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RIÑAS

Iris Speroni (gab: https://gab.com/Iris_Speroni)

Cristina Fernández explica cómo entiende que funciona el tipo de cambio.

Sus ideas son relevantes porque reflejan la ideología predominante en la mayoría de legisladores, políticos, funcionarios y economistas.

 

La vicepresidente de la Nación escribió dos cartas abiertas entrelazadas entre sí, una de octubre de 2020 y la actual, del 16 de septiembre de 2021.

La más interesante en lo que respecta a mis obsesiones es la primera de ellas. Quien fuera dos veces presidente de la Argentina explica cómo entiende que funciona el tipo de cambio. Es relevante porque su percepción no sale de la nada sino que refrita ideas que están vigentes por lo menos desde el gobierno de Illia. Me fue machacado mañana, tarde y noche cuando estudié en la UBA donde debí sufrir profesores en su mayoría radicales que a su vez recomendaban textos de radicales. Es lo que ellos autodenominaban estructuralismo.

A lo que voy es que las ideas de la señora vicepresidente ex presidente ex diputada nacional ex senadora nacional es la ideología predominante en la mayoría de los legisladores, políticos, funcionarios y economistas tanto del radicalismo, su derivados (PRO, CC, etc.) y de esta fusión radical-alianza-izquierda que conforma el Frente de Todos. En resumen, es la ideología dominante.

Es importante en cuanto refleja su cosmovisión en base a la cual toman decisiones que nos afectan a todos.

Otra aclaración. Voy a tomar los dichos de la vicepresidente bona fide. Obviamente, es una política y veterana. Debe de haber cosas que no dice pero no voy a pensar que tiene otra idea del tipo de cambio, manejo del BCRA, comercio exterior, ahorro, diferentes a las que manifiesta.

Entremos al texto.

26 de octubre 2020

TERCERA CERTEZA

Sin embargo, la restricción externa —léase: escasez de dólares o excesiva demanda de dicha moneda; según como se mire— que apareció luego de haber soportado 6 corridas cambiarias —la última durante el año 2011, en el que fui electa por segunda vez consecutiva Presidenta de la Nación— motivó la regulación cambiaria que los medios hegemónicos bautizaron “cepo”.

Todos los políticos y economistas hablan siempre de “escasez de dólares”.

Sin embargo omiten, todos ellos, ya sea por desconocimiento o malicia, que nunca escasearon dólares en Argentina. Lo que sucede es que el BCRA los vende a un precio inferior al que los agentes económicos (las familias y las empresas) están dispuestos a pagarlo.

Lo digo de otra manera. Un Mercedes Benz clase E está alrededor de US$ 128.000 más impuestos. Si mañana un concesionario se volviera loco y los vendiera a US$ 22.000 le sacan las existencias de las manos. Al final del día no le quedaría ninguna unidad.

Bueno, eso es lo que le pasaba al BCRA con Cristina Fernández. Vendían a $ 10 un dólar que en la calle querían comprar a $ 15.

Alguien les hizo creer a los políticos (el 98% de los economistas) que si “retrasaba” el dólar, influirían en la inflación, por lo tanto en el poder de compra de los asalariados, jubilados y pensionados y por lo tanto ganarían las elecciones.

Por lo que el funcionariado de CF pasó años haciendo malabarismos vendiendo dólares baratos por un lado y luego tratando de llenar un balde sin fondo. Les consumió energía, mala sangre, les distrajo de la tarea de gobernar y al final del camino, CF perdió las elecciones de mitad de término y Scioli no ganó las generales.

¿Por qué perdió Macri? Porque hizo exactamente lo mismo que Cristina Fernández: endeudó al país para tener dólares para venderlos “baratos”. Léase, para venderlos a menor precio que el que el público estab dispuesto a pagar.

No hace falta repetir que el gobierno de Alberto Fernández (en estos temas cruciales para la economía argentina) siguió los lineamientos de Mauricio Macri que siguió los del último gobierno de Cristina Fernández, en un contínuo desde el 2011.

