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¿QUÉ ES UNA AGENCIA DE INTELIGENCIA? Y LA NECESIDAD DE COMENZAR DE CERO EN ARGENTINA.

Marcelo Javier de los Reyes*

Au Service de la France, serie francesa ambientada en 1960, en plena Guerra Fría, que ridiculiza al servicio de inteligencia de Francia.

La credibilidad, como la virginidad, solo se puede perder una vez y nunca se puede recuperar.

Charley Reese (1937-2013)

 

En mi libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones” defino la Inteligencia como un concepto polisémico, siguiendo a Sherman Kent (1903-1986), quien ha sido el gran impulsor de los estudios de esta disciplina. Profesor de historia de la Universidad de Yale, durante la Segunda Guerra Mundial y diecisiete años la Guerra Fría prestó servicio en la Agencia Central de Inteligencia CIA, fue un pionero en lo que respecta a la teoría en Inteligencia, a la que define de la siguiente manera:

Es el conocimiento que nuestros hombres, civiles y militares, que ocupan cargos elevados, deben poseer para salvaguardar el bienestar nacional.[1]

Kent considera a la Inteligencia tanto como un proceso que se lleva a cabo cuando se pone en marcha lo que se denomina ciclo de la inteligencia, como un producto de ese proceso, así como una organización, entendiendo por organización a las agencias que llevan a cabo la actividad de inteligencia. Entonces, la “inteligencia es organización”:

La inteligencia constituye una institución; es una organización física de seres vivos que persigue, como fin, una clase especial de conocimiento. Una organización semejante debe hallarse preparada para poner a los países extranjeros bajo vigilancia u observación y debe estar preparada para explicar sus pasados, su presente y probables futuros. Debe tener la seguridad de que lo que produzca en el sentido de información sobre esos países, sea útil a la gente que toma las decisiones, es decir, que sea apropiado para sus problemas, que sea completo, seguro y oportuno.[2]

Este párrafo es sumamente importante porque pone en evidencia la importancia del ser humano en el proceso de la información, ya que por más tecnología de avanzada que se tenga, el hombre es el único capaz de llevar a cabo su análisis. Por otro lado, la “vigilancia u observación de los países extranjeros”, porque esto nos llevará a poder armar el escenario estratégico en el cual estamos actuando y así poder definir nuestras fortalezas, nuestras oportunidades, nuestros desafíos y nuestras amenazas. En Argentina los últimos gobiernos han considerado que nuestro país no tiene “hipótesis de conflicto”, lo cual es un gravísimo error de apreciación —por llamarlo de algún modo— atento a que tenemos parte del territorio ocupado, así como una gran parte del Atlántico sudoccidental. Las ambiciones sobre el territorio antártico son otras cuestiones a tener en cuenta, más allá de que por el momento ningún Estado pueda atribuirse soberanía sobre el territorio al que aspira. Del mismo modo, debe señalarse que aunque nuestro país no perciba a otro como una amenaza no supone que otro Estado perciba al nuestro como tal.

Con respecto a lo expresado por Sherman Kent, también debe resaltarse que lo que se produzca a partir de esa información obtenida debe ser un producto “completo, seguro y oportuno”, es decir que debe abordar el tema en profundidad, debe ser preciso y entregado a tiempo, es decir, anticiparse a un potencial conflicto, o a una crisis, o bien para reducir la incertidumbre. Esto tiene una relevancia fundamental porque esa información de inteligencia debe ser “útil a la gente que toma las decisiones”.

Sin embargo, habría dos observaciones que hacerle a ese parágrafo del libro de Kent, porque fue publicado a fines de la década de 1940. Por un lado, en la actualidad los objetivos de un servicio de inteligencia van más allá de la “vigilancia u observación” de otros países. Existen cada vez más temas a considerar, como el crimen organizado, el terrorismo, el narcotráfico, la inteligencia competitiva, la inteligencia sanitaria[3], una potencial agresión utilizando armas QBN (agentes químicos, biológicos y nucleares), entre tantos otros temas primordiales para la Inteligencia Estratégica.

