¿POR QUÉ PRETENDEN ACABAR CON NUESTRAS UNIVERSIDADES?

Abraham Gómez R.

De todos es conocido que la Universidad nace, como institución, en la Edad Media. Surge formalmente en tanto una entidad donde, para entonces —como aún hoy—concurren los maestros y discípulos en la búsqueda de la verdad.

Aunque sea una “verdad relativa” y con múltiples aristas. Tal vez lleguemos a compartir, que, en tal hecho disímil o de universalización del pensamiento, queda arraigado lo más hermoso de las ideas y las posiciones.

En el presente tramo epocal contemporáneo las ilimitadas conexiones tecnológicas han transformado los modos de generar el conocimiento, de preservarlo, de rehacerlo y transmitirlo con otros principios y valores; así entonces, esos elementos constituyentes de los saberes los docentes universitarios están obligados a incorporarlos en su caja de herramientas intelectuales.

Nos agrada recordar que en el año 1958 se sancionó y promulgó, en nuestro país, una nueva Ley de Universidades que vino a sustituir la que para entonces estaba en vigencia desde 1953. El mencionado acontecimiento no fue, de ninguna manera, un hecho fortuito o desprevenido; sino, debemos decirlo, honestamente, a partir de ese hito socio histórico quedó contextualizada la universidad venezolana, a la par de las autonomías orgánicas, funcionales, administrativas y académicas, de las que gozan las demás universidades en el mundo.

Reconocemos, sin embargo, que en 1970 se produjeron serias y sustantivas reformas en el citado texto legal, hasta obtener una norma para el Sistema Universitario Venezolano (mayúsculas adrede) que nos rige ahora.

Nuestras Universidades habían venido resistiendo embates —algunas veces sibilinos, otros tantos develados—, pero nunca con el ensañamiento como se le perpetran los daños de todo tipo, en la actualidad.

Citemos, a manera de ejemplo: el nombramiento fraudulento e írrito de algunas autoridades, completamente desarraigadas de las realidades de las universidades que pretenden dirigir; el asfixiamiento inmisericorde de las asignaciones presupuestarias y financieras; el desestimulo y deterioro progresivo de la calidad de vida del personal; el abandono de la infraestructura física y de los equipos; la centralización descarada de las nóminas en la “plataforma patria”, la inseguridad en los campus y un largo etcétera.

Apenas asomamos un ápice de la inmensa crisis que estamos atravesando. Lamentamos también —hay que decirlo— que un reducido número de Instituciones de educación Superior (muy pocas afortunadamente) y una minúscula facción de docentes universitarios, contaminados ideológicamente, han adoptado una respuesta mimética y vergonzosamente adaptativa al descalabro de nuestras universidades. Allí los vemos, medrando y rumiando pesares; cómplices de las directrices de sus órganos superiores, sin proponer significativos cambios, para deslastrarnos de las calamidades

Honrosamente, la excepción la constituyen las Universidades en cuyo seno se respeta el disenso y la pluralidad de las ideas. Las Universidades caracterizadas por permanecer libres y siempre irreverentes, aparejadas a los docentes que han asumido los desafíos para desarrollar alternativas académicas y gerenciales con perspectivas hacia las sociedades que han sido emprendedoras.

Sobran los ejemplos de los desmanes inocultables del oficialismo hacia nuestras universidades: el cometido contra la emblemática Universidad Simón Bolívar, al designar, mediante acto inconstitucional e ilegal a un rector, vicerrectores y secretario, en una sesión amañada del Consejo Nacional de Universidades. El constreñimiento sin justificación de las asignaciones de los recursos para el funcionamiento de las universidades de Carabobo, del Zulia, de Oriente, Nacional Experimental Politécnica, de la Unillez y muchas otras más.

Jamás se había visto tanta desidia y atropellos ocurridos contra, nuestra insigne y reconocida ante el mundo, Universidad Central de Venezuela.

Los numerosos actos de terrorismo perpetrados para intentar arrodillar a la “Casa que Vence las Sombras” son tropelías cohonestadas y promovidas desde el gobierno.

