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LAS GRANDES ENCRUCIJADAS BRASILERAS (2)

Jonuel Gonçalves*

El presidente Jair Bolsonaro, a lo largo de su carrera política, ya ha cambiado de partido en ocho ocasiones, sin que ello implique inconsistencia, aunque sea una simple veleta o un caso único. De hecho, estos partidos son prácticamente todos iguales, e incluso se puede plantear la cuestión de si son partidos o meras leyendas. Hay una diferencia que no aparece en la legislación pero que se nota en la práctica. Existen varias definiciones de “partido político”, ninguna de ellas se aplica a las fachadas electorales de personas cuyas afinidades se limitan a garantizar un requisito de candidatura y, sobre todo, minutos en televisión.

La mayoría de los aproximadamente tres decenas de “partidos” brasileros se encuentran en esta situación, provocando un constante nomadismo de personalidades y fomentando alianzas que nada tienen que ver con principios o programas. Es solo para agregar votos.

Haber llamado ayer a alguien explotador del pueblo, mal carácter o ladrón no nos impide hoy hacer una alianza con él. Este es un comportamiento generalizado en Brasil y en casi en todo el mundo, que genera una profunda desconfianza social y genera una abstención desenfrenada o, en casos de votación obligatoria, como en Brasil, “votación al azar” o excusas para no votar.

La dimensión del fenómeno “leyenda” da mucha visibilidad a este tipo de políticas aquí.

Los partidos políticos en Brasil son pocos. A la izquierda, PT y PSOL son parte de estas rarezas, que también existen a la derecha con el proyecto União Brasil (fusión casi lista de demócratas y PSL) o como los evangélicos Republicanos.

En la centroizquierda, el PSB y el PDT tienen dirigentes preocupados por mantener un perfil de partido, no siempre seguidos por figuras egocéntricas, además de ser dos formaciones políticas tan cercanas en sus discursos que cuesta encontrar razones para que sean dos. Parece derivar únicamente de haber sido fundada por dos líderes políticos históricos ya fallecidos: Miguel Arraes y Leonel Brizola.

El PSDB (https://www.publico.pt/2021/11/28/mundo/noticia/joao-doria-escerto-candidato-presidencial-psdb-1986710) ha sido un partido político, inicialmente centrista, más recientemente centro-derecha y, más recientemente aún, escenario de enfrentamientos entre proyectos individuales y frecuentes zigzags, crea un look cercano de las simples leyendas. Es una trayectoria ya consolidada por el MDB, donde cada ala interna (o grupo de intereses) puede seguir fuertes caminos antagónicos o candidaturas decididas en términos de caciquismo.

Como el MDB, el Partido Progressista (PP) tiene sus orígenes en la dictadura posterior a 1964, con la diferencia de que el MDB estaba en la oposición y el PP actual es, en gran medida, heredero de Arena, entonces el partido de gobierno. Tiene un menor abanico de estrategias internas, entre derecha y centro derecha pero, como su ex adversario, prioriza la búsqueda de participación en todos los gobiernos. Exitoso, estuvo presente en todos desde la fundación y fue acusado —el partido y algunos de sus responsables— de escándalos vinculados a Petrobras.

Es un contexto cercano al Partido Liberal (PL), que acaba de recibir al presidente Jair Bolsonaro (https://www.publico.pt/2021/11/30/mundo/noticia/bolsonaro-filiouse-partido-liberal-fracassar-lancamento-partido-proprio-1986972). También participó en diferentes gobiernos y su actual líder fue encarcelado por involucrarse en el “mensalão” (https://www.publico.pt/2005/07/31/jornal/o-que-eo-caso-mensalao-32762), convirtiéndose en un ejemplo importante de las relaciones dentro de la élite política brasileña: no es incompatible haber tenido funciones importantes en los gobiernos del PT, haber sufrido condena por corrupción y ser el actual partido del presidente.

Las migraciones o vaivenes político-partidistas son otro rasgo que no impide una carrera política destacada y con niveles de popularidad relevantes. Este es el caso de Ciro Gomes, candidato presidencial por el PDT, con siete cambios de partido, Eduardo Paes, actual alcalde de Río de Janeiro, con ocho y los evangélicos agrupados en Republicanos que dieron apoyo decisivo a Lula, Dilma, Temer y Bolsonaro. Muchos de estos cambios ni siquiera fueron notados por la opinión pública, cuya mayoría vota mucho más por la personalidad que por el partido.