Por otro lado, la inteligencia no debe limitarse solamente hacia el exterior sino que también debe considerarse la inteligencia interior y la contrainteligencia[4]. En el caso de la Argentina, suele difundirse que no se puede hacer inteligencia interior, lo cual no es verdad pero si la Ley de Inteligencia, en su artículo 4º, menciona las restricciones que tienen los organismos de Inteligencia al respecto. Si la inteligencia interior funcionara se habrían evitado, por ejemplo, los incidentes que se produjeron el 13/03/2021 en ocasión de la visita del presidente Alberto Fernández a la provincia de Chubut[5]. Oportunamente, el actual Ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, manifestó a la prensa que lo sucedido mostró un gran “amateurismo en seguridad e inteligencia”, apuntando a la titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) y a la entonces ministro de seguridad, la antropóloga Sabrina Frederic[6]. La interventora le respondió que “el Presidente me encomendó producir inteligencia estratégica desde AFI”, aunque hasta el momento no haya podido demostrar sus conocimientos sobre “Inteligencia Estratégica”, pues se limita a firmar convenios con la Cancillería Argentina —íntimamente vinculada a la Inteligencia dado que los delegados en el exterior desempeñan sus actividades en el ámbito de nuestras embajadas— o con el director de la Casa de la Moneda, convenio que según el tuit oficial de la AFI “busca que ambos organismos trabajen en ámbitos institucionalizados de cooperación”, lo cual queda sujeto a la libre interpretación. También ha procedido a mostrarles a los miembros de las organizaciones sociales y personas individuales los archivos que el organismo tenía sobre ellos. En síntesis, ha convertido a la AFI en una ONG de derechos humanos y la ha desmantelado, tanto de recursos humanos (algo que se dio durante toda la democracia con los sucesivos cambios de gobierno pero sobre todo durante las inoperantes gestiones de los gobiernos de De la Rúa, los Kirchner y Macri) como de bienes, ya que donado —como si fueran suyos— recursos materiales del organismo (autos[7], muebles, televisores[8], armas y chalecos antibalas[9], etc.) a otros organismos y curas villeros.

Volvamos al “deber ser”. En una entrevista que le efectuaron en el programa Código Rojo de la televisión española a quien fuera responsable de la unidad operativa del entonces servicio de inteligencia español, el CESID, Juan Alberto Perote, expresó que una agencia de inteligencia “es una empresa en la que se negocia con información”. Desde esta perspectiva se puede considerar a la agencia de inteligencia como una organización, en coincidencia con lo que también expresa Kent al considerar que está destinada a elaborar un producto (conocimiento) con materias primas (toda clase de datos) y trabajo muy hábil pero no con un objetivo comercial[10]. Se hace necesario agregar que, para que su “producto” sea reconocido en el mundo de la comunidad de inteligencia, debe ser de altísima calidad.

Tomando ese concepto para definir una agencia puede entenderse por qué los gobiernos “negocian” información, es decir, comparten la inteligencia entre sus agencias. Alvin Toffler menciona este tipo de negociación como de comprador-vendedor[11].

A los efectos de ejemplificar lo que sucede en un país que cambia de régimen, de partido gobernante o de un gobierno que accede al poder y que precisa elegir un “proveedor de información secreta” o “mayorista”, Toffler cita el caso del gobierno argentino durante la presidencia de Raúl Alfonsín.

En diciembre de 1983 la República Argentina puso fin al gobierno cívico militar, autodenominado Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983), y retornó a la vida democrática con la asunción del presidente Raúl Alfonsín. La situación no se mostraba fácil para el nuevo gobierno pero, entre tantas prioridades, se hacía necesaria una reestructuración del sistema de inteligencia.

En 1985 hombres cercanos a Alfonsín debatían acerca de cuál debía ser el servicio con el cual la SIDE (Secretaría de Inteligencia de Estado[12]) de Argentina intercambiaría información: la CIA, el servicio francés, el británico o el Mossad de Israel. Debido a la guerra del Atlántico Sur, librada en 1982, el servicio británico fue descartado; la CIA estuvo muy involucrada con el gobierno militar pero debido a que el gobierno de Alfonsín intentaba mantenerse equidistante de las superpotencias que aún dominaban el sistema bipolar de la Guerra Fría, se consideró tomar distancia de la CIA como del KGB soviético. El servicio de inteligencia de Francia, la Direction générale de la sécurité extérieure, DGSE (Dirección General de Seguridad Exterior[13]) eran la otra opción pero, atento a que Francia era el Estado gendarme de África reunía mucha información de ese continente, incluso de Medio Oriente, pero poco de la región de interés de la Argentina: América del Sur[14].

