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¿POR QUÉ LOS LÍDERES EMPRESARIALES TAMBIÉN DEBEN LEER FICCIÓN?

Ignacio Monje*

Cuando pensamos en libros para líderes, solemos imaginar títulos de autoayuda, principios de liderazgo o biografías de grandes figuras empresariales. Y claro, son recursos valiosos. Pero hay un mundo que rara vez exploramos con la seriedad que merece: la ficción.

Leer literatura de ficción va mucho más allá de ser un simple escape. Es un gimnasio para nuestra mente que activa nuestras neuronas espejo, esas estructuras cerebrales responsables de la empatía y la conexión emocional. Cuando nos sumergimos en una novela o en un cuento, el cerebro interpreta los pensamientos, emociones y decisiones de los personajes como si fueran nuestras propias experiencias. Es decir, no distingue entre realidad y ficción. Este ejercicio mental no solo es fascinante, sino que tiene un impacto directo en nuestra capacidad de liderazgo.

Pero, ¿qué aporta la literatura de ficción al liderazgo?

Primero, mejora nuestra capacidad para entender y anticiparnos a las emociones y necesidades de quienes nos rodean. En el ámbito profesional, esto se traduce en una ventaja en negociaciones, resolución de conflictos y toma de decisiones.

Atticus Finch from To Kill a Mockingbird

Por ejemplo, cuando leemos Matar a un ruiseñor de Harper Lee, nos sumergimos en la perspectiva de Atticus Finch, un abogado que combina la lógica con la empatía para liderar a su familia y defender lo que es justo en un contexto adverso. Este tipo de narrativa nos inspira a liderar con principios sólidos y a comprender que el verdadero liderazgo incluye escuchar, conectar y actuar con integridad.

Aragorn, The lord of the rings

Otro ejemplo poderoso es El Señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien, donde personajes como Aragorn muestran que el liderazgo no siempre viene de títulos formales, sino de la capacidad de inspirar y guiar en tiempos difíciles. Este tipo de historias no solo entretienen, sino que nos enseñan que el liderazgo va más allá de la autoridad; se trata de influencia, empatía y visión.

Además, la ficción actúa como un «simulador social». Nos permite vivir dilemas complejos y explorar contextos que quizá nunca enfrentaríamos en la vida real. Este proceso mejora nuestra flexibilidad mental y nos ayuda a enfrentar desafíos con mayor creatividad. Estudios como el publicado en Science por David Comer Kidd y Emanuele Castano en 2013 demuestran que leer ficción literaria mejora significativamente nuestra teoría de la mente, es decir, la habilidad de interpretar las emociones e intenciones de los demás.

Ficción para desconectar y reconectar…

No se trata solo de adquirir habilidades técnicas o estratégicas. La ficción también nos brinda un espacio para desconectar del estrés diario y regresar renovados. Leer una novela o un relato nos obliga a reducir la velocidad, a reflexionar y, muchas veces, a encontrar nuevas formas de abordar nuestros problemas.

En lo personal, he aprendido grandes lecciones leyendo ficción. Me ha mostrado la importancia de la perspectiva, la empatía y la resiliencia, habilidades esenciales para liderar equipos, cerrar acuerdos y conectar con clientes.

Así que, si eres líder, emprendedor, CEO o gerente, la próxima vez que busques un libro, atrévete a explorar la ficción. No solo por el placer de leer, sino porque es una inversión en tu crecimiento profesional. Leer historias nos hace mejores personas, y mejores personas hacen mejores líderes.

Anímate a leer… ficción (también). 

