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LA CASTA Y EL FONDO

Santiago González

Negociar con un dealer es inmoral, no hacerlo es por lo menos imprudente

 

Los cambiemitas se ufanan sin el menor rubor de haber contraído una deuda astronómica con el Fondo Monetario Internacional, el préstamo más grande que ese organismo haya concedido en toda su historia, y los kirchneristas se aprestan con impostado disgusto a renegociar ese préstamo impagable. Aunque una cosa es consecuencia de la otra, las dos son igualmente inmorales, similares al tráfico con un vendedor de droga. El FMI ha sido el dealer de la Argentina desde 1976 y, como suelen hacer los dealers, amenaza con usar de la fuerza a fin de asegurarse el cobro, y no le importa si para eso es necesario matar a un jubilado, o a millones de jubilados.

No hay nada moral envuelto en el trato con el FMI porque el FMI tiene la moral de un dealer. Un prestamista profesional jamás le habría entregado 50.000 millones de dólares al gobierno de Mauricio Macri. Al dealer no le importan las cualidades de su cliente, sólo le interesa mantenerlo abastecido y con vida mientras siga consumiendo y pagando. En realidad, el FMI tiene menos moral que un dealer, porque el dealer en definitiva está haciendo un negocio para obtener una ganancia, mientras que el propósito del FMI no es cobrar intereses sino afianzar la dependencia y sumisión de sus clientes, manteniéndolos endeudados en beneficio de terceros. No fue creado para eso, pero se convirtió en eso.

A mediados de los 70, los Estados Unidos acababan de abandonar el patrón oro, y estaban en proceso de imponer el dólar como divisa mundial de atesoramiento y referencia. Mediante complejos mecanismos financieros descriptos con todo detalle en media docena de libros por el economista estadounidense Michael Hudson, lograron ordenar la economía mundial en función de sus propios intereses, convirtiendo en satélites al resto de los países desarrollados y condenando al atraso permanente a las naciones en desarrollo. El gran instrumento para la consecución de esos fines fue el endeudamiento, y sus operadores los organismos multilaterales como el FMI.

A mediados de los 70 la Argentina era el país más promisorio de América latina, con estadísticas de desarrollo humano comparables con las de las naciones avanzadas, el sistema de defensa más poderoso de Sudamérica y desarrollos propios en áreas críticas de la ciencia y la tecnología, desde la energía nuclear y la cohetería hasta la medicina y la genética. Contaba con todo lo necesario para dar el salto: energía, praderas, agua, todos los minerales imaginables y una sociedad educada y sin conflictos. Hacía gala además de una inquietante tendencia al comportamiento independiente, como lo comprobó Henry Kissinger en la famosa conferencia sobre población de 1974. En suma, la Argentina reunía todas las condiciones como para ser blanco de un ataque. Y lo fue.

El golpe militar de 1976 tuvo el propósito declarado de combatir a la guerrilla, y el objetivo oculto de acomodar la economía argentina al orden mundial gestionado desde los Estados Unidos. El asesoramiento brindado por el Comando Sur (y también por algunos ex miembros de la OAS francesa) sobre la forma de reprimir la insurgencia, las señales ambiguas de Washington respecto de Malvinas, el flujo constante y generoso de dólares en préstamo asegurado por David Rockefeller, y las políticas económicas del ministro José Martínez de Hoz se combinaron en una sinergia letal. Cuando los militares volvieron a sus cuarteles en 1983, dejaron un país sin guerrilleros pero desarticulado, indefenso, endeudado como nunca antes en su historia, y herido en su estructura productiva. Es decir, lo dejaron en manos del FMI.

La Argentina ya había requerido los auxilios del Fondo en 1958, 1959, 1960, 1961, 1962, 1967, 1968, 1975 y 1976 (antes del golpe): se trataba de pequeños préstamos puente destinados a salvar ocasionales desajustes financieros, tal como había sido el propósito original del FMI. A partir de 1976, cuando la Argentina comienza a endeudarse seriamente con la banca privada y a recibir inversiones extranjeras, el FMI se convirtió de hecho en garante de que los prestamistas pudieran cobrar sus créditos y las empresas retirar sus dividendos en divisas fuertes sin inconvenientes. Ése fue el propósito central en los acuerdos firmados con el Fondo en 1976, 1977, 1983, 1984, 1987, 1988, 1989, 1991, 1992, 1996, 1998, 2000, 2003 y 2018, todos los cuales incluyeron recomendaciones o exigencias de política económica.

El FMI es un dealer de dealers, proveedor pero también agente de seguridad para otros proveedores y, al estilo de Barceló y Ruggierito en la Avellaneda del siglo pasado, servicial custodio de los consumidores sociales. El economista Hudson lo describió así en una reciente entrevista: “Otra vez la Argentina está a punto de defaultear o repudiar la deuda que tiene con el Fondo Monetario Internacional, que esencialmente es un arma de la política exterior norteamericana. El FMI le presta plata a un país como la Argentina para solventar la fuga de capitales. Hace posible que las empresas norteamericanas y las familias ricas de la Argentina saquen fuera del país sus fondos en pesos, o escudos, o lo que usen allí, convertidos en dólares.” Hudson no conoce muy bien la Argentina: duda sobre la denominación de su moneda. Pero la cita como ejemplo sobre cómo funciona el FMI, cuáles son sus políticas respecto de cualquier país.

