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¿EL OSO REGRESA AL DESIERTO? RUSIA ANTE EL NUEVO CONTEXTO GEOPOLÍTICO EN ORIENTE PRÓXIMO

Roberto Mansilla Blanco*

Foto: SANA

 

Los últimos movimientos entre Rusia y los países miembros de Oriente Próximo advierten la posibilidad de que el Kremlin esté reconfigurando sus prioridades geopolíticas en la región en un momento de difíciles equilibrios regionales para sus intereses geopolíticos. Entre estos equilibrios destacan el súbito retorno de EEUU como actor clave en la región y las dificultades existentes ante la expectativa rusa de concretar un foro con el mundo árabe que le permita recuperar iniciativas y capacidad de interlocución.

En septiembre pasado, la localidad rusa de Sochi acogió una cumbre entre el ministro ruso de Exteriores Serguéi Lavrov y miembros de la Organización de Cooperación del Golfo (OCG) adoptando un enfoque multilateral. Un mes después, el presidente Vladimir Putin recibió en Moscú al nuevo mandatario sirio Ahmed al Shara’a, abriendo así una nueva era en las relaciones ruso-sirias particularmente significativa tras la caída del régimen de Bashar al Asad en diciembre pasado. Exiliado desde entonces en la capital rusa, Bashar al Asad se erigía junto a Irán en el principal aliado ruso en Oriente Próximo.

La cumbre de Sochi y la visita de al Shara’a a Moscú podrían interpretar las aspiraciones del Kremlin por reacomodar sus intereses en la región ante los nuevos equilibrios geopolíticos y militares tras la incierta (y varias veces alterada) tregua en Gaza acordada en la cumbre de Egipto bajo la iniciativa del presidente estadounidense Donald Trump a mediados de octubre. De acuerdo con fuentes del Ministerio ruso de Exteriores, Moscú recibió de Egipto la invitación a esta cumbre con plazos muy ajustados, lo cual imposibilitó que finalmente Rusia pudiera estar presente.

 

El laberinto sirio

Siendo Gaza el catalizador de nuevas iniciativas de seguridad regional, el contexto sirio tras las elecciones parlamentarias de comienzos de octubre también define un nuevo modus operandi entre Rusia y los países árabes.

La caída del régimen de Bashar al Asad supuso un notorio revés geopolítico para Moscú, tomando en cuenta que está en juego el futuro de sus dos bases militares en Siria (Tartus y Jmeimim). Por tanto, la visita a Moscú de al Shara’a resultaba determinante para Putin a la hora de asegurar el control de estas bases militares, esenciales para monitorear los intereses rusos en el Mediterráneo, Oriente Próximo e incluso el Sahel, donde Rusia tiene fuertes lazos de cooperación económica, política e incluso de seguridad con países como Burkina Faso, Níger y Malí.

Por otro lado, la visita de al Shara’a también supone para el Kremlin asegurar equilibrios geopolíticos toda vez que el controvertido presidente sirio (no debemos olvidar su pasado yihadista vinculado a Al Qaeda) está siendo cortejado por Occidente y la comunidad internacional, tal y como se observó en mayo pasado durante su reunión en Riad con Trump y posteriormente en septiembre con su intervención ante la Asamblea General de la ONU. Así, Putin busca resetear la relación con Damasco manejar todo tipo de equilibrios políticos ante lo que pueda suceder en la nueva Siria post-Asad, tomando en cuenta que el exilio moscovita de Bashar al Asad le podría propiciar un rol relevante en una Siria donde miembros del antiguo régimen siguen teniendo peso político.

El contexto post-Asad en Siria implica otra variable estratégica para Moscú: Irán. El acuerdo estratégico por 20 años alcanzado entre Rusia e Irán en diciembre pasado aborda un nuevo equilibrio de fuerzas en un momento en que la administración Trump ha decidido recuperar el papel clave de Washington en la reconfiguración geopolítica de Oriente Próximo.