* Emprendedor Digital & Divulgador. www.ignaciomonje.com 

EL CFP (LA CASTA FEDERAL PESQUERA)

César Augusto Lerena*

El Consejo Federal Pesquero (CFP) y sus miembros ―según el presidente de la Nación Javier Milei― podrían ser tipificados de “CASTA”, ya que varios de sus integrantes no son idóneos, no trabajan, afectan al sostén de sus escasas actividades como consejeros de gran parte de los dineros de los empresarios aportados a través de los derechos de captura y otros aportes y, en algunos casos, permanecen enquistados en este organismo pese a los cambios partidarios en el gobierno. Ante esta situación y siguiendo su costumbre, el Primer Mandatario podría llegar a calificar al citado Consejo Federal Pesquero y a una cantidad importante de sus miembros, con todos o alguno de los siguientes epítetos ya emitidos por el Presidente: “casta putrefacta, manga de delincuentes, ladrones, chorros, consuetudinariamente estafadores, mentirosos, traidores, cobardes, imbéciles, tarados, burros, inútiles, nido de ratas miserables, culo sucio, degenerados fiscales, fascistas, nazis, comunistas, socialistas, zurderío inmundo(sic) y otros tantos léxicos incalificables degradantes hacia estos funcionarios, cuyo Estado que referido gobernante “desprecia en forma infinita” y “viene a destruir desde adentro”.

Nosotros no compartimos el uso de estos adjetivos y afirmaciones del presidente; aunque, cuando vemos que un funcionario no parece competente para las responsabilidades que se le asignan preferimos definirlos de incapaces, ineptos o idiotas en la definición de los griegos. Por otra parte, somos partidarios de transformar las estructuras del Estado en eficientes, de eso se trata la conducción de un gobierno; aunque, claro está, ello es inviable cuando los que tienen que hacerlo no tienen aptitud ni actitud para hacerlo. No es cuestión de echarle la culpa al administrado cuando esta anida en quienes administran el Estado y nos referimos a quienes cumplen funciones jerárquicas en las estructuras de éste y no en los empleados cuya ineficiencia la mayoría de las veces es de responsabilidad del directivo.  

El encarecimiento del costo del Estado. El gobierno ha venido diciendo públicamente que los empresarios pesqueros explotan los recursos pesqueros en forma gratuita y, si bien esta información es falsa y no pondera los impuestos, tasas, cargas sociales y patronales y retenciones, etc., con los que se grava al sector, lo cierto que el Consejo Federal Pesquero ha incrementado los derechos de captura en forma importantísima sin evaluar la estructura de costos de las empresas y los precios internacionales de los productos que se comercializan y sin modificar el reparto de las recaudaciones, acrecentando los fondos destinados a sostener estructuras burocráticas del Consejo y de la Subsecretaría de Recursos Acuáticos y Pesca de la Nación y, sin devolver esos fondos a obras acordadas con el sector, a la investigación y control del mar.

La Nación ―Consejo y Subsecretaría― se queda con el 66,64%[1] de los recursos derivados de derechos, multas, etc., cobradas a los empresarios, de los cuales, solo destina a la investigación el 10,37% y para el patrullaje y control otros 10,37%. En contraste, en cualquier actividad productiva eficiente los gastos de administración nunca debieran superar el 7% del total de sus costos totales de personal. A su vez, el llamado pomposamente Consejo “Federal” Pesquero solo entrega a todas las Provincias el 33,36% de lo recaudado, fondos que tampoco sabemos a qué fines específicos de la pesca se dedican y que, en principio, no deberían destinarse a financiar las estructuras administrativas de las Provincias, para lo cual tienen sus propias recaudaciones derivadas de la pesca dentro de las 12 millas marinas.

En realidad, la explotación de la pesca es una concesión y debieran administrarse entre la autoridad concedente y los concesionarios los costos de administración, investigación y control del mar y la pesca para hacer factible la actividad y en base a ello determinar los valores de los derechos. No puede ser un número arbitrario impuesto por un pequeño número de personas cuyos intereses parecieran ser meramente recaudatorios y no de desarrollo de la actividad y las comunidades del litoral marítimo.

Lo que está haciendo el gobierno no es hacer más eficiente el Estado ni reducir los impuestos a quien invierte, produce y contrata personal, sino todo lo contrario. A la par, de profundizar el descrédito del Estado y bajo ese pretexto, abrir caminos a la extranjerización, etc.

