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¿POR QUÉ LOS ESTADOS UNIDOS QUIEREN EXPULSAR A FRANCIA DE ÁFRICA?

Raphaël Chauvancy*

Artículo originariamente publicado el 27/08/2023 en francés en la revista Conflits https://www.revueconflits.com/pourquoi-lamerique-veut-elle-chasser-la-france-dafrique /

Michael Shurkin, especialista estadounidense en el Sahel y del ejército francés, acaba de escribir la oración fúnebre de Francia en África[1] un artículo sin concesiones, pero revelador de las intenciones encubiertas de los Estados Unidos.

¿Debería Francia abandonar el continente negro? Para Michael Shurkin, la suerte está echada. “Se acabó el tiempo para Francia en África”, escribe este antiguo analista de la RAND y de la CIA, reflejando el sentir de los círculos militares y diplomáticos estadounidenses.

Considera que Francia no tiene ningún interés fundamental en el Sahel; de hecho, su ”patio trasero” en África ya no existe salvo en algunas mentes enfermas. También señala con razón que algunas de las masas sahelianas no culpan a Francia por lo que hace, sino por estar allí.

Así pues, no se trata de que Francia se aferre a un miserable y superpoblado trozo de desierto donde ya no la quieren, sino de encontrar una forma de resolver entre la renuncia y la obstinación. Es imperativo que Francia revise a fondo sus modos de acción y las condiciones de su presencia en África, asegurándose al mismo tiempo de no seguir consumiendo sin beneficio una parte demasiado grande de sus fuerzas.

Intenciones estadounidenses ocultas

Pero Shurkin va mucho más lejos. Cree que Francia debería repatriar sus tropas, cerrar sus bases y renunciar a cualquier papel estratégico en África, aunque ello signifique conservar un resto de poder blando a través de la francofonía.

En su opinión, ese sería el problema, incluso más que Rusia, ya que la actual ola pro rusa no es más que la expresión de una francofobia que se ha vuelto endémica en el continente. De hecho, la pobreza creciente y la inseguridad persistente predispusieron a las poblaciones a encontrar un chivo expiatorio. Los operadores rusos de la guerra informacional proporcionaron el blanco ideal al nombrar y avergonzar al antiguo colonizador. Sólo que, y esto se pasa por alto en silencio, tenían la ventaja porque el terreno había sido preparado hacía mucho tiempo por el “French bashing” y las operaciones de influencia estadounidenses.

De hecho, Shurkin adopta una narrativa estratégica estadounidense clásica cuando escribe que sus relaciones con Francia “han obstaculizado sin duda el desarrollo económico y político de los países africanos”. Por el contrario, podemos reprochar a los franceses de haber fomentado el complejo de un hijo pródigo en algunos de ellos al recibirlos generosamente en París tras cada desencuentro o bancarrota. Se gastaron en ello más de lo que los recursos y los intereses justificaban. Es dudoso que alguna otra potencia haga lo mismo.

En el trasfondo, los ataques al laicismo[2] por parte de la prensa y de los funcionarios estadounidenses alimentan las sospechas de islamofobia de parte del Estado francés, incluso en países amigos como Senegal. La promoción de la desastrosa política anglosajona de minorías ha erosionado al proyecto de sociedad post-racial que era uno de los factores de la influencia universalista de Francia. La financiación del movimiento extremista “descolonial” por Washington ha tenido efectos nocivos en los suburbios franceses, pero también en el África francófona. Sus teorías de victimismo conspirativo, a veces retransmitidas por las diásporas en Francia, se han tomado al pie de la letra. Si Rusia financió y retransmitió el discurso francófobo del activista Kémi Séba, Estados Unidos promovió el de Rokhaya Diallo. Ambos imperios tenían el mismo interés en eliminar el “poder de equilibrio” francés. París no vio venir el peligro y quedó atrapada en un cerco narrativo.

Paralizados por las frustraciones e impregnados de narrativas descolonizadoras, una parte de la juventud urbana, ociosa y protegida del terrorismo, se levantó contra Francia. Sin embargo, las ONGs presentes en el terreno constataron que el sentimiento antifrancés florecía allí donde la amenaza se reducía y los soldados franceses estaban ausentes… En las zonas donde estaban desplegados, por el contrario, aparecían sistemáticamente como una garantía de seguridad e incluso de prosperidad, regando la economía local[3]. Obsesionada con sus compromisos en el terreno, Francia ha abandonado y perdido la batalla informacional.

Shurkin llega a la conclusión de que los Estados Unidos y otras naciones europeas no provocan la misma reacción que Francia y pide a ésta que les ceda el paso en el Sahel. Sin embargo, las necesidades de la región están relacionadas principalmente con la seguridad, y nadie se imagina seriamente a los alemanes abandonando sus tiendas con aire acondicionado para acompañar a los ejércitos locales a la batalla. La referencia a los europeos es puramente semántica. Los estadounidenses quieren sacrificar la presencia francesa para sustituir y perpetuar la suya.

Entre la hostilidad y la pérdida de confianza

Para comprender el punto de vista estadounidense, es necesario recordar dos constantes en la forma en que se ve en Washington al ejército y a la diplomacia francesa. La primera es la exasperación respecto a su autonomía. Los estadounidenses tienen una lógica de bloque y ven a la alianza como una alineación. Cualquier distorsión es vista como una traición. Recordemos la aguda crisis provocada por la negativa de Francia a apoyar la invasión de Irak. El premio Pulitzer Thomas Friedman resumió el estado de ánimo del otro lado del Atlántico cuando escribió que Francia no merecía su puesto en el Consejo de Seguridad. Hace poco, el Wall Street Journal describía a Francia como “el aliado y enemigo más antiguo de los Estados Unidos”[4]. Una idea común y corriente es que Francia ya no existe en la escena internacional salvo por su capacidad y propensión a oponerse a los Estados Unidos.