Se le quiere “pegar la mano” a nuestra Alma Mater a como dé lugar o como sea. Sin medir las consecuencias en sus desmanes; en violación flagrante del Estado de Derecho y por ende de nuestra constitucionalidad.

Pretenden someter a nuestras universidades, hacerlas sumisas.

Los estudios universitarios en el presente siglo XXI deben asumir el cambio para el futuro, como consustanciales de su ser y quehacer. Dicha transformación exige de las instituciones de Educación Superior una predisposición a las reformas y cambios constantes de sus estructuras y métodos de trabajo.

Esto implica asumir la flexibilidad epistemológica. Digamos, admitir que hay muchas y hasta contradictorias visiones del mundo y la vida, y las diversas propuestas teóricas para comprenderla, en lugar de la rigidez y el apego a tradiciones inmutables que imponen los regímenes totalitarios.

En nuestro país invocamos la incorporación y participación —para la transformación— del docente universitario en su labor diaria; que diga y aporte soluciones.

El profesor-docente debe asumir la obligación de participar, de hacerse activo en la elaboración de los proyectos futuros de la sociedad que queremos y necesitamos; inspirados en la solidaridad, en la superación de las desigualdades y el respeto a los fines democráticos, a la meritocracia y a la pluralidad del pensamiento conforme a nuestros preceptos constitucionales.

 

* Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua. Miembro de la Fundación Venezuela Esequiba.  Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela.

Publicado originalmente en Disenso Fértil https://abraham-disensofrtil.blogspot.com/

 

¿UN MUNDO MUTABLE E INMUTABLE?

Agustín Saavedra Weise*

Al surgir la humanidad en la era cuaternaria, la fisonomía terrestre y marítima del orbe era prácticamente la misma de hoy, salvo por las modificaciones surgidas debido al avance de la tecnología, es decir, la ciencia aplicada y el conocimiento acumulado transformado en diversas herramientas dedicadas al beneficio del hombre. Al mundo lo representamos con mapas, los que son bastante imperfectos y muchas veces se los edita en función de específicos intereses. La tradicional proyección Mercator (todavía muy popular) distorsionaba superficies alejadas, magnificando el continente europeo.

Hasta ahora el mapa Mercator sigue siendo útil para la navegación, pero su eurocentrismo es innegable: Bolivia se ve más chica que España y Francia, aunque es más grande que esas dos naciones juntas; Argentina semeja tener el tamaño de la península escandinava, pese a ser muy mayor su extensión territorial y así sucesivamente. El mapa Mercator fue fiel reflejo del dominio europeo del siglo pasado, cuando allí estaba el centro del mundo. Los términos “Hemisferio Occidental”, “Cercano Oriente”, “Medio Oriente” y “Extremo Oriente”, son absolutamente válidos desde la perspectiva de Londres, París o Berlín. Ciertamente, no sucede lo propio al encontrarnos en otras latitudes…

Siendo Europa el “centro” del globo, entonces sí se justificaba la citada terminología, que por lo demás —corroborando el pretérito control europeo— la seguimos usando en nuestros días. Ha habido varios intentos para representar en dos dimensiones y en forma plana —como planisferio— al mundo. 

En la década de los 70 y principios de los 80 se popularizó la proyección de Peters, que retomaba el lógico concepto de las proporciones adecuadas de superficies. Se lo llamó el “mapa tercermundista”, ya que disminuía la tradicional e incorrecta sublimación eurocentrista del Mercator. Sin embargo, la influencia del Norte, por estar localizados allí casi todos los países poderosos y además disponer de una mayor masa terrestre que nuestro Sur, hizo que se mantenga nomás el sistema de proyecciones tendiente a minimizar la parte del planeta que está por debajo de la línea ecuatorial: la proyección azimutal equidistante con base en el Polo Norte y que “representa” al mundo en el logotipo y bandera de las Naciones Unidas, es otra demostración palpable del “nortismo” que campea en la confección de mapamundis de cualquier naturaleza. La proyección usada por la ONU magnifica al norte y deja al sur convertido en una pequeña superficie cubierta de aguas oceánicas…

Su ubicación geográfica les ofrece a los Estados nacionales alternativas de ser —sentirse— prisioneros o gananciosos y con ventajas o desventajas, según el lugar donde se encuentre cada uno, según el peculiar tipo geográfico de cada país.

