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SIN ESCUELAS NI MAESTROS

Santiago González*

Izamiento de  bandera, 1940. Archivo Histórico de la Escuela Normal de Quilmes «Silvia Manuela Gorleri», https://archivo104.blogspot.com/2012/04/

La degradación de la educación pública y del docente ha sido obra de una camarilla ideológica instalada desde la recuperación democrática.

 

Cualquier docente mayor de 50 años lo puede atestiguar: el estado de la educación en la Argentina es catastrófico, en todos sus niveles. Un poco menos en la educación privada que en la pública, pero no por mérito propio sino del ambiente familiar de sus alumnos, y también en decadencia. Esa percepción personal e intuitiva se ve corroborada por todas las pruebas sobre rendimiento escolar: más de la mitad de nuestros alumnos terminan la escuela primaria sin poder entender cabalmente lo que leen y sin poder resolver problemas aritméticos simples. Ese retraso inicial no se compensa en los niveles superiores y se arrastra hasta la universidad. La profesora de una materia de Economía que se cursa en mitad de la carrera me cuenta que apenas el 60% de los inscriptos se presenta a rendir los exámenes, y que de esa proporción apenas el 60% los aprueba. Poco más de tres de cada diez. La profesora se pregunta cómo llegaron hasta allí.

La mayoría de los argentinos cree que el principal problema del país es económico, y es lógico que lo crea porque la inflación destruye las vidas de todos, incluso las de quienes más o menos se las arreglan para llegar a fin de mes. Pero las bases de la economía nacional son sanas, y una vez que la casta política canallesca y ladrona haya sido apartada del poder, bastan tres o cuatro decisiones inteligentes para poner la casa en orden. Los problemas económicos son importantes pero pueden resolverse con relativa rapidez. Los problemas más serios que tiene la Argentina son la defensa nacional, que ya apunté en una nota anterior, y la educación, que es el más grave de todos. Sin una población razonablemente educada el país no tiene futuro, con o sin inflación, con o sin misiles. Esto lo entendieron bien los organizadores de la República, que pusieron la educación en el centro de su programa.

Los políticos en campaña hablan de la economía porque las encuestas les dicen que es la mayor preocupación de la gente, y se jactan de tener equipos que estudian en profundidad sus problemas y soluciones. Ninguno habla de la defensa, y a la educación le dedican rosarios de buenas intenciones edulcoradas con los lugares comunes de la corrección política. Pero como no les importa el país sino llegar al poder para beneficiarse de él, nadie se ha planteado el problema en serio y cuando se los apura dan respuestas de ocasión: más aulas, más computadoras, más horas de clase, más capacitación docente, el modelo finlandés o el modelo japonés, y ahora la más novedosa incorporación al cotillón, los vouchers educativos, cuyo mayor atractivo es que nadie sabe o entiende bien en qué consisten.

Pero el problema de la educación argentina no pasa por ninguno de esos lugares ni se soluciona con ninguno de esos remedios. El problema de la educación argentina es a la vez más simple y más complejo: la educación argentina no tiene escuelas ni tiene maestros. La educación argentina tiene edificios escolares y trabajadores de la educación, pero carece de escuelas y de maestros en virtud de un proceso de degradación iniciado en 1983, y continuado desde entonces como una verdadera política de Estado. Le debemos a la querida democracia la destrucción de un sistema educativo que hizo de la Argentina el primer país en eliminar el analfabetismo, le dio cinco premios Nobel, le permitió ubicarse en la vanguardia tecnológica, aportó descubrimientos médicos que salvaron millones de vidas y produjo talentos que revolucionaron las artes y la lengua.

 

Esa degradación hizo que nos olvidáramos de algo elemental: la escuela es el lugar donde los maestros van a enseñar y los alumnos van a aprender. La escuela no es una continuación del hogar, ni la maestra es la “segunda mamá”; la escuela no es un comedor ni un merendero; la escuela no es un lugar de recreo ni un salón de entretenimientos animado por docentes; la escuela no es un agente de asistencia social ni un instrumento de adoctrinamiento ideológico. La escuela fue convertida en todas esas cosas pero no es ninguna de esas cosas. La escuela es únicamente, exclusivamente, el lugar donde los maestros van a enseñar y los alumnos van a aprender. Esto deberían tenerlo perfectamente en claro los maestros, los alumnos y los padres de los alumnos.

