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SIRIA, RETORNO AL INFIERNO

Roberto Mansilla Blanco*

La súbita reaparición del conflicto sirio dentro de la atención mediática permite descifrar toda serie de «nudos gordianos» que confeccionan el siempre inestable rompecabezas de Oriente Próximo. Conviene no olvidar este escenario, la guerra siria, en medio de la reciente tregua entre Israel y Hizbulá toda vez que la guerra ruso-ucraniana entra en terreno desconocido, sumida en la amenaza de escalada bélica (tensión nuclear incluida) mezclada con una incierta posibilidad de negociación de alto al fuego.

Los combates en Idlib y la penetración en Alepo, la segunda ciudad siria en importancia tras la capital Damasco, por parte de milicias yihadistas salafistas en manos de un poco conocido grupo denominado Hayat Tahrir al Sham (HTS), literalmente Organización para la Liberación del Levante (anteriormente Frente al Nursa, una suerte de nuevo Estado Islámico-ISIS) parece resultar oportuno para diversos actores, especialmente Israel, EEUU e incluso Turquía. La penetración y aparente control de Alepo por el HTS se logró igualmente con el apoyo de milicias armadas apoyadas desde Turquía. Es la mayor ofensiva militar que se registra en la guerra siria desde 2020.

Ahora bien, ¿por qué reaparece ahora el conflicto sirio? Este avispero conflictivo permanente les viene bien a estos actores anteriormente señalados, especialmente Israel, con habilidad suficiente para penetrar en los terrenos más oscuros de las guerras, secretas o no, que pululan por Oriente Próximo.

La aparición de grupos islamistas radicales siempre es un actor conveniente para los intereses israelíes, sea como enemigo oportuno o como socio indirecto. Para Tel Aviv resulta vital neutralizar el cordón umbilical que Teherán ha diseñado en su contra, vía régimen sirio de Bashar al Asad y el propio Hizbulá sin descartar otros actores (Hamás). No es por tanto casualidad que, tras alcanzar la tregua con Hizbulá, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu advirtiera casi de inmediato al presidente sirio Bashar al Asad de «jugar con fuego» por su apoyo logístico a militar a la milicia islamista libanesa.

Momentáneamente neutralizado el Hizbulá con la tregua de sesenta días, tiempo de espera para la llegada de Trump a la Casa Blanca, Israel mueve indirectamente sus piezas en Siria. La súbita ofensiva del HTS en Alepo revela a las claras que Tel Aviv se está preparando para cualquier eventualidad de una guerra a gran escala en Oriente Próximo, siempre con la mente fija en Irán. Con esto, contando con una indirecta «ayuda» turca (a pesar de las tensiones diplomáticas por la masacre de Gaza), Israel y EEUU buscan una mayor presión geopolítica hacia Rusia e Irán, aliados e implicados directamente en las guerras de Ucrania y Siria.

Observando de cerca el apoyo del presidente Joe Biden a Ucrania con los misiles ATACMS para atacar en territorio ruso, Netanyahu aplica una doble estrategia de tregua con Hizbulá y advertencias contra al Asad en un momento en que la guerra siria vuelve al primer plano con la finalidad de comprometer a la próxima administración Trump. Por cierto, aparecen informaciones de una presunta conexión entre Ucrania y el HTS (que, como Turquía, aparentemente provee de drones a Kiev) para atacar objetivos militares rusos en Siria, tomando en cuenta el apoyo de Moscú al régimen de al Asad, consolidada con la histórica presencia militar rusa (base mediterránea de Tartus) en territorio sirio y la intervención del Kremlin en ese país a partir de 2015.

La «balcanización» de Oriente Próximo y la conformación de entidades «bantustanes» es un histórico proyecto geopolítico de las fuerzas supremacistas y derechistas que hoy gobiernan en Tel Aviv en su intención de recrear la idea del «Gran Israel». Este permanente estado de conflicto con sus vecinos, que legitima el fortalecimiento del estamento militar y de los aparatos de inteligencia como señal de identidad y de vitalidad del Estado de Israel, implica la necesidad de fortalecer su superioridad y capacidad de respuesta militar, amparado de antemano por sus apoyos occidentales, especialmente de EEUU. Netanyahu apuesta fuerte con sus cartas sabiendo que, con Trump en la Casa Blanca, tiene un póquer ganador en su mano.

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina. Analista Senior de la SAEEG.

 

Artículo originalmente publicado en idioma gallego en Novas do Eixo Atlántico.

