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“ALGO HUELE MAL EN DINAMARCA…”

Maria Eugenia Alamos*

Fuente: DW. Jens Deslins/AP Photo/Picture Aliance

Esta frase es pronunciada por el personaje de “Marcelo” al propio Hamlet en la obra dramática de William Shakespeare que transcurre en el Castillo de Helsingør en el norte de Copenhague. En la famosa obra del año 1600, esta frase se utiliza para escenificar la decadencia moral del Reino de Dinamarca, y aunque este pasaje pertenece a la esfera de los clásicos de la literatura, en la actualidad estas palabras aparecen pintadas en algunos muros de la capital danesa como una señal de alarma.

Dinamarca ha sido tapa de noticias en los últimos tres meses debido a que su gobierno socialdemócrata ha aprobado con fecha 3 de junio de 2021 una polémica ley para endurecer, aún más, el asilo de refugiados en su territorio.

Esta nueva ley tiene como finalidad reubicar a los solicitantes de asilo en otros países fuera de la Unión Europea, donde deberán esperar hasta que sus casos sean resueltos, permitiendo según sea el caso, que se les conceda el asilo en ese tercer país. La norma fue aprobada con una amplia mayoría de 70 votos a favor y solamente 24 en contra, hecho festejado por el gobierno danés quién realizó declaraciones muy controversiales a través de su portavoz Rasmus Stoklund: “Si solicitas asilo en Dinamarca, sabes que te enviarán a un país fuera de Europa y, por tanto, esperamos que la gente deje de buscar asilo en Dinamarca” [1].

A su vez, el ministro de Integración y Extranjería danés, Mattias Tesfaye, ha asegurado que “la reforma es legal y que los acuerdos que Dinamarca establezca con terceros países respetarán «las obligaciones internacionales» de su país” [2].

No obstante, las autoridades danesas están en tratativas con varios estados que según expresan los periódicos daneses podrían ser Egipto, Eritrea y Etiopía como posibles países que quieran acoger a sus solicitantes de refugio. En abril, Dinamarca anunció un supuesto acuerdo con Ruanda que resultó ser un fracaso[3]. Tesfaye viajó a Kigali en abril y firmó un convenio que luego vendió al público como un acuerdo sobre campos para solicitantes de asilo. Pero Ruanda negó haberse prestado a ello, lo que supuso para el gobierno de Copenhague un gran traspié en la implementación de esta Ley.

Esta legislación danesa es criticada por la ONU, la Comisión Europea y distintas ONG de ayuda humanitaria que no comprenden cómo un Estado como Dinamarca, que fuera uno de los países del mundo que más apoyó la causa de los refugiados siendo la primera nación en firmar la Convención de la ONU que establece los mecanismos para protegerles en 1951, hoy se encuentre en una posición radicalmente opuesta.

Regionalmente, Dinamarca no forma parte de la política común de la Unión Europea (UE) en materia de justicia e inmigración, y pese a tener una alternancia política entre partidos de derecha e izquierda en el poder, ha impulsado una línea cada vez más dura respecto a la migración e integración desde las últimas dos décadas con una clara postura “euroescepticista[4].

Hay varios puntos importantes a la hora de analizar el caso danés que podrían generar un efecto dominó en la comunidad internacional. El primero, es el precedente. Podemos mencionar gran cantidad de ejemplos de políticas “desalentadoras”, “restrictivas”, “exclusivas”, pero pocas hasta ahora han ido tan lejos al punto de delegar la responsabilidad de su protección a un tercer país mediante un “tratado”.

Hasta ahora, existe sólo un precedente de un Estado soberano que establece un acuerdo con otro Estado para el tratamiento de la población que reside, o quiere residir, en su territorio: el caso de Australia con Papua Nueva Guinea y la Isla de Nauru.

El 19 de julio de 2013 el Parlamento australiano estableció un decreto[5] mediante el cual todos los solicitantes de asilo y refugiados que arribaran a territorio australiano serían trasladados a campos de retención denominados “centros de procesamiento” en la isla Manus (Papúa Nueva Guinea) o al pequeño Estado de Nauru en Micronesia, que ya recibía migrantes provenientes de Australia desde el año 2008.

Esta legislación prohibía expresamente la posibilidad de habitar suelo australiano para todos los que se encontraban en los centros, dejándoles como opción quedarse en las islas o migrar a otros territorios una vez finalizado el proceso de revisión de la solicitud de asilo. Esto creaba permanentes condiciones de vulnerabilidad a las personas solicitantes de asilo, permaneciendo detenidas hasta 8 años en completa ausencia de respuestas.