La vida de la escuela se rige por normas precisas y de cumplimiento estricto: horarios, códigos de vestimenta, normas de comportamiento. El trabajo de la escuela no puede ser interrumpido arbitrariamente, ni por los alumnos, desde ya, ni por los docentes ni por los padres de los alumnos. Una vez iniciada la jornada escolar cesan todas las comunicaciones entre los alumnos, los docentes y el exterior. Cualquier llamado de emergencia en una u otra dirección debe ser tramitado por vía de la secretaría de la escuela. La observación de estas normas, llamada disciplina, no es algo caprichoso, sino que forma parte del proceso educativo, y esto deben entenderlo los maestros, los alumnos y los padres de los alumnos. La palabra docencia comparte la raíz indoeuropea dek con otras como dignidad, disciplina ydecencia.

El progresismo ha diluido la noción de las instituciones públicas hasta convertirlas en extensiones o prolongaciones del espacio público, donde reina la anomia y cada uno hace lo que le viene en gana, porque los límites nunca son claros o no existen, y de todos modos no hay autoridad capaz de imponerlos. No sorprende que la gente se crea con derecho a tomárselas a puñetazos con una maestra. Es necesario devolverle a la escuela su condición de lugar específico, con funciones específicas, normas específicas y autoridades específicas. Para cumplir su tarea educativa la escuela necesita recortarse respecto de lo que la rodea. Pero también necesita replicar en su funcionamiento el de la sociedad en su conjunto, que en un ambiente de libertad como el que reclama la Constitución se basa en la competencia y el mérito.

 

El ejercicio educativo es inseparable de la evaluación y los resultados. Los padres de los alumnos, y los alumnos mismos, tienen derecho a conocer el rendimiento de sus esfuerzos, cosa que sólo pueden lograr si someten su desempeño a alguna prueba objetiva. Esas evaluaciones sirven además para detectar talentos, y promover a los más aventajados hacia instituciones más exigentes, y para reubicar en institutos de nivelación a los que evidencien problemas de aprendizaje. Del mismo modo ha de evaluarse el desempeño de los docentes, quienes mal podrían conducir un sistema basado en el mérito si no estuvieran ellos mismos dispuestos a someterse a examen. El mérito así medido, y no la antigüedad ni los cursitos aleatorios e inconducentes, justifica las promociones.

Los cuerpos docentes de todo el país son hoy una especie de caja negra de la que nada sabemos. La mayoría de sus integrantes ha pasado por algún instituto de formación, pero eso no garantiza nada porque la educación terciaria en el campo de las ciencias sociales se ha convertido en adoctrinamiento ideológico y sus títulos habilitantes no aseguran competencia o pericia, como lo sabe cualquiera que haya tenido que contratar personal proveniente de ese ámbito. Los docentes ingresan amparados en esos títulos, y como los sindicatos se resisten a las evaluaciones, no hay manera de distinguir a quienes tienen capacidad y vocación de quienes entran al aula con agendas secretas y de los simples incapaces.

La calificación profesional del docente no sólo no es puesta a prueba sino que tampoco parece necesaria para las funciones que efectivamente cumplen en la escuela de hoy: asistentes sociales, cuidadores, animadores, sanitaristas, adoctrinadores, trabajadores de la educación pero no maestros. Según observó la investigadora Victoria Zorraquín en una nota reciente, los Núcleos de Aprendizaje Prioritario que desde 2004 expresan las metas del sistema educativo nacional, en ningún momento dicen que el objetivo de la educación primaria, por ejemplo, sea enseñar a leer y escribir y a resolver las cuatro operaciones en determinados plazos, y por supuesto tampoco dicen cómo debería alcanzarse ese objetivo, cuál es la metodología para lograrlo.

En los niveles secundario y terciario las cosas no son mejores, y los profesores con mayor antigüedad advierten que la docencia se ha convertido en un refugio de incompetentes, en gran medida provenientes de las populosas carreras de “sociales”: menos provistos de saberes y pericias que de artillería ideológica, encuentran allí una oportunidad laboral que jamás les brindaría el sector privado, con todos los beneficios que hoy supone un empleo formal y virtual inamovibilidad en el cargo. Un veterano profesor de la UBA llegó a decir que los bajos sueldos universitarios tenían un efecto virtuoso: desalentaban a quienes esperaban hacer carrera en la docencia y atraían a los graduados exitosos que buscan sumar la cátedra a su cursus honorum, aportándole al mismo tiempo la riqueza de su experiencia en el ejercicio profesional.