Así es como Lula y Bolsonaro son más populares que el PT y el PL, que el PSDB nunca volvió a encontrar un líder de la dimensión de Fernando Henrique Cardoso y que el peso histórico de Brizola y Arraes todavía se siente hoy. Por otro lado, existen importantes proyecciones políticas de personalidades provenientes de otras áreas. Así, el ex juez Sérgio Moro pasó rápidamente de la Operación Lava Jato a ministro y candidato presidencial (https://www.publico.pt/2021/12/03/mundo/noticia/moro-devera-passar-bolsonaro-intencoes-voto-hasta-fevereiro-lideres-partidos-folha-spaulo-1987367), mientras que el alcalde de Belo Horizonte (MG), Alexandre Kalil, debe su fácil victoria electoral a haber sido presidente del Atlético Mineiro.

Pero aún quedan otros dos detalles capitales: primero, los grandes líderes de los partidos o leyendas son hombres blancos, con una excepción, Marina da Silva, cuyo impacto actual es una incógnita. Ni siquiera el aumento de alcaldes de otros grupos raciales se debió a iniciativas partidistas. Fue consecuencia de nuevas reglas de la justicia electoral. En segundo lugar, Lula y Bolsonaro poseen máquinas de guerra de narrativas de las más poderosas del mundo.

En 2022, el año 200 de la independencia, Brasil completará una década marcada por cuatro traumas y muchos enojos: una secuencia de escándalos de corrupción, mala gestión pública, más pobreza y amenazas a la democracia. Las elecciones del próximo año y las maniobras preparatorias señalan hoy dos escenarios. La probable persistencia de lo emocional como criterio fundamental para las elecciones políticas, incita a partidos, leyendas y candidatos a optar por meras técnicas de mero marketing en lugar de proyectos de recuperación nacional. Por otro lado, los efectos políticos de esta década perdida pueden servir de advertencia, incluso a los provocadores del trauma, reduciendo en gran medida la corrupción, los intentos autoritarios y la mala gestión pública.

* Investigador asociado del NEA/UFF (Rio de Janeiro) e Investigador del ISCTE/IUL. Reside en Niterói (Rio de Janeiro). 

Artículo publicado el 11/12/2021 en Público PT (Portugal), https://www.publico.pt/2021/12/11/mundo/analise/encruzilhadas-brasileiras-2-1987774. Traducido con autorización del autor por el Equipo de la SAEEG.

TRAVIATA

Juan Martín Perkins

El pueblo se come todos los amagues.

En un video de los años 80/90 que circuló por las redes durante esta semana, el periodista Bernardo Neustadt entrevista al líder montonero Mario Firmenich y cuando hablan sobre el asesinato del ex presidente Aramburu después de su secuestro y etapa de cautiverio, Firmenich interrumpe al periodista y lo corrige: “No fue un asesinato, fue un ajusticiamiento”.

Tuvo su correspondiente juicio, se lo declaró culpable y fue ejecutado por decisión del pueblo que lo sentenció”.

La cámara toma un primer plano de la cara de Firmenich expresando su descargo y endosando al pueblo toda la responsabilidad. Lo hace con total frialdad y control de la situación, ante el periodista más avezado y atrevido de la época, que no repregunta.

Reflexionando después de ver a Firmenich y atento a todo lo que ha venido pasando desde antes del “operativo independencia”, ¿se podría seguir justificando las aberraciones responsabilizando alegremente al pueblo?

No me cae nada simpático Firmenich, es más, me indigna que se pasee impunemente siendo un asesino, pero gracias al relato, el curro de los DDHH y la indiferencia del pueblo, Firmenich se ha quedado con el monopolio de la razón y la justicia.

El pueblo hoy, sigue dictando sus “ajusticiamientos” cuando convalida con el voto al socialismo por el que Firmenich ponía bombas matando inocentes, cuando vota por candidatos que adscriben exclusivamente al relato de Firmenich, Verbitsky, madres, abuelas, maestros, intelectuales, medios de comunicación, etc…

El pueblo se come todos los amagues, especialmente la clase media acomodada que entregó sin chistar sus hijos al relato, sirviéndolos a un sistema educativo que los adoctrina y les mata el espíritu crítico.

Un querido amigo me cuenta que su hija tiene que obtener una nota alta en el colegio (privado) para calificar e ingresar en determinada universidad. La profesora que dicta la materia y toma la prueba es kirchnerista y el tema es “la dictadura”, por lo tanto, la llave para obtener un 9/10 es tener respuestas fieles y acordes al relato kirchnerista… ¿y qué querés? Lo que importa es pasar… y disimularte dentro de la post verdad.

