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¿CONOCEMOS A CHINA?

Heriberto Justo Auel*

Imagen de lzwql en Pixabay 

“Porque ganar cien victorias en cien batallas, no es la cumbre de la destreza.

Someter al enemigo sin luchar, es la cumbre de la destreza”.

Sun Tzu -544/496 a.C.

 

  1.  La Cultura es lo que importa.
  2. China: el Imperio del Centro.
  3. China y la contrarrevolución iberoamericana en la “anilla externa”.

 

1. La Cultura es lo que importa

“El arte de la guerra” —del filósofo y estratega chino Sun Tzu— sigue siendo el texto de estrategia más influyente en las guerras de Asia Oriental y ha influido en el pensamiento militar oriental y occidental, así como en las tácticas de negocios y en la estrategia legal, entre otros campos. En Occidente Napoleón fue un ávido lector del chino —contemporáneo de Confucio— y por lo tanto ha influido —sin duda— en el pensamiento del Libertador San Martín, que combatió contra el Emperador y aprendió de él —al igual que Clausewitz— antes de su regreso a la Patria, en 1812.

Entre los más recientes conductores militares exitosos seguidores de Sun Tzu, Mao Zedong —también conocido como Mao Tse-Tung— fue quien lo reinterpretó y tradujo los principios del Maestro al ámbito de la guerra revolucionaria. En sus “Cinco Escritos Militares” Mao explicita —para sus Oficiales Milicianos durante la “larga marcha”— el pensamiento del mítico estratega oriental, actualizándolo a su tiempo y a la guerra insurgente: “lograr la victoria con el mínimo derramamiento de sangre”. La estratagema (1) y el engaño debían reemplazar a la debilidad cuantitativa y cualitativa de los revolucionarios marxistas.

El desembarco de China en nuestra región y particularmente en nuestro país —en la posguerra fría— nos llevó a dedicarle varios ensayos en los últimos años: —en www.ieeba.org—.

  • “La Seguridad Estratégica de la Región en el Nuevo Escenario Internacional”. Enero de 2002.
  • “El Nuevo Ordenamiento Internacional Posterior a la Intervención de EE.UU. y de sus aliados en Irak”. 21 de mayo de 2003.
  • “Estrategia para la Convivencia en Paz”. 27 de octubre de 2007.
  • “La Situación Estratégica del Atlántico Sur en el año 2012”. Agosto de 2012.
  • “La Dirigencia Argentina Frente a las Guerras del Siglo XXI”. Diciembre de 2015.
  • “La Geopolítica del ´Virus Chino´”. Mayo de 2020.
  • “Un Análisis Estratégico del Vacuna-Gate”. Marzo de 2021.
  • “El Encuadramiento Geopolítico Internacional de la Actual Situación Estratégica Argentina”. Marzo de 2021.
  • “Las Guerras Híbridas en el Ámbito de una Nueva Guerra Mundial”. Abril de 2021.
  • “Mientras China acelera la Ocupación de la Anilla Externa del Rimland, el Foro de San Pablo Acelera la Contraofensiva Revolucionaria en Colombia”. Mayo de 2021.
  • “Las Guerras Asimétricas de Séptima Generación en Iberoamérica y la Argentina”. Mayo de 2021.
  • “¿Cómo Salimos de la Ciénaga…que Supimos conseguir…? Agosto de 2021.

El título de este primer punto —“la cultura es lo que importa”— reproduce el título del último libro de Samuel Huntington (2) —en colaboración con Harrison—. Con su subtítulo —“la cultura da forma al progreso”— coinciden en un todo con el fin que perseguimos en este punto. Conocer a China es conocer a su cultura, es decir, a su identidad, que por supuesto, no es la nuestra. Advertimos esto, pues existe una intención kk de reemplazar a nuestro sistema político, tomando como modelo al régimen chino.

El sanjuanino Gioja —ex presidente del PJ— lo expresó así: «China y el PCCh son referentes a mirar siempre y a seguir su ejemplo». “El Gobierno del PJ busca implementar el sistema comunista chino en Argentina” (8).

Toda cultura reconoce como origen y sostén a una religión. En el caso chino se trata de varias religiones: el confucionismo (3), el taoísmo (4) y el budismo (5). El sincretismo religioso prevalece en la China actual, pero la influencia confuciana en la cultura se traduce en la aceptación del “autoritarismo político”, que tiene su ratificación en la aceptación del “partido único” (6) y en la reciente decisión del Legislativo de otorgar la permanencia sin plazos de Hi Jinping en el poder (7), lo cual es lo más parecido a una dictadura.

Los argentinos vivimos en el Occidente Cristiano —desde siempre— y este se define en el siglo XXI por:

    • Basar su filosofía en la herencia de la Antigüedad Griega.
    • Basar su jurisprudencia en el Derecho del Imperio Romano.
    • Basar su teología en la tradición judeocristiana.
    • Basar su concepción artística en el Renacimiento europeo.
    • Basar su pensamiento sociológico en la Ilustración francesa.

Como es fácil de observar, nuestro cimiento cultural no responde a lo establecido por el sincretismo religioso chino. La superficial pretensión ideológica del salto de garrocha que pretende la actual dirigencia “pseudo-revolucionaria” argentina es absurda e intrínsicamente perversa (9) y solo encubre la búsqueda desesperada de la impunidad de “Ella”.

La admirable ineptitud y liviandad que demuestra diariamente “Tartufo” solo puede tener una explicación en el “contrato” que lo llevó a la presidencia: lograr la absolución de “Alí Babá y los Cuarenta Ladrones” a través de la eliminación rápida de nuestro sistema constitucional, con lo cual se eliminarían las decenas de causas kk que transitan por los Tribunales. No hay otra explicación ante tanta e inconcebible torpeza gubernamental.

En la perversa necesidad de la “modernización” del instrumento jurídico Estado, que solapadamente pregonan, se encuentra la razón de ser del sorpresivo “dedazo” que, desde la nada, encumbró a “Tartufo” en la presidencia y le obliga a renegar de su dignidad, de su hombría y de su dudoso honor, para cumplir con el objeto del “contrato”: destruir a las instituciones, la cultura, la economía, la credibilidad del país, la esperanza de los ciudadanos y un largo etc., para justificar o legitimar el oportuno salto de garrocha geopolítico que nos lleva a una órbita ajena a nuestra cultura/identidad, fuera de la esfera de influencia Hemisférica Occidental y a transformarnos —a la cabeza del Foro de San Pablo— en la piedra en el zapato de EE.UU. en su actual disputa por la hegemonía mundial, con el emergente Imperio Chino.

Hace pocas semanas el principal asesor de Seguridad Nacional de Washington vino a Buenos Aires para advertir a la Casa Rosada acerca del peligroso rumbo de nuestra Cancillería. Sin embargo el “instituto patria” —luego de la advertencia— obligó a redoblar apuestas.

2. China: el Imperio del Centro (10)

Por más que la palabra China se haya extendido a la mayoría de las lenguas occidentales, los chinos nunca llaman así a su país. Para ellos es Zhōngguó, que en traducción literal significa algo así como “Estado del Centro”, “poder central” y, más tarde, “nación”. La apelación al centro en Zhōngguó parece deberse a razones geográficas. ¿Dónde estaba inicialmente ese centro? Más o menos al sur del desierto de Gobi y al norte del Yangtsé, siguiendo la cuenca del río Amarillo.

Zhōngguó era un centro en torno al que deambulaban enemigos. La obsesión por distinguirse de ellos y mantenerlos a raya iba a servir de justificación —en diversas épocas— para construir secciones de lo que se convertiría en la “Gran Muralla”. Con los siglos, el radio que salía del centro se amplió hasta las fronteras actuales de la República Popular que responden —con escasas diferencias— al territorio controlado por el emperador Kangxi —1661/1722—, de la dinastía Qing. Con él, Zhōngguó se convirtió en el Imperio del Centro, lo que sancionaba su hegemonía secular en Asia Oriental.

China siempre se auto percibió como “centro” o eje del mundo civilizado. Siendo una de las más antiguas culturas, su civilización fue una de las más avanzadas del orbe. Sin embargo ingresó a una etapa de oscura decadencia. La explicación del siglo largo en que China estuvo a punto de desaparecer como nación —entre las guerras del opio y la formación de la República Popular actual— la buscan los chinos —ya sean comunistas o nacionalistas— en los tratados desiguales con que las potencias imperiales impusieron un dogal de miseria, oprobio y atraso a su país.

Sin duda que todo ello los afectó, pero esa explicación renguea. ¿Por qué no pudo Zhōngguó, ya convertido en el Imperio del Centro, resistir la presión extranjera? Desde las guerras del opio la dinastía Qing no ganó una sola a los kwai —diablos blancos—. Contaba con una tecnología militar caduca, pero el rezago venía de más lejos. Durante más de dos mil años China se había organizado sobre una agricultura pasablemente productiva, cuyo excedente lo distribuía y se lo apropiaba una elite burocrática que tenía a raya el brío patrimonialista de los terratenientes. En la cumbre, un emperador sostenía el artilugio mientras duraba el mandato del cielo. Pero eso ya no valía.

El gran sismo de la historia china del siglo XIX no fue el saqueo del Palacio de Verano de Pekín (1860), sino la guerra civil conocida como la Rebelión de los Taiping (1850-1864). Ambos bandos creían tener buenas razones para luchar y lo hicieron sin escatimar vidas. Aun sin artillería ni aviación, la guerra causó bajas estimadas entre veinte y treinta millones de personas, casi la mitad que en la Segunda Guerra Mundial.