El ex presidente Macri, probablemente de manera involuntaria, le dio la razón al académico estadounidense cuando confió en un reportaje que “la plata del FMI la usamos para pagarles a los bancos comerciales que se querían ir porque tenían miedo de que volviera el kirchnerismo”. Las críticas que suscitó esa declaración le obligaron entrar en detalles que no hicieron más que ratificar su admisión inicial: “La plata de la deuda fue para pagar uno a uno los préstamos que iban venciendo, porque el que tenía ese préstamo no lo quería renovar”, dijo y añadió: “El FMI nos prestó para que podamos pagar y no entrar en default, y seguir administrando la transición política hasta el segundo mandato”.

No es un secreto que Donald Trump intervino personalmente para que el FMI aceptara conceder a la Argentina, contra la opinión de los socios europeos, un préstamo de magnitud sin precedentes. Pero, ¿con qué intenciones? ¿Arrojarle un salvavidas a un amigo o, como supone Hudson, amarrar todavía más a la Argentina con los lazos de la deuda? Macri no tiene dudas. Piensa que Trump “se portó muy bien con nosotros” y cree en las bondades del Fondo: “No están para ganar plata, sino para que a la Argentina le vaya bien. Necesitan que todos los países del mundo se fortalezcan y contribuyan a mejorar la calidad de vida de los habitantes de este planeta. El FMI pide un plan. Si hay un plan, esto se refinancia.” El FMI pidió y obtuvo un plan en cada uno de los acuerdos citados, pero a la Argentina nunca le fue bien.

Hudson describe así la naturaleza de los planes solicitados: “Y entonces el FMI deja que la moneda local colapse, de hecho insiste en que la moneda colapse. Porque dice que cuando uno no puede pagar sus deudas, la manera de hacerlo es imponer la austeridad, bajar los salarios y recortar la inversión en infraestructura, detener el gasto público. Y así, el resultado de esta política del FMI, con el Banco Mundial detrás, es reducir cada vez más la capacidad de los países para pagar sus deudas. Y así es cómo se endeudan cada vez más, y se vuelven cada vez más dependientes del crédito oficial estadounidense. Los préstamos del FMI y esencialmente la deuda se usan internacionalmente para empobrecer a otros países, tal como se está empobreciendo ahora la economía norteamericana.”

Pero se necesitan dos para bailar el tango. El FMI no tendría poder sobre la Argentina si no hubiese encontrado aquí su pareja en la casta política. La coreografía entre el dealer y el adicto es así: la casta primero endeuda al país para cubrir su propio desorden presupuestario, para proveerse de dólares baratos que se vende a sí misma y a sus amigos, y para brindar oportunidades a los expertos en triquiñuelas financieras; como no puede pagar sus vicios, algo que tanto el FMI como la casta saben de antemano, acto seguido renegocia el pago de la deuda en condiciones cada vez más lesivas para el país pero que aseguran el mantenimiento del sistema.

El endeudamiento es una estafa a la Nación, siempre lo ha sido. Desde el último cuarto del siglo pasado, la Argentina se ha endeudado de manera multimillonaria (y también ha pagado deuda de manera multimillonaria), pero el crédito no se advierte en inversiones ni en infraestructura ni en desarrollo. El único efecto palpable del endeudamiento ha sido el de paralizar el desarrollo argentino, abaratar el trabajo argentino y rebajar el precio de los activos argentinos. Y aumentar los impuestos.

En 1975, la deuda externa argentina sumaba 7.947 millones de dólares y representaba un 35% del PBI. Al término del primer semestre de este 2021, la deuda alcanzó los 257.643 millones de dólares y representó un 70% del PBI. Entre una fecha y otra se suscribieron 17 acuerdos con el FMI, cada uno acompañado de sus pertinentes recetas sanadoras. O el médico no acierta con el diagnóstico, o el adicto no tiene cura, y le están robando la plata con tratamientos inútiles mientras lo mantienen convenientemente abastecido. El fallecido diputado Mario Cafiero dejó documentado ese robo en dos trabajos cuya consulta es aleccionadora. El primero figura como anexo del llamado “informe Carrió” sobre lavado de dinero, emitido en 2001 por una comisión investigadora especial de la Cámara de Diputados. El segundo se titula “El FMI y la debacle argentina (1976-2003)”, y también se lo encuentra en los archivos de la cámara.