Viene de años y años en los que nadie cuestiona nada. ¿Para qué? Nadie sabe ni pregunta sobre los bombardeos a Plaza de Mayo… ni los peronistas saben cuántas víctimas hubo ni por qué murieron…

No interesa porque ardieron las Iglesias, quién se robó el cadáver de Eva, quién cortó las manos de Perón, quien asesinó al padre Mujica, quien dejó a Ignacio Rucci como una Traviata… ¿A quién le puede importar si hay 2.000 viejos presos políticos sin condena pudriéndose en los calabozos con el alma seca?

Un amigo, de esos que no fallan, dice que nadie combatió en el monte tucumano, y que el ejército dispuso efectivos en la puerta de los cabarets de Tucumán para reducir a los terroristas que bajaban del cerro a buscar putas. Lo dice y no se le mueve un pelo porque cree que todos compartimos la idea de que el operativo independencia fue una joda para showmatch.

Nadie sabe quién fue el Capitán Cáceres y nunca oyeron hablar del “Aquí no se rinde nadie, carajo” del soldado Hermindo Luna.

No es falta de memoria. Es peor, mucho peor. Es nuestro gran y siniestro pecado capital que nos mantendrá en el fracaso y la frustración hasta que entendamos que tenemos que redimirnos de él. No tendremos destino como sociedad hasta que no haya verdad.

Mientras tanto, es justo reconocer que el Malevo Ferreyra hizo bien en volarse la cabeza sentado en la torre del tanque de agua de su finca en Tucumán. Su suerte estaba echada, el curro de la justicia y la orga de DDHH venía por la industria del juicio y las indemnizaciones.

En un punto se juntan el Malevo y Firmenich, tienen razón en que el pueblo ajusticia y condena de forma implacable.

Se come todos los amagues… eso no es gratis.

 

Publicado por Restaurar.org el 28/11/2021, http://restaurarg.blogspot.com/2021/11/traviata.html

LA CRECIENTE VIGENCIA DE LA INTELIGENCIA EN UN MUNDO INCIERTO

Marcelo Javier de los Reyes*

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay 

El derrumbe del Muro de Berlín en 1989 y la implosión de la Unión Soviética en 1991 fueron dos hitos históricos que, vistos ya a la distancia, pusieron fin a ese mundo “peligroso” de la Guerra Fría —si es que aceptamos que la misma terminó por esos años, cuestión con la que disiento—, un hecho feliz para los alemanes y para el mundo pero que significó abrir la Caja de Pandora. Ese mundo que parecía que nos llevaría a un conflicto de dimensiones impensables, hoy puede apreciarse como más seguro, más equilibrado y por sobre todo más previsible.

Aquí estamos hoy en este mundo complejo, confuso e incierto, en el que no cabe, bajo ningún punto de vista, considerar que un organismo de Inteligencia debe ser disuelto sino reestructurarlo, profesionalizarlo y hacerlo eficiente en función de los intereses de la Nación. Se trata de una tarea que no debe estar en manos de improvisadores porque, después de algunos lustros, los resultados están a la vista.

En otro artículo ya me he referido a que la Inteligencia es la segunda más antigua de la humanidad. Creo que no cabe mencionar la primera, porque la conocen, y si no agudicen su imaginación.

Desde sus orígenes, la Inteligencia ha ido desarrollándose desde el espionaje —es decir, reunión de información—, incorporando en su evolución diferentes técnicas y tecnologías.

Recién en el siglo XIX comienzan a crearse algunos servicios, como el de Prusia, organizado por Wilhelm Stieber, a pedido del canciller Otto von Bismarck. Ese servicio fue importante para que Prusia venciera en la guerra a Austria (1866) y a Francia (1870/71); luego de esta última conflagración, Prusia logró la unificación alemana.

La guerra de Secesión estadounidense también contribuyó con grandes innovaciones como resultado de la revolución industrial: el uso de globos cautivos, la implementación de la mensajería de señales y el uso de los recursos que proporcionó el desarrollo de las comunicaciones. Ambos bandos progresaron en las operaciones de interceptación y señales de telégrafo, así como en el criptoanálisis y la criptografía.

En este terreno es importante destacar el desarrollo que tuvo la codificación durante el período de entreguerras con la máquina Enigma de Alemania y la máquina japonesa que los estadounidenses denominaron Purpple, el “Código Púrpura”.

