GORBACHOV: EL ÚLTIMO LÍDER DEL SIGLO XX

Alberto Hutschenreuter*

Con la muerte de Mijaíl Gorbachov, se fue el último líder del siglo XX. El profesor Carlos Fernández Pardo decía que ese siglo finalizó en los años setenta, cuando se fueron los últimos grandes protagonistas de una centuria letal: de Gaulle, Sukarno, Mao, Tito. Pero por el decisivo papel que le tocó desempeñar a Gorbachov como líder de la URSS, y por las consecuencias que tuvieron para este país sus decisiones (nada más y nada menos que su desaparición), sin duda, él ha sido el último.

El «séptimo secretario» fue un líder revolucionario, como lo fue Lenin en otro contexto. En absoluto se trató de un mandatario conservador: fue, como también lo fue su rival Boris Yeltsin, luego presidente del «Estado continuador» de la Unión Soviética, la Federación Rusa, un líder transformacional. Aunque los resultados no fueron los buscados, llevó adelante una política interna y externa novedosa y dinámica que se proponía revertir la caída libre hacia dentro y hacia fuera de la mega-potencia.

Tal vez, si el Partido-Estado lo hubiera ungido líder tras la muerte de Brezhnev ocurrida en 1982, evitando prolongar la agonía de una generación de burócratas ya viejos y enfermos, la historia podría haber sido otra. Pero solo es una conjetura; las fuerzas conservadoras del Politburó y del Comité Central del PCUS difícilmente hubieran aceptado que un joven proveniente del Cáucaso con conocimientos de leyes y agricultura intentara sacudir la anquilosada estructura burocrática, introdujera una nueva economía política (NEP, otro hecho que lo emparenta con Lenin) y planteara una relación de confianza estratégica con Estados Unidos, su rival desde 1945, e incluso desde 1917. De hecho, intentaron desplazarlo en agosto de 1991, y si bien no lo lograron (el apoyo de Yeltsin fue fundamental para el presidente en ese momento), Gorbachov salió de allí muy debilitado.

Tan debilitado, que poco tiempo después, el 8 de diciembre, los dirigentes de las repúblicas de Ucrania, Bielorrusia y Rusia reunidos en la localidad de Belavezha, cerca de Minsk, en calidad de Estados fundadores de la URSS y firmantes del Tratado de Unión de 1922, declararon que la URSS como sujeto internacional y realidad geopolítica dejaba de existir. Seguidamente, fundaron la Comunidad de Estados Independientes (CEI), la que quedaba abierta a todos los miembros de la URSS (ampliación que, con la excepción de Letonia, Estonia, Lituania y Georgia, se hizo efectiva el 21 de diciembre en Alma Ata, entonces capital de Kazajstán).

Mientras todo eso sucedía, Gorbachov se encontraba en el Kremlin. Seguirían dos semanas extremadamente formales en un país que había dejado de existir, hasta que el 25 de diciembre Gorbachov presentó su renuncia como presidente de la URSS.

Hay que decir que Gorbachov no deseaba la ruptura, y por ello planteó en agosto de 1991 (en Novo-Ogarevo) la creación de una nueva entidad que sustituyera a la URSS, una Unión de Estados Soberanos. El intento de golpe frustró ese intento.

En sus Memorias, Gorbachov señala que el 7 de diciembre de ese año el proceso de Novo-Ogarevo (lugar de residencia cerca de Moscú) conservaba todavía posibilidades de éxito, pero que fue deliberadamente «torpedeado» por Yeltsin, para quien la destrucción de la URSS era el medio para sacar a aquel del juego: «El presidente ruso y su entorno sacrificaron a la URSS para satisfacer su ardiente deseo de reinar en el Kremlin».

Será por ello que la visión de Yeltsin sobre la «victoria» de Rusia en la Guerra Fría era tan particular: como señala la gran experta Hèléne Carrère d’Encausse, el presidente ruso consideraba que Rusia y Occidente habían ganado la Guerra Fría porque habían derrotado al comunismo soviético.

En suma, Gorbachov estaba convencido que la URSS de los años ochenta se hallaba en una situación límite. Como destacó otro gran experto, Seweryn Bialer, en los setenta la URSS de Brezhnev se expandió externamente mientras se hundía internamente. Esta fue «a paradoja soviética». A comienzo de los ochenta, su crecimiento económico era cero, como advirtió el economista de moda entonces, Abel Aganbegyan, y la baja productividad económica, un problema que arrastraba desde los años cincuenta, había empeorado.

