El Padre Leonardo Castellani y la siempre actual “Corte de Faraón”

Siguiendo la sana costumbre de tratar de releer a quienes pensaron una Argentina distinta, una Argentina pujante y nacionalista, me encontré con esta maravillosa obra y la quiero compartir con Ustedes:

La justicia de este país se está mostrando bastante deficiente. Siendo como soy pueblo pobre, estaba inclinado a escribir: “Se está mostrando horrorosamente falluta.” Pero como al escribir cumplo una función pública, me modero en mis sentimientos particulares y aporto el ajustado adjetivo deficiente; calificativo que pocos habrá se atrevan a contestar. Si yo no digo ni siquiera eso, se levantarán a clamarlo las piedras. Y será peor.

Días pasados, un amigo me dijo:

—Le aviso que vaya con cuidado y no se meta en honduras.

Yo le contesté: —Cuando me dio el estado que tengo, el Obispo me metió en una gran hondura. Después de esa hondura, ¿qué me pueden hacer a mí las honduras? Me podrán sacar de mi casa, pero no me pueden sacar de mi barrio. Yo vivo en Villa Devoto. Otra cosa sería si en la Argentina fusilaran a los periodistas. Y aun entonces quedaba aquella otra sentencia: No temáis a los que pueden matar el cuerpo.

La Justicia argentina aparece deficiente al pueblo pobre en su parte baja, en su parte media y en su parte alta. En su parte baja está representada por la Comisaría y el Juzgado de Paz. Sabemos nosotros los periodistas lo que son los comisarios bravos.

La Justicia de Paz fue pensada en nuestro país con el intento de brindar una justicia rápida, sencilla y conciliatoria, es decir, más arbitral que formalista: como el sheriff y el squire de los anglosajones. Se ha convertido en tan complicada como los otros tribunales más altos, en una maquinaria compleja que deja por patentes fisuras puerta libre a la iniquidad.

El otro día estuve hojeando con un joven jurista un abultado expediente de un juicio de sucesión en San Antonio de Areco; y la impresión desprendida era bastante peor que desconsoladora. Murió una viuda y dejó 10 hijos menores, una casa de 3.000 pesos y tres deuditas de 300 pesos en todo. Un procurador de pueblo, que ni siquiera es procurador recibido, vio oportunidad de trabajo y puso en movimiento la máquina legal, ejecutando a la sucesión para pagar los 70 pesos del panadero, los 120 de impuestos territoriales, los 90 del entierro y … sus honorarios. Se remató la casa en 900 pesos. Se pagó al rematador, al procurador, se pagó el otro pico, el sellado y demás gastos causídicos; y cuando se acabó el último centavo se acabó de golpe también el expediente, que iba navegando majestuosamente por fojas 73. Llamaron a la hermana mayor (que como dije, era menor) y le dijeron: —Alaba a Dios: ya no tienes deudas. —¿Y mi casa? —Alaba a Dios: tampoco tienes casa. —¿Y dónde vivo yo ahora con los chicos? —Alaba a Dios: has servido de materia al ejercicio de la precisión técnica de la Justicia argentina; hemos hecho brillar el Código de Procedimientos. —No alabo a Dios nada —dijo ella y se fue.

Se fue a vivir de la caridad pública, para hacer cumplir monstruosamente lo que dice la Escritura se verifica en la sociedad cristiana: “Se abrazaron y se besaron la justicia con la caridad”. Yo me quise enojar, como Quijote que soy, pero me aseguraron que hay centenares de casos así en esta nación doliente; y yo no puedo enojarme centenares de veces, por más que Dios Nuestro Señor, a quien remito el caso, pues para mí viene a ser como una corte Suprema, tiene nervios para eso y mucho más.

