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EL DRAMÁTICO CASO DEL KURDISTÁN

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Por el tratado firmado en la ciudad francesa de Sèvres en agosto de 1920 entre la perdidosa Turquía y las naciones aliadas de la Primera Guerra Mundial (salvo Rusia y Estados Unidos) el Imperio Otomano perdió la mayor parte de sus posesiones y se decidió crear en Anatolia Oriental un Estado para los kurdos. En 1922 la Sociedad de las Naciones reiteró este propósito, pero la rebelión de Kemal Ataturk —que derrocó al Sultanato— dio por tierra con varias estipulaciones del acuerdo, entre ellas la vinculada con la creación del Kurdistán. Como el tratado no fue totalmente ratificado algunas cosas se cumplieron, otras no y luego la dinámica mundial siguió su curso, dejando en el camino varios asuntos del pasado, entre ellos la reivindicación ancestral de un pueblo aprisionado entre cuatro países, nuevamente ignorada en 1923 cuando se concluyó otro acuerdo en Lausana (Suiza) que estableció los límites de la Turquía moderna y ya no mencionó el tema kurdo. Durante los siguientes 86 años cualquier movimiento de los kurdos para establecer un Estado independiente ha sido brutalmente sofocado, en particular por los turcos, cuyas acciones del pasado han sido francamente genocidas y las del momento presente ostentan tenebrosa similitud, generando preocupación en la comunidad internacional.

El Kurdistán está enclavado entre el sureste de Turquía, norte de Siria, norte de Irak y el noroeste de Irán. Los kurdos han procurado crear un Estado independiente sobre la base de algunas o todas las áreas con población kurda. Ante la oposición de quienes controlan sus territorios ancestrales optaron por negociar autonomía. En algunos casos tuvieron éxito, en otros sufrieron horribles tragedias en Irak y en Turquía.

Durante el medioevo los kurdos formaron débiles emiratos por separado, sin lograr agruparse en lo que podría haber sido un solo país. La nación kurda quedó así dispersa y dominada por otras etnias. El colonialismo franco-británico tampoco ayudó en lo que hace a Kurdistán; los acuerdos Sykes-Picot de 1916 no resolvieron nada. La invasión norteamericana (2003) para derribar a Saddam sí fortaleció al gobierno regional kurdo en la parte septentrional iraquí. Estando así las cosas, se llegó al presente. Los kurdos de Siria y sus valientes mujeres fueron factótum en la derrota del ISIS (Estado Islámico) pero EEUU le pagó mal a sus corajudos aliados: los dejó indefensos en manos del cruel enemigo histórico. Con Irán indiferente, Siria devastada e Irak semi destruido y casi dividido, la única oposición dura de los kurdos es Turquía, históricamente responsable de múltiples matanzas de ese sufrido pueblo. Por las alianzas de Ankara con la OTAN, EEUU y la Unión Europea siguen reticentes ante las aspiraciones kurdas. Hoy las cosas podrían cambiar. Frente a la política anti kurda de Erdogan —presidente turco en ejercicio— realidades geopolíticas han creado nuevas situaciones que deberán ser consideradas.

Es casi imposible que los kurdos recuperen la integridad de su tierra ancestral, pero bien podrían acomodarse en el norte de Siria y norte de Irak a los efectos de crear un país soberano, que además sería gran baluarte contra el “yihadismo”. Con el tiempo, tal vez sea factible lograr arreglos con turcos e iraníes para repatriar kurdos y hasta adquirir parcelas territoriales. Todo es posible o tal vez no, dada la ebullición típica de esa parte del globo, pero el Kurdistán merece un Estado soberano; eso está fuera de duda alguna.

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://www.eldeber.com.bo/157614_el-dramatico-caso-del-kurdistan

EUROPA DESCONFÍA CADA VEZ MÁS DE LA OTAN

Agustín Saavedra Weise*

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La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es una alianza militar hoy compuesta por 29 países de América del Norte y Europa. Nació el 4 de abril de 1949 con doce miembros: Bélgica, Canadá, Dinamarca, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Holanda, Noruega, Portugal, Gran Bretaña y Estados Unidos. En 1952 ingresaron Grecia y Turquía; luego se unieron Alemania Occidental (1955) y España (1982).

La OTAN, a fines de 1991, propuso un nuevo plan de seguridad para EEUU y sus aliados europeos, teniendo en cuenta que se había desplomado el telón de acero que pesaba sobre los países de la región bajo la órbita comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que los unió forzadamente mediante el Pacto de Varsovia. Al extinguirse la URSS y fragmentarse en 15 estados, inclusive se pensó que la OTAN ya no era necesaria; el enemigo principal había sido eliminado sin disparar un solo tiro. A la Federación Rusa —heredera del sitio de la URSS en el Consejo de Seguridad y principal parte de la extinta fuerza rival— se le prometió que la OTAN no se extendería hacia el este, pues el “peligro comunista” había desaparecido. No fue así, la alianza continuó su expansión y prácticamente ha cercado a Rusia, recreando en el siglo XXI el viejo fantasma del “corralito” sufrido por la URSS durante los largos años de la Guerra Fría. Al sentirse amenazada, Rusia ha reaccionado de diversas maneras y la tensión —bajo diferentes circunstancias— continúa, en lugar de haberse eliminado para siempre. Esta es una crítica muy justificada que se le hace a la OTAN: haber alejado a Moscú en lugar de alentar un esquema de cooperación mutua.