La economía argentina no recuperó la salud con las recetas del Fondo, dice Cafiero en el segundo informe citado. Pero, en cambio, “el FMI logró en Argentina un resultado concreto; obtuvo una profunda transnacionalización de su economía, en beneficio directo, casualmente, de las empresas e intereses del grupo de países del G7, que controlan el FMI”. Y agrega: “los resultados de estas políticas, que se miden en dramáticos costos sociales, económicos y humanos, han recaído y siguen recayendo sobre las espaldas del pueblo argentino, en especial de los más desprotegidos y pobres”. En el anexo al “informe Carrió”, Cafiero muestra cómo el pago de los intereses de la deuda representaba en 2001 el 20% del déficit fiscal; ahora la proporción se redujo a casi el 16% pero sólo porque el gobierno incrementó el déficit en todos los demás rubros.

La renegociación del crédito exorbitante que el FMI concedió al gobierno de Macri no es un simple trámite financiero como el ex presidente sugiere con desconcertante puerilidad. Sus condiciones pueden afectar seriamente la capacidad de decisión de cualquier gobierno respecto del manejo de su economía. Hay que reconocer que la vicepresidente tuvo una mirada más cautelosa sobre el asunto: “Nuestro país tiene el peso inédito de una deuda también inédita con el FMI. Es un momento histórico de extrema gravedad, y la definición que se adopte y se apruebe puede llegar a constituir el más auténtico y verdadero cepo de que se tenga memoria”, escribió Cristina Fernández hace algunos días. Y descargó la responsabilidad, correctamente, en el Congreso nacional.

No se trató, sin embargo de un republicanismo tardío de la líder kirchnerista, sino de una olímpica lavada de manos: “No es Cristina”, dijo hablando de sí misma en tercera persona. “Es el titular del Poder Ejecutivo quien lleva adelante las negociaciones, en ejercicio de su responsabilidad constitucional en esta materia” y “son los 257 diputados y los 72 senadores quienes tienen la responsabilidad legal, política e histórica de aprobar o no cómo se va a pagar y bajo qué condiciones la deuda más grande con el FMI de todo el mundo y de toda la historia”. Si después vienen los reproches, nunca está de más preparar de antemano el “yo no fui” y el “yo avisé”. Resguardos que toma cualquier político avisado.

Alberto Fernández, por su lado, pretendió hacerse el duro: “Antes de cerrar un nuevo acuerdo”, intimó a Kristalina Georgieva, “haga su evaluación de lo que fue el fallido programa por el que se desembolsaron 44.000 millones de dólares que se mal utilizaron en pagar deuda insostenible y en financiar salida de capitales”. Fernández le alcanzó su propia evaluación, pero no era necesario. Antes de que el presidente argentino lanzara su desafiante exigencia, el Fondo ya tenía preparado el balance sobre la utilización del préstamo que ahora debe renegociar, algo rutinario en estos casos. “Hemos trabajado hasta ahora de manera constructiva, pero aún queda mucho por hacer”, lo sofrenó Georgieva, instándolo a “trabajar por un programa que mejore significativamente los fundamentos macroeconómicos de la Argentina y la coloque en una senda sólida para recuperarse de esta crisis”.

Mauricio, Alberto, Cristina y Kristalina pueden estar tranquilos: la casta política va a aprobar la renegociación, como lo ha hecho desde 1983, con algún tira y afloja irrelevante sobre sus términos y condiciones como para salvar la cara y entretener a la tribuna.

“Como siempre ocurrió en la historia argentina, y ahora no será excepción —escribió el consultor Marcelo Posada—, el acuerdo con el FMI es a favor de la perduración del endeudamiento de mediano plazo, a favor de que la casta siga su juego y, por consiguiente, a favor de prolongar la agonía de la sociedad. Cada intervención del FMI ‘a favor del país’, como la de 2018, es en contra de la sociedad, y ésta será lo mismo. Los parches de estos ‘acuerdos’ sólo sirven para impedir cualquier reforma estructural del Estado. Y no sólo cualquier reforma: también inciden para asegurar el mantenimiento de la presión impositiva. Al buscar mantener elevados los ingresos públicos (para destinarlos al pago de la deuda), el FMI se opone a la reducción de impuestos”.

5Negociar con el Fondo es inmoral, no hacerlo es por lo menos imprudente: lo sabe cualquiera acostumbrado a tratar con dealers. O abonado a Netflix. La casta parasitaria entiende muy bien el mensaje mafioso contenido en las cifras del “riesgo país”, la amenaza que agitan cada noche los noticieros televisivos.

 

Artículo originalmente publicado el 10/12/2021 por Restaurar.org, http://restaurarg.blogspot.com/2021/12/la-casta-y-el-fondo.html

Tomado a su vez de https://gauchomalo.com.ar/la-casta-y-el-fondo/

“ES LA TORMENTA QUE LLEVA AL PUERTO…”

Grl Heriberto Justo Auel*

Adrián Grünberg y Daniel Obligado, los jueces que sobreseyeron a Cristina Kirchner 

“El que engaña con un juramento reconoce que teme a su enemigo,

pero piensa poco en Dios”.

Plutarco -46/120 d.C-

1. El principal riesgo estratégico de la Argentina: la pérdida del Estado.

Cuando tomamos conocimiento del reciente fallo en la “Causa Hotesur/Los Sauces”  vino a nuestra memoria la frase del Libertador en el momento en que, postrado en el dormitorio de su hija pasaba a la inmortalidad diciendo: “Es la tormenta que lleva al puerto…”.