Luego de intensos reclamos de la comunidad internacional, que incluyeron la viralización de informes médicos con índices de depresión e intentos de suicidio nunca vistos en menores en condición de encierro[6] y un creciente sentimiento anticolonialista de movimientos sociales en Papúa Nueva Guinea, el Estado australiano aceptó normalizar la condición de los migrantes allí detenidos aduciendo razones económicas y no humanitarias en palabras del ministro del Interior Peter Dutton[7], quién declaró respecto a los solicitantes de asilo “que resultaba más barato dejarlos en libertad que mantenerlos detenidos en las Islas de Nauru y Papúa Nueva Guinea por tiempo indeterminado”.

No obstante, los números que reflejan estas políticas como resultado no son nada alentadores. Según datos del Consejo de Refugiados de Australia, desde su aprobación, esta ley ha afectado a 3.127 solicitantes de asilo. De ellos, 1.200 se encuentran en Australia. Para cerca de otros 1.000 se encontró una solución duradera, en la mayor parte de los casos reasentándolos en Estados Unidos. 750 fueron devueltos a sus países de origen, voluntariamente o a la fuerza. 233 se encuentran retenidos en las islas de Papúa Nueva Guinea, y 132 fueron evacuados a Australia por razones médicas, pero se encuentran en centros de detención. Finalmente 14 murieron. Entre ellos seis por suicidio y otro como consecuencia de la violencia ejercida por los guardias del centro de detención[8].

Este caso, emblemático si se quiere para el estudio de políticas migratorias modernas de tinte xenófobo, no representa un hecho aislado. En la actualidad se encuentran en pleno punto de ebullición posturas políticas, que antes parecían más cautelosas a la hora de manifestarse, enarbolando proyectos de abierto tinte anti migratorio.

Un ejemplo de ello es la postura del primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, quién ha puesto como modelo de política migratoria a Australia declarando públicamente que “contempla ‘deslocalizar’ a los solicitantes de asilo planteando enviarlos lo más lejos posible”. Las opciones que maneja el gobierno británico empezaron por la isla de Ascensión (a 6.800 kilómetros de distancia) y la de Tristán da Cunha (casi 10.000 kilómetros) que forman parte del imperio británico en el medio del Atlántico; pero las complicaciones logísticas inclinaron la balanza por opciones más realistas como Gibraltar, las Hébridas y la isla de Man que es una dependencia de la corona pero no es parte del Reino Unido sino “posesión” de la reina Isabel y cuyos ciudadanos son británicos pero tienen su propio pasaporte[9].

Como consecuencia del Brexit, todas las embarcaciones que cruzan el Canal de la Mancha no pueden ser devueltas a Francia, tal como sucedía cuando formaba parte del bloque europeo, por lo que las solicitudes de asilo aumentaron exponencialmente en lo que va del año 2021 obligando a las autoridades a cumplir sus compromisos internacionales procesando tales solicitudes en su propio territorio.

Como respuesta, la administración británica aduce que solo serían enviados a la Isla de Man, Gibraltar o las Hébridas escocesas los demandantes de asilo que lleguen por “rutas ilegales” (es decir, el mar, o como polizontes en un barco, o escondidos entre las ruedas de un camión), y no los que lo hacen por “rutas convencionales”, es decir, a un aeropuerto[10].

Esto ha generado algunos roces diplomáticos, en primer lugar, con el primer ministro de Gibraltar quien aduce que luego de haber estabilizado las responsabilidades sobre el área en conflicto, y siendo que ahora el Reino Unido no forma parte de la UE, esta actitud de trasladar a los migrantes “a las puertas” de Europa podría ser tomada como una provocación por la región.

También, el primer ministro de la Isla de Man ha presentado su queja en público frente Boris Johnson, lo que nos muestra que la posibilidad de que los Estados Poderosos puedan utilizar directamente sus posesiones territoriales para la deslocalización migracional plantea un conflicto en puerta para las relaciones internacionales y el balance de poder, dejando como opción más factible el establecer tratados de compensación económica con estados en vías de desarrollo que se hagan responsable del problema en cuestión.

Esta situación, nos permite inferir cómo esta ley danesa de deslocalización migracional generará a cortísimo plazo un efecto político dominó en diversos estados con tinte más xenófobo. El hecho de garantizar bajo el paraguas de un “Tratado o Acuerdo” la asistencia de población no deseada, en este caso refugiados y migrantes, en un tercer territorio a cambio de transferencias económicas, tecnológicas, defensivas o de cooperación puede presentarse como la solución estratégica, por un lado, para los estados poderosos cuyo problema no es económico, y por otro, para muchos estados empobrecidos que verían en esta opción una posibilidad de mejorar su posición en la escena global.