Teherán es un suministrador clave de drones y misiles para las fuerzas rusas en Ucrania mientras Rusia, junto con China y Corea del Norte, han sido importantes baluartes a la hora de cooperar con el programa nuclear iraní así como para crear mecanismos financieros y económicos que le permitan a la República Islámica sortear las sanciones occidentales. Si bien es cierto que Moscú mantuvo una posición notoriamente distante ante la breve guerra de doce días escenificada en junio pasado entre Israel e Irán, los lazos militares y geopolíticos siguen estando presentes, más aún ante el fortalecimiento del eje EEUU-Israel con Trump en la Casa Blanca.

Un ejemplo podríamos identificarlo en la utilización por parte iraní de misiles hipersónicos durante los bombardeos a Tel Aviv y otras ciudades israelíes en esa breve confrontación directa. Estos misiles iraníes son muy similares al misil Oreshnik ensayado oficialmente hace casi un año en el frente ucraniano durante un ataque ruso a una fábrica de armamentos en la ciudad de Dnipró.

Rusia debe igualmente nivelar sus expectativas ante la influencia creciente de otro actor con intereses en Siria como es la vecina Turquía. Ankara acrecienta su influencia ante las nuevas autoridades en Damasco incluso en el plano militar.

Miembro de la OTAN, Turquía también mantiene una agenda propia para convertirse en un actor de peso regional. Debe manejar igualmente toda seria de equilibrios y rivalidades regionales con interlocutores como Israel, Irán, Arabia Saudita y Qatar y actores exógenos como Rusia, China, EEUU y Europa. Moscú es consciente de que un acercamiento a al Shara’a implicará igualmente equilibrar sus relaciones con Ankara, con frecuencia intermitentes en cuanto a períodos de sintonía y roces.

 

El Kremlin, entre sus intereses y la «pax americana» de Trump

La reunión en Sochi con miembros de la OCG podría interpretar otro interés para el Kremlin: aprovisionarse de nuevos socios militares para la industria militar rusa, muy condicionada por la dinámica del esfuerzo bélico en el frente ucraniano, así como a la hora de afianzar estrategias de cooperación económica ante la viabilidad de proyectos energéticos relevantes que le permitan a Moscú sortear las sanciones occidentales.

Con respecto al Golfo Pérsico, Rusia ha preferido apostar por una visión integral global con Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, tomando en cuenta su peso energético, diplomático y cada vez más militar. A pesar del histrionismo de Trump con respecto al plan de paz en Gaza, fueron más bien Arabia Saudita y Qatar los actores decisivos en las negociaciones con Hamás para alcanzar la tregua. Putin entiende a la perfección el papel estratégico que ocupan Riad y Doha en los nuevos equilibrios regionales.

Ampliando horizontes más allá del Golfo Pérsico, Rusia mantiene fluidas relaciones con Sudán que han permitido la apertura de una base militar y logística en Port Sudán. Con ello, Moscú ejerce un radio de influencia en el Golfo de Adén, Cuerno de África, el Mar Rojo y el Canal de Suez, estratégico para el comercio mundial por el paso de mercancías desde Asia pero también delicado en cuanto a la seguridad internacional por los conflictos armados (Sudán del Sur, Yemen, Somalia), crisis humanitaria y la presencia de una importante actividad de piratería marítima contra las embarcaciones rusas y occidentales. Desde 2022 Rusia mantiene ejercicios navales con China e Irán para repeler la actividad de la piratería.

Ya ubicados en África Oriental y en el océano Índico, la reciente crisis política en Madagascar tras el golpe militar contra el presidente Andry Rajoelina el pasado 12 de octubre, implicó una inmediata reacción desde Moscú llamando a la moderación hacia las nuevas autoridades militares advirtiendo a sus ciudadanos a no viajar a este país. El interés ruso en Madagascar está enfocado por los contactos existentes para abrir una base militar y logística similar a la de Port Sudán y al Centro Logístico abierto en la vecina Eritrea. El contexto post-golpe podría dejar en el aire esta posibilidad.

Por otro lado, y volviendo a Oriente Próximo, Moscú ha apostado por aplicar un enfoque menos integral y homogéneo en sus relaciones con varios países de Oriente Próximo, adoptando más bien una posición pragmática con tendencia a focalizar en aspectos concretos de carácter bilateral con cada uno de los actores de la región.