Otra tendencia estadounidense, recurrente desde 1940, es dudar de la capacidad de Francia para asumir responsabilidades internacionales. Así, al tiempo que prestan lealmente un apoyo vital a la operación antiterrorista “Barkhane”, han avanzado sus peones y han desarrollado sus propias redes. Desde su retirada de Malí, ya no creen que París sea capaz de mantener un frente, aunque sea secundario en África, en la nueva Guerra Fría que le enfrenta al buey chino y a la rana rusa. Los Estados Unidos tienen los medios para olvidar sus propios fracasos, pero no perdona los de los demás. Su cultura de los resultados lo incita a retirar de la mesa al socio que ha perdido sus fichas[5].

Desde su punto de vista, el único acto brillante de Francia en los últimos veinte años ha sido su oposición a la guerra de Irak, que Washington sigue echándole en cara. Por lo demás, Francia ha mostrado un flagrante amateurismo diplomático a través de su intervención en Libia, desestabilizando todo el Sahel a largo plazo; sólo logró salir dolorosamente de la trampa marfileña; se puso en fuera de juego en el Levante; pensó demasiado a lo grande en el Indo-Pacífico antes de ser devuelta a la realidad por la alianza AUKUS; a pesar de sus notables éxitos militares tácticos, ha sido ridiculizada en República Centroafricana, Malí, Burkina Faso y Níger, donde se ha dejado sorprender sistemáticamente sin reaccionar; ha mostrado su incoherencia en Ucrania al pasar del diálogo con Putin, “a quien no debemos humillar”, a promover la adhesión de Ucrania a la OTAN; por último, sus proyectos europeos de defensa se han topado con la amenaza rusa, contra la que ha podido desplegar un millar de hombres, mientras que los estadounidenses han desplegado 100.000.

Neutralizar a Francia normalizándola

Para Michael Shurkin, “salir de África disminuiría, en cierta medida, la estatura global de Francia, pero la realidad es que Francia ―al igual que el Reino Unido― tiene muchos recursos y, francamente, otras prioridades que reflejan mejor sus intereses”. Estas prioridades se limitarían a una mayor participación en la defensa del glacis europeo dentro de un marco atlantista y, posiblemente, a una presencia exótica en el Indo-Pacífico, donde carece de un espacio susceptible de perturbar el sistema estadounidense.

París entraría en la carrera por ser el mejor aliado de Washington, como las demás naciones del Viejo Continente, en lugar de cultivar su propio excepcionalismo.

El estatus de Francia en África confiere a París un prestigio y un margen de maniobra irreconciliables con el proyecto “occidental” alineado tras la bandera estrellada. El juego estadounidense consiste en hacer pasar la excepción estratégica de Francia por una anomalía; por el peligroso capricho “separatista” de un pueblo simpático, pero pretencioso cuyos mejores intereses se verían beneficiados si se uniera al bloque occidental y de consolidarlo. Esta curiosa antífona encuentra eco no sólo en las naciones europeas que han abdicado de su soberanía ante el protectorado estadounidense, sino también en el resto del mundo. Difunde la idea de que París es ilegítimo para desempeñar un papel internacional independiente.

La convergencia entre federalistas europeos y atlantistas contra la autonomía estratégica francesa refuerza esta tendencia. En Le Monde, Pierre Haroche pide que Francia reoriente sus esfuerzos militares en Europa[6]. Se hace eco de Shurkin quien pretende confundir la adaptación del ejército francés a los enfrentamientos de alta intensidad con una opción de capacidades convencionales pesadas volcadas hacia el este. Afortunadamente, la ley de programación militar ha evitado este escollo, salvaguardando sus capacidades de proyección global.

De todas las amenazas estratégicas a las que se enfrenta Francia, las más amenazadoras son la provincialización y la normalización. El fin de su identidad estratégica significaría su absorción definitiva en el mundo anglosajón. Perdería su alma y el mundo un defensor del multilateralismo.

Francia dispone aún de los fundamentos de una potencia mundial

¿Tienen los franceses los medios para invertir la tendencia? Probablemente, siempre que demuestren un mayor rigor y coherencia estratégicos que en las dos últimas décadas. Su situación no es tan mala como nos quieren hacer creer sus competidores. A falta de un gran número de tropas, han desplegado sólidos destacamentos en Estonia y Rumanía frente a la amenaza rusa. Desempeñan un papel importante en el entrenamiento de los combatientes ucranianos y en el suministro de material a Kiev.

En Oriente Medio, los puntos de apoyo en Yibuti y en los Emiratos Árabes Unidos confieren a París capacidades de intervención reconocidas y apreciadas en la región.

América Latina es otra zona prometedora para la acción francesa. La reciente conclusión de una asociación anfibia entre las Troupes de Marine y el Corpo de Fusileiros Navais de Brasil simboliza un interés renovado por la región y una toma de conciencia de las oportunidades que se presentan.

En el Indo-Pacífico, el éxito de la misión Pegasus de este verano, en la que se envió a la región una fuerza aérea de 19 aviones, entre ellos diez Rafale, demostró una capacidad de proyección de potencia única en Europa, hasta el punto de suscitar reacciones hostiles por parte de Corea del Norte y entusiasmo por parte de Corea del Sur, Japón e Indonesia. Invertir en ella y reasignarle algunos de los recursos ya desplegados en el Sahel, la Polinesia y Nueva Caledonia, hasta ahora infravalorados y mal defendidos, constituiría un activo notable. ¿Es totalmente utópico imaginar que Nouméa se convierta un día en una pequeña Singapur francesa y concebir una ambiciosa política indopacífica, que sería la contrapartida moderna de la política árabe de Gaulle?