Mientras que los polacos avanzaron en la decodificación de la máquina Enigma, los británicos crearon una instalación militar en Bletchley Park con el mismo objetivo. Estaba bajo la dirección del matemático, filósofo y criptógrafo Alan Turing, considerado uno de los padres de la informática moderna.

Como lo demuestran documentos de la Agencia de Seguridad Nacional, la NSA, desclasificados en 2010, durante la Segunda Guerra Mundial los británicos buscaron que los estadounidenses se sumaran tanto en el intercambio de información como en el desarrollo tecnológico militar.

A esos efectos, en 1942, Turing viajó de incognito a los Estados Unidos. Entre las actividades que debía llevar a cabo en ese país, Turing debía aprender y comprender el método de encriptación vocal que se estaba empleando con éxito en las comunicaciones telefónicas entre Roosevelt y Churchill y debía conocer el sistema SIGSALY”, un equipo de encriptación vocal que permitió la comunicación radiotelefónica directa entre los altos mando estadounidense y británico a través del Atlántico norte y entre los almirantes y los generales en las operaciones del Pacífico sur. En oportunidad de ese viaje, Turing se reunió con Claude Elwood Shannon, quien trabajaba en los departamentos de criptografía de Bell, creador de la “Teoría de la información”.

Este es el punto de partida para dos temas que en la actualidad están dando mucho que hablar:

    • el espionaje global, a partir de la alianza de que iniciaron el Reino Unido y los Estados Unidos, lo que dio origen al exclusivo club denominado Five Eyes (“Cinco Ojos”) o Red Echelon, y
    • el desarrollo de la Inteligencia Artificial, mediante la cual, entre otras cosas, se puede manipular la información o influir en las tendencias de los individuos.

En esta evolución, durante el siglo XX, la Inteligencia también comenzó a ser pensada científicamente. Terminada la Segunda Guerra Mundial, el profesor de historia de la Universidad de Yale, Sherman Kent, comenzó a teorizar sobre la actividad y publicó su conocido libro Inteligencia Estratégica. En esa línea le siguió Washington Platt, quien escribió un libro que en Argentina fue publicado con el título Producción de Inteligencia. Principios básicos. Ambos pusieron en evidencia que la Inteligencia estratégica era imprescindible para los responsables de la conducción civil y militar de un Estado.

De ahí la importancia que tiene la Inteligencia respecto de la toma de decisiones. Debemos pensar que a diario nosotros procuramos información para luego tomar decisiones. Lo hacemos antes de salir de nuestras casas, viendo el estado del tránsito para saber por cuál camino nos conviene ir hacia nuestro trabajo; cómo va a estar el tiempo, para saber si debemos abrigarnos, llevar un paraguas… Si vamos a un supermercado comparamos el peso de los productos con los precios, observamos la calidad de los productos y luego definimos cuál compramos. Es así cómo hacemos uso de la inteligencia en nuestra vida cotidiana.

Entonces, ¿cómo no considerar la relevancia que tiene la Inteligencia en la toma de decisiones al más alto nivel de un Estado?

Cabe recordar aquí a Sun Zi, quien en el Arte de la Guerra expresa que

La buena inteligencia es el preludio de la victoria.

Se le atribuye a Federico “el Grande” de Prusia la célebre frase

Se puede perdonar ser derrotado, pero nunca ser sorprendido.

Ahora bien, ¿qué es la Inteligencia?

En principio, hay que dejar bien claro que “inteligencia” no es sinónimo de “información” sino que es el procesamiento del cúmulo de información que se ha reunido.

La Inteligencia es un término polisémico:

    • Inteligencia es información procesada.
    • Inteligencia es el proceso por el cual se procesa —valga la redundancia— la información.
    • Inteligencia es el producto de ese proceso.
    • Inteligencia es organización, entendiendo por esto al organismo que se ocupa de esta actividad.

En función de lo antedicho, es relevante que la sociedad tome conciencia de la importancia que tiene que su país cuente con un excelente servicio de Inteligencia. En la Argentina, donde los políticos emparejan la Inteligencia con los “sótanos de la democracia”, cuando ellos son los actores principales del Inframundo —entendido en su acepción de “mundo mitológico situado bajo tierra en el que viven espíritus y seres terroríficos”—, es necesario hacer una gran labor respecto a la “cultura de Inteligencia” y a la “cultura de la Defensa”, ya que ambas áreas son claves para garantizar la Seguridad, la integridad territorial, la Soberanía Nacional, la preservación de los recursos del Estado —incluidos los recursos naturales—, entre otras misiones.