En ese contexto, la dinámica que tenía lugar en el propio bloque ideológico-estratégico, donde Gorbachov renunció a toda aplicación de la «Doctrina Brezhnev», marcó un punto sin retorno para Moscú. Asimismo, la presión estadounidense a través del apoyo a las fuerzas antisoviéticas en Afganistán, Angola, Centroamérica, etc., le incrementó costos al imperio soviético en su anillo global. Además, la Revolución en los Asuntos Militares (RAM) que llevaba adelante Estados Unidos hacía prácticamente imposible que la URSS sostuviera la competencia.

Gorbachov tuvo voluntad, como Lenin, pero ya era tarde. Como sostuvo el francés Jacques Léveske, fue una verdadera ironía que el hombre elegido para fortalecer a la URSS acabó siendo el responsable de su final.

 

* Doctor en Relaciones Internacionales (USAL). Ha sido profesor en la UBA, en la Escuela Superior de Guerra Aérea y en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación. Miembro e investigador de la SAEEG. Su último libro, publicado por Almaluz en 2021, se titula “Ni guerra ni paz. Una ambigüedad inquietante”.

Artículo publicado originalmente en Abordajes Blogspot, http://abordajes.blogspot.com/

LA GUERRA DEL AGUA

F. Javier Blasco*

Hace ya varios años que, algunos de los analistas a los que nos gusta como distracción e interés personal, o por los que profesionalmente se dedican al estudio de los conflictos, sus causas, actores y repercusiones o consecuencias, venimos añadiendo, cada uno desde su perspectiva y opinión, algunos nuevos motivos o hechos que sean o puedan ser impulsores de los mismos, aunque con variopinta potencia y capacidad y que se suman a las tradicionales causas arrastradas durante siglos.  

Todos ellos y cada uno por separado, son capaces por sí mismos de generar grandes conflictos de carácter interno o internacional. De entre los mismos destacan la guerra cibernética, los ataques a la economía, las pandemias, el cambio climático, las migraciones masivas, la explotación de los recursos naturales, la expansión del comunismo o del yihadismo, la abusiva e indiscriminada proliferación nuclear y por supuesto, el efecto de la falta de agua.

Aunque a simple vista, parezcan motivos independientes, muchos tienen cierta conexión, se complementan o se derivan unos de otros. En cualquier caso, todos tienen una importante relevancia y, es bien seguro que algunos ya se encuentran en efecto, con plena eficacia o en vías de su implantación a corto o medio plazo.

Pero cuando hablábamos de lo que gira en torno al agua, solíamos pensar que la falta de agua en las regiones muy o más cálidas del planeta originaría migraciones masivas en busca de ese preciado oro transparente hacia regiones más verdes y, por ende, con más frutos alimenticios para llevarse a la boca. Pero, a simple vista, no encontrábamos en la falta de agua otro tipo de consecuencias y derivadas de mayor gravedad.

Si hablábamos del cambio climático, entre sus consecuencias se encontraba la falta de agua, la desertización de las regiones lindantes a las más cálidas y la necesidad de mucha agua para hacer frente a sofocar los grandes incendios, para la agricultura o alimentar a la población y al ganado.

Nunca, o por lo menos yo no tengo constancia, se hablaba de que, en breve, incluso Europa, Asia y Norteamérica centrales se quedarían sin agua de la noche a la mañana, que sus grandes ríos llegarían a desvelar los secretos celosamente guardados en sus cauces y que los pantanos, aparte de descubrir joyas inundadas de por vida, verían morir toneladas de peces que durante lustros han vivido con todo tipo de lujos sin preocuparse por su subsistencia, salvo por la pirámide alimentaria.

Este año la sequía generalizada, la alocada mano del hombre y la falta de previsión política de las administraciones han llevado a cotas increíbles no vistas nunca o desde hace siglos en lo referente a grandes incendios. Incendios, incapaces de ser enfrentados directamente por las fuerzas que los combaten a pesar de los muchos y sofisticados medios que actualmente se emplea en dicha lucha y, por desgracia, todo apunta, a que la situación irá en aumento en los años venideros.

La ausencia de caudal de agua en los principales grandes y medianos ríos que refrigeran las piscinas para en mantenimiento en condiciones óptimas el material nuclear de las centrales de dicho tipo, ha llevado a parones técnicos en la mayoría de ellas y al paro obligado de las centrales hidráulicas. Cosa, que complica la producción combinada en uno de los momentos en los que más se necesita por dejarla casi exclusivamente bajo la dependencia del gas para producir electricidad junto a los medios fotovoltaicos o a base de aero generadores.

