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EL MISTERIO DE LA ADUANA

Iris Speroni*

¿Por qué se recauda más de aranceles de exportación que de importación?

¿No debería ser al revés?

El cuadro de recaudación de la AFIP presenta tres grandes fuentes de ingresos:

  1. Impuestos (ganancias, IVA, combustibles, bienes personales, al cheque, etc.).
  2. Seguridad Social (previsional, obras sociales, etc.).
  3. Aduana

Personalmente considero como ingresos al tesoro el 1 y el 3 (aquí) , ya que (supuestamente) los ingresos de la seguridad social constituyen una cobranza por cuenta y orden de terceros (ANSES, OOSSSS, etc.), con usos específicos, la cual está en manos de la AFIP por razones instrumentales únicamente. 

Vamos a los ingresos del Tesoro.

  • En el caso 1 (Impuestos), algunos de ellos son coparticipables (IVA, Ganancias) y otros no (combustibles, al cheque, PAIS, a las gaseosas).
  • En el caso 3 (Aduana), no son coparticipables; así lo determina la Constitución Nacional.

De hecho, según la Constitución, tal como lo explica Alberdi en “Bases…”, la Aduana debería ser la fuente de ingresos del gobierno nacional. En realidad, la única. Los impuestos directos (como ganancias, bienes personales, transferencias de inmuebles y automotores) corresponden a las provincias. 

Todo el diseño tributario que sufrimos en la actualidad es profundamente abusivo e inconstitucional. No tiene redención posible. Habría que eliminar todos los impuestos y empezar de nuevo.

Ahora bien, en el 2022, si tomamos únicamente los impuestos y los ingresos aduaneros (1 y 3), la Aduana aportó únicamente el 15% de los ingresos del Tesoro. En lugar del 100% que proponía Alberdi. 

Existe una enorme disparidad entre el daño que los derechos de exportación producen en el tejido productivo del país y la importancia de los mismos en el total de la recaudación.

Los últimos años

Desde 2010 a enero 2023, los ingresos aduaneros oscilaron entre un mínimo de 9% a un máximo de 19%. 

Esto demuestra que estamos a años luz del objetivo planteado por Alberdi, el cual llevó a décadas de guerras civiles. ¿Tanto lío para esto? 

La recaudación impositiva (del 81% al 91% del total), recae sobre los hombros de las familias más humildes (aquí).

¿La Aduana? Bien, gracias.

La Aduana oficial recauda poco. No se puede decir lo mismo de la aduana paralela. El BCRA se queda con la mitad del valor de todas las exportaciones. Actúa así como a) una aduana paralela, b) una agencia de recaudación paraoficial, sin mandato del Congreso, sin presupuesto de gastos, c) no coparticipa. Constituye un abuso del poder ejecutivo a la población y del gobierno federal a las provincias [1].

Volvamos a la aduana (oficial).

La idea de nacionalizar la Aduana (1853) era que con ese dinero se sostuviera el gobierno federal. Sus principales objetivos —como queda claro en el Preámbulo de la Constitución— es la Defensa Nacional [2] y luego la paz interior, administración de justicia y dejarnos a todos ser felices lo mejor que podamos.

Todos los constituyentes, cuando pensaban en los ingresos aduaneros, hablaban de los aranceles por importación, no por exportación.

Porque, seamos serios, ¿a quién se le ocurre gravar una exportación? Todos los países estimulan las exportaciones; no las combaten, como en nuestro caso. Otros países, no el nuestro, tienen un tipo de cambio competitivo, eximen de impuestos, subsidian, dan créditos, tienen un sistema diplomático que funciona, etc.

Exportaciones e Importaciones

Del período 2010-2022, sólo un año (2017) tuvo mayores ingresos por aranceles de importación que de exportación (51%/49%). Todo el resto los aranceles por EXPO superaron y con largueza los de importación, con un pico de 20% (impo) – 80% (expo) en el 2010 y un promedio de 30% (impo) – 70% (expo).

En castellano, de los ingresos aduaneros, dos tercios provienen de las exportaciones y un tercio de las importaciones.

¿Por qué? ¿Por qué son tan poco importantes? 

Según todos los libros de economía, las exportaciones deberían, peso más, peso menos, igualar las importaciones. Obviamente hay excepciones [3]. 