Otra crítica usual a la OTAN es la “comodidad” europea, ya que EEUU lleva el peso del financiamiento. Ese contexto está cambiando desde que Donald Trump expresó que los europeos deben aportar más al sostenimiento de la alianza, pero como al mismo tiempo las contradicciones del presidente estadounidense han sembrado desconfianza, persiste una situación de impase.

Ante este incierto panorama, dos importantes miembros (Francia y Alemania) están escudriñando la posibilidad de una OTAN propia desligada de EEUU. Al respecto de lo expresado, hace poco el presidente francés Emmanuel Macron emitió una severa advertencia sobre el futuro de la OTAN, diciendo que los países europeos ya no pueden confiar en EEUU para su defensa. Macron dijo que Europa se encuentra “al borde de un precipicio” y necesita comenzar a pensar estratégicamente como un poder geopolítico autónomo, dado que de no hacerlo el viejo continente corre el riesgo de no ser capaz de controlar su destino. Es más, Macron manifestó con crudeza que la alianza atlántica actualmente tiene “muerte cerebral”, dado que no existe coordinación con Washington.

El mandatario galo también criticó duramente la acción ofensiva de un miembro de la OTAN (Turquía) contra los kurdos en Siria, acción ejercida sin previo consenso entre los miembros de la alianza y en un área conflictiva donde se juegan muchos intereses.

En la OTAN, pese a sus siete décadas, crece la desconfianza mutua. Habrá que ver lo que le deparará el futuro a esta controvertida organización.

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://www.eldeber.com.bo/156901_europa-desconfia-cada-vez-mas-de-la-otan

BOLIVIA: 113 SOBRE 126 EN ÍNDICE DE INNOVACIÓN

Agustín Saavedra Weise*

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Los avances por países en materia de innovación han sido clasificados en el último Global Innovation Index 2019 (GII). En esta su 12ª edición, el GII se ha convertido en una valiosa herramienta para que responsables políticos, líderes empresariales y otras partes interesadas, puedan evaluar el progreso anual de la innovación tanto de su propio país como del resto del mundo. Se elaboró un ranking para 126 estados.

La innovación es un factor esencial para el crecimiento económico y el desarrollo. La propia innovación genera ―como tantas veces lo he explicado― un proceso de destrucción creativa que va dejando en el camino utensilios, bienes o herramientas obsoletos para abrirle el paso a nuevos productos. 

Sin innovación no hay posibilidades de generar cambios sustanciales; ella es el motor que permite el salto cualitativo. Es por eso que muchas naciones invierten importantes sumas en función de poder generar sus propias innovaciones, para así no depender de terceros ni tener que pagar montos exorbitantes por derechos de patentes.

Ahora bien, el panorama de la innovación varía sustancialmente entre unas y otras zonas geográficas. Asia y África muestran bastante dinamismo, América Latina se estanca e incluso retrocede. Lamentable en verdad. El GII es elaborado por tres instituciones de alto prestigio: la Universidad de Cornell, la escuela de negocios europea Insead y la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI). El índice evalúa la innovación en las economías del globo mediante varios indicadores que miden la capacidad (o incapacidad) de innovar en cada país.

Suiza, Suecia y EEUU, encabezan el ranking planetario de innovación. En este campo, el dominio de los países desarrollados es abrumador. De los 15 primeros países del ranking, ocho son europeos. China ha ido escalando y ahora ocupa el puesto 14, con posibilidades de seguir subiendo. La guerra comercial iniciada por EEUU ha propiciado incentivos para la innovación china; progresivamente el dragón abandona parte de su economía basada en baratas imitaciones para producir nuevos bienes de notable calidad. Y Beijing lo está haciendo con vigor; no sería extraño que en próximas ediciones del GII se coloque en lugares más cercanos a los líderes actuales.

El primer país emergente en el ranking es Malasia (puesto 35), seguido de Vietnam (42) y Tailandia (43). Otras economías asiáticas más desarrolladas figuran también en puestos destacados: Singapur (8), Corea del Sur (11), Hong Kong (13), Japón (15). El primer país latinoamericano es Chile, en el puesto 51, seguido de Costa Rica (55) y México (56) y Argentina (73).

Bolivia ocupa un bajísimo lugar: el 113, flanqueada por Mozambique y Malawi. Nuestra capacidad de innovación propia es casi nula, eso se refleja en reducidos niveles de competitividad y desarrollo. Pese a la cháchara oficialista, seguimos estando muy atrasados. Y conste: ya pasaron 14 años desde el día en que Evo Morales aseguró que en 15 años estaríamos en Bolivia igual o mejor que Suiza. Esa naricita debe estar creciendo…

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/156147_bolivia-113-sobre-126-en-indice-de-innovacion