Por una Argentina nacionalista que ponga de pie a sus Fuerzas Armadas

Nosotros los soldados, ofrecemos nuestros esfuerzos y sacrificios, para gloria de las generaciones que pasaron, para proteger a las actuales y para asegurarles una mejor existencia a las generaciones que nos sucederán.

Mohamed Alí Seineldín

Es paradójico que gobernantes de clara extracción marxista denosten a sus FFAA, los tilden de manera despectiva de “milicos”, reduzcan el poder de fuego de las instituciones que están para preservarnos cuando, por otro lado, admiran a la U.R.S.S. cuyo poderío militar tuvo en jaque a sus oponentes durante décadas.

Muchos peronistas hablan despectivamente de los “milicos”, pero admiran al “general”. La izquierda también vomita odio hacia los “uniformados” mientras canta loas a los “comandantes” Guevara, Castro y Chávez. Si no fuera tanto el odio que demuestran y lo patético de sus incongruencias, sería hasta gracioso.

El problema es que, esta actitud de nuestros gobernantes, que bien podría encuadrarse como “grave traición a la Patria”, pone de rodillas a la Nación y la deja expuesta al ataque de los enemigos externos e internos. Es hora de terminar con esta dañina situación. Es hora de reconciliarnos como sociedad con nuestras FFAA y FFSS. Es hora de recuperar el fuego sagrado, de inculcarlo desde los comienzos de la carrera de armas.

Hoy vemos como los nacionalismos resurgen en la mayor parte del globo, sin embargo, nuestros gobiernos siguen sosteniendo ideas anacrónicas y cuyos resultados están a la vista; ni Rusia es comunista hoy en día. Esa doctrina ha fracasado allí donde ha sido puesta en práctica. Viven idealizando Cuba, pero van sólo de vacaciones, ninguno de los dirigentes, ni dirigidos, quiere vivir en el infierno castrista. China hoy es una potencia capitalista. Venezuela ha sido reducida a su mínima expresión y su pueblo sumido en la pobreza y la desesperación. Es hora de abrir los ojos. Nuestros gobernantes que han hecho un millonario negocio con los izquierdos humanos, hoy rechazan el informe de la ONU sobre la violación de DDHH en Venezuela y consideran que el país gobernado por Nicolás Maduro «sufrió un fuerte asedio de intervencionismo», al tiempo que se quejan de que «hay una apreciación sesgada» de lo que son ese tipo de delitos. ¿Cuál sería la vara con que miden los hechos? ¿Una guerra como la que atravesó nuestra Patria durante las décadas de los 60’s y 70’s, con grupos armados que atentaron contra la integridad de la sociedad toda es cuestionada por defenderse de la guerrilla apátrida, y un gobierno que atenta contra la vida y derechos de sus ciudadanos es defendida a ultranza? Algo está mal… muy mal.

La falta de seguridad, el colapso de la administración de justicia, la falta de control social y la proliferación del desorden, la transferencia del poder decisorio a grupos de poder, la ausencia poco menos que absoluta de políticas y, en particular, de política exterior, ha generado en nuestra sociedad civil la impresión, cada vez más extendida, de que el Estado no sirve para nada. El Estado, en suma, se encuentra profundamente desprestigiado, como lo están las clases políticas supuestamente encargadas de conducirlo. Para el argentino de nuestros días, el Estado no le sirve y, por lógica consecuencia, él no está dispuesto a servirle tampoco. De ahí que cualquier sacrificio que el Estado le pida, (como los impuestos, por ejemplo), le parezca excesivo.

Gerardo Palacios Hardy

Vemos hoy a gobernantes y grupos de poder enriquecidos a costas del poder adquisitivo del pueblo que está cada vez más sumido en la carencia. Da vergüenza ajena ver sindicalistas de espalda virgen con casas millonarias y cuentas abultadas en el exterior. Sindicalistas y políticos que por generaciones vivieron y viven de la teta del Estado. Pregunto, y me pregunto… ¿Hasta cuándo vamos a permitir este saqueo de nuestros bienes? ¿Hasta cuándo vamos a hipotecar el porvenir de nuestros hijos y nietos?