Cristina Fernández sostiene que hubo una disrupción, ya que MM subió las tarifas que ella había retrasado (“Cuatro años de tarifazos impagables en los servicios públicos, cierre masivo de PyMES, pérdida del salario y jubilaciones”). Le da entidad a una política económica que no la tiene (excepto en los gastos del Tesoro). Porque el asalariado lo que no gasta en una cosa, la gasta en otra. Si yo pago $ 200 una cuenta de electricidad que debería valer $ 1000 y el Estado pone los $ 800 de diferencia, yo esos $ 800 los gasto en otra cosa. En un contexto inflacionario y con precios relativos distorsionados, lo único que hago es desplazar la actualización de precios a otro producto; al final del camino el índice de inflación da igual ¿cuánto da? Exactamente el porcentaje de emisión monetaria.

Pero vaya uno a explicar esto a un político. Lo que para CF fue la piedra basal de su mandato (la contención ficticia de las tarifas de servicios públicos) resultó al ñudo. ¿Cómo la puede uno convencer? Se va a morir creyendo que fue un acierto[1].

Vuelvo al tipo de cambio. Cristina Fernández con el auxilio de los ministros de economía Lorenzino y Kicillof y los presidentes del BCRA Marcó y Vanoli pusieron toda la política económica al servicio de contener ficticiamente el valor en pesos del dólar. Con una inflación del 25% (CF dixit).

“26 de octubre 2020…TERCERA CERTEZA…La inflación, medida por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, no superaba el 25% anual”.

¿Para qué tanto contorsionismo? Nos endeudó con China, retrasó los pagos de gas a Bolivia, subsidió exportaciones. El listado de decisiones demenciales en pos de “mantener” el dólar fijo en un contexto inflacionario fue innumerable. ¿Por qué? Porque los economistas educados en la UBA sostienen que la inflación es de costos, que el valor nominal en pesos del dólar (el tipo de cambio en criollo) “forma” los costos y que si uno ancla, fija, amura, el tipo de cambio, no va a haber inflación. Si no hay inflación, los obreros van a estar felices y la van a votar. Ésa es la fantasía radical (radical de UCR) que enseñaban en la facu.

Los resultados son otros.

En primer lugar están las consecuencias de un dólar “atrasado”, que traté muchas veces pero voy a repasar.

En segundo lugar están los costos de mantener la ficción.

Empiezo con las consecuencias de un tipo de cambio artificialmente retrasado.

– Desestimula las exportaciones, lo que provoca que haya menos dólares disponibles. Por lo tanto una de las razones de la “escasez” es, justamente, la decisión del BCRA de pagar $ 1 lo que vale $ 2. Un dólar bajo equivale a menos exportaciones. Hay menos exportaciones porque un dólar retrasado baja la rentabilidad de las producciones destinadas a la exportación y por lo tanto se opta o por no invertir o por dedicarse únicamente al mercado interno. Eso va para la gente que plantó 4 hectáreas de tulipanes en Chubut para exportar en contraestación a Holanda y ahora lo usa de atracción turística “porque los números no dan”, o para las pequeñas producciones de arroz de Entre Ríos que se volcaron a otros cultivos. Ni hablar del sector metalmecánico. En diez años las exportaciones de maquinaria agrícola bajaron de US$ 200 MM a US$ 60 MM cuando debieron crecer a US$ 2000 MM.

– Subsidia el costo de las importaciones. En efecto, al tener “barato” el dólar, salen baratos los productos importados. Tanto para substitución de insumos como para importación de productos finales. Constituye una competencia desleal con quienes producen en Argentina. El estado, a través de su política cambiaria, hace dumping de las importaciones respecto a lo producido en el país porque hace que el producto importado salga menos sólo porque vende los dólares a menor precio. Un ejemplo claro de la segunda presidencia de Cristina fue la importación de maquinaria agrícola de Brasil. No porque ésta fuera realmente más barata y ciertamente no es de mejor calidad, sino porque el dólar valía $ 15 y el BCRA lo cobraba $ 10. Por lo que el comprador obtenía un “descuento” de 33% financiado por el BCRA. La contracara era que los exportadores le vendían al BCRA a $ 10 lo que valía $ 15.

– Estimula al consumidor de comprar bienes y servicios importados. De ahí el boom de venta de autos caros importados del final del gobierno de CF, y el paseo por Europa de funcionarios públicos de tercera y cuarta categoría[2].

En resumen, con un dólar artificialmente retrasado se estimulan las importaciones y se desestimulan las exportaciones porque ambas actividades buscan su equilibrio en el precio del dólar que el BCRA fija.