En la parte media falla la justicia porque muchísimos crímenes quedan sin castigo, y no crímenes cualesquiera, sino muy grandes. Para qué vamos a enumerarlos. En la Edad Media, como advierte el jurisconsulto Renault, la judicatura tenía esta condición, que los crímenes más bien se escondían al pueblo y los castigos se propalaban, y hasta a veces (por un principio de pedagogía social) se espectaculizaban. En la Edad Moderna, a la inversa, se espectaculan y pasquinizan los crímenes y se ocultan los castigos; lo cual a veces no es costoso, porque no hay nada que ocultar. O bien el reo ocultamente se va a Ushuaia a podrirse el alma y el cuerpo; o bien, ocultamente ha hecho su jueguito de sobornos, o de chicanas, o de influencias o de procedimientos; y se ha zafado como una anguila, a veces sin dejar en las zarzas ni siquiera un rasguño de su buen nombre y honor. Se ha hecho un pronunciamiento militar para “castigar a los culpables y rehaber los bienes mal habidos»; y ahora va resultando que todos son muy honrados y la capa no aparece. Sinceramente creo (y corríjanme si yerro) que un individuo que premeditadamente asesina a un vigilante en ejercicio de su vigilancia, debe ser fusilado. Si ese crimen fue provocado por atropellos o torturas por parte de algún guardián de la ley, este también debe ser fusilado, no una sino dos veces. De lo contrario, volvemos a la ley de la selva.

Un anciano y sabio sacerdote irlandés me decía días pasados que la supresión de la pena capital del sistema jurídico argentino, le parecía no sólo contraria a la sabiduría cristiana, sino también al simple buen sentido. No hay derecho que un hombre de 25 años elimine a un padre de 6 hijos por puro gusto de hacerse el comunista, haga después 17 años de cárcel no muy dura, y salga tan tranquilo a los 42 años mucho más comunista que antes. En efecto, el presidio no regenera sino empeora; en tanto que ese gran acto de vida política, que es una sentencia capital bien dada, tiene la virtud de quebrantar casi infaliblemente con su peso mayestático el hábitus criminal y hacer reconocer al reo actual y a los innumerables reos potenciales (que somos todos los hombres) el horrendo rostro del error y la injusticia. Y al hacérselo reconocer lo salva, según la doctrina de Platón en el Gorglas, de que la injusticia es el máximo mal del hombre; y para limpiarse y librarse de ella por medio de la metanoia, el precio de la misma vida no es demasiado. Lo peor de todo es que esta deficiencia o ineficacia de la justicia parece haberse corrido a la parte suprema.

La Corte Suprema en nuestro país no parece haber sido nunca muy suprema; y ahora parece como impotente delante del duro y oculto poder del Becerro de Oro. Un proceso de desacato contra nuestro ponderoso Presidente —quiero decir, el Presidente actual del diario— ha llamado peligrosamente la atención del público que piensa sobre la función real de este Tribunal, ocupado ahora en defender a un interés extranjero llamado Rongé. Jamás, que nosotros sepamos, la Corte Suprema ha producido un acto de justicia suprema, la defensa de un derecho natural conculcado: como por ejemplo la defensa del derecho natural y constitucional del padre de familia a dirigir la educación del hijo conculcado por el monopolio estatal de la enseñanza. Si se publicaran las acordadas de la Corte en sus 80 años de vida, no hallaría el pueblo en esos documentos herméticos y regiminosos un sólo gesto inteligible y grande: la posición de algún gran principio jurídico —un golpe certero a la insolencia desmesurada del mercader logrero, sea o no extranjero— el hacer tascar el freno de la ley a un multimillonario —la defensa heroica de la Nación contra alguno de esos grandes estupros de que ha sido víctima—, en fin, cualquier actitud en que aparezca el Juez y no el Legista, el Jefe y no el Intérprete, la gran espada luminosa y desnuda de la Justicia en vez del compás y la cinta métrica. Todas esas acordadas justifican el dicho cortante de un gran profesor argentino de que la Suprema Corte se ha mostrado sumamente competente para declararse incompetente. Una cosa es ser Corte, y otra darse corte.