Los años posteriores no supusieron una mayor presencia internacional de China, sometida a largos conflictos en el interior de su territorio: luchas entre señores de la guerra, invasión japonesa entre 1930 y 1945 y guerra civil entre los comunistas seguidores de Mao Zedong y el Kuomintang (nacionalistas) de Chiang Kai-shek, entre 1945 y 1949.

El repliegue hacia el interior continuó durante la era maoísta —1949/1976— pero el peso internacional del país más poblado del mundo se hizo sentir en algunos conflictos —guerra de Corea 1950/1953— en apoyo a los partidos comunistas o a sus escisiones maoístas; en el aliento a los movimientos anticolonialistas que siguieron a la GM II, en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con EE.UU. tras el viaje de Richard Nixon —1973— o en su acceso a la ONU, como única representante de China.

Sin embargo es difícil no ver en la política exterior maoísta un retorno a la misma orgullosa soledad que había caracterizado a las dinastías imperiales. Contrariamente a lo realizado por la URSS, China no salió de sus fronteras a difundir su revolución. El “maoísmo internacional” fue y es fruto de líderes revolucionarios autónomos.

La era de reformas —con Deng Xiaoping— supuso una pasividad internacional aún más intensa, bajo el lema “Estrategia de Desarrollo Independiente y Pacífico” que permitió a China concentrarse sobre su propio crecimiento económico. Tras la masacre de Tiananmen —1989— Deng siguió insistiendo en su postura de vivir y dejar vivir, defendiendo una política de no intervención en los asuntos internos de otros países.

Su archifamoso pragmatismo le llevó así a contentarse con la reunificación de su país —fin de la ocupación colonial en Hong Kong y Macao, el intento de retorno de Taiwán a la patria común— y a una oposición de baja intensidad al hegemonismo o protagonismo internacional de Occidente, en especial de EE.UU.

El portentoso crecimiento económico de China en las últimas décadas empujó a sus sucesores a ingresar —con paulatina intensidad— en los asuntos del comercio internacional, fundamentales para su estrategia mercantilista. Las exportaciones se convirtieron en un sector decisivo para la salud económica de China y así, poco a poco, el país se incluyó activamente en el nuevo orden económico internacional que siguió a la desaparición de la Unión Soviética.

Durante esos años EE.UU. se convirtió en lo que —con exageración “gringa”— se ha llamado “la hiperpotencia” y China —expectante ante la situación— continuó ampliando sus mercados, sin crear problemas especiales.

El ascenso económico de China y su próxima conversión en la mayor economía mundial, por un lado y los problemas de gestión económica tras la “Gran Contracción de 2008” en Occidente, especialmente en EE.UU. por el otro, dio lugar a una oportunidad única para impulsar el ascenso de China. Ello no debería ser objeto de preocupación, de no ser por las ambiciones de sus dirigentes.

Aunque hayan renunciado al sueño de la revolución mundial y que el socialismo con rasgos chinos no sea otra cosa que un ´capitalismo de compadres´ (11) o ´capitalismo de Estado´ —que es el objetivo de los kk— , no van a renunciar indefinidamente a hacer valer sus triunfos —para mejorar su posición— y tratar de recomponer eventualmente el papel central que durante siglos ocupó en Asia el Imperio del Centro.

Sin embargo, ser una potencia regional cuando el mundo es ya una aldea global, sería contentarse con poco. A quienes se creen legítimos herederos del Imperio del Centro no les bastaría con otra cosa que con la hegemonía mundial. La cuestión empero no sería de preocupar, salvo por el hecho de que esos herederos no creen en la democracia ni en el imperio de la ley.

El cambio de actitud no ha tenido que esperar al ascenso de Xi Jinping a la cumbre. Ya se había hecho notar durante el liderazgo de Hu Jintao. En 2004 uno de sus consejeros hablaba de la necesidad de pasar del lema de Deng, al de Ascenso Pacífico, una política orientada a convertir a China en una gran potencia.

China no iba a limitarse a su papel de líder económico: tenía que convertirse en un actor militar decisivo. Desde 2010 esa meta se ha impulsado con fuerza y, tras la llegada al poder de Xi Jinping China muestra con toda claridad su deseo de ser considerada una de las grandes potencias en un mundo multipolar.

Hace pocos años, Joseph Nye (12) distinguía entre “poder duro” y “poder blando”. En realidad, no hacía sino recordar que el poder se ejerce por coacción y por influencia, una distinción al menos tan antigua como Tucídides. Sin embargo el progresismo internacional —que tiene a Davos como referencia, ´la davosía´— se arrebató, porque al igual que Nye participaba de la ridícula ilusión —al igual que los políticos argentinos— de que al poder duro lo había jubilado —definitivamente— el arco justiciero de la historia.

Los chinos —tal vez porque han leído a Sun Tzu— no son tan cándidos. La verdadera garantía del poder está en la violencia legítima y su prelación sobre la influencia está en la naturaleza de las cosas. Mao lo formulaba así: «El poder político brota del cañón del fusil».

Xi Jinping ha precisado —por la vía de los hechos— las nuevas aspiraciones de China. Su “sueño chino”, definido como el rejuvenecimiento de la nación, deja lugar a pocas dudas. China tiene que volver a ser el Imperio del Centro, un centro cuyo radio aspira a extenderse al universo mundo.

Xi ha buscado y busca tiempo. Si su estrategia está clara, la táctica tendrá que adaptarse a las oportunidades que surjan. Por el momento, dos objetivos regionales se perciben con claridad para el mediano plazo. Uno es la sempiterna reivindicación de la unidad nacional y tiene a Taiwán en el punto de mira. El otro, extender la presencia militar china a los mares cercanos. La garantía de ambos depende de situar en primer plano a la Defensa Nacional.

Conflictos territoriales en el Mar del Sur de China

China ha aprendido del RU y de EE.UU. que no es posible imponer su hegemonía sin una presencia activa en el aire y en los mares. Los cambios tecnológicos han impulsado —esta vez radicalmente— la obsolescencia de las políticas aislacionistas, cuyo epítome fue la construcción de la Gran Muralla.

China necesita desesperadamente romper la primera barrera insular para tener paso franco hacia los mares del mundo, ante todo el Pacífico. El control del Mar del Sur y, más aún, la unificación con Taiwán, serían un paso decisivo hacia esa meta. Pero no basta. China necesita también imponer su predominio en el Pacífico Norte, donde el panorama es más complejo. Las dos Coreas y Rusia cortan la salida al mar, desde Manchuria. Los puertos chinos más septentrionales están en Tianjin, Lushun —el antiguo Port Arthur— hoy una importante base de la flota y Dalian; todos ellos justo en el paralelo 39N. Vladivostok está en el 43N.

Japón tapona la salida hacia el nordeste, entre los paralelos 45N y 33N. En 2012 se produjo una seria crisis entre Japón y China por ocho islas deshabitadas que los japoneses llaman Senkaku y China Diaoyu. El archipiélago se encuentra al sudoeste de Okinawa, a poca distancia del norte de Taiwán y pertenece a Japón. Desde entonces, China ha enviado a la zona barcos a los que llama guardacostas, pero que son navíos de guerra camuflados.

Estos y otros incidentes han aumentado considerablemente la tensión en el Pacífico Norte y su repetición hace temer que cualquier imprevisto pueda desencadenar una respuesta armada por uno u otro lado.

Los dirigentes chinos no dejan de tener en cuenta esa posibilidad porque, también en el caso de Japón, EE.UU. se vería obligado a afrontar una guerra según el “Tratado de Cooperación y Seguridad Mutua” que entró en vigor en mayo de 1960. Aunque la interpretación de su Tratado de Seguridad con Corea del Sur sea menos terminante, sería difícil que EE.UU. no se viese también implicado en una guerra entre ese país y su vecino del norte. Son consecuencias que China toma en cuenta.

En resumen, todo hace pensar que para los dirigentes chinos el eslabón más débil en la cadena que representa la primera barrera insular se encuentra en el Mar del Sur, donde la diversidad de intereses nacionales, la debilidad de los gobiernos locales y las decisiones imprevisibles de sus líderes pueden animarla a una estrategia de hechos consumados.

“El Indo-Pacífico es un espacio geopolítico único que alberga múltiples contenciosos. China supera numéricamente a Estados Unidos en buques, pero no en capacidades, como consecuencia de la ventaja tecnológica norteamericana” (13).

A su llegada al poder Xi Jinping se presentó como un reformador. Conviene precisar: Xi no ha hecho ninguna de las reformas prometidas cuando de ellas pudiese derivarse menoscabo para el poder institucional del Partido Comunista o para los intereses nacionales de China, tal y como los entiende el Partido Comunista; pero sí ha emprendido reformas que contribuyen a mantener el primero y aumentar los últimos.

Uno de los sectores en los que ha tomado un gran número de iniciativas llamadas a desperezar el funcionamiento de la institución, ha sido en el de las fuerzas armadas.

Será el ejército de tierra quien inicialmente experimente los mayores cambios. Sus efectivos previos a la reforma se cifraban en 1,55 millones, organizados en cuerpos de ejército según el tradicional modelo soviético. Un cuerpo de ejército solía contar con entre treinta mil y cien mil efectivos. Ese tamaño —demasiado grande para maniobrar con facilidad— ha sido sustituido en muchos países por una combinación de tecnología y unidades más eficientes: las divisiones.

De esta suerte los actuales dieciocho cuerpos de ejército se reagruparán en un número de entre veinticinco y treinta divisiones. El sistema de mando será también más ágil, con mejores y más rápidas comunicaciones entre las divisiones y los teatros de mando y, por supuesto, con el Estado Mayor Conjunto.