La degradación de la educación pública como institución y del docente como su agente principal ha sido obra de una camarilla ideológica de matriz marxista que llegó al poder con el restablecimiento del sistema democrático y desde entonces no ha hecho más que consolidarse. Para agravar las cosas, esa camarilla dio ingreso a nuestra planificación educativa a una variada gama de entidades extranjeras, que van desde bancos e instituciones multilaterales a una infinidad de fundaciones y organizaciones no gubernamentales, todas impulsoras de una agenda ajena y casi siempre contraria al interés nacional. Frisos, carteles y leyendas sobre multiculturalismo, diversidad, educación sexual y globalismo han sustituido en los muros de las escuelas de la CABA, como lo puede comprobar cualquiera, a las escenas memorables de la historia patria.

 

La educación es la transmisión de un conjunto de saberes, creencias y valores de una generación a otra. Educamos en primer lugar porque somos conscientes de nuestra propia finitud, porque sabemos que el día en que nuestras fuerzas flaqueen otros deberán ocupar nuestro lugar y queremos prepararlos para ello. Pero también educamos porque deseamos que nuestros descendientes puedan desarrollar sus capacidades tal como lo hicimos nosotros, mejor que lo que lo hicimos nosotros, en beneficio propio y, por lógica consecuencia, del conjunto. Obsérvese que en todo lo que acabo de decir hay un “nosotros” implícito: la educación es expresión de la conciencia nacional, y sin conciencia nacional no habría sistema educativo posible. La educación es el instrumento con el cual una nación asegura su propia supervivencia.

Los saberes que transmite la educación, las pericias, las competencias, pueden ser de validez universal, pero las creencias y los valores nos pertenecen por completo, son intransferibles y los hemos amasado a lo largo de nuestra historia: definen nuestra identidad. La Argentina puede tener la misma lengua, la misma religión, el mismo ordenamiento jurídico y ocupar el mismo continente que otras naciones pero no es ninguna de esas naciones, ni se les parece. Los ingredientes pueden ser similares, e incluso iguales, pero el moldeado y la cocción son diferentes y nos caracterizan. La educación tiene por objeto preservar ese amasado, enriquecerlo, “levarlo”, no diluirlo en el mazacote indiferenciado que proponen los activistas de la “patria grande” o de la “gobernanza global”.

La solución de una problemática compleja como la que traté de describir sólo puede darse en el largo plazo y es subsidiaria de la definición de un proyecto nacional para la Argentina del siglo XXI: sin ponernos de acuerdo sobre quiénes somos, qué nos une, qué queremos ser y hacia dónde queremos ir difícilmente podamos imprimir a nuestro sistema educativo un rumbo y una energía como la que le dieron los organizadores de la república en el siglo XIX. Pero hay cuestiones urgentes que demandan una reacción rápida, y no encontré mejor alternativa que la propuesta de Iris Speroni, que básicamente consiste en derogar toda ley, resolución y norma educativa posterior a 1976, y reponer los contenidos educativos previos, incluyendo los manuales para estudiantes y docentes, probadamente exitosos. Propone además someter a exámenes a los maestros y expulsar del sistema a quienes hayan recibido becas del BID, el Banco Mundial o similares. Nada que un gobierno realmente preocupado por el país no pueda hacer de inmediato.

 

* Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires y se inició en la actividad periodística en el diario La Prensa de la capital argentina. Fue redactor de la agencia noticiosa italiana ANSA y de la agencia internacional Reuters, para la que sirvió como corresponsal-editor en México y América central, y posteriormente como director de todos sus servicios en castellano. También dirigió la agencia de noticias argentina DyN, y la sección de información internacional del diario Perfil en su primera época. Contribuyó a la creación y fue secretario de redacción en Atlanta del sitio de noticias CNNenEspañol.com, editorialmente independiente de la señal de televisión del mismo nombre.

 

Artículo publicado el 03/06/2023 en Gaucho Malo, El sitio de Santiago González, https://gauchomalo.com.ar/sin-escuelas-ni-maestros/

LA CAIDA DEL ÚLTIMO BASTIÓN

F. Javier Blasco*

La defensa y resistencia a los ataques externos de todo país, coalición o alianza de ellos se basa en un territorio más o menos extenso, vigilado y dominado por una serie de puntos fuertes o bastiones de diversa entidad y fortaleza natural o artificial donde hacerse lo suficientemente fuertes para resistir los embates de cualquier enemigo que quiera hacerse con el domino del territorio en cuestión. Evitar que caigan la totalidad de los mismos o al menos, los más importantes o transcendentales, es vital para la subsistencia del anterior.

