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DE PATRIOTISMO Y DE REFLEXIONES PARA RECONSTRUIR LA ARGENTINA

Marcelo Javier de los Reyes*

 Se levanta en la faz de la tierra

una nueva y gloriosa Nación

coronada su sien de laureles

y a sus plantas rendido un león.

Estrofa del Himno Nacional Argentino

La serie Outlander, una adaptación de las novelas de fantasía romántica de Diana Gabaldon, es una historia de pasión que se desarrolla entre dos siglos, el XX y el XVIII, en un contexto en de exaltación del sentimiento patriótico escocés. Durante el siglo XVIII la relación entre la inglesa Claire Beauchamp (Caitriona Balfe) y el escocés James Fraser (Sam Heughan) —una actriz irlandesa y actor escocés— se desenvuelve en el marco de los preparativos del que sería el último levantamiento jacobita, el que alcanzó su trágico desenlace en la batalla de Culloden, el 16 de abril de 1746, en la que los escoceses son derrotados. Culloden significó el fracaso por sentar en el trono británico al exiliado escocés y católico Jacobo II Estuardo y el fin de la cultura escocesa: mediante la Act of Proscription de 1746 fueron prohibidos el tartán, portar armas, las gaitas y la religión episcopaliana, pues la católica ya había sido prohibida con anterioridad.

Outlander fue estrenada en el otoño de 2014 pero no en el Reino Unido, adonde no llegó hasta marzo de 2015. Este retraso se atribuye al referéndum de independencia escocés que se celebró en septiembre de 2014. Wikileaks publicó información acerca de un correo electrónico (email-ID 111867) en que hacía referencia a una reunión entre el entonces primer ministro David Cameron con el director ejecutivo de Sony en junio de 2014 para discutir el referéndum y el estreno de Outlander. No era conveniente mostrar a los escoceses como héroes y a los británicos como malvados y sanguinarios en momentos en que Escocia decidiría acerca de su independencia del Reino Unido[1].

Mientras veía la serie recordaba que en nuestra niñez —en la que siempre se nos inculcó un fuerte sentimiento patriótico en la Escuela Pública— nos llevaban al cine a ver películas como La Guerra Gaucha[2] o El Santo de la Espada[3]. Luego reparé en los años de realización de esas películas —1942 y 1970 respectivamente— y me pregunté, ¿qué ha hecho la filmografía argentina de las últimas décadas en favor de mantener nuestro sentimiento patriótico? Un largo silencio fue la respuesta. Luego fui recordando: Revolución. El Cruce de los Andes[4] (2010), en la que Rodrigo de la Serna encarna al General San Martín;  Belgrano[5] (2010), con Pablo Rago. Luego hubo algunas sobre Malvinas, cuya mención prefiero evitar ya que tuvieron una fuerte carga ideológica cuyo propósito es generar todo lo contrario a un espíritu patriótico.

En resumen, aprecio que la filmografía siguió anclada a nuestros próceres del siglo XIX pero no tomó nada de nuestro siglo XX. Quizás hayamos tenido personajes en nuestra historia más cercana que pudimos haber reconocido y pienso en Cecilia Grierson —la primera médica argentina, graduada en 1889 en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires—, Luis Agote —médico e investigador, el primero en el mundo en realizar transfusiones de sangre indirectas sin que la sangre se coagulara—; en nuestros Premios Nobel Bernardo Alberto Houssay y Luis Federico Leloir; en el doctor René Favaloro; en el ingeniero Juan Ignacio San Martín, un gran promotor de nuestra industria aeronáutica; en los generales Enrique Mosconi y Manuel N. Savio, quienes pensaron una Argentina industrial y desarrollada. Además del desarrollo de la industria siderúrgica, al general Savio le debemos la creación de la Escuela Superior Técnica, hoy Facultad de Ingeniería del Ejército, y una frase que debería llamarnos a la reflexión:

Tengamos todos presente que los grandes hechos, así como la grandeza de los pueblos, no fueron nunca consecuencia de milagros; fueron siempre, obras de perseverancia, de moral, de seriedad, de estudio, de trabajo, también, de sacrificio.

Con referencia a la figura de Perón, fue exaltada en el cine por sus admiradores y demonizada por sus detractores, pero no hay un equilibrio.

Respecto de la gesta del Atlántico Sur, se podrá estar a favor o no del gobierno militar pero nuestros héroes merecen un profundo respeto. Numerosos soldados, marinos y pilotos de la Fuerza Aérea y de la Armada escribieron páginas de gloria con sus acciones frente a las tropas de una de las más importantes potencias militares que contó con el abierto respaldo de la OTAN.

Me vienen a la memoria algunos nombres. El del teniente Roberto Néstor Estévez quien, antes de partir a las islas, dejó dos cartas, una para su novia y otra para su padre, en la que le escribió: “Dios ha dispuesto que muera en Malvinas cumpliendo con mi misión”. En el combate en Pradera del Ganso, el 28 de mayo de 1982. Estévez recibió dos impactos; el primer proyectil le pegó en la pierna izquierda y el segundo le destrozó un brazo. En ese estado continuó dando órdenes a sus 40 hombres y al ver que uno de sus soldados estaba herido en una trinchera, se arrastró hasta él, tomó un fusil FAL y siguió disparando. El teniente Estévez frenó tres avances británicos, impidiéndoles tomar la colina. Murió en la batalla de Darwin-Pradera del Ganso.

También recuerdo al soldado Oscar Poltronieri, soldado que recibió recibió la máxima condecoración, la Cruz la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate. A Poltronieri lo dieron por muerto tres veces, pero las tres reapareció tirando otra vez. El 11 de junio de 1982, solo, con una ametralladora MAG, le salvó la vida a más de 100 compañeros que se replegaban mientras él disparaba contra más de 600 soldados británicos desde el Monte Dos Hermanas. Durante unas diez horas él mantuvo la posición.