En conclusión: Xi retiene el mandato histórico del “Imperio del Centro”, pero tiene muy en cuenta la experiencia del aislamiento provocado por la “orgullosa soledad”. Debe conjugar las experiencias del pasado lejano y reciente, con las oportunidades de los nuevos tiempos, sin olvidar a Sun Tzu. La continuidad del desarrollo chino le exige la expansión. Necesita abrir caminos para obtener la energía y los alimentos para mil cuatrocientos millones de habitantes y de los mercados, para su producción. Para ello construye un moderno sistema de disuasión militar y paralelamente un amplio “soft-power” que tiene como eje a “los caminos de la seda”, terrestres o marítimos.

Este proyecto estratégico resuelve en gran parte a los naturales bloqueos —en sus cuatro puntos cardinales— abarcando la totalidad de Asia, Europa y África. El apresurado y desprolijo retiro de EE.UU. de Afganistán fue un “regalo” para XI, que ya está presente allí, en el único espacio de comunicación del Asia Central con las “aguas calientes”. Además, los informes indican que hay reservas minerales por un valor de US$ 850.000 millones: hierro, cobre, litio, cobalto y tierras raras. La inexplicable “incoherencia” de Biden, es que una de las principales razones de su retiro ha sido la necesidad de reunir a sus FF.AA. ante el desafío chino.

En los últimos meses China ha mostrado problemas para mantener el ritmo de sus exportaciones y muestra a una “sociedad volátil”. Hay analistas (14) que advierten “agitación de emociones” por parte de Xi, que podrían conducir a “un nuevo gran levantamiento”. ¿Habrá tomado nota nuestra Embajada en Beijín? Podrían quedar —los kk— colgados del pincel.

3. China y la contrarrevolución iberoamericana en la “anilla externa”.

Con referencia a la presencia china en Iberoamérica, el 21 de marzo de 2021 le dedicamos un ensayo específico —el Nro. 8 de la Pág. 2— que expresa —en parte— en su Punto 3:

Los caminos contemporáneos
Para sus críticos es un proyecto para dominar el mundo; para sus defensores facilita el desarrollo de regiones olvidadas.

“China con una estrategia indirecta —progresivamente— ocupa espacios llaves en la “anilla exterior” a través de una maniobra planetaria que la posiciona como gran potencia.

La “revolución socialista iberoamericana” se ha enancado en dicha maniobra y Beijín, apelando a su milenaria cultura la explota, pero no se compromete. ¿Hasta dónde llegará la hipócrita intencionalidad de los KK? Acaban de nombrar en Beijín a un joven chinólogo —Vaca Narvaja—, “embajador especializado” formado desde en su niñez en La Habana.

La práctica negociadora china —exclusivamente mercantilista— ignora aquellas acciones violatorias del Derecho Internacional o de los Derechos Humanos de sus contrapartes. Tal ha sido el caso de su relación con Chávez y Maduro. Hoy Venezuela debe US$ 60.000 millones a Xi y por ello se hizo cargo de PDVSA, para cobrar las acreencias de los últimos veinte años. Ese desembarco se está desarrollando en conjunto con el aliado ruso, que tiene allí intereses y tropas que acompañan a las cubanas establecidas en Caracas hace veinte años.

En la Argentina el encubierto gobierno de Ella está demoliendo lo que queda de la economía “de mercado”. Es condición necesaria para dar “el salto de garrocha” —que venimos anticipando en los últimos meses— y así legitimar el desembarque chino en nuestro país —sumido en un caos provocado—, para pasar —sigilosamente— a la órbita imperial de Beijín y al “capitalismo de Estado”, redentor de la Argentina Nac&Pop, que estrenaría simultáneamente una nueva Constitución Nacional, hecha a medida, si lograran triunfar en las elecciones de medio tiempo.

Es la fórmula que anticipan los enérgicos últimos discursos de Ella —que ignoran a Tartufo— y los hechos —dosificados— que ejecutan los alfiles alquilados. El nombramiento del nuevo ministro de Justicia es sumamente elocuente, frente a las eventualidades inmediatas.

Mientras tanto y navegando en superficie, la oposición complaciente sigue descansando y ejercita el diálogo. Vive en un aletargado período sabático, plagado de anécdotas televisivas.

El cambio del sistema político es la maniobra central —y única— que persigue el “gobierno de científicos”, conducido desde el “Instituto Patria”. Ello explica lo inentendible: la más absoluta ineficiencia y pasividad en todos los frentes del gobierno de Tartufo. El cambio de Constitución, un nuevo alineamiento regional con las autocracias y el cambio de inserción internacional, encubren la absolución de Ella y su encumbramiento histórico: la heroína que logró —luego de setenta años de luchas revolucionarias— los fines últimos de la Revolución Socialista Iberoamericana.

Se consagraría así el encuentro combinado de la compleja contraofensiva revolucionaria regional/local —encubierta por los kk— con la maniobra exterior —planetaria— de la súper potencia “in partibus”. Pero la salida de la zona de seguridad de Occidente no será fácil ni gratuita. Un Lula políticamente rehabilitado les será imprescindible. Y el Foro de San Pablo —FSP— deberá garantizar la contención de la reacción de los pueblos, cosa que por el momento pareciera imposible.

El avanzado posicionamiento internacional de Xi —en toda la “anilla exterior”— prevé acuerdos en infraestructura, energía, minería, transporte y exportaciones de alimentos. En la Argentina el acuerdo porcino y la construcción de la central Nuclear IV —en Campana— son los dos más importantes. Contemplan inversiones por US$ 30 mil millones. Además de lo invertido por Beijín en nuestra Patria en las últimas décadas, BAE NEGOCIOS nos hace saber que el gobierno, en una videoconferencia con la “Academia China de Ciencias Sociales” realizada la semana pasada —19/23 de marzo de 2021—, manifestó que “hay más de 20 proyectos relacionados con la energía y la infraestructura que se están negociando” con China. Con una economía golpeada por el coronavirus, Alberto Fernández busca aumentar la cooperación con el país gobernado por Xi Jinping en una unión similar a la ‘alianza estratégica integral´ que sellaron Argentina y China durante el gobierno de Cristina Kirchner”.

La “Anilla Externa” abarca al “New World”, que contiene a nuestra Iberoamérica.

Cuando faltan escasos días para las “PASO” llama nuestra atención que periodistas y políticos de primera línea se preguntan en los medios por la “inentendible” conducta actual del gobierno y su falta de “sentido común”. Hay una explicación para ello: han apoyado a los kk —con todo entusiasmo— en la política de derechos humanos del enemigo, a la consecuente destrucción total de la Defensa Nacional y, con ello, a la Inteligencia Estratégica. Deambulan a ciegas. Podría tratarse de un dramático “transvasamiento ideológico inadvertido”.

Nuestra dirigencia —en gran número— ha perdido la noción de la realidad en la que vivimos. Ignoran absolutamente nuestro “doble estado de guerra” —en una situación de doble posguerra— y a las serias acechanzas estratégicas de nuestra Patria. No escuchamos una sola palabra —en los repetitivos y vacíos discursos preelectorales— acerca de la contraofensiva revolucionaria lanzada por el “FSP” en julio de 2019 y hoy en pleno desarrollo regional y local.

Son “políticamente muy correctos”. Les puede ocurrir —si la ciudadanía no los salva— lo que les fue advertido al Tribunal que osó preguntar a Ella “si iba a responder preguntas” y que —como respuesta— fue duramente apostrofado: quienes deberán responder muy pronto, son ustedes”. ¡¿Habrán entendido el claro el mensaje estos mansos togados y nuestros peligrosos “progres”?!

Para que reflexione nuestra dirigencia —en los álgidos días preelectorales que vivimos— vuelvo a citar la sentencia de Sun Tzu que encabeza a este ensayo. Allí encontrarán —muy probablemente— la explicación de su confusa perplejidad:

“Porque ganar cien victorias en cien batallas, no es la cumbre de la destreza.

Someter al enemigo sin luchar, es la cumbre de la destreza”.

 

* Oficial de Estado Mayor del Ejército Argentino y del Ejército Uruguayo. Ha cursado las licenciaturas de Ciencias Políticas, de Administración, la licenciatura y el doctorado en Relaciones Internacionales. Se ha desempeñado como Observador Militar de la ONU en la Línea del Cese de Fuego del Canal de Suez. Comandó tropas de llanura, montaña, aerotransportadas y mecanizadas.

 

Citas

(1). Estratagema: acción hábil y engañosa para conseguir algo, especialmente la operación o maniobra militar de guerra que se realiza para atacar por sorpresa al enemigo, capturarlo, desarmarlo, etc., al menor costo.

(2). S. Huntington y L. Harrison. “La Cultura es lo que Importa”. Buenos Aires: Planeta, 2001.

(3). Confucionismo: hace hincapié en los rituales formales de todos los aspectos de la vida, desde casi las ceremonias religiosas de estricta cortesía y deferencia a uno de los ancianos, especialmente a los padres y al Estado en la forma del Emperador. Fue la religión oficial de China hasta 1912, cuando se proclamó la República. Desde entonces es un Estado ateo. El 67,5% de la población se declara creyente y en su mayoría revistan en un sincretismo, con fuerte tradición confuciana.

(4). Taoísmo: al principio no era una religión sino un sistema filosófico que surgía de las creencias más primitivas. Esta religión se inspiró en las primeras religiones que aparecieron en China, que practicaban el culto a la naturaleza y a los antepasados. No tiene unas normas o ceremonias definidas: tan solo hay que seguir el ‘tao’el “camino” y dejarse llevar por el ritmo de natural de las cosas.