Por si fuera poco, las contramedidas rusas a las represalias europeas por el tema de la guerra en Ucrania a base de reducir o controlar los flujos de gas hacia Europa, han llevado a pensar que seremos incapaces de calentarnos tranquilamente durante todo este invierno, lo que se une a las restricciones o imposibilidad del uso del agua por su escasez y su influencia en la producción de energía.

En definitiva, vemos que la escasez de agua en el planeta no es un tema baladí y que fácilmente se concatena con otros de tipo económico, industrial y de relación entre vecinos. Algo, que de momento no ha generado grandes crisis migratorias como se temía, aunque no hay que dejarlas atrás, pero si una gran revolución en nuestras economías, en los efectos sobre la esfera de confort en la que nos escondemos o refugiamos y, con mucha probabilidad, será motivo de discusiones territoriales entre regiones y países por el uso y el disfrute que cada uno de los actores hace de los caudales de agua de los ríos que cruzan varias de ellas.

Primer punto de fricción inesperado por la falta de un elemento muy preciado y de indudable necesidad para el ser humano. Tal y como hemos visto y como está ocurriendo en estos momentos, la generación de energía mixta también se verá afectada en las épocas calurosas por lo que la dependencia del gas aumentará exponencialmente, lo que eleva y mucho el precio de la energía eléctrica. Indudablemente, de persistir esta sequía y si persiste la ausencia de agua en los reservorios, más pronto que tarde las migraciones hacia zonas menos tórridas, templadas y verdes no se dejará esperar porque las cosechas, sin agua no existen o son de paupérrima calidad y escaso rendimiento.

Los animales de los que nos alimentamos a diario, necesitan grandes cantidades agua y piensos frescos para su engorde y subsistencia; de no tenerlos al alcance de la mano o por ser muy caros, deberán ser sacrificados cuanto antes para minorizar al máximo los gastos y las pérdidas. Ello ocasionará a corto y medio plazo un descenso en la oferta alimentaria, un aumento excesivo de precios y unos importantes cambios en nuestros usos y costumbres, que no todos están dispuestos a sacrificar.

El desmesurado encarecimiento de la energía ya ha dejado bien demostrado que supone un palo muy fuerte para todas las economías, desde la familiar hasta de la industria más potente y boyante a nivel mundial.

Muchas personas y, sobre todo, los gobiernos irresponsables, achacan esta situación única y exclusivamente, a los efectos del famoso cambio climático, como si este fenómeno fuera un cajón de sastre donde cupiera todo. Si bien es cierto que dicho cambio en el clima tiene mucho que ver, también lo es, que las administraciones locales, regionales, estatales e internacionales tienen mucho papel que jugar en ello y no limitarse a quitarse la corbata, apagar la luz de los escaparates y edificios, subir encubiertamente los impuestos y en regular unos grados por arriba o por abajo, según corresponda, el termostato de los medios de ambientación.

Es preciso que, de una vez por todas, se afronten medidas, que las hay, para la conservación de los montes y páramos. Se necesitan importantes y ambiciosos planes hidrológicos que faciliten mucho más el embalsamiento del agua en sus cursos que garanticen la generación hidroeléctrica y eviten que se viertan ingentes cantidades de agua al mar en las grandes crecidas con ocasión de las lluvias de importancia. Se deben cuidar, de verdad, los montes y bosques para evitar la desertización, la pérdida definitiva de acuíferos subterráneos y el empobrecimiento progresivo de la tierra. La generación de energía nuclear se debe recuperar y potenciar a marchas forzadas, dotando a las centrales de mayores piscinas de refrigeración para evitar caer en la situación ya expuesta anteriormente que las para forzosamente. La regeneración del agua fecal mediante plantas potabilizadoras, así como desalinizadoras es más que urgente y debe dejar de ser testimonial. Y, por último, no estaría demás, que se profundice e invierta más en procedimientos artificiales para provocar las lluvias.

Poner todos los huevos en un mismo y único cesto (el gas, las placas y los aerogeneradores) para la generación de energía es un acto de irresponsabilidad política, cívica -porque estos medios y métodos no están siempre garantizados- y de un elevado grado de sobreactuación verde y ecologista, de corte claramente comunista, que solo sirve para embaucar a personas irreflexivas y prepotentes que no piensan más que en nimiedades, o que en su escala de valores, ponen algunos principios menores y de nula trascendencia antes que las auténticas necesidades para la subsistencia del ser humano.

La población mundial, a pesar de que en algunas áreas se estanca e incluso decrece, va en aumento en progresión geométrica o exponencial en el mundo global. Las nuevas costumbres, modos de higiene y otro tipo de necesidades o exigencias en las costumbres hacen que el consumo del agua, no pare y suba progresivamente, alcanzando cotas insospechadas hace nada.