Esta acción encubierta de derivar la responsabilidad sobre cuestiones que no quieren absorberse políticamente no es nueva para los países europeos, quienes recurren a un manejo sutil en las formas de “cooperación” con algunas regiones a través de transferencia de capital a cambio de mayor vigilancia fronteriza o contención migratoria. Hasta ahora, sólo se había planteado este escenario desde la esfera de la “cooperación para el desarrollo” o a través de ayudas puntuales referidas al manejo de la crisis de refugiados en las fronteras de la UE como lo fue el acuerdo con Turquía durante 2016[11].

Si se realiza un análisis de la última década, las políticas disuasorias europeas se basan en una serie de iniciativas de diálogos y de marcos políticos relativos al desarrollo en donde se incluyen los ítems migracionales bajo la rúbrica de un Planteamiento Global de la UE sobre la Movilidad. En estos marcos de acción: se crean alianzas de movilidad con terceros países; se induce al diálogo a largo plazo con la región euro-mediterránea mediante el denominado “Proceso de Rabat” y se establece un considerable gasto de capital político en el desarrollo de acuerdos de readmisión de la UE con los principales países de tránsito que envían migrantes, realizando un verdadero esfuerzo diplomático, pero con alcance global limitado a la ayuda financiera. Estas relaciones con terceros países siempre han tendido a centrarse más en la migración y en la vigilancia fronteriza, exceptuando algunas iniciativas específicas como el diálogo con países del Cuerno de África (Proceso de Jartum); los mecanismos de financiación basados en el Fondo Fiduciario de Emergencia para África o una serie de Programas Regionales de Desarrollo y Protección en Oriente Medio, norte y este de África[12].

El análisis del caso danés desde una perspectiva social y acorde con los derechos humanos resulta imperioso a la hora de analizar detalladamente los puntos de esta legislación cuyo contenido no se limita exclusivamente a la terciarización del asilo. El número de complejos habitacionales con residentes extranjeros también está en la mira de esta legislación que pretende acabar con los guetos de migrantes en Copenhague hacia el 2030. El anterior gobierno liberal-conservador de Lars Løkke Rasmussen impulsó un plan para acabar con lo que ellos denominan “sociedades paralelas” en vez del término gueto, que incluía una veintena de medidas: la imposición de penas el doble de altas a los crímenes cometidos en estas áreas, prohibir enviar a los hijos al país de origen de sus padres durante las vacaciones y derribar cientos de edificios de vivienda social para dispersar y reubicar a los residentes. Para ello, todos los años se publica una lista donde aparecen las áreas consideradas “guetos duros” para la administración gubernamental. Por ello, a partir de ahora, los guetos duros que llevan más de cinco años en la lista deberán tener como máximo un 40% de vivienda pública en 10 años[13].

Esta situación deja al complejo Mjølnerparken del área urbana norte de la capital danesa en un crítico escenario, puesto que el 100% de su población lo constituye la vivienda pública que será vendida a empresas privadas para demolición. Este proyecto, incluye la reevaluación de una sesentena de áreas potencialmente vulnerables por su elevada proporción de inmigrantes (aunque menor que en los guetos), donde también se deberán llevar a cabo medidas para fomentar que se conviertan en áreas residenciales ‘mixtas’. El objetivo es que en 2030 ninguna área residencial de Dinamarca tenga más de un 30% de vecinos no occidentales. Un elemento clave para modificar la composición de vecinos en estas zonas identificadas como vulnerables o potencialmente vulnerables será la introducción de criterios en las normas de alquiler que den prioridad a los solicitantes que tengan empleo o estén estudiando; y no se podrá aceptar como nuevos inquilinos a ciudadanos procedentes de países no europeos o a aquellos que reciban subsidios[14].

En este punto, podemos preguntarnos, ¿qué es lo que está sucediendo al interior de la sociedad danesa que propicia desde hace veinte años el apoyo indiscutido a políticas migratorias duras independientemente del partido que se encuentre en el gobierno? La respuesta difícilmente sea una, no obstante, la sociedad danesa manifiesta haberse visto incómoda con la postura europea frente a la crisis de refugiados del 2015, que generó fuertes incrementos de solicitudes de asilo y un cambio abrupto en los suburbios de los centros urbanos.

La simbolización social es muy fuerte a la hora de analizar el impacto que generó el reemplazo de sus tradicionales pautas de vida por otras foráneas. Y así, la proliferación de negocios gastronómicos de kebab en detrimento de las tradicionales Pølser danesas, o la mera presencia de mujeres con nicab, representa una amenaza en su construcción identitaria y cultural.

La imagen es un símbolo; y parece ser fundamental a la hora de poder conciliar diferencias intra y entre sociedades disímiles. De la disposición de éstas, depende la conformación identitaria y el entramado social que resignifique constantemente la figura “del otro” y la propia identidad de una manera permeable y más flexible a la época.