Los dos jueces prevaricadores del TOF Nro. 5 —Adrián Grünberg y Daniel Obligado— se “han llevado” lo que quedaba de la Institución Judicial. La Argentina llegó —con este aberrante hecho jurídico/político— al estadio de “Estado Fallido”[1].

Grünberg formó parte del TOF Nro. 1 hace ocho años, ante el que comparecí como “testigo de conceptos” en la causa “Plan Cóndor”. A través de las numerosas y desacertadas preguntas que me formulara me apercibí que, solamente quien simpatizara con el “terrorismo revolucionario” podría formular palabras tan capciosas y demostrativas de una actitud impropia y suspicaz. Ahora nos enteramos que, junto a Obligado, pertenecen a la zafaroniana “Justicia Legítima”[2].

Son “jueces militantes”. No debe extrañarnos la conducta de estos pseudo jueces que —muy probablemente— no tengan conciencia de la gravedad institucional de sus actos. Como bien lo expresara el griego Plutarco de Queronea hace dos mil años, estos togados —a los que hay que agregar al felón Bava— son “perjuros que piensan poco en Dios” y menos aún en el cansancio de “los buenos”, frente a los hipócritas.

Desde su creación —en 1986— el IEEBA insiste permanentemente que el “riesgo estratégico” central de la Argentina —en sus posguerras— es el de la pérdida de sus Instituciones Constitucionales, es decir, el de su ingreso a la categoría de “Estado Fallido”. El “entrismo revolucionario” en los partidos tradicionales había permitido que —en reiteradas oportunidades— “montoneros” y el “erp” llegaran al poder, encubiertamente.

Con los kk lo han hecho desembozadamente, porque la situación actual les impide el sigilo de otros tiempos. El presidente revista en los directorios del Foro de San Pablo —FSP[3]— y del Grupo de Puebla —GP[4]—. Este último —de reciente creación— constituye el apoyo político internacional del FSP que, como organismo privado internacional, planifica y dirige el proceso revolucionario continental iberoamericano.

El pasado miércoles 1º de diciembre, el GP inició su “7mo. Encuentro” en la Ciudad de Méjico con el objetivo expreso de “frenar el desembarco fascista del neoliberalismo” en la región, según nos hace saber “Página 12” de esa fecha.

La licuación del Estado Argentino se inició —subrepticiamente— en diciembre de 1983, con la destrucción de su núcleo duro: las FF.AA. y del Sistema Judicial. Este último, en su rama Federal Penal, fue el seleccionado para inhabilitar a aquellas.

Casi cuarenta años después, esa misma justicia “tuerta” —ocupada por “militantes revolucionarios”— sirve para sobreseer o procesar —según convenga— a quienes puedan obstaculizar el camino para alcanzar sus objetivos, que son los mismos que persiguen desde el momento en que iniciaron su “invasión” por las quebradas del Norte de nuestra Patria: el reemplazo de la Constitución Nacional y la toma del poder.  

Dicho proceso de “guerra civil revolucionaria” —1959/2021— queda descripta y comentada en los ensayos de IEEBA: ver 1) a 20). Cursamos —en el 2021— la 5ª Campaña desde el momento —1974— en que fueran movilizadas las FFAA y enviadas al “aniquilamiento” del enemigo interno, sin entregarles las bases ético-jurídicas para determinar claras “reglas de empeñamiento”.

En 1989 se produjo el último asalto revolucionario armado —en el intento de tomar al cuartel de “La Tablada”—. Desde entonces y hasta el día de hoy —han transcurrido 32 años— vivimos un “estado de guerra interno”[5] totalmente desconocido por nuestros conciudadanos, pues el sigilo revolucionario ha permitido evitar el tratamiento público de las causas de nuestra grave Inseguridad Nacional, a pesar de los miles de muertos que esta ha acumulado en las últimas décadas.

La pandemia y su correspondiente cuarentena “eterna” y la llegada de los “libertarios” —en las últimas elecciones— con su temible lenguaje duro y descarnado, hicieron caer los velos de quienes encubren al citado “estado de guerra”: “los transversales”, “las palomas” o “progres de izquierda y de derecha”. En los próximos días los conoceremos con nombre y apellido, pues serán los que intentarán evitar que la Dra. Victoria Villarruel ocupe su banca en Diputados. Desde ella Victoria nos hará conocer, oportunamente y uno por uno los secretos blindados por los cobardes revolucionarios, disfrazados de corderos.

La demoledora acción destructiva del Estado Nacional, Provincial y Municipal se realizó principalmente desde el Estado mismo, particularmente cuando la socialdemocracia ingresó —con el “gramscismo”— en la cultura argentina, relativizando valores y principios que licuaron a la familia y a las sanos usos y costumbres heredados de nuestras tradiciones cristianas.