(5). Budismo: el budismo es la religión más importante de China y la que cuenta con más seguidores. Sin embargo, no es originario de este país, sino de la India. El culto budista se introdujo en China a medida que se conquistaban nuevos territorios y a través de la Ruta de la Seda. Con el paso del tiempo, el interés por el budismo creció y se construyeron templos por todo el país. El budismo que se practica en China también ha tomado ideas y principios de otras creencias y existen distintas versiones de esta religión.

(6). Partido Comunista Chino: los partidos democráticos —ocho— son amigos íntimos del PCCh y partícipes del poder en unidad y cooperación con éste, en vez de ser partidos de oposición o fuera del gobierno.

(7) El Partido Comunista de China (PCCh) propuso y logró eliminar una cláusula de la Constitución que prohíbe a un presidente estar en el cargo más de diez años, un total de dos mandatos consecutivos. Disidentes y observadores de la política china consideran esta decisión un “paso hacia la tiranía, mientras el gobierno defiende la acción como una herramienta para mantener la estabilidad».

(8). E. Simón. “Gioja reveló que el Gobierno del PJ busca implementar el sistema comunista chino en Argentina”. El País Diario, 03/09/2021.

(9). Perversa: que corrompe las costumbres o el orden y estado habitual de las cosas.

(10). J. Aramberri. “El Imperio del Centro”. Revista de Libros, 01/04/2017. (J. Aramberri —desde 2009— es el decano de la Facultad de Lenguas y Estudios Culturales en la Universidad Hoa Sen en Saigón, Vietnam. Anteriormente fue profesor de Turismo en la Universidad Drexel en Filadelfia. Es profesor honorario de la Universidad Dongbei de Dalian y de la Universidad del Suroeste en Chengdu, ambas en China).

(11). M. Pei. “China’s Crony Capitalism. The Dynamics of Regime Decay”. Cambridge y Londres, Harvard University Press, 2016.

(12). J. Nye. Actualmente profesor en la ‘Kennedy School of Government’ de la Universidad de Harvard.

(13). Aznar Fernández Montesinos F. “Geopolítica naval del Indo Pacífico”. Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), 08/09/2021.

(14). Chang G. G. “El Xenófobo Plan Chino para Cerrarse al Mundo”. Gatestone Institute. N.Y., 04/09/2021.

 

Artículo publicado por el 08/09/2021 por el Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires, (IEEBA).

 

LA ESPINOSA CUESTIÓN DEL MAR DEL SUR DE CHINA ENTRE JAPÓN, CHINA Y VIETNAM

Giancarlo Elia Valori*

Japón es un país insular largo y estrecho de norte a sur y más estrecho de este a oeste. Su superficie terrestre (377.975 kilómetros cuadrados) es poco mayor que la de Italia. Limita con el océano Pacífico hacia el este y mira a través del océano a los Estados Unidos de América hacia el este; al oeste se enfrenta a China, la República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte) y la República de Corea (Corea del Sur), así como a la Federación de Rusia por mar pero sin profundidad estratégica.

El surgimiento del Japón moderno durante la Restauración Meiji lo elevó en ese momento al rango de “fundación de todas las naciones asiáticas”. Abrió miles de múltiples medios político-militares y extendió el prestigio del país en todas las direcciones. Al hacerlo, mostró la intención de Japón de ir más allá de su archipiélago japonés y extenderse en el extranjero.

Esto fue confirmado, de hecho, por las formas de política continental, proponiendo una línea de soberanía de defensa y la teoría de la Esfera de Co-Prosperidad del Gran Asia Oriental o Esfera de Prosperidad Colectiva del Gran Asia Oriental, mostrada en la década de 1940.

En respuesta a la situación en el Lejano Oriente después de la Primera Guerra Mundial, Japón implementó una estrategia de moverse de Norte a Sur y en la Segunda Guerra Mundial se fijó el objetivo de trasladar sus intereses a la República de China. Cuando las fuerzas armadas invadieron una China dividida internamente, debido a la falta de recursos internos de Japón, la situación económica de autosuficiencia se vio seriamente cuestionada, con los resultados que todos conocemos.

La República Socialista de Vietnam se encuentra en la parte oriental de la península de Indochina, limitando con China al norte, Laos y Camboya al oeste y el mar de la China Meridional al este y el sur. Cubre un área de 331.212 kilómetros cuadrados (también un poco más que la de Italia). Su costa tiene una longitud de 3.260 km (excluidas las islas), y el país se extiende 1.600 kilómetros de norte a sur: su punto más estrecho es de 50 kilómetros.

Las montañas son altas en el oeste y bajas en el este. Tres cuartas partes del territorio es montañoso. A mediados del siglo XIX, Vietnam no tenía ningún concepto de economía marina o comercio. Sin embargo, con la ocupación de algunas áreas e islas ricas en petróleo y gas en el mar del Sur de China, así como a través del desarrollo privado, Vietnam obtuvo enormes beneficios económicos, y ha formulado una serie de políticas marinas desde la década de 1960.

En 2007 aprobó un proyecto de desarrollo marino con 2020 como objetivo. Con la planificación estratégica persiguió incansablemente los objetivos de una “potencia marítima” y adoptó una política para desarrollar firmemente la economía marina, combinando la economía marina y marítima con la defensa y la seguridad nacionales. Vietnam no se rindió y luchó por cada centímetro cuadrado de tierra insular, con el objetivo de obtener una posición estratégica favorable y ventajas prácticas.

A medida que crecía la conciencia de la soberanía marítima, en medio de feroces conflictos de intereses nacionales y cambios drásticos en las relaciones geopolíticas internacionales y regionales, Japón y Vietnam se encontraron en el Senkaku (chino: Diaoyu), Paracel (chino: Xisha Quan; Vietnamita: Hoàng Sa) y Spratly (chino: Nansha; Vietnamita: Islas de Truong Sa).

Ha habido un debate abierto sobre la cuestión de la soberanía. Hasta ahora, las disputas entre China y Japón sobre la propiedad de las islas del mar del Sur de China no se han resuelto adecuadamente. La soberanía de las islas del mar del Sur de China se ha convertido en un grave problema que desafía las relaciones bilaterales entre China y Japón, así como las relaciones bilaterales entre China y Vietnam.

De hecho, uno de los objetivos importantes para fortalecer las estrategias marítimas de Japón y Vietnam es el uso de los recursos de petróleo y gas, pero la disputa sobre la soberanía de las aguas territoriales y las zonas económicas exclusivas conexas es la cuestión más importante.

Con el desarrollo tecnológico, los recursos de la tierra se reducirán gradualmente y se agotarán. Los abundantes recursos del océano se convertirán en el último pedazo de territorio que puede ofrecer recursos a los países de la tierra. Es evidente que la división de las fronteras marítimas y la soberanía insular entre Japón y Vietnam implican los intereses fundamentales de las soberanías territoriales nacionales, y las diversas medidas y políticas marítimas adoptadas por estos dos países en el sector marítimo tendrán un enorme impacto en el mar del Sur de China. Este impacto es también la razón principal de la estabilidad del mar del Sur de China en el futuro.

Como se ha visto anteriormente, las cuestiones relativas al mar del Sur de China son complejas y el otro actor importante, a saber, los Estados Unidos de América, debe actuar con cautela y tomar precauciones al abordar la cuestión de estas costas. Además, la eficacia de su política en el mar del Sur de China también debe medirse por si favorece el logro de los objetivos estratégicos de los Estados Unidos sin entrar en conflicto con la República Popular China, sobre todo debido a la presencia de bases militares estadounidenses en la zona.

Ciertamente, los Estados Unidos utilizarán la llamada cuestión de soberanía del mar del Sur de China en la región de Asia y el Pacífico para incitar a los vecinos de China a corto plazo, pero hay que decir que a largo plazo la influencia de los Estados Unidos disminuirá gradualmente debido a cuestiones de mayor lejanía. El dominio está disminuyendo, y el curso de las relaciones internacionales está cambiando y rompiendo las hegemonías tradicionales.

Esta es la ley de hierro del desarrollo histórico. Por lo tanto, el ascenso de China debe garantizar la seguridad internacional y la fluidez del Mar del Sur de China. Japón y Vietnam son las principales razones que influirán en la estabilidad del Mar del Sur de China en el futuro.

Como resultado, China está intensificando la definición y aplicación de la estrategia económica militar y marítima del mar del Sur de China. Tener una fuerte capacidad oceánica es la expresión del valor integral y global de un país en política, economía y negocios, defensa nacional, ciencia y tecnología.

Con el rápido desarrollo de la modernización industrial mundial, China es un país económica y demográficamente rico. En el futuro, el mar del Sur de China será un canal importante que unirá a China con el resto del mundo. El mar del Sur de China y sus zonas costeras serán regiones estratégicas clave y cruzarán la construcción económica y la seguridad de la defensa nacional de todos los países que lo bordean.

La fluidez y la prosperidad son también el objetivo final del ascenso de China. Por el contrario, una vez que se produzcan guerras y conflictos en estas zonas, afectarán y advertirán a la economía y la seguridad de la defensa nacional de China. Por lo tanto, la estrategia militar en el Mar del Sur de China supera el valor económico, si este último no está adecuadamente protegido.

La confrontación por el mar del Sur de China no se limita a una estrategia específica en el ámbito de la economía marítima, sino a una estrategia de desarrollo mutuo que encarna la voluntad de los países costeros que, frente al océano, se enfrentan a su propio futuro.

En la actualidad, la propia China está aplicando activamente su estrategia marítima, empezando por mantener y reclamar la soberanía sobre los territorios que tradicionalmente pertenecen a la Patria, mediante una presencia militar más avanzada. También se está uniendo a otros países en la exploración de petróleo y gas, así como en la minería, mediante el fortalecimiento de la investigación y el intercambio basado en principios históricos y legales.