En este marco, las representaciones sociales aparecen como verdaderos sistemas de significación con categorías que permiten interpretar el curso de los acontecimientos y las relaciones sociales. Esta construcción simbólica juega un papel predominante en la manifestación de conflictos, pero resulta fundamental a la hora de repensar las bases de la construcción que se está dando dentro de la sociedad a través de la adopción de estas políticas cada vez más duras que pueden generar cambios permanentes en la sociedad danesa con efectos inciertos a nivel internacional.

 

* Geógrafa (UNLP) y Becaria Doctoral del Programa Argentino Alemán de Intercambio Académico en Estudios Culturales Interdisciplinarios de Europa y América Latina CUAA; Ibero-Amerikanisches Institut von Berlín, Universität Rostock y UNLP. Consultora Externa en Migraciones Internacionales para África, Europa y América en la Organización Internacional para las Migraciones – OIM/ONU. Especialista en Contenidos sobre Derechos Humanos y Defensores del Medio Ambiente en el Instituto Interamericano de Derechos Humanos – IIDH en Costa Rica. Miembro de la Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior – RAICES y la Red de Científicos Argentinos en Alemania (RCAA). Miembro de la SAEEG.

 

Referencias

[1] “Dinamarca, el «paraíso liberal» en el que los inmigrantes y los refugiados ya no son bienvenidos como antes”. BBC News Mundo, 04/06/2021, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-57353853

[2] “Dinamarca enviará a migrantes a centros en el extranjero”. Deutsche Welle (Europa al día), 03/06/2021, https://p.dw.com/p/3uO98

[3] “Política. Dinamarca quiere tercerizar sus procesos de asilo”. Deutsche Welle, 06/06/2021 https://p.dw.com/p/3uUOK

[4] “El euroescepticismo se hace un hueco en el núcleo duro de la Unión Europea”. EFE. Bruselas, 27/05/2019, https://www.efe.com/efe/america/mundo/el-euroescepticismo-se-hace-un-hueco-en-nucleo-duro-de-la-union-europea/20000012-3985771

[5] “ONU pide Australia repatríe refugiados que envió a Papúa Nueva Guinea y Nauru”. La Vanguardia, 12/10/2018, https://www.lavanguardia.com/vida/20181012/452309526808/onu-pide-australia-repatrie-refugiados-que-envio-a-papua-nueva-guinea-y-nauru.html

[6] “Los refugiados de Nauru, la isla donde los niños perdieron el deseo de vivir”. BBC News, 09/09/2018, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-45382907

[7] “Australia libera a decenas de migrantes tras años de detención”. Deutsche Welle, 02/03/2021, https://p.dw.com/p/3q675

[8] “After eight years of offshore processing, where to from here?” Refugee Council, 19/07/2021, https://www.refugeecouncil.org.au/

[9] Rafael Ramos. “El Reino Unido quiere enviar a los solicitantes de asilo a la isla de Man, Ascensión o Gibraltar”. La Vanguardia, 22/03/2021, https://www.lavanguardia.com/internacional/20210322/6603516/reino-unido-solicitantes-asilo-isla-man-ascension-gibraltar.html

[10] Ídem.

[11] “Declaración UE-Turquía”. Consejo Europeo, 18/03/2016, https://www.consilium.europa.eu/es/press/press-releases/2016/03/18/eu-turkey-statement/

[12] Elizabeth Collett. “La cooperación de la UE con terceros países: repensando conceptos e inversiones”. RMF 51 (University of Oxford), enero de 2016, https://www.fmreview.org/es/destino-europa/collett

[13] Nuria Vila (Copenhague). “Un país sin guetos ni refugiados: ¿la derecha radical? No, la socialdemocracia danesa”. El Confidencial, 07/07/2021, https://www.elconfidencial.com/mundo/europa/2021-07-07/ghetto-dinamarca-inmigrantes_3167876/

[14] Ídem.

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PANDEMIA Y CAMBIO CLIMÁTICO: DOS EMERGENCIAS (PROBABLEMENTE INTERCONECTADAS) QUE REQUIEREN LA BÚSQUEDA DE NUEVOS MODELOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE

Giancarlo Elia Valori*

¿Existe una correlación entre la pandemia de Covid-19 y el cambio climático?

Aparentemente no. Se supone que el virus se debilita con las altas temperaturas y —a diferencia de los meses de invierno, cuando las personas permanecen más en el interior (una situación que favorece las infecciones)— en el verano las personas tienden a permanecer más al aire libre o en habitaciones constantemente ventiladas y, por lo tanto, a estar menos expuestas a la agresión viral.

Un estudio del Instituto de Tecnología de Massachusetts muestra que un clima templado debería inhibir la vitalidad del virus, pero la propagación de casos en el hemisferio sur muestra que este patógeno es más resistente al calor que los virus de la influenza “tradicionales”. Ahora, con la llamada “variante Delta”, el número de infecciones parece estar aumentando en toda Europa, una señal de que el virus mantiene su agresividad incluso a altas temperaturas.