Lo último, que no es menor, es la oportunidad para negocios o la especulación por la diferencia de valor entre el tipo de cambio que debía ser y el que era. Al final del gobierno de Cristina Fernández el dólar BCRA valía $ 10 y el libre $ 15. Cuando el BCRA se quedó sin dólares para vender, se dedicó a vender promesas de dólares (dólares futuros). Uno podía hacer la siguiente operación en el día: comprar dólares futuros vendidos por el BCRA a $ 10 y en el mismo día vender esa promesa en NY a $ 15. Por lo que ganaba un 50% sólo con esta intermediación. Fue una sangría fatal para el BCRA y por supuesto, de resultados nulos[3].

En la carta del 26 de octubre de 2020 continúa la vicepresidente:

“Dicha regulación establecía un tope para la compra de dólares para ahorro que era de USD 2.500 por mes. Si, tal como se lee: USD2.500 por mes”. 

En realidad lo que hace es administrar el privilegio de vender dólares a menor precio que el comprador está dispuesto a pagar.

Es como si el concesionario de Mercedes Benz del ejemplo dijera: “Vendo a US$ 22.000 lo que vale US$ 128.000, pero sólo uno por persona”.

¿Por qué el Estado debería vender a un precio menor un bien que tiene un valor público? Al privilegiar a unos ciudadanos sobre otros, resulta injusto, arbitrario y desleal.

No hay privilegiado bueno o privilegiado malo. Los exportadores con un dólar atrasado financiaron la compra de BMW a sectores acomodados, el giro de US$ 100 de familias bolivianas desde Liniers a La Paz, el viaje a Tailandia del muchacho del mostrador de tribunales y la compra de automóviles VW a Brasil[4].

La otra gran argumentación es que con un dólar contenido, los insumos importados no generan inflación. En una economía donde las importaciones constituyen el 20% del PBI, se le da más entidad de lo que tiene. Somos una economía cerrada; no nos engañemos, no tiene ninguna importancia en la generación de costos. Lo que sí importa son los impuestos (50% de la economía) y la inflación.

Continúa la carta:

«Tercera certeza: la Argentina es ese extraño lugar en donde mueren todas las teorías. Por eso, el problema de la economía bimonetaria que es, sin dudas, el más grave que tiene nuestro país, es de imposible solución sin un acuerdo que abarque al conjunto de los sectores políticos, económicos, mediáticos y sociales de la República Argentina. Nos guste o no nos guste, esa es la realidad y con ella se puede hacer cualquier cosa menos ignorarla”.

No coincido con la señora vicepresidente. La economía bimonetaria no es el problema de la Argentina. El problema es querer vender dólares a menor precio del que los argentinos estamos dispuestos a pagar. El problema es la inflación del peso.

Y les recuerdo que tanto el tipo de cambio como defender el valor de la moneda propia (peso) son responsabilidad del Congreso (art. 75 incs. 11 y 19). No se requiere un gran acuerdo de sectores sociales, mediáticos, económicos, políticos, celestiales, galácticos o caprinos. Se necesita que las autoridades electas cumplan con la Constitución de 1994; Fernández fue la vicepresidente de la Asamblea Constituyente.

El resto, se arregla solo: si no emiten, no va a haber inflación. Si deja que todo el mundo compre y venda dólares al precio que se les ocurra, van a subir las exportaciones y se van a moderar las importaciones y los viajes a Europa. Se va a comprar un BMW solamente aquél al que le dé el cuero.

MM siguió con esta política, pero la financió de otra manera: con deuda. Nos endeudó en dólares para poder vender dólares a un precio menor. El mecanismo fue: endeudar al país en dólares, volcarlos al mercado por lo que la sobreoferta de divisas tiraba su precio a la baja. Lo hizo de dos maneras: convenciendo a fondos de inversiones externos a traer sus dólares, venderlos baratos por pesos, poner los pesos a 80% en LEBACs (Sturzenegger). Duró hasta que se asustaron, vendieron sus LEBACs y compraron dólares. Luego siguió (Caputo) endeudando el país en dólares, para repagar a los fondos de inversión que se fueron y para seguir con una sobreoferta pública de dólares. Endeudó al BCRA, al Tesoro y a YPF.

Alberto Fernández siguió con esta política. Dólar deprimido (a mitad del precio del dólar libre), elección de compradores privilegiados (amigos del poder), desestímulo de exportaciones y estímulo de importaciones —limitadas por la caída del poder adquisitivo de la población—, altas tasas de interés, deuda cuasifiscal.