MADURO, HIZBULÁ, IRÁN E ISRAEL

Roberto Mansilla Blanco*

El conflicto entre Israel, Hizbulá e Irán es un escenario que puede definir algunas claves a la hora de observar el futuro político del cada vez más cuestionado y aislado mandatario venezolano

 

El asesinato en Beirut del líder de Hizbulá Hassan Nasralá este 27 de septiembre en el marco de la ofensiva israelí contra la milicia islamista al sur del Líbano, la consecuente invasión militar terrestre israelí a este país árabe y la posterior respuesta iraní atacando territorio israelí son aspectos que apuntan a otro actor geográficamente lejano de la zona de conflicto en Oriente Próximo pero geopolíticamente mucho más cercano: el cuestionado presidente venezolano Nicolás Maduro, considerado el principal aliado de Nasralá y del Hizbulá en el hemisferio occidental.

La virulenta reacción de Maduro tras la muerte de Nasralá acusando a Israel del asesinato demuestra el calibre de las relaciones geopolíticas fraguadas entre el «chavismo» y el Hizbulá, igualmente extensivas a otros actores del mundo árabe e islámico como Siria e Irán. Sin Nasralá al mando y con un Hizbulá que se prepara para una nueva guerra frontal con Israel, Maduro debe ahora medir con mayor asertividad este nuevo contexto tomando en cuenta los apoyos que ha venido tejiendo con Hizbulá, sus frecuentes críticas contra Israel y la presión internacional sobre el presunto fraude electoral en Venezuela en los comicios presidenciales del pasado 28 de julio.

El triángulo Caracas-Beirut-Teherán

La relación Maduro-Hizbulá comenzó a fraguarse con mayor nitidez a partir de 2007, siendo entonces Maduro ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Hugo Chávez. Entonces, la milicia islamista libanesa estaba librando prácticamente una guerra abierta contra Israel en el sur del Líbano, casi en paralelo a los combates israelíes contra el movimiento islamista palestino Hamás en Gaza. Una coyuntura muy similar a la que observamos actualmente.

En los orígenes del movimiento «bolivariano» dentro de la Fuerza Armada venezolana a comienzos de la década de 1980 se verificó una embrionaria relación con algunos países árabes, en especial aquellos inspirados en el socialismo y nacionalismo panarábe nasserista como han sido los casos de la Libia de Muammar al Gadafi, el Irak de Saddam Hussein y la Siria de Hafez el Assad, padre del actual gobernante Bashar al Asad.

Posteriormente, a mediados de la década de 1990, la súbita aparición en estos círculos «bolivarianos» del sociólogo revisionista argentino Norberto Ceresole como una especie de mentor geopolítico del «chavismo» determinó la apertura de conexiones con Irán y algunos grupos radicales del islamismo político árabe, en este caso Hizbulá, dentro de la perspectiva ceresoliana de fragmentación de bloques de poder contra la «posición hegemónica de EEUU e Israel».

Tres actores entraron así en escena: el movimiento islamista libanés Hizbulá, con presuntas conexiones previas en América del Sur (Triple Frontera Argentina, Brasil y Paraguay); la Guardia Revolucionaria Islámica (GRI) iraní, particularmente visible a partir de 2007 con la visita a Caracas del entonces presidente Mahmud Ahmadíneyad y la adopción de una relación estratégica con el gobierno de Chávez; y los movimientos palestinos, destacando el apoyo de Chávez y Maduro a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), el Frente Popular de Liberación de Palestina (FPLP) y al islamista Hamás.

La presencia de una numerosa comunidad de origen libanés, siria y palestina en Venezuela, así como la implicación política de varios de sus miembros a favor del «chavismo» a través de altos cargos como el caído en desgracia «ex zar del Petróleo» Tareck El Aissami y el actual fiscal general Tarek William Saab, entre otros, permitió vertebrar una sintonía especial con gobiernos como la Siria de Bashar al Asad, el régimen iraní, el Hizbulá e incluso Turquía.

Algunas fuentes identifican a la caribeña isla de Margarita y el Oriente venezolano como las regiones de mayor operatividad de supuestas células del Hizbulá y de grupos palestinos. Otros consideran que la GRI supuestamente provee a los organismos de seguridad venezolanos de expertos en represión e incluso mantiene vínculos de conexión con la FANB en materia de asistencia militar para la resistencia «antiimperialista».