Como me decía ayer mi portero: “Pero ese fiore, ¿es Fiore o es Fiorello?”  Si la Corte Suprema se convierte en un blocao del Becerro de Oro, y de su horrenda dominación en el mundo, es como si el Apostolado de la Oración se convirtiese en la Corte de Faraón. Cuando un supremo tribunal se vuelve opereta, siempre hay baile. Es peligroso conocer lo mentiroso que son los hombres antes de ser expertos de lo veraz que es Dios. David conoció ambos a la vez cuando dijo: “Ego dixi in excessu meo: Omnis homo méndax.” El pobre es capaz de sufrir, pero nadie es capaz de sufrir cuando piensa que a su pena no hay remedio. Nuestro pueblo está en camino de desanimarse de los hombres, sin ganar mayormente en confianza en Dios, como aquella muchacha que dijo: “No alabo a Dios nada.” Una Nación se juzga por su justicia. La justicia es uno de los nombres de Dios, el cual no es indiferente a que se lo santifiquen o se lo ensucien, porque Dios también tiene entre nosotros su buen nombre y honor. Un obispo nuevo dijo en un discurso que hizo al poblado el día del Reservista, que Dios nos iba a castigar si seguía entre nosotros tan mala la justicia. ¡Qué Dios lo desoiga al obispo! Pero temo que tiene razón.

Padre Leonardo Castellani
(22 de diciembre de 1944).

Parece mentira, un texto de hace 77 años que parece actual, casi nada ha cambiado, y lo que nos urge, indefectiblemente, es un cambio de raíz, como sociedad y no exento de ella, de nuestra casta política. Argentina está llamada a ser un país de primer orden, no lo hemos alcanzado porque viven poniéndonos palos en las ruedas, robándonos y conformando alianzas perniciosas. Es tiempo de cambio, “Nacionalismo o más de lo mismo”.

¡Argentina Despierta!

DyPoM

Por Der Landsmann para SAEEG

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ARGENTINA Y SU INEXISTENTE PODER BLANDO

Marcelo Javier de los Reyes*

Imagen de bluebudgie en Pixabay

En un reciente artículo escrito por mi amigo, el Dr. Agustín Saavedra Weise, titulado “Hacia una geopolítica global del poder blando”, ha expresado la relevancia que tiene la implementación de ese poder blando en los tiempos actuales, dominados por la “búsqueda de un reequilibrio global entre las principales potencias mundiales”.

Como ha expresado el Profesor Saavedra Weise:

El buen uso del poder blando hace que un país sea más atractivo y que hasta sea visto como paradigma en el contexto internacional con respecto a un conjunto de acciones, de bienes consumibles o de meras costumbres.

Este párrafo me trajo a la memoria una experiencia personal de ya hace varios años. En 2007, los directores de África Subsahariana y de África del Norte y Medio Oriente de la Cancillería Argentina tuvieron la brillante idea de convocarnos a los académicos que nos especializábamos en esas regiones a colaborar con ideas, con propuestas, para profundizar las relaciones entre nuestro país y el continente africano. Ya desde principios de la década de 1990 mantenía una relación de colaboración con esas y otras áreas de la Cancillería. Por esta razón, en 1998 integré la delegación argentina en la reunión de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (ZPCAS) que se celebró en Buenos Aires, en el Palacio San Martín. En esa oportunidad, unos diplomáticos africanos —cuya nacionalidad mantendré en reserva— me confiaron que verían con agrado un incremento considerable de las relaciones entre Argentina y África, para balancear la fuerte presencia de Brasil, a la que ellos consideraban “una continuidad del Imperio portugués” en África.

Luego de unos tres encuentros en el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, la Dirección de Africa Subsahariana me invitó a participar como expositor en un panel organizado por el Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN), el día 6 de septiembre de 2007.

Durante esas reuniones, y especialmente en el ISEN, presenté varias propuestas con la idea, precisamente, de que la Argentina pudiera resultar atractiva para los países africanos como un primer paso de lo que sería el inicio del despliegue de un poder blando por parte de nuestro país.

Desde luego que en ese paquete se encontraban las ofertas que se podían llevar a cabo desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y desde el INVAP, ambas prestigiosas instituciones argentinas que gozan de reconocimiento mundial.