¿Y qué decir de nuestros pilotos? Llevaron a cabo acciones inimaginables. Fueron reconocidos por en varios países por su arrojo, incluso hasta por los propios británicos. En varias oportunidades, el as francés de la aviación, Pierre Clostermann, se refirió al heroísmo de nuestros pilotos, incluso mientras el Conflicto del Atlántico Sur estaba en desarrollo. En una de sus cartas, en octubre de 1984, escribió:

Creo que mi estadía en la Argentina, dentro de las escuadrillas de la Fuerza Aérea, permanecerá en mí como un recuerdo inolvidable. Después de haberme reunido con esos magníficos muchachos, de haber dialogado con ellos sobre las operaciones aéreas como un observador imparcial, no pondría en duda la cualidad excepcional de su coraje y los notables resultados obtenidos con una gran modestia de medios, contra las fuerzas infinitamente superiores, que han tenido éxito en hundir y poner fuera de combate a los navíos más modernos y especializados de la Royal Navy. Este hecho no sólo hizo honor a sus cualidades morales, a su formación técnica, y su patriotismo, sino también a la fuerza e impulso de sus jefes.[6]

Uno de los hombres más reconocidos fue el estratega al frente del Comando de la Fuerza Aérea Sur (FAS): el brigadier Ernesto Crespo. Sus pilotos hundieron los buques de la Royal Navy HMS Ardent, Antelope, Coventry, Sir Galahad, averiaron a otras 11 naves y dejaron fuera de servicio a otras 9. El brigadier Crespo fue un ferviente defensor del proyecto misilístico Cóndor.

Un comic editado en Francia por Paquet, con guión de Néstor Barron e ilustraciones de Walther Taborda —ambos argentinos—, homenajeó a los héroes que lucharon en el Atlántico Sur. Se titula Malouines. Le ciel appartient aux faucons (“Malvinas. El cielo pertenece a los halcones”) y basa su guión en el “Grupo V de Caza de la Fuerza Aérea Argentina” que enfrentó a la flota británica en defensa de la soberanía de las islas. Está inspirado en los relatos de pilotos argentinos que sobrevivieron a la guerra.

El comic Malouines. Le ciel appartient aux faucons. 

Hasta el ex integrante del 12 Regimiento de Defensa Aérea británico Edward Denmark manifestó su admiración por los soldados argentinos y le solicitó al presidente Mauricio Macri que reconociera a los soldados argentinos.

Sus historias en la guerra hubieran despertado un gran interés si hubieran sido estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial o en alguna otra guerra en la que Estados Unidos hubiera participado. Hollywood ya habría filmado unas cuantas películas que hubieran motivado a muchos jóvenes a sumarse, orgullosamente, al cuerpo de marines, a la armada o a la fuerza aérea estadounidenses.

Los argentinos seguimos con la campaña de desmalvinización, seguimos enfrentados entre nosotros mismos, seguimos con ese espíritu derrotista que nos destruye como sociedad y como Nación.

La sociedad argentina lleva décadas inmersa en una especie de guerra intestina que la carcome día a día y nos impide dialogar y debatir con un espíritu democrático en esto que llamamos democracia pero que no ejercemos cuando alguien expresa algo diferente.

“En Unión y Libertad” dice nuestra moneda, inscripción que se remonta a la Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata de 1813. ¿Cuál “unión”? ¿Qué libertad? Ni una ni otra, ni unión ni libertad. Precisamente, unión es lo que nos falta, pues es evidente que nuestra realidad sería otra. Si pienso en “libertad” me viene a la cabeza “la espiral del silencio” de la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann, una teoría que expone el modo en el que la opinión pública actúa como forma de control social, al plantear que las personas adaptan su manera de comportarse a las opiniones predominantes en su contexto social sobre cuáles conductas son o no aceptables. El individuo, entonces, ante el temor al aislamiento opta por no expresar lo que piensa. La opinión pública determina qué opiniones podemos expresar.

Una sociedad polarizada solo ofrece vulnerabilidades.

Por otro lado, parece que la sociedad argentina, quizás no toda pero si una buena parte, no quiere escuchar hablar de “Patria” o “patriotismo”. Parecería que expresar un sentimiento patriótico es cursi o demodé. Las tradiciones, el folklore, todo aquello que le da identidad a un pueblo parecería que debería ser sometido al olvido, un obvio resultado de un proceso globalizador que apunta a esmerilar la identidad nacional… al menos hasta ahora. En estos momentos, varios pueblos miran las raíces que les dieron origen y las ponen en valor. Quizás debamos trabajar también nosotros en ese sentido. Porque la Defensa y la Soberanía Nacional no se declaman, sino que se ponen en práctica. No son solo palabras, también es acción.

Nuestro Himno Nacional dice: “Coronados de gloria vivamos o juremos con gloria morir”. Pero nuestra ineptitud nos lleva a no poder discernir sobre las dos opciones que nuestro Himno nos propone, porque no “vivimos coronados de gloria” y no tenemos la dignidad para “jurar morir con gloria”. De ese modo, nuestro paso por esta bendita tierra se torna intrascendente.

Hemos hecho un país inviable. Es mérito puramente nuestro. Será mérito nuestro reconstruirlo pero ello requiere valorar nuestro pasado, abordar con madurez los temas que nos dividen y principalmente trabajar sobre los que nos unen, forjar políticas de Estado y retomar el desarrollo, al que hemos abandonado hace décadas.

