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HIPÓLITO BOUCHARD, LA FRAGATA “LA ARGENTINA” Y LAS BANDERAS CENTROAMERICANAS

Marcelo Javier de los Reyes*

Hipólito Bouchard

¡Es preferible irse a pique que rendir el pabellón!”.

El Almirante Brown a la escuadra, antes del combate de Quilmes, 30 de julio de 1826.

 

En 2017 se conmemoraron 200 años de la designación de Hipólito Bouchard como comandante de la fragata La Argentina para emprender una nueva campaña de corso que llevó a que ese buque de guerra diera la vuelta al mundo portando la bandera argentina y enfrentando a los españoles en los más remotos lugares del mundo.

El 12 de julio de 1819 el Capitán Bouchard, al comando de la fragata, arribó al puerto de Valparaíso pero por orden del vicealmirante escocés Lord Cochrane, fue arrestado bajo cargos de piratería, siendo su cargamento confiscado. Tras varios meses de juicio fue liberado, recuperando su navío, el que le fue devuelto sumamente deteriorado.

Fue el primer buque argentino en realizar la circunnavegación al mundo.

¿Quién era Hipólito Bouchard?

Nació en Bormes, cerca de Saint Tropez, en Francia, el 15 de enero de 1780. Siendo joven se incorporó a la marina de Francia y combatió contra los británicos en Egipto y Haití.

En 1809 arribó a Buenos Aires, es decir, en vísperas de los acontecimientos de la Revolución de Mayo de 1810. La Junta de gobierno instituida como consecuencia de esos hechos, creó una pequeña escuadrilla naval integrada por el bergantín 25 de Mayo, la goleta Invencible y la balandra Americana bajo el mando del teniente coronel de Marina Juan Bautista Azopardo, quien nació en la población de Senglia, en la isla de Malta, el 20 de febrero de 1772[1]. El segundo comandante de esa escuadrilla fue el capitán Hipólito Bouchard, al comando del bergantín 25 de Mayo.

El 2 de marzo de 1811 esta escuadrilla se enfrentó a la escuadra española en San Nicolás de los Arroyos, en un combate en que fue derrotada, las naves capturadas y el capitán Azopardo tomado prisionero. Fue sometido a un proceso y, acusado de traición, fue trasladado a la prisión de Ceuta[2]. Por su parte, Bouchard logró escapar de ser apresado por los españoles y el 7 de julio y el 19 de agosto de ese mismo año defendió a Buenos Aires de los ataques de la escuadrilla comandada por el capitán de navío Juan Ángel de Michelena enviada por el gobierno realista de Montevideo.

Bouchard también participó del combate de San Lorenzo, el 3 de febrero de 1813, como teniente del Regimiento de Granaderos a Caballo y luego volvió al mar como comandante de la corbeta Halcón que integró la expedición corsaria de Guillermo Brown[3] al Pacífico. Participó de los combates frente a El Callao, en enero de 1816, donde abordó la fragata española Consecuencia con un importante botín, del cual fue parte la nave misma que fue incorporada y rebautizada con el nombre de La Argentina, y que fue pertrechada y equipada para dar la vuelta al mundo al mando de Hipólito Bouchard.

La epopeya de La Argentina

El almirante Brown encabezó una expedición de corso a las costas del Pacífico de América del Sur entre 1815 y 1816 con el objetivo de importunar el comercio marítimo español y conseguir los recursos necesarios para continuar la guerra contra los realistas. Sin embargo, Brown encontró su límite en Guayaquil.

En ese punto de la campaña emprendida por los corsarios, Bouchard decidió continuar su camino al mando de la fragata Consecuencia y de la goleta Carmen. Bouchard retornó a Buenos Aires por cuestiones personales y el 9 de julio de 1817 partió al mando de La Argentina —la antigua Consecuencia—, cuyas dimensiones eran: eslora, 40m; manga, 6,25m; puntal, 4,85m; calado, 2,10m[4]. A los efectos de emprender la campaña de corso se la artilló con 34 cañones y se la dotó de una tripulación compuesta por unos 180 hombres.

Puso rumbo a las islas Filipinas, para continuar la persecución de las naves españolas y perjudicar el comercio marítimo del Reino de España.