En la mayoría de los países, lo que se exporta y lo que se importa, se equilibra, ya que se usa el dinero de lo primero para financiar lo segundo.

Argentina, como argumenté (aquí) , tuvo un superávit comercial consolidado de 183 mil millones de dólares desde el 2001 a hoy. Ese dinero debería estar depositado en el BCRA (como es el caso de Bolivia, Uruguay, Brasil). Ese dinero desapareció.

Aun así, no se explica la disparidad de recaudación entre aranceles EXPO y aranceles IMPO. 

Si bien la soja en esta década ha pagado entre un 30% y 35% según el año, muchos productos tienen aranceles más bajos (0%, 6%, 12%).

Por otro lado, los aranceles de importación son generalmente altos (hasta 35%). ¿Por qué no hay mayor recaudación de aranceles de importación?

Una explicación es Brasil. Si yo importo un Volkswagen desde Alemania, pago arancel; si lo traigo de Brasil, no. Un auto de U$D 10.000 alemán, con un arancel de 30% (supongamos) acá estaría en U$D 13.000. Volkswagen lo trae a U$D 12.000 desde Brasil y se apodera total o parcialmente del arancel aduanero. El Mercosur permite que empresas particulares se apropien del diferencial arancelario respecto de los países por fuera del mercado común. El Tesoro Nacional pierde ingresos y nosotros no mejoramos nuestro nivel de vida (ya que pagamos todo igualmente caro). Podríamos preguntarnos: ¿quién se beneficia? Bueno, las multinacionales que se instalaron en Brasil (VW, Unilever, P&G, etc.), por ejemplo.

Una segunda explicación son las exenciones. Si es maquinaria, no paga arancel. Todo el equipamiento petrolero y minero no paga [4]. Los mismos privilegios reclama la industria petrolera. 

En tercer lugar está el gran complejo de terminales automotrices (todas extranjeras) que se mueven por la aduana sin control, sin abonar aranceles (salvo raros casos).

Propuestas
  • El mayor ingreso del Tesoro debería ser aduanero y sólo marginalmente el IVA. De la recaudación de la aduana, un 90% debería provenir de importaciones. Un país con grandes volúmenes de comercio exterior puede recaudar, y mucho, con un arancel general pequeño. Alícuota baja, volúmenes grandes.
  • El IVA debería ser del 10% (0% para alimentos, combustibles y servicios públicos). No coparticipable.
  • Ganancias debería tener una alícuota de 10% para familias y 15% para empresas e ir íntegramente a las arcas provinciales.
  • El impuesto a los bienes personales debería ser recaudado por las provincias en la forma de impuesto inmobiliario.
  • Todo el resto se elimina.
  • Cortarle las alas al BCRA, el cual no es (no debería ser) una agencia de recaudación.

Algo huele mal y no es en Dinamarca.

 

Notas

[1] La provincia más perjudicada es la de Buenos Aires. Un 35% de la recaudación ilegal del BCRA es quitada a PBA. Eso explica por qué para el orden político actual (FdT y JxC) es imprescindible tener la provincia intervenida (Scioli, Vidal, Kicillof), todos porteños instalados en La Plata por el poder central.

[2] Lo más importante del gasto federal debe ser la Defensa. Para eso existe un gobierno nacional. Todo el resto, todo el resto, es secundario. Basta analizar el presupuesto para ver las mil y una estupideces, oquedades, y chiringuitos que lo integran.

[3] China y Alemana tienen grandes saldos exportadores. Los excedentes o bien los acumulan en reservas o financian a sus compradores para sostener la demanda de sus fábricas. Ése fue el secreto del crecimiento industrial alemán desde el 2000 a hoy.

EEUU tiene un déficit de cuenta corriente fenomenal. El dinero que no obtiene mediante exportaciones, las cuales son insuficiente para sostener el volumen importado, lo cubre con emisión de efectivo y de deuda pública.

[4] La minería no sólo no paga impuestos en general (ganancias) ni aranceles de exportación ni debe liquidar divisas (a diferencia de un productor de maíz), sino que importa su maquinaria sin aranceles aduaneros.