París también podría volver a centrarse en el “África útil”, la del litoral. Aunque ha perdido su posición de socio exclusivo, sigue siendo un actor importante y solicitado. Sus bases de Dakar, Libreville y Abiyán han sido rebautizadas como “centros de cooperación operativa”, lo cual supone una valiosa garantía de estabilidad para los países beneficiarios. También le permiten llegar al África no francófona, donde tiene muchos más intereses económicos y ningún pasado colonial. Las alianzas estratégicas y militares con Francia son buscadas y están en pleno apogeo fuera del agujero negro del Sahel. Potencia no alineada cuya excelencia operativa es unánimemente reconocida, Francia ya no dispone de medios para ser verdaderamente intrusiva. Por tanto, está especialmente bien adaptada a las necesidades y aspiraciones multipolares del continente.

Así pues, lo que está en juego no es simplemente la presencia de Francia en el Sahel o en África, sino si sigue siendo una potencia mundial soberana o si queda reducida a una potencia periférica “edulcorada” en Europa. Por extensión, de ello depende la propia naturaleza de las relaciones entre las grandes democracias: ¿formarán un bloque rígido e imperial detrás de Estados Unidos o serán capaces de formar una alianza flexible en un marco multilateral, mucho más capaz de defender sus intereses y valores?

Probablemente, Estados Unidos y Europa necesitan una voz que les recuerde los peligros respectivos de su arrogancia y de su debilidad. Sin duda, el mundo necesita potencias intermedias autónomas como Francia para encontrar nuevos equilibrios, dar su lugar a las naciones emergentes, apoyar a los Estados más frágiles sin asfixiarlos y evitar la lógica del enfrentamiento directo entre bloques.

 

* Raphaël Chauvancy, alto oficial de las tropas marinas, es también profesor en la Escuela de Guerra Económica, donde es responsable del módulo de inteligencia estratégica dedicado a la política de poder. Es, en particular, el autor de Cuando Francia era la primera potencia del mundo y de Nuevas Caras de la Guerra.

Referencias

[1] https://www.politico.eu/article/france-africa-sahel-niger-al-qaeda-islamic-state/

[2] ¡La violencia de los ataques de los medios anglosajones contra el concepto francés de laicidad obligó incluso al presidente Macron a reaccionar públicamente en 2020!

[3] https://www.revueconflits.com/la-france-au-risque-du-decrochage-reputationnel-et-strategique-en-afrique/

[4] https://www.wsj.com/articles/france-us-history-australia-naval-deal-china-11632257691.

[5] En un contexto radicalmente diferente, las relaciones entre Francia y Estados Unidos en Indochina siguieron el mismo patrón. Al final, los Estados Unidos se resignaron en apoyar a Francia y a dejarla dirigir la lucha contra el comunismo en esta parte del mundo, proporcionándole el apoyo militar masivo indispensable para sus operaciones, al tiempo que se infiltraba en las redes de poder autóctonas. Después de Diên Biên Phu, considerando que París había tenido su oportunidad y se había mostrado ineficaz, los estadounidenses aniquilaron por completo la influencia francesa.

[6] https://www.lemonde.fr/idees/article/2023/08/22/la-crise-de-la-presence-militaire-francaise-en-afrique-peut-etre-l-occasion-d-un-reequilibrage-en-faveur-de-l-europe_6186144_3232.html.

Artículo traducido del francés por el Equipo de la SAEEG.

 

NÍGER, UNA NUEVA REACCIÓN HACIA UN MUNDO MULTIPOLAR

Marcelo Javier de los Reyes*

El pasado 26 de julio un golpe de Estado en Níger derrocó al presidente Mohamed Bazoum. Su propia guardia habría sido la responsable de detenerlo en el palacio presidencial sito en la capital del país, en Niamey. El golpe fue encabezado por Abdourahamane Tchiani, quien fuera líder de la guardia presidencial en Níger durante doce años y quien declaró que liderará el Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Patria (CLSP), la junta de transición militar[1]. Por su parte, el jefe del Estado Mayor, general Abdou Sidikou Issa, comunicó que respaldaba la decisión de los golpistas. Muchos nigerinos apoyaron a los militares y salieron a las calles de la capital incluso cometiendo actos de violencia. No es un dato menor que los manifestantes desplegaron numerosas banderas rusas y expresaban su respaldo al grupo paramilitar ruso Wagner.

Tchiani justificó el golpe militar por el «deterioro de la situación de seguridad» y criticó la falta de cooperación del gobierno de Bazoum con las juntas militares de Malí y Burkina Faso con el objetivo de luchar contra la insurgencia yihadista en la región del Sahel[2]. Los grupos yihadistas se han hecho fuertes en Malí a partir de 2012 iniciando una ola de violencia que ha provocado numerosos muertos y más de 6 millones de desplazados en la región del Sahel. En este contexto, Níger constituía una base de operaciones para las fuerzas francesas y estadounidenses que debían enfrentar a los yihadistas. A decir verdad, en el Sahel tanto Al Qaeda como el Estado Islámico campean a sus anchas.

Como era lógico, la condena al golpe por parte de los gobiernos occidentales no se hizo esperar y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, expresó que «este golpe de Estado es perfectamente ilegítimo y profundamente peligroso para los nigerinos, para Níger y para toda la región»[3]. Del mismo modo, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) rechazó el derrocamiento de Bazoum y le presentó a los militares nigerinos un ultimátum bajo la amenaza de intervenir militarmente con una fuerza integrada por efectivos de esos países.

El secretario de Estados de Estados Unidos Antony J. Blinken, amenazó con dar por finalizado el apoyo financiero por parte de su país a Níger si el presidente derrocado Bazoum no era repuesto en su cargo. En realidad, Francia ya había anunciado que suspendía la «ayuda humanitaria» y Estados Unidos advirtió que procedería en ese sentido, lo que pone en evidencia de que se trata virtualmente de una extorsión.