La Argentina sin proyecto, con su Estado Nacional “fallido” —con sus Instituciones Constitucionales vaciadas— enfrenta a los dos próximos años con un Poder Ejecutivo sin autoridad y sin poder, un Poder Legislativo inhibido y un Poder Judicial desquiciado. La sociedad tiene por delante un progresivo caos social, un desastre económico y una inseguridad rampante. Su única esperanza es que a fines del 2023 podría cambiar el rumbo.

¿Estaremos en condiciones de transitar —ese largo y conflictivo período— sin firmes liderazgos políticos y con manifiestas fragmentaciones en las actuales coaliciones electorales, incapaces de enfrentar los grandes desafíos y transformaciones estructurales que la situación exige, cuando llega la hora de gobernar?

2. No hay salida de la crisis-decadencia argentina sin retomar el camino de la verdad.

La doble situación de posguerra que vivimos no ha tenido el más mínimo tratamiento público por parte de nuestros dirigentes políticos y sociales. Consecuentemente la sociedad no ha asumido las naturales derivaciones de esos dramáticos hechos sociopolíticos. Contrariamente, nuestros enemigos de ayer y de hoy que estudiaron detenidamente nuestro colapso, continúan explotando sus éxitos estratégicos con dividendos cada vez mayores.

Es este un extraño fenómeno sociológico, pues la norma en la Historia Militar Universal es exactamente la contraria: los países que sufren derrotas en las guerras, encuentran en ellas la energía para el resurgimiento.

Entendemos que la razón de esta excepción argentina se debe a la naturaleza de nuestra crisis-decadencia, que tampoco ha sido considerada por nuestros intelectuales —en su gran mayoría permeados por las ideologías de izquierda— ni en los trabajos de investigación de nuestras Universidades. El hombre de a pie está convencido que nuestro problema central es el económico-financiero y así lo interpreta la “dialéctica materialista” que difunden —consciente o inconscientemente— los formadores de opinión.

Las consecuenciasde nuestra crisis-decadencia centenaria son socioeconómicas, pero su origen es cultural y político. Intentar salir de esta situación cada vez más grave, sin entender su naturaleza, como hasta ahora lo hemos hecho, es imposible. ¿Seguiremos intentando encontrar al Ministro de Economía que haga un milagro? Deberíamos intentar un nuevo camino, pues estamos girando en ciclos, cada vez más cortos, alrededor de un punto 0.

Han aparecido últimamente algunos discursos que tienden —por necesidades prácticas en la conformación de las alianzas políticas— a plantear la exclusión de quienes manifiestan una moral dudosa o doble, pero entendemos que hay que ir mucho mas allá. La moral está relacionada con el “comportamiento” humano en la vida social, pero lo que ha sido destruido entre nosotros son los valores que regulan a ese “comportamiento”.

Es la cultura la que nos identifica como Nación y que otorga una ética a la Política.

En la elección del futuro Ministro de Cultura y Educación se debería tener en muy en cuenta esta situación, que le da una prioridad e importancia no observable en los últimos tiempos. La recuperación de la credibilidad de la Argentina está relacionada con la recuperación de su cultura identitaria. Esta es una condición —“sine qua non”— de la recuperación socioeconómica.

La pretensión de Ella de convertirnos en “aliados estratégicos” de China entregando la energía, los transportes y puertos como moneda de canje, para lograr un salvataje económico —luego de haber aniquilado las finanzas propias— que conlleve la adopción del “modelo de Xi Jinping” y así alcanzar su desesperada absolución penal, demuestra la más absoluta ignorancia política de Ella y de los siervos del instituto patria.

China tiene otra cultura asentada —en otras religiones— ajenas al Occidente Cristiano. Podemos ser socios comerciales con los chinos, pero dar el salto de garrocha a otra cultura y a otra órbita de seguridad estratégica en estos momentos de alta conflictividad mundial, es absolutamente inviable. ¿Qué haría Buenos Aires si se agrava la situación estratégica Washington/Moscú por la eventual ocupación rusa de Ucrania? Beijín honraría sus Tratados con Moscú y ello arrastraría a sus aliados estratégicos, incluyendo a Buenos Aires.

La ignorancia y la improvisación de los kk, pareciera no tener límites. Sin embargo, debemos enfrentar a los dos próximos años soportando al gobierno que padecemos. Mientras tanto, la pequeña política kk trabajará sin descanso para lograr los acuerdos con el “palomar progre” que le permita sobrevivir, como lo hizo hasta hoy. Lo acaba de expresar —en sus términos— el GP reunido en Méjico, orientado por el “canciller en las sombras” de nuestro gobierno, el chileno Ominami —MEO—, candidato perdedor serial en las elecciones trasandinas.

Una reacción rápida y oportuna de las Cámaras y de la Corte sería indispensable para reparar los últimos escandalosos fallos judiciales y mejorar nuestra actual situación de “Estado Fallido”, permitiendo así un posible y dificultoso tránsito hacia el renacimiento de la Patria. No hay salida de la crisis-decadencia argentina sin retomar el camino de la verdad.