Acá está la explicación de por qué el país no crece desde hace 10 años y por qué el salario actual es igual que en el 2002/2003. Acá está la explicación de por qué perdieron las elecciones.

Cuando digo que mantener la ficción de un tipo de cambio atrasado es costosa me refiero justamente a todo esto: PBI que no crece, desestímulo de inversiones, estímulo de importaciones, compra de bienes suntuarios, endeudamiento, déficit comercial eterno con Brasil, transferencia de riqueza desde el interior a las manzanas que van desde el BCRA a la AFIP.

Diez años de tipo de cambio atrasado nos destruyeron. Sin embargo, los políticos, todos, creen que una práctica conveniente.

Dos puntos adicionales.

Tangencialmente la vicepresidente toca el tema de los dólares como refugio de valor y fuga de capitales.

«26 de octubre…Tampoco es una cuestión de clase: los dólares los compran tanto trabajadores para ahorrar o para hacer una diferencia que mejore el salario, como empresarios para pagar las importaciones necesarias para hacer funcionar su empresa, para ahorrar y también, bueno es decirlo, para fugar formando activos financieros en el exterior, siendo esta última actitud una de las que más han contribuído a las crisis cíclicas de la Argentina».

Fuga de capitales es tanto depositar dólares en un banco extranjero como tener dólares en la caja de seguridad del banco. Es trasladar riqueza desde la moneda local a una extranjera y en lugar de invertirla, mantenerla como tesoro (inmóvil).

Llegamos a la razón principal por la cual los políticos mantienen el dólar retrasado. Porque el mejor negocio de la Argentina es comprar el dólar al precio que el BCRA lo vende y mantenerlo como tesoro o venderlo a precio libre. Los políticos atesoran (encanutan) el dinero robado en dólares. Si pueden comprar el dólar a mitad de precio, duplican los montos robados. Y la tasa de robo de dineros públicos se consolidó en 25% a partir del SXXI. Por lo que el tipo de cambio atrasado es el mejor negocio de la Argentina. Pero si el dólar fuera vendido por el BCRA a su valor, otras inversiones empezarían a ser más interesantes, incluso para los políticos corruptos que compran departamentos en Miami. Por lo que “fugar … activos financieros al exterior … actitud … que más ha contribuido a las crisis cíclicas” es una consecuencia de la política del BCRA y no la causa de la crisis.

En resumen, ¡oh, sorpresa!, las crisis cíclicas de la Argentina son consecuencia de las decisiones políticas de manejo del BCRA. Y una vez más, desde 1994, es responsabilidad indelegable del Congreso de la Nación; responsabilidad que a la fecha no ha asumido.

En su carta del 16 de septiembre de 2021 la vicepresidente revista estos temas, habla mucho de sus diferencias palaciegas con el Presidente (ajo y agua) pero lo que me interesa es lo que no dice. Sostiene que el Congreso le aprobó un déficit fiscal al ejecutivo que éste podría gastar en repartir entre los ciudadanos (supongo que para que los voten). De lo que no habla la vicepresidente es de cuánto dinero se gasta en pagar intereses. Que gran parte de los impuestos y del endeudamiento y de la caída de sueldos públicos y jubilaciones se destina a pagar billones de pesos en intereses. Lo cual sucedió en su gobierno, en el de Macri y en el actual.

Pero claro, del pago de intereses a la banca no se habla.

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Referencias

[1] Por si hay algún distraído, aclaro lo que pienso respecto a las tarifas. Que las cosas hay que cobrarlas lo que valen. Que el precio de la electricidad debe ser uno solo en todo país, considerando que tenemos un sistema interconectado. Que las tarifas deben ser libres de todo impuesto. Que las personas deben ganar buenos sueldos que le permitan pagar la garrafa de gas y el Kwh lo que vale producirlos.

[2] El turismo externo es una importación de servicios para las cuentas públicas.

[3] Lo explico en una entrevista que me hicieran @oconaf y @reaxionario https://youtu.be/Jjpwx_SFcCM

[4] De hecho los 12 años de kirchnerismo 2003-2015 nos costaron un déficit comercial con Brasil de US$ 55.000 millones.

 

Artículo publicado originalmente el 18/09/2021 en Restaurar, http://restaurarg.blogspot.com/2021/09/rinas.html

¡BASTA YA DE HOSTIGAR A LOS PRODUCTORES DEL CAMPO!