¿Quién es el presidente depuesto, Mohamed Bazoum?

Mohamed Bazoum asumió la presidencia de Níger el 2 de abril de 2021, tras la segunda vuelta de las elecciones presidenciales celebradas en febrero de ese mismo año. Es el presidente del «Parti Nigérien pour la Démocratie et le Socialisme (PNDS-Tarayya)» ―«Tarayya» significa «reunir» en lengua hausa―[4] y desde 2016 a junio de 2020 fue ministro de Interior, Seguridad Pública, Descentralización y Asuntos Consuetudinarios y Religiosos. En los años 1995 y 1996 de 2011 a 2015 se desempeñó como ministro de Exteriores bajo la presidencia de Mahamadou Issoufou, quien ejerció la primera magistratura entre abril de 2011 y abril de 2021, cuando fue sucedido por Bazoum.

Graduado en Filosofía en el Departamento de Letras y Ciencias Humanas en el Departamento de Filosofía de la Universidad de Dakar y una maestría en Filosofía Política y Moral, tuvo una destacada actividad sindical en la Unión Nacional de Maestros de Níger (Syndicat National des Enseignants du Niger, SNEN) y luego en la Oficina Ejecutiva del Sindicato de Trabajadores de Níger (Union des Syndicats des Travailleurs du Niger, USTN). Su actividad política también ha sido significativa tanto en el poder legislativo como en el poder ejecutivo.

Bazoum es considerado funcional a los intereses de las potencias occidentales y, precisamente, los militares que tomaron el poder se oponen a la expoliación del país por parte de las potencias occidentales, en particular de Francia y de Estados Unidos. Literalmente, Bazoum era un aliado privilegiado de Washington. Cabe mencionar que el 30 de marzo de 2023 había asistido como «orador destacado» al Banco Mundial[5].

El golpe de Níger, uno más en África

Cuando se creía que el continente africano se estaba encaminando hacia la democracia, siguiendo las tendencias mundiales, en el último tiempo esto que parecía una certeza se está desdibujando en la política africana.

Una serie de golpes de Estado se han llevado a cabo en África en los últimos dos años, atravesando el continente. Los militares se han hecho del gobierno en diversos países, desde Guinea hasta Sudán, en el que dos facciones del ejército se disputaron el poder.

Los golpes en la región del Sahel se han producido en Chad ―donde el presidente Mahamat Idriss Deby Itno asumió el poder encabezando una junta militar en abril de 2021 tras la muerte de su padre, Idriss Deby Itno―, Guinea, donde se supone que la reacción se debía a la gran corrupción que se observaba en el país, mientras que los que tuvieron lugar tanto en Malí ―cuyo golpe tuvo lugar en 2020― como en Burkina Faso ―donde en septiembre de 2022 fue destituido el presidente interino Paul-Henri Sandaogo Damiba― habrían sido motivados por la creciente ola de violencia de los grupos yihadistas. Según fuentes de las Naciones Unidas, los factores que han llevado a la desestabilización en Burkina Faso serían la violencia interétnica, el conflicto armado, la pobreza, las desigualdades, la inseguridad alimentaria y el cambio medioambiental[6].

En Malí las fuerzas francesas fueron sustituidas por los mercenarios del grupo Wagner pero en todos estos estados los golpes no habrían favorecido la estabilización de la región sino que habrían obrado en sentido contrario. Cabe agregar que las tropas francesas también debieron retirarse de la República Centroafricana luego de los golpes en Malí y Burkina Faso.

El contexto global

En este viraje que se aprecia en África no puede soslayarse el conflicto entre la OTAN y Rusia que tiene como escenario a Ucrania. La guerra en Europa ha puesto en evidencia la fragilidad de los Estados Unidos, el Reino Unido y de los países de la Unión Europea por intentar doblegar a Rusia. Asimismo, los hechos de violencia que se extendieron por toda Francia poniendo en vilo al país, han demostrado la vulnerabilidad del otrora considerado «el gendarme de África». La pérdida de liderazgo de Francia en el continente africano se motiva en la entonces denominada «guerra contra el terrorismo global» instrumentado por los Estados Unidos a partir del 11 de septiembre de 2001. Bajo ese pretexto, las fuerzas estadounidenses comenzaron a desplegarse por diversos puntos del planeta y África no fue una excepción. De alguna manera, el control que ejercía Francia fue opacado por el despliegue de Estados Unidos.

La reacción anticolonialista

Luego de la retirada de las potencias colonialistas europeas de África y Asia, las metrópolis procedieron a construir unas estructuras con la intención de mantener bajo su órbita a sus otrora colonias devenidas en estados independientes, como por ejemplo la Commonwealth (Comunidad Británica) o la Comunidad Financiera Africana, creada por Francia, que mantiene a sus miembros con el franco CFA, lo que implica que no hubo una independencia real de esos países ya que esa moneda es administrada por el gobierno francés.

A partir de lo comentado ut supra, la guerra de la OTAN contra Rusia y los hechos ocurridos en Francia, entre otros, originaron fuertes reacciones contra esos vínculos, reacciones que van emergiendo en diferentes países de África y en otras regiones cuyos gobiernos buscan ingresar al grupo de los BRICS, grupo que ofrece un sistema internacional multipolar ante un sistema unipolar que está regido por la angloesfera.

La realidad es que las metrópolis siguieron manteniendo a los nuevos países atrapados en sus redes y lo propio hicieron las superpotencias, Estados Unidos y la URSS, durante la Guerra Fría, situación que como puede apreciarse no ha terminado sino que se ha renovado y a la que se ha agregado la Guerra Fría entre Estados Unidos y China.