* Oficial de Estado Mayor del Ejército Argentino y del Ejército Uruguayo. Ha cursado las licenciaturas de Ciencias Políticas, de Administración, la licenciatura y el doctorado en Relaciones Internacionales. Se ha desempeñado como Observador Militar de la ONU en la Línea del Cese de Fuego del Canal de Suez. Comandó tropas de llanura, montaña, aerotransportadas y mecanizadas.

 

Referencias

[1] Estado Fallido: es aquel que no puede garantizar su propio funcionamiento o los servicios básicos a la población. Eso puede deberse a que ha perdido el monopolio de la fuerza, sufre un vacío de poder, legitimidad disputada, instituciones frágiles o carece de capacidades y recursos para satisfacer las necesidades esenciales de sus ciudadanos, entre otras causas. Se mide el fracaso de un estado con los siguientes parámetros:

  • Corrupción política e ineficacia judicial.
  • Sobrepoblación y contaminación.
  • Altos niveles de criminalidad e inseguridad ciudadana.
  • Altos niveles de informalidad, pobreza y pobreza extrema.
  • Crisis económicas, inflación y desempleo.
  • Fuga de talentos (emigración altamente cualificada).
  • Bajos porcentajes de personas con educación superior.
  • Gran parte de la población con la primaria y/o secundaria
  • Pérdida de control físico del territorio o del monopolio en el uso legítimo de la fuerza.
  • Incapacidad de responder a emergencias nacionales.
  • Vulnerabilidad frente a desastres naturales.
  • Incapacidad para suministrar servicios básicos.

Incapacidad para interactuar con otros Estados, como miembro pleno de la comunidad internacional.

[2] Justicia Legítima es una rama del “kirchnerismo” que opera dentro del Poder Judicial, según directivas que parten el instituto patria. Su presidente es la exfiscal Cristina Caamaño, titular nada menos que de la AFI del actual gobierno.

[3] Foro de San Pablo (FSP) es un foro de partidos y grupos políticos de izquierda iberoamericanos desde reformistas centroizquierdistas hasta organizaciones activas de izquierda revolucionaria de Iberoamérica. Fundado por el PT —Lula— y Fidel en São Paulo, en 1990. De acuerdo con sus fundadores el Foro fue constituido para reunir esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda para debatir sobre el escenario internacional post caída del Muro de Berlín, con el objetivo de combatir las consecuencias del neoliberalismo en los países de Iberoamérica y el Caribe. Los miembros iberoamericanos del FSP tienen voz y voto. A los encuentros del Foro asisten también partidos y movimientos sociales de izquierda de otras regiones del mundo —Europa y Asia— los que solo tienen voz, pero no voto (aunque sí votan en las comisiones especiales).

La elección de Hugo Chávez en 1998 en Venezuela representó la llegada al poder del primer gobierno de izquierda en muchas décadas en Latinoamérica y el primer gobierno de un partido miembro del FSP, después de Cuba. Le siguió el triunfo de Lula en 2002 en Brasil, luego Tabaré Vázquez del FA en Uruguay en 2004, E. Morales por el Movimiento al Socialismo en Bolivia en 2005, M. Bachelet del Partido Socialista de Chile en 2006, R. Correa por A P en Ecuador en 2006, D. Ortega por el FSLN de Nicaragua en 2006, F. Lugo por la A P C en 2008, J. Mujica por el FA en Uruguay en 2009, M. Funes del FMLN de El Salvador en 2009, D. Rousseff por el PT de Brasil en 2010, O. Humala por el PNP en 2011, Nicolás Maduro del PSU de Venezuela en 2013. Todos ellos apoyados por los petrodólares venezolanos, se adscribieron al Socialismo Siglo XXI y al FSP. La Argentina ingresó al Foro con Néstor Kirchner —2003/2007—, pero lo hizo de modo encubierto. Cuando asumió Cristina Fernández la relación se hizo más abierta y cuando llega el actual gobierno su política exterior evidencia un compromiso total con el proceso revolucionario relanzado en 2019.

Revistan oficialmente en el FSP, las siguientes organizaciones argentinas:

[4] Grupo de Puebla (GP): representa una corriente que aspira a liderar y reunir al pensamiento progresista en América Latina, con elementos actualizados del Foro de São Paulo y de la Unión de Naciones Suramericanas —Unasur—. Fue creado en Puebla —Méjico— en julio de 2019 por treinta líderes de doce países de la región. Respaldan reformas estructurales al sistema de organización constitucional de los países; tienen una postura muy definida respecto a la injerencia de otros países, rechazan los pedidos del Grupo de Lima y de la Organización de Estados Americanos (OEA) para invocar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) en Venezuela, el cual permitiría una intervención militar. Los argentinos que participan y lo integran son:

El Grupo de Puebla concluyó su cumbre con la presentación de un «modelo de desarrollo solidario», que seguramente Gómez Alcorta traerá al país. La vicepresidente argentina ha tenido participación permanente en las actividades del FSP y del GP, pero no aparece formando parte de sus directorios. Adopta la actitud de permanecer las sombras, como el que practica después de sus derrotas electorales.