Un ejemplo de ello es la cuestión palestina. Si bien oficialmente ha defendido la tesis de los «dos Estados» reconociendo la legitimidad del Estado de Palestina, Putin ha hecho juego de un notable pragmatismo ante los delicados equilibrios regionales. Tres semanas después de los ataques de Hamás contra Israel del 7 de octubre de 2023, el Kremlin recibió a una delegación del movimiento islamista palestino, lo cual provocó la previsible protesta israelí, cuya posición ha sido de neutralidad en el conflicto ucraniano y ante las sanciones occidentales. En agosto pasado mantuvo conversaciones telefónicas con el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.

Esta recepción a Hamás en Moscú puede igualmente interpretarse como una toma de contacto por parte del Kremlin con el objetivo de convertirse en un interlocutor eficaz ante las tensiones crecientes en Gaza así como para intentar repeler cualquier reactivación de células yihadistas dentro de Rusia adoptando un enfoque más proactivo vía movimientos islamistas.

Si bien es cierto que, más allá de la situación en Palestina, la conversación telefónica entre Putin y Netanyahu muy probablemente se concentró en propiciar una toma de contacto con la intención de reducir las tensiones entre Israel e Irán, aliado ruso, el Kremlin no deja pasar el hecho de que en Israel existe una numerosa comunidad judía de origen ruso.

Se estima que en Israel, 1,3 millones de personas hablan ruso, constituyendo aproximadamente el 15% de la población total israelí. Incluso en la década de 1990, estos judíos rusos crearon en Israel un partido político sionista y nacionalista de derechas, B’Aliya. Pero también existen importantes comunidades de judíos ucranianos en Israel, estimada en unas 170.000 personas, un 3% de la población israelí.

Más alejado geográficamente, el Magreb constituye para Moscú un escenario de creciente interés por su proximidad mediterránea, clave para los intereses de seguridad rusos.

Un caso relevante ha sido el tema saharaui. La abstención rusa en la reciente votación en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre el nuevo plan para el Sáhara Occidental impulsado por Marruecos, el cual otorga una autodeterminación bajo soberanía de Rabat, provocó un vuelco histórico en el tema saharaui que favorece los intereses marroquíes y de aliados como EEUU y Francia.

Se esperaba que Rusia utilizara su poder de veto en el Consejo de Seguridad para bloquear esta votación, toda vez que Argelia, histórico aliado saharaui pero también socio militar y energético ruso, decidió no votar a pesar de ser miembro rotativo del Consejo de Seguridad, con voto pero sin veto. Con todo, Rusia ha expresado sus fuertes reservas sobre el proyecto de resolución redactado por EEUU y aprobado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para prorrogar el mandato de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO), calificando el texto de la resolución de “desequilibrado” y constitutivo de una desviación de las prácticas establecidas.

A pesar de estas críticas, la abstención rusa en el tema saharaui puede igualmente interpretarse ante los reacomodos de equilibrios geopolíticos desde el Magreb hasta Oriente Próximo probablemente tendentes a reducir las tensiones con Occidente (y particularmente con EEUU) tomando distancia de un conflicto, el saharaui, que no resulta excesivamente prioritario para Moscú.

Por otro lado, los estratégicos acuerdos de defensa y seguridad adoptados por Trump con el príncipe heredero saudita Mohammed bin Salmán en mayo pasado implican un nuevo equilibrio de fuerzas que Rusia debe observar con atención no sólo dentro del contexto regional en Oriente Próximo sino igualmente hacia el Cáucaso y Asia Central, tradicionales esferas de influencia rusas que ahora observa un nuevo equilibrio de alianzas desde Oriente Próximo hasta el Cáucaso y Asia Central ante la pax americana de Trump.

El reciente acuerdo de paz suscrito en Washington entre Armenia y Azerbaiyán para solucionar el conflicto en el enclave de Nagorno Karabaj fue obviamente vendido por Trump como un triunfo diplomático cuyas repercusiones alcanzan al Kremlin, hasta ahora el histórico árbitro de resolución de controversias en la región.