El fortalecimiento de su presencia, también a través de la construcción de zonas costeras, costeras e insulares, es una marcha gradual hacia mares profundos y distantes, en línea con los intereses de desarrollo del mar del Sur de China.

Las provincias y ciudades de los países ribereños del mar del Sur de China también están considerando el desarrollo de la economía marina como un objetivo importante, porque el océano es un recurso estratégico para el desarrollo sostenible de la humanidad y pertenece a todos.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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LA ESTRATEGIA DEL CONSEJO NACIONAL DE MALVINAS – PARTE 4

César Augusto Lerena*

El entonces presidente Carlos Saúl Menem con la embajadora Susana Ruiz Cerutti.

Del pensamiento de sus integrantes podemos imaginarnos el futuro de Malvinas

De L’Éminence Grise en los Acuerdos de Madrid a miembro del Consejo Nacional de Malvinas

 

En línea de seguir relatando hechos en los que participaron algunos de los miembros seleccionados para integrar el Consejo Nacional de Malvinas (a 6 meses y 24 días de sancionada la ley 27.558) que coordina el secretario de Malvinas Daniel Filmus, de modo de poder imaginarnos, cuál podría ser la política diseñada por este Consejo destinada a recuperar Malvinas. Uno de ellos, es la embajadora radical jubilada Susana Myrta Ruiz Cerutti, que ha participado activamente en el diseño de las políticas de la Cancillería argentina en los últimos cuarenta y cinco años.

¿La selección de Ruiz Cerutti para el Consejo es una sorpresa, o no? Fue funcionaria en cargos o misiones jerárquicas en la Cancillería durante el Proceso Militar y en todos los gobiernos democráticos desde Alfonsín a Macri y ahora con Alberto Fernández. Casi eterna directora de la Consejería Legal; secretaria de Relaciones Exteriores durante los gobiernos de Alfonsín y de la Rúa y ministra post Caputo.

Ha sido multipremiada y se le reconoce un conocimiento superlativo del derecho internacional público aunque, es difícil imaginar, cómo se concilia su aporte jurídico, con su aceptada condición de radical (UCR); es decir, que, pese a su condición de funcionaria de carrera, tiene una posición política manifiestamente antagónica con el Partido Justicialista, el Frente para la Victoria y el ahora Frente de Todos y, supongo también, con las políticas del proceso militar. Es evidente, que no es lo mismo ser un embajador de carrera (aunque algunos destinos sean muy sensibles), que ocupar los lugares más importantes de la Cancillería: ministra, secretaria de Estado y directora de la Consejería Legal. Si bien centraré su protagonismo entre los años 1985 y 1989, nada de lo que ocurrió durante sus 45 años en la Cancillería y en la política exterior argentina le fue ajeno; más bien todo lo contrario, la tuvo como protagonista y, en el caso de la gestación de los Acuerdos de Madrid, como una de las principales asesoras.

Esta gran pragmática de la política diversa estuvo bajo las órdenes de casi todos los cancilleres y vicecancilleres que manejaron las relaciones exteriores argentinas en los últimos años, desde Nicanor Costa Méndez hasta hoy Felipe Solá. “Sería exagerado decir que el nombre de cada uno de los Cancilleres remite a una política exterior distinta (…) pero la lista evoca directrices mutantes, incluso contrapuestas” (Pablo Mendelevich “¿Más cerca o más lejos?”. Di Tella en los medios. La Nación, 1/04/2012).

Caputo la recuerda a su lado durante las largas sesiones en Diputados, donde concurrió más de una vez para ser interpelado. “Susana se sentaba conmigo y me daba tranquilidad. Con ella cuidándonos las espaldas sabíamos que no había riesgo de que entrara ningún cañonazo (se supone los de los peronistas que hoy la convocan al Consejo). Sin embargo, y más allá de las idas y venidas, desde siempre sigue de cerca el conflicto con Gran Bretaña. De hecho, actualmente (NdA: en ese entonces) integra el Consejo Consultivo sobre Temas vinculados al Atlántico Sur junto al embajador Horacio Basabe, su principal colaborador en todos estos años, con quien ‘andan siempre juntos’ (…) con años de pragmatismo diplomático a cuestas, nadie puede asegurar que el calificativo no se deba en realidad a las célebres palabras de este pensador español: Yo soy yo y mi circunstancia (Adriana Balaguer, La Nación, 30/12/2012).

Ernesto de la Guardia el mentor. La Ley 17.094 y la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR)

Ruiz Cerutti considera su maestro al embajador Ernsto de la Guardia (Leopoldo Godio, p. 128, 2018) y, al respecto, son interesantes las consideraciones de Roberto Roth que dan cuenta que algunos diplomáticos habrían contribuido (entre ellos Ruiz Cerutti) a la transformación de las 200 millas de Mar Territorial Argentino en Zona Económica Exclusiva: “Por la Ley 17.094 de 1966 la Argentina proclamó su soberanía sobre las 200 millas, la que fue acatada por la URSS y por los restantes países que tenían actividad en nuestra plataforma. El Embajador de la Guardia intentó sabotear la decisión de proclamar la soberanía en las 200 millas, con la colaboración de Elsa Kelly. El 10 de diciembre de 1983 asume el presidente Alfonsín con el Canciller Dante Caputo y la Secretaria de Relaciones Exteriores Elsa Kelly (la misma que no había logrado impedir la sanción de las 200 millas como mar territorial, seis años atrás) quien designa Embajadora ante los Organismos Internacionales de Ginebra a Ruiz Cerutti; la Embajadora que firmaría la CONVEMAR. El referido de la Guardia, embajador en Moscú, firma un Convenio de Pesca con los rusos, donde se introduce la terminología empleada en la CONVEMAR (aún no aprobada en Argentina) de ‘Zona Económica Exclusiva’. ¿Quién la introdujo en este Convenio? Ciertamente no los rusos, que no eran firmantes de la Convención (otro tanto pasó con el Acuerdo con Chile sobre el Beagle). La Argentina aparece aquí renunciando tácitamente a su ejercicio de soberanía y reconociendo en forma tácita a la CONVEMAR. Ya a mediados de 1989, con la ‘pretensión inocente’ de fijar las Líneas de Base, ya se había intentado infructuosamente aprobar un proyecto de ley que reducía a 12 millas nuestro Mar Territorial, con lo cual se hubiera puesto en vigencia parcialmente la CONVEMAR, cercenando los derechos argentinos”. (César Lerena, “Malvinas. Biografía de la Entrega”, 2009, transcripción parcial). Roberto Roth amplía: “Las 200 millas argentinas, otra víctima del radicalismo. Tanto en la firma como en su ratificación intervinieron los radicales y los diplomáticos Elsa Kelly, Ernesto de la Guardia y Susana Ruiz Cerutti” (César Lerena, Ob. Cit.).

Este era el mentor de Susana Ruiz Cerutti. Para que vayamos conociendo a la alumna.

La CONVEMAR no estaba vigente en la Argentina y ya la introducían este grupo de diplomáticos en cuanto documento había. Mientras ello ocurría, ignoraban, pese a estar presentes, las muy importantes conclusiones y recomendaciones elaboradas por las Comisiones específicas de las 1ras. Jornadas sobre Problemática Pesquera realizadas en 1990, que se desarrollaron en la ciudad de Mar del Plata bajo el auspicio de la Presidencia de la Nación que, en su parte más saliente, decían: “…la CONVEMAR no rige, ni en el orden interno ni en el internacional, ni siquiera puede sostenerse su vigencia consuetudinaria, debido a la metodología de la negociación ‘global’ y por ‘consenso’. La legislación interna vigente contempla un mar territorial con una extensión de 200 millas, sin perjuicio de la libertad de navegación y sobrevuelo. Ello, a pesar de la existencia de un régimen diferencial en el espacio marítimo de 200 millas, limitando la navegación al tránsito inofensivo más restringido en un espacio determinado. Además, la Argentina, ha comunicado a las Naciones Unidas, que reclama el mar territorial de 200 millas, y como tal, figura en el informe publicado por la ONU en 1988”, quedando sin efecto siete años después con la ratificación de la Ley 24.543. En la recomendación, las Comisiones indicaron que: «no resulta conveniente la ratificación de la Convención, ni la adopción de la terminología empleada en ésta; debiendo insistirse en que la Argentina es titular de todos los derechos y potestades residuales, que no hayan sido expresamente delegados a la comunidad internacional o a terceros países”.

La influencia de los Consejeros Jurídicos en la Cancillería y la política nacional

Como dije, Ruiz Cerutti, aún radical, prestó sus servicios a todos los partidos políticos (sosteniendo posiciones políticas obviamente diversas) y también muchos de los cancilleres y vicecancilleres cumplieron al pie de la letra con sus opiniones jurídico-políticas. Es sabido que en los ministerios los asesores letrados suelen contribuir a las políticas de los ministros, pero en la Cancillería suelen fijarlas. Un ejemplo de ello es lo que refiere José Comas (El País, B.A. 26/5/1989) “El presidente argentino, el radical Raúl Alfonsín, designó para una situación de economía de guerra a su nuevo Gabinete de crisis, que debe gobernar el país hasta el próximo 10 de diciembre, fecha constitucional de culminación del mandato presidencial de seis años (…) La política exterior queda en manos de una mujer, Susana Ruiz Cerutti”. Aunque ya conocemos el fracaso de esta gestión, que motivó el adelantamiento de la asunción del presidente electo cinco meses antes (08/07/1989), sirvió para dejar claro el alcance de los consejeros legales y las limitaciones que muchos de ellos tienen en materia política.