Esta búsqueda de “proveedores de información” nos indica que las fuentes deben ser evaluadas considerando dos aspectos relevantes: la confiabilidad y la proximidad.

La confiabilidad estará dada por la experiencia que hayamos tenido con esa fuente en otras ocasiones. Si con anterioridad esa fuente suministró información precisa, permite que una nueva información sea considerada como confiable. Si se trata de una fuente nueva, que no hemos evaluado porque no hemos trabajado con ella con anterioridad, deberá tenerse cierto resguardo al momento de ser valorada.

La proximidad está relacionada con la vinculación que la fuente puede tener con respecto a la información que proporciona. De tal manera que puede ser un testigo presencial de un determinado hecho o que esté involucrado en la cuestión que nos interesa, constituyéndose en una fuente primaria. Si se trata de una fuente que proporciona información de segunda mano por estar relacionada con ese testigo presencial o con el protagonista de un determinado hecho, se trata de una fuente secundaria y el grado de confiabilidad ya no sería el mismo.

Si se retoma el enfoque de que “es una empresa en la que se negocia con información”, al considerarse que no existe un fin comercial, esa información debe ser pagada con información. Es decir, que se trata de un intercambio dentro del mismo rubro. Esto exige que si nuestro servicio recibe información debe, a su vez, elaborar información propia y de calidad para “entregar en forma de pago” o colaboración. Para poder llegar a producir inteligencia de calidad se precisan buenos agentes operativos y buenos analistas. Si no hay agentes operativos, la organización solo se limitará —tal como se propuso en el proyecto que había presentado la diputada Elisa Carrió— a realizar inteligencia “exclusivamente sobre fuentes abiertas” y/o informes que servicios de otros países nos proporcionen, lo que indica en primer lugar, que los analistas tendrán muy limitada la reunión de información y, en segundo lugar, que sus productos finales carecerán de interés como moneda de intercambio.

Cierto es que un organismo de inteligencia se nutre en un altísimo porcentaje de fuentes abiertas pero los “indicios” y los elementos que enriquecen un informe de inteligencia suelen ser los que se obtienen por “fuentes propias”.

Recapitulando sobre la situación de inteligencia en la Argentina, es evidente que se debe comenzar de cero. Desde el inicio de la democracia en 1983 se puso énfasis en los vicios de un servicio de inteligencia: en lugar de que produzca una inteligencia al servicio del Estado se la produjo al servicio de los diferentes gobiernos, es decir, tuvo un uso meramente político a partir de espiar a la oposición como así también a los propios. Asimismo, durante las gestiones de los gobiernos de los Kirchner y Macri, el organismo fue utilizado para funciones policiales o vinculadas al crimen organizado, para lo cual existe la Dirección de Inteligencia Criminal, dejando de lado su objetivo de producir Inteligencia Estratégica. A esto debe el agente de inteligencia debe proteger su identidad pero durante la etapa macrista a algún funcionario se le ocurrió que nada menos que los operativos utilizaran campera con el acrónimo AFI en la espalda al mejor estilo del FBI o de la PFA… Los medios de comunicación están a la mano gracias a Internet y los ejemplos son numerosos, por lo que no es necesario mencionar casos aquí.

05/07/2016. Operativo durante el arribo del prófugo Ibar Pérez Corradi a la Argentina, procedente de Paraguay. Puede apreciarse “notablemente” a un agente de la AFI. Imagen: La Voz.

Como se trata de una disciplina que puede estudiarse en algún instituto o universidad pero cuyo profesionalismo se adquiere formando parte de un organismo, puede afirmarse que la transferencia del conocimiento se encuentra en los propios organismos. Si los mismos fueron sometidos a constantes purgas por diversas vías, esa transferencia de conocimientos pierde continuidad, se corta. Tanto los gobiernos kirchneristas como el de Macri apuntaron a la “profesionalización” de la inteligencia, procediendo a su “desprofesionalización” dejando en la calle al personal de carrera y haciendo ingresar a personal sin formación, parientes y amigos. Todos estos gobiernos responsabilizaron a la inteligencia como si se manejara autónomamente y responsabilizaron a su personal por los propios desaguisados generados por los políticos. Alberto Fernández y la actual interventora se llenaron la boca hablando de los “sótanos de la democracia” para referirse a la inteligencia pero se trata de las propias cloacas que ellos han creado desde la Casa Rosada. En la actualidad, cada vez es más evidente que todos critican lo que en definitiva terminan haciendo.