De este modo, Washington estaría buscando desplazar a Rusia de su tradicional esfera de influencia caucásica muy probablemente vía Azerbaiyán, el visible ganador del conflicto en Nagorno Karabaj. En los últimos tiempos se han observado roces entre el presidente azerí Ilham Aliyev y Putin, toda vez que Bakú, un importante productor de petróleo y gas natural con importantes conexiones de oleoductos y gasoductos en la región, es también un aliado estratégico para Arabia Saudita.

En cuanto a Armenia, su presidente Nikol Pashinyan ha mantenido una posición pro-occidental tendiente a alejarse de la órbita de influencia rusa, abriendo negociaciones con Bruselas para una eventual admisión en la UE sin menoscabar sus acuerdos de cooperación con la OTAN. En marzo de 2025, el Parlamento armenio autorizó el inicio de negociaciones de admisión con la UE.

En junio de 2024 Armenia anunció su decisión de retirarse de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTCS), comúnmente señalada como la «OTAN rusa» en el espacio euroasiático ex soviético. No obstante, Armenia sigue siendo miembro de la Unión Económica Euroasiática (UEE), otro organismo dirigido desde Moscú.

Para desnivelar estos giros geopolíticos que afectan sus intereses, Moscú ha reforzado aún más sus relaciones con un gobierno en Georgia más afecto a sus prioridades geopolíticas, ayudando incluso a abortar cualquier repetición de las «rebeliones de colores» que desde hace dos décadas han estado presentes en varios países ex soviéticos.

A pesar de la alianza histórica con Israel, Trump ha optado por balancear este eje unilateral colocando a Arabia Saudita como un interlocutor estratégico ante el «nuevo juego» en Oriente Próximo que le permita establecer una especie de «cordón sanitario» contra Irán. En un cálculo estratégico similar, Putin también ha apostado por la misma ecuación de equilibrios, que pasan no sólo por reforzar las relaciones con Riad sino también con Qatar, buscando con ello desviar las inquietudes regionales en el mundo árabe por su alianza con Irán, el principal rival regional de Israel.

Este retorno ruso a Oriente Próximo acontece en un momento de máxima tensión entre Rusia y Occidente, particularmente en torno a la dinámica del conflicto en Ucrania con las escaramuzas de vuelos aéreos y de drones entre Rusia y la OTAN en los países bálticos, Polonia y Rumanía, la súbita suspensión de la cumbre de Budapest que debía reunir a Trump y Putin así como otros escenarios más alejados de este radio geopolítico como la presión militar estadounidense en el mar Caribe, que afecta a un aliado ruso como Venezuela, y la breve confrontación militar entre Pakistán y Afganistán, países donde Rusia y China poseen intereses.

En este contexto de tensiones y de conflictos abiertos muy próximos a sus esferas de influencia, en Kremlin ha apostado por el pragmatismo, a veces disuasivo, en sus relaciones con los países de Oriente Próximo. El objetivo ruso es evitar verse arrastrada a una especie de «segundo frente bélico» con Occidente más allá de Ucrania, en este caso Oriente Próximo y el Cáucaso, el histórico «extranjero contiguo» de la geopolítica rusa. El delicado rompecabezas regional implica serios problemas de seguridad para Rusia, muy condicionada por su esfuerzo bélico y diplomático en Ucrania y las tensiones con la OTAN.

Con todo, la incierta pax trumpiana en Oriente Próximo ha abierto para el Kremlin nuevas expectativas de implicación geopolítica, aunque su capacidad de iniciativa se haya visto condicionada, incluso de manera reactiva, por las expectativas de Washington de regresar como actor decisivo en la región.

 

* Analista de Geopolítica y Relaciones Internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) y colaborador en think tanks y medios digitales en España, EEUU e América Latina. Analista Senior de la SAEEG.