Al respecto Leopoldo Godio (“El rol de los consejeros jurídicos en la política exterior argentina. El procedimiento decisorio entre 1983-1989”, UBA, 04/12/2018) indica que “resulta evidente que en el proceso decisorio de la Cancillería se requiere, explícita o implícitamente, la participación de la Consejería Legal (…). El Canciller recurre a su ‘mesa chica’ y en ella aparece como miembro permanente de ésta o, habitual funcionario de consulta, el consejero legal (…) Los entrevistados han destacado a distintos consejeros legales (…) que fueron ‘escuchados’ durante el ejercicio de la dirección: Hugo Caminos, José M. Ruda, Julio Barberis, Ernesto de la Guardia, José García Ghirelli, Elsa Kelly, Julio Barboza, Horacio Basabe y Susana Ruiz Cerutti, por mencionar algunos que continuaron la labor de Isidoro Ruiz Moreno (…) quien durante casi veinte años fue el titular de la Cátedra de Derecho Internacional Público de la Facultad de Derecho y, simultáneamente, un muy influyente Consejero Legal de la Cancillería. Isidoro Ruiz Moreno fue el primero en ocupar esta función en la Argentina, creada por el expresidente Alvear. De su labor se destaca su opinión requerida por el canciller Ruiz Guiñazú (1941), referida a la conveniencia de no declarar la guerra al Eje…”. Lo que deja en evidencia, hasta dónde pueden influir; incluso en tándem estos asesores como, por ejemplo, Ruiz Cerutti con Horacio Basabe en varias cuestiones o con Elsa Kelly.

Durante la Cancillería de Caputo, los cargos claves fueron ocupadas por personas ligadas al presidente, no necesariamente diplomáticos y, si bien se reconoció (…) la formación del ISEN en los papeles, el verdadero núcleo estructural de este ministro estuvo encabezado por Raúl Alconada Sempé y Lucio García del Solar e integrado por Jorge F. Sábato, Hugo J. Gobbi, Elsa D. R. Kelly, Alberto Ferrari Etcheverry, Jorge Romero, Adolfo Gass y Susana Ruiz Cerutti (L. Godio “El rol de los consejeros jurídicos…”,UBA, 4/12/2018). Ello continuó tras la renuncia del ministro de Relaciones Exteriores Jorge Taiana, donde el nuevo Canciller Timerman instrumentó la renuncia de aquellos diplomáticos que el expresidente Néstor Kirchner consideraba conspiradores, entre ellos Susana Ruiz Cerutti” (Agensur.info, 09/01/2013). La liberación de la Fragata la salvó de la purga, no sabemos si del calificativo.

Susana Ruiz Cerruti. Malvinas, los Acuerdos de Madrid, del Beagle, de Irán y de Nueva York

Hay quién refiere que a Ruiz Cerutti “nada le molesta más que la contradigan” y ella misma se debe considerar “uno de los consejeros legales más representativos de la historia” como Leopoldo Godio también la califica (Leopoldo Godio “El rol de los consejeros jurídicos…” entrevista a Ruiz Cerutti, 23/11/2017, UBA, 04/12/2018). Ahora bien, más allá de estos autocalificativos, parecen imprudentes las declaraciones de un funcionario de su jerarquía —que intervino en la redacción de los Acuerdos de Madrid— referirse a ellos públicamente en esta forma: “al gobierno (…) le preocupaba la visión o percepción que había en Londres sobre el tema Malvinas y que se reflejaba en un comunicado del Daily Telegraph del 28/12/1999 (La Nación, 27/10/2000): en los pasados tres años, la Argentina firmó un conjunto de acuerdos que se acercan al reconocimiento de una independencia de facto de las Malvinas (NdA: ¿como si ella no tuviese nada que ver?). Reconoció a los isleños derechos de pesca dentro de un radio de 150 millas, llegó a Acuerdos sobre la explotación de petróleo y gas que nuevamente considera a las islas como una discreta entidad y, en agosto, los pasaportes de los turistas argentinos visitantes de las islas fueron sellados por las autoridades migratorias de aquellas. Es decir, la Argentina ha aceptado si bien no con palabras, con hechos, que las Islas Malvinas son británicas” (Ruiz Cerutti, 2000:13). Feas declaraciones de quien debe tener reserva sobre cuestiones de Estado.

Ya entrando en la cuestión Malvinas, Ruiz Cerutti participó activamente en la etapa de desmalvinización junto a otros protagonistas como Caputo y Cavallo; aunque hubo muchos otros, que al calor de la política de entrega y humillación nacional, favorecieron los intereses británicos; enfrentados por un pequeño sector que defendió el interés nacional que bregaba por la soberanía plena del mar argentino, el archipiélago de Malvinas, la preservación de nuestra riqueza pesquera y la industria nacional (César Lerena “Malvinas Biografía de Entrega”, p. 37, Bouquet Ed. 2009). Funcionarios cercanos al ex secretario de Relaciones Exteriores Juan Archivaldo Lanús, en 1989 opinaban que “la política de Caputo fue un retroceso estratégico imperdonable y, la desmalvinización, era algo más que retórica” (Ámbito Financiero, p. 37, 13/07/1989).

Respecto a los infamantes Acuerdos de Madrid, Ruiz Cerutti “es una de las que más trabajó en su gestación junto a los embajadores Lucio García del Solar, José María Otegui; Horacio Basabe y Jorge Vázquez” (Clarín, 14/10/1989; La Nación, 16/10/1989).

No podemos dejar de recordar que en el período de Dante Caputo fue donde se comenzaron a pergeñar estos indignos Acuerdos que luego se consolidaron con Domingo Cavallo y varios diplomáticos remanentes de origen radical, que trabajaron en forma absolutamente antidemocrática ya que, ni siquiera, los Acuerdos de Madrid fueron aprobados en el Congreso de la Nación. El expresidente Arturo Frondizi, le dijo a Domingo Cavallo sobre estos Acuerdos: “usted es ministro de un gobierno peronista, le voy a leer entonces la opinión de una revista peronista. Tomé una revista y le leí, ‘los Acuerdos de Madrid son una traición a la patria’ y le dije: ‘para los peronistas usted es un traidor a la patria’ (César Lerena “Malvinas. Biografía de la Entrega”, Bouquet Ed. p.75, 2009).

A propósito de ello, Ruiz Cerutti estuvo presente en la cocina de los Acuerdos de Madrid con Caputo y también con Cavallo. La delegación argentina que participó en las negociaciones en Madrid, ya en los tiempos de este último, se formó con el Embajador jubilado Lucio García del Solar como jefe de la Misión, el director de Malvinas José M. Otegui, el Consejero Legal Horacio Besabe, el asesor “en temas de pesca” (¿?) Aldo Dadone y el Embajador ante las Naciones Unidas Jorge Vázquez (Clarín, 14/10/89) y, en los “últimos tiempos estuvo colaborando con el grupo la ex Canciller radical y actual Embajadora en Suiza Susana Ruiz Cerutti’” (La Nación, Gobierno, pág. 4, 16.10.89).

Ya me he referido en un artículo anterior (Parte 3 https://saeeg.org/index.php/2021/02/19/la-estrategia-del-consejo-nacional-de-malvinas-parte-3/ ) a los hechos negativos que ocurrieron durante el tiempo que estuvo Balza al frente de la jefatura del Ejército y también a la opinión del Dr. Julio Carlos González quien calificó a los Acuerdos de Madrid como ruines, ignominiosos y “redactados por el Foreign Office” (Ob. Cit. pág. 129) y que, a raíz de ello, “el Atlántico Sudoccidental en la actual reformulación geopolítica del mundo, es un área decisiva en la confrontación Norte-Sur. Por lo tanto, su control por una potencia rectora del hemisferio norte como Inglaterra, con el consentimiento de Argentina, titular del espacio territorial y marítimo que conduce a la Antártida, crea la posibilidad de que nuestro país pueda ser el epicentro de un serio y grave enfrentamiento internacional” y, agrego, le ha permitido al Reino Unido ocupar 1,6 millones de km2 del sur-sur argentino, aunque la propia Ruiz Cerruti suma 400 km2 más invadidos: “La cuestión de la disputa de Malvinas no es ni ha sido una cuestión menor para la política exterior argentina, puesto que, entre otros factores que se considerarán a continuación, la extensión de los territorios involucrados abarca una superficie de más de dos millones de kilómetros cuadrados situados en el Atlántico Sur” (Ruiz Cerutti y Romero Agustín, “Malvinas. Hacia una política de Estado”, 2001).

El propio Carlos Escudé (¡quién diría!) afirma, que “este período constituyó una etapa de negociaciones sin acuerdos, dado que las mismas no redundaron a favor de los intereses argentinos de recuperación de las islas, y se dio en contraposición a las etapas que se darían posteriormente, en las que la negociación de la soberanía quedaría fuera de la agenda” (Javier A. Orso, “La distinción entre cuestión y problemas sobre Malvinas como herramienta para la compresión de la política exterior argentina (1960-2010)” Departamento de Malvinas…” (abril, 2011).

“Disciplinada al poder (Ruiz Cerutti), aún en los casos más críticos, como el polémico Acuerdo con Irán, en cuya letra participó” (Natasha Niebieskikwiat, Clarín, 07/11/2014) y, aunque ella manifestase “…haber participado en solo en dos reuniones (septiembre/octubre de 2012) en la ciudad de Ginebra respecto al Memorándum de entendimiento” (Clarín 02/11/2017) no dejamos de pensar, que los asesores legales arman los documentos y muchas veces no participan en las negociaciones y mucho menos en la firma de los acuerdos.