 

Referencias

Recaudación AFIP https://www.afip.gob.ar/institucional/estudios/serie-anual/ 

 

Lecturas relacionadas

Decime cuánto me querés http://restaurarg.blogspot.com/2023/01/decime-cuanto-me-queres.html). 

2022: el año que no estuvimos en peligro

http://restaurarg.blogspot.com/2023/02/2022-el-ano-que-no-estuvimos-en-peligro.html 

 

Artículo publicado originalmente el 25/02/2023 por Restaurar, http://restaurarg.blogspot.com/2023/02/el-misterio-de-la-aduana.html  

DECIME CUÁNTO ME QUERÉS

Iris Speroni*

Contribuyente luego de calcular cuánto dinero le entregó a la AFIP en el 2022.

Las familias financian al estado federal en dos tercios del total.

Durante el año 2022, la AFIP recaudó $ 11.906.730.771.054 esto es, casi doce billones de pesos (millones de millones o billones continentales a diferencia de los billones sajones). Fuente: AFIP (https://www.afip.gob.ar/institucional/estudios/).

El 26% de ese dinero corresponde a la seguridad social, por lo que estrictamente, no son impuestos sino recaudación que hace la AFIP por cuenta y orden de la ANSES.

Entonces nos quedan —si sacamos el dinero de la seguridad social— $ 8.807.068.111.296 (casi nueve billones de pesos). Esto sí son ingresos tributarios. ¿De dónde vienen? ¿Quién pone toda esa plata?

Somos 46.234.830 según la estimación actual del INDEC (https://www.indec.gob.ar/). Cada uno de nosotros pagó en promedio $ 190.486.- en todo el año 2022. Dicho de otra manera, cada familia pagó $ 627.827 en un año.

La composición de la recaudación impositiva del gobierno federal

De estos casi nueve billones de pesos, el 16,3% proviene de las Rentas de la Aduana, y el 83,6% de impuestos:

  • IVA                                                                        38,6%
    • Ganancias                                                            26,6%
  • Impuesto al cheque                                                    8,5%
  • Combustibles                                                             4,0%
  • Bienes personales                                                       3,2%
  • PAIS (impuesto solidario)                                             1,3%

Impuestos internos

  • (tabaco, alcohol, gaseosas, etc.) – devoluciones)               1,4%

Como simple curiosidad, el impuesto a las transferencias inmobiliarias (1,5% del monto del inmueble) recauda el 0,1% del total. Les complican a las familias su acceso a la vivienda para ni siquiera mover la aguja. Es pura maldad.

El IVA (más de un tercio de la recaudación total) lo pagan íntegramente las familias. Esto es, porque todo pago que pueda hacer una empresa o un comercio, es a cuenta y lo carga finalmente a la compra minorista. La única excepción a la regla es el IVA de los insumos para exportaciones, en cuyo caso sí es un costo para la empresa. Es una fracción mínima del total.

Ganancias es poco más de un cuarto de los tributos. La mitad recae en los asalariados con trabajo formal (cuarta categoría) y el resto en las empresas, único objetivo original de este impuesto.

Los impuestos internos (tabaco, combustibles, gaseosas) también son abonados por las familias. Aún en el caso de combustibles, donde los fletes son abonados en gran parte por empresas, inciden en el costo final, que excepto en las actividades relacionadas con la exportación, terminan todas con impacto en el bolsillo familiar.

El impuesto PAIS es el sobrecosto que agrega el Estado a la compra de los US$ 200 mensuales del dólar ahorro. Va sobre las familias. Bienes personales también impacta a los hogares, como su nombre lo indica.

En resumen, los impuestos soportados por las empresas ascienden al 32,7% del total (13,3%, el impuesto al cheque 8,5% y los derechos de exportación de 10,9%).

Por las familias el 67,2% restante.

Las familias financian al Estado federal en dos tercios del total. Tanto si ese dinero se utiliza para lo que la Constitución prevé (defensa nacional, administración de justicia) o las veleidades huecas de las autoridades.

Relación entre la AFIP y los contribuyentes, descripción gráfica.
Impuesto al Trabajo

La recaudación de la seguridad social es un impuesto al trabajo. Por más que los políticos sostengan que una parte la paga la patronal, eso no es cierto. La totalidad de ese dinero sale del bolsillo del trabajador. Debemos considerar esta recaudación ($ 3.099.662.659.758) como un impuesto adicional a las familias.