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EL APLAUSO DE LOS BORREGOS

F. Javier Blasco*

Si uno busca en la etimología de la palabra “borrego”, en su cuarta acepción aparece “Persona que obedece ciegamente la voluntad de otros”. Y es por ello que dicha palabra y acepción le viene como anillo al dedo al más que bochornoso espectáculo que una vez más hemos tenido que presenciar este 31 de mayo —cuando por última vez en esta legislatura— Sánchez ha reunido a su grupo parlamentario al completo (diputados y senadores socialistas), para predicarles otra vez su mensaje justificativo de su personal y grave derrota, libre de toda autocritica, combativo y exculpatorio al basarlo en mentiras y falacias sobre los resultados obtenidos por el PSOE en las pasadas elecciones regionales y locales.

No importa que el partido haya perdido la mayor parte de sus canonjías que aún retenía. No importa que dicha derrota sin precedentes, lleve al paro forzoso en la SEPE a miles de socialistas que viven de la política y que, además, haya sido motivada por el propio líder y su empeño de hacer de las pasadas elecciones un plebiscito personal al creerse, como todos los sociópatas ególatras, que la mayoría del pueblo le adora, cuando sabe que no puede salir a la calle en ninguna ciudad de España sin que la gente le abuchee y que para aparentar su “empatía” con la sociedad, haya tenido que recurrir a mendaces videos, montados a su imagen y semejanza con gente de su cuerda o duramente adoctrinados a base de lavados de cerebro, mamandurrias, regalos o prebendas.

No es de extrañar el espectáculo ofrecido hoy por el rebaño de borregos que le ha acompañado y vitoreado con sus aplausos y calor colectivo e individual. Y digo esto, porque, aunque es muy posible que esos infelices solo busquen un lugar en las nuevas listas, ese mismo rebaño es el que ha facilitado con su voto particular como diputado o senador todas y cada una de las más que cuestionables y hasta alguna ilegales por inconstitucionales leyes, apaños, decisiones, decretos y tejemanejes llevados a cabo por el endiosado Sánchez durante los últimos tres años y medio.

Ellos son tan culpables como él; no se despisten señoras y señores, a pesar de que en España la mayor parte de las actuaciones políticas no son perseguibles por la Ley cuando se efectúan en sede parlamentaria o por obediencia debida, estos borregos no sufrirán pena alguna de prisión por sus fechorías y felonías; pero si tuvieran tan solo un poco de dignidad no hubieran aparecido en el lugar o por lo menos no aplaudido tan sonora y ostensiblemente.

Se han tragado el lamentable discurso de su líder de “pe a pa”, sin pestañear, sin darse cuenta de que una vez más y a punto de cumplirse los cinco años de su falsa moción de censura, el trilero Sánchez les engañaba por más de un solemne motivo como pueden ser: que la culpa de la derrota la tiene fundamentalmente la deriva de la política, acuerdos, pactos y apaños sanchistas y la mala praxis personal del arrogante, nada creíble o mendaz mentiroso y ególatra presidente; que los pactos con los etarras, tras negarlo hasta veinte veces en público no son gratuitos; que los acuerdos y vergonzosas bajadas de pantalón con los golpistas catalanes retorciendo el código penal a su entera conveniencia, no solo es de cobardes sino de vulgares felones; que la ruina a la que ha llevado a España con sus gastos superfluos y despilfarros, costará lustros poderla mínimamente enmendar; que los ataques a los miles de víctimas de terrorismo, la Iglesia y las instituciones que son pilares del Estado son patéticas, fuera de tono y más que vergonzantes; que la pérdida de prestigio nacional con él al mando, ha llegado a cotas insospechables y que sus bruscos y copernicanos cambios de opinión a la hora de tomarse en serio o jugar con la Ley, la justicia, la enseñanza, el sexo, la salud y la política internacional, no solo dan vergüenza sino que destrozan la moral y dejan una potente huella para siempre.