Desde la llegada al poder de la coalición social-comunista, sin tapujos ni cortapisas, unos con mayor claridad que otros, anunciaron la necesidad del “asalto a los cielos” y hacerse con el dominio de los medios de propaganda y comunicación y los poderes del Estado para hacer de su capa un sayo mediante su transformación —desde dentro de la democracia— en algo que ni se le parece.

Al igual de lo que sucedió en la Alemania nazi para que Hitler pudiera hacerse con el dominio total, Sánchez no ha dejado de aumentar su flaco poder mediante una transformación profunda de las capacidades del mismo, lo que le ha permitido legislar a su antojo y necesidad y obviar o derogar todo lo previamente establecido en defensa de la democracia y de la Constitución, para llegar a hacerse fuertes e insensibles a las críticas ajenas con el imprescindible y muy necesario apoyo directo e interesado de los mayores enemigos de España.

Dicho y hecho, a diferencia de lo que ocurre cuando gobierna la taciturna avergonzada, lenta y siempre recelosa derecha y a pesar de haber prometido de mil maneras a propios y extraños que esto nunca iba a ocurrir, la izquierda gobernante se puso manos a la tarea en menos de veinticuatro horas y pronto pudimos comprobar como la mayor parte de aquellos bastiones, en los que se apoyaba nuestra democracia, iban cayendo uno detrás de otro paulatinamente y sin solución de continuidad.

Ante tan alarmante progreso, algunos observadores acostumbrados al análisis desde el pensamiento crítico, pronto comenzamos a anunciar que la maquinaria de demolición ya estaba en marcha, que en breve a aquellas primeras conquistas —a las que la mayoría no daba importancia— les seguirían otros bastiones más importantes o por entendernos mejor, fundamentales para la marcha del Estado democrático.

La verdad, es que aquellas protestas o voces de alarma, al igual de lo que sucede con las predicas en el desierto, no hicieron mucha mella en la conciencia de los pocos que se atrevían escucharnos y, la mayoría de ellos nos tachaban de alarmistas, exagerados o personas con incontinencia mental.   

No creo que llegado a este punto sea preciso recordar toda la legislación desarrollada o derogada, los derechos conculcados, pisoteados y los puestos, cargos ocupados obscena o abusivamente por la forma de llegar a ellos o por los frutos y desarrollos posteriores llevados a cabo por aquellos babosos “perros fieles” que, como tales, harían lo que le mandase la voz de su amo, que para eso les mantuvo y mantiene en puestos bien remunerados y que además, sirven de trampolín o rampa de lanzamiento para, en su día, poder optar a otros puestos de mayor rango y remuneración, dentro de España o fuera de ella entre los muchos emboscados en la inmensa y casi inagotable maraña internacional.  

Vimos como los medios de información privada, la TVE y organismos que forjan la opinión como el CIS y otros variopintos institutos como el INE, la CMNV eran copados uno a uno de forma obscena y sin la menor resistencia. Cosa que ha ocurrido con el Consejo de Estado, la Abogacía del Estado, la fiscalía general, el defensor del Pueblo y otras entidades que se dedican a la administración de justicia. Tan solo restaba el Consejo General del Poder Judicial y el tribunal Supremo (ambos a punto de claudicar) y como verdadero fulcro o punto de apoyo, el más importante de todos ellos, el Tribunal Constitucional (TC).

El sistema político, que no de mérito —que erróneamente nos dimos o dejamos que nos impusieran con Felipe González y nunca corregido por las derechas— para cubrir los puestos en estos últimos órganos referidos, hace que la alternancia de sus miembros vaya en consonancia, aunque con cierto retraso, con el color del partido gobernante; o sea, de izquierdas o de derechas, con personajes mal llamados progresistas o conservadores respectivamente.

A lo largo de nuestra corta historia democrática, a pesar de la facilidad que dan los escaños y los apoyos para gobernar, siempre se ha mantenido un cierto reparo y vergüenza para que no se vieran claramente los plumeros de los jueces de los altos tribunales de forma ostensible y vergonzosa.