Del mismo modo, propuse que desde el Ministerio se impulsara la creación del Instituto de Cultura Argentina “José Hernández”, en homenaje al autor del mundialmente reconocido “Martín Fierro”; un pasaje de esa obra me motivaba a dar rienda suelta a la creatividad:

Yo no soy cantor letrao,

mas si me pongo a cantar

no tengo cuándo acabar

y me envejezco cantando;

las coplas me van brotando

como agua de manantial.

Este Instituto debería tomar como modelo el Instituto Cervantes de España, es decir que estaría dedicado a la enseñanza del idioma español, así como a la historia y a la cultura argentina, teniendo en cuenta nuestra valiosa herencia hispana. Para ello se podía contar con la colaboración y la experiencia de otra prestigiosa institución, el Instituto de Enseñanza Superior en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández”.

En otro orden de cosas, me pareció pertinente “construir el puente” hacia África con una fuerte expansión de Aerolíneas Argentinas, nada menos que nuestra aerolínea de bandera. La propuesta tenía como idea central el desarrollo de un hub en Guinea Ecuatorial.

¿Por qué Guinea Ecuatorial? Por cuestiones culturales e históricas. Guinea Ecuatorial es el único país de África que habla español y, además, porque desde 1778 dependió administrativamente del Virreinato del Río de la Plata por el Tratado de San Ildefonso (1777) y el Tratado del Pardo (1778). Por otro lado, Guinea Ecuatorial tenía convenios con la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y sobre esas bases se podía profundizar la relación con ese país, ante el cual teníamos un embajador concurrente. Para llevar adelante esta propuesta era relevante abrir una embajada en Guinea Ecuatorial. Aún hoy la Argentina no ha abierto una embajada en Malabo y nuestro embajador en Nigeria es el embajador concurrente ante el gobierno ecuatoguineano.

Se podría argumentar, como alguien lo hizo, de que no es un país democrático. ¿Es que los países desarrollados solo tienen relaciones diplomáticas y practican el comercio con naciones que tienen gobiernos democráticos? En esto debemos dejar de lado ciertos pruritos o la hipocresía: los países se guían por intereses.

El establecimiento de un hub por parte de Aerolíneas Argentinas contemplaría la participación de la empresa argentina Aeropuertos 2000 y de otras empresas argentinas que pudieran incorporarse al proyecto. Desde ese hub, con otros aviones, Aerolíneas podía desplegarse a las principales capitales africanas o bien continuar con vuelos a Medio Oriente y el Lejano Oriente. Algo similar al rol que cumple el aeropuerto de Dakar (Senegal) y que también es usado como escala técnica por los aviones de la RAF (Royal Air Force) que vuelan hacia y desde las nuestras usurpadas islas Malvinas.

La distancia entre Argentina y Guinea Ecuatorial es de 8.723 kms y desde este país a Japón, por ejemplo, de 13.185 kms. La distancia total es prácticamente similar a la que se realizaría volando a Frankfurt desde Argentina (12.272 kms) y desde ese aeropuerto a Japón (9.043 km).

A mi juicio, esta inversión redundaría en una considerable expansión de la empresa y traería con ella la apertura de mercados en África, Medio Oriente y el Este Asiático. Demás está decir que la apertura de mercados implica producción nacional y trabajo para los argentinos.

Seguramente no faltará quien considere esto es poco factible, pero vale aquí recordar que el 8 de marzo de 2018 (Día de la Mujer) Ethiopian Airlines realizó su vuelo inaugural a Buenos Aires, vuelo que fue operado completamente por mujeres. Cabe recordar que Argentina había perdido la conectividad con África en 2014, luego que South African Airways, dejara de volar a la Argentina.

A diferencia de Aerolíneas Argentinas, que ha perdido rutas —incluida la transpolar de la que fue pionera, conectando Buenos Aires con Nueva Zelanda y Australia— por la inoperancia de quienes la condujeron en las últimas décadas, Ethiopian Airlines —al menos hasta el comienzo de la pandemia— era el mayor grupo aéreo de África, con un plan de vuelos regulares internacionales y nacionales, que incluía más de 115 destinos en todo el mundo. Aún hoy continúa volando a nuestro país, en el marco de las restricciones imperantes.