Una persona que acaba de legislar prohibir las jornadas de trabajo cuando la temperatura ambiente es muy alta, nos pone unas elecciones en España a finales de julio y máxime, cuando todos sabemos que la mayoría de los colegios electorales se basan en colegios, institutos de enseñanza y otro tipo de centros socio culturales donde el aire acondicionado brilla por su ausencia y es una de las principales razones por lo que permanecen encerrados en época estival y, que además, son fechas en las que la mitad de los españoles, con mucha o poca capacidad económica trata de disfrutar de unos días de asueto tras un largo y tedioso año en el que ha visto subir sin parar cada uno de los precios de carestía de vida mientras su presidente se dedicaba a viajar a cuerpo de rey a gastar a manos llenas en dadivas y regalías y a mentirles como un bellaco sin dignidad, compasión ni mesura.

Al pensar en las penurias que pasaran en tales condiciones, las personas mayores, los aquejados de alguna enfermedad o los incapacitados que precisan de ayuda para sus desplazamientos, nos muestra la perversa intencionalidad de la elección de tal fecha, buscando fundamentalmente la abstención de la mayor parte de ellas y desistan de sus intenciones de echarle de la Moncloa; porque al intentar hacerlo, pueden poner en peligro su integridad, la misma vida o les obligue al complejo método del voto por correo; método, al que la mayor parte de aquellos nunca han recurrido y lo desconocen por completo. 

En otro orden de cosas, en una cadena de radio de máxima audiencia, ha saltado a la palestra una relevante noticia que extrañamente no ha recibido el adecuado seguimiento, análisis, critica y estudio que se merece por el resto de medios. Según parece, el susodicho individuo, a pesar de prestar su total menosprecio a aquello que, hasta hace cuatro días era súper importante para él y para España —como es la presidencia rotatoria de la UE— puede que antes de final de año sea llamado a ocupar la Secretaría General de la OTAN. Hecho del que él debe estar al tanto y con todo tipo de detalles y posibilidades.

Y yo me pregunto, si eso es verdad y sucede por desconocimiento real del personaje, fétidos e interesados enchufes o porque la calidad de los mandatarios y de los opositores a cargos de relevancia en la arena internacional están en cotas bajo cero ¿para qué ha montado este belén, fastidiando a todos si él, aunque saliera elegido de nuevo, se iba a ir a Bruselas en pocos meses? Creo que no es un tema menor y que los votantes lo deberían tener en consideración a la hora de darle algo de credibilidad a lo que habitual y falsamente dice, promete o pregona.

Sería de risa la segunda edición del paso de un español por dicho cargo; el primero, el señor Javier Solana, también socialista de pro, quien años antes encabezaba las manifestaciones bajo el lema de “OTAN NO, BASES FUERA” y ahora, sería el turno de la persona que reiterada y conscientemente, ha venido engañando a la OTAN con alcanzar lo acordado hace años en Gales sobre los gastos de defensa —en relación con el PIB de cada país— y que ha racaneado más que nadie los apoyos políticos y materiales a Ucrania, que a posteriori, ha tenido que sumarse, aunque con quincalla, a iniciativas de nuestros aliados, lo que le ha valido ser menospreciado por Zelenski en su última y reciente ronda entre mandatarios occidentales.

Mal negocio hará la OTAN si finalmente hace realidad este sueño o rumor creciente, porque se va a llevar una “perla” de mucho cuidado; alguien que, en función de sus antecedentes, malamente defenderá los intereses de la Alianza cuando él mismo, en solo cinco años, internamente ha destruido al PSOE, dividido en dos partes enfrentadas a un país democrático, dejado indefensa España frente a golpes levantiscos e independentistas y externamente no lo pudo hacer peor al bajarse los pantalones de forma patente y reiterada ante nuestro mayor enemigo natural, Marruecos y al mismo tiempo, ha creado otro donde no lo había, Argelia.