En este sentido, debemos considerar que los españoles han dado en llamar “la cultura de Inteligencia”,

una política de sensibilización pública iniciada en 2003 por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) con el objetivo de mejorar el conocimiento de la sociedad en lo que respecta al fin y las funciones del Servicio de Inteligencia, como institución que forma parte del Estado democrático y que actúa al amparo de la legislación y controlado por ésta. Intenta demostrar también la importancia del análisis y de la Inteligencia como herramienta clave para la toma de decisiones estratégicas, tanto a nivel estatal como en el ámbito privado, en un entorno cada vez más globalizado e incierto.

La Cultura de Inteligencia se enmarca en una iniciativa más global, la llamada Cultura de Seguridad, que es compartida por los integrantes de la Comunidad de Inteligencia española. El objetivo común es que todos los actores sociales adquieran conciencia de que tienen un papel activo en la salvaguarda de la seguridad, y que sólo la suma de esfuerzos puede garantizar la seguridad y la defensa de los valores que compartimos.[1]

A este respecto, en la Argentina tenemos una gran labor por delante, porque es fundamental que el conjunto de la sociedad comprenda la necesidad de que nuestro país cuente con unas Fuerzas Armadas, con unas Fuerzas de Seguridad y con una Inteligencia eficaces y eficientes.

En función de ello, estimo apropiado realizar algunas reflexiones que, para mí, son vitales.

No puede haber desarrollo si no hay seguridad, si la sociedad no goza de un bien tan preciado como la paz, que le permita utilizar su energía en la creatividad, en la producción y no pensando en cómo protegerse de la delincuencia o del crimen organizado.

No puede haber desarrollo si no hay un sistema de Defensa eficaz y eficiente, porque no se puede ejercer la Soberanía sobre el Territorio Nacional, lo que impide el aprovechamiento de los recursos y de las capacidades de la Nación. Pensemos por ejemplo en la depredación de las riquezas del Atlántico Sur.

La Inteligencia es esencial para lograr estos objetivos pero jamás debe confundirse Inteligencia con Seguridad. La Inteligencia es mucho más que eso y, precisamente, al trabajar favoreciendo la prevención, le puede ahorrar un gran esfuerzo a las Fuerzas de Seguridad y a las Fuerzas Armadas.

La Inteligencia Estratégica puede contribuir al desarrollo de la Nación, articulando los medios, los recursos con los fines, para lograr los objetivos nacionales. Apelando a la Inteligencia Competitiva puede contribuir al desarrollo económico de la Argentina en su conjunto, público y privado.

Los analistas de Inteligencia Estratégica deben tener una gran apertura, una visión global, pero no una visión limitada a lo geopolítico, sino una visión que le permita incorporar el arte, la teología, la sociología, la filosofía, la literatura. ¿Por qué digo esto? Porque la creación artística, lo que escribe un intelectual o un filósofo nos puede brindar indicios del rumbo que está tomando una sociedad.

Comprender las religiones, los cambios religiosos, más precisamente los cambios en la composición de una sociedad desde un punto de vista religioso pueden significar un cambio en las tradiciones, en las libertades civiles y en la emergencia de nuevos conflictos.

En línea con esto vale recordar al reconocido autor Walter Laqueur, quien se planteó si la Inteligencia debe ser considerada un arte o una ciencia.

La Inteligencia es fundamental en un momento en que los Estados nacionales declinan y el mundo está siendo sometido por el imperio de los mercados.

Para cerrar, cito a Nigel West (seudónimo del historiador militar, político y ex parlamentario británico Rupert William Simon Allason), autor especializado en temas de seguridad, inteligencia, espionaje y servicios secretos, quien en una entrevista expresó:

El centro de mi argumento era que no contar con un buen servicio de inteligencia significa terminar en un baño de sangre. Si uno es sorprendido, se termina en guerra. Esto pasó en Corea, la Guerra de los Seis Días, Afganistán y la Guerra del Golfo. La inteligencia salva vidas.[2]

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

 

Referencias

[1] Sitio oficial del Centro Nacional de Inteligencia (España), https://www.cni.es/es/culturainteligencia/introduccion/

[2] Graciela Iglesias. “La guerra secreta por las Malvinas”. “La Argentina estuvo a punto de ganar la guerra”. La Nación, 19/10/1997, <https://www.lanacion.com.ar/209373-la-argentina-estuvo-a-punto-de-ganar-la-guerra>, [consulta: 16/10/2017].

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