En el caso de Níger es el gran abastecedor de uranio para las usinas nucleares francesas ―aproximadamente el 30%― al que Francia paga con la moneda creada para su comunidad, el franco CFA, la cual circula solo entre los países miembros. De esta manera, el golpe de Estado que ha desplazado a Bazoum ha establecido frenar la exportación de uranio y oro a Francia y en el caso del primero supone un serio problema energético para para el país europeo. Pero mientras Francia provee de energía a sus ciudades con el uranio nigerino, regiones del propio Níger carecen de energía eléctrica.

La pérdida de control de los países occidentales benefició a China y Rusia que se están posicionando en el continente, lo que parece recrear los tiempos en que África estaba condicionada por Estados Unidos y la URSS.

De esta manera, China y Rusia son percibidos como los países que ofrecen cooperación a los países africanos que pretenden salir del control occidental. En el caso de los países en los que se han producido golpes de Estado, los nuevos gobiernos y la población se inclinan en favor de una aproximación a Rusia y al grupo paramilitar Wagner, mercenarios que están presentes en Malí desde el golpe de 2021 y también en la República Centroafricana y en Libia.

Esta situación no puede ser desvinculada de la II Cumbre del Foro Económico y Humanitario Rusia-África que tuvo lugar el 27 y el 28 de julio de 2023 en San Petersburgo. En esa oportunidad, el presidente ruso, Vladímir Putin, se comprometió a implementar todos los acuerdos alcanzados en las conversaciones con los líderes de los países africanos en el marco de esa cumbre. Uno de los temas de preocupación de los líderes africanos fincó en la no renovación del acuerdo de granos a través del mar Negro pero ofreció una donación de 50.000 toneladas de granos a los países africanos, más precisamente a Burkina Faso, Zimbabue, Mali, Somalia, Eritrea y República Centroafricana.

Los países de la CEDEAO, aliados de Occidente, están presionando a Níger pero los miembros de esa organización en los que se han producido golpes de Estado, Malí Guinea y Burkina Faso, han manifestado su apoyo a los militares nigerinos y han advertido a los demás estados de la CEDEAO que de producirse un ataque a Níger lo considerarán como propio. Argelia también estaría en la misma línea, es decir, apoyando a los militares nigerinos y cabe agregar que también es un país con estrechas relaciones con Rusia. También facciones libias respaldan a los militares nigerinos. Mientras que los países de la CEDEAO estarían dispuestos a emprender una intervención militar que favorecería los intereses occidentales, tanto Estados Unidos como la Unión Europea han sugerido continuar con la vía diplomática.

Mientras tanto la junta militar de Níger se encamina a juzgar al derrocado Mohamed Bazoum y a miembros de su gabinete por alta traición y por socavar la seguridad interna y externa del país luego de sus reuniones con líderes internacionales.

Frente a este proceso judicial, el Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Josep Borrell, se ha pronunciado en contra de la decisión de la junta golpista militar de Níger expresando que se trata de un nuevo gesto de provocación contra la democracia en Níger, la CEDEAO, lo que implica un intento de atraer a los miembros de esa organización en favor de las potencias occidentales.

La creciente presencia de Rusia en África

Tanto luego de los golpes de Estado en Malí como en Burkina Faso, las nuevas autoridades han fortalecido sus relaciones con Rusia y lo propio procura la junta militar de Níger, a la vez que han desplazado a Francia de sus respectivos países.

En las calles de Níger se pudo apreciar a personas que portaban la bandera de Rusia, algo que ya se había visto en los otros países africanos tras los respectivos golpes. No obstante, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, prefiere ser cauteloso por lo que despega tanto a Rusia como al grupo Wagner de los hechos ocurridos en Níger pero como ya se ha dicho antes, el grupo paramilitar ya tiene presencia en algunos países del continente pero no se ha comprobado que se haya establecido en Níger.

Estos países africanos fortalecen la posición de Rusia a la vez que podrían ser proveedores de recursos naturales mientras que serían favorecidos con la provisión de armas rusas, atento a las necesidades de las fuerzas para hacer frente a la lucha contra los grupos terroristas que asolan en la región del Sahel.

Algunas apreciaciones

Es evidente que la guerra entre la OTAN y Rusia ha acelerado ciertos cambios geopolíticos que probablemente se hubieran producido más lentamente. Del mismo modo, la situación interna de Francia ha mostrado una debilidad que ha sido apreciada por los mandos militares de los países que se encontraban dentro de la influencia francesa por lo que han decidido impedir la expoliación de sus recursos por parte de los países occidentales a la vez que se encuentran reorientando su política exterior y sus alianzas militares hacia Moscú. En este contexto, se observa que el gobierno de Washington procura continuar mediante la vía diplomática, lo que no significa que no estén induciendo a los países aliados de la CEDEAO a llevar adelante una intervención militar. Un eventual retiro de Estados Unidos de la región supone dejarle el camino libre a Rusia pero un desplazamiento de Francia de la región también podría favorecer a un incremento de la presencia estadounidense, por lo que en África podrían estar dándose jugadas estratégicas complejas que no deberían ser abordadas mediante un pensamiento lineal. En este contexto, debe tenerse presente que el martes 15 de agosto de 2023 grupos yihadistas perpetraron un ataque terrorista a un destacamento de las fuerzas nigerinas en el oeste del país, en cercanías de la frontera con Malí, causando la muerte de 17 soldados.

Con referencia a Rusia, este estrechamiento de relaciones de los países africanos hacia Moscú implica un reposicionamiento internacional y también una ganancia en lo que respecta a un respaldo en los foros internacionales como por ejemplo en las Naciones Unidas.

El conflicto de Ucrania pone a Rusia en una situación de liderazgo para enfrentar a los países occidentales que, desde el punto de vista africano, representan sus explotadores tradicionales, en particular Francia ―por tratarse de países que han sido colonias de esa potencia― y Estados Unidos.