Pero dicha norma no escrita, como otras muchas más, aunque estén bien escritas y recogidas en leyes que hoy ya son papel mojado, no se ha aplicado por el gobierno sanchista, lo que le ha imprimido una forma de gobernar que da vértigo por los plazos y caminos que emplea para legislar y por los cambios de criterio aplicados a la legislación o normas en uso y vigentes por no estar no derogadas.

Tras ciertos retrasos y traspiés varios, finalmente Sánchez ha logrado poner en la presidencia del TC a aquel fiscal general que con Zapatero se hizo famoso por su sectaria forma de aplicar la Ley y por una frase famosa por la que justificaba sus deshonrosas actuaciones “en ocasiones las togas debían ensuciarse con el polvo del camino”. Frase que resumía todo, explicaba la catadura moral del individuo y dejaba entrever hasta qué punto podría llegar el sujeto en un futuro, si es que llegaba a ocupar un cargo de mayor enjundia.

Tal y como era de esperar y por desgracia, suele suceder, los viles servicios prestados por dicha persona le dieron la puerta de entrada al TC, y como cuando él accedió al tribunal las izquierdas estaban en minoría, su papel fundamental hasta el presente ha consistido en dinamitar la labor del propio TC, desprestigiar a sus compañeros o sus resoluciones, plagar de votos particulares en contra todo lo aprobado por la mayoría de sus “colegas” e insistir machaconamente en recusar a la inmensa parte de estos ante la menor sospecha de sombra o creencia sobre sus compañeros.

Hace pocas fechas, Sánchez consiguió su ansiado sueño forjado a pachas con Iglesias, obtener la mayoría de izquierdas en el TC y poner a la cabeza del mismo a su mayor y mejor perro fiel, el susodicho Conde Pumpido. Quien ha imprimido una inusitada celeridad en resolver casos atascados durante más de una década como el recurso planteado hace más de doce años por el Partido Popular a la famosa ley sobre el aborto de Zapatero, conocida como la Ley de plazos.

No ha hecho falta ni un segundo de discusión, un tema que era tan difícil o delicado y que sucesivos TCs no se atrevían a dilucidar, ha sido avalado en su totalidad por ideología partidista, sin cambiar ni una coma, a pesar de las recusaciones de cuatro de sus miembros (una presentada de forma voluntaria por una jueza de derechas); recusaciones de libro que implican al mismo presidente del tribunal y a su vicepresidenta y que, sin discusión alguna ni pestañear, fueron rechazadas de plano por el propio tribunal alegando determinadas triquiñuelas, a pesar de que sus casos están claramente recogidos en la legislación vigente sobre el tema.

Estos gestos y actuaciones de falta de escrúpulos y conciencia ponen de manifiesto el peligro que se corre en España a partir del momento presente. El TC claramente ha perdido su origen y razón de ser y actuará en beneficio de Sánchez, el sanchismo y todos los bodrios de leyes que son y serán aprobados por un consejo de ministros, desnortado, incompetente y totalmente parcial, con derivas peligrosas hacia un rancio comunismo del que ya conocemos sus “grandes frutos” en América Latina.

Da la casualidad que esto sucede el mismo día en el que el gobierno consigue —sobre el toque de campana— que se apruebe en las Cortes la Ley del Bienestar animal con lo que la casualidad o la causalidad hacen coincidir en una misma fecha el aval a una ley que ayuda a la desaparición de unos cien mil seres vivos al año, con otra por la que se protege a los animales hasta extremos de vértigo, que enrojecen al más pintado y con un mínimo de dignidad.

España un país con crecimiento decreciente se permite el lujo de perder a tantos conciudadanos por la parte de debajo de la curva, y al mismo tiempo, con la también aprobada ley de Eutanasia lo hace por la parte de arriba, a lo que habrá que sumar los casos a mayores que se producirán cuando se apruebe, sin ningún tipo de dudas, la nueva Ley del aborto por la que el acto podrá ser libre, sin control ni permiso paterno desde muy corta edad y circunstancia.

Que el TC haya caído en las manos en las que está, en el que una gran parte del mismo se nutre de estómagos agradecidos y personal bien alimentado y el resto de los de izquierdas son totalmente fieles a lo que pregone Sánchez, hace que “los agoreros” que veíamos llegar este momento y sus consecuencias, prediquemos ahora, que dicho organismo dejará de ser el último bastión o dique de contención que, como venía haciendo, pare los delirios de un presidente y un gobierno totalmente desnortado, incapaz y fuera de sus casillas.