En algún momento de la historia reciente, un estadista expresó:

El Gobierno evitará en principio los experimentos financieros de cambio. Alimentación y Agricultura. Dos cuestiones económicas de primer orden se destacan sobre todas las demás. La salvación del labrador debe efectuarse a todo trance. El aniquilamiento de la clase labradora en nuestro país llevaría a las consecuencias más difíciles que se puedan imaginar. El restablecimiento de la rentabilidad de la agricultura puede ser, desde luego, dura para el consumidor; pero la suerte que afectaría al pueblo entero si se hundiera el labrador sería incomparablemente más dura. Sólo mediante la rentabilidad, que es necesario alcanzar a toda costa en nuestra agricultura, puede resolverse la cuestión de la protección contra la ejecución de las disposiciones judiciales o de la conmutación de las deudas. Si esto no se consigue, la ruina de nuestros labradores provocaría no sólo la de la economía sino, sobre todo, la del pueblo entero. Su sana conservación es requisito indispensable para el florecimiento y prosperidad de nuestra industria, para el comercio interior y para la exportación… También pondremos el mayor cuidado en favorecer la colonización del suelo.

Estamos hoy, en Argentina, ante un nuevo ciclo electoral. El nuestro es un país agrícolo-ganadero por excelencia, sin embargo, los candidatos políticos no se expresan al respecto, salvo para denostar al labrador, tildándolo de oligarca, de terrateniente, de burgués, utilizando estos términos de manera peyorativa y echándole la culpa de todos los males que aquejan a la sociedad en tiempo pasado, presente y futuro. No importa que renten los campos o que sean dueños de una o doscientas mil hectáreas.

El campo no sólo provee de alimento al mercado interno sino que también aporta el mayor flujo de dólares a través de sus exportaciones, dinero que últimamente es utilizado de manera arbitraria por el des-gobierno de turno para tapar con “planes” y “subsidios” la debacle a la que han llevado a la Nación.

El mismo estadista decía:

Una vez más tenemos que repetir que nada está más lejos del Gobierno que el pensar en una hostilidad hacia la exportación. Estamos convencidos de que nos es necesaria la unión con el mundo y que el trabajo para la colocación de nuestras mercancías en los mercados mundiales alimenta muchos millones de compatriotas.

Todo lo contrario a lo expresado y actuado por nuestro gobierno en materia de exportaciones. Es más, están viendo cómo obtener “más réditos” del campo a través de retenciones e impuestos. Pero, ¿qué va a ocurrir cuando nuestros labradores se cansen de ser esquilmados y abandonen el campo?, ¿quién irá a trabajar los campos para producir alimentos?, ¿Grabois?, ¿quizás La Cámpora? Bien sabemos que ninguno de ellos; ¡hasta ahora no se ha descubierto la vacuna que cure la alergia a la pala y al trabajo!.

Es hora de mirar hacia adentro, de explotar a conciencia nuestros recursos, de reactivar nuestra industria, de exportar no sólo materia prima sino productos elaborados para así convertirnos en aquello para lo que hemos sido llamados, una Gran Nación. Eso será posible con el campo, nunca sin o contra el campo. Aquél que lo entienda debe tomar las riendas y conducirnos a un futuro de bonanza.

¡Argentina Despierta!

Por Der Landsmann para Saeeg

®2021-saeeg®

LA ÉTICA Y LA ECONOMÍA PARA SALVAR A LA SOCIEDAD

Giancarlo Elia Valori*

Profundas grietas están desgarrando el cuerpo de nuestra sociedad, causan nueva ansiedad e ira entre las personas y crean nuevas corrientes en la política. La base social de esta ansiedad incluye factores geográficos, educativos y éticos.

La gente no nace para ganar mucho dinero. Todo lo contrario. Sólo quiere vivir bien o tan bien como acostumbra y ganar lo que necesita sin querer explotar a los demás.

Muchos pensamientos y teorías que tuvieron un gran impacto en el mundo a menudo quedaron huérfanos y fueron adoptados por otras escuelas de pensamiento.