[5] Estado de Guerra Interno (EGI): es la situación jurídica o de hecho que vive un país que no ha cerrado una guerra civil —en nuestro caso contrarrevolucionaria—, en la que el agresor cesa con la acción armada, pero retiene “una actitud hostil manifiesta” frente a las constituciones liberales, el capitalismo y la división de poderes de la República, ataca a la libertad, en sus diferentes expresiones y retiene una posición hipócrita de doble o triple discurso, mientras destruye a la propia identidad, a la economía y a las reglas de convivencia. Actualmente —después del fracaso del Socialismo Siglo XXI— adoptó el vago nombre de “Progresismo” y en la 7ª reunión del GP fijó como enemigo al “neoliberalismo”.

 

DOBLE NELSON

Iris Speroni*

La inflación ocasiona inestabilidad y angustia.

Inflación

Esta semana el gobierno informó que el índice de inflación minorista para octubre 2021 fue de 3,5% mensual y 52,1% interanual.

 

Me detendré sobre dos puntos respecto a la inflación:
Es responsabilidad del gobierno.

  • Es disruptiva de la vida de todos nosotros.

Los gobernantes (los actuales y los anteriores y los anteriores de los anteriores) se refieren a la inflación como algo fuera de su dominio.  Algo que les sucede y de la cual son víctimas.

Nada más lejos.

Es la casta política

Rafael, Psique es recibido en el Olimpo, Villa Farnesina, Roma.

La inflación existe pura y exclusivamente porque el BCRA emite. Y así lo entendieron los constituyentes de 1994 que ponen en cabeza del gobierno —y sólo del gobierno— mantener la estabilidad del valor de la moneda. No sólo eso, para liberarle las manos al eventual presidente, responsabilizan al Congreso con tamaña tarea.

Cuando el presidente de la Nación sostiene que la inflación es multicausal, lo que hace es evitar asumir las consecuencias de sus propios actos. 

Veamos los informes del BCRA. Compararé el de octubre 2021 contra el de octubre 2021.

Octubre 2020

http://www.bcra.gob.ar/Pdfs/PublicacionesEstadisticas/Bol1020.pdf 

Octubre 2021

http://www.bcra.gob.ar/Pdfs/PublicacionesEstadisticas/Bol1021.pdf 

En el último año la inflación fue de 51% y la emisión del 48%. 

Para que no queden dudas sobre la responsabilidad gubernamental.

Una nota adicional, antes de abandonar el tema. El incremento de la base monetaria no es un costo para el Estado; lo es únicamente para los privados (el sueldo nos alcanza para comprar menos cosas mes a mes; aquello que dejamos de comprar es un “impuesto” informal que le entregamos al Estado). Si la inflación de un mes es un 3%, quiere decir que el Estado me cobró un impuesto sobre mi sueldo; en este ejemplo, un impuesto del 3% sobre mi remuneración o si soy un comerciante, un 3% del cheque que debo cobrar. A eso lo llamamos “impuesto inflacionario” y se suma a todos los otros que ya pagamos[1].

Sin embargo, la segunda columna (“Pasivos Remunerados”) es una verdadera vaca en brazos. En efecto, está integrada por diversos rubros que abonan entre 32% y 38% anual (varía día a día y semana a semana). En un número MUY grueso e impreciso, el costo de la actual deuda del BCRA por este ítem sería de $ 1.342.783.000.000 anual o $ 111.899.000.000 mensuales. Todo eso el Estado lo abonará a los bancos con emisión. Lo cual significará reducciones de nuestros sueldos, jubilaciones y pensiones adicionales al 3% mensual de impuesto inflacionario que ya pagamos.

A estos montos de pago de intereses debemos agregar los que corresponden a bonos del Tesoro, que son, como su nombre indica, erogaciones del Tesoro Nacional. Con ambos números tenemos gran parte del costo de la deuda del Estado federal.

Informe BCRA Octubre 2021.

Este cuadro de “Agregados monetarios” es otra manera de ver lo que el BCRA emite. Nuevamente, supera el 40% anual. No hay forma que la inflación baje mientras el BCRA continúe con esta conducta.

Las consecuencias para nosotros, los mortales

 

La inflación tiene enormes consecuencias en la vida diaria de las personas. Todos nosotros somos veteranos en estas lides.

En primer lugar ocasiona inestabilidad y angustia. No sabemos cuánto va a salir ninguna cosa. Uno va a comprar una lata de pintura, tejas, gasoil o una docena de facturas y no sabe cuál va a ser el costo. Hace imposible planificar la economía familiar. Peor aún están las familias con saldo deudor en la tarjeta de crédito.

Además le roba el capital de trabajo a las empresas, comercios y profesionales que viven de honorarios – al encarecer la financiación, el cambio de cheques, los descuentos de tarjetas, etc. -. Lo peor: no saber qué va a pasar. No saber ni precios ni disponibilidad de productos (los comercios o industriales o importadores empiezan a no reponer, a no fabricar, a no importar).

La calidad de vida de todos nosotros se deteriora. A pasos agigantados.

Esto es un “caos” provocado por el Estado. A pesar de que los diferentes funcionarios —y no quiero recargar las tintas sobre los actuales, porque sería injusto: todos hacen lo mismo— tratan de no hacerse cargo de sus actos.