Por otro lado también se señala que la presencia del Hizbulá e Irán en Venezuela tiene vínculos económicos y empresariales, algunas de ellas incluso con actividades ilícitas de lavado de dinero y mecanismos alternativos para desviar las sanciones occidentales contra Caracas a través de una compleja red financiera de clanes familiares y políticos. Con apoyo iraní, Hizbulá ha logrado tejer una red financiera que ha alcanzado la Venezuela de Chávez y Maduro, un país con una boyante comunidad árabe y especialmente siria y libanesa con incidencia social, cultural y económica pero también política, en este último caso más perfilada a favor del «chavismo».

Con Chávez pero especialmente con Maduro en el poder, Caracas le ha otorgado al Hizbulá un factor preponderante a la hora de mantener una sintonía de intereses geopolíticos contrarios a la alianza EEUU-Israel, siguiendo así los parámetros geopolíticos ceresolianos. Pero esos intereses también han alcanzado el aspecto económico y financiero, muy importante tomando en cuenta las sanciones que EEUU y la Unión Europea han realizado contra el régimen de Maduro sin menoscabar que Washington y Bruselas catalogan a la milicia libanesa de «organización terrorista».

Las razones de Israel que Maduro debe atender

Esta coyuntura de guerra abierta entre Israel y Hizbulá, que recrea para Tel Aviv una especie de segundo frente ampliado al que mantiene en Gaza contra Hamás, tiene en mente igualmente otro escenario: las elecciones presidenciales estadounidenses del próximo 5 de noviembre.

Tras bombardear posiciones del Hizbulá, descabezar su liderazgo con el asesinato de Nasralá y otros altos cargos y preparar la eventual invasión terrestre, el Alto Mando israelí no ha dudado en advertir que esta operación de invasión al Líbano «durará el tiempo que tenga que durar, diez años si es posible». Este 1° de octubre las fuerzas israelíes iniciaron una invasión táctica del territorio libanés. El mensaje estaba claramente dirigido hacia las dos candidaturas que pujan por llegar a la Casa Blanca, la del republicano Donald Trump (un aliado irrestricto del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu) y la abanderada del Partido Demócrata, Kamala Harris, más propensa al multilateralismo y a criticar, como ya lo hizo, la desproporcionada respuesta militar israelí contra Hamás en Gaza, denunciando el drama humanitario causado.

Consciente de la impunidad que le otorga tener el apoyo de la aún perceptible hegemonía estadounidense, con la ofensiva al sur del Líbano contra Hizbulá, Netanyahu busca claramente fijar sus posiciones hacia quién será finalmente el ganador de las presidenciales estadounidenses. Pero las dos guerras, la de Gaza y el Líbano, define igualmente otra perspectiva muy presente en el ala dura de la política y las fuerzas militares israelíes: el de asegurar definitivamente las «fronteras históricas del Gran Israel», un proyecto que viene acelerándose desde hace más de una década. Como émulo de lo que significa el Donbás para Rusia, Israel parece estar diseñando un muro de contención geopolítico defensivo entre el sur del Líbano y Gaza.

Pero existen otros factores que podrían explicar por qué Israel reactiva ahora una especie de proxy war contra Hizbulá y que desde Caracas, Maduro debe igualmente calcular. Antes del ataque israelí al sur del Líbano, el nuevo presidente iraní Masud Pezeshkian lanzó un mensaje a Washington tendiente a reactivar las negociaciones sobre el programa nuclear de Teherán. La posibilidad de apertura de una etapa de distensión entre Irán y Occidente le resultaría inaceptable a la «línea dura» que hoy gobierna con Netanyahu; de allí su premura por atacar posiciones contra Hizbulá, el principal aliado iraní en Oriente Próximo junto al presidente sirio Bashar al Asad, así como en posiciones de los aliados hutíes en Yemen.

Con el descabezamiento del Hizbulá, Netanyahu busca involucrar más directamente a Irán en este conflicto. Y en este sentido ha alcanzado su propósito: horas después de la invasión israelí del Líbano, Irán lanzó ataques con casi 200 misiles balísticos hacia territorio israelí, causando decenas de muertos. Anteriormente se presentó un atentado en una estación ferroviaria de Tel Aviv. Más allá de su tradicional retórica retaliativa, Teherán ha pasado de apostar por la prudencia estratégica a tomar cartas en el asunto como hiciera en abril pasado atacando territorio israelí. Con ello manifiesta su intención de no dejar caer una pieza estratégica para sus intereses como Hizbulá, toda vez que responde a los ataques israelíes a posiciones hutíes en Yemen, una esfera de influencia que aproxima esa proxy war entre Israel e Irán.