Bouchard navegó hacia el cabo de Buena Esperanza y luego recaló en Tamatave, Madagascar, a los efectos de reaprovisionarse. Buena parte de la tripulación había contraído escorbuto, enfermedad producida por la escasez o ausencia en la alimentación de vitamina C. En su derrotero también combatió contra los barcos negreros, habida cuenta que en el Río de la Plata se había prohibido el tráfico de esclavos. En efecto, el accionar contra los barcos esclavistas se fundamentó en la actitud asumida por las Provincias Unidas del Río de la Plata frente a la esclavitud, conforme a la libertad de vientres decretada por la Asamblea del año XIII. En función de ello, impidió que tres buques británicos y uno francés procedieran a embarcar esclavos procediendo a la liberación de los mismos.

Fragata La Argentina

Bouchard puso proa hacia las Filipinas enfrentando a los piratas malayos en el sudeste asiático con los cañones de La Argentina. El 31 de enero de 1818 la fragata navegó por las aguas de la bahía de Manila y una vez llegada a Filipinas procedió a bloquear a las naves españolas, tomando a algunas y hundiendo a otras. Mediante el cañoneo y el abordaje llegó a tomar unos dieciséis navíos, distinguiéndose en esas operaciones Tomás Espora (1800-1835), quien había sido subordinado de Bouchard cuando era comandante de la corbeta Halcón.

El 18 de agosto de 1818, en Hawaii, Bouchard se encontró con la corbeta Santa Rosa o Chacabuco) —la antigua Liberty, construida en Filadelfia— que había zarpado en corso rumbo al océano Pacífico al mando del capitán José Turner, con una tripulación de 130 a 140 hombres, el 24 de mayo de 1817. Durante la travesía, la Santa Rosa fue escenario de dos motines, uno en proximidades de Valparaíso, en donde tomó el mando el piloto McDonald, y otro en Hawaii. La nave fue desmantelada y vendida al rey Kamehameha I por dos pipas de ron y seiscientos quintales de sándalo y la tripulación se internó en las islas. Bouchard se entrevistó con el rey Kamehameha I y luego de una serie de negociaciones —el rey puso como condición que le fuera reembolsado el valor que había entregado por la embarcación y los gastos ocasionados por la tripulación— devolvió a Bouchard la goleta e hizo entrega de gran parte de los amotinados[5].

Bouchard, por su parte, le obsequió al rey “una espada, sus charreteras, su sombrero, un uniforme a nombre del supremo gobierno junto con el título de teniente coronel de los ejércitos de las Provincias Unidas del Río de la Plata”. Del mismo modo, Kamehameha celebró tratados comerciales con la Argentina y, a través de ese acto, el Reino de Hawaii se convirtió en la primera nación que reconoció formalmente la independencia de la República Argentina[6]. Luego Bouchard y su tripulación navegaron hacia la isla Maui —bajo el consentimiento del rey Kamehameha— con el propósito de aprovisionarse. En esa isla apresaron a diecinueve tripulantes que formaron parte del motín y luego de dirigió a la isla Oahu, para completar el aprovisionamiento de las naves y en donde tomó contacto con el capitán estadounidense Peter Corney, quien fue puesto al comando de la Santa Rosa, con un poder de fuego de 18 cañones y una tripulación de cien hombres, de los cuales 30 eran nativos de las islas Hawaii y el resto eran españoles, portugueses, criollos y algunos ingleses. La tripulación de La Argentina fue completada con 50 hawaianos y por ciudadanos de otras nacionalidades[7].

La flotilla puso proa hacia las costas de California y el 22 de noviembre de 1818 ambos navíos anclaron en la bahía de Monterrey, capital de la Alta California. Al amanecer del día siguiente la corbeta Santa Rosa inició el ataque contra el fuerte de Monterrey pero quedó varada y recibió una fuerte respuesta por parte de los realistas, al punto que dañó seriamente a la nave, la cual arrió el pabellón[8]. Durante la noche trasladaron a los sobrevivientes de la Santa Rosa a La Argentina ―que no pudo intervenir hasta ese momento por falta de viento― y en la mañana del día 24 desembarcaron 200 hombres en botes y tomaron la fortaleza, quedando Monterrey en manos de los marinos argentinos, quienes procedieron a incendiar los depósitos de pólvora y a demoler las edificaciones, respetando sólo aquellas que eran de americanos[9]. La ocupación de la fortaleza se extendió durante cinco días en los que ondeó la bandera argentina. Del mismo modo, los marinos de Bouchard arrasaron la misión de San Juan, Santa Bárbara y otros poblados españoles de la alta y baja California, izando en ellos la bandera de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

El día 29, ya reparada la Santa Rosa, partieron y el 16 de diciembre llegaron a la bahía de San Juan Capistrano donde Bouchard solicitó ser reabastecido a cambio de no hacer daños. Posteriormente emprendió el bloqueo de los puertos de México, arribando el 17 de enero de 1819 a San Blas, puerto que bloqueó desde el 25 de ese mes hasta el 1º de marzo. Luego se dirigió a Acapulco y el 18 de marzo la flotilla partió hacia Sonsonate, en El Salvador.

