [consulta: 22/07/2025].
[2] Ídem.
[3] André Schüller-Zwierlein, Anne Mangen Miha Kovač and Adriaan van der Weel. «Why higher level Reading is important». First Monday, volumen 27, number 9 (September 2022), DOI: <https://doi.org/10.5210/fm.v27i5.12770>. First Monday, 1995-2023, ISSN 1396-0466, https://firstmonday.org/ojs/index.php/fm/article/view/12770/10709.
[4] Giovanni Sartori. Homo Videns. La sociedad teledirigida. Madrid: Taurus, 1998, 159 p.
[5] «¿Por qué cada vez se lee menos en Argentina y cómo podemos revertirlo?» Cadena 3, 08/07/2025, <https://www.cadena3.com/noticia/la-argentina-posible/por-que-cada-vez-se-lee-menos-en-argentina-y-como-podemos-revertirlo_441463>, [consulta: 10/07/2025].
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