Por otro lado, la ofensiva israelí en el Líbano puede suponer una maniobra de distracción con la finalidad de degradar la atención internacional ante el conflicto entre Rusia y Ucrania, que cada vez más se define en una confrontación directa entre Moscú y la OTAN. Aparecen algunas señales de posibilidad de una negociación en el frente ucraniano vía alto al fuego, sin perder igualmente de vista las elecciones estadounidenses, Netanyahu busca retrotraer la atención hacia sus intereses en Oriente Próximo amparando una escalada bélica en dos frentes.

Para ello, y cuando estamos a escasas semanas del primer aniversario de la cruenta guerra de Gaza, Israel parece abrir otro frente contra Hizbulá en el sur del Líbano con la finalidad de fijar una especie de cordón sanitario de seguridad que, al mismo tiempo, recree las expectativas de Netanyahu y la línea dura en Tel Aviv de concretar las «fronteras históricas definitivas del Gran Israel».

Esta visión supremacista israelí, que no calza con ninguna perspectiva de lucha por su supervivencia y vitalidad en un ambiente hostil como es Oriente Próximo, también supone un mensaje indirecto enviado hacia más lejanos de Hizbulá, Hamás, Irán, Siria y Rusia como es obviamente la Venezuela de Maduro. Para muestra un botón: en medio de esta coyuntura, el presidente argentino Javier Milei, probablemente el principal aliado israelí en América Latina, lanzó una orden judicial para arrestar a Maduro y otros altos dirigentes de su gobierno por «crímenes de lesa humanidad» justo cuando la Corte Penal Internacional está por presentar un nuevo informe decisivo sobre las investigaciones que lleva a cabo contra Maduro y otros altos cargos venezolanos.

Edmundo, María Corina y el exilio venezolano

Sin perder la atención en la crisis de Oriente Próximo vale la pena destacar qué es lo que está sucediendo en Venezuela tras las elecciones del 28J. El asilo político otorgado a mediados de septiembre por el gobierno español de Pedro Sánchez al candidato opositor Edmundo González Urrutia y la aprobación de una iniciativa parlamentaria no de ley ni de carácter vinculante impulsada por el PP, VOX, PNV, CC y UPN en la que el Congreso de los Diputados reconoce la legitimidad presidencial de Urrutia e insta al gobierno a hacer lo mismo evidencian en que medida Venezuela es materia frecuente de la política española, una variable igualmente determinada por la presencia de una numerosa diáspora venezolana presente en España.

De este modo, Madrid se convierte en la capital del exilio venezolano. Además de Urrutia están otros líderes opositores como Antonio Ledezma, Leopoldo López, Julio Borges y cientos de activistas políticos. Pero no solo hablamos de la oposición sino también de ex funcionarios de los gobiernos de Chávez y Maduro.

Toda vez Madrid, en boca de su ministro de Exteriores Albares, niega cualquier acuerdo político con Caracas para sacar del país a Urrutia, tanto el Fiscal General venezolano Tarek William Saab y la vicepresidenta y ministra del Petróleo Delcy Rodríguez aseguran el contrario. Urrutia salió de la capital venezolana en un avión de la Fuerza Aérea española.

Un día después del reconocimiento del Congreso español de la legitimidad presidencial de Urrutia, el presidente de la Asamblea Nacional venezolana Jorge Rodríguez (hermano de Delcy) pidió a Maduro romper relaciones diplomáticas, consulares y económicas con España. No país caribeño y venezolano existe una notable diáspora hispana calculada en aproximadamente 50.000 personas.

En ambos lados del Atlántico hay un nombre que cobra relevancia dentro de esta crisis: José Luís Rodríguez Zapatero. En 2016 fue el artífice de acuerdos de negociación entre Maduro y la oposición que llevaron a levantamientos parciales de las sanciones de la UE contra Venezuela y liberación de presos políticos.

Pero el contexto actual resulta mucho más delicado: existe una especie de consenso internacional sobre un «pucherazo» cometido el 28J, en el que el organismo electoral venezolano reconoció la victoria de Maduro por un 54% de los votos. Desde entonces la incertidumbre impera en Venezuela. Más de 3.000 detenciones por protestas incrementan los indicios de represión y violaciones de derechos humanos por parte del régimen de Maduro, en el poder desde 2013.

En breve, la Corte Penal Internacional (CPI) deberá dictaminar una nueva fase de investigación sobre acusaciones contra Maduro y altos cargos de su gobierno por crímenes de lesa humanidad acaecidos en el país desde 2017 con las protestas estudiantiles. El veredicto del CPI puede incrementar el clima de tensión ya existente.