De hecho, según muchos expertos y estudiosos, la pandemia que ha provocado una crisis global puede estar relacionada con el cambio climático en la medida en que este último está relacionado con el aumento de las tasas de contaminación causado por el uso desproporcionado de fuentes de energía no renovables (en primer lugar, el petróleo y el carbón). La contaminación del aire, a su vez, causa daños al sistema respiratorio, especialmente en los sujetos más débiles que representan el 90% de las víctimas de Covid-19.

Dicho daño puede considerarse corresponsable de las consecuencias letales del síndrome de la gripe. En agosto de 2020, los académicos que participaron en el Congreso sobre la relación entre “los factores climáticos, meteorológicos y ambientales y la pandemia de Covid-19”, organizado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), llegaron a la conclusión de que la pandemia “refleja el estado de tensión entre el hombre y la naturaleza”.

Según muchos de los investigadores que participaron en el Congreso de la OMM, las consecuencias más graves de la infección por Covid-19 se produjeron en pacientes expuestos con mayor frecuencia al aire contaminado por dióxido de carbono.

Aunque no se ha alcanzado un consenso científico unánime sobre las posibles interrelaciones entre la pandemia y el cambio climático, estudios autorizados muestran que el incremento medio de las temperaturas globales aumenta la capacidad del virus para propagarse, también debido al aumento de las precipitaciones y a la tasa media de humedad, ya que estos últimos factores estimulan la viabilidad y la resistencia del virus.

Según el “Quinto Informe de Evaluación” del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el aumento medio de la temperatura y las precipitaciones ha alterado la distribución y propagación de los vectores patógenos. Estos factores, relacionados con el aumento de la movilidad de la población y con los cambios en el hábitat de algunas especies animales (como los murciélagos) causados por el hombre, pueden considerarse corresponsales de la velocidad con la que el virus Covid-19 se ha propagado en todos los continentes, particularmente en áreas donde hay mayores niveles de industrialización y contaminación del aire por CO2.

Debido al impacto de la pandemia en la producción industrial y en la economía mundial, la tasa de contaminación ha disminuido, en general, también porque la brusca desaceleración impuesta a la producción y el consumo ha contribuido a la disminución de las emisiones de CO2 a la atmósfera que, solo en China, en los primeros cuatro meses de 2020 disminuyeron un 10,3%, mientras que a nivel mundial el descenso fue del 5,8%.

Ahora, gracias al éxito de la campaña de vacunación que en Europa está alcanzando niveles aceptables para la seguridad colectiva, muchos países, entre ellos Italia, están preparando —con un nuevo impulso productivo— la recuperación de la economía, interrumpida por los efectos de la pandemia. Como se puso de relieve en los trabajos del reciente G20 en Venecia, esta recuperación partirá de un nuevo compromiso con la producción de energía con fuentes renovables y con la disminución progresiva y marcada del uso de fuentes contaminantes, como el petróleo y el carbón.

Como se ha visto anteriormente, la pandemia ha causado al menos un efecto secundario positivo, a decir, la disminución de las emisiones de carbono a la atmósfera. Esta puede ser la oportunidad para un nuevo “renacimiento energético”, destinado a perdurar en el tiempo y a hacer que los modelos de producción sean más coherentes con el medio ambiente y, como resultado, con la salud pública.

Los protagonistas de este cambio de paradigma en la producción industrial serán las fuentes de energía renovables, incluyendo la energía marina y el hidrógeno.

En agosto del año pasado, como parte del ambicioso programa de desarrollo denominado “European Green Deal», la Unión Europea lanzó una verdadera “Estrategia del Hidrógeno” en la que se hace hincapié en que el hidrógeno “limpio” (es decir, el que se extrae del agua a través de la electrólisis) debe ser una parte integral de la transición ecológica prevista y financiada por el “Plan de Recuperación”, con el objetivo —en el muy corto plazo— de producir, para 2024, 6 GW por año de energía “verde” de electrólisis de hidrógeno.

China también se está moviendo concretamente en esta dirección, gracias no solo al compromiso asumido por el presidente Xi Jinping, también en el G20, de reducir drásticamente las emisiones de carbono para 2030 en cumplimiento del Acuerdo de París de 2012, sino también al trabajo del joven Ministro, Lu Hao, que dirige un Departamento que incluye seis Ministerios anteriores y está a la vanguardia en la estrategia de conversión ecológica de toda la producción china.