Propuestas

Para no seguir con la coparticipación federal propongo que no haya impuestos coparticipables.

El impuesto a las ganancias debería tener una alícuota de 10% para personas físicas y 15% para empresas. Su recaudación ir 100% a las provincias (a la provincia origen de la actividad económica). Cero para las arcas federales.

Los impuestos internos, se eliminan. Nada para nadie.

El IVA debería quedar en 10% y todo para el gobierno federal. Quedarían exentos los alimentos, los combustibles y los servicios públicos (electricidad y gas).

Todo el resto, se elimina. En el caso del impuesto a los bienes personales ya existe el inmobiliario provincial. Cero impuesto a las transferencias de inmuebles o automotores.

¿Bajará la recaudación? Claro que sí. De eso se trata. Subir los ingresos familiares al bajar el costo del estado. ¿Habrá déficit fiscal? No necesariamente. Se cortará gasto acorde a la baja impositiva. Basta analizar brevemente en qué gastan nuestros gobernantes para entender que es sumamente fácil reducirlo.

Ingresos adicionales para las provincias

Las exportaciones corresponden en un 99,5% a las provincias. De la capital federal proviene la fracción ínfima restante.

Sobre ellas recae el costo de los derechos aduaneros a las exportaciones. Ese monto ($ 963.117.391.788 en 2022) el Estado federal se lo retrae a las economías provinciales: a los productores o fabricantes, a sus trabajadores, a los proveedores y a los fiscos provinciales. Si ese impuesto se deja de cobrar, pasaría a ser ganancias de la cadena productiva. Si se aplica una alícuota de 10% de impuestos a las ganancias, la recaudación conjunta provincial subiría en $ 96.311.739.179 por año; a cada una lo que corresponda. Por ejemplo, para provincia de Buenos Aires, un 35% de esa suma. 

Más aún recauda el gobierno federal mediante una agencia paralela: el BCRA. Sin leyes que lo ampare. Sin presupuesto de gastos para dicha recaudación. 

El gobierno nacional prefiere la recaudación del BCRA por sobre la de la AFIP.

De enero a noviembre los argentinos y sus empresas exportaron US$ 82.293 millones. La mitad de ese dinero quedó en las arcas del BCRA. El procedimiento es simple: el Banco Central les paga a los exportadores la mitad del valor de los dólares que consiguen para el país.

La alícuota aduanera más alta es del 35%. La alícuota del BCRA es 50%. Las alícuotas aduaneras van de 0% a 35% según el bien (35% soja, 0% peras). Pero a todos el BCRA les quita la mitad.

De enero a noviembre el BCRA recaudó US$ 41.146 millones. La cotización del dólar blue abrió a $ 202 el primer día hábil de enero de 2022 y cerró en $ 342 en el último de diciembre. En promedio lineal (no es el correcto) tenemos $ 272. El dólar oficial BNA abrió el 2022 con $ 102 y lo cerró con $ 175,25. La brecha fue consistente en 50% a lo largo del año.

Con esta triquiñuela el BCRA recaudó U$D 41.146 millones por $ 272/US$ = $ 11.191.712.000.000.

Comparen esta cifra con la que cito en el primer renglón. El gobierno federal recauda lo mismo por el BCRA que por la suma de impuestos y cargas sociales del ANSES. Con la diferencia que sobre esto no tiene presupuesto de gastos ni coparticipa ni un centavo. Clink-caja.

Va de nuevo, el poder ejecutivo tiene una recaudación paralela sobre la cual no da cuentas al Congreso, igual a la legal mediante impuestos y con presupuesto asignado.

Si este impuesto ilegal se eliminara y ese dinero fuera a las ganancias de personas y empresas, las provincias —únicas recaudadoras del impuesto a las ganancias según mi propuesta— recaudaría un 10% de estas cifras; un total de $ 1.119.171.200.000.- a repartir entre todas ellas. Un 35% corresponde a PBA.

Vaya que vale la pena tener un país federal en lugar de este engendro unitario.

Háganse esta pregunta: ¿Cuántos políticos opositores, cuántos diputados o senadores provinciales se ocupan de esto?