Cerrar los ojos, mirar para otro lado o echarle la culpa a fenómenos que aparentan estar lejos de nuestro control, es el acto más irresponsable y execrables que pueda existir.

Hemos llegado a alcanzar una situación de crisis o guerra a causa del agua y no precisamente, por la obtención del agua. Y alguien se preguntará, quien se beneficia o como lo hace; la respuesta es bien sencilla, aquel que tiene la llave para paliar los efectos del incremento de los precios energéticos abriendo y cerrando los flujos de trasvase del gas, quienes cuentan y controlan inmensos graneros de cereales y de otras cosechas sumamente necesarias y que según sea su actitud, pueden salvar o poner en peligro la vida de los hombres y de los animales por su consumo; creando con ello, una grave situación que indudablemente, llegará a ser fatal, sobre todo si dichas llaves están en manos de un mismo personaje, país o coalición de ellos.

Nada tan barato y relativamente fácil de obtener, puede ocasionar un grave efecto mariposa en otros factores que indudable, y debidamente concatenados y explotados de forma adecuada, nos llevarán a situaciones de crisis de alta intensidad o hasta conflictos de graves consecuencias internacionales.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

 

 

INSENSIBLES

Iris Speroni*

Pasó a ser más caudaloso el dinero proveniente del gobierno que el de los pasajeros.

El lunes pasado, 22 de agosto de 2022, hacía 5º C a las 8 de mañana en la zona de Capital Federal. En el Gran Buenos Aires, un par de grados Celsius menos.

Quienes pretendían subirse a un colectivo formaban colas de 200 ó 300 metros de largo frente a las paradas, mientras rogaban no enfermarse por el frío inclemente. Decenas de miles de compatriotas insumieron hasta tres horas para llegar a su trabajo y luego la misma rutina para volver a su hogar.

Las razones fueron dos: un lockout patronal de los concesionarios de colectivos (transporte público) y la falta de organización de los trenes de pasajeros que buscara mitigar, aunque sea parcialmente, el defecto del servicio público.

El resultado fue: menor frecuencia de colectivos, unidades que salían completas de la terminal y pasaban de largo por las paradas intermedias. Las estaciones de trenes repletas con formaciones reprogramadas o canceladas, transbordos desincronizados, etc. En resumen: caos y desconsideración por parte de las autoridades a todas esas personas que deben ir a trabajar por transporte público.

Mientras, en televisión, nos distrajeron 7×24 con las reyertas entre las diferentes bandas criminales que tienen por rehén al estado argentino; las cuales llevaron a tribunales sus disputas por los cotos de fraude al erario público. Exhibicionismo obsceno de insensibilidad, codicia y narcisismo.

Razones del lock-out patronal

Ya hace más de una década, durante el gobierno de Néstor Kirchner, se implementó el sistema de subsidiar a las líneas de colectivo con el fin de no aumentar el precio del boleto. Eran las épocas en que el presidente intentaba manipular los índices de inflación.

Las consecuencias fueron nefastas. Cincuenta años atrás, la mayoría de las líneas de colectivo pertenecían a cooperativas de propietarios. Cada colectivero (dueño de una unidad) poseía uno o dos vehículos y se asociaba con otros de forma de cubrir las exigencias regulatorias (frecuencias, horarios nocturnos, guardias fines de semana y feriados, etc.). Contrataban choferes de colectivo (empleados no dueños), con el fin de hacer rendir más la inversión. No era un sistema ideal, pero, mal que mal, funcionaba o al menos lo hacía mejor que ahora.

Los subsidios cambiaron la dinámica del negocio. Primero, porque pasó a ser más caudaloso el dinero proveniente del gobierno que el de los pasajeros. Segundo, porque había que sentarse a negociar los subsidios con un funcionario. Si uno era un don nadie, lo ninguneaban, si era un “pesado”, lo atendían.

Es más, era fácil mandar una línea a la bancarrota por el sencillo procedimiento de cortarle los fondos. Ahí aparecía alguien “relacionado” y la compraba por monedas. Así quedaron todas en manos de políticos, empresarios en otros rubros y sindicalistas, despojando de su medio de ingreso a miles de familias. El negocio dejó de ser transportar gente sino tener una ventanilla de cobro de subsidios; el substrato pasó a ser anecdótico.

Resulta particularmente chocante este proceso de concentración de la propiedad —en este caso de concesiones— toda vez que la primera dama primero, y presidenta por dos mandatos después, era hija de un colectivero (propietario).