Muchos jóvenes desconocen el lugar que nuestro país ocupó en algún momento de la Historia. Creen que siempre ha sido como lo ven. Quizás sea hora de mostrarles esa parte de nuestra historia y así, nosotros mismos, podamos ir superando nuestro propio derrotismo y los motivemos a construir un país que nosotros no fuimos capaces de edificar. Será un buen ejercicio para revertir nuestra propia parálisis. Sin embargo, este ejercicio debe formar parte de una política integral que debe incluir la educación —como política de Estado, ya que en el pasado la Argentina también se distinguió por su alto nivel educativo—, el cine y el hogar. Esto último requiere nuestro esfuerzo por superar nuestra propia mirada pesimista … o realista.

El escritor español Ramiro de Maeztu (1875-1936) expresó:

La patria es espíritu. Ello dice que el ser de la patria se funda en un valor o en una acumulación de valores, con los que se enlaza a los hijos de un territorio en el suelo que habitan.

Recordemos a otro español, al filósofo José Ortega y Gasset, quien en una visita que hizo a la Argentina en 1939 nos dijo: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas!”

 

* Licenciado en Historia egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (1991). Doctor en Relaciones Internacionales, School of Social and Human Studies, Atlantic International University (AIU), Honolulu, Hawaii, Estados Unidos. Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires, Editorial Almaluz.

Referencias

[1] “Background/Briefing for PM Cameron Event”. Wikilaeks, <https://wikileaks.org/sony/emails/emailid/111867 >, [consulta: 20/05/2020].

[2] Dirigida por Lucas Demare, sobre el guión realizado por Homero Manzi y Ulyses Petit de Murat, basado en el libro del mismo nombre de Leopoldo Lugones. La película fue protagonizada por Enrique Muiño, Francisco Petrone, Ángel Magaña y Amelia Bence entre otros.

[3] Dirigida por Leopoldo Torre Nilsson y protagonizada por Alfredo Alcón, Evangelina Salazar, Lautaro Murúa y Héctor Alterio entre otros. El guion fue escrito por Beatriz Guido y Luis Pico Estrada y se basó en la novela homónima de Ricardo Rojas.

[4] Dirigida por Leandro Ipiña y protagonizada por Rodrigo de la Serna, Juan Ciancio y León Dogodny y el guión del propio Ipiña y Andrés Maino.

[5] Dirigida por Sebastián Pivotto y con la actuación de Pablo Rago, Valeria Bertuccelli y Pablo Echarri y producida por Juan José Campanella.

[6] Pablo S. Otero. “El reconocimiento de un héroe francés”. La Prensa, 02/05/2017, <http://www.laprensa.com.ar/453042-El-reconocimiento-de-un-heroe-frances.note.aspx>, [consulta: 14/05/2020].

 

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17 DE MAYO, DÍA DE LA ARMADA ARGENTINA. EL COMBATE DE MONTEVIDEO.

Marcelo Javier de los Reyes*

 

La primera escuadra naval

En mayo de 1810, el proceso revolucionario que tuvo lugar en el Río de la Plata a partir de la conformación de la Junta de Gobierno en Buenos Aires, requería imperiosamente de una escuadra que le permitiera defenderse ante una potencial agresión extranjera. Los recursos eran escasos y no se contaba con marinos nativos formados. Para subsanar esta carencia, la Junta de Gobierno encomendó la descomunal tarea de crear un cuerpo de marina al salteño Francisco Bruno de Gurruchaga y Fernández Pedroso (1766-1846) y al maltés Juan Bautista Azopardo (1772-1848).

Al momento de formularle esta solicitud a Francisco de Gurruchaga se tuvo en cuenta su experiencia en España, a donde su padre lo había llevado a la edad de ocho años junto a su hermano. Durante su estadía en la península tuvo lugar la guerra con Inglaterra. Este conflicto lo llevó a alistarse como oficial en la Real Marina Española. Fue embarcado en el buque Santísima Trinidad como ayudante de órdenes del futuro virrey rioplatense Baltasar Hidalgo de Cisneros, a bordo del cual prestó servicios en la batalla de Trafalgar, que tuvo lugar el 21 de octubre de 1805.

En 1809, Francisco de Gurruchaga arribó a Buenos Aires y en 1810 integró la Junta Grande de Gobierno por Salta. Se desempeñaba como vocal de Marina cuando se le encomendó esa ardua tarea junto a Azopardo. Dadas las carencias del gobierno, hizo uso de su fortuna personal para formar la primera escuadra naval.

Con ese propósito compraron cinco buques mercantes a particulares, tres de los cuales fueron armados apresuradamente: un bergantín, una goleta y una balandra. Estos primeros buques fueron armados con cañones que habían sido comprados con anterioridad. La goleta fue bautizada “Invencible”, el bergantín “25 de Mayo” y la balandra “América”. La marinería fue integrada por ingleses, franceses e italianos. Juan Bautista Azopardo fue nombrado con el título de teniente coronel y comandante de las fuerzas navales. Quedó a cargo de la nave capitana, la goleta “Invencible”, mientras que el marino francés Hipólito Bouchard recibió el mando del bergantín “25 de Mayo” y su compatriota Ángel Hubac quedó al frente de la balandra “América”. Esa fue la primera fuerza naval patriota.

A comienzos de 1811 el puerto de Buenos Aires estaba bloqueado por las fuerzas navales españolas. Esto dificultaba las comunicaciones con el ejército enviado por la Junta a la Banda Oriental. El 10 de febrero de 1811 la escuadrilla partió al mando de Azopardo, a quien Gurruchaga puso en sus manos el pliego cerrado de instrucciones, que debería abrirse a la altura de la isla Martin García. El 2 de marzo, en San Nicolás, buques españoles bajo el comando del capitán Jacinto de Romarate destruyeron la escuadrilla patriota. Azopardo fue tomado prisionero y llevado a España.