 

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

Fuente

AFIP

https://www.afip.gob.ar/institucional/estudios/

 

* Artículo publicado el 07/01/2023 por Restaurar, http://restaurarg.blogspot.com/2023/01/decime-cuanto-me-queres.html

HECHO EN ARGENTINA

Iris Speroni*

Es una cancha inclinada y el árbitro que juega en contra es el BCRA como ejecutor y nuestra dirigencia política como autor intelectual del crimen.

 

En los últimos años describí el daño que la diferencia de tipo de cambio produce en los sectores exportadores, en particular, en los agropecuarios, fácilmente cuantificable: 100.000 familias menos en los últimos 15 años, retraso respecto a los países limítrofes, caída del nivel de vida general de la población, desocupación, informalización del trabajo con su consecuente abuso y desesperanza, tristeza generalizada.

Hoy quiero referirme al perjuicio que el retraso cambiario provoca en los sectores industriales, en particular en los cordones industriales.

Este fenómeno, que hoy solamente voy a enunciar, debería ser estudiado en profundidad, toda vez que es lo contrario a lo que las élites gobernantes (tanto del FdT como de JxC) sostienen. De hecho afirman, sin que les tiemble la mandíbula, que las autoridades buscan el retraso cambiario para “defender el salario de la población”.

Esto último es mentira. La defensa del salario es sólo una excusa para mantener el régimen que realmente prefieren: transformar el dinero mal habido (a.k.a. “el canuto”) a divisas valuadas a mitad de precio. Un empresario proveedor del Estado transforma sus dividendos a dólares subvaluados, acrecentando su ganancia medida en dólares. De igual forma, un político corrupto que recibe sobornos, transforma los mismos a dólares a mitad de precio; en ese sencillo acto duplica el valor del fruto de su crimen gracias a la gentileza del BCRA.

Ésa es la razón y no otra por la cual los políticos (FdT, PRO, UCR, CC) y sus amigos proveedores del Estado custodian con uñas, dientes y malas artes al dólar deprimido, aunque la consecuencia —a esta altura, luego de 11 años consecutivos—- sea imposible de ocultar: salario inferior al de Brasil, pobreza generalizada, desocupación, 50% de trabajo informal, jubilaciones miserables, cierre permanente de explotación (industriales y/o agropecuarias y/o comerciales), quiebra general del aparato productivo.

El dólar atrasado conjuntamente con la alta carga impositiva, genera un efecto de pinzas que asfixia a las explotaciones industriales, en particular a las PyMes, hasta lograr llevarlas a la quiebra.

Es cierto que algunos industriales se favorecen con el dólar barato. Compran rollos de tela en India, China o Pakistán con un dólar a $ 176 (07/12/2022, BNA). Luego lo llevan a cooperativas textiles para su confección à façon (eufemismo por pagar salarios por debajo del convenio colectivo de trabajo y no respetar las reglas de seguridad laboral). Usan energía eléctrica subsidiada por el Estado Nacional. Luego, el producto final lo venden a precios de la Quinta Avenida de Nueva York.

Pero son los menos.

Para el resto de los industriales, la situación es más que diferente. La producción industrial no agroindustrial es de calidad media o alta en la mayoría de los casos. No tan buena como la alemana (supongamos) pero no de mala calidad como la peor del sudeste asiático. Ha sobrevivido e incluso exportado por mantenerse en un rango intermedio entre los precios de los productos alemanes de gran calidad y los precios de productos chinos de baja calidad.

Eso les permitió tener su propio nicho. A eso hay que agregar producciones, a veces de pequeños volúmenes de exotismos de calidad. Como los helicópteros de Cicaré, o las tablas de surf de fibra de vidrio. Excelencia y buen precio. Imbatibles.

Hay productos críticos. Argentina necesita tener al menos un fabricante de jeringas descartables. Importar vietnamitas puede ser más barato, pero en caso de riesgo en la cadena de suministros, por la razón que sea, uno no puede quedarse sin insumos claves. Es un tema de seguridad nacional. El ejemplo de las jeringas puede extrapolarse a más de decenas de miles de productos.

Lo deseable es tener un mercado que conviva con productos de gran calidad, medios y muy baratos, para todos los usos y gustos y de todos los orígenes. De igual manera, poder exportar productos industrializados al nicho de mercado que nos cuadre.