La guerrilla comunista subió al poder el 25 de mayo de 1973 (Presidente Cámpora; de ahí viene el nombre de “La Cámpora”, ese grupo importante en el kirchnerismo) y se dedicó con fuerzas cercanas a copar por la fuerza todas las instituciones que podían para obtener luego el reconocimiento oficial y el dinero para vivir ellos y sus amigotes y hacer la revolución.

La revolución supone un cambio violento, súbito y total de un sistema de vida y de valores a otro sistema. Para ello el revolucionario comienza por destruir el orden existente, con la ilusión del nuevo orden ideal.

Perón, que la había promovido para volver al poder, se dio cuenta que la guerrilla comunista lo quería liquidar a él. Y emprenderá una acción firme contra aquélla. Hasta dijo ignominiosamente que iba a actuar con la ley o contra la ley, y promovió esa organización ya aludida, la Triple A. Entonces se empieza a expulsar del Estado a los marxistas que habían subido al poder con el gobierno de Cámpora el 25 de mayo de 1973.

Si salimos a proclamar verdades puras y revoluciones sin pensar en el receptor de nuestro mensaje, sin pensar en los caminos para llegar a los argentinos y salvar la Argentina en el orden natural y sobrenatural, será cierto lo que dijo Guerrero:

Que el patriotismo cristiano le teme a la competencia. Que no lucha por la Argentina.

Tenemos que pensar y amar y salvar la Argentina…

Si en una hora tenemos que morir; si en una hora se termina el mundo, ¡tenemos que mejorar la Argentina…!

Como aquel tucumano Argentino del Valle Larrabure, laico, padre de familia, militar, que vivió más de un año “enterrado” en una cárcel del pueblo del ERP, (que significa Ejército Revolucionario del Pueblo), en un pozo de 2,20 por 1 por 1,20, y en Rosario, el 19 de agosto de 1975, torturado, con 40 kilos menos, siendo asmático y en un pozo húmedo, rezó todo el día con evidentes dificultades en la respiración, llevó al colmo las enseñanzas de Genta, “pedagogo del Oh juremos con gloria morir”, cantó muy fuerte el Himno Nacional Argentino —sí, el Himno Nacional Argentino— y lo asesinaron. Los guerrilleros reconocerían: “Larrabure nos venció”.

Como el laico, padre de familia, filósofo Jordán Bruno Genta, que el día anterior a su holocausto, ocurrido el día 27 de octubre de 1974, nos dijo qué Argentina quería y soñaba, aquélla de señores que presidida por Don Juan Manuel derrotó a Inglaterra y Francia, y que obligaba a un trato de señores a los poderosos de la Tierra. Al que los ingleses reconocerían causa de las derrotas causadas por los aviadores argentinos… El que nos ha dejado para el patrimonio del “argentinismo esencial” su “teoría de las fuerzas armadas elemento esencial y principal en la nación” y su tesis de Rosas como el fiel ejecutor de la política de San Martín.

Héctor H. Hernández

Estos grupos marxistas que tomaron el poder el 25 de mayo de 1973 aún siguen torciendo los destinos de nuestra Nación, más enquistados y más virulentos, fieles sicarios de la masonería y el NOM, no cejarán en su empeño hasta hacer desaparecer todo vestigio de nacionalismo, de orden establecido, de todo aquello que debe ser un bien nacido en este bendito suelo. Es hora de ponerle un fin, de extirpar de una vez y para siempre de nuestro suelo y nuestra sociedad este cáncer que nos está matando lentamente pero sin pausa.

¡Argentina Despierta!

DyPoM

Por Der Landsmann para Saeeg


Notas:

Seineldín el último patriota – Luis Razzolini
Sacheri y el mandato argentino – Héctor H. Hernández


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EL USO DEL UNIFORME Y LA SOCIEDAD HOY

Antonio Daniel Motos*

El uso del uniforme es inherente a la humanidad, no importa desde cuándo pero puede decirse que casi siempre el hombre trató de identificarse y de diferenciarse de alguna manera.

En nuestro país, la historia reciente ha hecho que los uniformes recuerden épocas nefastas y se asocie el uniforme con ideas que nada tienen que ver con lo que realmente representa hoy día.