Por ejemplo, Jeremy Bentham, el filósofo que sentó los cimientos éticos del capitalismo moderno, así como otros pensadores, no son gigantes morales en el sentido moderno de la palabra, sino que son conocidos por su incompatibilidad con la ética. El utilitarismo persigue la máxima utilidad y felicidad y no es casualidad que sea adoptado por la economía occidental emergente y, bajo las limitaciones de crear un “hombre económico”, pueda desarrollarse fácilmente con nuevos métodos obtenidos a partir del cálculo estadístico matemático (sistemas derivados).

El valor máximo satisface así la urgente necesidad de la economía de herramientas sistémicas cuantitativas sofisticadas y precisas. Este conjunto de pensamientos éticos amorales que salieron de la búsqueda de “valores naturales” que todo el mundo, no sólo unos pocos, debe obtener, ha sido olvidado gradualmente por la historia crítica del pensamiento económico.

El utilitarismo y el liberalismo son los dos pilares complementarios y contradictorios en la base de la economía de mercado. El primero separa el estándar del juicio moral sobre el comportamiento personal de la pasión por la acumulación de dinero, y lo cambia para que esté completamente determinado por el motivo del beneficio. Por lo tanto, sólo ese comportamiento puede mejorar “la mayor felicidad para el mayor número de personas”, autoreferenciándose como ético y eliminando el juicio de valor instintivo de todo ser humano que es incapaz de alcanzar tal felicidad debido al dinero. De acuerdo con este estándar “sagrado”, el grupo de élite de tecnócratas debe desempeñar objetivamente el papel de “guardián social”.

El liberalismo reconoce el objetivo del utilitarismo, pero se opone firmemente a la inferencia de que conduce a un gobierno central fuerte. Adam Smith creía que la división del trabajo y el intercambio eran espontáneas y gratuitas y podían promover la felicidad general de la sociedad y la mejora del bienestar personal al mismo tiempo. Los teoremas de la economía del bienestar deducen que todos los resultados del equilibrio espontáneo del mercado deben dar lugar a la maximización del bienestar. Por el contrario, la maximización del bienestar general en la práctica se logra mediante el libre albedrío del individuo (el empresario), es decir, mediante un comportamiento egoísta del individuo. Según los liberales, el papel del gobierno en esto es hacer solo unos pocos cambios en la “distribución del capital inicial”. De ahí que ya no sea el Estado Ético de Hegel, sino el Estado como simple administrador, empleado por la mencionada élite. En este punto, el proyecto ético del capitalismo liberal está completo.

La libre elección y la maximización del bienestar pueden lograrse teóricamente al mismo tiempo. Por lo tanto, lo que la gente tiene que hacer es favorecer las restricciones estatales y al mismo tiempo promover la plena competencia, así como reducir la información y las asimetrías externas mediante la homologación y la normalización. Por lo tanto, el objetivo del capitalismo es eliminar el papel ético del Estado.

Irónicamente, sin embargo, la estructura ética del capitalismo liberal nunca ha sido perfecta fuera de los diseños teóricos, es decir, se ha manifestado en una parte particular del mundo al pasar por crisis devastadoras. La Gran Depresión atropelló la “mano invisible sagrada” de la economía como un elefante pisotea un terrón de tierra. La Segunda Guerra Mundial empujó la voluntad colectiva y la movilización del capitalismo de Estado hasta sus límites, a través de los conocidos ejemplos políticos y económicos.

Los pueblos tienen diferentes formas de expresión, las electorales y las revolucionarias. El socialismo después de la Segunda Guerra Mundial e, incluso antes, el comunitarismo se convirtió en una buena medicina y correctivos para los horrores del capitalismo. En los principales países europeos, los partidos socialdemócratas han provocado cambios importantes en el capitalismo liberal, la culminación de los cuales son los modelos escandinavos.

Paul Collier, profesor de las Universidades de Oxford y autor de The Future of Capitalism: Facing the New Anxieties (2018) tomó su propia ciudad natal, Sheffield, como ejemplo en su libro. Sheffield fue la primera ciudad en el norte de Inglaterra en experimentar la revolución industrial y también fue la primera en enfrentar la nueva ansiedad causada por esa revolución: la polarización entre ricos y pobres, el desempleo y el medio ambiente.

Tras el deterioro de la situación y los cambios demográficos, la respuesta de los ciudadanos fue mejorar los lazos entre ellos y crear una comunidad lo suficientemente fuerte, así como utilizar esta estrecha relación para crear una organización que estableciera cooperativas caritativas. Por ejemplo, las cooperativas de vivienda permiten a las personas ahorrar dinero para comprar casas; cooperativas de seguros reducen el riesgo, y las cooperativas agrícolas y minoristas otorgan a los agricultores y consumidores un poder de negociación independiente sobre las grandes corporaciones.