La política pesquera y la administración de cuotas de captura. Pese a que es obligación del Consejo Federal Pesquero (CFP) elaborar la política pesquera (Ley 24.922 art. 9º inc. a) este Cuerpo no ha diseñado tal política y, consecuentemente, a partir del otorgamiento de las cuotas y autorizaciones de captura se limita a delegar en terceros la administración del recurso y actúa y mal, como un mero fiscalizador de la actividad. Ni siquiera diseña un Plan de investigación y tecnológico acorde a las necesidades de la producción y, mucho menos establece la estrategia de los controles navales de seguridad y su financiamiento. Sin embargo, sin plan ―lo que demuestra una imprevisión total― se reserva un 32,52% del porcentual de Captura Máxima Permisible de merluza común; motivo por el cual, al otorgar cuotas en el futuro lo hará con una discrecionalidad inadmisible en manos de unas pocas personas, favoreciendo prácticas de cohecho.

Respecto a la pesca ilegal sobre los recursos migratorios de la ZEE en alta mar y la pesca ilegal en Malvinas, el Subsecretario de Pesca y el CFP no han llevado adelante ninguna acción desde la promulgación de la Ley 24.922 en 1998, pudiendo todos estos funcionarios estar incursos en el incumplimiento de los deberes de funcionarios públicos.

La imagen de la actividad pesquera. La publicación del medio especializado RevistaPuerto.com.ar tituló «Incalificable: Sturzenegger calificó al sector pesquero argentino de ladrón e informó que el sector pesquero paga solo por derechos de extracción y aseguró que si pagaran más el Estado bajaría impuestos en otros lugares y generaría más industria y empleo que la pesca» y mencionó que el Ministro de Desregulación y Transformación del Estado en Radio Mitre sostuvo que «el sector pesquero solo paga el 0,15% para llevarse el pescado “de todos los argentinos” y se ufanó de que el secretario Juan Pazo esté llevando los Derechos de Extracción al 2,5%, todos muzzarella» y concluyó su presentación «calificando a la industria pesquera argentina de ladrona…cuando venzan los contratos actuales, no voy a tocar derechos, entre los pescadores argentinos van a tener que pujar para ver cuanto pagan».

Empezaremos de menor a mayor, Sturzenegger pondera la acción del representante del Poder Ejecutivo Nacional en el Consejo Juan Alberto Pazo (Decreto N° 374 del 29/04/2024), pero este funcionario que por su designación era uno de los principales para definir la política pesquera prevista en la Ley no participó ni en una sola de las 19 reuniones que realizó en el año el Consejo Federal Pesquero. ¿Habrá tratado estas cuestiones en otros ámbitos? Más “Casta” imposible. Bueno, este postulante a titular del ARCA (ex AFIP), según “La PolíticaOnline” (08/12/24) “deberá dar explicaciones sobre bienes no declarados en Miami y sociedades en el exterior”, no pareciera que sea el funcionario más apropiado para “ordenar” la pesca.

Ya nos hemos referido ―y también lo han hecho otros autores― con el desprecio y ligereza que estos funcionarios han calificado al sector pesquero; pero también es cierto, que el sector no ha querido, no ha podido o no ha sabido liderar un proceso de cambio y de modernización de la actividad (no solo la construcción de un buque o una planta procesadora) y se ha limitado a introducir distintos operadores en el Consejo Federal Pesquero y/o incidir en la designación del subsecretario de pesca de turno ―como lo hacen todos los sectores productivos en sus propias áreas― solo que no se puede dejar de lado que, a diferencia de otras actividades, la explotación del recurso es una concesión de Estado y los dirigentes de la pesca han mostrado una debilidad y dependencia extrema y no una industria potente e imprescindible. La falta de un plan único derivado de un número atomizado de Cámaras conspira contra una posición fuerte y el “sálvese quien pueda” tiene el efecto de implosión. Además, en la Argentina el pescado no se conoce ni se consume y ello alcanza a los funcionarios. No es España, que son los propios españoles los que defienden este noble producto. Hay mucho para hablar, pero sobre este tema por razones de síntesis cerraremos aquí.