El Estado argentino, dirigido por una casta de políticos que no sabemos cómo sacárnoslos de encima, es el gran generador de angustia. Por orden de importancia, la inflación, que es una acción (no una omisión sino una acción positiva) gubernamental. Lo mismo sucede con la inseguridad —que es una política de Estado desde 1983 —; esto es, que nos sintamos todos inseguros y a merced de la delincuencia común. Podemos seguir con la educación, donde, pre-pandemia, nunca sabíamos si iba a haber clases o no; por huelgas, jornadas de actualización docentes, congresos educativos, o directamente, como en Chubut y Santa Cruz, falta de pago de sueldos. Salud: hospitales a los que hay que ir a las 5 de la mañana para pedir turno en los consultorios externos, huelgas de médicos, guardias desactivadas, etc.

El régimen actual está empeñado en dificultarnos la vida, contrario al mandato constitucional de “…consolidar la paz interior,…promover el bienestar general…”. Y eso lo vivimos a diario, ya sea cuando vamos al almacén, esperamos el colectivo para ir a trabajar o llevamos los chicos a la escuela.

Tal vez sea hora de no delegar nuestras vidas, nuestros patrimonios y nuestra libertad en estas personas que sólo se preocupan por su interés personal y ver cómo en el 2023 reemplazarlos por quienes representen a los trabajadores, comerciantes, industriales, profesionales, productores agropecuarios, transportistas, desarrolladores de sistemas, profesionales, cuentapropistas. En fin, que quienes se ganan el pan día a día tengan más lugar en los órganos colegiados de nuestro país (concejos deliberantes, legislaturas y HCN). Y lo más importante: que lean la constitución y asuman sus atribuciones tal como están diseñadas y no se la endosen a otros.

¿Cuántos candidatos a diputados o senadores escucharon en estas últimas semanas decir que en caso de asumir se harían cargo de la inflación o del tipo de cambio, ambas de competencia de los legisladores acorde al artículo 75 (incs. 11 y 19) de la Constitución Nacional? Nadie.

Esperemos que el año 2023 sea más promisorio. Para nuestra paz diaria.

Nuestra doble Nelson no es la deuda del BCRA ni la deuda pública ni el déficit fiscal.

Nuestra doble Nelson no es no crecer en los últimos 10 años, o la falta de inversiones, o el costo de la comida, o la pobreza, o el desempleo, o el trabajo informal, o el costo financiero, o la falta de predictibilidad en el horario de trenes, o la estabilidad de las alícuotas impositivas. Nuestra doble nelson es todo el grupo de personas que ponemos en posiciones de autoridad para que creen las condiciones que nos permitan buscar nuestro bienestar y felicidad, y por el contrario generan todo lo descripto al principio del párrafo.

Lo que deben hacer no es otra cosa que: «…constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad…».

Nuestra doble Nelson son ellos. La casta.

Otro Sí Digo:

El tipo de cambio está atrasado, lo que provoca transferencia de dinero de las provincias al poder central, le resta rentabilidad a los productos agropecuarios y constituye competencia desleal contra la industria local. En esa situación estamos desde hace 10 años.

Actualmente el dólar se está depreciando, al igual que el euro y el real. Sostener el tipo de cambio respecto a nuestros socios comerciales es suicida y demencial.

Nuestros Políticos

* * *

Lecturas recomendadas

Constitución Nacional

Preámbulo

«Nos los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino: invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución, para la Nación Argentina».

Artículo 75

«CAPITULO CUARTO – Atribuciones del Congreso – Artículo 75.- Corresponde al Congreso:

  1. Legislar en materia aduanera. Establecer los derechos de importación y exportación, los cuales, así como las avaluaciones sobre las que recaigan, serán uniformes en toda la Nación.

  1. Contraer empréstitos sobre el crédito de la Nación.
  2. Disponer del uso y de la enajenación de las tierras de propiedad nacional.
  3. Establecer y reglamentar un banco federal con facultad de emitir moneda, así como otros bancos nacionales.
  4. Arreglar el pago de la deuda interior y exterior de la Nación.

  1. Hacer sellar moneda, fijar su valor y el de las extranjeras; y adoptar un sistema uniforme de pesos y medidas para toda la Nación.

  1. Proveer lo conducente… a la defensa del valor de la moneda

Proveer al crecimiento armónico de la Nación y al poblamiento de su territorio; …».

 

INFLACIÓN

http://restaurarg.blogspot.com/2021/05/inflacion.html

CAOS

http://restaurarg.blogspot.com/2021/10/caos.html

ARGENTINA: PAÍS SIN MONEDA

http://restaurarg.blogspot.com/2021/05/argentina-pais-sin-moneda.html


* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Referencia

[1] En palabras de depreforever (@depreforever): “…el peor de todos los impuestos, el impuesto no legislado.

 

Artículo publicado originalmente el 13/11/2021 en Restaurar, http://restaurarg.blogspot.com/2021/11/doble-nelson.html