El uniforme en los distintos sectores, es un símbolo de pertenencia, de actividad, de pulcritud, de resguardo, de protección, pero en todos los casos de identidad y de servicios al prójimo. Cuando hablamos de las instituciones de una sociedad no importa si se es militar, personal policial o bombero, medico, enfermero o maestro.

Cada una de estas profesiones, todas ellas vocacionales, son símbolo del servicio a la sociedad, son símbolo de valores y virtudes, con sus raras excepciones, nos dan un ejemplo de entrega y sacrificio cuando la sociedad lo necesita, arriesgando y dando sus vidas por el otro, sin exigir y sin pedir demasiado, solo lo necesario para cumplir con su deber, y cuando este se alcanzó la única recompensa es el descanso, la satisfacción del deber cumplido y la firme conciencia de que no se esperara reconocimiento alguno, y el firme compromiso de que el mañana los esperará nuevamente.

En la actualidad hemos conocido entregas y sacrificios incalculables, desde los jóvenes marinos que perdieron la vida en el submarino ARA San Juan, desde un joven Capitán perdiendo su vida cuando se eyectó de un vetusto avión de combate, miembros de las Fuerzas Armadas repartiendo comida en los barrios carenciados o colaborando en las catástrofes naturales, desde médicos y enfermeros que entregan, desde hace meses, cada minuto de sus vidas por combatir la pandemia, y quienes ya no están con nosotros por cumplir con su vocación, desde cada miembro de las Fuerzas de Seguridad y Policiales que son quienes día a día se exponen a lo peor de nuestra sociedad o a un loco desquiciado desatendido por el sistema o los incansables bomberos y voluntarios que tratan inútilmente combatir el infierno en el que se encuentran muchos lugares de nuestro país como también maestros obligados a trabajar desde sus casas tratando de atender las necesidades de los alumnos desde la distancia, y sigue la lista.

Todos ellos nos muestran grandes ejemplos de vida y entrega con vocación, entregas anónimas, sin cámaras ni reportajes, sin exigencias ni reproches pero con infinita necesidad de los medios adecuados en cantidad y calidad que el Estado debiera proveer para cumplir con su misión.

Un Estado que, según la Administración de turno, usa estas Instituciones como chivo expiatorio de la necedad política o discursiva según su conveniencia, atacando en el peor de los casos, abandonando o ignorando con suerte, a cada sector de los que estamos tratando.

Sistemas de Salud insuficientes y obsoletos, Fuerzas de Seguridad y Policiales desatendidas en todos sus aspectos, Sistema Educativo politizado y degradado sin atención a los verdaderos problemas de los maestros y alumnos, Fuerzas Armadas desmanteladas y desmoralizadas con capacidades debajo del mínimo, Sistema de Lucha Contra el Fuego inexistente para la extensión de nuestro país y las experiencias ya vividas y actuales.

Y una sociedad que hasta hoy nunca reconoció el verdadero valor de las Instituciones que están para servirle y sólo se dejó llevar por los discursos facilistas e irresponsables, prefiriendo mirar para el costado cuando inconscientemente sabía que el verdadero camino es ser respetado y respetar, que el uniforme es presencia, es valor, es integridad, seguridad, es orden, es sentido de pertenencia, es sacrificio, es ejemplo.

No es tarde para recuperar el verdadero sentido de lo que realmente nos representa, nos identifica nos une, nos mueve a ser mejores, nos muestra el lugar a donde nos gustaría llegar. Todos los días podríamos identificar a un Ciudadano Ejemplar cumpliendo con su vocación vestido de uniforme, es la oportunidad que nos está dando la historia para revertir lo que hasta ahora no funcionó, podemos aprender de nuestros errores y estamos a tiempo, no la dejemos pasar, el futuro puede ser tarde, el cambio está en cada uno de nosotros, no hace falta que nos digan que es lo correcto y que no lo es, solo hace falta mirar a alguien con uniforme cumpliendo su deber y si tenemos la oportunidad, imitarlo y darle las gracias.