Tras la derrota de San Nicolás, Gurruchaga inició las gestiones para obtener otros buques, comprometiendo nuevamente parte de su fortuna personal.

Un nuevo esfuerzo por dominar el río

Se inició entonces una segunda etapa para conformar una flota patriota, de la que fue protagonista el irlandés Guillermo Brown. Nacido en Foxford el 22 de junio de 1777, arribó a Buenos Aires a mediados de 1809, a la edad de 32 años.

En poco tiempo logró independizarse económicamente y adquirir una pequeña goleta con la cual realizaba la travesía Buenos Aires – Montevideo con carga general y pasaje.

En 1811 un buque español atacó su nave y otro que había arrendado, cargado de cueros y frutos, apoderándose de ellos y perjudicando económicamente a Brown. Este hecho produjo un resentimiento que motivó al irlandés a ofrecer sus servicios al gobierno de Buenos Aires.

Luego de insistir en su ofrecimiento y tras obtener la autorización oficial, partió en dos lanchones tripulados por marineros de diversas nacionalidades. Con gran denuedo abordó una nave y la apresó, tras lo cual la llevó a Buenos Aires y con lo obtenido de su venta pudo resarcirse de las pérdidas que le ocasionaron los españoles. Esta acción le valió la admiración del gobierno, el cual le confió la jefatura de la escuadrilla que se había creado.

En diciembre de 1813, el secretario de Hacienda, Juan Larrea, le encomendó al comerciante estadounidense Guillermo Pío White la compra de naves y pertrechos. Fue así como se contó con siete buques tripulados por seiscientos hombres y artillados con noventa y ocho cañones. En enero de 1814 fue nombrado a su frente Guillermo Brown, quien, tras unos días de combate, el 15 de marzo tomó la isla Martín García, cuya posición estratégica domina el ingreso a los afluentes del Plata. Una parte de los buques españoles remontó el Uruguay para buscar refugio en el Arroyo de la China. El 28 de marzo se produjo un nuevo enfrentamiento en ese sitio, que si bien fue un revés para las fuerzas patriotas, no revistió importancia en términos militares.

Por su parte, Brown reorganizó su flota con el objetivo de enfrentar la flota realista en Uruguay. El 15 de abril inició el bloqueo del puerto de Montevideo, en la que los realistas esperaban la llegada de refuerzos desde España y desde Perú. Ante el temor de que los pertrechos militares y el dinero cayeran en manos de las fuerzas de Buenos Aires, los españoles decidieron salir en la noche del 13 de mayo con sus buques con la intención de derrotar a Brown. El 14 de mayo, Brown realizó un ensayo de retirada para llevar a los navíos españoles aguas afuera, a los efectos de alejarlos de la seguridad del puerto de Montevideo. Frente a Buceo se inició una batalla naval que resultó en una victoria decisiva para el gobierno revolucionario. La batalla del Buceo fue un paso decisivo para la rendición de Montevideo: tres navíos españoles fueron apresados, otros incendiados y hundidos. El resto buscó refugio en Montevideo. Brown resultó herido pero no de gravedad, lo que le valió la promoción al grado de coronel de marina.

La importancia del Combate de Montevideo

El 16 y 17 de mayo Brown se lanzó sobre lo que quedaba de la escuadra realista de Montevideo, cuyo puerto había quedado nuevamente bloqueado. Se cuenta que la población de Montevideo pudo ver el combate naval desde las azoteas de la ciudad.

El triunfo de Brown le aseguró el dominio del Río de la Plata. Por su parte, el sitio terrestre se hizo más riguroso; ese mismo día, el 17 de mayo, al frente de mil quinientos hombres de refuerzo, el coronel Carlos María de Alvear tomó el mando del ejército en reemplazo de José Rondeau, despojándolo de la posibilidad de ser quien lograra la rendición de Gaspar De Vigodet, quien desde 1811 era capitán general y gobernador de las provincias del Río de la Plata.

Vigodet procuró negociar pero Alvear sólo pretendía su rendición, la cual se firmó el 20 de junio.

Montevideo dejó de ser una amenaza para los revolucionarios y el triunfo del Combate de Montevideo significó el fin del dominio español en lo que fuera el Virreinato del Río de la Plata.

Dada su importancia en el proceso independentista, el 17 de mayo fue instituido como el Día de la Armada Argentina.

Bibliografía

Figueroa, Mauro. “El armador de la primera escuadrilla patriota”. Departamento de Estudios Históricos Navales (Armada Argentina), <http://www.ara.mil.ar/archivos/Docs/priemra_escudrilla_mauro.pdf>.

Halperin Donghi, Tulio. Historia Argentina. De la revolución de independencia a la confederación rosista. Buenos Aires: Paidós, 1980, 430 p.

Rivanera Carlés, Raúl. Nuestros próceres (Tomo I). Buenos Aires: Liding S.A., 1979, 268 p.

Torres, Juan Lucio. El español como soldado argentino: Participación en las campañas militares. Participación en las campañas militares por la libertad en independencia. Madrid: Ediciones De la Torre, 2014, 272 p.

* Licenciado en Historia egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (1991). Doctor en Relaciones Internacionales, School of Social and Human Studies, Atlantic International University (AIU), Honolulu, Hawaii, Estados Unidos. Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires, Editorial Almaluz.