Respecto a la capacitación de los agentes, los casos del “Instituto Patria”[15] o lo sucedido con una funcionaria de la Embajada de Irán[16], ponen en evidencia que la tan deseada profesionalización de Mauricio Macri y Alberto Fernández ha sido un fracaso. La filtración a la prensa de las actas ha sido otro caso de “amateurismo” en inteligencia. La Ley 25.520, en su artículo 16º es clara al respecto:

Las actividades de inteligencia, el personal afectado a las mismas, la documentación y los bancos de datos de los organismos de inteligencia llevarán la clasificación de seguridad que corresponda en interés de la seguridad interior, la defensa nacional y las relaciones exteriores de la Nación. […]

La clasificación sobre las actividades, el personal, la documentación y los bancos de datos referidos en el primer párrafo del presente artículo se mantendrá aun cuando el conocimiento de las mismas deba ser suministrado a la justicia en el marco de una causa determinada o sea requerida por la Comisión Bicameral de Fiscalización de los Organismos y Actividades de Inteligencia.

A partir de lo mencionado en la ley, es claro que la clasificación de la información debía ser mantenida aunque fuera suministrada a la justicia. La filtración ha, precisamente, puesto en peligro al personal, a la defensa nacional y a las relaciones exteriores, en cuanto quedaron expuestas reuniones con servicios extranjeros. Por suerte para los funcionarios siempre hay jueces “oficialistas” dispuestos a dictar un sobreseimiento.

De tal manera que se deben recuperar las capacidades operativas y reconstruir el área de Análisis con personal idóneo que pueda integrar datos, interpretarlos, desarrollar hipótesis y cerrar los informes con su correspondiente consideración prospectiva. Llegar a desarrollar una Inteligencia Estratégica requiere de un esfuerzo aún mayor, ya que no cualquiera puede ser un analista estratégico y esto requiere de unos doce o quince años de análisis y de haber abordado un sinnúmero de temas que su cerebro pueda relacionar: pero fundamentalmente de la formación de equipos.

Por otra parte, debe reducirse el ingreso de determinadas profesiones y reclutar personal con amplios conocimientos de cultura general y de diversas carreras con el objetivo de formar equipos multidisciplinarios. La inteligencia amerita actualizarse para enfrentar las actuales amenazas. En este sentido, es necesario sumar profesionales informáticos y de la salud, pero para aplicar sus conocimientos a la inteligencia.

Nuevamente habrá que poner el acento en el dominio de idiomas. Sin embargo, lo más importante es tener presente lo que ha expresado Peter Drucker: “Nadie debería ser nombrado para una posición directiva si su visión se enfoca sobre las debilidades, en vez de sobre las fortalezas de las personas”.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

 

Referencias

[1] Sherman Kent. Inteligencia estratégica. Buenos Aires: Pleamar, 1967, p. 9.

[2] Ibíd., p. 85.

[3] Marcelo Javier de los Reyes. “La Inteligencia Sanitaria. Una inteligencia sectorial de la Inteligencia Estratégica”. Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos (SAEEG), 16/07/2020, https://saeeg.org/index.php/2020/07/16/la-inteligencia-sanitaria-una-inteligencia-sectorial-de-la-inteligencia-estrategica/.

[4] La Ley de Inteligencia 25.520 define como “Contrainteligencia a la actividad propia del campo de la inteligencia que se realiza con el propósito de evitar actividades de inteligencia de actores que representen amenazas o riesgos para la seguridad del Estado Nacional”.

[5] “Atacan a golpes y pedradas el vehículo de presidente argentino Alberto Fernández”. Deutsche Welle, 13/03/2021, https://www.dw.com/es/atacan-a-golpes-y-pedradas-el-vehículo-de-presidente-argentino-alberto-fernández/a-56865848, [consulta: 02/11/2021].