Por su parte, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha sido muy hábil en convocar a la cumbre de San Petersburgo en momentos en que Moscú decidió no renovar el acuerdo de granos a través del mar Negro, lo que podría afectar las relaciones entre su país y los países africanos.

Los hechos de Níger son muy recientes pero el ultimátum de la CEDEAO a la junta militar implicaría una internacionalización del conflicto que podría escalar hacia la confrontación armada.

Finalmente, podría concluirse que estos hechos ocurridos en África ponen en evidencia la creciente pérdida de hegemonía de Estados Unidos y de Europa no solo en ese continente sino también a escala global. No obstante, y a pesar de que los tiempos se aceleran, aún habrá que pasar varias páginas para poder tener una lectura más concreta de la situación regional y global.

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director ejecutivo de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia de la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata. Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019. Embajador Académico de la Fundación Internacionalista de Bolivia (FIB). Investigador Senior del IGADI, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, Pontevedra, España.

Referencias

[1] «El general Tchiani se declara líder del Consejo de Transición tras el golpe de Estado en Níger». France24, 28/07/2023, ígerhttps://www.france24.com/es/África/20230728-el-general-tchiani-se-declara-líder-del-consejo-de-transición-tras-el-golpe-de-estado-en-níger, [consulta: 30/07/2023].

[2] Ídem.

[3] Ídem.

[4] Sitio web del Parti Nigérien pour la Démocratie et le Socialisme (PNDS-Tarayya),https://pnds-tarayya.net/notre-histoire/, [consulta: 30/07/2023].

[5] «Featured Speaker. Mohamed Bazoum, President of the Republic of Niger»-. World Bank Group, https://live.worldbank.org/experts/mohamed-bazoum.

[6] «Burkina Faso». Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), https://www.acnur.org/pais/burkina-faso#:~:text=En%20Burkina%20Faso%20convergen%20crisis,alimentaria%20y%20el%20cambio%20medioambiental, [consulta: 01/08/2023].

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NUESTRO IRREBATIBLE ACERVO DE PROBANZA

Abraham Gómez R.*

En este momento histórico para nuestra patria, resulta oportuno rememorar que la independencia de Venezuela se inscribe precisa y esencialmente a partir de cruentas luchas; después de sufrir vilezas y traiciones, padecimientos de rigores, penurias y necesidades, hasta que tras la Batalla de Carabobo (1821) y el combate Naval del Lago de Maracaibo (1823), desde ambas gestas decisivas y heroicas, enarbolamos al grito de libertad nuestra enseña tricolor.

Nos sentimos enteramente orgullosos de expresar al mundo que nuestra independencia la logramos en combates. Contrariamente a los relatos con los que Guyana pretende exhibirse en la comunidad internacional. La emancipación de ellos se obtuvo como resultado de arreglos obligados de descolonización.

Hoy estamos en unidad nacional para protagonizar un hito disyuntivo trascendental; dado que nos aprestamos a demostrar y probar procesalmente, con justeza, en instancias internacionales —distantes de posiciones elusivas, reticentes o mezquinas— un hecho esencial para la vida de la nación: la Guayana Esequiba siempre nos ha pertenecido.

Hemos asumido, intrínsecamente, tal disposición compromisoria, al tiempo que nuestra decisión apunta —con todas nuestras enjundiosas pruebas de titularidad de la Guayana Esequiba— a honrar la memoria de los insignes compatriotas que nos antecedieron en esta lucha.

Habiendo llegado la contención al campo del arreglo judicial, nos disponemos a encarar, además, la controversia por el presente de Venezuela y por las generaciones futuras.

Nuestro reclamo tiene suficiente fuerza jurídica, cartográfica e histórica; como también, el rigor moral de saber que no estamos cometiendo ningún acto de deshonestidad contra nadie.

Los que hemos venido buscando, hace más de un siglo, no está anclado en una malcriadez diplomática, capricho nacional o un empecinamiento sin asidero.

La Contraparte en el litigio sabe que poseemos bastantes documentos. Conocen además que nos encontramos apertrechados con los legales documentos traslaticios, a partir de cesión de derechos que avalan la histórica propiedad, incontrovertible e inconcusa, de Venezuela sobre la extensión territorial —una séptima parte de nuestra geografía nacional— que nos desgajaron con vileza y añagaza jurídica.

Acaudalamos dos Justos Títulos para comparecer y probar, con plena seguridad, por ante la Corte Internacional de Justicia que la Guayana Esequiba desde siempre ha sido nuestra; por lo que consideramos írrito y de nulidad absoluta el Laudo Arbitral de París, del 3 de octubre de 1899, cuyo contenido —sin validez, eficacia ni fuerza jurídica–pretende borrar la gesta histórica de la que nos sentimos orgullosos los venezolanos.

La Sala Juzgadora de la ONU ha decidido en una serie de sentencias, que han sentado jurisprudencias, que un Título Jurídico preexistente prevalece sobre una circunstancial administración u ocupación ilegítima de un territorio en controversia, por parte de otro Estado.