Estas propuestas, obviamente, no fueron más allá de las reuniones y no responsabilizo de ello a los diplomáticos de carrera sino a la ceguera de los funcionarios políticos de turno en la Cancillería. Llevamos décadas debatiendo sobre nuestra política exterior con África, lo que hoy no tiene sentido cuando cabe preguntarse qué política exterior tiene la Argentina, pues lleva demasiado tiempo sin rumbo y sin el peso internacional que supo tener.

Mis propuestas, precisamente, apuntaban a desarrollar ese “poder blando” al que se refería el Dr. Agustín Saavedra Weise, quien en su artículo destaca que América Latina podría proyectar algunos elementos de poder blando “si se lo propone”, lo cual podría hacer “tanto en conjunto como a nivel individual”. Coincido con mi amigo en que “hay otros elementos positivos en nuestra región que pueden ser vendidos al mundo como poder blando” y reitero su misma pregunta: “¿Qué estamos esperando?”

En estos tiempos convulsos, preocupantes, angustiantes que nos toca vivir en nuestra región vale recordar aquellos célebres versos del Martín Fierro:

Los hermanos sean unidos

porque esa es la ley primera;

tengan unión verdadera

en cualquier tiempo que sea,

porque si entre ellos pelean

los devoran los de afuera.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

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LA TRADICIONAL INDEPENDENCIA Y EQUILIBRIO DE LA REPÚBLICA POPULAR DEMOCRÁTICA DE COREA (COREA DEL NORTE)

Giancarlo Elia Valori*

Hace años, mientras hablaba con Kim Il-Sung sobre temas mediterráneos, me habló de un episodio sobre un país geográficamente muy cercano a Italia, a saber, Albania.

Durante el 22º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (17-31 de octubre de 1961) —que marcó la división entre Rusia y Albania—, la delegación encabezada personalmente por mi amigo no aceptó en absoluto el llamado de Rusia a estigmatizar a los comunistas albaneses, y ni una palabra de condena fue dirigida a Albania.

Cinco años más tarde, una delegación del Partido Laborista coreano asistió —con plenos honores— a la labor del 5º Congreso del Partido Laborista de Albania (el tercero por orden de importancia después del Partido Comunista de China (CPC) y del Partido de los Trabajadores vietnamitas).

El resto de los países socialistas que sobrevivieron (y no sobrevivieron) en el período de tres años 1989-1991 sufrieron grandes crisis políticas (Madagascar); disidencia y depresión económica (Cuba, la antigua URSS); nacionalismo e irredentismo (los países de la antigua Yugoslavia, las antiguas Repúblicas Soviéticas, etc.); compromisos con la oposición armada (Angola, Mozambique); reformas radicales (la antigua URSS, Mongolia) o reformas estructurales (Vietnam, Laos), sin olvidar la guerra civil camboyana (1975-79); y guerras entre los países socialistas (Etiopía y Somalia en 1977, Vietnam y China en 1979).

El único régimen que sobrevivió ileso a los momentos fatales de la transición del comunismo internacional fue la República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte), aparte de los Estados que, en mayor o menor medida, ajustaron su estructura económica, a saber, la República Popular de China, Cuba, Laos, Vietnam, etc…

Una de las dos razones básicas de la resistencia norcoreana es la ideología Juche, analizada lúcidamente por Antonio Rossiello en un periódico italiano en 2009.

La aplicación de un marxismo-leninismo perfecto en el contexto asiático nunca ha sido convincente. Sólo en los pocos estudios serios que se han llevado a cabo hasta ahora en Italia sobre las democracias del pueblo en el Lejano Oriente, incluyendo el de Rossiello, podemos entender plenamente cómo las tradiciones asiáticas dejan sólo espacio formal a los efectos de la Revolución Francesa.

Mientras que, en Occidente, el maoísmo de alguna manera se diferenció del mito palingenésico del marxismo-leninismo estalinista, el pensamiento de Kim Il-Sung nunca ha sido explorado completamente debido al ostracismo del comunismo al estilo italiano y sus sacerdotisas, galantes, lacayos y pseudo-intelectuales.