Mientras en Caracas y las principales ciudades venezolanas las protestas parecen mermar, otro nombre cobra importancia: María Corina Machado, la incansable líder de la oposición. Muchos observan el asilo de Urrutia como una derrota para Machado mientras la atención nacional e internacional está puesta en cuál será su estrategia, si «calentar» la calle con protestas o abrir espacios de negociación dentro de una mediación internacional impulsada desde lo 28J por Brasil, Colombia y México y que hoy se ve claramente opacada.

Esto vuelve a llevarnos a Zapatero, elogiado por el PSOE durante la votación en el Congreso de los Diputados como un adalid de la negociación. Se ve a las claras que el gobierno de Sánchez busca imponer a Zapatero como el nuevo líder de la mediación en Venezuela por encima de Lula da Silva, con recientes encontronazos dialécticos e incluso diplomáticos con Maduro.

Tras el otorgamiento del asilo, el encuentro Urrutia-Sánchez en La Moncloa determina la intención del gobierno español de ralentizar y neutralizar la votación parlamentaria de reconocimiento oficial a Urrutia, instando a retomar la mediación ahora con Zapatero como artífice pero pidiendo a Maduro que presente las actas. La oposición tanto en Venezuela como en España rechaza esta posibilidad argumentando los presuntos negocios de Zapatero con régimen de Maduro, apuntando especialmente su sintonía personal con Delcy Rodríguez.

En perspectiva, Maduro saldría políticamente ganando alejando a la oposición del centro de poder en Caracas, buscando neutralizarla desde el exterior con la intención de llevarla a la irrelevancia política y dilatando las críticas y los tiempos políticos. Sánchez gana peso dentro de la UE ofreciendo asilo a Urrutia mientras «vende» las bondades de la mediación de Zapatero, vista por cierto con buenos ojos por parte de Maduro.

A pesar de su carácter no vinculante, el PP logra una victoria parlamentaria en un momento complejo para Sánchez (aprobación de los Presupuestos del Estado; caso Begoña; nuevo gobierno catalán) toda vez que el propio Sánchez, el día en que Urrutia falta de Caracas y durante el Congreso del PSOE, instaba al Parlamento español a ser «más constructivo» y «menos restrictivo».

Pero en Caracas el futuro de Machado, beneficiada este 30 de septiembre por el Consejo de Europa con el premio Vaclav Havel de Derechos Humanos, es ahora una incógnita. Incluso el propio Maduro ha lanzado la posibilidad de una salida del país de la líder opositora, cuyo silencio incrementa igualmente el clima de incertidumbre.

La escalada de conflictos que actualmente se observan en el escenario internacional, especialmente en Oriente Próximo, dejan a Maduro en una situación igualmente compleja, cada vez más aislado y con un margen de maniobra notoriamente estrecho. Pero este contexto no le evita ciertos canales colaterales que igualmente le pueden servir para mantenerse en el poder. La toma de posesión de la nueva presidente mexicana Claudia Sheinbaum y el conflicto diplomático previo con España por su negativa a invitar al Rey Felipe VI ante el silencio de la Corona española para pedir perdón por la colonización (un tema que provocó que el gobierno de Pedro Sánchez no enviara una delegación oficial a su investidura) le permite a Maduro ganar tiempo y aliados a la hora de tejer ciertas redes de apoyos que le permitan desviar la atención exterior sobre la crisis venezolana.

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina. Analista Senior de la SAEEG.

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ISRAEL Y ESTADOS UNIDOS FRENTE A GAZA: ¿ESTRATEGIAS FRACASADAS?

María Elena Álvarez Acosta*

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La operación militar israelí sobre la Franja de Gaza ―concebida como una operación fácil, de bajo costo y breve― incluía de facto para finales de enero cinco frentes, más otros actores: los internos (Gaza, Jerusalén y Cisjordania) y los de la frontera norte (Líbano), los que incluyen las acciones de hostigamientos y represalias contra objetivos estadounidenses en Siria e Irak y las acciones de Israel y Estados Unidos contra esos países y los distantes: el caso de Yemen, donde se involucra Estados Unidos como actor protagónico. Todo ello sin que ningún país le declare la guerra al otro.

Además, en la madrugada del 28 de enero tres soldados estadounidenses murieron y al menos 40 resultaron heridos en un ataque con drones en Jordania, cerca de la frontera con Siria. Se abría un frente más en Medio Oriente, directamente vinculado a Estados Unidos.

Durante casi 120 días Israel ha bombardeado una y otra vez el territorio de Gaza. Paralelamente, Sudáfrica presentó una demanda contra Israel en la Corte Internacional de Justicia por «presunto» genocidio en Gaza. Sin embargo, aunque finalmente la Corte declaró que Israel debe garantizar que sus fuerzas no cometen genocidio y tomar medidas para mejorar la situación humanitaria de los palestinos en el enclave, Netanyahu lo cataloga de «indignante»[1] y, por supuesto, continuó utilizando los mismos métodos.