El movimiento cooperativo que comenzó y se desarrolló en el norte de Inglaterra rápidamente se extendió a la mayor parte de Europa y se convirtió en la base económica de los partidos socialdemócratas de centro-izquierda. Fue, sin embargo, la centro-izquierda de la época, no la farsa política de hoy con actores y actrices conocidos.

A través de la alianza, la comunidad se extendió por todo el país y la reciprocidad dentro de la comunidad se extendió al compromiso mutuo entre el Estado y los ciudadanos. Las políticas pragmáticas de seguro médico, pensión, educación, desempleo y bienestar aliviaron la ansiedad de las familias. A lo largo de los años, la socialdemocracia ha tomado alternativamente el poder en los países capitalistas, y estas medidas socialistas se han mantenido a largo plazo y de forma universal —al menos hasta ahora.

Con el declive de la industria siderúrgica, las ciudades se convirtieron en típicos centros obsoletos y deteriorados. En varios países europeos, el declive de los partidos socialdemócratas —que se inició en la década de 1970— comenzó a dar un paso adelante a principios de siglo y ha alcanzado su punto álgido en los últimos diez años. La decadencia se ha producido en Francia, Alemania, España e Italia, donde ha desaparecido el glorioso Partido Socialista (PSI). Las tasas de ayuda en Noruega y en los Países Bajos han disminuido significativamente.

Cabe señalar, sin embargo, que los partidos tradicionales de centro-derecha no se han beneficiado de ella e incluso se han convertido en una plataforma de lanzamiento para los movimientos dirigidos por el capital financiero apátrida y por agendas vagas e inconclusas. Italia es un caso doloroso.

El capitalismo globalizado es claramente responsable de todo esto —a través de la tecnología y la adicción masiva— y plantea una vez más el problema de la incompatibilidad de derechos y deberes en la sociedad liberal, en el momento en que la brecha entre ricos y pobres se está ampliando. Italia es el peor de los países europeos más poblados en términos de diferencia de ingresos entre ricos y pobres: en nuestro país, el 20% de la población con mayores ingresos posee más de seis veces los ingresos del 20% de los ingresos bajos.

El declive del Estado ético y el colapso de la socialdemocracia son la contradicción entre el colapso real de las obligaciones mutuas (deberes de derechos) en el capitalismo globalizado y la creciente demanda de las obligaciones antes mencionadas debido a la estructura económica más compleja y asimétrica (sólo considere la violencia en América del Sur debido a los continuos fracasos del capitalismo).

Las crisis fiscales con un alto bienestar también se han extendido a Europa: hay que recordar que el doble sentido PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) se utilizó en 2008-2010, así como “Rust Belt” (la región de Estados Unidos entre las montañas de los Apalaches del Norte y los Grandes Lagos) para referirse a fenómenos como el declive económico, la despoblación y la decadencia urbana debido a la contracción del sector, después de la crisis financiera de 2008.

Por lo tanto, en los países donde ha habido una expansión sin precedentes de la educación superior y de la riqueza que ha llevado a la creación de la clase media, las crisis del capitalismo conducen al dilema de la identidad y la frustración.

Si no nos limitamos a la hipótesis de un “hombre económico racional”, sino que nos centramos en el “hombre social racional” más realista, tendremos más beneficios económicos, ya que el respeto a la identidad se incluye en la satisfacción de las necesidades individuales.

Un modelo de pensamiento simple puede sugerir una idea. Si todo el mundo tiene dos bienes o activos, a saber, el trabajo y la ciudadanía, ambos pueden conducir a un cierto respeto. El respeto por el trabajo se refleja en los ingresos y el respeto a la ciudadanía en el prestigio del país. Aunque cada uno no puede elegir su identidad, puede elegir “prominencia”: elegir una identidad prominente indica un grupo común al que pertenecemos proactivamente. Cuanto más se respete al grupo común, a más individuos se les anima a no prevaricarse unos contra otros en pos de su propia felicidad haciendo daño a los demás.

Por el contrario, la ética del capitalismo liberal tiene como objetivo tradicional destruir el Estado y convertir a los ciudadanos en consumidores sin identidad.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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