Sin duda, la posición internacional adoptada por la RPDC en los últimos setenta años es la causa adicional que subyace a la estabilidad interna y externa del país.

En la práctica, para una gran parte de los pueblos asiáticos, la Segunda Guerra Mundial fue una guerra de liberación. A corto y largo plazo, el mensaje japonés “Asia a los asiáticos” —destinado a desarrollar el diseño imperial de la expulsión de Europa de Asia— condujo a un debilitamiento de las antiguas y nuevas estructuras colonialistas: en este sentido, la venganza china (1934-1949) y la redención vietnamita (1945-1975) son emblemáticas.

En la ideología Juche, la palabra libertad no tiene ningún significado capitalista liberal-burgués y de libre mercado, sino que simplemente significa: “patria sin presencia extranjera en suelo nacional”.

La RPDC (proclamada el 8 de septiembre de 1948, mientras que el 25 de abril es el Día del Ejército) se adelantó a su tiempo, anticipando así definitivamente los pilares de su política de equilibrio, sugerida y motivada por su contigüidad con las dos grandes potencias comunistas.

El 25 de diciembre de 1948, el Ejército Rojo de Stalin y la agencia administrativa soviética se retiraron de la RPDC a petición de Kim Il-Sung.

Durante la guerra civil (1950-1953), la RPDC disfrutó de una ayuda y un apoyo chinos decisivos, aunque sin vincularse después a China. Sin embargo, eso no significaba una entrada en la órbita soviética o china: después de la devastación de la guerra, la RPDC se negó a unirse al Comecon (a pesar de la considerable presión), haciendo pública su postura y defendiéndolo en términos claros y de principios contra cualquier forma de división socialista internacional del trabajo.

Fue en ese contexto cuando la idea de Juche o autosuficiencia tomó forma: “la independencia económica es también una garantía para eliminar todo tipo de yugos”, con miras a salvar al país como destino como una provincia económica, y por lo tanto política, de uno u otro de sus grandes vecinos.

Cuando los nuevos Estados obtuvieron la independencia en las décadas de 1950 y 1960, y varios países africanos, asiáticos, caribeños y latinoamericanos aparecieron en la escena mundial, la RPDC trató de desarrollar sus relaciones, que se limitaban a los países socialistas (pero no con los Estados socialistas o con la Yugoslavia pro-EE.UU. de Tito.

Por lo tanto, la política de Corea del Norte hacia el Tercer Mundo estaba orientada a objetivos diplomáticos, económicos e ideológicos, inicialmente para obtener apoyo y más tarde para mejorar su posición dentro de las Naciones Unidas (de las cuales aún no era miembro).

Según Kim Il-Sung, el Tercer Mundo podría proteger el interés de Corea del Norte esforzándose por obtener declaraciones favorables y votos indispensables sobre cuestiones relativas a la unificación pacífica de la patria, así como facilitar el intento de entrar en el Movimiento de los No Alineados.

Además, el apoyo a los movimientos de liberación y a algunos grupos insurgentes fue visto como un medio para crear nuevas entidades estatales que erosionarían el poder estadounidense, es decir, oponerse militarmente a la Casa Blanca en vista de su retirada final de sus zonas de influencia.

En 1957, la RPDC lanzó sus primeros acuerdos comerciales con Egipto, Birmania, India e Indonesia. En 1958 reconoció al gobierno provisional argelino y más tarde firmó acuerdos culturales con los Estados afroasiáticos y Cuba.

La ayuda general al desarrollo se destinó a los países de reciente independencia, que la apreciaron mucho, ya que se consideraba incondicional. Las manifestaciones de solidaridad en caso de desastres naturales enviando dinero a las víctimas fueron fundamentales: en 1958 para el huracán en Ceilán (Sri Lanka); en 1960 por el terremoto en Marruecos; en 1961 por el tifón en Indonesia y la inundación en Somalia.