 

* Escuela Superior de Guerra Aérea. Master en Planificación y Conducción de Sistemas Aeroespaciales. Master en Inteligencia Estratégica Nacional. Presidente en Administración Sur de Bienes Raíces SA

 

REGLAS DE SUPERVIVENCIA EN LA JUNGLA URBANA

Agustín Saavedra Weise*

 

Michael Korda publicó tiempo atrás un libro de exitosa repercusión: “El poder, cómo conseguirlo y cómo usarlo” (Random House, NY). En la parte final de su obra nos brinda reglas para la sobrevivencia —si no exitosa por lo menos sin mayores problemas— en la jungla urbana, nuestra morada habitual. Aquí van, vale el glosarlas y recordarlas en este pandémico 2020.

Primera regla: “Actúa prolijamente. Realiza cada acción como si fuera lo único en el mundo que importa”. No se trata de ganar sino de hacer que nuestros actos cotidianos valgan. No importa cuán pequeña sea la tarea, para nosotros tiene que ser importante.

Si vamos a intervenir en una reunión, debemos hacerlo en el momento oportuno, prepararnos para lo que queremos decir y hablar en el momento crucial en el que nuestra intervención será escuchada con atención. De lo contrario, más vale permanecer callado. Siempre será mejor no hacer ni decir nada que hacer o decir algo que no corresponde.

La segunda regla: “No reveles todo tu ser, guarda algo en reserva para que la gente nunca esté segura de si realmente te conoce”. Implica más una cuestión estratégica de permanecer un poco misterioso ante los demás, como si uno siempre fuera capaz de hacer algo sorprendente e inesperado.

Tercera regla: “Aprende a usar el tiempo, piensa en él como un amigo, no como un enemigo. No lo desperdicies buscando lo que no quieres ni necesitas”.

Michael Korda

Pocas veces usamos bien el tiempo, más bien pasamos a ser sirvientes del mítico Kronos por nuestra falta de orden. Lo que distingue a las personas poderosas es que dedican exactamente todo el tiempo que necesitan (o quieren) a lo que están haciendo; no tratan de contestar dos teléfonos a la vez, ni de comenzar una reunión y luego terminarla antes de que se haya llegado a una conclusión porque “se ha agotado el tiempo”, ni de interrumpir una conversación para comenzar otra.

Están dispuestos a llegar tarde, perder llamadas telefónicas y posponer el trabajo de hoy para mañana, si es necesario. Los eventos no los controlan, ellos controlan a los eventos. Hay que aprender de esa gente y no dejarse esclavizar por el tiempo.

Cuarta regla: “Aprende a aceptar tus errores, no seas perfeccionista en todo”. Muchas personas se ven impotentes por su necesidad de ser perfectos, como si cometer un error pudiera destruirlas. En cambio, los poderosos de verdad aceptan la necesidad de correr riesgos y de equivocarse; tampoco pierden el tiempo justificando sus errores ni tratando de transformar lo equivocado en decisiones correctas. Nada hace que uno parezca más tonto o impotente que la incapacidad de admitir un error.

Quinta y última regla: “no hagas olas, muévete suavemente, sin molestar a nadie”. Eso también tiene sentido en nuestro mundo citadino. La mitad del arte del poder radica en hacer que las cosas sucedan de la manera que queremos, así como un buen cazador permanece quieto en un lugar y atrae a la presa hacia él, en lugar de agotarse persiguiéndola. Las habilidades de un cazador no están fuera de lugar en la jungla urbana, simplemente deben aplicarse de manera diferente.

Algunos afirman que, al vivir en una sociedad de masas, lo “normal” sería el pensar que la seguridad está en seguir al rebaño y ser parte de él. Pero Korda afirma lo contrario: el ser humano —viva en una metrópoli o en una aldea— si se lo propone de verdad y vuelve a sus orígenes, no es animal de pastoreo ni bestia de rebaño; su seguridad genética e intrínseca radica en su racionalidad, en su habilidad para cazar, en su habilidad para vivir y hasta para sobrevivir en solitario, aunque se encuentre en medio de una multitud. Por tanto, será cuestión de férrea voluntad y de dominio sobre sí mismo, el poder estar siempre por encima y más allá del rebaño.

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

 

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, <https://eldeber.com.bo/opinion/reglas-de-supervivencia-en-la-jungla-urbana_203101>.

Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales

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