Ruiz Cerutti, intervino también en las negociaciones del Conflicto del Beagle durante el Proceso Militar (1976/1983) y fue la única que continuó en 1984 durante el gobierno radical. Negociaciones, que se vendieron como un éxito, pero significaron la pérdida para la Argentina de las islas Picton, Nueva y Lennox, dando lugar al ingreso de Chile por primera vez al Atlántico Sur, rompiéndose el “principio oceánico(Argentina en el Atlántico, Chile en el Pacífico) que nuestro país había sostenido históricamente, en contrario a la opinión de Chile. Fue agente argentino ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya en el caso de la pastera Bosnia, en el que la Corte entendió, que “Uruguay no violó sus obligaciones para evitar la contaminación” y le permitió a la pastera seguir funcionando hasta nuestros días. Trabajó en ello (Informe de Kohen, 21/02/2021, Ginebra) junto a Marcelo Kohen (hoy su compañero en el Consejo de Malvinas, ver https://saeeg.org/index.php/2021/02/09/la-estrategia-del-consejo-nacional-de-malvinas-parte-1/). El mismo que en 2018 formulara la descabellada propuesta de proponer se acuerde con los isleños (y se los planteo directamente a ellos) darles a los treinta años la posibilidad de un plebiscito para determinar si querían o no ser argentinos con la consecuente caída de toda chance de que Argentina recupere la soberanía en Malvinas y, también para destrabar el pedido de embargo de la Fragata ARA Libertad retenida en Ghana, donde luego de demorar seis meses para obtener la certificación de la OMI que acreditó el estatus militar del buque y su condición de inembargable, quince días después el Tribunal Internacional del Derecho del Mar liberó la fragata. Con amigos así, para qué queremos enemigos.

Ruiz Cerutti tuvo una importante injerencia en la política del gobierno de la Alianza. Según Agustín Romero (“La cuestión Malvinas: una hoja de ruta…, 2020) “en la estructura de la Cancillería a cargo de Susana Ruiz Cerutti, ella y los diseñadores de la política exterior de la Alianza habían tomado nota que las acciones y consecuencias de la política de seducción ditelliana…”, aunque en los hechos, se llevó adelante una lamentable política en la cual se sancionó la Ley 25.290 del 2000 que aprobó el llamado Acuerdo de Nueva York, que pone en manos de los Estados de Bandera las OROP (Organizaciones Regionales de Ordenamiento Pesquero) la administración de los recursos pesqueros del Atlántico Sur, favoreciendo al Reino Unido en Malvinas y violando la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional y dando lugar en 2001 a la absurda invitación del Canciller Adalberto Rodriguez Giavarini a coordinar con el Reino Unido la presentación ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental.

Los negocios de la investigación experimental. Las líneas de base. La reducción del Mar Territorial Argentino a 12 millas y el dictamen Nº 67 de Ruiz Cerruti. Los intereses superiores de la Nación.

Intervino también, para satisfacer las exigencias británicas de aprobación de las Líneas de Base impuestas al Canciller Cavallo, quien promovió el establecimiento del mar territorial de 12 millas y, facilitó al Reino Unido hacer lo propio en Malvinas acogiéndose luego a la CONVEMAR y, demoler el bastión soberano de la Ley 17.094.

El Senador radical Luis Brasesco —su correligionario— en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado —bajo la Presidencia transitoria del Senador de la Rúa— ante la afirmación del Senador de Santa Cruz Pedro Molina (PJ) de que la limitación del Mar Territorial, podía significar —además— una pérdida importantísima de millones de dólares a la exportación pesquera”, preguntó preocupado: ¿cuándo vuelven los Senadores Eduardo Menem, Adolfo Gass, Hipólito Solari Yrigoyen y Julio Amoedo de Inglaterra?, más precisamente de Londres, ya que, ‘casualmente’, están hablando de temas vinculados con el dictamen” (Trascripción taquigráfica, fs. 24, de la reunión de Comisión donde se trataba el proyecto de “Líneas de Base y Delimitación de los Espacios Marítimos” presentado por el Senador radical Gass). ¿Senadores nacionales hablando sobre cuestiones relativas a la soberanía argentina en Londres nos preguntamos? Acciones de la diplomacia argentina. Todas muy significativas.

Nada parecía ser inocente en esos tiempos y en relación a ello, Ruiz Cerruti firmó el Dictamen Nº 67 que -entre otras cosas- “eximía del pago de impuestos a los buques extranjeros más allá de las 12 millas” para intentar subsanar los gruesos errores impositivos de un programa de investigación (Nota 636/89 del 11/04/89 al Subsecretario de Pesca con el que se intentó dar sostén jurídico al programa de Pesca Experimental y Demostrativa PEXDA, popularmente conocido como el negocio floreciente de la investigación pesquera”) por el que fue denunciada Ruiz Cerutti por el Senador Pedro Molinas por “traición a la Patria(La Capital de Mar del Plata, tapa, 18/08/1989), por hacer una interpretación violando normas vigentes en la Argentina, respecto a nuestro Mar Territorial (Ámbito Financiero, p. 35, 18/08/1989, Juzgado Federal 5, a cargo de Martín Irurzun) y ser, el referido dictamen, no solo contrario al intereses económicos argentinos, sino que su argumentación podría servir a los intereses británicos en Malvinas, ya que gran parte de los buques extranjeros pescaban en esa área con licencias del gobierno ilegal en las islas.

Si bien el problema de la “investigación”, el dominio de los recursos, el ingreso de divisas y los tributos comenzaron a resolverse, no podía esperarse que la excanciller Ruíz Cerutti manifestara en 1989 que “las capturas de los buques extranjeros no constituían exportación, porque fuesen pescadas más allá de las doce millas marinas”, ni tampoco, que emitiera opinión en el dictamen N° 67 “que nuestro mar territorial se limitaba a las doce millas marinas”, cuando estaba vigente la Ley 17.094 y, —como dije— la CONVEMAR recién sería ratificada por el Congreso en 1995 y entró en vigor un año después.

Nosotros (un pequeñísimo grupo que se oponía a los Acuerdos de Madrid, etc., en esos años), modestamente entendimos, que la embajadora, exconsejera legal; exsecretaria de Relaciones Exteriores, excanciller, etc. Ruiz Cerutti, habría estado sin facultades e ilegítimamente, proponiendo la desafectación de bienes públicos del Estado, pues, para la legislación vigente, el “mar territorial argentino” se extendía en esa época, hasta una distancia de 200 millas marinas y no a 12 millas como se dictaminaba; sin perjuicio de observar que la opinante, incursionaba en su dictamen en temas aduaneros ajenos a su competencia conforme a la ley de ministerios (t.o); las normas complementarias sobre competencia y, en forma también contraria a la legislación; a los intereses del Estado; y por ello, de todos los argentinos.

Nuestro punto de vista se fundaba en la exégesis de la ley 17.094; en los antecedentes y en la opinión del legislador, cuando al acompañar el proyecto expresó: “…Es de fundamental importancia delimitar con precisión la extensión del territorio nacional…”; en la concordancia del art. 1° de la ley 17.094 con los art. 2° y 3° de la ley 18.502, y en lo establecido en el art. 2340 inc. 1° del Código Civil reformado por la ley 17.711. También en la interpretación auténtica que da el legislador a la ley 18.502, cuando al fundamentar indica: “la ley 17.094 extendió el mar territorial argentino hasta la distancia de 200 millas…”.

Entendimos por lo expresado y por las demás consideraciones que formaron parte de las acciones judiciales y políticas emprendidas por nosotros, que las capturas por parte de buques extranjeros obtenidas bajo pretexto de la ley 20.489 entre las 12 y 200 millas, son alcanzadas por las previsiones del Código Aduanero y constituían exportaciones el día 110/4/1989. Tal afirmación no admitía dudas ni interpretaciones en contrario, menos aún si nos remitíamos a los fundamentos analíticos que el redactor de la ley aduanera da en el capítulo tercero “control en el mar territorial argentino y en la zona aduanera” al expresar “…1) no corresponde al Código Aduanero definir el ámbito que constituye el mar territorial argentino, que actualmente se encuentra precisado en la ley 17.094”.

El Profesor en Derecho Internacional Público Eduardo Hooft (La Capital de Mar del Plata, p. 7, 25/09/1989) dictaminaba: “No existe ningún texto positivo que declare enfáticamente que nuestro mar territorial argentino sea de 12 millas y, por el contrario, existen numerosos textos positivos que aluden sin equívocos a un mar territorial de 200 millas. Para la Justicia Federal el mar territorial tiene una extensión de 200 millas, porque la CONVEMAR no está vigente, rigiendo la Ley 17.094, en concordancia con otras leyes (17.500; 18.502; 20.136 y 20.489). Y como el Código Aduanero prevé la tributación para las mercaderías que salen del mar territorial, existe contrabando (…) El mismo Código Aduanero dice que ‘exportación es la extracción de cualquier mercadería de un territorio aduanero’ (art. 9°) y el argumento más contundente, para probar que el Mar Territorial es de 200 millas, según el Código Aduanero, está dado por el artículo 126°, combinado con el artículo 129°”.

En tren de abundar, decíamos, podríamos agregar la opinión acreditada del profesor chileno en derecho internacional público Francisco Orrego Vicuña en su trabajo “Las reivindicaciones del mar territorial” que, es una opinión muy valiosa, porque: es chileno y bien conocemos las disputas limítrofes con Chile y sus buques pescaban en aguas argentinas bajo licencias inglesas. Una opinión calificada y valiente. En el mismo sentido opinaba el secretario de la Comisión de Pesca del Senado Alfredo Becerra en el proyecto (04/12/1989) que había elaborado, en contraposición al de Gass, donde se sostenía la vigencia de las leyes 17.094 y 18.502, y donde empleaba el concepto de Mar Argentino en lugar de ZEE.