No hay determinismo absoluto: el hombre puede vencer a la geografía y de hecho la venció en infinitas oportunidades, con el auxilio del propio talento humano y de su expresión práctica que es la tecnología. Pero esta última, a la par que modificaba situaciones negativas transformándolas en buenas, podía generar fenómenos inversos. Si las montañas eran una barrera natural en el pasado, hoy no lo son por el desarrollo aeronáutico, pero al mismo tiempo, ahora la técnica permite perforar esas montañas para construir progresistas túneles camineros y ferroviarios. He aquí positivo y negativo en un solo tipo de situación… El general alemán Karl Haushofer solía decir: “El espacio rige a la humanidad”. Exageraba el determinismo geográfico, típico por lo demás de la escuela geopolítica fundada por él en Baviera (1920 y adelante), que proveía argumentos teóricos de naturaleza bélica y expansionista para los extremistas de Munich.

Fue así como la geopolítica adquirió justificadamente mala fama, ya que la forzada interconexión presuntamente “científica” entre política y geografía disimulaba la verdadera meta de conquistas e invasiones que el planificado Tercer Reich de Hitler ya venía programando para cuando acceda al poder… Otro dicho famoso de Haushofer era el siguiente: “Hay naciones que nacen para ser yunque y otras que nacen para ser martillo”. Claro, su patria natal, Alemania, fue uno de los más fuertes martillos europeos, y siempre estaba la desdichada Polonia cerca para servir de sufrido e involuntario yunque…

Los tiempos han cambiado. Desde hace más de 30 años —con el auxilio invalorable de Henry Kissinger— la geopolítica, entendida ésta en forma simple como la relación entre el poder político y el asentamiento geográfico, ha sido reivindicada; sus conceptos integran hoy aspectos globales de tipo internacional y también de tipo interno. En nuestros días, la vieja palabra es reiterativamente usada, pero no para disimular o justificar agresiones sino pensando en programas cooperativos y en el análisis de conflictos. Además, la geopolítica es útil como ingrediente esencial en el estudio de la política mundial y en aspectos domésticos, tales como el diseñar geopolíticamente que un país logre dominio efectivo de sus territorios vacíos, pueda poblarlos y desarrollarlos. Guste o no, Bolivia tiene que convivir con Brasil, Argentina, Paraguay, Perú y Chile; no tiene escapatoria posible; debemos minimizar factores adversos y potenciar los positivos. Igualmente, cualquier otro país del planeta, jurídicamente constituido y por tanto con territorio propio, población autóctona y gobierno legal, es fijo e inmóvil. La tecnología le brindará medios para obviar dificultades, o quizá se las creará, como señalamos antes. En todo caso, la convivencia vecinal y regional —sea fácil o ardua— se impone; es necesario armonizarla con la búsqueda de intereses comunes, a través de la diplomacia y negociaciones efectivas, comercio e integración, etc. Así sucede mayoritariamente en la sociedad internacional, pero el hecho contundente y real es que un país no puede evadirse de su localización, es imposible “relocalizarlo”. Esto, tan simple y elemental, muchas veces es olvidado por aquellos que conducen los destinos de “x” nación y sin quererlo, por sus propias acciones terminan siendo fogoneros de problemas fronterizos o de litigios internacionales en contextos más amplios.

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Nota original publicada en El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/opinion/un-mundo-mutable-e-inmutable_251331

RUSIA Y LOS PAÍSES DE ASIA CENTRAL LUEGO DE LA VICTORIA TALIBÁN

Giancarlo Elia Valori*

16 y 17 de julio. China, Rusia y los demás miembros de la la Organización de Cooperación de Shanghái (Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán) se reunieron en Dusambé, capital de Tayikistán, en la que se abordó la cuestión del avance de los talibanes en Afganistán. Foto: AsiaNews (Italia), http://www.asianews.it/noticias-es/Rusia,-China-y-los-pa%C3%ADses-de-Asia-Central-se-preparan-para-la-victoria-de-los-talibanes-53655.html

Si bien los Estados interesados prestan atención a la situación en Afganistán, también están ajustando constantemente sus políticas hacia este país. Una nueva ronda de “juegos” sobre la cuestión afgana acaba de comenzar.