Un hombre que habla y presume de juego limpio y que acusa a sus contrincantes de embarrar la arena electoral, pero, no obstante, —con todo desparpajo y sin ningún recato— desde el minuto uno de esta nueva campaña electoral, de forma despótica y dictatorial, insulta gravemente a quien no le vota, se lanza a mentir y escupir procaz y sesgadamente sobre sus adversarios políticos o a ondear a toda vela, “trapos sucios” de estos, a pesar de que, como mínimo, acaecieran en circunstancias extrañas, momentos de mucha presión política y mediática —fomentada por ellos mismos— y haber ocurrido en tiempos más que pretéritos, pero él los presenta como hechos habituales, de clara y máxima culpabilidad y de toda actualidad.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

LA VISITA A ‘LA MECA’

F. Javier Blasco*

Al igual que para los musulmanes es obligatorio visitar la ciudad Santa de la Meca, al menos una vez a lo largo de su vida, para los presidentes de gobierno de España, su Meca particular es la Casa Blanca, lugar de residencia oficial del presidente de EEUU.

Estos días hemos sido testigos de una forzada y a la par costosa, en cuanto a resultados, de la décimo séptima visita de un presidente español a su ‘homónimo’ norteamericano. Todos nuestros presidentes han pasado por dicha peregrinación con mayor o menor asiduidad y gloria, con resultados variopintos; y podríamos decir que cada uno ha tenido que pagar un importante peaje para ello.

Al igual que los musulmanes están dispuestos a invertir mucho dinero y sufrir sacrificios, incluso la muerte, por realizar tan importante viaje, nuestros presidentes, no dudan en ofrecer caramelos, guiños, apoyos en la sombra e incluso fétidas adulaciones públicas al Tío Sam con tal de que éste les reciba con mayor o menor parafernalia y boato, según la personalidad y el bagaje personal del ínclito presidente español.

De todos es conocido el largo y pesaroso peregrinar de Sánchez para aparecer junto a Biden en una fotografía o pequeño reportaje. Sus múltiples esfuerzos para abordarle, aunque fuera por unos segundos y en un pasillo, resultaron patéticos y originaron muchos memes en las redes sociales.

Estaba claro que dicho sistema no funcionaba y que los resultados de tales abordamientos eran más negativos que positivos y por ello, habría que poner en juego más elementos, algo así como lo que conocemos como ‘poner toda la carne en el asador’.

Tras el fugaz e inútil paseíllo en Bruselas hace más de dos años había que hacer diversos esfuerzos y para ello, siguiendo el estilo y la forma de Sánchez ‘sea como sea y cueste lo que cueste’, apareció la oferta de poner Madrid a disposición de la OTAN para celebrar la prevista Cumbre los días 29 y 30 de junio de 2022. Nuestra excusa oficial era que ese año se cumplía el 40º aniversario de la adhesión de España a la Alianza.

Una Cumbre que inicialmente no tenía una agenda fértil ni atractiva, se salvó por el señuelo que supone Madrid para los extranjeros, menos para celebrar unos Juegos Olímpicos y, principalmente, porque a Putin se le antojó invadir Ucrania y poner patas para arriba la OTAN y la UE.

A nadie se le escapa que la organización de tales macro eventos, aunque el país anfitrión siempre recibe algunos pagos por los desembolsos y gastos corrientes de las delegaciones, éste debe costear muchos gastos, por lo que cada vez le cuesta más a Bruselas encontrar un país que este dispuesto a ello y menos, gratis total.

Es costumbre que, durante las cumbres, el presidente del país anfitrión tome un cierto protagonismo y mantenga encuentros bilaterales o multilaterales con sus homólogos para tratar diversos temas, principalmente sobre la adopción de una política común o de simple mercadeo de material e infraestructuras militares generales o particulares. Así que Sánchez tuvo su encuentro particular con Biden; pero no era suficiente o muy superficial y, además, se celebraba fuera de la Casa Blanca. Por lo que había que ‘sacrificar mas corderos’ para saciar el irrefrenable hambre y manía del que vende muy caros los limitados encuentros bilaterales que ofrece.

Previamente a este evento de singular importancia, sucedió otro mucho más trascendental para España y también para EEUU. Evento, que nunca ha sido explicado adecuadamente y que se presentó como una decisión personal de Sánchez.