Así lo entendimos en el informe AP5 que el día 14/08/1989 pusimos en consideración del expresidente Menem. Si el criterio sustentado por Ruiz Cerutti habría tenido alguna consistencia, hubiese carecido de sentido que soviéticos y búlgaros firmaran un Acuerdo de Pesca con Argentina, para capturar por fuera de las 12 millas marinas y, el Estado, se hubiera encontrado ante el peligro cierto de que los empresarios nacionales reclamaran la devolución de derechos a las capturas efectuadas entre las 12 y 200 millas. Un disparate.

La Subsecretaría de Pesca y, desde 1998 el Consejo Federal Pesquero, siempre dieron sostén técnico a todas las exigencias de la Cancillería respecto a los Organismos Internacionales, con el Reino Unido, las URSS (luego Rusia), la Unión Europea, Uruguay, Japón; China, Estados Unidos, Polonia y otros países. Por ejemplo, en la donación del gobierno de Japón de la Escuela Nacional de Pesca inaugurada por el expresidente Alfonsín en 1983 y el edificio del INIDEP habilitado por el expresidente Menen en 1994, dieron lugar a la sorpresiva aparición en el mar argentino de buques japoneses que pescaban “sin permiso” formal y en los ambientes portuarios se comentaba que se trataba de una contraprestación por las obras. Algo similar al proyecto abortado de Empresa Fishery Development of Patagonia Association que pretendía construir un Puerto en inmediaciones de la Bahía Uruguay (Santa Cruz) a cambio de ingresar y pescar libre de todo tributo, con 20 buques pesqueros japoneses.

Pese a este habitual manejo de las cuestiones pesqueras por parte de la Cancillería, bajo el “apriete” de intereses superiores de la Nación, el dictamen 67 de Ruiz Cerutti, no encajaba en la operativa habitual pesquera. El 15/11/1989 por Res. 439 la Secretaría de Pesca ampliaba la jurisdicción de pesca de los buques soviéticos en el mar argentino y no estando vigente la CONVEMAR se entendía que se los autorizaba a pescar hasta las 200 millas. Si se hubiera aplicado el criterio de Ruiz Cerutti se los habría autorizado a pescar dentro de las 12 millas; un espacio y límite que no estaba previsto en el Acuerdo Marco firmado por Caputo en 1986 y ciertamente un absurdo imaginarse buques de gran porte compitiendo por las capturas con las lanchitas amarillas. El propio subsecretario de pesca Luis Otero (El Atlántico, p. 4 26/08/89) destinatario del dictamen Nº 67 respondía: “Si yo tuviese que decirle cual es mi apreciación personal le diría que mi interpretación del tema es diferente”. El periodista le repregunta: ¿Cómo diferente? “Son interpretaciones que cada uno hace a su saber y entender (Otero era abogado) por eso respeto esa opinión…no la comparto… simplemente eso: no la comparto”. Ni el propio beneficiario estaba de acuerdo con el dictamen de Ruiz Cerruti y aplicaba el dicho: a los amigos hay que acompañarlos hasta el cementerio, no enterrarse con ellos.

Ruiz Cerutti, además, no podía dejar de saber, que el origen de los productos extraídos, transformados y conservados a bordo se define por el pabellón enarbolado por el barco, un tema no menor luego del Brexit, donde los productos de Malvinas seguirán entrando a la Unión Europea con bandera españolas o de joint ventures británico-españoles.

Circulaba en esos tiempos que el Embajador Horacio Adolfo Basabe, habría sido en realidad el que el 30/03/1988 elaboró el tristemente famoso dictamen N° 67 que suscribiría Ruiz Cerutti y el propio Senador Adolfo Gass reconocía que “el proyecto, en realidad, se debió a una lealtad al expresidente Raúl Alfonsín y, un reconocimiento a la labor de una alta funcionaria de la Cancillería radical cuyo procesamiento solicitó la Aduana”. Por aquello de que si mueve la cola y ladra es un perro, todo parecía indicar que se trataba de Ruiz Cerutti y, dejaba de manifiesto el pragmatismo de la política exterior, aún en perjuicio de los intereses nacionales.

A pesar de que no era necesario, porque estaba suficientemente claro y vigente, el alcance del Mar Territorial Argentino para tratar de convalidar la hipótesis de Ruíz Cerutti se modificó el artículo 585° del Código Aduanero por el artículo 10° de Ley 23.968 de Líneas de Base, sancionada en diciembre de 1991, cuatro años antes de la ratificación de la CONVEMAR. Se intentaba con ello dar final a las denuncias penales abiertas, y respuesta a los requerimientos de Gran Bretaña.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación (Ámbito Financiero, “la Corte ratificó las 200 millas”, p. 18, 16.4.93) terminó cerrando esta serie de desatinos jurídicos de Ruiz Cerutti, cuando se pronunció —ante el recurso de la Prefectura Naval Argentina— según lo previsto en la Ley 17.094, contra el fallo del Juez en lo Contencioso y Administrativo Federal Osvaldo Guglielmino, quien había “declarado la nulidad de la multa y el comiso dispuesto contra un buque apresado cuando pescaba dentro de las 200 millas marinas, bajo soberanía argentina, frente a la Isla Rasa el 2 de marzo de 1989”.

¿Con estos asesores en el Consejo Nacional de Malvinas cuál será nuestro destino soberano?

La consulta a las Naciones Unidas y a Tribunales Internacionales sobre la Soberanía Argentina

Lo que ocurría hace treinta años parece seguir teniendo vigencia en nuestros días: el 25 de abril de 1999 Ovidio Bellando escribía para la Nación: “En la última reunión de directores de área de la Cancillería se dijo que la proposición del excanciller Dante Caputo de presentar ahora el caso Malvinas en la Corte Internacional de La Haya es una manera de salir al ruedo en vísperas de elecciones, ya que lo que realmente existe —se asegura— es una idea que se está apuntalando con la búsqueda de documentación, antecedentes y consultas a juristas internacionales. Esta idea, que el vicecanciller Andrés Cisneros comenzó a alentar hace varios años, es desarrollada desde hace casi tres meses por los juristas Julio Barberis, Susana Ruiz Cerutti y Enrique Candioti. Cisneros y el actual embajador en Londres, Rogelio Pfirter, habían viajado hace un lustro a La Haya para consultar sobre la viabilidad de esa acción a José María Ruda, el argentino que integró el máximo tribunal durante varios período y que lo presidio en uno de ellos. Se dijo entonces que Ruda había desalentado la presentación por inseguridad, no de la legitimación de los títulos argentinos, sino del proceso dentro de la institución, donde priman los matices del derecho anglosajón. Por otra parte, la presentación de una demanda en la Corte Internacional no obliga a la parte demandada a responder. La concurrencia tiene que ser de mutuo acuerdo. La Argentina no se presentó cuando, en 1947, Gran Bretaña hizo una acción por un tema vinculado con la Antártida, o sea que Gran Bretaña podría hacer lo mismo en este caso. Para integrar la comisión de juristas, Susana Ruiz Cerutti, entonces embajadora en Canadá vino al país y, luego de delinear las acciones, regresó a su destino. Tenía como primerísima tarea la recopilación total de los antecedentes. Una manera de tener todo preparado para que el gobierno que surja el 24 de octubre, o el próximo, o aun el próximo, decida recurrir al tribunal. El actual (por el gobierno) —dijo una fuente calificada— no tiene tiempo para hacerlo, pero dejaremos todo preparado para cuando se considere propicio”. Y Cavallo se hizo cargo del muerto, con el protagonismo que lo caracterizaba e intereses que representaba.

¿Hoy —además de Ruiz Cerutti— quién mantiene esta posición en el Consejo de Malvinas que José María Ruda ya había descartado? Al menos Marcelo Kohen. Varios expertos en derecho internacional público sostienen que sería una política suicida, donde la Argentina, por los argumentos de José María Ruda y otros, correría un serio riesgo de que concluyan definitivamente las aspiraciones de recuperar el territorio ocupado y perdiese aún más territorio nacional.

Ahora, ya en el siglo XXI habría que preguntarse ¿el Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN) fundado en 1963 no ha formado nuevos cuadros profesionales, que es necesario, recurrentemente apelar a la varias veces jubilada Ruiz Cerutti, en este caso para integrar el Consejo Nacional de Malvinas? ¿No hay algún estudiante avanzado del ISEN que pueda interpretar la CONVEMAR y, dicho sea de paso, buscar nuevos resquicios jurídicos y biológicos a nuestro favor? Y, finalmente, ¿quién la incluyó en este Consejo a sabiendas de su activa participación en la elaboración de los Acuerdos Madrid?; Acuerdos que gran parte del espectro político nacional entiende como perjudiciales a los intereses soberanos argentinos. ¿Es necesario convocar a uno de los autores de los Acuerdos de Madrid al Consejo para desatar este moño que enajena nuestra soberanía, nuestros recursos y el desarrollo nacional?

Pocas cosas angustian tanto que dejar pasar, en manos de unos iluminados, las oportunidades que tiene Argentina.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Provincia de Corrientes). Ex Profesor Universidad UNNE y FASTA. Asesor en el Senado de la Nación. Doctor en Ciencias. Consultor, Escritor, autor de 24 libros (entre ellos “Malvinas. Biografía de Entrega”) y articulista de la especialidad.

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