En la década de 1960, el prestigio internacional de la RPDC también aumentó debido a su alto nivel de desarrollo y autonomía, con el control de los recursos, la naturaleza y las razones del progreso en un antiguo país colonial con sólo unas pocas décadas de independencia a sus espaldas.

Las dudas sobre la política soviética hacia los países de su lado en cualquier tipo de enfrentamiento con Estados Unidos (ver retirada de misiles soviéticos de Cuba), así como los contrastes entre la República Popular China y la URSS en la coordinación de ayudas a la República Democrática de Vietnam (Vietnam del Norte), convenció cada vez más a Kim Il-Sung de tomar caminos separados.

En este sentido, fue uno de los países que proporcionó una contribución importante, no sólo verbalmente, a Vietnam del Norte y al Frente de Liberación Nacional Viet Cong (NLF). Su oferta de enviar voluntarios, sin embargo, no fue aceptada por los vietnamitas, a pesar de la presencia de surcoreanos en Vietnam del Sur. Al hacerlo, los vietnamitas confirmaron el mencionado sentido asiático de libertad, es decir, no hay extranjeros.

Por último, las preocupaciones de Rusia y de China sobre la captura del barco estadounidense Pueblo por las fuerzas norcoreanas (1969) mostraron a Kim Il-Sung que los soviéticos y los chinos eran mucho más cuidadosos para proteger sus intereses que los de los pequeños países “hermanos”.

En la década de 1970, con una creciente moderación y autocontrol en la política exterior —en vista de tranquilizar al público mundial de su deseo de unificación pacífica— en su alianza con el Tercer Mundo, Kim Il-Sung también acentuó el logro de la causa de la democracia entre los Estados, así como la independencia nacional y el progreso social. Sin embargo, un pasado común de humillaciones e insultos, así como luchas contra el colonialismo y el imperialismo, seguía vivo en las actividades internacionales de Corea del Norte.

La RPDC fue el primer país en ofrecer voluntarios a Camboya después del derrocamiento del príncipe Sihanouk (1970), y también ayudó y financió numerosos movimientos de liberación afroasiáticos y latinoamericanos.

En 1972, sin embargo, el gobierno norcoreano —a excepción de la asistencia militar al Frente Patriótico-Unión Nacional Africana de Zimbabwe— detuvo el apoyo activo a los movimientos (manteniendo la solidaridad política con ellos) en favor de una campaña sistemática para obtener un reconocimiento diplomático generalizado. De hecho, prefirió ayudar a realidades ya establecidas, a saber, Egipto, Malta, Mozambique, Seychelles, Uganda, Lesotho, etc.

Los resultados no tardaron en llegar: en 1973 se le concedió la condición de observador en las Naciones Unidas, ya que ya era miembro de la Organización Mundial de la Salud. En agosto de 1975, la Conferencia de Ministros de Asuntos Exteriores de los Países No Alineados de Lima aceptó la candidatura de la RPDC (mientras que la de Corea del Sur fue rechazada).

Los esfuerzos realizados directamente en las Naciones Unidas lograron un gran éxito simbólico, ya que por primera vez un documento que reconocía la posición de Corea del Norte ganó la mayoría. Ese año, la Asamblea General aprobó la Resolución 3390 B (XXX) de 18 de noviembre por 54 votos a favor y 43, con 42 abstenciones y 4 ausentes, en la que se pedía la retirada de las tropas extranjeras presentes en Corea del Sur bajo la bandera de la ONU y la apertura de negociaciones entre Estados Unidos y la RPDC (se ignoró al gobierno surcoreano).

Entre 1975 y 1979, la RPDC siguió celebrando nuevos acuerdos económicos, científicos, de transporte y culturales con los países emergentes, previos al 6º Congreso del Partido Laborista —inaugurado el 10 de octubre de 1980— que, ante nuevos problemas internacionales, aclaró la línea política tradicional sin malentendidos ni fórmulas de compromiso.

Corea del Norte denunció la intervención de Vietnam en Camboya (1978), pero se distanció de los Jemeres Rojos y no invitó a las delegaciones camboyanas al Congreso. Sólo se aceptó un mensaje de Sihanouk, que vivía en la capital.