Esta estrategia prevé el uso más amplio de la energía producida por el movimiento de las olas y las corrientes marinas. Es en este contexto que el Ministro Lu Hao ha ordenado la creación, en Shenzhen, del “Centro Nacional de Tecnología Oceánica” (NOTC), un centro para el estudio y desarrollo de tecnologías avanzadas para la producción de energía “verde” a partir de las mareas, energía abundante y limpia que puede utilizarse ampliamente para la producción de hidrógeno. Este último, de hecho, requiere grandes cantidades de electricidad que, cuando se produce con el uso de sistemas tradicionales, como el petróleo o el carbón, no contribuye a mejorar las condiciones ambientales.

Con el uso de la energía marina para activar las células electrolíticas necesarias para “separar” el hidrógeno del oxígeno, se puede crear un ciclo de producción “virtuoso” mediante la extracción de hidrógeno del agua con energía suministrada «a cero kilómetros» del agua misma.

Las corrientes eléctricas del mar se pueden producir con convertidores de energía; con extractores de energía de las mareas; con convertidores térmicos que explotan las diferencias de temperatura a varias profundidades, así como con herramientas que pueden explotar incluso las diferencias de salinidad.

Con esta tecnología y equipos se pueden extraer enormes cantidades de energía sin causar ningún daño al medio ambiente o a la flora y fauna marinas y las emisiones de CO2 a la atmósfera se reducirán en miles de millones de toneladas.

Esto no es ciencia ficción, sino una realidad tangible: cada océano tiene un potencial estable de sobreabundancia de energía que se puede extraer de las olas, las corrientes y las mareas, energía a costos más bajos que los de las otras energías renovables.

Incluso el Mediterráneo debe considerarse una excelente fuente potencial de energía marina.

En Rávena ENI ya ha puesto en funcionamiento el «Inertial Wave Converter», un convertidor de energía de las olas diseñado para extraer 50 Gigavatios del movimiento cíclico de ondas, corrientes y mareas.

Junto con Escandinavia, Italia es el líder europeo en la investigación y aplicación práctica de estas tecnologías y su uso en la producción de hidrógeno a través de la electrólisis, con un proyecto piloto en el estrecho de Messina.

En todo el mundo, con China a la cabeza, actualmente hay más de cincuenta proyectos activos para la investigación y producción de energía limpia a partir del agua de mar, parte de los cuales se dedica a la futura producción de hidrógeno verde. En definitiva, todos estos proyectos están dedicados a reconstruir una relación entre el hombre y la naturaleza que, lejos de soñar con un “decrecimiento placentero”, es decir, un crecimiento negativo sostenible, pretende conseguir un modelo de desarrollo coherente con las necesidades de producción, pero también con la necesidad ineludible de “volverse verde”.

Estamos saliendo de una crisis sanitaria y económica muy grave causada por una pandemia que —como afirman investigaciones y estudios científicos autorizados— se ha generalizado y ha sido más letal por el cambio climático y la contaminación ambiental.

Si, como podemos prever, estalla una nueva pandemia en unos pocos años, será bueno que el mundo esté preparado, habiendo hecho que el ecosistema sea más saludable y limpio para dificultar la propagación de nuevos virus con una estrategia de prevención global, también a nivel ambiental y climático.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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EL LADO CLARO (PEQUEÑAS Y MEDIANAS EMPRESAS Y AHORRISTAS) Y EL LADO OSCURO (MONEDA VIRTUAL) DE LA SITUACIÓN EN ITALIA TRAS LA PANDEMIA DE COVID-19

Giancarlo Elia Valori*

Imagen de Julien Tromeur en Pixabay

Con el fin de evaluar el impacto de la pandemia que azota a Italia desde principios de 2020, creo que deberíamos examinar el cuidadoso análisis realizado por la Comisión Nacional de Empresas Cotizadas y Bolsa de Valores (Consob) en su informe sobre el año 2020.

2020 fue uno de los peores años para Italia en términos económicos y sociales desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Después de experimentar una caída significativa del PIB, el país ha estado avanzando hacia la recuperación económica desde la segunda mitad del año y, más marcadamente, en los primeros meses de 2021, y está mostrando su propia voluntad de abordar los problemas no resueltos, aprovechando también el cambio en la actitud de la política fiscal de la UE, que es una base necesaria para la cohesión entre los Estados miembros.

Los resultados de 2020 confirmaron la evaluación de que el ahorro y las exportaciones son los dos pilares de la fortaleza económica y social del país. La protección del ahorro por parte de las instituciones públicas sigue reglas que han sido probadas y perfeccionadas a lo largo del tiempo. No obstante, deben actualizarse a la luz de las innovaciones tecnológicas en el ámbito financiero. La protección más sólida, sin embargo, sigue siendo su anclaje a la actividad real, cuyo progreso está determinado en Italia por los resultados de exportación. Por otro lado, el consumo privado y el gasto público muestran que no tienen el impulso que tienen en otras grandes economías mundiales.