Y yo me pregunto, ¿Qué hace y que hará la UE ante estos abusos de poder tan poco democráticos? La respuesta es bien sencilla, nada. España no es ni Hungría ni Polonia y seguro que Sánchez, como de costumbre, les convencerá a base de mentiras y dándoles buenas promesas a la larga, que nunca se podrán comprobar.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

MÁS “¡¡¡A TODO O NADA!!!”

Marcos Kowalski*

Para cambiar un sistema político, primero hay que tener un proyecto que lo reemplace.

Desde siempre sabemos que el objetivo del sistema es convencer al mundo de que estamos abocados a una globalización idílica que conforme un estado o estadio, si se imponen los libertarios, que alinee las normas de comportamiento y cuya libertad esté sometida al consenso apátrida que potencia al individuo en detrimento de la persona.

Promover “ser feliz sin tener nada”, como dice Iris Speroni, es imprescindible para ellos, destruyendo valores elementales que hacen a la esencia del ser humano a sus sentidos de trascendencia, el religioso y al de integración social, el Nacional. Por eso buscan la destrucción de la historia.

Hay una globalización maliciosa de las ideas. Las que mandan de manera brutal y viscosa, con ideologías marxistas o liberales e incluso anárquicas como las libertarias, utopías irreales que tienen una envolvente capacidad de manipulación de la razón, la corrupción de las ideas y el dominio de la voluntad, esa es la cuestión verdaderamente importante con la que se somete al ser humano, se lo destruye y cuando no alcanza se impulsa el miedo. El terror es más efectivo que las bombas atómicas.

Con una envolvente capacidad de la manipulación de la razón, la corrupción de las ideas y el dominio de la voluntad, esa es la cuestión con la que se pretende someter al hombre. Las “ciencias” como la “salud”, la “economía” y sobre todo las comunicaciones son las herramientas que se han puesto al servicio hoy de la dominación.

Herramientas que son las que sustentan a las sociedades posmodernas. Ideologías globales que conectan a las sociedades amasándolas en un solo todo, alejando del hecho diferencial a las personas (de ahí en parte la importancia de hablar de géneros y no de sexos) y sus tradiciones culturales.

Las ideologías socialdemócratas, como las que nos quieren imponer en Argentina, intentan conectar a las sociedades alienando y alineando a las personas en un único pensamiento políticamente correcto, de ahí y por eso la búsqueda permanente de la destrucción de la historia, porque “Si nos falsifican la historia es porque quieren robarnos la Patria…”

Son los medios de comunicación los que dictan qué hacer o qué decir, porque ellos saben LO BUENO para todos. Y son las redes sociales, los nuevos sacerdotes de la globalización los autorizados para censurar, porque ellas saben bien que es LO MALO para todos.

Pero un sistema o régimen que se basa en las falsas premisas y pone en práctica patéticos usos de minorías sociales entronizándolos contra natura no puede sobrevivir, la naturaleza humana siempre resurge cual Ave Fénix de las cenizas a las que se las quieren condenar y es nuestro deber construir una alternativa.

Los que proponemos un cambio del sistema, la eliminación total del régimen, “Es un nuevo régimen y como todo buen régimen, cambia las cosas de raíz” tenemos plena conciencia que es un juego de vida o muerte a todo o nada. Sin caer en terminar siendo un “partido” más del sistema, recordemos lo que siempre venimos diciendo:

Para un partido del sistema, sólo existe el discurso político-práctico, lo demás se da por supuesto y los “principios” son compartidos por todas las organizaciones políticas, sindicales, culturales e incluso por las instituciones públicas.

Nosotros, debemos resaltar y rescatar el patriotismo porque debemos ser la alternativa al sistema y no a una determinada tendencia del mismo, no podemos mostrar sólo un programa. Debemos construir, para enunciar un nuevo proyecto de Nación, un discurso propio mostrando nuestra cosmovisión, nuestro discurso tiene, desde siempre, tres apartados político-filosófico, político-ideológico y como consecuencia el político-práctico.

La plataforma filosófica para la construcción de una Estrategia Nacional se basa fundamentalmente en el rescate de la Cultura Argentina, recordando su esencia y en forma reiterativa el origen y fundamentos históricos, recuperando el respeto por los Símbolos Patrios, la bandera, el Escudo, el Himno, la Escarapela, nuestros héroes fundacionales, en definitiva, como no nos cansamos de decir, nuestra argentinidad.