La muerte sigue presente cotidianamente en Gaza; las potencias occidentales tratan de «buscar vías» para controlar la situación, pero sin condenar a Tel Aviv y, sobre todo, que el conflicto no se extienda. No obstante, ya se ha regionalizado, ¿o no?

¿Qué ha sucedido en el terreno?

Cuando las acciones militares se iniciaron se limitaron al norte de la Franja de Gaza, posteriormente se extendieron a todo ese territorio. Los israelíes esperaban que fuera una campaña fulminante, dado su nivel de destrucción por los armamentos y tácticas utilizadas, más la ayuda recibida desde el exterior, así lo indicaba.

Además, estaban los precedentes: las guerras desarrolladas por Israel y sus operaciones contra Gaza habían sido de pocos días. Esa era la «costumbre». Esta operación debía ser breve.

Pero las acciones militares en este territorio se prolongaron y se  expandieron a la totalidad de la Franja. La brevedad se convirtió en una larga espera e Israel no ha logrado sus objetivos: el retorno de los rehenes y la destrucción de la organización de Hamás; por el contrario, en la actualidad se contabilizan más de 27 mil palestinos muertos, de ellos entre el 50 y 60 por ciento son niños y mujeres. Igualmente, según fuentes israelíes, el 70 por ciento de las fuerzas de Hamás se mantenían intactos. A ello se suma que, según Roger Zuzunaga Ruiz[2], «a Israel esta guerra le cuesta 19.000 millones de dólares, es decir, unos 220 millones de dólares por día».

Pero no sólo se ha expandido el accionar militar a todo el territorio de Gaza, sino también a Cisjordania y Jerusalén Oriental, en ambos territorios no son combates o ataques militares como en la Franja, sino represión constante contra la población palestina (más de dos millones y medio de personas) que protestan de diversas formas, pero que pudiera adquirir otras formas de lucha, como un carácter armado, frente a las acciones de los colonos ―más de 400.000 mil― que asesinan a docenas de palestinos semanalmente, sin rendir cuenta a nadie, con el respaldo del gobierno, y por el genocidio en Gaza.

Paralelamente, al norte de Israel hay otro frente, contra Hezbollah. Este se califica como conflicto militar limitado. No obstante, Hassan Nasrallah, líder de Hezbollah, advirtió que si Israel libra una guerra con el Líbano, la respuesta sería «ilimitada» (…) y expresó que el asesinato de Saleh Al-Arouri, un alto líder de Hamas en Beirut, «no quedará impune»[3]. El fuego transfronterizo entre las Fuerzas de Defensa de Israel y Hezbollah se ha incrementado, aunque se mantiene, por debajo del umbral de una guerra propiamente dicha.

Pero hay otros escenarios de guerra esporádicos. Estos son: Siria e Irak. Se caracterizan por los ataques de Israel y de los Estados Unidos contra «fuerzas iraníes» y las acciones de hostigamiento a las fuerzas estadounidenses en Irak y el noreste de Siria por fuerzas irregulares de milicias armadas. Los intercambios han aumentado cada vez más.

Por ejemplo, el 20 de enero, un ataque israelí en Damasco mató a al menos cinco miembros de la Guardia Revolucionaria iraní[4]. Poco después, en otra acción atribuida a Israel, se registró un ataque con drones contra un vehículo en el sur del Líbano que mató a al menos dos personas, entre ellas un miembro de Hezbollá[5].

La estrategia de Washington

Como se observa, las acciones militares no sólo involucran a Israel en los diversos frentes abiertos sino también a fuerzas estadounidenses. Debe recordarse que Washington, después del 7 de octubre, comenzó a desplazar inmediatamente buques de guerra, aeronaves y portaaviones hacia el Mediterráneo oriental y el Mar Rojo. Así como múltiples aeronaves fueron enviadas a bases militares de Estados Unidos ubicadas en distintos puntos de Medio Oriente y fuerzas de operaciones especiales estadounidenses trabajan de la mano con el ejército de Israel en la planificación e inteligencia[6]. El despliegue militar de Estados Unidos se proponía apoyar a Israel, disuadir de cualquier acción contra este último, así como contra sus bases militares en la región: era necesario evitar la extensión del conflicto en Medio Oriente.