Uno de los pocos aspectos positivos que se desprenden del informe es que la tasa de ahorro de los hogares italianos en comparación con su renta disponible creció un 50% en 2020. Excluyendo los ahorros invertidos en empresas cotizadas, su rendimiento se mantuvo bastante bajo, cerca de cero.

Teniendo en cuenta la cantidad de activos financieros propiedad de los hogares italianos, cada punto porcentual de rendimiento se puede estimar en alrededor de 30 mil millones de euros, es decir, casi el 2% del PIB, el tamaño de un buen plan presupuestario público y la maniobra fiscal del pasado.

Teniendo en cuenta los gastos de gestión, el ahorro ha contribuido significativamente a sostener la estabilidad del mercado, pero sin producir un crecimiento real, aunque este efecto es ahora el resultado de una crisis que surgió por razones particulares y contingentes.

Las exportaciones experimentaron dificultades, disminuyendo en volumen en aproximadamente una séptima parte en comparación con 2019, debido al efecto concomitante de la caída de la demanda mundial y los obstáculos relacionados con la cuarentena a la producción nacional. Las importaciones cayeron de forma más pronunciada, lo que permitió que la balanza por cuenta corriente exterior de Italia se mantuviera positiva y aumentara ligeramente en relación con el PIB.

En 2020, la posición de inversión internacional de Italia mejoró aún más, mostrando un superávit por primera vez en tres décadas. El mercado financiero internacional sólo registró y reconoció parcialmente esta posición estructural favorable del país.

En el primer trimestre de 2021, el comercio mundial aumentó a niveles superiores a los niveles anteriores a la crisis y las exportaciones de Italia siguieron creciendo al doble de su ritmo, confirmando así la resistencia y el dinamismo de las empresas italianas en el sector, una piedra angular tradicional de nuestra economía.

El saldo de la cuenta financiera con países extranjeros, que había resultado ligeramente negativo en 2020, también se volvió positivo, confirmando así el papel del ahorro italiano como pilar de la estabilidad, otro punto de fortaleza de Italia.

La confianza en la capacidad de reacción de la economía italiana ha aumentado, como lo demuestra la significativa reducción del diferencial entre los tipos de interés del BTP y del Bund. Este es también el resultado de las decisiones adoptadas por el BCE para comprar cantidades significativas de bonos públicos y por la Comisión Europea de suspender —aunque sea temporalmente— el Pacto de Estabilidad y lanzar el Plan de la UE de próxima generación (NgEU).

Sin embargo, el informe que estamos examinando afirma que para que la fase de recuperación continúe, necesitamos complementar las decisiones tomadas hasta ahora para impulsar el capital de riesgo de las empresas con vistas a mejorar su apalancamiento financiero y hacerlas más dispuestas a emprender nuevas iniciativas.

Esta fase ofrece una oportunidad importante para la reforma fiscal que se ha instado durante algún tiempo y reafirmado en el marco del Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (NRRP) que implementa el Plan de la UE de próxima generación.

La intervención estatal con fines sociales ha alcanzado formas y niveles inusuales, sin reducir de ningún otro modo la presión de los ciudadanos sobre los recursos públicos. Esto no es sorprendente porque el contenido racional de la acción humana lleva a elegir la obtención del mejor resultado al menor costo.

Las empresas privadas, especialmente las exportadoras, se han visto obligadas por la competencia a resolver sus problemas sin demora, a fin de evitar quedar excluidas del mercado. Su capacidad para hacerlo es una piedra angular del crecimiento y una base para el buen funcionamiento del sistema democrático, que tiene el poder de corregir la distribución del ingreso determinada por la actividad productiva y conmutativa a través de regulaciones, impuestos y gravámenes.

Por el contrario, cuando estas formas son insuficientes y el ahorro no es utilizado por particulares, el Estado recurre a la deuda, pero no siempre tras una evaluación bien fundamentada de los efectos redistributivos intergeneracionales.

En este sentido, el informe insiste en el hecho de que —sobre la base de la vara de medir que proporcionan las leyes vigentes— ya no es posible distinguir —con seguridad técnica y jurídica— en qué consisten legalmente en la actualidad moneda y productos financieros,  un contenido que se interrelaciona debido a la conexión que aseguran las plataformas de conversión entre instrumentos virtuales y tradicionales.

El mercado utiliza un criterio diferente del de la legislación vigente, que debe incorporarse e integrarse en él. La actividad en bienes muebles, valores y formas que se desarrolla en el ámbito de la información financiera también está interfiriendo cada vez más en las relaciones internacionales y en los equilibrios geopolíticos, cuya estabilidad juega un papel importante para los intercambios con divisas y fondos nominales, especialmente como resultado del peso creciente que tienen en un escenario político que ya no está en la cima de la paz y la prosperidad alcanzadas en los últimos treinta años de integración y cooperación entre los Estados.