En todas las propuestas que se pueden hacer a nivel humano hay siempre un fondo y una forma, una estrategia y una táctica para llevarla adelante como “Tenemos que cambiar el régimen que gobierna Argentina, que es esta alianza entre los woke / progres / commies champagne y la banca / los organismos internacionales / especímenes de empresarios como De Mendiguren o Lascurain. Esta alianza hace mucho más que gobernar: ha establecido un nuevo régimen” que nosotros denominamos “EL SISTEMA” y que hemos decidido: hay que cambiar en forma total.

Para cambiar un sistema político, primero hay que tener un proyecto que lo reemplace, porque “para comer guiso de liebre lo menos que hay que tener es la liebre”, después hacerlo conocido colectivamente, con explicaciones claras y coloquiales para ser entendido por la sociedad, que se sienta una identificación popular con dicho proyecto y una necesidad masiva de su implementación.

Hay muchos proyectos desarrollados con patriotismo en la Argentina de hoy, conocemos varios, además de lo que expone Speroni en su artículo “Volver a Empezar”. Como expresamos en nuestros tweets y en la difusión de la nota publicada por Restaurar tenemos muchas coincidencias, lo que no hay es una unidad de criterios y un curso de acción para llevarlos a la práctica.

El aunar criterios de proyectos para una Nación soberana, es fundamental, pero no significa de ningún modo amontonarse. Jamás se puede armar una masa crítica de ciudadanos dispuestos a reconquistar la Patria si no se recurre a despertar la argentinidad anidada en el corazón de la gran mayoría de los argentinos. En otras palabras, si no logramos tener comprensión y apoyo del pueblo para un proyecto Nacional el mismo no podrá realizarse.

Un proyecto estratégico para la Nación Argentina debe referirse a todos los poderes del Estado, tanto en la paz como en la guerra y comprende los varios tipos de estrategias para alcanzar los altos fines nacionales. Así se identifica una estrategia política, una estrategia económica, psicológica, interna y externa y también militar.

El proyecto Nacional en una suma de todas estas estrategias que denominamos la “Gran Estrategia” y que se define como “Emplear el poder nacional, su capacidad técnica, científica y humana, en el logro de los objetivos de la Nación en el sentido más amplio, combinando todos los medios posibles, como los comerciales-económicos, la diplomacia, las presiones, las amenazas, los subterfugios y si no queda otra, las armas”.

Dentro de este contexto la gran estrategia está relacionada con las relaciones internacionales y la estrategia de defensa y dentro de esta el poder militar. En nuestra propuesta de educación, básicamente pensamos lo mismo que suscribe Iris en el artículo mencionado arriba. Con la diferencia que no propiciamos el cierre de las Universidades, por lo menos no las públicas.

También coincidimos en todas sus propuestas de economía y con lo propuesto en ese artículo sobre Salud Pública, entendida como un bien común al que debe propender todo el aparato del Estado como premisa principal y dentro del precepto del bienestar de la población en el sentido lo más amplio posible.

En materia de seguridad, sin embargo, preferimos separarla de la administración de justicia, en esta materia propiciamos una política de prevención del delito basado en el principio de “ventana rota”, con la correspondiente inteligencia criminal y los respectivos mapas del delito, una protección a las víctimas y un cambio radical en el código de procedimientos penales de la Nación para posibilitar el accionar policial preventivo.

Un nuevo sistema de investigación de los delitos, independiente del Ministerio Fiscal pero fiscalizado por ese Ministerio público, con un coordinador a cargo de cada investigación, capacitado en criminalística y apoyado por los científicos que se requieran en cada caso concreto.

En materia de administración de Justicia, eliminar la burocracia judicial al máximo agilizando los procedimientos mediante la informatización de todos los expedientes. En cuanto a la doctrina jurídica, revisar y modificar en su caso todos los códigos, tanto el civil-comercial de Lorenzetti como el penal y sus modificaciones. Impulsar la interpretación penal mediante el Causalismo y la Punibilidad abandonando el garantismo actual. Volver al viejo “el que las hace las paga”.

En la estrategia científica, coincidimos también en general con el artículo de Iris, además de propiciar el desenvolviendo y la reestructuración de instituciones como el INTA, el INTI, el CONICET y la investigación científica en las Universidades Nacionales. Propiciar asimismo un centro de estudios y prospección de las capacidades mineras del territorio nacional en conjunto con las provincias.