[6] “Aníbal Fernández golpeo duro a la AFI y Ministerio de Seguridad y Caamaño salió de punta”. TotalNews, 17/03/2021, https://totalnewsagency.com/2021/03/17/anibal-fernandez-golpeo-duro-a-la-afi-y-ministerio-de-seguridad-y-caamano-salio-de-punta/, [consulta: 02/11/2021].

[7] “La AFI entregó dos autos blindados a Presidencia de la Nación”. Sitio oficial del gobierno argentino, 23/04/2021, https://www.argentina.gob.ar/noticias/la-afi-entrego-dos-autos-blindados-presidencia-de-la-nacion, [consulta: 02/11/2021].

[8] “La AFI donó muebles y televisores a la parroquia que dirige el padre Lorenzo ‘toto’ De Vedia”. Sitio oficial del gobierno argentino, 21/09/2020, https://www.argentina.gob.ar/noticias/la-afi-dono-muebles-y-televisores-la-parroquia-que-dirige-el-padre-lorenzo-toto-de-vedia, [consulta: 02/11/2021].

[9] “El Ministerio de Seguridad recibió armas y chalecos antibalas hallados en la AFI”. Sitio oficial del gobierno argentino, 26/06/2020, https://www.argentina.gob.ar/noticias/el-ministerio-de-seguridad-recibio-armas-y-chalecos-antibalas-hallados-en-la-afi, [consulta: 02/11/2021].

[10] Sherman Kent. Op. cit., p. 90.

[11] Alvin Toffler. El cambio de poder. Barcelona: Sudamericana, 1999.

[12] A partir de la Ley n° 25.520 se denominó solo Secretaría de Inteligencia aunque en los medios y en el lenguaje cotidiano se le sigue denominando SIDE. En 2015 se sancionó la Ley 27.126 que disolvió la Secretaría de Inteligencia y se creó la Agencia Federal de Inteligencia (AFI).

[13] El 2 de abril de 1982 la Direction générale de la sécurité extérieure reemplazó al Service de documentation extérieure et de contre-espionnage, SDECE, (Servicio de Documentación Exterior y de Contra Espionaje), que había sido creado el 28 de diciembre de 1945. Sitio web oficial del DGSE <https://www.defense.gouv.fr/dgse/tout-le-site/historique>.

[14] Alvin Toffler. Op. cit., p. 352-353.

[15] “El Instituto Patria acusó a la AFI de realizar tareas de inteligencia contra Cristina Kirchner”. El Tribuno, 08/08/2018, https://www.eltribuno.com/salta/nota/2018-8-8-8-35-0-el-instituto-patria-acuso-a-la-afi-de-realizar-tareas-de-inteligencia-contra-cristina-kirchner, [consulta: 10/08/2018].

[16] Omar Lavieri. “Identificaron a tres agentes de la AFI que seguían por la calle a una empleada de la embajada de Irán en Argentina”. Infobae, 05/10/2021, https://www.infobae.com/politica/2021/10/05/identificaron-a-tres-agentes-de-la-afi-que-seguian-por-la-calle-a-una-empleada-de-la-embajada-de-iran-en-argentina/, [consulta: 05/10/2021].

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LA INTELIGENCIA SANITARIA. UNA INTELIGENCIA SECTORIAL DE LA INTELIGENCIA ESTRATÉGICA.

Marcelo Javier de los Reyes*

Introducción

La actividad de inteligencia debe desarrollarse para anticipar las amenazas, para la adecuada toma de decisiones para la prevención y la resolución de conflictos que pudieran derivar en crisis.

Por su parte, la Inteligencia Estratégica requiere de información de diversas fuentes y su producto contribuirá a la Planificación Estratégica Nacional, la que tiene por propósito el largo plazo, vinculando la información de todas las áreas de inteligencia interior y de inteligencia exterior, así como las provenientes de otras áreas sectoriales de la inteligencia, con el objetivo de poner en manos del gobierno los elementos fundamentales para la toma de decisiones.

Entre esas inteligencias sectoriales que nutren a la Inteligencia Estratégica deben mencionarse la Inteligencia Estratégica Militar, la Inteligencia Criminal y la Inteligencia Competitiva. La Inteligencia Médica se halla dentro de la Inteligencia Militar pero a los efectos de optimizar la Planificación Estratégica —y como consecuencia de la pandemia de coronavirus que se ha expandido por el planeta— la Inteligencia Sanitaria debería ser considerada como parte esencial de la Inteligencia Estratégica.