Todo esto, que funcionó y que dio lugar a la industrialización media de nuestro país, es triturado por acciones coordinadas del Estado Nacional. La primera y más grave es el tipo de cambio atrasado. Toda industria argentina debe competir no con el mundo sino con el mundo a mitad de precio, ya que quien importa y compite con el productor argentino, compra con un dólar a $ 176 y no a $ 316: paga el 55,7% del valor del producto, por obra y gracia del BCRA. Ningún arancel aduanero, suponiendo que exista, puede compensar esta distorsión de precios. Por más eficiente que sea un industrial, por más salarios de hambre que pague (los salarios nuestros son inferiores a los brasileños y a los chinos) puede lograr que sus costos sean casi la mitad de los competidores.

Es una cancha inclinada y el árbitro que juega en contra es el BCRA como ejecutor y nuestra dirigencia política como autor intelectual del crimen.

Si por alguna razón un industrial logra sobrevivir la política cambiaria todavía le queda la inestabilidad macroeconómica y fiscal.

Nuestra macroeconomía se caracteriza por inflación, altas tasas de interés, retrasos en la cadena de pagos, cambios bruscos en los precios relativos y cambios regulatorios permanentes. A eso debemos agregar inestabilidad en los suministros porque, (¿quién hubiera podido imaginarlo?) regalar dólares a mitad de precio lleva a faltas periódicas de divisas.

Por lo tanto nuestro industrial hasta ahora debe:

  • competir contra importadores que obtienen el producto al 55,7% de su valor.
  • pagar tasas de interés superiores a 70% y/o descontar cheques a tasas entre 90% y 120%.
  • inflación permanente de costos.
  • devaluación diaria de los valores a cobrar (las ventas pendientes de cobro de la empresa pierden su valor en forma diaria gracias a que la inflación es del 7% mensual).

A esto hay que agregar el abuso fiscal. Quien produce debe pagar impuestos por adelantado (percepciones y retenciones de impuestos a los ingresos brutos y previsionales e IVA cuando se cobran las facturas por ventas). Impuestos a las transacciones: impuestos a las transferencias bancarias (a.k.a. “impuesto al cheque”), IVA, impuesto a los ingresos brutos, tasas de seguridad e higiene entre otros. Impuestos adelantados por ganancias futuras.

Para una empresa pequeña y mediana los costos son diversos, dañinos y distorsivos. Los impuestos pagados por adelantado le quitan capital de trabajo. Le impiden crecer, reponer maquinaria o insumos, mejoras, e incluso llegan a poner a riesgo su propia cadena de pagos. Los impuestos argentinos no sólo son muchos y caros (altas alícuotas) sino difíciles. Las reglamentaciones son intrincadas y se necesitan verdaderos expertos en criptografía para descifrarlos.

Los particulares no deberían ser agentes de retención de otros civiles. Cobrar impuestos es una obligación de las agencias estatales y sus decenas de miles de empleados bien pagos. Ser agente de retención es una carga pública injusta por la carga horaria que significa. Uno está haciendo el trabajo que corresponde a otros.

Todo esto hasta acá puede parecer una queja y lloriqueo de la patronal.

Sin embargo, la contrapartida ha sido el cierre de decenas de miles de empresas, la desindustrialización del país, la vulnerabilidad con insumos críticos, la devaluación del trabajo, la condena a millones de argentinos a la informalidad (la “economía social”, eufemismo que usa el presidente Alberto Fernández), la pobreza y la pérdida de dignidad.

Once años de manipulación del tipo de cambio, once años de caída del PBI per cápita y reducción del salario de US$ 750 por mes a US$ 250.

Soluciones
  • Tipo de cambio sin manipulación del BCRA (a.k.a. “alto” o “competitivo”).
  • Eliminación de decenas de impuestos y reformulación de los que queden.
  • Tasa de interés moderada.
  • Eliminación de la inflación.
  • Reservas en el BCRA.
  • Una Aduana que funcione y no sea un nido de contrabandistas.
  • Echar a los que gobiernan.

 

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Artículo publicado el 10/12/2022 en Restaurar, http://restaurarg.blogspot.com/2022/12/hecho-en-argentina.html,