El 2 de abril las naves de las Provincias Unidas navegaron hacia Nicaragua donde atacaron El Realejo ―importante población, puerto y astillero de la costa oeste de la Capitanía General de Guatemala, situado en el territorio de Chinandega, en la actual Nicaragua―, en donde se apoderaron de dos naves españolas y destruyeron otras dos[10].

Itinerario seguido por la fragata “La Argentina” en su expedición de corso al mando de Bouchard
1817-1819.

Mientras bloqueaba los puertos mexicanos como cuando estaba en El Realejo, Bouchard enfrentó a un barco corsario chileno debido a que los corsarios navegaban con falsas banderas por lo que emprendieron el combate dado que, mutuamente, se consideraban españoles y, por lo tanto, enemigos.

El 3 de abril de 1819 Bouchard decidió poner fin a la expedición y puso proa hacia Valparaíso. El 12 de julio de 1819 atracó en Valparaíso, puerto en el que fue sometido a un juicio bajo el cargo de piratería propiciado por Lord Cochrane, a la sazón jefe naval de ese puerto, quien injustamente lo acusó de apresar naves no españolas, por lo que procedió a capturarlo y a confiscarle La Argentina y otros barcos obtenidos como botín de corso. Fue Tomás Guido, representante argentino en Chile, quien ejerció su defensa y logró la liberación de Bouchard y la restitución de su buque. Tras ello, Bouchard puso sus buques a disposición de la campaña libertadora de José de San Martín, transportando las tropas hasta Perú. Allí San Martín creó la escuadra del Perú y le dio a Bouchard el mando de la fragata Puebla, considerado el buque más importante de esa nueva flota. En agradecimiento por los servicios prestados, el gobierno de Perú le obsequió dos haciendas, por lo que una vez retirado fundó un gran ingenio azucarero. En ese establecimiento, llamado “La Buena Suerte”, murió asesinado por un peón el 4 de enero de 1837[11].

Reflexiones finales

Durante los dos años que duró la campaña de corso, la fragata La Argentina y el capitán Bouchard y su tripulación enfrentaron trece acciones navales importantes, capturaron o destruyeron veintiséis buques y sometieron a registro cuatro barcos negreros, dos naves inglesas y una de los Estados Unidos[12].

De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Banderas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.

La fragata La Argentina, comandada por Hipólito Bouchard, fue el primer buque argentino en circundar el globo. Su paso por California y de ahí por toda América Central llevó a que la bandera argentina obrara de inspiración para la bandera de varios países de esa región. La de Costa Rica puede parecer bien diferente con su franja roja pero para llegar a la insignia actual hay que ver su evolución y no cabe duda que tomó los colores de la bandera argentina.

Evolución de la bandera de Costa Rica a lo largo de su historia

Del mismo modo, debe considerarse que la creación de las Provincias Unidas del Centro de América, aunque efímera, tuvo su inspiración en las Provincias Unidas del Río de la Plata. En un muelle de California hoy ondean las banderas de los países que alguna vez ocuparon esa región: la del emperador Carlos V, la de España, la del Reino Unido, la de Argentina, la de México, la de cuando California fue independiente…

La República Argentina, quizás, no haya sido lo suficientemente agradecida a las proezas que en nombre de la Patria llevó a cabo el francés de nacimiento y argentino por adopción Hipólito Bouchard, por lo que esta historia que comenzó hace 200 años no es conocida, ni siquiera por muchos argentinos. Finalmente, quizás la República tampoco sea muy agradecida a la Armada que fue orgullo en tiempos del almirante Guillermo Brown, del coronel de Marina Tomás Espora, del griego Pedro Samuel Spiro y de tantos otros que se propusieron hacer de las Provincias Unidas del Río de la Plata una gran nación.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

 

Referencias

[1] “Coronel de Marina Juan Bautista Azopardo”. Sitio oficial de la Armada Argentina, <http://www.ara.mil.ar/pag.asp?idItem=46>, [consulta: 12/08/2017].