Me refiero, claro está, al giro de ciento ochenta grados de la postura de España con respecto al papel de Marruecos en el futuro del Sahara. Decisión que se hizo pública el 17 de marzo de 2022 y que puso patas arriba la tradicional posición española en el tema, los mandatos de la ONU a nuestro país con respecto a celebrar un referéndum entre los aborígenes —antiguos españoles de pleno derecho— con respecto a su futuro y dependencia y emborronó las tradicionales y las muy importantes relaciones comerciales y de vecindad con Argelia; poniendo en grave peligro, entre otras inversiones, el suministro de gas —del que en aquellos tiempos era nuestro principal proveedor— en plena crisis de los precios de los carburantes a causa de la guerra en Ucrania.

No éramos capaces de dilucidar el porqué de tal transcendental decisión y salvo a algunos, pasó desapercibido que Marruecos es uno de los mayores, si no el mejor, aliado de EEUU en África, el principal comprador de armamento y el que más lucha junto a ellos en tratar de sostener la expansión de Estado Islámico y sus franquicias hacia países de la OTAN.

Dar dicho vuelco era ofrecer un regalo envuelto en papel de celofán a ambos, a cambio de nada o casi nada. Ahora, se entiende mucho mejor el porqué de aquel giro, que estimo no fue cosa de Sánchez —no lo considero tan inteligente—, sino de alguno de esos aprendices de brujo que pululan a su alrededor para interpretar y llevar adelante todos los delirios y deseos del gran líder con tal de que este siga engordando su enfermizo prurito y egoísmo personal.

Todo ello, metido en una coctelera cambiaba la postura de desprecio de Biden hacia Sánchez por estar aliado con terroristas y comunistas y, gracias a grandes esfuerzos diplomáticos, se creó un programa acogiendo la petición de Biden durante la mencionada cumbre de la OTAN de aumentar en un cincuenta por ciento la entidad de la flota de buques del sistema antimisiles norteamericano con base en Rota a lo que se añadió la compra de helicópteros polivalentes para la Armada española por un importante monto y con las excusas o contrapartidas españolas de que se iba a discutir sobre las abusivas tasas a diversos productos agrícolas españoles y tratar de recuperar el siempre eterno tema sobre la limpieza parcial de las arenas en la playa de Palomares en Cuevas del Almanzora (Almería), infectadas con elementos radiológicos desde el accidente aéreo de dos aviones norteamericanos que sobrevolaban la zona —el 17 de enero de 1966, en el que un avión cisterna KC-135 y un bombardero estratégico B-52, colisionaron en vuelo en una maniobra de reabastecimiento de combustible lo que provocó la caída de las cuatro bombas termonucleares que transportaba el bombardero—.

A pesar de los grandes esfuerzos, cesiones y verdaderos sacrificios de España, por satisfacer a su incansable presidente; al parecer tras la reunión, a nada que se observen las acciones tomadas y las consiguientes reacciones, fácilmente podemos comprobar que el encuentro debe ser archivado entre aquellos menos o nada trascendentes.

Las razones para ello son llamativas y muy clamorosas: al final del encuentro no se emitió una rueda de prensa conjunta de los dos mandatarios, en los jardines con las respectivas banderas tal como suele ocurrir con los importantes; dicho encuentro fue bastante breve o de aliño; a Sánchez no se le alojó en una residencia al efecto que dispone la Casa Blanca para mandatarios de relevancia ni se le ofreció la muy frecuente cena que se les da a estos.

Una vez conseguida la foto y tras alabarle babeando hasta lo enfermizo, Sánchez se ha vuelto para España, otra vez, con las manos vacías; no ha llegado a ningún acuerdo sobre la limpieza de Palomares; nada se sabe de los aranceles; pero eso sí, vamos a desembolsar una más que cuantiosa cantidad de dinero por un material americano; el número de destructores o fragatas norteamericanas en Rota pasará de cuatro a seis en breve, por lo que aumenta su vulnerabilidad al convertirse en un objetivo mucho más rentable y por último otra vez nos vamos a tragar refugiados que quieren llegar a suelo norteamericano —ya lo hicimos con los de Afganistán—. A lo que hay que añadir la traición nacional al tema del Sahara, la complicación de nuestras relaciones con Argelia y el peligroso regalo a Marruecos a cambio de nada. Nudos de muy difícil o imposible desenlace o solución.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.