Sin embargo, la voluntad expresada en diversos programas por las autoridades gubernamentales de aprovechar las oportunidades que ofrecen las innovaciones tecnológicas en los movimientos de capitales y la gestión no debe verse como una aquiescencia a la pérdida de transparencia del mercado, sino como un deseo de recuperarla haciendo uso de las mismas innovaciones financieras.

Por lo tanto, la actitud favorable hacia las nuevas técnicas debe ir acompañada de normas claras sobre la aparición y el intercambio de instrumentos cifrados y su entrelazamiento con los activos/pasivos monetarios y financieros tradicionales, estén digitalizados o no, como guía esencial para los operadores que gestionan la liquidez y el ahorro.

La difusión de los instrumentos virtuales ha impulsado la aparición de “plataformas tecnológicas” que permiten formas más rápidas y baratas de acceder a los servicios de pago y negociación de valores que las ofrecidas por los bancos y otros intermediarios y corredores.

Sin embargo, tenemos que tener cuidado, ya que las funciones de custodia e intercambio que realizaron inicialmente han evolucionado para dar cabida a transacciones cada vez más articuladas y complejas, incluida la concesión de créditos garantizados por instrumentos virtuales propios o de otros, o la celebración de contratos derivados utilizando criptomonedas (Altcoin, Crypto token, Stabe coin, Bitcoin, INNBC, etc.) como garantía, incluso para varias transacciones del mismo tipo.

Estos nuevos segmentos de mercado están evolucionando rápidamente y parece haber una peligrosa repetición de la experiencia anterior a la crisis de 2008, cuando los contratos de derivados crecieron a diez veces el tamaño del PIB mundial.

Aunque con las distinciones necesarias, es probable que algo similar esté sucediendo en el mercado de productos monetarios y financieros virtuales, especialmente los cifrados.

El uso de estos instrumentos en formas cerradas fuera de los participantes en la iniciativa (sin permiso) impide la supervisión privada (como la que llevan a cabo los consejos de auditores y los organismos de certificación) o la supervisión pública (por parte de las autoridades de supervisión). Sin salvaguardias adecuadas (normas y órganos), el resultado es un deterioro de la transparencia del mercado, que es la base de la legalidad y de las opciones racionales de los operadores.

Los efectos negativos bien conocidos incluyen el blindaje que estas técnicas permiten para actividades delictivas, como la evasión fiscal, el blanqueo de dinero, la financiación del terrorismo y el secuestro. La concentración en la posesión de criptomonedas que se ha comprobado recientemente puede reflejar este aspecto del problema.

Para Italia, el problema planteado tiene connotaciones particulares en comparación con otros países debido a la existencia de una disposición constitucional que atribuye a la República la tarea de fomentar y proteger el ahorro en todas sus formas, así como la tarea de regular, coordinar y controlar el ejercicio y la operación del crédito.

Sería impropio atribuir a la frase específica “ahorro en todas sus formas” y al “crédito a proteger” una connotación que abarcaría también los instrumentos virtuales, sin pasar por un reglamento específico.

Si esto sucediera, la responsabilidad de las consecuencias sufridas por los ahorristas podría recaer en el Estado, como ya ha ocurrido en el pasado, debido a la legitimación encubierta o evidente de su existencia y a la conciencia de que a través de las innovaciones financieras se puede lograr la manipulación del mercado y la consiguiente ruina de los ahorristas.

Por lo tanto, la existencia y el funcionamiento de un sistema de seguridad —aunque se deje en manos de particulares— debe ser garantizada y supervisada por el Estado que, sin embargo, debe tener en cuenta que la difusión de las técnicas digitales en las finanzas plantea requisitos y necesidades específicas que deben abordarse a nivel mundial. De lo contrario su eficacia se verá reducida.

La legitimación de la existencia del “ahorro virtual”, en diversas formas, es ahora una realidad que se cruza con el ahorro generado de la manera tradicional, es decir, sin gastar una parte de los ingresos producidos por el trabajo o el capital.

Nos enfrentamos a cambios radicales que deben abordarse siendo plenamente conscientes de su contenido y urgencia con vistas a evitar consecuencias negativas en la estabilidad micro y macro-sistémica del mercado de valores y, de este modo, en el ahorro y el crecimiento económico necesarios para protegerlos y utilizarlos adecuadamente.

Un paso obligatorio es reafirmar que la validez legal de los contratos sólo está garantizada por su denominación en moneda soberana. Si —como parece ser el caso— pretendemos reconocer la existencia de monedas privadas, los usuarios deben dejar claro en una cláusula contractual específica que son conscientes de los riesgos que corren al utilizar monedas no públicas.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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