La dedicación al trabajo de los miembros del Consejo Federal Pesquero (CFP) y las cuotas de captura. Pese a que la función principal del CFP ―como hemos dicho― es diseñar la política pesquera; los consejeros no parecieran muy afectos al trabajo, teniendo presente que cualquier empleado público cumple unas 40 horas semanales y estos miembros del Consejo durante todo el año 2024 realizaron 19 reuniones donde se labraron 27 Actas ―el número más bajo de tertulias desde 1999― y ocuparon para ello un total de unas 20 horas; es decir un promedio de una hora por reunión. Ello podría ser el motivo formal, para que recién el 5 de diciembre pasado, el CFP definiera el régimen de adjudicación de las cuotas de la merluza común ―la más importante especie generadora de empleo― manteniendo a toda la actividad en un estado de incertidumbre, ya que a la fecha no se ha definido la vigencia de las cuotas, pese al reclamos de empresas y gremios (Acta CFP 27/24 12/12/24). Sabemos que no es la razón y han circulado públicamente todo tipo de argumentos e incluso se ventilaron supuestas coimas. No somos ingenuos, es muy rara la reserva de cuotas que realiza el CFP y en la decisión, sobrevuela una licitación parcial a la chilena anunciada oportunamente y será total si el otorgamiento de las cuotas de captura se limita a un año. En un juego de pinzas juega el sideral aumento del Derecho Único de Extracción (DUE). Mientras tanto, ya hemos dicho, el sector pesquero se limita al envío de notas, cuyo tratamiento ―según las Actas― pareciera que se realiza fuera del Consejo.

Casta federal pesquera e idoneidad. Pero, si algo está mal y ―hay muchas cosas que están mal― a los primeros que debería observar Federico Sturzenegger o cualquier otro funcionario de turno es a quienes integran el Consejo Federal Pesquero (CFP). Cómo puede pretender el ministro transformar este sector cuando el Subsecretario de Pesca y Presidente del CFP es un fiel representante de “la casta”. López Cazorla, de él se trata, fue miembro de este cuerpo desde 2006 al 2019, pasando por todos los gobiernos sin solución de continuidad y ―según las Actas de las reuniones― nunca aportó nada relativo al cambio de la actividad; planteó la necesidad de modificar el sistema de otorgamiento de cuotas o cuestionó el valor de los derechos de captura. Obviamente no se comportó durante 14 años como el responsable de la definición de la política pesquera. Lo mismo podría decirse de Carlos Cantú que está en el CFP desde 2002 al 2015 y desde el 2020 a la fecha y fue muchos años el representante del Poder Ejecutivo Nacional. Se omiten otros tantos por razones de síntesis.  

Las obligaciones del CFP tienen la complejidad de administrar una actividad muy compleja que alcanza a la captura, el procesamiento de los productos y su exportación; pero también implica, tener conocimientos relativos a cuestiones económicas, comerciales, biológicas, marítimas, climáticas, ambientales y sanitarias, a la par de conducir la investigación e intervenir en asuntos relativos a la seguridad de la tripulación y la nación y, administrar el conjunto de la actividad. No es una misión destinada a ser realizada por personas que no tengan un amplio conocimiento en la materia. Capacitada para diseñar y conducir la política pesquera nacional y con ello importantísimos intereses económicos, sociales y regionales.

Además de ello se necesita un cierto compromiso temático, vemos por ejemplo el caso de Juan Alberto Pazo que ha pasado de la superintendencia de seguros a la ARCA, previa la secretaría de Relaciones Exteriores; pero, como miembro del Consejo Pesquero no asistió a una sola reunión de trabajo en el año. Otro tanto Miguel Schmukler que del Fondo para la Ampliación de la Matriz Productiva Fueguina (FAMP), donde la pesca industrial es irrelevante en relación a sus pares de Buenos Aires, Chubut y Santa Cruz, pasó a ser miembro del Consejo a instancias del ministro Caputo, donde participó solo de ocho reuniones de las 19 llevadas a cabo en el año. Y así varios consejeros que, como los nombrados, que de la materia al asumir solo conocían un pescado a lo sumo en un Restaurante o a través el tradicional poster de especies del INIDEP.