La Inteligencia Médica

Jonathan D. Clemente, en su artículo Medical Intelligence nos dice que “la intersección de la medicina, la inteligencia y la seguridad nacional data de los primeros días de la Segunda Guerra Mundial”[1].

Ante la inminencia de la guerra, los oficiales médicos estadounidenses de la Subdivisión Quirúrgica de Medicina Preventiva General del Ejército (Army Surgeon General’s Preventive Medicine Subdivision) debieron abocarse a escribir sobre salud pública en los territorios ocupados para su inclusión en un manual de campo del ejército[2]. Estos oficiales también debieron realizar encuestas sanitarias en las bases militares en Terranova, América Central y del Sur y en las Antillas, pues se consideraban esenciales para la defensa del hemisferio occidental[3].

En junio de 1941 el Ejército de los Estados Unidos estableció una “Inteligencia Médica” separada de la mencionada Subdivisión[4], si bien cuando los Estados Unidos ingresaron a la guerra, en diciembre de 1941, la Inteligencia Médica aún no estaba preparada para realizar eficazmente su labor. Era importante contar con una extensa lista de las principales enfermedades que podían aquejar a los militares así como de aquellas de menor importancia que podían afectar a las tropas y, en segundo lugar, a la población civil.

Este fue el origen del National Center for Medical Intelligence (NCMI), un componente de la Defense Intelligence Agency (DIA).

La Segunda Guerra Mundial fue la primera guerra en la historia de los Estados Unidos, en la que el número de los heridos en combate superó a los de aquellos con enfermedades y lesiones contraídas fuera del campo de batalla[5].

La evolución de la guerra fue incrementando el desarrollo de la Inteligencia Médica y la captura de un equipo médico enemigo y sus drogas se constituían en una fuente de información valiosa. Así fue como la antecesora de la CIA, la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) fue recabando información sobre los planes militares del adversario, sus capacidades para desarrollar una guerra biológica así como los propios conocimientos en medicina del enemigo. En verdad, la separación de las líneas de defensa entre los adversarios no significaba un obstáculo para la propagación de las enfermedades, entre las que se pueden mencionar el tifus y las ocasionadas por el piojo[6].

Creada la CIA, ya en 1947 comenzó a producir informes de inteligencia médica focalizados en el bloque comunista y durante la guerra de Corea (1950-1953), la comunidad de inteligencia reestructuró sus actividades dedicadas a la inteligencia científica y técnica para delimitar responsabilidades y evitar duplicaciones innecesarias.

La Inteligencia Médica se ha desarrollado, entonces, en el marco de la Inteligencia Militar y no es de interés de este artículo considerar sus vaivenes históricos sino ponderarla en función de las actuales circunstancias en las que la humanidad se encuentra enfrentando la pandemia de coronavirus que ha condenado a buena parte de la población, según las modalidades implementadas por cada país, a la supresión total o parcial, por tiempo no siempre determinado, de actividades sociales, laborales, etc.

Esa unidad de Inteligencia del Ejército —que examina enormes volúmenes de información en busca de pistas sobre acontecimientos globales de salud, ubicada en la base de Fort Derrick, en Frederick, Maryland— fue la que a finales de febrero hizo sonar la alarma mientras el presidente Donald Trump exhortaba a los estadounidenses a no atemorizarse por el nuevo coronavirus. Los miembros de esa unidad, profesionales de inteligencia, ciencia y medicina, son quienes monitorean y siguen las amenazas globales de salud que pudieran poner en peligro a los estadounidenses[7].

El 25 de febrero —quince días antes que la Organización Mundial de Salud definiera al brote como una pandemia global—, cuando aún había pocos casos en Estados Unidos, la unidad de Inteligencia Médica elevó su nivel de alerta, considerando que el coronavirus podía convertirse en una pandemia en 30 días[8]. Por su parte, el presidente Trump tuiteaba desde Nueva Delhi que “El coronavirus está bajo control en Estados Unidos”.