Yemen

Las acciones de los hutíes, que desde un primer momento plantearon su apoyo a Hamás, han consistido en el lanzamiento de misiles crucero y drones contra Israel, pero también a barcos con conexiones con Tel Aviv. Los hutíes han declarado que «sus ataques en el mar Rojo son para ejercer presión económica sobre Israel»[7]. Estas son maniobras de apoyo a las acciones contra los palestinos en la franja de Gaza. Desde mediados de noviembre, rebeldes hutíes han atacado buques en el mar Rojo.

La importancia del mar Rojo ―delimitado al norte por el canal de Suez y al sur por el estrecho de Bab el Mandeb― es capital para el comercio global: por sus aguas navegan más de 19.000 cargueros anualmente, lo que supone el 11% del tráfico marítimo global, además de ser el camino más rápido entre los puertos asiáticos y el Mediterráneo[8] (…). También tiene un peso específico en materia de aprovisionamiento energético, ya que por esta zona pasa en torno al 12% del suministro de crudo mundial y el 8% del gas natural licuado (GNL) transportado por vía marítima, por lo que la interrupción del paso de buques supone un trastorno para países importadores de energía[9].

Estados Unidos, «autoproclamado salvador del mundo y de las buenas causas» y su inseparable aliado, el Reino Unido, «justifican su intervención precisamente como fórmula para responder a un «desafío internacional» lanzado por los hutíes, que amenaza el comercio global»[10]. El 12 de enero, Estados Unidos y Reino Unido lanzaron ataques contra más de 60 objetivos en 16 lugares de Yemen[11]. Comenzaba la guerra contra territorio yemení.

En ese contexto, la reacción de los países del área ha subido de tono y el malestar regional crece en Medio Oriente. Hassan Nasrallah[12] planteó que las operaciones de Estados Unidos en el mar Rojo condicionan la seguridad en la ruta naviera y pueden generar un «campo de batalla» en la estratégica vía comercial.

«Irak, Líbano y los talibanes en Afganistán rechazaron los ataques de la potencia estadounidense en Yemen y advirtieron dque el riesgo que el conflicto en Gaza se extrapole al resto de la región es cada vez más elevado. Abdellatif Rashid, presidente de Irak, a través de un mensaje de Presidencia, dijo: «Denunciamos enérgicamente los intentos de ampliar la guerra, y afirmamos que las aventuras de fuego, en este caso, nos pueden quemar a todos»[13].

Mientras, el Ministerio de Relaciones Exteriores del Líbano planteó que «no tratar los motivos verdaderos de esta escalada, es decir el alto el fuego global de la ofensiva israelí y la guerra contra Gaza, puede expandir el círculo del conflicto como ya ha empezado a suceder»[14].

Paralelamente, otros países, como China y Egipto, hacen llamados por detener el enfrentamiento.

La situación en torno al mar Rojo y a Yemen ha motivado que algunos afirmen que «Con los ataques liderados por Estados Unidos en Yemen, ya no cabe preguntarse si la guerra entre Israel y Hamás escalará hasta convertirse en un conflicto más amplio. La cuestión es si podrá contenerse»[15].

Precisamente, el derrame de la violencia se amplió. Ante los sucesos de Jordania[16], Biden anunció que Estados Unidos ya ha decidido su respuesta al ataque (…) aunque no dio detalles, y señaló a Irán como «responsable», al menos de manera indirecta[17]. Mientras Irán negaba su participación. La respuesta fue el bombardeo a 85 objetivos en Siria e Irak: se anunció que eran bases y centros de armamentos iraníes.

Algunas ideas esenciales

Aunque Israel sigue llevando a cabo un genocidio en Gaza, permite las acciones represivas en Cisjordania y Jerusalén y extiende sus acciones militares ―bombardeos e incursiones militares― a los países vecinos, no ha logrado sus objetivos. Paralelamente, cada vez crece más el apoyo a los palestinos a nivel mundial.

Por su parte, la estrategia de Estados Unidos ha sido un fracaso; a pesar de todo su apoyo a Israel en todos los ámbitos, este último no ha obtenido sus propósitos; mientras, tampoco ha podido disuadir a los que ayudan a los palestinos con diversas acciones militares contra Israel y contra las propias instalaciones militares de Washington. En ese contexto, Estados Unidos se ha convertido en actor directo en el conflicto, hasta el momento, contra Yemen y diversas áreas de Siria e Irak. En la práctica, el objetivo de evitar que el conflicto se extendiera ha sido un fracaso.

En ese ámbito, tal vez no es tan difícil responder a la pregunta: Estados Unidos, ¿podrá contener la ampliación de las acciones militares y una regionalización aún mayor del conflicto?