[2] “La Primera Escuadrilla Argentina”. Sitio oficial de la Armada Argentina, <http://www.ara.mil.ar/pag.asp?idItem=27>, [consulta: 12/08/2017].

[3] Nacido como William Brown en Foxford, actual República de Irlanda, el 22 de junio de 1777 y fallecido en Buenos Aires, Argentina, 3 de marzo de 1857. Fue el primer almirante de nuestra fuerza naval, primero en la cronología y en el prestigio. Consagró su vida al servicio de su Patria de adopción.

[4] Luis Fernando Furlan. “El ataque corsario de Bouchard al puerto del Realejo”. En: Fundación Histarmar, publicado en Ciclo de Conferencias año 2007, <http://www.histarmar.com.ar/AcademiaUruguayaMyFl/2007/AtaqueBouchardRealejo.htm>, [consulta: 22/07/2017].

[5] Oscar B. Ahumada. “Arribo fragata La Argentina a Hawaii”. Sitio oficial de la Armada Argentina, 15/07/2013, <http://www.armada.mil.ar/Archivos/1808%20Arribo%20a%20Hawai.pdf>, [consulta: 12/08/2017].

[6] Ídem.

[7] Ídem.

[8] Oscar B. Ahumada. “Inicio campaña de corso Fragata La Argentina”. Sitio oficial de la Armada Argentina, 15/06/2013, <http://www.armada.mil.ar/Archivos/0907%20Frag%20La%20Argentina.pdf>, [consulta: 12/08/2017].

[9] Ídem.

[10] “Capitán de Navío Hipólito Bouchard”. Sitio oficial de la Armada Argentina, 15/07/2013, <http://www.ara.mil.ar/pag.asp?idItem=47>, [consulta: 14/08/2017].

[12] Ídem.

[13] Ídem.

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“África No Mundo Livre Das Imposturas Identitárias” DE JONUEL GONÇALVES

Las teorías de las identidades se han convertido en versiones actuales de los viejos discursos discriminatorios. Agudizan las diferencias y el separatismo a expensas de las afinidades humanas, sirviendo a proyectos dictatoriales. África sufre doblemente los efectos de estos disfraces ideológicos. Internamente, varios regímenes buscan legitimar políticas de atraso y represión con llamamientos “identitarios” que hacen inviable la integración africana necesaria para el desarrollo y la inserción justa en el mundo. Externamente, se atribuye a África un papel que también hace inviable este desarrollo e inserción, mientras que los africanos y sus descendientes en otros continentes sufren discriminación y negación de los derechos de ciudadanía.

Es por eso que el libro trata de contextos africanos de habla portuguesa en comparación con Portugal y Brasil.

Las políticas de identidad son enemigas de la ciudadanía y las sociedades africanas tienen que dejar los lamentos y empezar a luchar para crear una fuerza propia capaz de derribar las imposturas locales o globales.

 

Detalles de la publicación

ISBN: 9789897026607

Edición/Reimpresión: 07-2021

Editor: Guerra & Paz Editores

Idioma: Portugués

Tipo de Producto: eBook

Formato: ePUB

Clasificación Temática: eBooks em Português >História >História Antiga

VOLVER A LA HISTORIA

Nicolás Lewkowicz*

El “momento unipolar,” creado a partir de la disolución del bloque comunista a finales de la década de los 80’, le otorgó a la potencia dominante la posibilidad de crear un sistema de intercambio global basado en normas que sirvieran a promover sus intereses geoeconómicos y geopolíticos.

La justificación que se daba para establecer un sistema político internacional basado en normas comunes (rules-based international order) era que “la historia había terminado”. Según Francis Fukuyama, luego de la caída del comunismo no se podía concebir una mejor forma de organización que la democracia liberal y el sistema de intercambio capitalista.

La era de la globalización creó una división cada vez más estricta entre

1) las naciones que son sujeto pasivo de la historia (como los países de América Latina y Europa);

2) las naciones que imponen reglas de conducta comunes para el mundo globalizado y

3) los países revisionistas, que tratan de reducir la influencia de los países hegemónicos sobre su espacio interno.