 

ARGENTINA: DEFENSA NACIONAL + SEGURIDAD

Reinaldo Cesco*

Imagen de PublicDomainPictures en Pixabay

 

Introducción

La Defensa de la Soberanía Nacional constituye un objetivo indeclinable de las autoridades de la República. Para alcanzar este objetivo se debe contar con los recursos necesarios. Los recursos se refieren a los medios legales, es decir, contar con el marco legal adecuado, a los recursos materiales, financieros y tecnológicos apropiados para lograrlo y también con el recurso humano, que debe estar motivado y adecuadamente capacitado para lograr el objetivo. Sin el recurso humano apropiado, los otros dos pilares antes mencionados se vuelven intrascendentes.

A los efectos de por qué es indispensable atender a las cuestiones de seguridad y defensa, es necesario destacar que cuando se habla de “Seguridad Internacional” se refiere al equilibrio resultante de la suma de la Seguridad Nacional de cada uno y de todos los Estados miembros de la comunidad internacional.

Por su parte, la Seguridad Nacional es definida como la situación en la que un Estado se considera resguardado contra agresiones militares, presiones políticas o coerciones económicas significativas, obteniendo con ello libertad de acción para proseguir con su propio desarrollo y progreso.

Problemática

Nuestro país cuenta con amplias fronteras y con un litoral marítimo extenso, por lo cual su custodia se vuelve compleja. Para llevar a cabo una eficaz defensa de nuestra soberanía nacional debería modificarse la legislación correspondiente a las cuestiones de Defensa Nacional y de Seguridad. Las Fuerzas Armadas y de Seguridad podrían acompañar el cumplimiento de ese objetivo, pero es imprescindible un serio esfuerzo en aras de favorecer la motivación del personal destinado a esta tarea así como también diseñar una capacitación adecuada a los riesgos y amenazas que predominan en el mundo actual. Por otro lado, tampoco cuentan con los recursos tecnológicos y materiales adecuados, al menos en cantidad suficiente.

El marco legal vigente no permite la participación de las Fuerzas Armadas en Seguridad Interior, salvo algunas excepciones, y esto es algo acertado. No obstante, pueden colaborar ampliamente proporcionando apoyo logístico valiéndose de su amplio despliegue territorial.

Refiriéndonos específicamente a la Seguridad, el Estado Nacional cuenta con fuerzas de Seguridad, pero de momento éstas no están cumpliendo con el fin para el cual fueron creadas. Como ejemplo de ello vale destacar que la Gendarmería Nacional ha sido retirada de la custodia de las fronteras para cumplir funciones de policía en centros urbanos y lo mismo sucede con la Prefectura Naval. Esto contribuye en extremo a incrementar la inseguridad, ya que las fronteras se han tornado sumamente porosas y el tránsito de personas y mercaderías es prácticamente libre. Del mismo modo, el hecho de que se haya desplegado a las Fuerzas Armadas en ciertas zonas tampoco soluciona el problema, pues su accionar está limitado por el marco legal vigente, por la obsolescencia del material del que disponen, por la baja motivación del personal y el alto riesgo de ser corrompidas por quienes deben combatir debido a la precariedad salarial. Asimismo, se debe tener en cuenta la escasez de efectivos en las Fuerzas Armadas. La reducción del personal militares un problema que se ha ido agravando de manera constante en la última década.

En cuanto a la defensa de nuestras fronteras y lucha contra el narcotráfico y otros flagelos, se debería discutir la necesidad de contar con una ley de derribo u otro mecanismo con el cual coaccionar a aeronaves que ingresen ilegalmente al espacio aéreo nacional. Los protocolos actuales son irreales y constituyen una mala administración de los recursos del Estado. La autorización del derribo o de la aplicación del método de coerción seleccionado debería estar en manos de algún funcionario civil, designado a tal efecto.

La protección de los recursos marítimos, la custodia y defensa del interés nacional en el mar Argentino también se han dejado abandonados al azar. Si bien la Prefectura Naval cuenta con ciertos medios, estos no son los adecuados y su función se extiende hasta la milla 12 medida desde la costa, de ahí en más, hasta las 200 millas, o 350 si se considera la plataforma ampliada, corresponde a la Armada Argentina.

Para adentrarnos en el tema del narcotráfico y el crimen organizado incluyo un breve resumen de una nota publicada en el diario La Nación el 11 de febrero de 2014, redactada por Juan Gabriel Tokatlian[1].

El artículo se basa en el trabajo de Edwin H. Stier y Peter R. Richards de 1987 (Strategic Decision Making in Organized Crime Control: The Need for a Broadened Perspective). El mismo propone observar y evaluar cómo se despliega el crimen organizado a través de tres estadios diferenciados[2].

Hay una fase inicial o “predatoria”, en la cual el territorio y su control son fundamentales, se busca establecer un espacio físico seguro; afianzar las rutas para el transporte; el acceso a mercados para sus productos, y deben proveerse de ámbitos de protección personal. Con capacidades estatales básicas se puede hacer frente al desafío y evitar que éste transite a la etapa posterior[3].

En la segunda etapa: la “parasitaria”, la influencia política y económica de la criminalidad aumenta notoriamente. “Esta fase no sólo muestra la mayor inserción del crimen organizado, sino también tres dinámicas preocupantes: su ‘legitimación’, ‘proliferación’ y ‘democratización’”[4].

El Estado debe responder a un asunto de gran envergadura. El Estado necesita, con urgencia, una estrategia integral de contención del crimen organizado”. Debería contar con una sociedad dispuesta a deslegitimar el avance de la ilegalidad, procurar un alto grado de cooperación internacional y desplegar una política de largo plazo sin esperar milagros.[5]

En el estadio final: el “simbiótico”, se manifiesta el afianzamiento de la criminalidad[6]. El sistema político y económico se vuelve tan dependiente del “parásito” (el crimen organizado) como éste de la estructura establecida. Un país no es plenamente capturado por el crimen organizado, pero en muchas regiones y provincias la simbiosis permite la consolidación de una nueva clase social a nivel local, con poder para establecer un orden paraestatal en las mismas[7].