Hicieron con los colectivos lo mismo que con todas las actividades destinatarias de subsidios: quedar en manos amigas. Crony capitalism.

Las consecuencias para el público usuario y los trabajadores fue catastrófico: eliminación de frecuencias a la noche. (¿Cómo hace una persona pobre para ir a la guardia de un hospital? ¿Cómo hace un trabajador que ingresa a la madrugada?), menores frecuencias durante el día (actualmente 30′ ó 40′ durante el día en el conurbano), porque al propietario le importa cobrar el subsidio, no cobrar el boleto. Asaltos a los choferes y a los usuarios a toda hora, en particular a la noche. Un trabajador jamás podrá pasar a la categoría colectivero (propietario); no está en las cartas.

Los funcionarios dejaron de controlar las unidades. La limpieza brilla por su ausencia (con un breve interregno durante la cuarentena por COVID).

Por último, desde el cambio de la estructura del negocio, desaparecieron las carroceras (empresas que arman la carrocería del vehículo). Algunas fueron compradas por brasileños. Otras cerraron e importamos la carrocería de Brasil. Más personas se quedaron sin trabajo. Porque para un “gran empresario” nacional es más conveniente comprar unidades al por mayor en Brasil con créditos de los bancos oficiales de nuestro amigo del Mercosur, que a una empresa local.

En resumen: todo fue para bien de muy pocos y para mal de millones de personas. Como todo lo que toca este entramado de políticos y pseudoempresarios, el cual no deja resquicio alguno para que un gaucho se gane la vida. Por otro lado, los subsidios al transporte son un botín multimillonario, que no podían dejar pasar por alto ni tienen voluntad de desarmar. Por eso Macri siguió todo como estaba.

El conflicto de esta semana en particular se debió a que el gobierno autorizó aumentos del precio del gasoil que no transfirió a los subsidios, más un retraso en el pago de los mismos. Por lo que los peces gordos propietarios desafectaron unidades en protesta. Como si esto fuera poco, dejaron de pagar los salarios.

Los políticos y la población trabajadora

La mayoría de los políticos —excepto muy escasas excepciones— provienen de hogares humildes o un poco por arriba de ese umbral. Antes de hacerse políticos viajaban en transporte público y contaban las monedas.

Luego pasan a ser millonarios hasta acomodar a los nietos. Cambian de auto, casa y esposa (por un modelo más joven). Viajan en auto con chofer (que pagamos nosotros). No saben qué es un colectivo, ni les importa.

Les importa cero el destino de quienes dejaron atrás. No gastan ni un segundo de sus vidas en ocuparse en que algo —lo que sea— funcione. Si se les reclama, se enojan. Los muy atrevidos. Como fue el caso del presidente de la Nación que se hizo el ofendido, gritó como una verdadera diva, porque la población se quejaba por el faltante de gasoil, exclusiva responsabilidad de su gobierno, por la manipulación de precios y la baja de corte de biodiésel del 2021.

«Déjenme de embromar, hay que producir»

En el momento más próspero de la Argentina, probablemente de nuestra historia (desde que la soja estuvo a US$ 400 la tn con Néstor Kirchner hasta hoy), el pueblo nunca viajó peor. Hay que ir a las cinco de la mañana para sacar turno en un hospital público. Con toda la plata que roban, ni siquiera se ocupan de pintar las escuelas. La seguridad es un chiste.

El gobierno de Néstor Kirchner y sus sucesores gastaron fortunas en supuestas mejoras de las líneas de pasajeros de FFCC. Los concesionarios eran Macri, Roggio y Cirigliano. Con la anuencia de los sindicalistas, embolsaron el dinero que debía ir a las mejoras [1]. Todo terminó en el estrago de Once.

No hacen ni una cosa que mejore la vida diaria del pueblo. “Si sos pobre, jorobate”. Castigan a los pobres a ser pobres toda la vida. Los fuerzan a chapotear en el barro, comprar garrafas sin gas (llama roja en lugar de azul). A no tener servicio de salud. A escuelas en huelga permanente.

Están tan enfermos de soberbia, alejados adrede de quienes los pusieron en ese lugar, condenándonos a todos a algo peor que la pobreza: la indignidad. Son unos verdaderos psicópatas.

Mal rayos le parta.

 

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Nota

[1] Excepto el Pollo Sobrero en la línea Sarmiento. Por todas sus denuncias sobre falta de mantenimiento, le armaron una causa, lo metieron preso; terminó en la renuncia del juez prevaricador. La anuencia vino de personas como Pedraza, que tenía armado un “racket” conjuntamente con el secretario de transporte.

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