Los países no-hegemónicos que se unen al mundo globalizado no pueden ser sujetos activos de la historia. A los sujetos pasivos de la historia les está vedado incidir en la manera en las cuales se configuran las reglas de conducta común. A estas naciones también les cuesta rechazar los valores culturales que son parte integral del proceso de expansión geopolítica de la potencia hegemónica. Acatar la norma impuesta por la potencia imperante implica renunciar a tener poder y autonomía en cuestiones de política exterior.

Tanto Europa como América Latina viven, cada cual a su manera, dentro del modelo economicista que les impone la idea del “fin de la historia” y la pertenencia al área geoestratégica comandada por los Estados Unidos.

Europa teme regresar a la historia por el recuerdo todavía fresco de las dos conflagraciones devastadoras del siglo veinte. Por otra parte, le es difícil a Europa salir de la jaula geopolítica impuesta por Estados Unidos, establecida luego del fin de la Segunda Guerra Mundial. La potencia dominante necesita tener una presencia militar importante en Europa para no perder control de la “Isla-Mundo” y los puntos de navegación que son vitales para el comercio internacional, como el Estrecho de Gibraltar y el Estrecho de Suez. Los altos niveles de prosperidad de los cuales goza la población europea, hacen que la falta de poder de las naciones del Viejo Continente no sea sentida de manera tan pronunciada.

En el caso de América Latina, vemos un espacio post-histórico en el cual la mayoría de las naciones del continente no pelean entre sí y buscan unirse al sistema de intercambio promovido por los sujetos activos de la historia. A diferencia de Europa, la pobreza en la cual se encuentra sumida el continente hace que se note mucha más la falta de poder y los efectos negativos que implica la falta de autonomía en las decisiones políticas que afectan al espacio interno y a la relación con otros países.

En las próximas décadas, podríamos ver una creciente fragmentación de la capacidad de la potencia dominante de comandar su área de influencia estratégica en Europa y América Latina.

Existen varias razones para aducir que en las próximas décadas viviremos en un mundo con una globalización más fragmentada y un sistema internacional mucho más anárquico, pero con mucha más libertad de acción para los países que hoy no son sujetos activos de la historia.

Primero: existe una interferencia cada vez mayor de potencias revisionistas como China y Rusia en Europa y América Latina. Esta situación hace que se cuestione el alcance que deben tener las normas que emanan de la potencia hegemónica, sobre todo si estas no producen un efecto económico positivo.

Segundo: la capacidad de acción de la potencia dominante está condicionada a las necesidades de las corporaciones transnacionales, las cuales precisan de la musculatura geopolítica de los Estados Unidos, pero que operan de acuerdo a un principio de utilidad económica que redunda cada vez menos en beneficio de la población estadounidense. La posible falta de reconciliación de los intereses del sector público y privado podría erosionar la legitimidad de la acción geopolítica de los Estados Unidos de manera cada vez más pronunciada.

Tercero: a la potencia hegemónica le será cada vez mas difícil expandir valores que emanan de un espacio social en el cual cohabitan distintos conceptos de justicia.  El proceso de expansión geopolítica de los Estados Unidos convirtió al país cada vez más en imperio y cada menos en nación. No esta garantizado que las distintas versiones del concepto de justica puedan ser reconciliadas. La falta de cohesión en el espacio domestico tendrá una influencia importante en la manera en la cual la potencia hegemónica buscará ordenar el sistema internacional en el futuro próximo.

En las próximas décadas, el gradual declive geopolítico de los Estados Unidos obligará a la Argentina a regresar a la historia. Para ello, urge crear una pedagogía basada en la idea de que sin la capacidad de ejercer poder en forma autónoma no habrá crecimiento económico sostenido ni un Estado que pueda monopolizar el uso de la fuerza y proteger al país de amenazas internas y externas.

Los planteamientos economicistas, centrados en la inserción del país en un sistema político internacional basado en normas comunes, nos han dejado sin poder y sin economía. Por ello, es de esperar que un futuro no muy lejano comience la lenta pero inevitable vuelta del país a la historia.

 

* Realizó estudios de grado y posgrado en Birkbeck, University of London y The University of Nottingham (Reino Unido), donde obtuvo su doctorado en Historia en 2008. Autor de Auge y Ocaso de la Era Liberal—Una Pequeña Historia del Siglo XXI, publicado por Editorial Biblos en 2020.

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