También, a modo de ejemplo, la Representante del Ministerio de Relaciones Exteriores Paola Andrea Gucioni que ―suponemos― que no se la incorporó al Consejo por haberse prestado ―según la AFIP― «servicios personales n.c.p., incluyendo actividades de astrología y espiritismo, las realizadas con fines sociales como agencias matrimoniales, de investigaciones genealógicas, de contratación de acompañantes, la actividad de lustrabotas, acomodadores de autos, etc. (960990)» como se indica (www.dateas.com/es/persona/paola-andrea-gucioni; https://w20argentina.com/empresa/gucioni-paola-andrea) o por el hecho haber trabajado en la Dirección de Malvinas de la Cancillería. Debería ser obligatoria que la repartición publique los CV documentados de los funcionarios.

Hay que reorganizar el Estado; pero en general la solución no es cerrar, concesionar, privatizar o aumentar los costos impositivos a la producción para justificar la ineficiencia de las organizaciones, echándole ―a la par― la culpa a los administrados, sino poner en los cargos a funcionarios probos e idóneos que transformen al administrador en una herramienta eficaz para atender las cuestiones indelegables del Estado, servir al estímulo de la producción e industria argentina y defender la soberanía nacional.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado. Presidente del Centro de Estudios para la Pesca Latinoamericana (CESPEL). Web: cesarlerena.com.ar

 

Referencia

[1] Nación: No coparticipables Autoridad de Aplicación $190.435.242,47 – 100% / $16.799.599,35 – 8,82% Embarque de Inspectores $190.435.242,47 – 100% / $38.236.043,80 – 20,08% INIDEP $190.435.242,47 – 100% / $19.750.000,00 – 10,37% Patrullaje y control $190.435.242,47 – 100% / $19.750.000,00 – 10,37% Consejo Federal Pesquero – 11,04% $190.435.242,47 – 100% $16.750.000,00 – 8,80% Capacitación $190.435.242,47 – 100% $3.050.000,00 – 1,60% Coparticipables Nación $190.435.242,47 – 100% / $12.683.266,55 – 6,60% Buenos Aires  $190.435.242,47 – 100% / $12.683.266,55 – 6,60% Provincia de Río Negro $190.435.242,47 – 100% / $12.683.266,55 – 6,60% Provincia de Chubut $190.435.242,47 – 100% / $12.683.266,55 – 6,60% Provincia de Santa Cruz $190.435.242,47 – 100% / $12.683.266,55 – 6,60%  Provincia de Tierra del Fuego, A. e Islas del A.S. $190.435.242,47 – 100% / $12.683.266,55 – 6,60%.

LOS DILEMAS DE UCRANIA TRAS LA CRISIS SIRIA

Roberto Mansilla Blanco*

Como sucede con todo acontecimiento que genera efectos tectónicos en la política internacional, la crisis siria derivada de la caída del régimen de Bashar al Asad y que abre el compás de una incierta transición deja en el tablero geopolítico la posición de determinados actores que, indirecta y colateralmente, se ven de alguna manera afectados.

Son múltiples los intereses geopolíticos creados en torno a un país como Siria, epicentro de los principales conflictos que atañen a Oriente Próximo. Pero observando con mayor detenimiento el prisma de la actualidad geopolítica, lo que sucede en Siria afecta también a otros escenarios estratégicos para la seguridad internacional.

Uno de esos escenarios es Ucrania, cada vez más sumida en un conflicto a gran escala entre Rusia y la OTAN en la que, aparentemente, mantiene escasa capacidad para influir en el devenir de los acontecimientos. La clave que une colateralmente a Ucrania y Siria lleva inevitablemente a Rusia, el país agresor en el primer caso tras la invasión militar de 2022, y que, en el caso del segundo, ayudó militarmente en su momento al defenestrado Bashar al Asad a ganar posiciones en la guerra interna que vive desde 2011 el país árabe.