La retirada de las tropas soviéticas de Afganistán en 1989 no sólo fue un punto de inflexión en la historia afgana y soviético-rusa, sino que también tuvo un profundo impacto en la geopolítica y la situación internacional. Los abruptos acontecimientos políticos y la situación en Afganistán están catalizando los cambios geopolíticos regionales.

Desde el punto de vista de la orientación política, el factor más importante a los ojos de los Estados Unidos, radica actualmente en las direcciones estratégicas nacionales e internacionales, más que en cuestiones como la lucha contra el terrorismo regional. Después de la eliminación de Bin Laden, la lucha contra el terrorismo ya no se consideraba la cuestión más importante y prioritaria. Tanto el ex presidente Trump como el actual presidente Biden han enfatizado que la Casa Blanca ya no tiene ninguna obligación de ayudar a Afganistán a construir una nación democrática, digan lo que digan los especialistas europeos sobre la cuestión.

El presidente Biden cree que las principales tareas son restaurar la moral y la confianza pública de las agencias gubernamentales que se han visto afectadas por su cambio y mantener el estatus de Estados Unidos como la potencia hegemónica del mundo. En su discurso pronunciado el 16 de agosto, el presidente Biden dijo nuevamente: “Nuestros verdaderos competidores estratégicos, la República Popular de China y Rusia, tienen la mayor esperanza de que Estados Unidos continúe invirtiendo miles de millones de dólares en recursos y atención cada año indefinidamente para estabilizar la situación en Afganistán”.

Por lo tanto, la rápida derrota del gobierno de Ghani en el país no solo no cambió la comprensión de Biden de las políticas de Afganistán, sino que reforzó su creencia de que tenía razón al retirar las tropas: “Los acontecimientos de la semana pasada han demostrado aún más que Estados Unidos ha tomado la decisión correcta de poner fin a la intervención militar en Afganistán”.

Al tiempo que retira las tropas y reduce la inversión, la Administración Biden ha expresado la esperanza de que la República Popular China y Rusia asuman más responsabilidad para mantener la estabilidad afgana, salvando de alguna manera la cara de Estados Unidos al “dejar” un país pacificado. Al hacerlo, los Estados Unidos aprecian la ilusión de que conservarán un mínimo de presencia política al no ceder todo el poder regional a China, Rusia, etc. Por lo tanto, Estados Unidos está ansioso por alcanzar un acuerdo de paz dentro de Afganistán e incluso ha inducido la apariencia del antiguo gobierno afgano a comprometerse con los talibanes en muchas ocasiones. Sin embargo, las políticas de la Administración Biden no han promovido realmente las conversaciones de paz en Afganistán y los talibanes no solo han logrado sus objetivos a través de la fuerza militar, sino también al converger con terceros actores.

Si bien el regreso de los talibanes y la rápida derrota del gobierno títere han demostrado un completo fracaso de la política estadounidense, Estados Unidos seguirá siendo un jugador clave en los asuntos exteriores afganos en el futuro.

Dado que la acción militar de 20 años de Estados Unidos nunca ha mostrado ningún resultado evidente, Rusia ha cambiado gradualmente su actitud hacia los talibanes afganos y su política, pasando de un apoyo simbólico a las operaciones militares de la OTAN a un llamado a usar medios políticos para resolver el problema afgano de un siglo de antigüedad. Rusia está dispuesta a actuar como intermediario para promover activamente las negociaciones políticas entre los Estados Unidos y los talibanes: por lo tanto, las cautelosas aperturas del presidente Biden a su antiguo enemigo número uno no son sorprendentes.