Cuando se les preguntó, algunos líderes dejaron claro que nunca habían aprobado la presencia soviética en Afganistán, pero que no querían adoptar una postura oficial porque “no sirve de nada”. Durante el Congreso, se limitaron a denunciar las tendencias “dominacionista” (se evitó la palabra “hegemonista” porque fue utilizada por los chinos contra los soviéticos).

Kim Il-Sung dio gran importancia en su informe al Movimiento de los No Alineados. El presidente rechazó la teoría cubana según la cual el Movimiento sería el aliado natural del campo socialista, afirmando que “los países alineados no deben absolutamente seguir a uno u otro bloque, ni dejarse influenciar ni permitir divisiones dentro de ellos”.

Estas declaraciones iban acompañadas de una actitud de apertura hacia los partidos de la Internacional Socialista. Teniendo en cuenta las numerosas y grandes delegaciones socialistas europeas invitadas, estaba claro que la RPDC deseaba asistir a las reuniones internacionales socialistas como observador.

Aunque algunos partidos socialistas (el SPD alemán) fueron más hostiles que otros a la naturaleza del régimen, se mantuvieron sensibles a la voluntad siempre expresada en esos años y mostrada en la posición adoptada durante la primera Guerra del Golfo (1980-1988). Corea del Norte apoyó a Irán, víctima del intento de invasión iraquí, al proporcionar al país atacado armas y tecnología avanzada en un momento en que Saddam Hussein tenía a Estados Unidos, Rusia y China de su lado. La RPDC, Siria, Libia y Albania fueron los únicos países que apoyaron a Irán, que tenía al mundo en su contra.

En 1991, las dos Coreas fueron admitidas por separado ante las Naciones Unidas: el consenso se expresó en la apertura del 46º Período ordinario de sesiones de la Asamblea General (17 de septiembre). Esto se produjo porque la RPDC había decidido el 28 de mayo renunciar permanentemente al principio de representación confederal única, después de los éxitos surcoreanos en obtener garantías de China y de la Unión Soviética de que retirarían sus vetos a su candidatura.

Un acontecimiento histórico tuvo lugar a finales de 1991. Los dos primeros ministros coreanos, Yon Hyong Muk (para Corea del Norte) y Chung Won Shik (para Corea del Sur), firmaron un tratado de no agresión y conciliación en Seúl el 13 de diciembre, poniendo fin formalmente al estado de guerra que había existido desde el Armisticio (27 de julio de 1953).

El acuerdo restableció las comunicaciones, el comercio y los intercambios económicos, y permitió la reunificación de las familias separadas tras el conflicto (25 de junio de 1950). También estableció la presencia de una guarnición conjunta en Panmunjon, a lo largo de la zona desmilitarizada. Ese fue el primer paso hacia la unificación de la península, que fue deseada por ambos gobiernos, aunque en términos diferentes.

El resultado positivo se debió en primer lugar a la decisión de Corea del Norte (expresada apenas veinticuatro horas antes de la firma del acuerdo) de renunciar a la idea de negociar sólo con la Casa Blanca, como contraparte del Armisticio. Estaba claro que Estados Unidos no quería ceder a los intentos diplomáticos norcoreanos de considerar a la República de Corea como una de sus dependencias.

Más allá de los entusiasmos fáciles, la desconfianza y las sospechas mutuas persisten. La permanencia misma de las fuerzas estadounidenses (bajo la bandera de la ONU) —temida por Corea del Norte— fue reconfirmada por el entonces secretario de Defensa, Dick Chaney, en noviembre de 1991.

Actualmente hay 28.500 militares estadounidenses en Corea del Sur. Es el tercer contingente más grande de soldados estadounidenses en el extranjero, una cifra que no coincide con el sentido típicamente asiático de la libertad: Japón (53.732); Alemania (33.959); Corea del Sur (28.500); Italia (12.249); Reino Unido (9.287); Bahrein (4.004); España (3.169); Kuwait (2.169); Turquía (1.685); Bélgica (1.147); Australia (1.085); Noruega (733), etc.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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