Todo indica que no, pues sus propias acciones han contribuido enormemente a ello y es muy difícil que cambie su estrategia.

 

* Doctora en Ciencias Históricas. Profesora Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”. Investigadora en el Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI).

 

Referencias

[1]«Corte Internacional ordena a Israel evitar actos de genocidio en Gaza; Netanyahu lo cataloga de “indignante”». Voz e América, 26/01/2024, https://www.vozdeamerica.com/a/corte-onu-anunciara-su-fallo-preliminar-en-el-caso-de-genocidio-contra-israel/7458195.html.

[2] Roger Zuzunaga Ruiz. «El multimillonario costo para Israel de la guerra en la Franja de Gaza». El Comercio (Perú), 11/01/2024, https://elcomercio.pe/mundo/oriente-medio/guerra-israel-hamas-cuanto-le-cuesta-la-guerra-a-israel-en-gaza-cuanto-ha-gastado-israel-en-la-guerra-en-gaza-220-millones-de-dolares-al-dia-benjamin-netanyahu-palestina-noticia/.

[3] Se acusa a Israel del ataque que mató al funcionario de Hamas el, Saleh Al-Arouri, en Beirut, el 3 de enero del. Israel no se atribuyó la responsabilidad del ataque. (CNN, Resumen de noticias de la guerra entre Israel y Hamas del 3 de enero de 2024. Disponible en: https://cnnespanol.cnn.com/2024/01/03/noticias-guerra-israel-hamas-gaza-palestinos-muertos-ataques-orix-17/.

[4] Las autoridades iraníes catalogaron el hecho como un «intento desesperado de propagar la inestabilidad en la región».

[5] France24, con  AFP, EFE y Reuters. «Ataques en Siria y Líbano atribuidos a Israel aumentan la tensión regional; Irán anuncia represalias». France 24, 20/01/2024, https://www.france24.com/es/medio-oriente/20240120-un-ataque-aéreo-en-damasco-mata-a-miembros-de-la-guardia-revolucionaria-siria-e-irán-acusan-a-israel.

[6] Tara Copp y Lolita C. Baldor, Associated Press. «Un vistazo al apoyo de EEUU a Israel: buques de guerra y 2.000 soldados en alerta máxima». Los Angeles Times, 18/10/2023, https://www.latimes.com/espanol/internacional/articulo/2023-10-18/un-vistazo-al-apoyo-de-eeuu-a-israel-buques-de-guerra-y-2-000-soldados-en-alerta-maxima .

[7] Adriana López. «Los hutíes dicen que sus ataques en mar Rojo son para ejercer «presión económica» sobre Israel». El Confidencial, 10/01/2024, https://www.elconfidencial.com/mundo/2024-01-10/israel-gaza-guerra-hamas-palestina-directo_3808277/.

[8] «Claves para entender el conflicto en el Mar Rojo con los hutíes del Yemen». EFE, 12/01/2024, https://efe.com/mundo/2024-01-12/huties-mar-rojo-claves-conflicto-yemen/.

[9] Ídem.

[10] Ídem.

[11] Manuela Cano. «¿Quiénes son los hutíes y por qué el mar Rojo es clave en el conflicto en Medio Oriente?». France24, 12/01/2024, https://www.france24.com/es/medio-oriente/20240112-el-mar-rojo-quiénes-son-los-hutíes-y-por-qué-este-punto-es-clave-en-el-conflicto-en-medio-oriente.

[12] Líder de Hezbolá

[13] «Yemen: Nuevo bombardeo estadounidense en una estratégica base militar hutí». France 24 con Reuters y EFE, 13/01/2024, https://www.france24.com/es/medio-oriente/20240113-estados-unidos-lanzó-un-nuevo-ataque-contra-los-hutíes-en-yemen-aseguran-fuentes-estadounidenses.

[14] Ídem.

[15] Steven Erlanger, David E. Sanger, Farnaz Fassihi y Ronen Bergman. «La guerra regional que nadie quería ya está aquí. ¿Cuál será su alcance?». The New York Times, 16/01/2024, https://www.nytimes.com/es/2024/01/16/espanol/guerra-israel-estados-unidos-yemen.html.

[16] El ataque a una base estadounidense, en el que fallecieron tres soldados.

[17] «Biden anuncia que EEUU ya ha decidido su respuesta al ataque en Jordania». Europapress, 30/01/2024, https://www.europapress.es/internacional/noticia-biden-anuncia-eeuu-ya-decidido-respuesta-ataque-jordania-20240130175405.html

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