Mientras mantiene en pie el esfuerzo bélico en Ucrania sin aparentemente negarse a llevar a cabo una negociación que contemple respetar sus condiciones, resumidas en asegurarse los territorios ganados en Ucrania durante la invasión militar, causa cierta perplejidad la posición rusa de aceptar, con discreción y bajo perfil, el hecho de perder un peón estratégico dentro de sus imperativos geopolíticos como es el caso de Siria. La inesperada caída de su aliado Bashar al Asad y su inmediato refugio en Moscú genera todo tipo de suspicacias, interpretaciones y expectativas.

En el caso de Ucrania, y a pesar de las promesas de ayuda occidental vía OTAN que se materializaron en el despliegue de misiles ATACMS, la caída de al Asad ha estado precedido de un ambiente de cierto derrotismo ante una ofensiva rusa que ha estancado el frente bélico. Una palabra comienza a generar un matriz de opinión en la guerra ruso-ucraniana: la negociación.

El presidente ucraniano Volodymir Zelenski ha llegado a proponer una «paz justa» que intensifica las expectativas sobre qué sucederá con la guerra ruso-ucraniana en vísperas de la asunción presidencial de Donald Trump, prevista para el 20 de enero de 2025.

El pasado 7 de diciembre, la reinauguración de la Catedral de Notre Dame en París se convirtió en una pasarela de las negociaciones de la alta política internacional. Allí, un día antes de la huida de Bashar al Asad de Damasco, Zelenski se reunía con su atribulado anfitrión, el presidente francés Emmanuel Macron (quien tres días antes venía de observar la caída de su primer ministro Michel Barnier y la apertura de una situación política incierta y hasta caótica en Francia) y un exultante Trump que prepara «sin prisa pero sin pausa» lo que será su nueva y próxima presidencia en la Casa Blanca.

En París, Zelenski midió el ambiente en torno a qué sucederá en la guerra con Rusia y, principalmente, si es viable una negociación en pleno invierno, donde la aviación rusa ha destruido buena parte de la infraestructura energética ucraniana. Ese clima lo percibió el propio Trump, quien al día siguiente (mientras los al Asad huían de Damasco) escribió en red social Truth Social que «a Zelenski y a Ucrania les gustaría llegar a un acuerdo y acabar con la locura. Han perdido de manera ridícula la cifra de 400.000 soldados y muchos más civiles. Debería haber un alto el fuego inmediato y comenzar las negociaciones». Más claro no parecía el mensaje.

Desde entonces, la agencia oficial ucraniana Ukrinform ha venido informando, con un claro sentido subliminal, como Occidente, mientras asegura su compromiso de armar a Ucrania para que luche «hasta el último ucraniano» (Biden dixit), tantea al mismo tiempo la posibilidad de una negociación con Rusia que comienza a cobrar forma y peso, si es que los tan inesperados como inevitables «cisnes negros» no aparecen y dictan otra sentencia.

Desde entonces, Zelenski se ha reunido con el nuevo secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y con el líder de la oposición alemana y candidato al cargo de canciller del bloque conservador CDU/CSU, Friedrich Merz, en este último caso una toma de contacto estratégica tomando en cuenta el adelanto de las elecciones generales alemanas para febrero de 2025 y la posibilidad de que una coalición de derechas llegue al gobierno en Berlín, con la presencia de la ultraderecha de Alternativa por Alemania (AfD), señalada de ser un partido pro-Kremlin y detractora con la ayuda alemana a Ucrania.

En esas reuniones salieron declaraciones públicas de Zelenski y sus interlocutores que parecen resultar reveladoras: «garantizar el establecimiento de una paz duradera y confiable mediante la toma de decisiones que funcionen a largo plazo» y la creación de un «Grupo de Contacto de cuatro países europeos que permita desarrollar una posición común sobre el fin de la guerra desatada en Ucrania».