Podemos, inclusive como fuente y medio probatorio en retrospectiva explayar —en juicio— el contenido exacto, que nos asiste, a partir de las asignaciones de las Bulas Papales de Alejandro VI, Inter Caetera, documento pontificio que determina y reafirma el trabajo expedicionario de Cristóbal Colón, acordado anticipadamente en las Capitulaciones de Santa Fe:

“Se concede el dominio sobre tierras descubiertas y por descubrir en las islas y tierra firme del Mar Océano, por ser tierras de infieles en las que el Papa, como vicario de Cristo en la Tierra, tiene potestad para hacerlo. La concesión se hace con sus señoríos, ciudades, castillos, lugares y villas y con todos sus derechos y jurisdicciones para que los Reyes Católicos tuviesen tal dominio, como señores con plena, libre y absoluta potestad, autoridad y jurisdicción.” (Bulas Papales de Alejandro VI. 4 de mayo de 1493)

Resulta interesante citar que con el Tratado de La Paz de Münster (1648) entre las Provincias Unidas de los Países Bajos y España, con el cual la Corona Española reconoce la independencia de las Tierras Neerlandesas y sus dos colonias, Berbice y Demerara, únicos asentamientos que para entonces poseían en Suramérica, porque a más nada tenían derecho; con las cuales hicieron un “raro arreglo” con los ingleses, en el conocido Tratado Anglo-Holandés ( 1814); apareciendo, con tal hecho la denominación de Guayana Británica; sin embargo, en tal acto todavía reconocían y aceptaban la mitad del río Esequibo como frontera natural entre Venezuela y la Guayana Británica.

Al producirse las Reformas Borbónicas, una de sus consecuencias directas y favorables para las provincias de España (en lo que todavía no era Venezuela), que estaban, asimismo, desarticuladas e inconexas con la Nueva Granada y constituyó —precisamente— la creación de la Capitanía General de Venezuela por Real Cédula de Carlos III, el día 8 de septiembre de 1777. Así entonces, las provincias de Maracaibo, Venezuela (Caracas), Nueva Andalucía (los actuales estados Anzoátegui, Monagas y Sucre), Margarita, Trinidad y Guayana (hasta la mitad del rio Esequibo), que para ese momento se encontraban sin una determinada configuración político-administrativa, nacen ante el mundo:

“Yo el Rey, pido que cumplan las órdenes en asuntos de mi Real Servicio. He tenido a bien resolver los muchos inconvenientes y para lograr la unidad, por lo respectivo al manejo de mi Real Hacienda  y evitar el retardo de las providencias por las distancias con el Nuevo Reyno de Granada  y lo que en lo sucesivo  les comunicare en todo lo gubernativo y militar, procedo a crear la Capitanía General de Venezuela, con Caracas de capital; y que así mismo den cumplimiento los Gobernadores de las Provincias de Maracaibo, y Guayana a las Provisiones que en lo sucesivo despachare mi Real Audiencia de Santo Domingo, admitiendo para ante ella las apelaciones que se interpusieren según y en la forma que lo han hecho, o debido hacer para ante la de Santa Fe, que así es mi voluntad. Dada en San Ildefonso a ocho de septiembre de mil setecientos setenta y siete. –  en lo gobernativo y militar. las provincias de Cumaná, Maracaibo, Guayana, Trinidad y Margarita (hasta este entonces dependientes del Virreinato de Nueva Granada) y ordenando a los gobernadores de dichas provincias que obedezcan al Capitán General de la Provincia de Venezuela y que cumplan sus órdenes». (cita parcial de la Real Cédula de Carlos III, donde crea la Capitanía General de Venezuela. 08 de septiembre de 1777)

Esa actitud integrativa y unificadora en lo político-territorial comporta —en sí mismo— una realidad jurídica nueva que viene a conferirnos nuestra partida de nacimiento.

Hoy ese documento es nuestro primer Justo Título, de pleno derecho —iuris et de iure—, prueba constituyente directa, por cuanto, significa el basamento y génesis de nuestra territorialidad, incluyendo —por supuesto— la provincia de Guayana (hasta la mitad del río Esequibo) que había sido fundada en 1532.

Al momento de su creación, la Gran Colombia era el país hispanoamericano con mayor prestigio internacional. Sin embargo, no es hasta el Congreso de Cúcuta, en 1821, cuando se ponen las bases de la acción exterior de la Gran Colombia; aunque el Congreso de Angostura (1819) sea un antecedente valioso. En todo caso, debe reconocerse que la política exterior de Colombia se caracterizó desde un principio por su dinamismo e ímpetu, respecto a las potencias de entonces: Estados Unidos, Inglaterra y Francia; lo cual conllevó al Reino Unido a darle reconocimiento tácito-declarativo a la Gran Colombia (16 de Julio de 1821), donde se incluye —incuestionadamente— nuestra extensión territorial por el costado este (hasta el río Esequibo).

Tal escrito viene a conformar una importante prueba extrínseca, por constituir (pericial deducente), en el juicio que se dirime por ante la Corte Internacional de justicia.

Otro Justo Título traslaticio que nos respalda es el total reconocimiento de nuestra independencia, contemplado en el “Tratado de Paz y Amistad entre España y Venezuela”, suscrito el 30 de marzo de 1845:

“Yo, Su Majestad Isabel II, Reina de España usando de la facultad que me compete por decreto de las Cortes generales del Reino de 4 de diciembre de 1836, renuncio por sí, mis herederos y sucesores, la soberanía, derechos y acciones que me corresponde sobre el territorio americano, conocido bajo el antiguo nombre de Capitanía General de Venezuela, hoy República de Venezuela. A consecuencia de esta renuncia y cesión, S.M.C. reconoce como Nación libre, soberana e independiente a la República de Venezuela…” (Omissis)

Aunque poseemos muchos más elementos de probanzas —con otras características—, por lo pronto, diremos que bastan esos dos Justos Títulos traslaticios, análogos a juicios idénticos en la Corte que ya han sentado absoluta jurisprudencia y han sido admitidos como pruebas constituyentes directas, revestidos de intangibilidad. No creemos que esa Entidad Jurisdicente vaya a contrariar sus propias resoluciones.

Nos proponemos seguir aportando pruebas extrínsecas de singular importancia. Por ejemplo, en 1850, Gran Bretaña y Venezuela firmaron un acuerdo en el cual se comprometieron a no ocupar el territorio en disputa entre la segunda línea Schomburgk de 1840 y el río Esequibo. No obstante, una vez más el Reino Unido incumplió descaradamente sus compromisos.