Desde el comienzo de las negociaciones internas en Afganistán, Rusia ha estado en contacto con varias partes interesadas para garantizar que desempeñará su papel en el futuro. Aunque Rusia siempre se ha opuesto a las organizaciones extremistas (incluidos los talibanes), a medida que las realidades fueron cambiando, ha comenzado a proporcionar un apoyo parcial a los talibanes en los últimos años. Y en julio, cuando la inteligencia de Rusia percibió el colapso y la retirada de Estados Unidos, los dos antiguos enemigos fortalecieron aún más sus lazos políticos. Por lo tanto, a partir de los errores intervencionistas de Brezhnev, hemos pasado a la astucia y la perspicacia del presidente Putin, un ex coronel de la KGB.

Rusia podría desempeñar un papel decisivo en Afganistán. Por un lado, la retirada de Estados Unidos ofrece a Rusia oportunidades y margen de maniobra para profundizar su influencia regional; por otro lado, por razones de seguridad nacional, Rusia no quiere que a la retirada de Estados Unidos prosiga una recaída del terrorismo y del extremismo en un territorio limítrofe con las repúblicas musulmanas que, a su vez, comparten una frontera común con Rusia, sin olvidar la ceniza que cubre el incendio checheno.

El regreso de los talibanes al poder en Afganistán parece una conclusión inevitable basada en el análisis de la situación actual y pasada, teniendo en cuenta su fuerza y determinación militar. Este retorno, sin embargo, ha planteado las preocupaciones del establecimiento de los países de Asia Central (de herencia soviética), por lo que Rusia ha aprovechado la oportunidad para fortalecer su presencia militar e influencia política en Asia Central. No olvidemos que el 5 de agosto, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán realizaron ejercicios militares conjuntos en la zona fronteriza con Afganistán para garantizar el control de la frontera tayika.

La seguridad y la estabilidad de un país clave como Afganistán siempre han sido una parte importante de la seguridad regional en Asia meridional. India, una potencia nuclear y un actor importante en las relaciones internacionales, con su amistad de larga data con Rusia como un socio anti-Pakistán pro-China, siempre se ha posicionado como una potencia líder en el sur de Asia y ve su intervención de mantenimiento de la paz en Afganistán como un canal para fortalecer su influencia internacional tradicional.

Teniendo en cuenta la seguridad nacional y los vínculos inextricables entre los talibanes afganos y Pakistán, la India no quería que Afganistán cayera en manos de los talibanes en absoluto, que es la razón por la cual la India ha apoyado durante mucho tiempo al gobierno afgano, rectius el municipio de Kabul. Desde el comienzo de la retirada militar de Estados Unidos, India ha estado prestando mucha atención a los acontecimientos afganos y ha relajado gradualmente su actitud hostil hacia los talibanes. Cuando, bajo el ataque de los nuevos gobernantes, las endebles fuerzas gubernamentales se retiraron constantemente, la India permaneció en silencio ante la petición de ayuda del municipio de Kabul, pero al menos hizo todo lo posible para acoger y acomodar a los afganos que buscaban refugio.

Por el momento, la situación general en Afganistán está determinada, y el gobierno indio se enfrenta a una doble presión de Afganistán y de Pakistán. Por un lado, a la India le preocupa que una vez que los talibanes controlen Afganistán, los terroristas se extiendan a Cachemira (el área disputada con Pakistán desde 1946); por otro lado, la relación especial entre los talibanes afganos y Pakistán hace que la India esté profundamente preocupada, por no decir amenazada.

Debido a su estrecha relación con los talibanes afganos, Pakistán desempeñará un papel más importante en las relaciones de este país, pero también enfrentará mayores desafíos y presiones. En vista de completar con éxito la retirada de las fuerzas militares, la Administración Biden, para fortalecer las apariencias, ha comenzado a aflojar las relaciones con Pakistán, pero lo ha confirmado como un socio estadounidense a largo plazo. Los rumores recopilados por varias agencias de inteligencia de que Estados Unidos está tratando de establecer bases militares en Pakistán también indican que la posición de Pakistán en la geoestrategia estadounidense ha sido restaurada, en detrimento de la India.