Declaraciones con evidente tono tendiente a propiciar el marco de negociación necesario para «acabar con esta locura» (Trump dixit) Pero sin descuidar que aún estamos en una guerra: Zelenski advirtió que «Ucrania necesita entre 10 y 12 sistemas Patriot adicionales para garantizar la vida y hacer que la guerra carezca de sentido para Putin».

Consciente de que carece de efectivos suficientes para mantener el esfuerzo bélico contra Rusia, Zelenski juega contra reloj con la mira en la asunción presidencial de Trump. Sabe que sin el apoyo de la OTAN le resulta imposible sostener la guerra contra un Putin que, tras la caída de Bashar al Asad, muy probablemente estará desviando hacia el frente ucraniano los efectivos militares rusos asentados desde 2015 en Siria sin que ello signifique abandonar sus imperativos geopolíticos en el país árabe. Todo ello sin descartar la posibilidad de utilizar esos 12.000 norcoreanos que, según medios occidentales, estarían adiestrándose en academias militares rusas para ser enviados al combate.

La propuesta de Zelenski de «paz justa» para dar curso a una negociación para una tregua aceptando incluso la cesión de territorios a Rusia es una variable cada vez más aceptada en Occidente, toda vez que la OTAN volvió a asegurar que Ucrania no entrará en la Alianza Atlántica. El desinterés de Trump por la guerra ruso-ucraniana aceleraría esas expectativas de negociación. Cada bando quiere llegar a la mesa de negociaciones con garantías geopolíticas suficientes para negociar con cierto margen de ventaja.

Pero en París, Zelenski no se las vio únicamente con Macron, Trump y Rutte. Otro actor colateral en todo este escenario tan volátil como impredecible entra en escena: Georgia. En Notre Dame, Zelenski se reunió con la presidenta georgiana Salomé Zurabishvili (de talante europeísta) en un crítico momento para el país caucásico que vive jornadas de protestas tras la decisión del gobierno de Sueño Georgiano presidido por el primer ministro Bidzina Ivanishvili, de suspender temporalmente las negociaciones de admisión georgiana en la UE, abiertas a finales de 2023.

En Tbilisi, la capital georgiana, parece recrearse una especie de «Maidán II» similar al que se vivió en Kiev en el invierno de 2013-2014 y que propició (con apoyo occidental) la caída del prorruso Viktor Yanúkovich. Esto llevó a la posterior anexión rusa de Crimea y el conflicto en el Donbás, acontecimientos todos ellos predecesores de la actual guerra ruso-ucraniana. No se debe olvidar que la breve guerra ruso-georgiana de agosto de 2008 propició la secesión de facto de las repúblicas de Abjasia y Osetia del Sur, enclaves estratégicos reconocidos de iure por Moscú para mantener sus intereses en esferas de influencia como Georgia y el Cáucaso.

Notre Dame es una de las catedrales góticas más antiguas del mundo. Sus torres ofrecen unas de las mejores vistas de París. En este escenario repleto de historia y belleza arquitectónica, Zelenski se dio un baño de realidad horas antes de que su homólogo sirio, persuadido por la realpolitik de su aliado ruso, debiera abandonar Damasco tras cinco décadas de poder del clan al Asad y refugiarse en Moscú.

Más que «debilidad rusa», como proclaman sin cesar los mass media occidentales tras la pérdida de un aliado como el ex presidente sirio, el Kremlin calcula discreta y estratégicamente cuáles serán sus próximos pasos dentro de su prioridad geopolítica absoluta: Ucrania. Preparado para la continuidad de la guerra pero, al mismo tiempo, dispuesto a iniciar negociaciones de paz en condiciones de ventaja en el plano militar. Todo ello obviamente sin perder de vista que, para Kiev, Moscú y Bruselas, entre otros, el regreso de Trump augura otro efecto tectónico en la política internacional.

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina. Analista Senior de la SAEEG.

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