La unidad, generalmente, envía sus apreciaciones a las autoridades de Defensa y de Salud pero se desconoce si el presidente u otros funcionarios del gobierno tomaron conocimiento de las mismas[9]. Para elaborar sus consideraciones se nutre tanto de fuentes públicas (Open Source Information Intelligence, OSINT) como de fuentes cerradas. De este modo, la Inteligencia Médica procede a procesar la información médica, biocientífica, epidemiológica, ambiental, relacionadas tanto con la salud humana como con la salud animal, con énfasis en la actividad militar.

La Inteligencia Sanitaria

Una Inteligencia Médica, confinada a una estructura militar para realizar inteligencia sobre enfermedades infecciosas o traumas derivados de la guerra parecería que hoy, ante los numerosos desafíos que afectan al mundo, resulta insuficiente; aunque en realidad ya lo era si se tiene en cuenta la amenaza de las armas biológicas y que las guerras no se libran en campos sino que son principalmente urbanas.

Sus funciones deberían ser ampliadas para convertirse en una inteligencia sectorial que suministre información a la Inteligencia Estratégica. La Inteligencia Sanitaria, como toda inteligencia, recoge información, la evalúa y procede a elaborar informes que permitan tomar decisiones con el objetivo de optimizar la salud de los pacientes y de la sociedad.

Dados los mencionados desafíos, la Inteligencia Sanitaria debe poner la mira en numerosos retos que afectan a las sociedades actuales y trabajar conformando un equipo multidisciplinario de profesionales.

Cabe aquí considerar algunos de esos retos: con motivo de la disolución de la Unión Soviética y de la expansión de la globalización sobre sus espacios, a partir de la década de 1990 se incrementaron las migraciones, lo que llevó consigo una creciente preocupación respecto de la propagación de enfermedades infecciosas, de enfermedades que hasta ese momento eran endémicas. La actual pandemia de COVID-19 ha demostrado cómo, debido a la interconexión global, una enfermedad se puede propagar con rapidez, ocasionando una saturación de los servicios de salud, provocando serias dificultades tanto para los estados afectados como para las empresas de transporte y las sociedades en general.

El cambio climático y la interconexión mundial también han provocado la migración de los agentes portadores de enfermedades. Así por ejemplo, puede mencionarse que en Nueva York, en el verano de 1999, se detectó por primera vez el virus del Nilo Occidental —que es transmitido por un mosquito—, enfermedad identificada en Uganda en 1937. Desde ese verano, la enfermedad se ha propagado a lo largo de los Estados Unidos.

En 2016, también en Nueva York, se ha documentado el primer caso de transmisión sexual de mujer a hombre del virus de Zika, lo cual aumenta las posibilidades de que la enfermedad pueda extenderse mucho más allá de los países en los que ya es endémica y donde los mosquitos son la fuente de contagio más importante[10].

En resumen, la propagación de las enfermedades infecciosas se ha facilitado por una mayor resistencia de los organismos a los medicamentos, por la degradación ambiental, por una infraestructura de salud insuficiente en áreas en desarrollo y por la mayor facilidad de los viajes internacionales.

La actual situación de la pandemia de coronavirus, como los ataques con ántrax en septiembre de 2001, también han despertado las sospechas de que estas enfermedades pueden ser producto de creaciones de laboratorios, con lo cual deben ser objeto de análisis más minuciosos de la inteligencia.

En este sentido, un ejemplo y un avance lo constituye, en el ámbito agropecuario, la definición de las bases del sistema de inteligencia sanitaria y fitosanitaria conjunta por parte de Argentina y Chile[11]. En función de ello, representantes del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) y del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) de Chile se reunieron en junio de 2019 en Mendoza, Argentina, a los efectos de definir conceptos y objetivos, así como también de identificar herramientas y trazar líneas de trabajo iniciales. El propósito es optimizar “la vigilancia fitosanitaria a través del desarrollo de tecnologías, la elaboración de reportes sobre amenazas internacionales y la generación de modelos epidemiológicos para plagas de interés”[12]. Las autoridades intervinientes del encuentro manifestaron que estas definiciones son esenciales “para contar con un sistema que permita alertar sobre las amenazas fitosanitarias, priorizarlas para su atención y brindar alternativas para su abordaje”, es decir que son fundamentales para la toma de decisiones[13].