Propuestas

Entre las propuestas se destacan:

  1. La modificación del marco legal vigente, proporcionando una ley de derribo, que ayudaría en la disuasión de algunas actividades ilegales.
  2. El retorno de la Gendarmería Nacional y de la Prefectura Naval a sus funciones específicas, lo cual contribuiría a resguardar las fronteras.
  3. Revisión de la política salarial de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas de Seguridad.
  4. Que la Policía Federal Argentina se dedique a combatir delitos federales, siendo necesaria una previa restructuración y dotándola de un mayor despliegue en el territorio nacional.
  5. Re-equipamiento de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas de Seguridad, incluyendo una fuerte inversión en capacitación.
  6. Crear una nueva fuerza federal destinada exclusivamente al combate del narcotráfico. Además se debería crear un cuerpo de Fiscales Federales y asignar juzgados específicos para esta tarea.
  7. Coordinación de políticas y acciones en forma conjunta con las provincias.
  8. Revisión de las políticas de incorporación del personal en la Fuerzas Armadas y de Seguridad, ya que al haberse limitado la averiguación de antecedentes, están ingresando personas que no son las adecuadas para la tarea.
  9. Poner énfasis en Seguridad y Desarrollo, buscando desarrollar un modelo propio que garantice la seguridad en forma integral, el desarrollo socio-político, humano, tecnológico y económico de la Nación.

Punto I

Reorganización de las Fuerzas Armadas

Como consecuencia de más de una década de implementación de políticas erróneas para el país y dada la gran extensión territorial de la Argentina, habrá que destinar grandes recursos a áreas importantes que puedan revitalizar la economía, reconstruir la institucionalidad e invertir grandes sumas en infraestructura. En ese sentido, se presentaría una gran oportunidad para una reorganización y modernización de nuestras Fuerzas Armadas, así como también para la puesta en valor de la producción para la Defensa, la cual actuaría como un motor para el desarrollo industrial, particularmente para las pymes.

La propuesta consiste esencialmente en adoptar un Sistema de Guardias Nacionales, que complementen el accionar de las Fuerzas Armadas “tradicionales”. Es decir, las Fuerzas Armadas mantendrían su estructura actual, de unidades regulares, y la ampliación del uso de reservistas, y se le agregarían las Guardias Nacionales.

Para esto se podría pensar en una organización similar a la existente en Estados Unidos, donde cada gobernador de Estado o Provincia tiene cierto control de las unidades desplegadas en su territorio, pero a la vez estas apoyan el accionar de las Fuerzas Armadas, siendo el Estado Nacional el que aporte el material operativo, a través de las respectivas Fuerzas, mientras las provincias aportarían parte del financiamiento y el personal, aunque el control operacional estaría a cargo de un comandante provincial designado por el Gobierno Nacional.

Las Guardias Nacionales dependerían a nivel organizativo de sus respectivas fuerzas, es decir, Guardia Nacional dependiente del Ejército, Guardia Nacional Aérea dependiente de la Fuerza Aérea, y eventualmente un equivalente para la Armada.

La particularidad de esto es que en caso de necesidad las Guardias Nacionales podrían actuar en Seguridad Interior, sin necesidad de modificar el marco legal vigente. Por su parte, las Fuerzas Armadas podrían pensarse para proyectar la política exterior del país.

Las Fuerzas Armadas deberían aumentar significativamente su participación en Organizaciones Militares de Paz en el marco de Naciones Unidas, lo cual permitiría mejorar su nivel de alistamiento y adiestramiento. En caso de necesidad su accionar sería apoyado por las Reservas respectivas y las Guardias Nacionales.

Las Guardias Nacionales podrían actuar más rápidamente en casos de catástrofes naturales, siendo su uso solicitado por los gobernadores y autorizado por un Comandante Nacional. Lo mismo aplicaría en el caso de que las fuerzas policiales se vieran desbordadas. Eventualmente podría disponerse de una doble autorización, a nivel provincial y otra a nivel nacional.

Punto II

Fuerzas de Seguridad Nacionales

Las Fuerzas de Seguridad nacionales como la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval, Policía Federal, Policía de Seguridad Aeroportuaria deberían retornar a sus funciones específicas.

La Policía Federal debería asumir las funciones para las que fue creada, los delitos federales, pero centrándose tal vez en la investigación de los delitos financieros e informáticos, manteniendo a su vez entre sus funciones específicas el combate del narcotráfico.

También debería considerarse la creación de una Policía Judicial, que dependa del Poder Judicial, de modo tal de evitar interferencias por parte del Poder Ejecutivo, lo cual ampliaría la autonomía Judicial. Así podrían evitarse situaciones como las actuales en las que los jueces y fiscales ven que sus órdenes son desobedecidas, o las investigaciones son alteradas por intromisión de otro poder del Estado.

Es clave dotar al Poder Judicial de las herramientas adecuadas para poder llevar adelante las investigaciones en forma independiente. A la vez se deben completar los puestos vacantes y masificar los juicios por jurados. La justicia debe ser rápida, transparente y eficiente.

En línea con lo expuesto anteriormente la Gendarmería Nacional volvería a ser quien custodie nuestras fronteras, evitándose así la atomización de recursos escasos. Lo mismo debería suceder con la Prefectura Naval y ambas fuerzas deberían coordinar esfuerzos con la Policía Federal en su lucha contra el crimen organizado. Para esto también se debería contar con el aporte de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, lográndose de esta manera una presencia tanto por medio terrestre, marítimo y aéreo.