Otro pacto suscrito, no menos interesante, que refuerza nuestra contención lo configura “El Tratado de Límites y Navegación Fluvial celebrado entre la República de Venezuela y el Imperio del Brasil, el 5 de mayo de 1859”; en el mismo se estableció las fronteras entre los dos Estados, de acuerdo a las cuencas fluviales que recíprocamente se reconocen. Veamos. En este tratado se consagra y admite la delimitación por la divisoria de aguas, de la siguiente manera: Venezuela le reconoció a Brasil la cuenca del río Amazonas y parte del rio Negro; mientras que Brasil le reconoció a nuestro país la cuenca del río Orinoco y la del río Esequibo. Documento también que tenemos a buen resguardo, para ofrecerlo y desahogarlo como prueba en el venidero juicio.

Prestemos atención, también, a lo siguiente: los mapas suelen jugar un rol importante, ya sea como integrante del tratado que se aplica al caso concreto, o porque muestran una forma de interpretar la intención real de las Partes y pueden servir de prueba auxiliar o confirmatoria de aquélla.

La propia Sala sentenciadora de la ONU, ha dictaminado siempre que las cartografías constituyen —apenas— elementos auxiliares en una controversia interestatal.

La Corte siempre ha dictaminado que un mapa anexo a un título jurídico es un elemento complementario del cual forma parte integral.

Ese Ente Administrador de Justicia Internacional sentó la jurisprudencia que la cartografía alegada por un Estado Parte en un proceso de litigación constituye, ciertamente, una expresión física de la voluntad del Estado concernido; pero no es suficiente como elemento de probanza definitiva.

La Sala decidió que, en las delimitaciones fronterizas, los mapas condensan (representativamente) nada más que información, y nunca títulos territoriales por sí solos. Son meramente pruebas extrínsecas, que pueden usarse, junto con otras, para determinar los hechos reales. Su valor depende de su fiabilidad técnica y de su neutralidad en relación con la controversia y las Partes.

A partir de los mapas presentados no se puede efectuar una inversión de la carga de la prueba. Conforme a la Corte, los mapas no poseen —eo ipso— fuerza probatoria en un litigio.

No obstante, en el caso que nos ocupa, nos atrevemos a exponer el carácter de cogencia (reiteración afirmativa) de nuestra enjundiosa cartografía. Los mapas ofrecen veracidad en su conclusión: la Guayana Esequiba ha estado siempre en cualquier cartografía venezolana. Si todos los mapas inductivamente dicen que sí, entonces la conclusión deductiva es sí.

Conforma un legajo incuestionable todo el mapeado del reconocido geógrafo y académico Juan de la Cruz Cano y Olmedilla del año 1775. Un mural realizado con ocho planchas de cobre, valorado como el más completo mapa que se haya hecho de América del Sur hasta la utilización de métodos cartográficos contemporáneos.

Nos favorecen los mapas de los ingleses Jeremy Greenleaf y Henry Taner; así, además, el trabajo del geógrafo y cartógrafo franco-alemán Martín Waldseemüller, del italiano Alberto Cantino, del venezolano Miguel Tejera.

Hay bastante fortaleza argumentativa en la obra cartográfica del inglés Joseph Hadfield, de 1839; la cual fue hallada en Londres, en el año 2018, por el abogado Ugo Giuliani, quien donó al Estado venezolano esos mapas legítimos y auténticos, que demuestran la inclusión de la Guayana Esequiba, en el contexto geográfico venezolano.

Más argumentación al respecto. El mapa político y atlas de las provincias venezolanas, realizado por Agustín Codazzi, en 1840; el cual ha sido considerado un elemento de cogencia (respaldado por investigaciones geográficas, sobre todo en la provincia de Guayana). Añadamos, también, el elogiable aporte cartográfico, plasmado en el enjundioso trabajo del ingeniero y ex rector de la UCV, Muñoz Tébar, en 1887, fundamentalmente hacia la parte oriental de nuestro país.

Un legado aportativo a nuestro reclamo lo constituye la obra del sacerdote Hermann González Oropeza, con su Atlas cartográfico de Venezuela.

Nos respalda un trabajo cartográfico auténtico.

Se conoce suficientemente que cuando se negoció, suscribió  y ratificó el Acuerdo de Ginebra el 17 de febrero de 1966, ( acaba de cumplirse el cincuenta y siete aniversario de tan trascendental evento) por la representación del Reino Unido (Sr. Michael  Stewart); así también admitido por el Sr. Forbes Burnham (para entonces, primer ministro de la Guayana Británica) y por nuestro país el  excelso canciller Ignacio Iribarren Borges; en ese acto jurídico-diplomático e instante histórico quedó  sepultado —in saecula saeculorum— el laudo tramposo, gestado mediante una tratativa perversa en contra de los legítimos derechos de Venezuela sobre la Guayana Esequiba.

Se establece una Comisión Mixta con el encargo de buscar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia entre Venezuela y el Reino Unido surgida como consecuencia de la contención venezolana de que el Laudo arbitral de 1899 sobre la frontera entre Venezuela y Guayana Británica es nulo e irrito”. (Artículo I. Acuerdo de Ginebra)

Entendiendo que la contraparte en el litigio, ha circunscrito —porque no tienen más nada— su causa de pedir en el nulo e írrito “laudo arbitral de París, del 03 de octubre de 1899”, entonces contra ese adefesio jurídico lucharemos procesalmente hasta alcanzar desmontarlo y desenmascarar la tratativa; y que, en Justo Derecho, la Sala Jurisdicente logre restituirle a Venezuela lo que siempre le ha pertenecido.

 

* Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua. Asesor de la Comisión de Defensa de la Guayana Esequiba y la Soberanía Territorial. Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV). Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba. Asesor de la ONG Mi Mapa.