Siempre ha habido muchos conflictos entre Pakistán y la India sobre cuestiones territoriales, cuestiones étnicas y religiosas y, no menos importante, el problema de los talibanes en Afganistán. La retirada de Estados Unidos podría dar a Pakistán oportunidades para una expansión estratégica y aumentar sus cartas sobre la mesa frente a la India. No en vano, en respuesta a los diversos cambios políticos que podrían tener lugar en Afganistán, Pakistán ha estado participando activamente en el proceso de paz en Afganistán desde que Estados Unidos se retiró. Lo que preocupa a Pakistán es que los líderes talibanes han mostrado una tendencia a deshacerse de la influencia de Pakistán y han buscado una mayor autonomía política. La situación actual en Afganistán parece clara, pero los movimientos y acciones de los líderes afganos, después de tomar con éxito el poder, también están llenos de incertidumbre con Pakistán. Además, el ascenso exitoso del nuevo liderazgo tiene efectos desafiantes y demostrativos en los talibanes que residen en Pakistán (el santuario de los talibanes), así como en el Ejército de Liberación de Baluchistán y otras organizaciones terroristas y separatistas en Pakistán, un problema que enfrenta Pakistán de manera realista. Por razones de seguridad nacional, Pakistán ha bloqueado el punto de cruce más grande en Khyber Pakhtunkhwa (antigua Provincia de la Frontera Noroeste), que limita con Afganistán, y ha entablado negociaciones oficiales con los talibanes.

Turquía, a su vez, siempre ha participado activamente en la cuestión afgana y espera ampliar su influencia en el mundo islámico e incluso gestionar la cuestión afgana. Con un pequeño número de tropas estacionadas en Afganistán, Turquía llegó a un acuerdo con el ejército estadounidense para ayudar voluntariamente en la defensa del aeropuerto de Kabul estratégicamente ubicado, con la esperanza de obtener capital para transacciones con los Estados Unidos, Rusia, Pakistán y partes locales para fortalecer su posición en ese país.

Después de que los talibanes entraron en Kabul, el presidente turco Erdogan mostró su voluntad de mantener las conversaciones de paz, con la esperanza de mantener la presencia militar de Turquía en Afganistán, particularmente en el control del aeropuerto de Kabul. Aunque los talibanes no están contentos de que Turquía haya llegado a un acuerdo con los Estados Unidos para administrar el aeropuerto de Kabul, Turquía seguirá siendo una pieza importante en el tablero de ajedrez afgano en el futuro debido a la base tradicional de sus relaciones con ese antiguo país.

En términos económicos, Afganistán es un canal importante para que los países de Asia central abran el mercado del Asia meridional y lleven a cabo el transporte y el comercio de materiales energéticos. El regreso de los talibanes al poder afecta directamente al comercio con el sur de Asia.

En términos de seguridad, la posible agitación en Afganistán después de la retirada de Estados Unidos amplificará en cierta medida los efectos indirectos del terrorismo en territorio afgano. Causará la propagación de drogas y la afluencia de un gran número de refugiados a Asia Central. Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán limitan con Afganistán. La situación actual ejerce una enorme presión de seguridad sobre los tres países. Bajo tal presión, los tres países pueden revisar los acuerdos bilaterales y multilaterales de defensa y seguridad y los países de Asia Central pueden fortalecer la cooperación dentro de ellos.

Después de la retirada de Estados Unidos, hay señales de que la Casa Blanca y el Kremlin están interesados en reconstruir o expandir las bases militares en Asia Central. Rusia incluso ha organizado un viaje de cinco días de expertos militares a Tayikistán y Uzbekistán, en el campo de tiro de Harb Maidun, cerca de la frontera con Tayikistán.

Mientras que los Estados Unidos y otros países occidentales se están retirando apresuradamente con la cola entre las patas —el embajador italiano fue el primero en hacerlo por orden del Ministro de Relaciones Exteriores de Italia—, los países de Asia Central están extendiendo gradualmente su dependencia de Rusia por razones de seguridad, en caso de que los talibanes no envíen señales de distensión a los Estados de Asia Central en el futuro.

Como escribí hace unos días, los talibanes son ahora mucho más fuertes, respetados y reconocidos internacionalmente de lo que eran en 1996, gracias a los fracasos de los Estados Unidos y sus socios europeos.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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