Punto III

Política Salarial de las Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad

Sin duda uno de los puntos más importantes a considerar si se desea tener Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad profesionales y eficientes, es la política salarial de las mismas. Si el haber mensual del personal es bajo, se deja abierta una puerta muy grande para que el personal sea corrompido por necesidades económicas.

Una de las opciones, sería volver a equiparar los sueldos en relación con el Poder Judicial, como ocurría hasta principios de la década de 1980. Otra sería plantear una escala salarial equiparando las jerarquías con las del Poder Ejecutivo, siendo un general y equivalentes comparables con un secretario de Estado y luego establecer las correspondientes equivalencias.

Tener una política salarial clara y transparente evita que los altos mandos sean extorsionados económicamente por el gobierno de turno, como sucede en la actualidad. No es posible que tanto el personal militar y de las Fuerzas de Seguridad cobren el grueso de su haber en “negro”. Esto permite la extorsión permanente con la amenaza del pase a situación de retiro de los efectivos.

Nadie puede desarrollar su tarea de manera adecuada sin estabilidad salarial. Esta debería ser una prioridad para un nuevo gobierno, tarea que debería llevarse a cabo sin dilaciones, siendo prioritaria a la hora de reconstruir las instituciones nacionales.

Punto IV

Reorganización de la Policía Federal y otras Fuerzas de Seguridad

Luego de haberse desprendido la Policía Federal de su División Metropolitana, la misma estaría en mejores condiciones para una reorganización que le permita ocuparse de los delitos federales. Debería aumentar su despliegue territorial y asumir una tarea similar a la del FBI de Estados Unidos. Esto debería ser relativamente sencillo de realizar, ya que la institución desde siempre ha contado con una sólida base institucional y una permanente vocación para adaptarse a los constantes desafíos que la cambiante realidad le impone.

Además, sería importante que colaborara y coordinara políticas y procedimientos con la Policía Judicial propuesta anteriormente y con la Gendarmería Nacional y con una eventual agencia contra el narcotráfico. Los delitos financieros y el narcotráfico están íntimamente relacionados, razón por la cual, la cooperación inter agencias se vuelve esencial.

Punto V

Capacitación y Re-equipamiento de las FFAA y FFSS

La formación y entrenamiento del personal es también un elemento fundamental si se pretende que éste cuente con una elevada motivación profesional, espíritu de cuerpo y que esté correctamente capacitado para llevar a cabo la tarea que le toca desarrollar.

Nuestras fuerzas cuentan con Institutos de Formación de un elevado nivel académico y profesional, aunque en la última década ha ido dejándose de lado la formación militar, siendo esta un área que no debería descuidarse. En tal sentido se deberían adaptarlos contenidos actuales para poner el acento en una buena formación de base.

También deberían retomarse los programas de intercambio y de formación de personal en el extranjero. Estas prácticas tan corrientes en décadas pasadas se han vuelto casi inexistentes.

Dentro de la formación del personal, no debe perderse de vista el desfasaje tecnológico de nuestras fuerzas en todas sus aéreas. Esto disminuyó su capacidad para llevar a cabo su tarea correctamente, máxime si se tiene en cuenta que el crimen organizado cada vez se vuelve más sofisticado y, en el plano militar, debe considerarse que son pocos los países que voluntariamente renuncian a tener la capacidad de defenderse. Mal puede entrenarse y capacitarse al personal con medios obsoletos, con escaso mantenimiento y que ya no están en condiciones de cumplir eficazmente la tarea para la cual fueron incorporados. Como resultado de ello, la Argentina hoy se encuentra en un verdadero estado de indefensión.

En concreto, debería llevarse a cabo un amplio programa de modernización y re-equipamiento del material de dotación de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas de Seguridad, buscando compartir medios en las aéreas donde esto sea posible, para abaratar costos logísticos y de adiestramiento, procurando en todo momento el accionar conjunto.

Punto VI

Lucha contra el Narcotráfico

Para esto se propone la creación de una nueva fuerza federal cuya función sea exclusivamente la lucha contra el narcotráfico. La magnitud de este flagelo, sumado a la gran extensión territorial de nuestro país, exige la existencia de una fuerza que con exclusividad de dedique a la lucha contra el mismo. Además, su accionar debería coordinarse con la Policía Federal y la Policía Judicial propuesta anteriormente.

La creación de esta fuerza podría hacerse sobre la base de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal Argentina, más componentes de la Gendarmería Nacional y elementos de otras fuerzas de Seguridad Federales. Sería sumamente costoso y demandaría un considerable tiempo el construir una fuerza de estas características desde la nada, es por eso que se propone construir sobre la base de elementos ya existentes.

La nueva fuerza debería contar con un despliegue territorial no necesariamente extenso, aunque inicialmente focalizado en zonas “calientes” del narcotráfico. Su accionar podría estar apoyado por las Policías Provinciales, además de complementarse con la Policía Federal, y compartir información y coordinar esfuerzos con agencias similares de otros países.

Punto VII

Coordinación de Políticas con las Provincias

Si se desea tener éxito en la lucha contra el narcotráfico y la delincuencia, se debe incluir a los Estados Provinciales en la conversación y estos deben ser parte de la solución, de lo contrario se derivará en un nuevo fracaso. Las políticas a coordinarse varían desde la educación, la contención de las víctimas, hasta el combate contra el crimen, el castigo de los delincuentes y el cumplimiento efectivo de penas.