Coincidimos en un todo en materia de llevar adelante una política de energía: “Continuar con la matriz eléctrica en base a gas mientras se pueda más nuclear más presas hidroeléctricas. Deberá acompañar el crecimiento de: a) las exportaciones, b) la industria que crecerá con las nuevas medidas económicas, c) el traslado de población propuesto. También debe estar regido por un criterio de Defensa”.

En materia de política de Defensa, nos permitiremos explayarnos un poco más, Es común que sobre este complejo tema se manifiesten los que no tienen más que en cuenta un aspecto parcial del asunto —el táctico—. O aquellos que sin tener ningún conocimiento describen lo que les gustaría por preferencia. También están los que tocan de oído y por supuesto desafinan y mucho.

En primer lugar, en una Estrategia de Defensa debemos considerar las nuevas amenazas a partir la realidad geopolítica mundial tal cual se presenta en el mundo y en nuestro entorno hoy. Argentina está, lamentablemente, inmersa en un conflicto molecular, con una sociedad donde impera la violencia en forma cotidiana y que va en aumento.

En desconocimiento de los más elementales enfoques de guerra, conflicto y humanidad de los políticos y un apego a un “pacifismo” irreal y desviado de la situación mundial dejó en virtual estado de indefensión a la Nación Argentina. Esto hace evidente que la estrategia de la Defensa Nacional requiere que —si los choques armados, con enfrentamientos sociales de diversa magnitud, en un mundo complejo, donde se mueven intereses de naciones, grupos económicos, y difusos organismos supranacionales, donde la forma más frecuente de uso de la fuerza en los conflictos contemporáneos, se caracterizan por un amplio uso de los medios y procedimientos no específicamente militares— la organización de la defensa de una Nación, deba reflejar este hecho siendo multifacética y contemplando todas las hipótesis y tipos de conflicto que podrían plantearse en la actualidad y con una proyección a por lo menos diez años.

Para la realización de un Plan de Defensa Nacional debemos considerar que la guerra molecular que hoy padecemos en forma incipiente se convertirá posiblemente en híbrida, que es por el control de la mente de las poblaciones, donde las Fuerzas Armadas cumplen un papel secundario y no por ello de poca importancia.

Las grandes batallas ya no son hoy el eje del conflicto y la violencia está dirigida contra la población civil; en los conflictos actuales se realizan acciones en dominios múltiples buscando la desintegración del Estado.

Nuestra propuesta, atenta a todo ello, va desde la implementación de una nueva ley de defensa, pasando por las diferentes reglamentaciones y protocolos, que contemplen hipótesis de guerra en base a las nuevas doctrinas mundiales, su aplicación en los diferentes conflictos actuales y la incidencia geopolítica actual y futura sobre la región.

En este aspecto es de primordial relevancia la adjudicación de recursos suficientes para proveer de personal capacitado multidisciplinario, disponer de los medios materiales para la concreción de los diferentes objetivos que posibiliten la disuasión de las amenazas o su represión si se da el caso.

Podríamos desarrollar estos conceptos puntualizando las necesidades materiales de todo el sistema de Defensa Nacional y el que además debería proveerse a nuestras Fuerzas Armadas, partiendo de la indefensión actual a una composición estratégica que posibilite capacidades reales de neutralización y daño a oponentes y enemigos, con más los recursos financieros para mantener ese sistema en funcionamiento.

Lo dejaremos para conversaciones más reservadas con aquellos a los que les interese el tema, nuestra propuesta no es la única, conocemos varias que, con mayor o menor coincidencias, se proponen cambiar este sistema perverso por otro que sirva para el crecimiento de la Nación y el dimensionamiento de su población.

En la convicción de que juntos o separados iremos en la misma dirección, crear un nuevo sistema y que más temprano que tarde deberemos aunar criterios estableciendo un curso de acción que posibilite que podamos implementar y concretar una propuesta patriótica para grandeza de la Nación.

 

* Jurista USAL con especialización en derecho internacional público y derecho penal. Politólogo y asesor. Docente universitario. Aviador, piloto de aviones y helicópteros. Estudioso de la estrategia global y conflictos.

 

Publicado originalmente el 17/02/2022 en Restaurar.org http://restaurarg.blogspot.com/2022/01/mas-todo-o-nada.html#more