Como los alcances de una Inteligencia Sanitaria como la que se propone son amplios, en el sentido de salvaguardar la salud pública tanto de una región como del territorio nacional, deberían incluirse cuestiones de fundamental importancia como el acceso al agua o una educación sanitaria que les permita a los ciudadanos adquirir conocimientos, aptitudes e información acerca de opciones saludables. Del mismo modo, que contemple qué elementos debe producir el país para estar preparado ante situaciones dramáticas pero previsibles. 

Algunas consideraciones finales

Quizás la Inteligencia Sanitaria podría ser considerada como excesiva pero debe verse como una inversión necesaria para evitar costos mayores. La pandemia de coronavirus ha expuesto la insuficiencia de los servicios de salud en numerosos países y la falta de producción de elementos imprescindibles para la protección no solo del personal de la salud sino también de la población en general. Eso ha llevado a compras de elementos que, en numerosos casos, no respondieron a las necesidades sanitarias, ocasionando un dispendio innecesario de recursos.

La pandemia ha demostrado que puede hacer estragos en determinados sectores de la población con mayor virulencia: las personas mayores y los pobres. Una de las recomendaciones es lavarse las manos, pero en muchas zonas las personas carecen de acceso al agua. ¿Servirá esta triste experiencia para que los tomadores de decisión asuman qué significa “inversión” en estos casos? Porque las enfermedades, los lisiados y las muertes implican un costo para el Estado. Esto bien vale para aquellos que están involucrados en el debate “economía o vida”.

Es en estos casos en que se debe aprender de las experiencias y cambiar el rumbo. Nuevamente el costo de la prevención puede resultar menor que el de intentar dar soluciones cuando ya es tarde. Precisamente, la Inteligencia trabaja en la prevención, en la anticipación de los problemas o de las crisis y para reducir la incertidumbre.

Dicho esto y a partir de esta coyuntura, entonces, se hace necesario repensar en que es necesario desarrollar una Inteligencia Sanitaria abarcativa. Sólo se precisa de un equipo reducido de personal multidisciplinario, que participe de una comunidad ampliada de Inteligencia que se vincule con numerosas oficinas gubernamentales (municipales, provinciales y nacionales), con empresas privadas como así también con asociaciones científicas.

La información recabada a partir de esa comunidad coadyuvaría en la Planificación Estratégica regional y nacional, es decir, en la adopción de una correcta política sanitaria y en la toma de decisiones —el curso de acción a seguir— ante situaciones de emergencia.

Se trata de ponderar lo que se denomina el capital humano de la Nación, recurso tan importante como los naturales.

Por todo lo expresado, la Inteligencia Sanitaria debería sumarse a las otras inteligencias sectoriales que nutren a la Inteligencia Estratégica para favorecer y aportar a la toma de decisiones políticas. 

 

* Licenciado en Historia egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (1991). Doctor en Relaciones Internacionales, School of Social and Human Studies, AIU, Estados Unidos. Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires, Editorial Almaluz, 2019.

Referencias

[1] Jonathan D. Clemente. “Medical Intelligence”. The Intelligencer Journal of U.S. Intelligence Studies, volumen 20, number 2, Fall/Winter 2013, Association of Former Intelligence Officers (AFIO), [consulta: 13/08/2015].

[2] Ídem.

[3] Ídem.

[4] Ídem.

[5] Ídem.

[6] Ídem.

[7] “EEUU: Unidad de inteligencia médica advirtió de coronavirus”. Infobae, 17/04/2020, <https://www.infobae.com/america/agencias/2020/04/17/eeuu-unidad-de-inteligencia-medica-advirtio-de-coronavirus/>. [consulta: 20/04/2020].

[8] Ídem.

[9] Ídem.

[10] Marc Santora. “Twist in Zika Outbreak: New York Case Shows Women Can Spread It to Men”. The New York Times, 15/07/2016,<https://www.nytimes.com/2016/07/16/nyregion/zika-virus-female-to-male-sexual-transmission.html>, [consulta: 12/06/2020].

[11] “Agropecuario. Argentina y Chile definen las bases de sistemas de inteligencia sanitaria conjunta”. Grupo de Noticias La Provincia, 25/06/2019, <https://www.grupolaprovincia.com/agropecuario/argentina-y-chile-definen-las-bases-de-sistemas-de-inteligencia-sanitaria-conjunta-315871>, [consulta: 22/06/2020].

[12] Ídem.

[13] Ídem.

 

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