El accionar de la justicia y la coordinación de las fuerzas federales y provinciales debe ser una prioridad. En este sentido es fundamental ser inflexible con el tratamiento de la corrupción. La corrupción es uno de los instrumentos más importantes que el narcotráfico utiliza para garantizarse la impunidad. Con ese propósito apela a la infiltración de las instituciones y a la compra de voluntades.

Asimismo debe coordinarse con los Estados Provinciales las tareas de inteligencia y recopilación de información sobre el accionar del crimen organizado. Se debe contar con una base de datos centralizada, que unifique la información criminal disponible. En el mismo sistema deben constar pedidos de captura, legajos y todo otro tipo de información que se considere importante. Su acceso debe estar restringido a personal con el nivel de seguridad adecuado.

Punto VIII

Poder Judicial

Uno de los primeros puntos a considerar respecto del Poder Judicial es la despolitización del mismo. Desde hace décadas el Poder Judicial, tanto a nivel federal, como en las provincias, se rige de acuerdo con el compás que marca la política y los intereses del gobierno de turno.

Además de lo mencionado en el párrafo anterior, y simultáneamente, deberían constituirse al menos dos fueros independientes y que en exclusividad se dediquen a sus áreas respectivas: uno dedicado a investigar la corrupción y los crímenes financieros y otro cuyo centro de gravedad esté centrado en el narcotráfico y el crimen organizado. Es necesario, en el estado actual, que estos fueros con exclusividad se concentren en estas áreas y no se distraigan los recursos de estos para tratar la infinidad de otros casos que cualquier país tiene. Para ellos están los fueros y juzgados ya establecidos.

Es esencialmente para ayudar la función de estos dos fueros que se propone en este trabajo la creación de la Policía Judicial, la cual a su vez debería coordinar esfuerzos con la Policía Federal, la Fuerza o Agencia Anti Drogas también propuesta y demás fuerzas federales de seguridad.

Punto IX

Seguridad y Desarrollo

El almirante Jorge Martínez Busch, de la Armada de la República de Chile, considera que

Desarrollo y Seguridad se unen en la búsqueda y consolidación de la identidad nacional: esa individualización propia y distintiva que hace diferente a cada Nación. Cabe en este aspecto puntualizar que la búsqueda y consolidación de la propia identidad no es un anhelo político ideológico, sino que responde al orden natural, el cual conlleva una necesidad de buscar características que nítidamente perfilen y hagan trascender la noción de Patria, con todo lo que ella implica., como así tampoco esta búsqueda no deber ser interpretada para separar o confrontar a un Estado respecto de otros con los que, además, pueden tenerse intereses comunes, o, una cultura común.[8]

Por otra parte, y en línea con lo antes expuesto, la ONU define a la Seguridad Internacional como “el equilibrio resultante de la suma de la Seguridad Nacional de cada uno y de todos los Estados miembros de la comunidad internacional”. Un país no puede aspirar a un desarrollo sustentable, de largo plazo, que mejore la calidad de vida de sus habitantes, a menos que pueda garantizar su Seguridad Nacional.

Para conseguir este objetivo, debe favorecerse la cooperación con los países de la región en materia de inteligencia y seguridad a los efectos de enfrentar al crimen organizado, al narcotráfico y al terrorismo, teniendo en consideración una agenda propia y no la que suele imponerse en función de los intereses de los países centrales.

Resulta así cuasi indispensable la reconstrucción del Sistema de Inteligencia Nacional. Debe considerarse una planificación integral del mismo, que incluya una nueva modalidad de reclutamiento, la profesionalización y capacitación permanente del personal. Para que esto sea eficaz y sirva a los intereses de la Nación, debe eliminarse la politización de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), reorientando este organismo hacia la Inteligencia Estratégica.

En consonancia con esto, se debería optimizar el funcionamiento de la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal, la cual debería incrementar su cooperación con los organismos encargados de combatir la criminalidad. La organización está abierta al debate, pero esencialmente se busca disminuir la burocracia y aumentar la operatividad y la eficiencia de los organismos del Estado.

Conclusiones

El trabajo busca abrir un debate necesario sobre la realidad del país. Es una propuesta de cómo organizar los diferentes organismos, instituciones y otros recursos del Estado para enfrentar un flagelo que aqueja a nuestro país desde hace ya varias décadas, que transciende gobiernos y partidos políticos. Busca dejar de lado las ideologías y evita polemizar sobre hechos ya no tan recientes de nuestra historia.

Referencias

[1]Juan Gabriel Tokatlian. “La Argentina y las etapas del narcotráfico”. La Nación, 11/02/2014, <https://www.lanacion.com.ar/opinion/la-argentina-y-las-etapas-del-narcotrafico-nid1663038>, [consulta: 12/12/2019].

[2]Ídem.

[3]Ídem.

[4]Ídem.

[5]Ídem.

[6]Ídem.

[7]Ídem.

[8]Jorge Martinez Busch. “Una Contribución para la creación de un pensamiento político-estratégico nacional”. En: Revista Política y Estrategia, Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos, Santiago, Chile,N° 60, mayo – agosto, 1993, [consulta: 18/12/2019].

 

* Desde el año 2006 hasta el 2014 se desempeñó como Oficial Subalterno del Ejército Argentino, ocupando funciones varias, entre ellas las de Instructor de Vuelo y profesor de varias materias en el ámbito de la Escuela de Aviación del Ejército.

Licenciado en Relaciones Internacionales (2017), graduado en la Universidad de la Defensa Nacional (UNDEF) y egresado del Curso superior de Defensa Nacional (2007), también  dictado por la UNDEF.

Actualmente se desempeña como piloto de una aerolínea comercial en Estados Unidos.

 

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